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Capítulo XIX: Revelaciones.

Cuando finalmente recuperó la conciencia se vio a si mismo en una lujosa habitación de paredes crema y, para su consternación, completamente desnudo.

Con los ojos abiertos de par en par, envueltos en el más puro y perceptible miedo, se incorporó de golpe en la cama con la sábana hasta el centro de su pecho, donde su corazón aterrado no dejaba de latir desbocado deseando respuestas del porqué terminó en esa bochornosa condición.

—¿Qué ha pasado? —preguntó a la deriva, creyendo que estaba solo y que nadie iba a responderle.

Grande fue su sorpresa cuando un hombre que no le era desconocido salio del cuarto de ducha con un minúscula toalla rodeando sus caderas y apenas cubriendo lo necesario mientras sus ojos castaño claro se posaban en los suyos, incrédulos.

¿Cómo demonios pasó esto? ¿Por qué? ¿Quién orquestó este circo barato que me es inconcebible?, se cuestionó así mismo, pasmado de verlo una vez más después de lo que había pasado entre los dos.

—No entres en pánico, A-Bo, todavía. Y para que te quedes más tranquilo, lo que parece ser no lo es —aclaró Vi Zhing deteniéndose en el marco de la puerta con el cabello húmedo y que tantas veces jugueteó, ya fuese meramente por ocio o por placer.

Su lobo de pronto alzó las orejas y olfateó la habitación, regocijándose al encontrar ese adictivo y fresco aroma a Lirio del Valle que le prendó desde la primera vez que se conocieron y sus miradas se fucionaron en una misma, creando un mundo para ellos que a futuro no pudo ser y acabó fragmentándose.

Como era de esperarse, liberó feromonas de seducción pero casi de inmediato reprendió a su lobo y lo mandó a dormir dentro de su mente, a duras penas, lo logró. Ese animal obstinado debía entender de una buena vez que Zhang Vi Zhing y él ya no eran los mismos de antes; el vínculo se había roto producto de la marca temporal en su cuello, si al menos la huella que dejó en su corazón se borrase así de simple todo estaría perfecto.

Pero no lo está. Todo es un caos a su alrededor y no entiende en lo absoluto nada.

—Odio que se andén por las ramas, Vi Zhing, estuvimos juntos, ¿si o no? Es todo lo que quiero saber —dijo con un estoicismo que dobló en dos la serenidad de éste y doblegó su postura.

—No —respondió finalmente para alivio de Yibo que pudo ser capaz de respirar más tranquilo—, pero tuve que quitarte la ropa para fungir que lo hicimos aun que lo siento mucho por la marca en tu cuello, no tuve elección, la vida de mi hijo está en peligro y tuve que ser, una vez más, un bastardo contigo.

—¿Marca? ¿Hijo? —su cerebro sufrió una inflamación terrible en cuestión de segundos que todo a su alrededor comenzó a dar vueltas, apenas podía ver pero era perfectamente capaz de oír.

De manera casi inconsciente se llevó una mano detrás de la nuca y sus dedos, trémulos, se rehusaron a creer lo que allí mismo había. Pero el tacto no mentía y su lobo rebosante de felicidad saltando de aquí para allá por todo su cuerpo al lograr sentir lo que tanto añoró por casi dos años tampoco mentían.

La respiración se le cortó y la furiosa mano que sostenía la sábana en su pecho perdió fuerza y la dejó caer con una expresión perdida.

Vi Zhing corrió a su lado y se sentó en el borde de la pieza, tomándolo por los hombros con una desesperación y un remordimiento que en definitiva no le perdonaría jamás; la marca en su cuello no era permanente pero no se iría en semanas, un mes quizás, su cuerpo Gamma borraba las marcas con mas lentitud que el resto de las castas. Ahora, ¿qué explicación razonable le daría a Xiao Zhan sin que lo odiara hasta la muerte y no dudara en arrancarle a la fuerza lo único bueno que tenía en la vida?

—Yibo, sé que no es el mejor momento para decirte esto pero, nosotros tenemos un hijo y ahora, viéndome amenazado con su vida yo... te he marcado. Pero no te preocupes, sin apareamiento solo es una marca temporal —la simpleza con la que hablaba, como si no le hubiera arruinado nuevamente la vida como lo hizo hace casi ocho años le causaba gracia.

Marca temporal o no, sus lobos desarrollarían un apego abismal y crítico hacia el otro como si se tratase igual que de una marca permanente, contra la que sus lados racionales poco podrían frenar si se alejaban. Ellos ya no tenían futuro, ¿por qué insistir con atarlos otra vez? ¿Quién se beneficiaría de esto además del propio Delta? ¿Quién?

Nadar en la incertidumbre no era algo precisamente bonito, pero si horriblemente exasperante.

—Estás delirando, Vi Zhing —enfureció, desconociendo la facilidad con que podía inventar algo pero, trás recordar supo que nada de él le era desconocido. El hombre de treinta y dos años frente suyo siempre fue un mentiroso de lo peor, por eso lo dejó luego de que éste lo echara cuando descubrió su verdad mejor escondida y días después lo buscó echo un mar de lágrimas mientras se arrastraba cuál gusano por una segunda oportunidad que había perdido por sus propias decisiones —. ¿Y por qué me marcaste? No tienes derecho.

Sosteniéndolo con mayor vehemencia, Vi Zhing hizo que lo mirara y dejara de perder el tiempo en reclamaciones que por ahora no venían al caso. Había cosas más importantes que hacer, salir de allí por ejemplo.

—Se llama Zhang Jian Yu, recién cumplió dos años y eso es todo lo que te puedo decir momentáneamente, el efecto de la droga en tu organismo aún no termina y por lo que veo, está atacando de nuevo.

Parpadeando sin parar, su visión pasó de ser borrosa a ver todo tipo de tonalidades y cosas que no solo causaron miedo en él, si no, también, un humedecimiento y deseo desenfrenado que le hizo jadear y lanzarse a los brazos del Delta mientras le clavaba las uñas en la espalda desnuda y se ponía a gimotear en su oído para su propia consternación.

—¿Droga? ¿Qué? —ya no entendía nada, luchó contra la ola de lujuria de sentirlo en lo profundo de su ser pero apenas y lo estaba logrando con mucho esfuerzo—. Vi Zhing, ¿por qué siento mucho calor?  Se siente como si estuviera en llamas y no estoy en celo, es imposible, acaba de pasar.

Vi Zhing suspiró con impotencia y agarró sus manos traviesas que parecían haber cobrado vida propia y tratar de quitarle la toalla y sostener su virilidad con hambre. Esto era todavía peor que el celo, más bien se asemejaba a una especie de afrodisíaco que lo estaba volviendo loco.

Literal.

—Es que efectivamente estás en celo, Yibo —puntualizó Vi Zhing abrazándolo con fuerza con tal de que no hiciera algo de lo que se arrepentiría después—. Fuiste inducido a el con el objetivo de que nos aparearamos, te marcara y...

—¡Habla! —gritó, quedándose repentinamente muy quieto en sus brazos.

—Te embarazara —concluyó y el aroma de Yibo se volvió ácido de repente, casi sollozando en su hombro—. Lo siento tanto, si estuviera en mis manos te juro que...

—Por... ¿Por qué sabes tanto? —trató de averiguar antes que la última estela de lucidez dentro de él se evaporara como humo.

—Mis hermanastros están detrás de todo esto y... —calló de la nada, cerrando los ojos y quedándose en silencio por más tiempo del que el propio Yibo contaba—... Lusi. Ella también.

—¡Mientes! —rugió, echándose hacia atrás, lejos y con las pupilas dilatadas no solo del deseo si no también de la ferviente ira por escucharlo difamar a su hermana y meterla en todo esto.

—Me encantaría pero no, no miento —incluso para él mismo era duro decirle esto pero, ¿qué elección tenía? ¿Mentir otra vez? Por supuesto que no, y mucho menos por su ex cuñada quien ni siquiera se lo merecía—. Ven, te llevaré a la ducha, los efectos de la droga se disipan momentáneamente con el agua, apoyate en mi.

Pero Yibo no lo escuchó y lo empujó con tanto resentimiento que, de no haber sido por su condición Delta y sus exelentes reflejos, acabaría estrellándose contra la puerta y tendría rota la cabeza, sin posibilidades de ayudarlo sin tocarlo indebidamente.

—¡No me toques, Zhang Vi Zhing! ¡Eres un monstruo además de un mentiroso! Y no te creo lo del hijo, ¡es imposible! ¡Nunca estuve embarazado ni di a luz! —su actual estado distaba mucho de estar drogado, más bien, parecía al borde de una crisis.

Vi Zhing tomó una decisión; cerraría la boca por que Yibo no estaba en condiciones de comprender todo lo que había sucedido mientras ellos estaban a punto de romper. Quizás lo haría después o quizás, quizás nunca, su lado de padre protector le instaba a tragarse ese secreto y jamás revelarlo a nadie.

Ni siquiera a Yibo, la madre de su hijo.

¿Egoísta? Mucho, pero luego de que la droga perdiera efecto, éste no iba a recordar nada y tal vez, eso era lo mejor.

Con aquel pensamiento en mente, lo arrastró en contra de su voluntad al cuarto de ducha y trás abrir la regadera, una vez lo vio empapado de la cabeza a los pies, le dio su espacio y lo dejo pensar por un largo rato.

Las siguientes horas transcurridas fueron solo un borrón para Yibo; la constante angustia si Yi Xung estaba bien y si su abuela paterna tenía algo que ver en todo esto no lo dejaba en paz, manteniéndolo agobiado.

Se arrepintió de no haberle notificado a Xiao Zhan o, al menos, insinuar lo que pasaba sin decir demasiado pero ya era tarde. Nada podía hacer salvo permanecer en esa habitación con su ex.

Le dolía horriblemente la cabeza y la sensación de tener una polla empujando constantemente dentro de él se había disipado por completo para su alivio, sin embargo, había un espacio en blanco dentro de su cabeza que desconocía.

Todo lo que recordaba era despertar y toparse a Vi Zhing, luego a éste decirle que lo marcó y que tenía un hijo.

Eso es todo.

Un sentimiento agridulce se filtró en sus papilas gustativas, la marca de Vi Zhing parecía tan ajena que no podía sentir nada, ni siquiera amor por él, ¿por qué? ¿pasó algo entre ellos? ¿o le reveló cosas lo bastante dolorosas para matar todo gramo de amor por él?

Su sien punzó tan esordecedoramente que dejó de insistir y salio del baño envuelto en un albornoz de su tamaño.

Al pie de la ventana, Vi Zhing ya se había vestido y parecía tan lejano que extendió su mano derecha queriendo alcanzarlo pero no pudo.

—¿Por qué extiendes el brazo? —le preguntó éste sin mirarlo, tan neutro que no supo lo que pensaba. Dio un respingo y bajó el brazo, nervioso—. ¿Estás planeando meticulosamente mi muerte acaso?

—No digas payasadas —chasqueó la lengua y se cruzó de brazos sin acercarse—. Así que, tienes un hijo.

—Sí.

—¿Cómo se llama y que edad tiene? —le cuestionó más por resentimiento que por curiosidad.

La herida todavía dolía y enterarse que el Delta había sido perfectamente capaz de continuar con su vida sin mayor dificultad le llenaba de piedras el estómago. Él ni siquiera pudo seguir su ejemplo y continuaba estancado en un pasado y en un hombre que ya no podían volver.

Ya no iban a volver.

Vi Zhing lo miró apasible, tan desolado como si continuar adelante fuese una crueldad para Yibo y aunque no lo era, para éste si, por muy egoísta sonara.

—Yibo.

—Quiero saber, por favor —insistió al percibir su reticencia en hablar de su hijo, pero él merecía un explicación al menos, después de todo, el niño  pudo surgir por su infidelidad o no, por ello quería saber su edad—. No estoy preguntando algo del otro mundo.

Asintiendo derrotado, aceptando que no dejaría de insistir y que dada la edad actual de su hijo, Yibo tenía todas las razones para exigir explicaciones.

—Su nombre es Jian Yu, Zhang Jian Yu y acaba de cumplir dos años hace una semana —explicó reticente, observando fijamente la expresión tanto corporal como facial de su ex, pero contrario a lo que imaginó ver, se lo tomó aparentemente bien y no le hizo un escándalo.

—Jian Yu, que significa “construyendo el universo”. Es un lindo nombre aunque debo decir que me lo robaste, ese era el nombre que le daría a mi primer hijo pero eso ya no importa ahora. Por cierto, ¿quién es la madre? Supongo que esa zorrita rompe hogares.

Incluso después de tanto tiempo, todavía guardaba rencor y era aceptable.

—Yibo, déjalo ir —casi le rogó pero éste permaneció impasible frente a él—. Ya es pasado y el pasado se debe quedar enterrado, no lo desentierres ahora o podrás espinarte.

—No me asustan las espinas, Vi Zhing, y el dolor... ese mucho menos. Ahora respóndeme, ¿ella es su madre?

Suspirando porque no le quedaba otra opción más que mentirle una vez más, separó los labios y dijo con una templanza impresionante;

—Sí.

—Oh, excelente —ovacionó, tan irónico que ni él mismo se creyó haberlo aceptado así nada más—. Cambiando el tema, ¿qué estamos haciendo aquí?

—¿No lo sabes? —recibió una negación—. Es por ese tipo... Xiao.

—¿Xiao Zhan?

—Mm. Sí, ese —bisbiceó con un fuerte desagrado y si, celos.

—¿Qué tiene que ver él aquí? —indagó fingiendo desconcierto, consciente de su actitud y satisfecho por saber que, incluso después de tener un hijo, Vi Zhing todavía no era capaz de pasar página como él mismo—. Momento, según la llamada que recibí antes de terminar aquí, me dijeron que de no ser porque A-Xung es su hija, no estarían haciendo todo esto.

La espalda de Vi Zhing se puso rígida de repente y se alejó de la ventana, acercándose a él.

—¿Qué? ¿Xiao-Yi es la hija de Xiao Zhan? ¿Pero como Lusi...? 

Yibo lo cortó, tenaz.

—No se y no me importa, el punto es que se enrollaron y son los padres de A-Xung aunque ninguno de los dos lo parezca pero al menos Xiao Zhan está resarciendo su desaparición de su vida, aunque no fue su culpa, él no sabía de su concepción y es aceptable. Ha logrado ganársela con mucho esfuerzo y tú bien sabes cómo es A-Xung; no le agrada cualquiera y es tan rencorosa como su padre, estoy muy feliz por ellos aunque algo triste por mi hermana, ella ni siquiera la ha buscado y casi es su cumpleaños número siete, si sigue así temo que perderá a su hija para siempre.

Le fue inevitable no sentir compasión y tristeza por la actitud tan fría de su propia hermana, pese a todos sus errores y la vida descarriada que llevaba tenía una hija, ¡una hija! ¡Por Dios! ¿Acaso no era motivo suficiente para madurar de una buena vez y ver por la única personita que era carne de su carne y sangre de su sangre? ¿Tan difícil era?

No la comprendía ni un poco.

—¿Así que por ese motivo te mudaste y acabaste en Beijing viviendo en su mansión?

Asintió.

—Sí, pero no por las razones que te estás imaginando —se apresuró a dejarle en claro al ver la decepción con que lo miraba. Sí, había firmado un contrato horripilante y acabó convirtiéndose en el amante de Xiao Zhan pero, él no tenía por qué enterarse por su boca—. Él me ofreció un trabajo decente, Vi Zhing, no podía rechazarlo dada mi circunstancia económica y recién había perdido mi empleo. Además, Yi Xung tenía derecho a conocer y convivir con su padre y yo no podía impedirselo porque soy únicamente su tío y no poseo ese derecho.

—Pudiste ser su madre —soltó de la nada Vi Zhing.

Enarcó una ceja hacia él, confundido con ese comentario de lo más loco.

—¿Qué?

—Olvídalo —flaqueó, maldiciéndose internamente por su impertinencia—. Estoy diciendo incoherencias, por cierto, te dejé una muda de ropa sobre la cama, pontela y, cuando termines, te llevaré con Zhuo Cheng.

—¿Quién es ese?

—Lo único que te diré es que es uno de los mayores enemigos de Xiao, por su culpa, su padre lo dejó sin nada —le contó con un perceptible enojo que no logró ocultar.

—¿Qué quieres decir? —trató de averiguar pero Vi Zhing no parecía tener ganas de seguir hablando y zanjó el tema.

—Vístete, Yibo. Te espero afuera —fue lo último que le dijo para seguidamente perderse fuera de la habitación, lo más seguro, como fiel guardian en la puerta.

Cinco minutos después, para asombro de Vi Zhing, Yibo salió perfectamente vestido y peinado, sin pizca de maquillaje pero aún así, hermoso. En el pasado éste tenía la mala costumbre de tardarse horas arreglándose para fastidio suyo, no cabía duda que las ganas de tener respuestas habían hablado por él o solo cambió con el paso del tiempo como él mismo lo hizo también.

En silencio, lo guió hasta el despacho de su hermano y ambos se introdujeron dentro luego de cerrar tras sus espaldas.

—Así que tú eres el famosísimo Wang Yibo; el Gamma y el amante de Xiao. ¡Que agradable sorpresa! —la ovación del hombre sentado imponentemente en su escritorio, con los brazos cruzados y una mirada burlona, le causaron repelus, sobre todo, por su innecesario escaneo nada disimulado.

—Famosísimo no creo, pero si, soy Wang Yibo —habló con tanta altivez, ignorando ser el amante pero reconociéndolo sin darse cuenta o quizás con intención, provocando una carcajada estruendosa en el joven Lu.

A simple vista no parecía pasar de treinta años, era mas bajo que ellos pero si muy feroz, algo muy normal en su rango Delta; delgado, cabellos castaño ondulados y ojos exactamente idénticos a los de Vi Zhing pero con la diferencia que los de su ex no brillaban con maldad y perversión.

—Debo confesar que eres precioso, ahora entiendo un poco a Xiao y el porque se enredó con un Gamma cuando nunca antes lo hizo dada su naturaleza —dijo con una mueca de desagrado.

—¿Insinuas que los Gammas son insignificantes para un Alfa? ¿Es eso? —le increpó aún que él mismo conocía la respuesta.

—No es que lo sean, pero la naturaleza mayormente les impide estrechar lazos, más no imposible aunque, cuando se trata de coger puede parecer emocionante; romper las rejas jerárquicas causa furor y más revuelo de lo que te imaginas pero, sé que no eres simplemente la puta de Xiao y por eso estás aquí.

—No soy la puta de nadie —escupió con los ojos inyectados en ira.

Una sonrisa ladina tiró de los labios de Lu Zhuo Cheng y él tembló cuando una revista de chismes —la misma nota que hace meses donde lo catalogaban como amante de Xiao Zhan— y un sinfín de fotografías fueron arrogadas sobre él, golpeándole la cara sin piedad y tornándose rojiza al instante.

—¿A no? ¿Qué me dices de esto? Las fotografías hablan por si solas, querido —se burló de él.

Cerrando los ojos con impotencia porque era imposible seguir mintiendo dada la intimidad en que se mostraban los dos en esas fotos, apretó los puños queriendo golpear al Delta impertinente y despiadado frente a él pero Vi Zhing le apretó el puño y poco a poco lo relajó.

—Basta, Zhuo Cheng, deja de intimidarlo. Dile de una maldita vez que es lo que quieres y liberalos. A todos —demandó poniéndose frente a él y manteniendo su puño al margen.

—¿Piensas continuar defendiendo a esta basura, Vi Zhing? Es una remera que no vale na...

—¡Suficiente! —gruñó encolerizado, perdiendo los estribos una vez pudo reventarle el puño en la cara, pero contrario a lo que se esperó de éste no lo echó de allí con una paliza asegurada por sus secuaces.

Él enfermo solo se rió de él.

—De acuerdo, dejaré de insultar a tu querido ex, pero recuerda, Vi Zhing, Xiao Zhan ya se la metió y a estás alturas debe estar más usado que una prostituta, pero es tu problema. Y ten mucho cuidado, no vuelvas a golpearme o me voy a olvidar que eres mi hermano mayor y te meteré una bala en la cabeza, ¿entendido? —lo amenazó limpiando la boca con un pañuelo, dónde antes un hilo de sangre escurría por su barbilla.

—Solo si los dejas ir, también a tu sobrino, ¿qué no tienes corazón?

—Por que Jian Yu es mi sobrino precisamente no le tocaré un solo mechón de su brillante cabello, pero Vi Zhing, Yibo y esa niña no son nada mío, desgraciadamente, si de Xiao y esa es su mayor perdición —le dejó en claro y aunque Vi Zhing era conciente de ello, su hermano no tenía derecho en usarlos con fines malévolos.

—Solo mantén tu palabra y no los dañes o también me voy a olvidar que eres mi hermano y te entregaré a la policía —contratacó haciendo reír a Zhou Cheng.

—No esperaba menos de ti, gēge. Tú ganas, no los tocaré pero ya sabes lo que tiene que hacer —le recordó con una mirada ensombrecida.

—¿De qué habla, Vi Zhing? —. Yibo dejó de permanecer al margen y llamó su atención con un jalón en su brazo.

Vi Zhing se volvió hacia él con pesar.

—Zhuo Cheng quiere que hagas algo por él, será sencillo mientras Xiao no lo lea y descubra lo que está escrito.

—¿Escrito? —preguntó sin entender.

—¿¡Eres retrasado o qué, Wang Yibo!? —alzó la voz Zhuo Cheng, harto de la docilidad de su hermano, los dos lo miraron—. Todo lo repites, pero hablando muy enserio, lo único que tienes que hacer es que Xiao firme esto y nunca más volveran a saber de mi —le extendió un documento y Yibo ignoró a Vi Zhing y se colocó frente a Zhuo Cheng.

—¿Tan fácil?

No lo creía. Debía haber algo turbio allí, por experiencia lo sabía.

—¿Verdad que si? —opinó complacido, ofreciéndole una pluma que él tomó por instinto—. Xiao quiera o no va a devolverme todo lo que es mío, y tú, Wang Yibo, serás mi reina en este juego de ajedrez.

Yibo se puso pálido como un muerto y leyó el título en negritas de aquel documento en sus manos.

Renuncia de bienes.

¿Cómo podría él hacerle esto a Xiao Zhan?

Listo. Nuevo capítulo.

Les explotó la cabeza con lo del hijo de Yibo y Vi Zhing, ¿o ya se lo veían venir? Sé que no. Hay demasiados secretos, muchos enemigos, cada personaje esconde un pasado que tarde o temprano saldrá a relucir. Nos vemos, espero que sea pronto, esta autora finalmente consiguió un empleo.

Besos.

Yessie

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