
Capítulo XI: Inexplicable.
Ni siquiera hizo falta molestarse en levantar el teléfono, cuando llegó a la mansión Xiao, se encontró con la sorpresa que el dueño había llegado de manera inesperada.
Mucho mejor para mí, pensó con los dientes apretados mientras ascendía las escaleras con premura y una nube negra cerñida sobre la cabeza.
—Hola Yibo, yo también te extrañé —. Fue el saludo de lo más irónico de Xiao Zhan quién lo miró llegar completamente fuera de si, sin muchas ganas de recibirlo como él se merecía.
La sonrisa sardónica en los delgados y sensuales labios del Alfa le revolvieron el estómago y avivaron aún más las ganas que tenía de matarlo.
—¡Xiao Zhan!, explícame con un carajo qué mierda hace mi fotografía en esa nota y el porque han osado catalogarme así, ¡es inaudito! —Trémulo de la vergüenza, ira e impotencia que solo alguien como Xiao Zhan podía provocarle, Yibo era incapaz de mantener la calma.
Aunque, consciente de que la escena que estaba armando era fácil de malinterpretar, quedarse de brazos cruzados sin oponerse a todo lo que Xiao Zhan había prácticamente arrojado sobre él sería despreciable hasta para si mismo. Defender como un león famelico y salvaje su reputación era lo esencial.
Xiao Zhan, sentado aparentemente sereno en su escritorio lo miró con una expresión aburrida y tomó un sorbo de vino bajo los ojos fúricos del Gamma.
—No se de que hablas, Yibo —se hizo el desentendido y se sirvió una copa más solo para fastidiarlo todavía más.
A juzgar por sus feromonas ácidas que inundaban su despacho y dificultaban incluso el respirar, lo logró.
—Esto no es gracioso, Xiao Zhan —escupió con un veneno de odio y decepción impreso en su voz—. Y no soy estúpido, bien sabes sobre esa jodida nota así que no me hagas las cosas todavía más difíciles, igual voy a pelear.
—No hay necesidad —gesticuló él con un agraciado ademán de manos que le hizo rechinar los dientes, y no solo eso. Poniéndose en pie con una sonrisa arrogante, a sabiendas de lo que provocaba en su cuerpo, liberó una cantidad mínima de su aroma, pero la suficiente para marear a la fiera que tenía delante suyo. Cogió su estrecha cintura con delicadeza y en un impulso que lo sorprendió a él mismo, lo estrelló contra su pecho y le lamió el caparazón de su oreja izquierda, derritiendo en un gemido agudo a Yibo—. Sería mejor si te relajas, tomas un trago conmigo y después nos quitamos mutuamente el estrés toda la noche, ¿qué te parece? Niégame que es una pésima idea.
El delegado cuerpo entre sus brazos, derretido como por arte de magia, adoptó en un instanteamen la rigidez inicial, y como primera reacción fue empujado hacia atrás con genuina violencia, haciéndolo reír como contadas veces lo hizo realmente en la vida.
—Déjate de sandeces, Xiao Zhan. Primero muerto antes de permitir que me vuelvas a tocar —advirtió, enfebrecido de ira al recordar que mientras él se había quedado atrapado en la mansión éste usó como excusa el trabajo para irse a divertir con Yang Zi.
—Imposible, cariño —sacudió ligeramente la cabeza y volvió al acecho, logrando tenerlo en la misma posición en cuestión de segundos—. Y ya te estoy tocando otra vez, sin embargo, te recuerdo que tú y yo tenemos un acuerdo.
—¡No soy un niño, por supuesto que sé eso! —se revolvió como un loco entre sus brazos que no le quedó opción que liberarlo—. No obstante, ese acuerdo se acaba aquí. No pienso seguir aguantando más el ser conocido por el mundo entero como él amante del millonario Xiao, ¿¡con qué cara miraré a mi padre a los ojos!? —horrorizado ante la magnitud que sus decisiones habían causado, se afligió de inmediato y le fue inevitable entrar en pánico.
El Alfa resopló irritado con su histérica reacción.
Nunca pensó que este tipo de trivialidades inventadas por los reporteros le importaran tanto a Yibo, definitivamente no era tan maduro como creyó.
—Así que se trata de eso —se frotó el puente de la nariz y suspiró con desgana—. No le prestes atención, son solo falacias del espectáculo, así que vete acostumbrando. Y no necesito aclarar esto pero me veo en necesidad de; ni Yang Zi es mi novia ni tú eres mi amante. Tranquilízate.
—¡¿Cómo puedo tranquilizarme?! Es mi reputación la que están empañando, no la tuya —rugió mientras se contenía de abofetearlo.
No valía la pena.
Cogiéndolo bruscamente del brazo, Xiao Zhan deformó su rostro perfectamente hermoso en una expresión siniestra que había conocido lo suficiente pero no podía evitar estremecerse cada vez.
—Se me está agotando la paciencia, Wang Yibo. Así que deja de una maldita vez ese tema demás infantil. No te queda —. Era evidente lo exasperado y enojado que se sentía, pero Yibo era terco y no flaquearia hasta que se comprometiera a limpiar su nombre.
Aún que era claro que iba a costarle aún más, con una simple pataleta como a ojos del Alfa parecía, no avanzaría ni lograría nada.
—Esta es la segunda vez que me dices infantil, Xiao Zhan. A la tercera no te la perdono.
Ante la sutil pero no menos evidente amenaza, Xiao Zhan gruñó y en un movimiento repentino asió su cintura con un brazo y con la mano restante jaló de su rebelde cabello rubio y lo obligó a mirarlo directamente a los ojos.
Yibo jadeó.
—¿Así? ¿Y qué me vas a hacer si lo hago de nuevo? —lo tentó, consciente de que lo tenía justo donde quería; en sus manos.
—No querrás saberlo.
—Oh, cariño —ronroneó sobre su nuez de adán provocando que el Gamma le incrustara las uñas en la espalda con saña y él se excitara todavía más de lo que ya estaba con eso—. Definitivamente quiero.
Fue demasiado tarde para que Yibo escapara de sus garras y cediera rápidamente a esa pasión devastadora que los consumía a ambos. Se colgó de su cuello como un adolescente enamorado y respondió a su beso sucio y profundo con gran esmero; Xiao Zhan lo cargó con facilidad hasta el escritorio y lo apoyó en el borde mientras le acariciaba los muslos, lo besaba y derribaba todo lo que le estorbaba a su paso. Pronto, Yibo se encontró sin sus usuales pantalones holgados y su ropa interior; recostado sobre el mueble duro, abrió las piernas y abrazó al Alfa mientras jadeaba y se embriagaba de su aroma a cilantro y Vodka.
—Zhan.
—Hmm... ¿Qué? —respondió malhumorado desde el medio de sus piernas, besando y chupando cada centímetro a su paso.
Yibo gimoteó y los ojos se le cristalizaron de placer cuando empezó a chorrear lubricante por detrás. El Alfa lo llevaba a un límite del que no podía huir por más que diera batalla.
Ni siquiera él podía comprender el porque, y no, tampoco quería saberlo.
—Prométeme que limpiaras mi reputación —. La petición de lo más demandante cabreó al Alfa centrado en chupar su vientre, pero contrario a lo que se esperó éste no perdió el mínimo interés en continuar con lo que estaban y solo chasqueó la lengua.
—¿Aún sigues con eso?
—Es importante para mí, por favor.
—¿Igual de importante que Yi Xung? —lo provó.
Yibo asintió.
—Sí.
—Está bien. Tú ganas, solo por esta única ocasión —dijo sin mucha alegría de haber cedido y continúo con su asalto, esta vez en sus pezones y su cuello de cisne.
—¿Hablas en serio? —Atónico, Yibo parpadeó, procesando todavía su respuesta afirmativa.
¿Qué le hizo ceder tan fácilmente?
—¡Que si carajo! Ahora cállate y compláceme —lo cogió rudamente de los cabellos y lo volteó de tal manera que las posiciones cambiaron y la boca del Gamma aterrizó de lleno en su despierta, palpitante y necesitada polla—. ¡Oh, joder! Tienes una boquita tan rica y es solo mía.
Desde su incómoda posición, Yibo hizo un ruido de burla pero no dijo una palabra y continúo con la felación. Abrió la boca aún más de lo que podía y chupó con fuerza, véngandose un poco de todo lo que el Alfa le había hecho pasar. Pero contrario a estar torturandolo, sus gruñidos llenos de gozo y sus comentarios explícitamente alagadores decían lo contrario.
Su ceño se frunció al darse cuenta que su plan había fracasado, así que, furioso, mordió la cabeza sin medir fuerza.
Y como era de esperar, Xiao Zhan lanzó una maldición al aire y lo apartó de las greñas de su delicada descendencia con los ojos nublados de ira.
—¿¡Qué mierda te pasa!? —El resplandor rojo en su mirada le hizo tragar en seco, allí estaba el Alfa en la superficie y no, ni siquiera iba a enfrentarlo o acabaría sollozando y pidiendo clemencia.
—Lo siento, me entusiasmé —se disculpó lo más sincero que pudo, pero el Alfa era astuto y adivinó muy bien su truco.
—Entonces, no me culpes a mi también por entusiasmarme —advirtió con el rostro contorcionado por el deseo y la sed de venganza.
Se apoderó de sus labios maltratados y razgó en dos la camiseta ancha favorita del Gamma ante su alarido de conmoción.
—¡Xiao Zhan!
—No quiero volver a verte nunca más usando esa ropa; no te favorece en lo absoluto. A partir de ahora, usarás solamente la ropa que yo diga, me muero de ganas por verte usando la ropa interior de encaje que te he comprado especialmente para ti —ladró una orden, no una solicitud, embelesado con sus erectos pezones y lo llenos que de pronto se volvían durante la estimulación.
—¿Según quién? —contraatacó con el mentón en lo alto y unas ganas intensas de volver a discutir.
—Según tu dueño.
Los labios de Yibo se estremecieron ante aquella demandante afirmación.
—¡Tú no eres mi..! ¡Ah! —su determinación se esfumó en cuanto fue volteado y puesto en cuatro para seguidamente ser penetrado con rudeza.
—Lo soy, cariño. Lo soy —. Xiao Zhan tarareó, admirando con fascinación la manera tan sensual en que ese delgado pero bravucón cuerpo se movía según su voluntad.
Yibo no refutó más y se limitó a disfrutar encarecidamente de ese asalto excitante que ni siquiera esperó que ocurriese en primer lugar. Sus motivos al inicio no eran terminar follando como animales en celo sobre el escritorio del Alfa pero, ya que se hallaba allí no iba a quejarse. Minutos más tarde, el Alfa se derramó con fuerza, tal cual una avalancha dentro del interior del Gamma.
Respirando agitadamente uno sobre el otro, Xiao Zhan fue el primero en hablar.
—Es realmente una pena.
—¿El qué? —apenas reunió fuerzas para hablar, dubitativo.
¿Había sido correcto hacerlo sin protección a sabiendas de que no era el único en su vida? Su parte racional grita «no», pero su parte irracional objetó un «sí». Lo que menos quiere es contraer una enfermedad de transmisión sexual, tal vez esté siendo paranoico pero, si continúan así será mejor hacerse un chequeo médico.
—Que tu cuerpo no haya sido adaptado para recibir el nudo de un Alfa, de ser así, te lo daría las veinticuatro horas del jodido día —gruñó sobre su oído sacándolo de sus pensamientos y agarrando su trasero con ambas manos, provocándolo de nuevo.
Las uñas de Yibo se transformaron en garras y arañaron el pulcrisimo escritorio sin darse la menor cuenta.
—Ve y encuentra un Omega entonces, así cumples tu escalofriante fantasía —bufó sintiendo de pronto un dolor en el pecho por tal sugerencia.
Lo ignoró.
—No quiero un Omega —casi escupió el Alfa, sintiendo rechazo por tal sugerencia y lo giró de modo que ambos quedarán frente a frente y delineó el borde de su labio inferior con su pulgar —. Te quiero a ti.
Y Dios los perdone, pero ni Xiao Zhan ni él pudieron resistirse a entregarse de nuevo. Esa última frase bien podía ser una mentira para estimularse mutuamente y caer de nuevo en ese abismo de pasión del que ahora eran prisioneros, pero a ninguno de los dos les importó.
Todo era parte del contrato, ¿no?
Dos días después, Xiao Zhan tuvo que volar a Shanghài a una conferencia financiera, y para sorpresa de Yibo, éste le pidió que le acompañara, sin embargo, él no daba un paso sin Yi Xung aferrada a su mano. Estupefacto, no contó con más opción que ir con él en cuanto el Alfa no tuvo problema alguno en que la niña fuera con ellos.
Así que allí estaban, ambos sentados en primera fila mientras Xiao Zhan, con un exquisito traje a la medida color negro y que asentaba aún más lo guapo que ya era, se dirigía a los reporteros, socios y empresarios desde el luminoso y enorme escenario, explicando a detalle las nuevas actualizaciones de su empresa y los jugosos beneficios que traerán a todo a aquel que quisiera invertir en sus proyectos.
Los ojos de Yibo no podían parar de verlo. La manera en que se expresaba, en su mirada de determinación, su voz firme pero sensual, su elegancia y su presencia imponente lo estaban volviendo loco. De otra forma no estaría prácticamente devorándolo con la mirada.
—Tío, estás babeando —la suave voz de Yi Xung le hizo apartar los ojos del Alfa y avergonzarse enseguida al darse cuenta que empezaba a desprender feromonas de excitación.
Menos mal que es un Gamma y no un Omega, o tendría a todos respirando bajo su cuello, sin embargo, no es ninguna excusa.
Esto es muy vergonzoso, sopesó mientras evadía las miradas curiosas e interesadas.
—Eso no es cierto.
—Lo es. He estado observándote, no quieras hacerme quedar mal —replicó Yi Xung con el seño fruncido por intentar engañarla.
—Lo que tú digas, A-Xung —exhaló sin ganas—. Por lo pronto, necesito que te quedes aquí un minuto y no te muevas a ningún lado a no ser que tu padre te lo pida, necesito usar el baño urgentemente.
Yi Xung apretó los labios y le echó una mirada rencorosa al Alfa en el escenario.
—Él no es mi padre.
Negando con la cabeza, Yibo besó la cima de su cabeza y liberó un poco de su aroma para tranquilizarla.
—Ya hablaremos tú y yo nuevamente respecto a ese tema, pero más tarde.
—Mnm —sin ningúna intención de hacerlo, solo pudo fingir aceptar.
Corriendo prácticamente en dirección al sanitario, Yibo se encerró en el primer cubículo vacío que encontró y liberó su vejiga con un suspiro de alivio. Cuando salió se lavó las manos rápidamente y se golpeó las mejillas un par de veces mientras miraba su reflejo en el espejo.
No podía perder la cara en un sitio como este, sobre todo, repleto de cientos de reporteros y cámara por doquier, y en definitiva verse envuelto nuevamente en un escándalo amoroso no le vendría nada bien a su reputación. Una reputación que Xiao Zhan había limpiado en menos de veinticuatro horas para su incredulidad y alivio.
Mantener un perfil bajo de ahora en adelante era su tarea pero, siendo el acompañante de Xiao Zhan, los chismes y las especulaciones no tardarían en llegar, así que no existía forma de evitar habladurías, lo único que le quedaba era confiar en él.
—Demonios, estar cerca de un millonario es mucho más tedioso de lo que imaginé —se lamentó mientras dejaba ir un suspiro exhausto.
El eco de firmes pisadas aproximándose provocaron que su espalda se tornase rígida y los bellos de su cuerpo se erizaran, reaccionando a ese peculiar aroma a Lirio del Valle que en el pasado le atrapó como a ningún otro. Su primera reacción fue volverse hacia el recién llegado y morderse la lengua con vehemencia en cuanto la puerta fue cerrada despacio, aunque su postura a la defensiva contradecía lo que su corazón ciertamente estaba sintiendo.
Y el Delta frente a él lo sabía.
—Por un instante temí haberme equivocado de persona pero me alegro de no haberlo hecho —comentó el intruso con una sonrisa afligida cuando captó su inestabilidad emocional apenas lo vio —. Es un placer volver a verte, A-Bo.
Los ojos de Yibo se empañaron en lágrimas y la ola de recuerdos que se prometió enterrar hace un año fue saqueada y abierta sin consideración alguna.
—Bi... Bin Bin.
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☪Yessie
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