
Capítulo X: No existe la exclusividad.
A quince días del repentino viaje de Xiao Zhan, y sin que Yi Xung le dirigiera la palabra a su propio tío, argumentando que se había cansado de ella tal cual y sus padres. La solución a la que la niña de seis años había llegado inmaduramente —pero no acorde a su corta edad—, le hizo quedarse frío.
—Será mejor que guardemos la distancia, tío, algún día no muy lejano formarás tu propia familia y está bien —se encogió se hombros como si no le importara esa futura realidad, cuando era todo lo contrario, sus ojos cristalizados la delataron. Yibo extendió una mano, deseando abrazarla y decirle que eso no iba a pasar, pero ella se levantó de la cama tras esquivar su toque—, sin embargo, me hago a un lado antes de que eso ocurra y todos me excluyan como lo vienen haciendo desde que nací.
—A-Xung, no digas eso. Jamás te abandonaría ni te reemplazaría por nadie, ¿estás escuchándome?
—¿Y por tu familia tío? ¿No lo harías?
—Tus abuelos son mayores, ellos pueden cuidarse solos —declaró con una convicción que —para su intranquilidad— no tranquilizó en absoluto a su amada sobrina.
—Me refiero a tus propios hijos, tío —aclaró de inmediato con una aspereza que le hizo tragar grueso.
—Yi Xung, eso... —¡Dios! ¿Cómo llegaron a esto?—. Es diferente. Completamente diferente.
—Lo vez, tío. Es mejor si nos alejamos poquito a poquito —decretó con los ojos empañados en lágrimas, empezando a cumplir con su palabra—, así no dolerá tanto después.
—Yi Xung. Yi Xung —alcanzarla en el estado en el que estaba fue imposible, así que ella terminó huyendo a su propia habitación—. ¡Zhao Yi Xung!
Debido a su comportamiento poco usal, Yibo concluyó que, definitivamente, o Yi Xung era muy imaginativa o alguien le estaba llenando la cabeza. A decir verdad, no sabía ni que pensar, nadie mas además de Sa Ding, Xiao Zhan y él tenían acceso a la niña; la gran parte de los empleados se mantenían alejados y no existía manera que alguien se hubiera acercado tanto a Yi Xung en tan solo diecisiete días sin que él notara nada inusual.
El teléfono sonando en el living lo sacó de sus brumosos pensamientos. Últimamente no podía sacarse de la cabeza ese tema sin encontrar respuesta alguna y, la verdad, comenzaba a arrepentirse de haber aceptado venir hasta aquí.
—Joven Yibo, es el señor Xiao —le notificó Sa Ding pasándole el teléfono.
Se levantó del costoso sofá de piel y le agradeció a la empleada, sonriéndole por su eficiencia y su cariño.
Cogió una bocanada de aire y se llevó el teléfono al oído, adoptando un timbre de voz entre la indiferencia y preocupación.
—Xiao Zhan, soy Yibo.
—Me di cuenta. —Xiao Zhan suspiró pesadamente al otro lado, se escuchaba de pronto muy agotado para hablar pero no deseaba colgar, no hasta tener una conversación con el Alfa después de semanas sin saber de él—. Buenos días para ti, recién desayunando me imagino, ¿cómo has estado?
—Buenas tardes para ti, Xiao Zhan —rió divertido e impresionado que le deseara los buenos días después de los términos en que ambos estaban—. La verdad, es que no muy bien.
—¿Quieres decirme la razón? —mostró interés, pero luego, tras un silencio largo e incómodo, regresó a su característico yo. Frío y áspero—. Si no quieres está bien, no te estoy obligando.
—Es A-Xung —se apresuró a decir Yibo, temiendo que su buen humor se agriara por su orgullo.
—¿Qué pasa con ella? ¿Está enferma? ¿Ya la revisó un médico? ¿Por qué nadie me notificó? —lo bombardeó de preguntas como el padre que era, y que, por supuesto, ni siquiera parecía serlo o demostrarlo públicamente.
—No. Ella no está enferma —aclaró en medio de una suave risa Yibo.
—¿Entonces? —una nota de fastidio se alcanzó a apreciar en su voz, pero Yibo decidió pasarla por alto.
—Quiere irse a casa —comentó, apesadumbrado. Hubo otro largo silencio en la línea y, supuso, que aquella noticia debió entristecer al Alfa de alguna manera. De piedra no era, y lo sabía más que nadie en el mundo, ese hombre tenía sentimientos pero fingía no tenerlos—. He tratado de hablar con ella pero se ha negado, ni siquiera me dirige la palabra y no quiere salir de su habitación, cree que estoy de tu lado.
—¿Realmente es así?
—Ella es solo una niña, Xiao Zhan —dijo mientras rodaba los ojos, consciente de su repentino interés por saberlo de su parte.
—¿Significa un sí? —continuó insistiendo.
—Tal vez —se rió con las mejillas repentinamente ruborizadas—, pero no te preocupes, me esforzaré más en convencerla.
—Te doy un consejo. —Xiao Zhan sonó repentinamente muy serio que Yibo contuvo el aliento, podía esperar cualquier cosa de él—. Tómate el día libre y ve a distraerte allá fuera.
—Sería fenomenal, A-Xung estará... —su repentina euforia fue cortada en dos por la filosa y demandante voz del Alfa.
—Solo.
—¿Qué dices? —su nariz se frunció, consternado—. No hay manera de que pueda dejarla en la mansión con tantos desconocidos a su alrededor, no me atrevo a exponerla al peligro.
—Sa Ding está a cargo de ella, es su trabajo —para conmoción suya, él trataba de tranquilizarlo—. Además, es de mi total confianza, no tienes nada que temer, Yi Xung está segura.
—No lo se. No confió del todo en nadie.
—¿Por qué?
—Cuando regreses te cuento, por cierto, no tienes que preocuparte por... —alejó el teléfono de su oído un segundo, comprobando que efectivamente no había nadie cerca, pero de igual forma bajó el tono de su voz, reduciéndolo a un susurro secreto—, ya sabes.
—¿Qué hiciste, Yibo? —Xiao Zhan no pudo evitar exasperarse, con Yibo podía esperarse cualquier cosa.
—Me hice una prueba y sí, no hay bebé, solo quize salir del susto —dejó a un lado la timidez, como si hubiera echo algo malo cuando no era así y actuó con la misma normalidad que antes—. Mi celo llegó, se retrasó, pero llegó.
—¿Estás feliz?
Asintió con una flamante sonrisa, que desgraciadamente, Xiao Zhan no pudo ver.
—Mucho.
Se escuchó un golpe suave del otro lado, lo que le hizo borrar su buen humor de un santiamén. El Alfa ya no estaba solo, y eso solo significaba una sola cosa.
—Tengo que colgar —le informó tal y como lo presintió, sin embargo, alargó la llamada para su asombro—, por cierto, en el cajón de esa vez te dejé una tarjeta de crédito ilimitada, úsala para lo que quieras.
—No podría.
—No seas tan orgulloso —reprochó, tempestuoso—. Y mas vale que salgas a pasear un rato, Dylan te llevará a donde quieras.
—¿Luoyang? —se dió el lujo de bromear, sabiendo que era imposible—. ¿Qué tal Shanghái?
Y en efecto, Xiao Zhan soltó una pequeña risa sarcástica que provocó en su piel un inmenso erizamiento que lo estremeció de deseo.
—Buen intento, pero no. No tienes permitido salir de Beijing, nos vemos en una semana.
—Cuídate.
—Sí.
El primero en colgar, obviamente, fue Xiao Zhan, pero en vez de sentirse extasiado por obtener un corto respiro de él, un sentimiento agridulce se asentó en su pecho. Desarrollar sentimientos por alguien que le había puesto prácticamente un cuchillo en el cuello y obligado a meterse a su cama solo por no perder a su sobrina, no merecía ni siquiera su simpatía, pero no era estúpido; Xiao Zhan, con su amargo corazón y su mirada indiferente empezaba a meterse en un sitio peligroso dentro de él.
Un sitio que, definitivamente, no iba a entrar. De hacerlo, caería en un abismo sin fondo del que nadie, ni la misma Yi Xung, lograría sacarlo.
Jamás.
Él solo se perdería así mismo y, al final, se autodestruiría como una bomba de tiempo. No obstante, era consciente que, por lo menos, alguien tan inalcanzable y frívolo como Xiao Zhan no iba a enamorarse de él más que únicamente de su cuerpo, podía respirar tranquilo por esa parte.
—¿Por qué me hiciste eso, Bin Bin? ¿Por qué me convertiste en lo que ahora soy? Un ser incapaz de confiar en nadie más que no sea en si mismo y que únicamente sigue vivo por tu cruel recuerdo —una lágrima caliente y amarga se deslizó por su mejilla izquierda, quemándolo por dentro, al mismo tiempo que su corazón se apachurró en un fuerte puño y el llanto trepó rápidamente por su garganta.
Pero antes de que incluso se rompiera a plena vista de todos, respiró hondo, se limpió el rostro con un semblante sereno y recogió sus pedazos rotos de regreso a su habitación, donde al igual que él, los encerró bajo llave durante las siguientes tres horas.
Salir de paseo, solo, le hacía sentir muy antisocial y, al mismo tiempo, apático. Desde que Yi Xung nació y se responsabilizó en todos los aspectos de ella, nunca tuvo la oportunidad de salir de paseo sin ella. Ni siquiera era opción, pero Xiao Zhan, con su poder y su fortuna, había echo posible lo imposible.
Decir que se sentía magnífico sería estar mintiendo, porque le pasa exactamente todo lo contrario.
Es extraño. No raro, solo extraño.
Se ha acostumbrado tanto a Yi Xung que no tenerla cerca le produce una especie de palpable pesadez en el pecho, sobre todo cuando hay tantos sitios hermosos que mirar y bellas cosas que comprar sin tener que preocuparse por nada en lo absoluto; ni siquiera por el precio en la etiqueta de un juguete o un vehículo en el que transportarse. No obstante, se siente un ser completamente egoísta por haberle echo caso a Xiao Zhan y privar a Yi Xung de todo esto, el bajón emocional en el que actualmente se sumerje no le deja siquiera apreciar y disfrutar de un gramo de libertad en paz.
Es casi medio día y tiene el resto de la tarde libre, no cabe duda que el verano en Beijing es diferente al de Luoyang o inclusive al de Shanghài, si no lo soportaba y siempre estaba de malas, mucho menos iba a soportar este clima del infierno. Con una mueca de irritación, se ajustó en la banca del parque central en el que fue a parar solo porque no tenía ganas de disfrutar nada sin Yi Xung y bebió de su enorme bote de limonada fría mientras observaba a las familias unidas y a las parejas besarse.
Hizo una mueca.
Que asco, pensó con un fuerte desagrado atorado en la garganta y una ligera pero perceptible envidia relampageando en sus ojos negros.
—¡Gēge! —Una voz infantil, viniendo de alguna parte le hizo saltar del susto y empezar a toser sin parar, para su mala suerte, acaparando la atención de todo el mundo. Chasqueó la lengua, reprimiendo las ganas de insultarlos por chismosos—. ¡Lo siento gēge, no fue mi intención asustarte! ¿Me perdonas?
—Xiao-Tian primero se saluda, ¿¡qué son esos modales!? No recuerdo habértelos inculcado, seguro es culpa de tu padre —riñó severamente la Beta con una expresión de claro enfado y decepción que no solo puso a su hijo, si no también su esposo, adoptar una postura mansa.
—¡Āiyo, cariño! No empieces con el tema de la responsabilidad, algunas veces también sueles ser responsable de sus modales —susurró por lo bajo el Alfa de cabello castaño y ojos miel, creyendo que su esposa no había escuchado su comentario, pero lo hizo y se volvió hacia él como una fiera.
—¿Dijiste algo, Xu Kai? —increpó con una engañoso serenidad, haciéndolo tragar grueso.
—No. Nada —el Alfa tartamudeó, algo inusual en su casta, y que hizo a más de uno de los mirones mirarlo con burla y hasta incredulidad.
Yang Mi entrecerró los ojos y le lanzó un tenaz—: Mas te vale —que hizo negar con la cabeza a su mejor amigo.
—¿Podrías dejar de actuar como una dictadora, Mi-jie? Me produces escalofríos, y no precisamente del placentero —comentó deliberadamente, intuyendo que se erizaría como la madre sobreprotectora que era.
No sé equivocó.
—¡Wang Yibo! Hay un niño presente, ¡vocabulario por favor!—le recordó con las mejillas encendidas de un fuerte carmín mientras le cubría fuertemente los oídos a su hijo.
—No seas dramática, Mi-jie —se puso en pie, tirando el bote desechable de bebida en el bote a un costado y revolvió los cabellos oscuros del niño con dulzura—. Hola mi amor, ¿qué haces aquí con tus papis?
—Esa pregunta debería hacérsetela yo a ti, Wang Yibo —se adelantó a hablar Yang Mi, exigiéndole explicaciones con la mirada.
Yibo soltó una risa nerviosa. Desde aquella pelea que tuvieron, y en su actual situación, había olvidado por completo disculparse con ella. No era de extrañar que estuviera dolida por ser ignorada todo este tiempo, aunque no fuese a voluntad.
—Es una larga historia.
Yang Mi se cruzó de brazos de una manera que le hizo tragar duro. Parecía una madre interrogando a su hijo adolescente, pero ni ella era su madre ni él era un adolescente.
—Te escucho.
—¿Aquí? Discúlpame, Mi-Jie, pero no se me da eso de ventilar mi vida privada a los cuatro vientos como a alguien si.
—Auch, eso debió doler, cariño.
—Cállate, Xu Kai —. Yang Mi cogió la mano de su hijo y empezó a caminar con premura, dejando atrás y sin realmente entender lo que pasaba a su esposo y su mejor amigo. Volvió el rostro hacia ellos e hizo que se pusieran rígidos—. ¡Ustedes! ¿Qué creen que están esperando? ¿Una invitación? ¡Empiezen a caminar!
Yibo negó con la cabeza y supo que en definitiva, Yang Mi lo descubriría todo.
—¿Cómo la soportas? —le preguntó curioso a Xu Kai mientras caminaban como guardaespaldas detrás de la alta, hermosa y elegante Beta de ligero y largo vestido rosa palo.
Xu Kai se acercó a su oído lo más que pudo y le susurró con gracia—: A veces ni yo mismo lo se. Y si me permites un consejo; no elijas a un león o Leona como pareja o terminarás como yo.
Un escalofrío atravesó la nuca del Gamma. Si Xu Kai solo supiera que estaba lidiando actualmente con uno se decepcionaría terriblemente, no, él se burlaría de él, siempre se caracterizó por ser alguien libre quién mayormente hacía lo que quería cuando se le apetecía, con una persona mandona y autoritaria como Yang Mi, él estaba perdido.
Xiao Zhan no era su pareja pero, todavía podía llegar a ser peor que la Beta.
—Lo tendré en cuenta —le sonrió y aceleró su paso, Yang Mi y el pequeño ya se miraban algo lejos.
La comida había sido servida hace una hora y posteriormente deborada por todos, sin embargo, Yang Mi no había insistido en el tema para su asombro, pero la conocía muy bien y sabía que no retrocedería. En un inicio se prometió mentirle inocentemente, pero luego se arrepintió, ella no se merecía tal traición de su parte.
Empezaba a ahogarse en un vaso con agua si no le explicaba su situación de inmediato, nadie a excepción de ella era en quién más podía confiar en este mundo; había perdido a su madre a los seis años, y desde entonces, nadie poseía el beneficio de su confianza hasta que la Beta apareció en su vida.
—¿Y bien? Estoy esperando.
Yibo suspiró con fuerza, reuniendo el valor que necesitaba para contárselo todo sin quedar él con la reputación empañada. Asintió, se lo diría hoy, justo ahora. Y sin la presencia de Xu Kai y el pequeño, a quienes después de terminar de comer Yang Mi les ordenó dar una vuelta por los alrededores y no molestar, todo sería mucho más fácil.
O eso creyó.
—Enserio que esto es muy difícil. A ver, ¿Por dónde debo empezar?
—¿Qué te parece si por el inicio, Wang Yibo?
—Es complicado —se rascó la nuca y desvío la mirada, apenado de contarle en lo que se había convertido gracias a su buen corazón.
—¿Qué tanto? Digo, para hacerme una idea —a juzgar por su tono, empezaba a fastidiarse.
Yibo se encogió de hombros, lo que menos quería era acabar peleando otra vez con ella.
—No me mires así, Mi-Jie, no estoy dándote largas, es solo que...
—Habla. Ahora —le ordenó, furiosa de sus constantes evasivas.
—El padre de Yi Xung apareció —lo dijo tan rápido que era casi imposible unir las piezas pero la Beta lo hizo y enarcó una ceja.
—¿Hablas del padre biológico?
—Por supuesto, Mi-Jie, ¿De quién más estaría hablando? —Yibo sostuvo sus rodillas con fuerza, estaba a nada de explotar y gritarle la verdad al mundo entero, pero él iba a ser el único perjudicado.
Yang Mi lo analizó por un largo rato en los que él se limitó a vaciar su botella de refresco, seguidamente, trás comprobar que no diría una palabra más, extrajo de su bolso una revista bien cuidada y la colocó sobre la mesa, justo frente suyo.
—De esto, por ejemplo.
—¿Qué cosa? —miró la revista sin entender en absoluto.
—Echa un vistazo a la sección de espectáculos, página número 114 y juzga por ti mismo —demandó herida mientras se ponía en pie y abandonaba el local de comida con la esperanza que Yibo fuese trás ella y le ofreciera una explicación razonable.
Cuando Yibo miró la nota su rostro palideció tanto que casi sufre un desmayo si no fue porque se agarró bien de la mesa.
No, esto en definitiva no estaba sucediendo. No a él.
Echo un vendaval de emociones se levantó de un salto y abandonó también el local, sin embargo, no para seguir a su mejor amiga y tranquilizarla si no para regresarse a la mansión Xiao y exigirle explicaciones a Xiao Zhan al teléfono.
En la mesa, la mesera que llegó a recoger los platos vacíos quedó intrigada con la escandalosa nota que allí se leía en letras moustruosamente grandes.
“Millonario Xiao es captado cariñosamente en brazos de su novia a las afueras de un hotel en Italia mientras su amante Gamma se hace cargo de su amada hija, ¿no es eso cruel?”.
—Vaya, esto si que es interesante —la joven Omega sonrió perversamente, cogió la revista y se la llevó consigo luego de haber limpiado bien la mesa.
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☪Yessie
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