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Capítulo III: La sangre llama.

El sonido estrepitoso del timbre a las siete en punto de la mañana le hizo detener el comienzo de lo que sería un rico desayuno, se llevó los dedos al puente de la nariz y masejeó la zona, malhumorado.

El día prometía ser lo suficiente caluroso y él tenía ciertos planes en mente; se había quedado sin trabajo —de nuevo —, así que ocuparía con gran motivación todo su tiempo libre en Yi Xung. Estaba pensando seriamente si llevarla de paseo con sus abuelos resultaría la mejor de las ideas; cinco largos y ajetreados meses transcurrieron desde la última vez que la cachorra vio a sus abuelos, él inclusive no podía evitar sentirse un hijo no filial por descuidarlos durante tanto tiempo.

Su lobo se sentía deprimido últimamente ante el distanciamiento innecesario con su familia, pero mas de una ocasión él trató de hacer un hueco en su apretada agenda laboral y fracasó. La casa en la que creció, y en la que su padre rehizo su vida tras el fallecimiento de su adorada esposa, su madre, quedaba muy retirado del glamur y bullicio de la gran Shanghái.

No obstante, ahora podían ser perfectamente libres de visitarlos y quedarse un par de días y hacerles compañía. Yi Xung recién iniciaba sus vacaciones de verano y por ningún modo deseaba hacerla sentir prisionera y lamentable; ella necesitaba diversión, tenía seis años, ¡por Dios!

Se sentía un mal tío por negarle algo tan esencial como la diversión y la libertad, disfrutar plenamente de su niñez justamente ahora que iba a necesitarlo cuando se enterara del regreso de su madre le ayudaría mucho, además, despejaría su mente de los pensamientos tristes.

El dinero si bien era escaso en sus humildes vidas, pero a partir de este momento las cosas debían ir cambiando si no quería hacer de su adorada sobrina una cachorra solitaria, desdichada y con problemas de socialización a futuro. Que no tuviese mas que un amigo —sorpresivamente un Omega de 21 años que resultaba ser uno de sus vecinos— se volvía la primera señal de alarma, ignorarla como se empecinó en hacerlo incorrectamente solo le traería severas consecuencia a Yi Xung a futuro.

La amaba lo suficiente para cambiar esa rutina solitaria y carente de risas infantiles.

¡Ding Dong! ¡Ding Dong! ¡Ding Dong!

La persona afuera se colgó del timbre con toda la intención de hacerlo salir.

—¡Ya va! —gritó desde la cocina, percibiendo su propio fastidio en el aire por saberse un desempleado más que tiene la responsabilidad de sacar adelante a su familia. Solo. El timbre sonó de nuevo— ¡Que ya va dije!

Bajó el fuego de la estufa, se limpió las manos con un paño y salió a ver la identidad del chistosito que vino a armar tremendo escándalo a su casa. Abrió la puerta con serias intenciones de mandarle a la mierda por venir a perturbar su paz, o bueno, la poca paz que aún posee, sin embargo.

Nada le preparó ni física ni mentalmente para encontrarse frente a frente con un imponente Alfa Dominante.

Tragó saliva y se cohibió por estar aún en piyama y con la cara completamente lavada.

Su mirada incrédula recayó sobre un par de zapatos lustruosos y, a simple vista, demasiado caros que ni trabajando como esclavo toda su vida podría comprarlos jamás. El sujeto tenía unas piernas exquisitamente largas y ligeramente musculosas; portaba un traje negro echo a la medida y un cabello cuidadosamente echado hacía atrás, de la mano de una sonrisa altanera que le hizo torcer la boca. Su belleza y elegancia se quedaban cortas comparadas con esos modelos semi desnudos que salían en las revistas y que Yang Mi tenía una enorme afición por mirar con las mejillas ruborizadas, a escondidas de Xu Kai, claro, su joven y perfecto esposo Alfa de veintiséis años.

—Tú... ¿Qué mierda estás haciendo en mi casa? —cuestionó entre dientes.

Automáticamente el pánico hizo mella en él y recordó el ultimátum que su mejor amiga le dio la noche anterior cuando fue a verla; desolado y avergonzado consigo mismo por ser un busca problemas, incapaz de cerrar la boca y cuidar su trabajo.

—Buenos días, joven Wang ¿No me invita a pasar? —Xiao Zhan se mantuvo educado en todo momento, lejos de su anterior comportamiento depredador.

No obstante, su imponente altura comparada con su metro ochenta y dos le hizo casi encogerse y albergar deseos cobardes de salir corriendo. El hombre debía pasar el metro noventa.

Eso seguro, pensó incapaz de verse bajando la cabeza sumisamente. Ni por él, ni por ningún otro Alfa o persona existente en el mundo.

—¡Por supuesto que no! ¿Cómo por qué debería hacerlo? Usted es un completo desconocido para mí, por otro lado, es el responsable directo de mi despido así que espero que perdone mi falta de modales —acusó con resentimiento, sosteniendo el borde de la puerta con fuerza y apenas siendo capaz de sacar la cabeza.

El Alfa se rió, y él se estremeció de algún modo, consciente que estaba frente a un Alfa, y no cualquier Alfa, si no uno dominante y con el poder justo para destruirlo si se le daba la gana.

—Está usted confundido, joven Wang —alegó negando con la cabeza, y sin borrar esa sonrisa odiosa de su maldito rostro hermoso—. No es mi culpa que haya perdido su empleo, es suya por no saber comportarse y anteponer las necesidades del cliente por encima de las propias.

La ira ardió en su pecho y se abrió paso por entre sus venas, burbujeando en su sistema nervioso e instándolo a echarlo de allí a punta de patadas.

Ese Alfa era uno mas de los cerdos con los que tuvo la desgracia de toparse. Su pensamiento letroga le repugnaba y le revolvía el estómago de una manera que nadie jamás lo había logrado. Ni siquiera la sarta de Alfas con la mente cerrada que tenían la idea incorrecta que los Omegas le debían respecto y obediencia mientras que los Gammas, Betas y Deltas debían aprender a bajar la cabeza y aceptar quienes mandaban.

—¡Es usted un...!

—¿Un qué, joven Wang? O debería llamar, Yibo —dijo con socarronería Xiao Zhan, echando por la borda su educación y reemplazándola por el Alfa descarado y mujeriego que se salía con la suya.

Siempre.

—¿¡Cómo se atreve!? No es nada mío para que tome atribuciones que no le corresponden, así que le pido, no, más bien, le exijo, deje de molestar y simplemente esfumese —escupió con ojos llameantes de cólera y asco.

—Me apena profundamente informarte que eso no se va a poder.

—¿Qué diablos..? —balbuceó, y sus pupilas se desorbitaron en el instante en que un cuerpo mucho mas grande y fuerte empujó la puerta con una educación que le dejó atónico— Oígame ¿¡Qué mierda le sucede!?

Retrocedió mas por obligación que por gusto propio, y cuando menos lo previó la puerta fue cerrada frente a sus narices. El Alfa colándose dentro de su pequeña casa e inspeccionando el humilde interior con una extraña mueca en los labios que, por supuesto, eludió a la impresión que debió darle verse dentro de lo que para él significaba  una pocilga.

Alguien de su posición social puede que nunca haya pisado un sitio ni remotamente conocido.

—Dime una cosa ¿Estás teniendo problemas económicos? —sus fríos y, a la vez, ardientes ojos, se posaron sobre los suyos.

Apretó los labios en una línea apretada y demandó con fiereza:

—¿Quién es usted para obligarme a darle explicaciones de mi vida privada? Por que le recuerdo una minúscula pero muy importante cosa; al irrumpir aquí, una casa a la que no se le dio invitación usted está cometiendo un grave delito ¿Cómo le dicen? —fingió pensar— ¡Ah, sí! Allanamiento a la morada. Y créame que si no se larga ahorita mismo soy muy capaz de llamar a la policía.

Yibo tomó el teléfono y no perdió un segundo para comenzar a teclear el número con toda la seguridad de cumplir con su amenaza si no se marchaba, aun si solo estaba actuando. Le habían cortado el teléfono hace una semana por falta de pago, pero eso su inesperada visita no lo sabía.

Su aroma se tornó aún más ácido y el dulce de este en una rara mezcla con el repugnante del vinagre le picó la nariz al Alfa y lo hizo actuar con rapidez.

La parte trasera de la cabeza del Gamma impactó en un ruido sordo contra la pared, nublando sus sentidos y aturdiendo sus emociones. Xiao Zhan le apretó ambas muñecas con rudeza y las levantó sobre su cabeza, acto seguido se presionó contra él y él, indefenso, se arqueó completamente a su disposición, conmocionado con lo que estaba sucediendo.

—¿No te enseñaron a cerrar esa dulce boquita, cariño?

—¡Tú..! —enmudecido, le miró con ojos entrecerrados y una expresión encolerizada plagada a su bonito rostro.

Era humillante la forma en la que ese maldito Alfa lo trataba, creyéndose con la libertad y el derecho de someterlo a su gusto. Tironeó de sus agarre pero ni toda su asombrosa fuerza impuso menor competencia contra la fuerza inmensa del contrario.

—¿Te han dicho alguna vez lo hermoso que eres? —Yibo se quedó hecho piedra a raíz de esa repentina pregunta— ¡Dios! No me mires así por favor, porque entonces echaré a la basura mi autocontrol.

Xiao Zhan acarició con su aliento caliente los labios gruesos y rosáceos del Gamma quien no pudo hacer mas que estremecerse ligeramente, temblando debido a su cercanía. Su mente se puso en blanco y su corazón dio un vuelco dentro de su pecho, estaba verdaderamente paralizado, shokeado del mismo aturdimiento.

Relamió sus labios y le miró bajo sus oscuras pestañas, hundiendo en lo profundo de su ser el nerviosismo que le atravesaba de pies a cabeza.

—Estás enfermo.

El Alfa curvó su boca y una sonrisa seductora se abrió paso, a su vez, un brillo casi depredador titiló de entre sus brillantes ojos obsidianas, atrayendo su absoluta atención de una rara forma.

—¿Te lo parece? —asintió, y cuando el Alfa acercó su nariz a su cuello Yibo contuvo el aliento y le encajó las uñas en las palmas—. Quieto.

—Deja de hacer eso —pidió con el rostro ardiendo.

Xiao Zhan levantó su mirada y le observó respirar aceleradamente.

—¿Qué, esto? —Haciendo oídos sordos sopló sobre la piel desnuda de su cuello. Y contrario a lo que Yibo haría en cualquier situación como esta, él se arqueó nuevamente contra él en un perfecto arco y gimió—. Al demonio todo.

Xiao Zhan estrelló su boca ardiente contra la temblorosa del Gamma. El mundo entero comenzó a girar para éste, sus ojos se encontraban abiertos de par en par y los músculos de su cuerpo entumecidos para reaccionar y apartarlo lejos de si. No obstante, cuando la lengua traviesa y húmeda del Alfa delineó el borde de su labio inferior y empujó hacia dentro aguardando por una invitación activó un botón dentro suyo que le hizo jadear y recibirlo con una necesidad abrumante. Sus muñecas fueron liberadas y, al instante, le pasó los brazos por el cuello y se aferró al Alfa como si la vida se le fuera entre los dedos.

Sus aromas se mezclaron y las feromonas de excitación cayeron sobre el ambiente, nublando el juicio de Yibo y del propio Xiao Zhan. Al separarse por la falta de oxígeno el Gamma le miró con los párpados entrecerrados, las pupilas dilatadas y cada célula de su organismo vibrando de deseo puro.

—No puedes... —alcanzó a articular Yibo, recobrando de a poco los hilos de su cordura, pero fue silenciado de inmediato por los labios delgados y exigentes del Alfa.

Gimió largo y tendido dentro de su boca y le enterró los dedos en la espesura y sedocidad de su cabello ébano. Sonidos ahogados morían y una ráfaga de electricidad les atravesaba la columna. Pero cuando Xiao Zhan envolvió con uno de sus brazos su estrecha cintura y molió sus partes íntimas, Yibo entró en una especie de burbuja y todo signo de racionalidad se esfumó cual humo.

Gruñeron y se aferraron al otro, recibiendo besos apasionados y humedos que les robaron el aliento.

—Tío Yibo. —Una pequeña y temerosa vocecita hizo que Yibo se bajara de la nube de atracción en la que estaba y empujara a su acompañante—. Tío Yibo ¿Dónde estás?

Aliviado, se dio cuenta que Yi Xung no se hayaba a la vista, por lo tanto, y a juzgar por el resonido de sus pasos no muy lejos debía estar buscándole en el baño. Un sentimiento de culpa pinchó su pecho y apretó su corazón en un puño. Ella tenía un serio miedo a la soledad, y cuando por algun motivo se desaparecía sin avisarle la cachorra entraba en una crisis y se ponía a llorar creyéndose que había sido abandonada de nuevo.

No cabía duda que el abandono de su madre fue la principal causa de ese terror.

—Vete —demandó Yibo, acomodándose la ropa y yendo a abrirle la puerta mientras se limpiaba la boca, decepcionado de si mismo.

—No estoy yendo a ninguna parte.

—¡He dicho que te vayas! —gritó ciego de la cólera, camuflando con ella lo indignado que se hayaba por haber sido domado en un parpadear.

Sus barreras se vinieron abajo... las mismas barreras que se empeñó en levantar a su alrededor cuando Vi Zhing le rompió el corazón y le dejó hecho un mar de culpa hace casi un año, sin embargo. Ese Alfa, Xiao Zhan, se apareció en la puerta de su casa y le desarmó en un segundo, su muro de autodefensa cayó y se desmoronó como si jamás hubiera existido.

Quería llorar, golpearlo y golpearse a él por haber cedido. Por no resistir y ser mas fuerte. Su lívido pudo mas y se odiaba.

Odiaba a su lobo por ponerlo en una situación tan penosa como está después de que su ex novio le mintiera y la relación llegase a su fin; siempre parecía estar queriendo acostarse con alguien con el fin de calmar un poco su soledad. También odiaba a Xiao Zhan por hacerlo sentir así de miserable, si tan solo nunca lo hubiera conocido, si tan solo no...

No valía la pena.

Las cosas habían pasado en ese orden y él no era nadie para borrar nada.

—Creo que eso no se va a poder —puntualizó Xiao Zhan volviendo a su actitud fría e impenetrable.

—¿Por qué?

—La razón por la que me vi obligado a venir aquí es para que le pongas un alto a Zhao Lusi. Es tu media hermana, ¿no?

Impresionado que mencionara a Lusi, increpó—: ¿Qué tiene ella que ver contigo?

El Alfa torció la boca y sus ojos se oscurecieron terrorificamente. Separó los labios, pero incluso antes de que le respondiese la cachorra hizo acto de presencia.

—Tío Yibo ¿Dónde estabas? —reclamó, limpiándose la cara, sus lágrimas salían a borbotones—. Te estuve buscando y yo... —se detuvo, cayendo en cuenta de la presencia de un extraño en su casa— ¿Quién es él?

Xiao Zhan se quedó echo piedra y su lobo comenzó a aullar dentro de su mente, instándolo a ir hasta ella, arrodillarse y abrazarla con fuerza. Su instinto de padre se activaba conforme la miraba y sus manos picaban por tomarla en brazos y sacarla de esa casa a punto de caer. A su lado, la cachorra tendría las mejores comodidades y nunca nada le faltaría.

—A-Xung ¿Qué te he dicho de bajarte de la cama sin pantuflas? Te puedes resfriar y luego soy yo quien debe lidiar con tu malhumor. —Yibo le reprendió—. Anda, regresa a la habitación y colócalas.

Yi Xung dudó.

—Pero tío, ¿el señor quién...?

—Ponte las pantuflas ahora, Zhao Yi Xung —empleó ese tono autoritario que hizo obedecer a la niña.

—Está bien, tío Yibo —giró sobre sus talones y desapareció.

El Gamma se volvió hacia Xiao Zhan que parecía haber perdido color tras la irrupción de Yi Xung, se alejó de la puerta y se acercó a él, preocupado.

—Oye, ¿estás bien?

El Alfa asintió.

—Sabes... —carraspeó y le miró—¿Sabes quién es ella?

Yibo no entendió a lo que se refería pero de igual modo le respondió.

—Es mi sobrina.

—¿Vive aquí, contigo?

—Lo hace.

—¿Desde cuando ella...?

Yibo le cortó mordaz, sus alarmas encendiéndose de repente.

—¿Porqué te importa? —espetó a la defensiva—. Acabas de conocerla y parece que quieres saber todo de ella.

Se cruzó de brazos y cerró la puerta, conciente de que no se iría fácilmente.

—Quiero saber todo sobre ella —aseguró para gran sorpresa suya.

—Acaso tú... ¿Eres un pedófilo?

El rostro de Xiao Zhan se deformó y gruñó—: ¡Por supuesto que no!

—Sabes, no te creo una palabra. Desde que Yi Xung se apareció no has dejado de preguntarme sobre ella.

A ciencia cierta, el Alfa no sabía si estar agradecido por que cuidase y protegiera a su hija o doblegarlo para que le contase todo lo relacionado a Yi Xung.

¡Oh, Yi Xung! Mi hija, comenzó a digerir la palabra.

—Tengo todo el maldito derecho de saber sobre su vida. Ella es mi...

—¡Lárgate de aquí! —apuntó la salida con un rostro rojo lleno de ira—. Tú no tienes ningún derecho a exigir nada relacionado a ella, ¡ni que fueras su padre! —se carcajeó.

Pero lo que el Alfa dijo a continuación cortó su risa de raíz y sus intentos de ser sarcástico.

—De hecho, vine aquí por ella. Un gusto, soy Xiao Zhan, el padre biológico de Zhao Yi Xung.

Xiao Zhan bromeaba, ¿verdad? Un momento, entonces... entonces, ¿por qué Yi Xung se parecía tanto a este hombre?

Imposible.

Yibo boqueó y se desmayó del tremendo golpe que fue para él esa noticia. Menos mal que el Alfa lo atrapó en sus brazos y lo miró con un deje de curiosidad.

—Lo siento mucho por ti, Yibo. Pero ella es mi hija, y como tal, su lugar es conmigo, su padre.

Un capítulo más, al fin empiezan a interactuar. ¿Qué piensan de la historia? ¿Les va gustando? Los leo.

Yessie

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