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Capítulo II: Verdades que calan.

—Estás bromeando conmigo, ¿cierto? —Yang Mi abrió sus grandes ojos negros con horror y lo que pareció atisbar como pena ajena. No comprendió en lo mínimo la razón de su actitud escandalizada, sobre todo, cuando él no había echo nada del otro mundo— ¿Cierto? —preguntó de nuevo ante su frío silencio.

Inhaló hondo y tomó entre sus largos dedos la taza de té de crisantemo que su mejor amiga le hubo servido ni bien le relató con lujo de detalle su pésima y horrible noche. Le echó una rápida mirada al té caliente e hizo una mueca de desagrado total. A juzgar por su expresión, quien necesitaba tranquilizarse no era él, si no, más bien, la Beta delante suyo que parecía estar al borde de un colapso nervioso.

Porque él se encontraba de lo mas tranquilo, aunque por dentro, una venenosa ira amenazaba con dominarlo en cualquier segundo y transformarlo en un loco.

La vida se hallaba lejos de ser perfecta o justa, y con la sociedad de mierda igualmente podrida que la totalidad de las personas, la clase social baja jamás tendría una sola oportunidad para salir del fango y la miseria en la que nadan día a día y hacerse notar de una vez por todas.

—¿Qué quieres que te diga entonces, Mi-Jie? Porque puedo perfectamente ser capaz de armarte una mentira muy creíble, sin embargo. No sería muy justo para ti que digamos —confió con inteligencia.

Yang Mi se puso en pie y comenzó a ir de aquí para allá, histérica. Tiró de su largo cabello azabache y, por un momento, él agradeció que su amiga fuera una Beta. Caso contrario, lo asfixiaria con sus feromonas.

—¡Sé! Pero... ¡Maldita sea, Wang Yibo! ¿Es qué acaso tengo que darle la razón al tonto de Zhang Vi Zhing sobre que eres un perfecto imán para los problemas? Porque con esa actitud salvajita y que no oye razones, aunado a esa expresión de «Soy inocente, no hice nada», me lo estás demostrando —señaló con el rostro contraído por la decepción.

—¡No me menciones a ese imbécil! Demasiado tengo ya con sus mentiras como para que de buenas a primeras me lo recuerdes en este preciso momento. —Yibo le pidió con una filosa determinación que la carga de conciencia en la Beta se hizo mas pesada y aplacó su crisis nerviosa.

—Lo siento, prometo no volver a hablar de él —prometió, vigorosamente apenada consigo misma por traer a colación al Delta del que Yibo se enamoró hasta los huesos, y el mismo que le traicionó sin pensar en las consecuencias de sus incontables mentiras.

Piadosas o no como se excusó implorando por una segunda oportunidad; de rodillas y llorando como un cachorro desamparado, buscando dar una imagen compasiva que hablandase el corazón de su ex y lo perdonara como si con hacerlo, el daño que infringió se evaporara como el humo.

Sin dar cabida a rastro.

Intentar verle la cara a un Gamma, mas precisamente, a uno independiente y maduro como Wang Yibo, fue lo más estúpido que pudo hacer en su insoluble vida.

—Que así sea —brindó Yibo con los dientes apretados con tanta fuerza que sintió un malestar en la mandíbula. Y apretando con más fuerza de la requerida la pequeña taza de porcelana entre sus dedos, tomó de golpe todo el contenido.

Yang Mi le compadeció, y se odió incluso más por ser el intermediario de esa frágil y co-dependiente relación basada en más secretos de los que el Gamma pudo tolerar y soportar. Quizás nunca debió presentarle al doble cara de Vi Zhing, que además de ser un compañero de trabajo con una reputación intachable, al mismo tiempo, era una de las pocas —muy pocas— personas merecedoras de su confianza.

Traicionó a Yibo, y al atreverse, la traicionó a ella inclusive.

Los lazos se cortaron, si, pero los recuerdos permanecieron igual de frescos como el aire puro que respiramos, siendo una huella imborrable de lo sucedido. Tal y como una herida que duele y palpita, pero todavía sangra; te da una lección que no olvidas, jamás. Desde entonces, el Gamma aprendió a ser mas cauteloso y menos confiado con quien se le acerca con fines amorosos de ahora en adelante.

—A-Yi ¿De verdad no tienes una idea de quien es el Alfa que golpeaste como si hubiera cometido un delito de lo mas atroz?  —inquirió suspirando hondo y tomando asiento a la par del contrario, más serena y menos horririzada que un inicio.

Yibo se volvió hacia ella con el ceño fruncido y los labios apretados en una tensa línea recta, indignado por sus palabras contundentes.

—¿Por qué he de conocerlo? No es más que otro hijo de puta del montón —escupió con los ojos saltones y echando chispas—. Además, afirmas que él no hizo nada malo como si no estuvieras prestándome la atención requerida, y lo que te dije durante los anteriores sesenta minutos te entraran por un oído y saliesen por el otro ¡Ese maldito se burló de mí y me hizo sentir demasiado incómodo para tolerarlo! ¿¡Es tan difícil de creer!?

Yibo comenzó a hiperventilar, todo signo de calma siendo drenada velozmente de su sistema y dejando en su lugar solo un torbellino de emociones que traían y suscitaban a su mente la odiosa y guapa cara de ese tipo repugnante.

—¿De qué modo? —quizo saber Yang Mi, ajena a las intensas feromonas agrias que el Gamma expulsaba sin poder contenerse ya más tiempo.

—¿Qué?

Yang Mi saboreó su taza de leche tibia y se limpió la comisura de los labios con la punta de su índice con una lentitud que ponía de los nervios a Yibo.

—Me estás diciendo que te incomodó ¿De qué modo lo hizo? —preguntó de nuevo y con los ojos puestos sobre el Gamma.

—¿¡Acaso te volviste sorda!? —Demasiado exaltado para responder con la cabeza fría, Yibo se puso en pie de un salto— ¡Eres mi mejor amiga y actúas como si no lo fueras! Te estoy diciendo que ese hijo de perra me hizo sentir como un insecto; me faltó el respeto al mirarme con su sucios ojos, como si de alguna forma fuese yo un tipo de trozo de carne jugosa que planeaba devorarse.

Se limpió las lágrimas traicioneras que se filtraron fuera de sus ojos en un instante de debilidad y exaltación emocional.

Apretó sus puños a los costados de su cuerpo y continuó, trémulo de impotencia e ira—: ¡Me causó náuseas pero también me aterrorizó! Y no conforme con eso se atrevió a poner su asquerosa boca sobre mi y todavía se dio el lujo de amenazarme el muy infeliz ¿¡Ahora comprendas el porqué me duele tanto que no me apoyes, Mi-Jie!?

Finalmente, y tras sacar todo lo que llevaba dentro, el Gamma se rompió en mil pedazos. Era tan hermoso que rayaba a lo etéreo, y lejos de ser una ventaja, su belleza significa una cruel desventaja en el amor. Desventaja porque los buitres no tardaban en asecharle con fines malévolos.

—Ve acá, cachorro —dijo Yang Mi con los ojos húmedos, abriendo sus brazos en grande, y en los que, por supuesto, Wang Yibo, ni lento ni perezoso, tardó en meterse echo bolita. Como un cachorro lamentable que necesitaba los brazos de su madre para seguir adelante—. Pérdoname, fui una inconsciente que señaló tu conducta sin conocer como realmente te sentías por dentro.

—No sabes lo asustado que estuve, Mi-Jie. Me obligué a hacer fuerte y a no desmoronarme pero, pero.... —el hilo de su voz se quebró. Los sollozos se hicieron mas intensos y casi incesantes para la Beta que le sostenía entre sus brazos como quién arrulla a su cría.

Yang Mi le llevaba ocho años, y Yibo siempre parecia recordarle a su pequeño cachorro, tal vez por eso su instinto maternal florecía y no podía evitar querer protegerle. Eran hermano y hermana mayor, pero también, eran madre e hijo de corazón.

Algo inexplicable pero real.

—Shh. Lo entiendo ahora, así que no tienes necesidad de explicarme nada. Ya tienes suficiente con tener que lidiar con un despido más sumándose al problema de tu padre y tu madrastra—consoló susurando las palabras correctas en su oído.

Yibo, a como pudo, se limpió los mocos y el desastre que hizo con su rostro, se alejó, hipando.

Yang Mi le permitió alejarse, claro, ella no podía retenerlo en contra de su voluntad, sobre todo, cuando Yibo era un adulto de veinticuatro años, muy capaz de arreglar su situación financiera por si solo.

—Ni que lo digas. Es tan injusto, maldigo la hora en que le confíe a mi hermana a nuestros padres —se reprochó—. Si tan solo no me hubiese desaparecido tanto tiempo, si tan solo no los hubiese cambiado por un Delta imbécil que al final me defraudó y me dejó en la calle.

Física y mentalmente exhausto para ponerse a llorar y pelear, Yibo solo se limitó a ahogarse en el pozo de la culpa. Culpa porque que de no ser por él y su amor ciego nada de lo que está pasando sucedería.

—A-Yi, no te martirices, el hubiera no existe y lo sabes. Tú no tienes la culpa de nada, no es tu responsabilidad cargar con las inéditas consecuencias. La responsable aquí es Zhao Lusi, esa niña tonta es una caprichosa y una insensible. Prefirió una vida llena de lujos y lejos de su familia sin importarle un poco lo que pudiese pasar con su madre enferma y con su pequeña hija.

—No le diga así. Lusi solo está algo confundida, verás que pronto recapacita y vuelve en si con nosotros —se inquietó, pero la seguridad con la que habló hizo carcajear a Yang Mi.

—¡Por el amor de Dios, Wang Yibo! Deja de excusarla, porque que no hay excusa que valga para lo que ella hizo. Primero, prácticamente te manipuló para que le dieras todo lo material que deseaba, cuando ella misma estaba muy grandecita para ponerse a trabajar y pagarse su costosa Universidad y sus caprichos por si sola. Segundo, nadie le apuntó con una pistola para que abriese las piernas y se dejara embarazar como si desconociese los métodos para que eso no pasara.

—Mi-Jie, por favor. No sigas —suplicó Yibo, avergonzado con el tema y la tierra que le echaba a su hermana, pero la Beta no iba a cerrar la boca.

Su mejor amigo necesitaba urgentemente abrir los ojos y reaccionar de una buena vez.

—Tercero, cuando Yi Xung vino al mundo eludió completamente su responsabilidad como madre, inventando patéticas mentiras como que necesitaba pensar un tiempo ¡A ella no la violaron y, sin embargo, actuó como si lo hicieran! —Yibo cerró los ojos, mortificado—. Cuarto, se desapareció durante los próximos seis años y te dejó a cargo de una niña recién nacida a la que no te dio mas posibilidades que cuidar y trabajar al mismo ritmo para darle el sustento.

—Basta. Es... es suficiente —dijo, cubriéndose los oídos para no escuchar.

Dolía oír la cruda verdad, pero Yang Mi le hacía un bien. El Gamma no tenía siquiera vida social por matarse trabajando y estar casi al borde del desgaste físico y el derrumbe emocional.

—Quinto, sumado a todo eso, te pasó la responsabilidad de cuidar a su madre cuando no te compete hacerlo.

—¡Lo es!—gritó con la voz rota y con los ojos aglomerados de lágrimas, el nudo que le apretaba la garganta le impedía hablar correctamente—. Lo es. Ella es la esposa de papá y es mi deber como su hijo cuidar de la mujer que eligió como su compañera de vida después que mamá falleciera y se quedara con un lazo roto y un cachorro de ocho años al cuidado.

—No, Yibo ¡No es responsabilidad tuya, es de esa Omega descorazonada! —reprochó roja de cólera, perdiendo la paciencia que recuperó y duró solo algunos minutos. Yibo se quedó callado, sin saber que argumentar a favor de su hermana—. Sexto, hipotecó la casa de sus padres a escondidas y se gastó todo el dinero en darse la vida que, según ella, merecía. ¡Jamás les mandó un mísero Yuan a sabiendas que lo necesitaban mas que nadie! Y siquiera tuvo la cara para notificarselos hasta que ya fue muy tarde y las deudas les apretaron el cuello. A ti, mas que ningún otro por ser el proveedor de la familia.

—Lusi no es mala. Tal vez es un poco inmadura pero nada más —continuó defendiendo a capa y espada.

—Séptimo y último, ahora reaparece muy campante y quitada de remordimiento y fingiendo que lo ha pensado y se “arrepiente” de sus actos ¿¡De verdad te tragas eso!? Porque yo no lo hago —aseveró firmemente.

—¡Ya basta, Yang Mi! ¡Cállate! —espetó estremeciéndose de furia —. No tienes ningún puto derecho a juzgarla cuando tú no eres precisamente una perita en dulce.

Eso. Eso fue un golpe muy bajo para la Beta, y que fue directo a su corazón que lloró.

Asintió.

—Haz lo que se te de la gana, Yibo. Solo ten en cuenta una sola cosa; Xiao Zhan es un Alfa muy poderoso y vengativo, él no amenaza por amenazar, así que... cuidado —advirtió al observar que el Gamma se marchaba sin escuchar razones—. Y en cuanto a esa Omega oportunista, no cedas.

Yibo se colocó aprisa sus zapatos y le miró por encima de su hombro izquierdo.

—Tu misma lo dijiste. Haré lo que se me dé la jodida gana —bramó saliendo fuera del estrecho y humilde departamento.

Yang Mi cerró los ojos con fuerza y gritó cuando la puerta se cerró.

—¡Vas a decepcionarte, Yibo!


—¡Tío Yibo! —La cachorra se lanzó a los brazos de su tío favorito —y el único—, atrapándolo en un apretado y afectuoso abrazo de oso—. Al fin llegaste, no sabes lo mucho que te extrañé.

El Gamma relajó los músculos endurecidos de su cara por la pelea que tuvo con su mejor amiga y se permitió empujar su disgusto en el fondo de su pecho y disfrutar el momento con su adorada sobrina.

—¿En serio? Pero A-Xung, recién me viste está mañana —dijo con una sonrisa divertida.

Yi Xung ladeó la cabeza y se sonrojó.

—Sé, pero... pero ¡Estaba muy aburrida! —soltó con un tierno puchero y las mejillas rojas como un tomatito maduro—. La señorita Meng se fue muy pronto porque su hermano tuvo un accidente y tuve que quedarme aquí sola y me aburrí mucho.

Yibo tragó saliva, ahogando las ganas de ir en búsqueda de su vecina, Meng Zi Yi; una Beta amable y humilde que le ayuda con el cuidado de su sobrina todos los días, teniendo que salir a trabajar desde las 7:00 am a 11:00 pm. Tiene tres trabajos, y aunque le ha pedido a Zi Yi que acepte algo de dinero por su ayuda y su tiempo invertido, ella se niega a aceptarlo, conociendo la complicada situación económica que atraviesa.

Reclamarle por dejar sola a Yi Xung sería como ser un malagradecido con su buena fé. Ella aligera una de sus tantas responsabilidades, y no puede ser tan ingrato.

—Lo siento, A-Xung. La señorita Meng tuvo un percance de vida o muerte, así que no te enojes con ella porque demasiado hace por nosotros, ¿de acuerdo? —le pidió.

Yi Xung sonrió y asintió efusivamente.

—No lo haré, lo prometo —levantó su palma en el aire.

Yibo besó su mejilla y dijo—: Así me gusta. Ahora, es momento de ir a la cama. Son pasadas las.. —le dio una rápida mirada el reloj circular casi cayéndose en una de las paredes y abrió los ojos, atónico— ¡Once y quince de la noche!

—Ah, ah, ah. —Se rió nerviosamente la cachorra jugueteando con sus dedos— ¿A dormir?

—Sí. A dormir.

—Pero... —justo en ese momento, su estómago rugió ferozmente.

El Gamma sudó frío y se reprendió por no preguntarle si tenía hambre.

—¿A qué hora se fue la señorita Meng? —trató de averiguar.

Yi Xung pareció pensarlo.

—Mmm. Creo que a las tres de la tarde, ¡no! A las cinco y veinte. Pero me dejó echo unos sándwiches y me regaló dos manzanas —explicó levantando dos de sus dedos.

—De acuerdo. Vamos, ayúdame a ver que hacemos de cenar —dijo depositándola en el suelo.

Se internaron en la pequeña cocina y prepararon los últimos tres sándwiches restantes. Le dio dos de ellos a su sobrina y él se quedó con uno solo, pero cuando ésta le ofreció la mitad de su segundo sándwich lo rechazó cordialmente, pero la cachorra no cedio y no le quedó mas remedio que tomarlo.

Sonriendo, se fueron a la cama a las 11:55 am. Prometiendo que de ahora en adelante no descuidaría a Yi Xung ni la dejaría sola, vería como se las apañaria pero, nunca mas la dejaría sola.

—Dulce sueños, A-Xung. Te quiero mucho, mucho, mucho —susurró en su oído, dándole un beso de buenas noches.

Soñolienta y cabeceando, la cachorra sonrió en grande y respondió—: Dulce sueños, tío Yibo. Te quiero mucho, mucho, mucho —canturreó en respuesta.

Abrazados, y sonriendo felices porque la vida les concedió conocerse y hacerlos tío y sobrina, cerraron los ojos y cayeron en los brazos de Morfeo, ajenos a lo que el destino les tenía deparado.


Yessie.

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