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▬ act three

Es como una ruina vieja
.


—Necesito que me ayudes a una cosa. —dije mordiéndome el labio inferior 

 —Lo que necesites. Sabes que te debo la vida. —comentó Edwin por el teléfono 

 —¿Podrías mirar el registro de personas? —coloqué un mechón detrás de mi oreja 

 —¿Nombres? —preguntó al instante—Gathy Weil. —moví la cuchara en mi café

—¿Tu madre de acogida? —se escuchaba sus dedos teclear

— ¿Qué quieres que mire? 

 —¿Tuvo hijos? 

 —Mm... aquí no pone nada, solo sales tú. —chasqueó la lenguaMe quedé callada pensando por un momento

—¿Cómo se apellidaba Kevin?— intenté esa opción 

 —Maxwell. ¿Por qué? —preguntó 

 —Prueba con Gathy Maxwell. —insistí - Que se parezca a Gathy, pero en joven, son exactas. 

 —Que se parezcan a ella no. —siguió buscando

Solté un "bfff" desesperado sin saber que más buscar 

 —Prueba con Kevin Maxwell. —era mi última petición— Y déjame saber los nombres de los padres 

 —Sus padres se llamaban Dalia y Lauren Maxwell, cambiaron sus nombres a Gathy y Noel Weil después de la muerte de Kevin. 

 —En serio. —puse recta mi espalda recta tras oírle

—¿Tus padres de acogida eran los padres de Kevin? —preguntó sorprendido 

 —Estoy igual que tú, Edwin. —no podía parar de parpadear— ¿Estás seguro? 

 —Segurísimo, el registro no miente. 

 —Gracias, Edwin.

—¿Qué tienes pensad...? —colgué el teléfono 

 Agarré ropa limpia y me preparé para empezar el día, preparé un té junto a unas tostadas de mantequilla y mermelada, buscando toda la información que podía buscar sobre mis padres de acogida. Encontré la página web de mi antiguo orfanato y cuando marqué el número pensé,»Ve allí y pregunta tú misma. «el miedo de volver allí era grande, pero las ganas que tenía de saber sobre ellos era más gigante todavía. Agarré mis cosas, me metí en el coche y con las manos temblando en el volante, me encaminé hacia el orfanato.


Una vez llegué a ese sitio que tantas emociones me había hecho sentir, todo mi cuerpo se revolvió al ver aquella fachada negra de estilo gótico, tenía un largo ancho lleno de ventanas pequeñas y una alta torre en mitad del edificio, no puedo decir que lo haya pasado mal allí dentro, tenía sus pros y sus contras... solo que no tener padres y estar encerrada allí a veces era una maldición, visualizar como gente se llevaba y devolvía a niños me partía el alma a tal punto de llegar a pensar que el problema éramos nosotros. ¿Por qué éramos así? Era mi pregunta diaria allí dentro.

La puerta negra, que todavía era una incógnita si este edificio anteriormente fue una iglesia o no, por esas ventanas poli cromadas llenas de preciosos y vivos colores que transmitían paz a la luz del sol y terror a la luz de la luna. Me quedé congelada con mis manos en la puerta, solo un pequeño empujón y ya estaría dentro, pero por alguna razón... mis piernas dejaron de funcionar.

Con sudores fríos acompañados de escalofríos di un paso atrás hasta que me alejé del lugar, me metí al coche de nuevo y maldice por mi cobardía. Agarré mi móvil y marqué el número del orfanato. 

 —Buenos días, ¿En qué le puedo ayudar? —dijo al primer tono una mujer

—Hola, sí... esto... estuve en el orfanato cuando era pequeña y me preguntaría si podían... —balbuceé y me callé como una tonta 

 —¿Si podíamos...?

 —Es tonto, pero me gustaría saber si me podían ayudar con los registros de mis padres de acogida. —cerré mis ojos con vergüenza— De mis últimos padres de acogida. 

 —Puedo decirte los nombres de esos padres, pero no creo que pued-

—¿Sabe si está aún trabando allí Carol? —la interrumpí— no quiero sonar borde, pero es importante. 

 —Carol ahora mismo no está disponible, pero dime tu nombre para apuntarlo y le enviaré el mensaje. ¿Sí? 

 —Está bien. —di un suspiro enorme— Soy Blair Weil.

Se empezaron a escuchar voces entre la llamada, sabía que si estaba Carol también estaban las demás. Eran un trío bastante común, Carol, Moira y Penélope. Las tres marujas como ellas se denominaban, pero siempre decían que eran curiosas, no marujas. Cuando yo estaba allí me enteraba de muchas cosas que habían pasado entre niños y niñas, discusiones, peleas, amoríos, amistades, traiciones... a la noche siempre les contaba después de que nos acostaran y apagaran las luces. Fueron las únicas "amigas" que logré tener desde que Gael se marchó del orfanato.Después de las voces, caídas de teléfono y a la pobre chica exclamando un "que hacéis" escuché la voz que tanto querer me dejó. 

 —¿Blair!? —chilló en mi oído— ¿Blair Weil!?

—Así es.—No me lo creo —oí un grito en estéreo que se juntó al mismo tiempo con el de las otras dos curiosas 

 —¿Qué tal estás? —preguntó Moira, el teléfono seguía sonando mal y haciendo ruidos junto a un "Ay!" — ¿Cómo lo llevas, hija mía!? —ahora hablaba PenélopeYo solté una carcajada de felicidad y unas ganas gigantes de entrar por la puerta, mi pasado estaba ahí, pero mi cabeza decía que no cruzará la puerta. 

 —Todo bien, todo bien. —asentí como si me vieran— Necesitamos días para poneros al día con mi vida. 

 —Uy, y las semanas que hagan falta! —exclamó Carol— ¿En qué te puedo ayudar, Linda?

—Me preguntaba sí, quizás podrías decirme un tipo de información sobre mis padres de acogida.

—¿Qué quieres saber? —soltó después de un largo suspiro 

 —¿Podrías decirme si buscaban un tipo de referencia antes de acogerme a mí? —Después de un silencio largo que podía jurar que se estaban mirando entre ellas — No es ningún trauma que tenga, es importante. 

 —¿Es por Iris? —preguntó CarolIris era el código de palabra para referirnos a mi "don" Solo Carol lo sabía en ese entonces.

—Y tanto. 

 —La primera vez vinieron con referencias de acoger a un chico, estaba Golde, pero enfermó en ese entonces y tuvo que estar hospitalizado durante mucho tiempo por falta de vitaminas. Le dio fuerte al pobre. —mi piel se heló desde que mencionó que buscaba un niño 

 —¿Y sabías por qué buscaban a un niño? 

 —Claro. —la respuesta fue rápida— Y tú también sabes por qué, Blair. 

 No respondí, todo encajaba a la perfección.







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