𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 8
;Arim
Jungkook se emparejó conmigo para empezar a caminar, ya casi oscurecía, las luces de la ciudad eran tenues y se podían ver a pocas personas caminando por las aceras, andando en bicicleta o paseando a sus perros.
Ninguno de los dos parecíamos dispuestos a iniciar una conversación, cada uno estaba en su propio mundo. A decir verdad el silencio no era incómodo, al contrario, era relajante. Por alguna razón, recordé que él también estaba pasando por algo feo, que él también estaba sufriendo, pero que estaba dispuesto a cuidar de mí.
Talvez Soojin nunca mereció a alguien como Jungkook, talvez ella jamás cuidó de él a como debería, porque aunque parecía imposible, él era uno de esos seres humanos honestos y leales, podías ver eso en sus ojos, se veían puros, justo como los de un niño.
— ¿Por qué nunca fuiste adoptada, Arim? — el silencio fue cortado por parte de él, cuando ya estábamos unos metros lejos del salón.
— Supongo que nadie quería a una niña como yo — me encogi de hombros, dándole mi respuesta.
— No digas eso, todo niño es bien recibido en un hogar que anhela tenerlo.
— En realidad, fueron tres ocaciones en las que estuve a punto de marcharme — doblamos en una esquina y pasamos por una floristería, sin querer estornude — lo siento, soy alérgica — Jungkook asintió, restándole importancia —... a como te decía, casi fui adoptada, pero siempre que llegaban por mi, me cambiaban por alguna otra niña que veían más bonita.
— No creo que otra niña haya sido más bonita que tu — lo observé por un instante, sintiendo el calor apoderarse de mi rostro, porque de alguna manera el me había dicho bonita.
— Talvez, pero conforme el tiempo pasa, ya nadie quiere a una niña grande – en realidad eso era lo que pasaba, las parejas anhelaban a un bebé, no a una niña de cuatro años.
— ¿Y Yoongi?
— Su historia fue diferente, llegó al orfanato con tres años, ya había tenido una familia, pero lo regresaron porque era llorón — me reí, porque aunque pareciera extraño aún tenía esos recuerdos de Yoongi — dos años más tarde lo adaptaron, fue un día gris para mi, el era mi acompañante y mi amigo, pensé que me olvidaría pero de alguna manera nos encontramos en la primaria y desde entonces hemos sido inseparables.
— Ustedes tienen una relación envidiable.
— Sí, él de alguna manera es mi Salvador, él es mi amigo, también puede ser mi amiga — me reí de nuevo — lo he obligado a tener pijamas conmigo, lo he maquillado. Puede parecer todo un malote, pero conmigo siempre es lindo.
— Me alegra que hayas tenido en quien apoyarte... — se acercó a mi para poner su brazo sobre mi hombro — pero ahora puedo prometerte, que incluso si el tiempo pasa, aún estaré contigo.
Por primera vez en todo este tiempo, confié en la promesa de alguien que no fuese Yoongi, porque Jungkook era honesto, porque sus palabras talvez eran justo lo que necesitaba.
Después de eso caminamos en silencio, su brazo aún estaba en mi hombro, y aunque no era incómodo, me ponía de alguna manera nerviosa.
Luego de caminar por unos minutos llegamos a mi hogar, no fui capaz de apartar su brazo así que esperé a que él lo hiciera.
— ¿Que harás mañana por la noche, Arim? — me pregunto al tiempo que se alejaba de mi.
— Supongo que nada...
— Hay una feria por aquí cerca — paso con lentitud su mano por su cuello — ¿quieres ir? Puedo decirle a Yoongi.
Sonreí.
— Nos vemos mañana, Jeon — me alejé de él con una sonrisa en mi rostro, anhelando el día de mañana.
Entre al orfanato y me dirigí directo donde la abuela, porque ella quería hablar conmigo.
Camine por el pasillo hasta su habitación y toqué su puerta.
— Si eres Arim, puedes entrar, si eres alguien más es mejor que te largues — me reí, porque ella siempre era así.
— Es Arim — le dije cuando abrí la puerta.
La encontré aún sentada en la misma silla de esta mañana, pero esta vez ya no estaba tejiendo el gorro de nieve, estaba haciendo unos bordados.
— Menos mal que eres tu — me acerqué a ella y tome un banco para sentarme a su lado.
— ¿Fue un mal día?
— Todos los días tienen algo de malo, incluso si son buenos — suspiro lentamente — Arim, tenemos que hablar...
— Yo se, abu, por eso he venido — tomé sus manos entre las mías, su piel ya no tenía brillo, sus manos estaban arrugadas y las venas ya eran más notorias.
— ¿Sabes que no puedo estar contigo toda la vida, cierto? — asentí con dolor, porque lastimosamente, las personas a quienes se ama, nunca eran eternas — tengo cáncer, Arim.
— Lo sé — podía sentir como las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos, pero no podía llorar frente a ella.
— Se que pronto moriré...
— No, puedes tener más tiempo de vida si haces el tratamiento — ella negó.
— ¿Para qué? De igual forma moriré.
— No quiero que me dejes — no pude evitar soltar las primeras lágrimas.
— Yo tampoco quiero dejarte — puso una de sus viejas manos sobre mi rostro — desde pequeña te he cuidado, cuando llegaste aquí eras tan pequeñita, enfermabas con facilidad, eras frágil como el pétalo de una rosa, pero entre todos los de este lugar, eras la más valiente. Cada vez que había posibilidad de encontrarte una familia no podía evitar entristecerme. Fuiste un regalo, Arim — sus ojos se cristalizaron y pequeñas gotas de agua bajaron por su mejilla — pero mi tiempo aquí se ha acabado.
— No me digas eso, has el tratamiento, porfavor — le pedí llorando, con el corazón latiendo muy rápido.
— Eso sería tener una muerte lenta, quedarme sin cabello y tener más dolores. Quiero morir de una manera digna, pero no quiero hacerlo sin decirte algo que he guardado por todo este tiempo — de su regazo, saco unos papeles — esto que esta aquí, es el registro de tu nacimiento, nunca se te dio un apellido oficial, pero puedo decir con orgullo y felicidad que eres kwon Arim, mi hija por elección.
— ¿Me has adoptado? — le pregunte entre lágrimas y ella asintió.
— Quiero que después de mi partida tu estés protegida, quiero que no te falte nada, Arim. Esos papeles te reconocen como mi única hija, por ende, todo lo que alguna vez tuve, ahora es tuyo.
Lloré, a mares, como nunca lo había hecho, porque ahora que al fin tenía una mamá, pronto se iría, porque su vida estaba pendiendo de un hilo.
— Quiero que después de que yo muera, tu tengas seguridad, porque el mundo es peligroso, y tu eres muy frágil — enterre mi cabeza en su regazo, porque mi corazón dolía — no llores, Arim, siempre estaré contigo mientras me mantengas viva en tu corazón.
— No puedo dejarte — le dije aún llorando.
— Estarás bien, Yoongi te cuidará, encontrarás el amor y serás amada, tendrás una familia, y cuando eso pase, ya no recordarás este feo lugar.
— Nunca fue feo contigo aquí.
— Arim, hay algo más — levanté mi cabeza, curiosa por sus siguientes palabras — te he dejado información de tu mamá, la he estado recaudando por todos estos años, búscala, se que querrá verte, también, dile a Yoongi que su mamá vive en Daegu.
— Tu eres mi mamá, antes de ti nunca tuve una — porque aunque me moría de curiosidad por saber de mi progenitora, ya no valía la pena, no si el ser humano que me había cuidado desde siempre estaba a punto de morir.
— Buscala, Arim, prometelo...
— Abu...
— Arim...
— Esta bien, voy a buscarla, pero eso no significa que correre hacia sus brazos — ella sonrió.
— Se que no lo harás. Ahora deja de llorar, tengo un regalo para ti — de un lado de su silla recogió una pequeña bolsa y me la tendió — es un gorro de invierno, te será de ayuda.
Lo tomé en mis manos y lo saque de la bolsa, era el que estaba tejiendo esta mañana, de color amarillo con un pompón en la punta, era adorable y acogedor.
— Gracias, me gusta — le di un abrazo y me quedé así por un tiempo.
— Arim, una cosa más, no le digas a nadie que he dejado mis bienes para ti.
— Lo prometo, abu.
La abracé aún más fuerte hasta que ella me pidió que la soltara, porque la estaba asfixiando y necesitaba espacio. Hablamos un poco de los posibles lugares donde podría ir a vivir una vez cumplidos mis dieciocho años, todos se redujeron a uno solo. La casa de Yoongi.
☁️
A la mañana siguiente me desperté sin ánimos de ir a trabajar, porque aunque hoy era medio día de trabajo la pereza de levantarme por las mañanas era la misma, yo personalmente encontraba el levantarse muy temprano una tarea infernal, porque tu cuerpo pedía tu cama. Pero el cuerpo era tan traicionero, que antes, cuando no trabajaba, siempre estaba despierta antes de las seis de la mañana.
Me moví hasta el baño, cogiendo mi teléfono en el camino.
Yoongo: Jeon me dijo de la salida de mañana.
¿No seré la tercera rueda?
Yoongo: Jungkook parece buen chico, si te enamoras de él, no me importaría.
Tienes mi permiso para salir con él.
Yoongo: Parece que estás dormida, nos vemos mañana. Sueña con Jungkook.
Asegúrate de que no sean sueños sucios.
Me reí, porque la imaginación de Yoongi podía llegar a ser más grande que su cuerpo.
Revise el otro chat que tenía, era de Jungkook.
Jeon: Le he dicho a Yoongi...
Me envió este emoji "😏"
Jeon: También me me dijo que tenía su bendición 🤔
Jeon: Nos vemos mañana Arim.
Descansa, pequeño pollito 😘
Una vez más, Jungkook enviaba el emoji del beso, tampoco entendí su sobrenombre, ¿era yo un pollo? Talvez era por mi baja estatura y mi peso, no era grosero, al contrario eso se me hacía muy tierno.
Una vez más tenía poco tiempo para alistarme, así que me apresure para no ser regañada por Sun. Corrí hasta llegar al trabajo y por suerte llegué a tiempo.
Ni siquiera había pasado una hora de estar en el trabajo, cuando los problemas empezaron a avecinarse.
— Pero miren a quien tenemos aquí — la irritante voz de Minyoung resonó por el salón — la huérfana.
— Buenos días, bienvenida a Sun' Salón.
— No intentes actuar así, sigues siendo una huérfana. Pero por este momento, soportare tu rostro y dejaré que toques mi cabello.
Paso por mi lado y se sentó en una de las sillas, sin querer recibi una mirada de advertencia por parte de Sun, porque seguramente desconfiaba de mi, y me advertía que era mejor no estropear las cosas.
— Huérfana, ¿sí puedo llamarte así? Digo, eso eres, talvez ni siquiera tú nombre te pertenece.
— Es mejor que cierres la boca MinYoung.
— ¿Solo porque tu lo dices? Ja, yo estoy en la cabeza de la pirámide, no eres nadie — tenia unas terribles ganas de tomarla del cabello y arrastrarla, pero Sun me miraba amenazante.
— ¿Qué puedo hacer por ti hoy?
— Pues dudo que puedas hacer algo bien, pero si algo sale mal lo pagarás caro — se soltó el cabello y puso su vista en el espejo — quiero ser rubia.
Rode los ojos, porque ella no podía ser más predecible. Esperaba que en todo este tiempo ella no intentase provocarme, porque su cabello lo lamentaria.
Preparé todos mis instrumentos, para volver a la chica "rubia". Cuando me acerqué a ella me obligó a que me pusiera guantes para no tocar con mis "asquerosas manos" su cabello, cansada de escuchar toda su mierda, me dispuse a ser una perra con ella. No quería, pero dado que ella ya me tenía aburrida, tomé mi decisión.
Me iba a costar el empleo, pero después de la charla de anoche, no tenía por lo que preocuparme más, mi mamá, que bien se sentía, tenía mucho dinero, y ahora que yo era su oficial heredera, podía perder este trabajo, luego talvez, podía conseguir otro.
Sin que MinYoung lo notara, puse decolorante de más, eso lo que iba a provocar era que su cabello se quemara y se cayera a pedazos.
Además de eso, dejé su cabello en reposo por más tiempo de lo recomendado y cuando le retiré el papel en que tenía envuelto su cabello, me reí.
Su cara era de espanto, porque su cabello, estaba azul, de tanto decolorante, y cuando lo tocó, pudo sentir como se desintegraba.
— Cuando eres mala con los demas, no puedes esperar que te traten de manera agradable — le dije muy cerca de su oído.
— ¡¿QUE HICISTE MALDITA LOCA?! — me gritó, haciendo que todos los que estaban en el salón se asustaran.
— Darte una cucharada de tu propio jarabe. Pudiste ser amable conmigo, pero tú estupida arrogancia te impidió tratarme como a un ser humano, sin importarte que tu dependias de mi.
— ¡ERES UNA MALDITA, ME HAS DEJADO CALVA! — me encogi de hombros y pude ver a Sun venir hacia mi con furia en su rostro.
— ¡ARIM! ¿QUE TE PASA? — se acercó rápidamente a mi víctima y me miró con furia — ¡ESTAS DESPEDIDA! — me reí, porque en realidad me importaba poco, no iba a dejar que me trataran mal solo por mi condición.
— Ni siquiera pagas tan bien Sun — me di la vuelta para coger mi bolso y largarme, por que no iba a permitir que nadie me tratara de una manera grosera.
Porque yo no era un virus maligno ni un monstruo depredador, desafortunadamente no tuve una familia pero merecía el mismo cariño y aprecio que todos los seres humanos.
Salí del salón con mi cabeza muy en alto. Cogi mi celular para enviarle un mensaje a Yoongi.
;Me despidieron.
Yoongo: ¿por...?
;Le destroce el cabello a MinYoung.
Yoongo: Me enorgullece saberlo.
Se perdió más en la guerra.
;Buscare un nuevo empleo.
Yoongo: No.
Nos vemos esta noche.
Ah, te quiero, Arim.
Leí su último mensaje unas tres veces y guarde mi celular, porque en realidad sentía tranquilidad en mi corazón, no me preocupaba nada a mi alrededor si Yoongi aún me apoyaba y animaba.
Camine de regreso a casa, arrastrando mis pies con pereza, y jugando conmigo misma, retanadome a no pisar las rayas de la acera.
☁️
Eran las seis de la tarde y estaba esperando a que Jungkook pasara por mi, me había enviado un mensaje diciendo que ya estaba en camino y que no le tomaría mucho tiempo llegar conmigo, así que lo esperaba pacientemente.
Cuando vine a casa del trabajo, le expliqué a mamá lo que había pasado, me dio un regaño por actuar de esa manera, pero me dijo que estaba bien que defendiera mi integridad. Así que si ella decía eso, por mi estaba bien.
Mientras balanceaba mis pies, Jungkook aparecía con una sonrisa, mostrándome sus dientes de castor. Vestía una camiseta blanca y un Jean negro, rasgado por todas partes, unos Converse negros y una chamarra de mezclilla negra, se veía genial.
De hecho parecía deslumbrante, era como un farol inmenso que llamaba la atención, yo por otro lado era un candil en apariencia a la par de él. Simplemente vestía unos shorts negros y una camisa color azul que me llegaba al ombligo, además de mis botas favoritas, el cabello lo llevaba en un moño, y sin una gota de maquillaje, pero no podían exigirme mucho.
— Hola, pollo — ese fue el saludo que recibí.
— ¿Por qué pollo?
— Por la forma de tus labios, son abultados y parece que siempre estás estirandolos, pero no es así.
Me sonroje.
— Eres muy raro... — me moví del lugar donde estaba para llegar junto a él y su auto — tu auto es genial.
— Obvio, yo lo conduzco.
Ja, que presumido. Rode los ojos y me subí al lado del copiloto. El llegó de su lado e inició la marcha.
— Ya que tu diste una opinión sobre mis labios, yo tengo una para ti...
— Adelante...
— ¿Ya te han dicho que tienes dientes de castor? — el solto un carcajada.
— ¿Enserio? Ya me han dicho de conejo, de ratón, pero de ¿castor?
— Sí, son grandes y hacia afuera...
— ¿Son feos? — me preguntó apartando su vista de la carretera, negué, porque en realidad eran lindos — que bien, cuando estaba pequeño me decían Gus.
— ¿Como el ratón de la Cenicienta?
— Sí — ahora fue mi turno de reír — además, según mamá, era gordito y siempre mostraba mis dientes cuando no me querían dar algo.
— Qué manipulador — me reí y él hizo lo mismo.
Nadie dijo nada por unos momentos hasta que llegamos a la casa de Yoongi quien nos esperaba con una sonrisa.
— Llegaron los novios — dijo con chulería, a lo que Jungkook sonrió, yo por otro lado me removi incomoda.
— Vamos, baboso, llegamos tarde — le dije, para que no mencionara más el tema.
Llegamos a la feria unos minutos más tarde, pudimos ver como estaba todo lleno de gente, habían muchas luces de colores y muchas atracciones, unas un tanto peligrosas y otras más llevaderas.
Yo sabía que Yoongi era miedoso, y que probablemente no subiría a la rueda, ni al martillo, porque era una gallina. Por otro lado Jungkook se miraba emocionado, parecía un niño, un cerdito en un charco de lodo.
— Yo no se ustedes, pero esto es lo mío — Jungkook nos dijo al tiempo que nos regalaba una sonrisa inmensa, y nos animaba a seguir caminando.
Yoongi y yo le seguimos emocionados, más yo que Yoongi, porque desde ya podía ver el miedo pintado en su rostro.
Al primer juego que subimos, fue a la montaña, Yoongi casi muere ahí, gritaba como una niña mientras Jeon y yo nos moriamos de la risa.
— ¡Voy a vomitar! — Yoongi se quejó, dirigiéndose a un bote de basura que estaba en una esquina.
— Ya, no seas quejica — le dije sobando su espalda para que pudiese devolver con tranquilidad.
Espere a escuchar el asqueroso sonido, pero nada pasó.
— Creo que estoy bien — dijo levantando su cabeza del bote de basura.
— Bien, ahora sigue, la casa de los sustos — Jungkook nos mostró los tickets, yo casi lloré, y Yoongi me sonrió con malicia.
Siempre había sido buena para las alturas, pero la casa de los sustos era un calvario para mi, el año pasado que vine, vergonzosamente moje mis pantalones por el miedo que sentía. Este año me pasaría lo mismo, pero ahora sería peor, Jungkook estaba aquí.
En silencio camine detrás de Jungkook, con Yoongi picoteando mi espalda con sus dedos, molestandome porque él sabía que yo tenía mucho miedo de la oscuridad.
— Quien ríe de último, ríe mejor, Arim — se burló de mi y entro primero a la casa.
— ¿Tienes miedo? — me pregunto Jungkook preocupado.
— No, vamos — le mentí porque me daba vergüenza decir que sí. El no pareció creerme pero me tomó la mano y me guió con él.
Entramos, todo estaba oscuro y tenebroso, había caras horribles por todos lados, esqueletos y rostros desfigurados era lo que se podía ver con las tenues luces de las llamas que parecía simular el infierno, yo aún tomaba la mano de Jungkook, esperando a que no me soltara.
Caminamos por un momento más hasta que sin querer, algo me tocó y grité, terriblemente, y me pegué al cuerpo de Jungkook, quedando muy cerca de su rostro, podría ver con claridad todos sus rasgos, porque las luces que salían de algunas antorchas me daban la claridad suficiente para observarlo.
Él también me observaba, con cuidado, sus ojos viajaban desde los míos hasta mis labios, lo hizo por incontables veces, hasta que yo copie su acto, nuestros ojos hicieron contacto y sentí desfallecer, porque me miraba de una manera diferente, me miraba con un brillo espectacular.
Algo pareció hacer "click" en su cabeza y se alejó rápidamente de mi.
— Es mejo que sigamos — me dijo con nerviosismo, a lo que yo asentí y tome su mano de nuevo.
Me moví con el por todo el lugar, esperando encontrar las salida. Sin querer, podía escuchar lo rápido que latía mi corazón, porque la cercanía que Jungkook y yo habíamos tenido, jamás había existido con alguna otra persona.
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