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𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚-𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏

La sala común de Gryffindor era el lugar perfecto para bromas y charlas. Con sus mullidos sillones, el crepitar del fuego y el murmullo de los estudiantes que hacían tareas (o al menos lo intentaban), nadie prestaba atención a un grupo que hablaba en susurros en una esquina. 

Marlene estaba de pie sobre una mesa como una líder revolucionaria, con el rostro iluminado por pura emoción. Frente a ella estaban Meissa, Apolo y Lily, cada uno con expresiones que variaban entre la curiosidad, la resignación y el pánico con las ideas de Marlene.

—Escuchen bien, porque esto es importante —comenzó Marlene, agitando un pergamino como si fuera un manifiesto. 

—¿Vas a decirnos qué es eso, o vamos a estar aquí hasta que Filch se jubile? —bufó Meissa, recostándose en un sillón con los brazos cruzados y con una sonrisa burlona que recordaba mucho a la de su hermano, Sirius.

—Es el arma definitiva contra Sirius y sus Merodeadores —dijo Marlene, inflando el pecho como un pavo real.  —Esto es arte. —ampliando el pergamino para que todos pudieran verlo.

—¿Arte? —Apolo alzó una ceja—. ¿Ese trozo de papel viejo? ¿Y a que te refieres con arma definitiva? ¿Vas a tirarles un sapo gigante a la cara o qué? 

—No, Apolo. —Marlene desenrolló el pergamino con un golpe dramático—. Es una poción de amor. —Es historia—dijo Marlene, con los ojos brillando como los de alguien que estaba a punto de cambiar el mundo—. Lo que tengo aquí es la clave para superar, de una vez por todas, a Sirius y a sus Merodeadores.

Se hizo el silencio. 

—Estoy escuchando —dijo Meissa, ahora inclinándose hacia adelante con evidente interés.

—¿Superar a Sirius? ¿Cómo?—Lily cerró su libro de golpe.

—Con esto. —Marlene puso el pergamino sobre la mesa y señaló unas líneas en tinta descolorida—. Una poción de amor muy especial.

—¿Poción de amor? —repitió Lily, con una ceja levantada. 

—¡Exacto! Pero no es cualquier poción de amor. Esta hace que las personas se enamoren de manera temporal, y al azar. ¿Lo entienden? Nadie sabe a quién va a amar. 

Meissa soltó una carcajada.

—¿Y cuál es el plan? ¿Hacer que James se enamore de la lechuza de la escuela? Porque eso sí que sería divertido. 

—Nada tan específico —dijo Marlene, agitando la mano—. Vamos a usarla en el desayuno. Los elfos la mezclarán en las bebidas, y boom, la mañana más memorable en la historia de Hogwarts. 

Lily frunció el ceño.

—¿Qué tan poderosa es?

—Nada peligrosa —aseguró Marlene, con un tono que sonaba demasiado casual—. Solo hará que la gente se siente un poquito más… romántico por un rato.

—Define 'un poquito'.

Marlene agitó la mano como si no fuera importante.

—Ya sabes, risitas tontas, miradas tiernas… Nada serio.

Apolo abrió la boca para protestar, pero Marlene levantó una mano. 

—Antes de que digas algo, , he considerado los riesgos, y no, no me importa. 

Lily frunció el ceño y abrió la boca para protestar, pero Marlene levantó una mano.

—Antes de que digan que es una locura, piensen en esto: ¿no sería increíblemente divertido ver a los profesores y estudiantes actuando como idiotas enamorados?

—Marlene… —comenzó Lily, claramente debatiéndose entre la diversión y el sentido común.

—¡Oh, vamos, Lils! —interrumpió Marlene—. No me digas que nunca te has imaginado al profesor Flitwick enamorado de McGonagall.

—No estoy diciendo que sea mala idea —respondió Lily, riendo a medias—. Pero esto podría salir mal. Muy mal.

Marlene le dio un codazo juguetón.

—Solo confía en mí. ¡Será divertido!

—Esto es una locura —dijo Meissa, aunque había un brillo de diversión en sus ojos.

—Esto es brillante —replicó Marlene, cruzando los brazos.

—¿Todo esto porque Sirius te dijo que no podías superarlo?—Meissa volvió a preguntar.

—Exacto —respondió Marlene, orgullosa

—Marlene, esto podría salir mal. ¿Y si alguien se enamora de Filch?—dijo Lily.

—Eso sería fabuloso

—¿Y si alguien se enamora de un espejo? —preguntó Apolo, intentando buscar una salida lógica. 

—Entonces el espejo se sentirá halagado. 

—Marlene, esto es una locura —insistió Lily, aunque sus labios temblaban con una sonrisa reprimida. 

—Exacto. Pero también es brillante. —Marlene se bajó de la mesa y les miró con ojos suplicantes.

Apolo bufó, arqueando una ceja.

—Eso dices cada vez que tienes una idea loca.

—Y siempre acabo teniendo razón —replicó Marlene sin perder su sonrisa —Vamos, chicos. ¿No quieren demostrarle a Sirius que podemos ser igual de geniales que ellos? 

Meissa bufó.

—Primero, no soy parte de ningún equipo contra Sirius. Segundo… bueno, sí suena divertido. 

—Sabía que podía contar contigo —dijo Marlene.

Apolo suspiró, levantando las manos.

—¿Qué más da? Si voy a morir por una broma, que sea esta. 

—¡Así se habla! —exclamó Marlene, dándole una palmada en el hombro.

Lily se llevó una mano al rostro, claramente resignada.

—Sabía que dirías eso.

—Estoy dentro, pero solo porque quiero ver cómo intentas superar a Sirius. —dijo Meissa.

—¡Eso es espíritu de equipo! —Marlene dio un salto, ya caminando hacia la puerta—. Vamos, tenemos una poción que preparar.

Lily se cubrió la cara con las manos, pero finalmente asintió.

—Esto va a terminar mal. 

—O va a terminar siendo legendario—corrigió Marlene, sonriendo de oreja a oreja. 






[ • • • ] 











En un aula vacía, el grupo se reunió alrededor de un caldero humeante. La habitación estaba llena del dulce aroma de los ingredientes, y los vapores rosados ​​iluminaban sus rostros.

—Primero, necesitamos pétalos de rosa encantados —dijo Marlene, desenrollando el pergamino. 

—¿Encantados cómo? —preguntó Apolo, mirando un frasco lleno de pétalos. 

—Encantados con el poder del amor, obviamente. Y para eso, alguien tiene que cantar una canción romántica mientras los añadimos. 

Hubo un silencio incómodo. 

—Apolo, eso significa que tú cantarás —dijo Meissa, sonriendo. 

—¿Yo? ¿Por qué yo? 

—Porque eres el que tiene más cara de poeta torturado —respondió Marlene. 

Resignado, Apolo se aclaró la garganta, cerró los ojos y comenzó: 

Oh, mi dulce amor, como un caldero en llamas, mi corazón burbujea y nunca se calma. 
Eres mi poción, mi fórmula secreta, 
mi varita rota y mi escoba completa.
Oh, mi dulce amor, mi corazón te persigue, como un Snitch dorado en un campo sin fin.
Tu risa es un hechizo, un lazo que me liga,  oh, mi dulce amor, mi más querido festín

Las chicas estallaron en carcajadas. 

—¡Esto es ridículo! —se quejó Apolo.

—¡Es lo peor que he escuchado! —gritó Meissa, doblándose de la risa. 

—¡Es perfecto! —dijo Marlene, secándose una lágrima mientras vertía los pétalos en el caldero. 

Los pasos siguientes no fueron menos caóticos. Lily intentó medir con precisión las gotas de esencia de flores de luna, pero Meissa accidentalmente dejó caer el frasco entero, llenando el aula de un olor nauseabundo. 

—¿Qué es ese hedor? —preguntó Apolo, tapándose la nariz. 

—El perfume de Sirius en un mal día —respondió Meissa, encogiéndose de hombros.  —Huele como calcetines mojados.

—Es un sacrificio por la grandeza —dijo Marlene solemnemente mientras la añadía. —¡Y concéntrense! —dijo Marlene, tratando de mantener el orden mientras revolvía el caldero con movimientos exagerados. 

Finalmente, tras varias interrupciones (incluyendo un Apolo que casi incendia el aula al añadir un ingrediente equivocado), la poción estaba lista. Brillaba con un tono rosa iridiscente, enviando pequeñas burbujas que explotaban con un sonido melodioso. 

—Esto es perfecto —dijo Marlene, admirando su obra. 

—Esto es una receta para el desastre —murmuró Lily, aunque no podía ocultar su sonrisa. 

Apolo miró con ironía a Marlene.

—Esto va a ser un desastre.

—Un desastre glorioso —corrigió Marlene.










[ • • • ]








A la mañana siguiente, los cuatro estaban sentados en la mesa de Gryffindor, fingiendo normalidad mientras la comida se servían, las bebidas mezcladas con la poción. Marlene observaba ansiosa, mordiéndose el labio para no reírse. 

Los primeros efectos comenzaron de forma sutil. Un estudiante de Ravenclaw dejó de comer su tostada y comenzó a recitar poesía al candelabro sobre su cabeza. 

Oh, luz brillante que iluminas mi camino, te amo más que al Quidditch, más que al destino.

En la mesa de Hufflepuff, un chico miraba con adoración su plato de avena. 

—Siempre supe que eras lo mejor de mi vida. 

Un estudiante de Hufflepuff se levantó y caminó hacia una planta decorativa.

—Siempre supe que eras la única para mí —dijo, arrodillándose frente a la maceta.

La mesa de Hufflepuff estaba en carcajadas.

En la mesa de Ravenclaw, una chica comenzó a recitar poesía a la profesora Sprout, quien, aunque sorprendida, parecía halagada.

El grupo intentaba contener las risas, pero las cosas se intensificaron rápidamente. 

Sin embargo, lo que Apolo no esperaba era ver a Severus corriendo detrás de Filch por todo el comedor, recitando poesía romántica con una voz que parecía sacada de una ópera trágica.

—¡Tu alma es como el amanecer sobre un charco perfectamente limpio, Argus! ¡Nunca supe que podía amar así hasta que te vi con esa fregona en la mano!

Filch, que parecía más horrorizado que de costumbre, se escabulló detrás de una columna mientras Severus se arrodillaba dramáticamente, intentando alcanzar el borde de su bata.

—Eres mi musa, mi razón de ser —declaró Snape, tomando las manos de Filch con una devoción tan intensa que Apolo casi se atraganta.

Filch, horrorizado, intentó soltarse.

—¿Qué demonios te pasa, muchacho? ¡Tengo pisos que limpiar!

— ¿Y limpiarías mi corazón? —Susurró Snape.

Apolo dejó caer su tostada y se volvió hacia Marlene, quien estaba sentada al otro lado de la mesa de Gryffindor. Ella no parecía preocupada en lo absoluto. De hecho, estaba riendo tanto que apenas podía mantenerse en su asiento

Amor, ¿qué demonios es eso? —murmuró Apolo hacia Lily, levantandose mientras esquivaba a una estudiante de Ravenclaw que corría llorando detrás de un tapiz, gritando algo sobre 'el amor verdadero'. —¿Es… esto lo que planeaste? —preguntó Apolo, señalando la escena.

Marlene se encogió de hombros, con una gran sonrisa.

—¡Es aún mejor de lo que imaginaba!

El caos en el Gran Comedor era palpable. Un grupo de estudiantes recitaba poesía en sus platos de cereal. James abrazaba su escoba como si fuera su único amor verdadero. Una chica de Ravenclaw declaraba su afecto eterno hacia una lámpara de pared, mientras que un chico de Hufflepuff le escribía sonetos a un sapo que sostenía en sus manos.

—Esto es un desastre —dijo Lily, golpeando la mesa con ambas manos para llamar la atención de Marlene—. Tienes que arreglar esto.

—¿Por qué? —respondió Marlene, aún riendo—. ¡Es genial!

—¿Genial? —repitió Meissa, quien parecía estar reprimiendo una carcajada y al mismo tiempo esforzándose por parecer seria—. Mira a James. Está besando esa escoba.

Apolo giró la cabeza hacia la escena.

—Bueno, al menos no es Emily.

—Hablando de Emily… —dijo Lily, señalando hacia la orilla de la mesa. Apolo siguió la dirección de su dedo y sintió que su corazón se detuvo. Emily, estaba caminando decidida hacia él con los ojos brillando de amor… o locura.

—Esto no puede terminar bien

Emily llegó hasta James, quien estaba completamente absorto en su declaración de amor hacia la escoba.

¡Jaime!—exclamó ella, empujando la escoba a un lado—. He estado ciega, pero ahora lo sé: tú y yo estamos destinados a estar juntos.

James parpadeó, confundido por un momento, y luego entusiasmadamente.

—¡Emily! Siempre supe que mi amor por ti nunca fue en vano.

Apolo se llevó una mano a la cara.

—Sabía que volverías a mí. 

Meissa lo miró con furia. 

—¿Qué demonios estás diciendo? 

Mientras tanto, en la mesa de Slytherin, Severus Snape estaba de rodillas frente a Filch, agarrándole las manos. 

—Eres la luz de mi vida, Argus.

Filch intentaba zafarse mientras gritaba:

—¡Suelta, chiquillo raro! 

En la mesa de los profesores, Flitwick recitaba un poema a McGonagall mientras Dumbledore miraba todo con curiosidad, claramente entretenido. 

—Esto es un desastre —dijo Lily, tirando del brazo de Marlene. 

—Esto es una obra maestra —respondió Marlene.

El caos alcanzó su punto máximo cuando dos estudiantes comenzaron a competir por el amor de una misma persona, subiendo a las mesas y lanzándose magdalenas como si fueran armas. 

—¡Tú nunca la amarás como yo! —gritó uno de ellos, sosteniendo un croissant como si fuera una daga. 

—¡Basta, los dos! —gritó la chica, lanzando su zumo de calabaza al suelo dramáticamente. 

—Eso no es bueno —murmuró Meissa, su tono una mezcla de preocupación y diversión.

—Nada de esto es bueno —dijo Lily, poniéndose de pie—. ¡Marlene, ven acá ahora mismo!

Marlene se levantó con un suspiro dramático.

—Oh, está bien, pero realmente creo que están exagerando. ¿Ves esto? ¡Es brillante! ¡Exactamente como lo planeé!

—¡Marlene! —Lily tiró de su brazo—. Esto está fuera de control.

—Es un poco más intenso de lo que esperaba, pero…

—Un poco? —Apolo interrumpió señalando a un estudiante que se arrodillo frente a un plato de avena mientras lloraba lágrimas de amor verdadero—. ¿Qué pusiste en esa poción?

Marlene parecía vacilar por un momento.

—Solo… cosas normales. Ya sabes, pétalos de rosa, esencia de flores de luna, una pizca de…¡Ustedes estaban ahí!

—¿De qué? —preguntó Meissa, cruzándose de brazos con una expresión de alarma creciente.

—Bueno, técnicamente no es mi receta.

Todos se giraron hacia ella al unísono.

— ¿De quién es? —preguntó Apolo, sintiendo un nudo formarse en su estómago.

Marlene se rascó la nuca.

—Digamos que lo saqué de un libro que encontré… en la biblioteca prohibida.

—¿Qué? —exclamaron Lily y Meissa al mismo tiempo.

—¡No es para tanto! —protestó Marlene—. Solo lo saqué prestado por un rato. No estaba tan prohibido.

— ¿Cómo puede algo estar 'no tan prohibido'? —gruñó Apolo.

—¡No importa! —Marlene agitó las manos—. ¡Lo importante es que esta es la mejor broma de la historia de Hogwarts!

En ese momento, un estudiante de Hufflepuff cayó dramáticamente al suelo, declarándole su amor eterno a un tapiz.

—¡Sí, esto es una obra maestra! —gritó Apolo sarcásticamente—. ¡Mira qué maravilla!

Meissa suspiro y se puso de pie.

—Está bien. Marlene, tú y yo tenemos que asegurarnos de que nadie salga herido. Lily, Apolo, busquen la maldita solución.

—¿Por qué yo? —protestó Apolo.

—Porque tienes cara de nerd y porque Lily sabe usar su cerebro —respondió Meissa sin perder el ritmo. —Además, necesito cuidar de James.

—Si Mary estuviera aquí, esto no estaría pasando. —Marlene se quejó. —Pero claro, Regulus tenía que quitarnosla.

—Vamos, Apolo. Cuanto antes lo arreglemos, antes podremos fingir que esto nunca pasó.

Lily lo tomó del brazo antes de que pudiera protestar más.















[ • • • ]












Apolo seguía a Lily a través de los pasillos mientras esquivaban estudiantes que caían bajo los efectos de la poción. Pasaron a una chica que abrazaba una lámpara y un grupo que intentaba detener a un chico que corría detrás de un gato.

—Esto es raro —murmuró Apolo.

—Raro no alcanza a describirlo —dijo Lily, apretando los labios.

— ¿Tienes alguna idea de por dónde empezar? —preguntó Apolo, mirando nerviosamente a su alrededor.

—Primero necesitamos encontrar ese libro. Si sabemos qué tipo de poción usamos Marlene, podemos buscar el antídoto.

— ¿Y cómo vamos a entrar a la biblioteca prohibida sin ser atrapados?

Lily se giró hacia él con una pequeña sonrisa.

—No te preocupes por eso.

Apolo tragó saliva, preguntándose en qué se había metido.















[ • • • ]













Mientras tanto, en el Gran Comedor, Meissa y Marlene trabajaban frenéticamente para evitar que la situación se volviera peligrosa.

—¡Tú, deja esa espada! —gritó Meissa a un estudiante que había quitado una espada decorativa de la pared.

—¡No puedo! ¡Es el amor de mi vida!

—Pues tu amor va a terminar con alguien en la enfermería —dijo Meissa, arrancándole la espada de las manos y tirándola al suelo.

—¡Deja de lanzar magdalenas, Peter! —gritó Meissa, mientras Pettigrew intentaba declararle su amor a un muffin de arándanos.

—¡Es el amor de mi vida! —chilló Peter, esquivando un hechizo de Meissa.

Marlene, mientras tanto, intentaba separar a dos estudiantes que discutían acaloradamente.

—¡Yo lo vi primero! —gritaba una chica.

—¡No me importa! ¡Él me pertenece!

—¡Es un florero! —gritó Marlene—. ¡Ninguna de ustedes puede quedarse con él!

La tensión en el comedor era cada vez más intensa. Marlene y Meissa se movían de un lado a otro, evitando peleas y controlando a los estudiantes más afectados.

—Esto es peor de lo que pensaba —admitió Marlene, jadeando mientras observaba el caos.

—¿De verdad? ¿Apenas ahora lo notas? —respondió Meissa, lanzándole una mirada fulminante.














[ • • • ]

















Lily y Apolo llegaron a la biblioteca y, con un hechizo que Apolo prefería no saber dónde había aprendido Lily, lograron entrar en la sección prohibida. 

—¿Qué estamos buscando exactamente? —preguntó Apolo, hojeando frenéticamente un estante de libros polvorientos. 

—Algo que mencione una poción de amor con efectos al azar —respondió Lily, sacando un libro tras otro. 

Finalmente, encontraron un volumen titulado 'El Amor y sus Peligros: Guía de Pociones Inusuales'. Lily lo abrió y comenzó a buscar entre las páginas. 

—Aquí está —dijo, apuntando a una ilustración de una poción burbujeante y rosada. 

Apolo se inclinó para leer.

—'La Poción del Caos Amoroso: diseñada para crear caos romántico en un grupo. Antídoto: una mezcla de lágrimas de unicornio, extracto de trébol encantado y un cabello de la persona que preparó la poción'. 

Ambos se miraron. 

—¿Dónde vamos a encontrar lágrimas de unicornio? —preguntó Apolo. 

—No lo sé, pero más vale que Marlene sepa dónde conseguirlas. 


















[ • • • ]












Cuando descubrieron que el antídoto requería un cabello de Marlene, Lily intentó cortarle un mechón mientras Marlene distraía a un estudiante obsesionado con un candelabro. 

—¡Ni lo sueñes! —gritó Marlene, esquivando las tijeras como si fueran una maldición mortal—. ¡Mi cabello es sagrado! 

—¡Marlene, no seas dramática! —gritó Lily, persiguiéndola. 

—¡No! ¡No lo toques! ¡Mis rizos no tienen la culpa! 

Finalmente, fue Meissa quien, con una simple distracción, le arrancó un cabello a Marlene. 

—¡Traidora! —gritó Marlene, agarrándose la cabeza—. ¡Nunca te perdonaré! 

—Por favor, esto no hubiera pasado si no hubieras andado de curiosa. —Meissa replicó.

—¡Todo es culpa de Sirius! El me reto. Además, yo soy el de las ideas geniales —dijo Marlene con una sonrisa triunfante. 

—¡No, eres la de las ideas arriesgadas! —replicó Lily. 

—Por eso funcionan. 

Preparar el antídoto fue tan caótico como la poción original. En un momento, casi pierden las lágrimas de unicornio cuando un estudiante afectado irrumpió en la sala común para declararle su amor a la caldera. 

Finalmente, lograron revertir los efectos. 

Cuando todo volvió a la normalidad, Marlene cruzó los brazos, observando el Gran Comedor ahora en silencio. 

—Bueno, creo que fue un éxito. 

Lily la fulminó con la mirada.

—¡Casi destruyes la escuela! 

—¡Pero nadie puede decir que no fue divertido! —replicó Marlene. 

Apolo suspiró, cruzando los brazos.

—Nunca más vuelvo a meterme en algo que implique a Marlene y pociones. 

Lily asintió.

—Totalmente de acuerdo. 

Meissa se acercó, lanzando una mirada seria a Marlene.

—La próxima vez que tengas una idea 'brillante', consúltame antes. 

Pero incluso mientras hablaban, Apolo no pudo evitar pensar que, aunque había sido un completo desastre, no podía evitar pensar que una parte de el, si lo había disfrutado.


























Lune_black

HOLAAAAA, VOLVI

Este capitulo sin duda es el que más me ha gustado, no lo voy a negar, sin embargo en el siguiente empiezan los problemas 😖

Marlene, mi animal espiritual 😈

Recuerden que esto es una duologia con givi_black y en su libro nos muestra desde la versión de Meissa.

Byeeeeeeeeee

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