II.
CAPÍTULO DOS
— Reconfortante —
La familia Shelby había tenido una reunión apenas hace unas horas y John se encontraba saliendo furioso del despacho.
La razón era muy sencilla.
Thomas nunca tomaba en cuenta su palabra, como si lo que el tuviera que decir no fuera importante. Siempre dejando de lado sus ideas como si fuera un niño pequeño, nunca hacía grandes aportaciones.
— John, espera...
— Vete a la casa, Esme— gruñe.
— No puedo irme sabiendo que estás así, por favor— ruega caminando junto a él.
— ¿Y como demonios quieres que este?— se detiene en seco y la mira— Mejor ve a casa con los niños, yo estaré bien, solo necesito calmarme y pensar.
— John, no estás bien, estas demasiado alterado...
— ¡Que me dejes solo, maldición!
— ¡Bien!— renuncia— ¡Haz lo que te dé la gana!— se va enojada.
— ¡Eso haré!— refunfuña.
Después de la discusión con su esposa, John camina hasta el auto y comienza a conducir hasta un pub bastante lejos del que suele recurrir usualmente. El sabía que si se quedaba allí, lo buscarían fácilmente y ahora no necesitaba molestias de nadie.
Aparco su auto frente al establecimiento, entro y bebió unos tragos de whisky.
El cantinero no dudo en reconocerlo, y muchas personas al rededor tampoco.
— ¿Señor Shelby?
— ¿Quien pregunta?— se voltea.
— Hola, Señor— detrás de él se encontraba Angelica con una sonrisa. Claro, esa vocecita debió ser fácil de reconocer.
— Ah, eres tú— vuelve a darse la vuelta— Hola.
— Que gusto volverlo a ver.
— Igualmente, cariño— toma un trago—. ¿Gustas uno?
— Oh, no— niega—. Muchas gracias, pero yo no tomo— arruga la nariz.
— Eso es raro en jovencitas de tu edad— sonríe.
— Pues no me considero como el resto a decir verdad...— se encoje de hombros—, creo que por eso no tengo amigas.
— Eso es una verdadera pena— suspira—. Y si no vienes a tomar, ¿que haces aquí?
— Pues vengo a pasar el rato, a veces. En el día es algo aburrido estar sola en casa— responde.
John nota como Angelica seguía de pie tras él y la invita a sentarse a su lado. Angelica le agradece y toma asiento junto a él.
— ¿Así que vives sola?
— No, vivo con mi madre— niega—. Pero tienes ciertos deberes que cumplir— explica.
— Hmm... entiendo— se detiene para pedirle al cantinero que le sirva otro trago— Que bonitas flores— nota la hermosa diadema de flores en su cabeza.
— Muchas gracias— sonríe— la hice yo misma.
— Vaya, que talento.
— ¿Usted cree?— pregunta emocionada.
John iba a decir algo sarcástico, pero no entiende porque no le salió decir algún comentario de ese tipo.
— Claro que sí— se limito a responder.
Vio como Angelica sonreía feliz y no fue capaz de borrarle esa linda sonrisa del rostro.
— Si me permite preguntarle... ¿Usted que hace por aquí?, jamás lo ví por estos lados
— Pues...— John dudo si contarle o no. Estaba un poco tomado, pero no tan ebrio como para contarle sus problemas a una jovencita, sin embargo, necesitaba desahogarse— Tuve unos problemas familiares.
— Oh, ¿fueron muy graves?— pregunta preocupada.
— No, bueno, es más por cuestiones de trabajo— explica.
— Ya veo, ustedes son una compañía familiar— recuesta su rostro sobre la palma de su mano—. Debe ser muy difícil manejar un negocio con tu familia.
— Como no tienes una puta idea. El imbécil de Thomas siempre quiere tener todo el maldito control y cuando comienza a dejarme de lado es cuando las cosas se ponen peor— explica con enojo.
— Eso no está bien, si son familia todos debería aportar con su palabra— apoya.
— ¡Exacto!— da la razón— ¡Joder!, estoy harto de intentar ayudar y no ser tomado en cuenta, es una basura.
— Claro, es frustrante tu situación— compadece— ¿Ya se lo has comentado?
— ¿Que si se lo he dicho?, justo por eso estoy aquí, porque me cansa como el demonio tener que iniciar peleas por esto.
— Que mal por parte de tu hermano— niega— son una familia, debería escucharte más.
— ¡Por supuesto que sí!— se altera—. ¡Maldito, Thomas!
Angelica duda pero termina colocando una mano sobre su hombro para intentar tranquilizarlo.
— Entiendo que es muy frustrante— masajea con su mano suavemente.
John se relaja un poco al darse cuenta que estaba perdiendo los estribos y nota la mano en su hombro. Siente una sensación ligera de relajamiento al tacto y no se opone a qué lo siga tocando.
— ¿Estás intentando seducirme, cariño?— pregunta burlón
— ¡Por dios!, ¡no!— rápidamente quita la mano, avergonzada— Es solo que mi mamá siempre que se siente estresada me pide masajes en los hombros y yo...
— Ya, tranquila, cariño— toma su mano y la coloca de nuevo sobre su hombro—. Era una broma, es reconfortante.
Angelica se relaja y continua dandole pequeñas caricias en los hombros.
— Lamento si lo incomode— se disculpa.
— No, tranquila— niega—. Es solo que las chicas no hacen estas cosas comúnmente sin otras intenciones.
— Ya veo...
— Pero tú, no veo malicia en tí, Angelica— se acerca—. Y es frustrante porque no sé si sabes fingir muy bien o solo eres así.
— No entiendo de lo habla— arruga la nariz—. Yo no finjo nada.
John sonríe mientras la mira. Angelica definitivamente no era como las mujeres con las que acostumbraba a lidiar, ella era una jovencita más recatada, sin dobles intenciones o intereses de por medio. Hace mucho no conocía una mujer así, pues en su mundo, no existían.
— Ya, no me hagas caso— niega— estoy tomado.
— En ese caso, debería irse a casa antes de que empeore su estado— aconseja.
— Tranquila, ya me iba de todas formas— Se levanta y ofrece su mano para que Angelica lo haga también—. Es tarde y mi vivienda está un poco retirada de la zona.
— Oh, está bien— se levanta con su ayuda—, espero volverlo a ver pronto, Señor Shelby.
— Espera, te llevaré a casa.
— Es muy amable de su parte, pero puedo ir yo sola, muchas gracias— sonríe agradecida.
— ¿Segura?, para mí no es molestia, cariño— saca un palillo de su saco y lo pone entre sus dientes.
— Si, está bien, no vivo lejos— hace un gesto con la mano—. Vivo muy cerca de hecho.
— Está bien, entonces no vemos— se quita su sombrero y se despide, lo cual le hace gracia a la rubia.
— Hasta entonces, Señor Shelby.
John sale del pub con una carga de estrés menos encima. Se siente más tranquilo y menos frustrado, el estrés parecer haberse ido en tiempo récord.
Nota como la noche había caído y se apresura a subirse al auto, pues sabe que estuvo muy ausente en el día en su casa y su esposa e hijos estarían bastante preocupados por el. O enojados, cualquiera de las dos.
Mientras conduce, piensa en la charla que tuvo con la jovencita rubia y no puede evitar darse cuenta de lo linda y comprensiva que mostró con él. Eso le hizo sonreír, era una joven muy hermosa y simpática, seguro tendría muchos hombres detrás.
Y estaba seguro que si no estuviera casado... ¿Que demonios estaba pensando?
No, el no debía estar pensando en esas cosas. El estaba comprometido, además con una Lee, las cosas son muy delicadas y una infidelidad sería considerada traición en la familia. Un Shelby podrá ser un imbécil, pero jamás un infiel.
¿Verdad?
Es solo que encontrar a una chica tan linda, comprensiva y afectiva era tentación pura. John sentía una ligera atracción por corromper a la pequeña, se comenzó a sentir atraído al pecado desde esa noche.
Angelica era muy hermosa, jamás podría dejar de pensar eso. Por lo mismo rogaba no volverla a encontrar más nunca, porque sabría que haría lo posible por mantenerse cerca de ella y se tomaría en un juego de posesión, después de todo, era un hombre y sus deseos carnales podían mucho más que su juicio.
Cuando llegó a su casa, saludo con un beso en la mejilla a su esposa Esme y le dió un hermoso ramo de flores que compro a último minuto para que lo perdonara por ser tan impulsivo. Pero Esme era una mujer un poco dura de roer, así que lo ignoro en lo que quedó de la noche.
Lo bueno es que John ya sabía cómo mover los hilos y un buen sexo de reconciliación fue la clave para que su esposa este nuevamente feliz y contenta con él. No era tan difícil después de todo, solo tenía que mantener la rutina, estaba seguro que ella solo se hacía la difícil.
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