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Un evento difícil de pasar desapercibido por grandes empresarios y líderes de Tokio, Japón.

Una fiesta de compromiso, entre el mayor de los Uzumaki y la primogénita de los Uchiha: Boruto y Sarada, personas que se volverán el futuro de sus empresas familiares.

Un evento lleno de glamour y sobre todo, negocios.

Aunque no todo siempre es así...

Dentro de la gran mansión, en una de las tantas habitaciones ubicadas en el segundo piso, un chico tiraba su saco al suelo, mientras besaba pasionalmente a su acompañante.

Retrocedían cada vez más entre besos, llegando hasta el escritorio del fondo, donde la chica quedó sentada en el, aferrándose con sus piernas a la cintura del hombre.

- Kawaki, no deberíamos. Me buscarán abajo en la fiesta - dijo entre susurros, aunque deseaba quedarse ahí.

- Solo será un momento, Hima. No quiero desaprovechar este corto tiempo contigo.

Volvió a besarla, mientras ella aflojaba su corbata y desabotonaba algunos botones de su camisa, para poder sentir su torso y espalda desnudas.

Kawaki recorrió con sus grandes manos sus piernas, subiendo el largo vestido liso hasta sus muslos, los cuales acariciaba junto al trasera de la chica, intercambiando suspiros y besos.

Así continuaron, ella aferrándose a su espalda y rodeando su cuello con sus delicados brazos, él acariciando sus muslos y su recorriendo con la yema de sus dedos su suave espalda mayormente descubierta gracias al promulgado escote del vestido azul marino que portaba aquel día.

Añoraban aquellos momentos íntimos, en el que solo eran ellos y no se preocupan por nada ni nadie. En el que se derrochan el amor mutuo que ambos se tienen y sus deseos sexuales son saciados igualmente.

El uno para el otro, quien quiera que los viera juntos pensaría eso, y eso es lo que son. Cada quien es el complemento del otro, y juntos son uno solo.

Aunque había un pequeño problema en aquella perfecta relación...

Kawaki es el dueño de la empresa con mayor rivalidad que tiene la familia Uzumaki. A pesar de sus veintitrés años, ha logrado crear semejante fortuna y llevar aquella empresa hasta el puesto más alto en Japón, estando en primer lugar junto a la empresa de la familia de su amada.

Lo tenía todo, menos aquello que realmente deseaba: la compañía placentera de su bello Ángel (como el suele llamarla), y estaba dispuesto a hacer todo lo posible por tenerla a su lado.

Llevo el cabello de la chica atrás de su oreja, dejando expuesto su cuello, el cual comenzó a besar mientras si manos seguían recorriendo aquellas partes de su cuerpo y ella jugaba con su cabello y suspiros de placer se hacían presentes, al mismo tiempo que uno que otro gemido ahogado.

Era adictivo, más adictivo que un cigarro o el alcohol. No se cansaba de ella y sus encantos, de la hermosura y elegancia que la caracterizaban, y esos ojos azules, lo volvían loco, no pedía nada más que verlos cada mañana a su lado al despertar.

- Hima... - un susurro ahogado, que paró aquellos actos.

Kawaki puso su frente con la de ella, aprovechando que su distancia no era mucha. Ella lo miraba parcialmente confundida por su repentina acción pero para ella, perderse en aquellos penetrantes ojos grises platinados era como un deleite exótico.

Ambos, perdidos en sus propias miradas, sus corazones acelerados y sus respiraciones a la par, no hacían más que mirarse a los ojos con amor y deseo.

Un silencio entre ellos, solo la música de la planta baja se oía a lo lejos. Ella abrazaba su cuello mientras el la sostenía por la cintura y una mano marcaba su mejilla, con sutileza y cariño.

- Cásate conmigo - su propuesta parecía más una súplica, aunque su voz seguía siendo firme y gruesa.

Al oír aquello, la expresión de Himawari cambio por una de sorpresa; no se lo esperaba, era cierto, pero tampoco quería evadir el deseo de no esconder aquel romance de sus padres y poder estar con aquel hombre, juntos, formalmente.

Estaba decidida, le diría que sí; pero sus miedos y angustias la atormentaban, seguramente su padre sería el primero en oponerse y más sabiendo quién es tal chico.

Se arriesgaría, porque sabía que el estaba consciente de aquellos obstáculos y aún así se lo pidió, no había nadie mejor que mereciera su amor y ella estaba dispuesto a dárselo, toda una vida.

Antes de que pudiera dar una respuesta certera, aquel momento fue interrumpido por el llamado a la puerta.

- Hima, ¿estás ahí? - llamó su padre desde fuera.

Ambos se miraron, asustados y de inmediato se separaron de la posición en la que estaban y Kawaki recogió toda prenda que había quedado en el suelo mientras se escondía en un lugar donde el hombre no pudiera verlo.

En parte, Himawari solo acomodó sus vestido y algunos desarreglos de su cabello antes de abrirle a su padre.

- ¿Pasa algo, papá? - pregunto al momento de abrirle.

- ¿Que haces en tu habitación? La fiesta está allá abajo - acotó este.

- Me desarregle un poco y vine a acomodarme, además de que los tacones me estaban matando y necesitaba un descanso - contesto de golpe - estaba a unos minutos de bajar.

El hombre rubio y de ojos penetrantes azules parecía satisfecho con la respuesta que le dio su hija menor. Observó dentro de la habitación de esta y algo parecía incomodarle, algo diferente llegaba a su nariz.

- Huele... distinto - dijo un tanto confundido.

- Ah, si. Cambie el aromatizante - se apresuro a contestar, nerviosa, sabiendo que era el aroma del perfume que usa su pareja.

Volvió a olfatear y miró por dentro de la habitación, no vio nada fuera de lo común e hizo una mueca de conformidad, para después poner su mirada en la chica que tenía enfrente.

- Quiero presentarte a alguien, no demores demasiado en bajar - una pequeña sonrisa se formo en su rostro - Es un chico guapo y encantador, podría gustarte.

Himawari enarcó una ceja, ¿desde cuándo su padre le presentaba chicos? Siempre ha sido posesivo con ella y cada chico que se le acercase bajo su presencia era vílmente alejado, talvez su madre fue quien lo calmó un poco para que fuera a decirle eso y no se imutara; de cualquier forma, no estaba interesada en otro chico.

Kawaki, quien había escuchado todo perfectamente desde su lugar, se sentía molesto, pues en el piso inferior debía de estar alejado de ella y solo podría verla hablar con otro hombre, los celos ya lo atormentaban desde ese momento.

El sonido de la puerta cerrándose lo saco de sus pensamientos y salió del estrecho lugar en donde estaba, pudiendo ver a la de pelo azul mirando fijamente la puerta.

Se colocó de nuevo su saco y se acomodó un poco su cabello, para enseguida abrazar a la chica por la cintura.

- ¿Estas bien? - la chica se dio la vuela, quedando frente a el, comenzando a abotonar su camisa y arreglar la corbata de este.

- Estoy bien, solo que... - ahora lo miraba directo a los ojos - Ya no pudimos pasar tiempo solos.

Ella le mostró una linda sonrisa y el no pudo evitar robarle un beso corto y abrazarla, mientras ella se refugiaba en su torso y disfrutaba el momento. Solo era cuestión de tiempo para que ambos pudieran estar solos de nuevo.

- ¿Sabes? Ya odio a ese hombre que te presentara tu padre.

- ¿Enserio? - su contrario asintió, en forma burlona y a la vez sería - No tienes de que preocuparte, solo un hombre me interesa, los demás no tienen oportunidad.

- Bueno, que afortunado es ese hombre - Kawaki beso la coronilla de la chica - Baja tu primero, esperaré un rato aquí para que no sepan que estábamos juntos.

Un último beso, largo, lento. Ambos lo disfrutaban ya que ninguno quería separarse del otro, sabiendo que después de ese beso, no habría otro en ese día, por lo cual, ambos querían mantener la sensación de los labios del otro en el resto de la noche hasta que se volvieran a ver.


Por las escaleras se vio la figura de una fémina bajar, con un precioso vestido azul marino largo y lacio, que enmarcaba a la perfección su excelente y bien constituida figura; con aquellos rasgos tan bien definidos y femeninos.

Era imposible que algún hombre pasara por alto su presencia, pues es educada y encantadora, su mirada refleja calidez y seguridad, con aquellos profundos ojos cristalinos y la bella sonrisa que nunca abandona.

Se vio como su padre la interceptó al momento en que concluyeron los escalones y la dirigió hacia una parte de la sala, tomando un bocadillo y una copa en el camino.

- Hima, te presento a uno de mis viejos amigos, Gaara.
Es dueño de la segunda empresa más importante en Japón.

El pelirrojo Lucía un traje del mismo color que su cabello, se acercó a ella con una sonrisa amable y con sutileza tomó y besó la mano de la menor.

- Es un gusto conocerte en persona, Himawari. Tu padre me había hablado de ti pero nunca tuve la fortuna de conocerte - su voz era tranquila.

- El gusto es mío, señor Gaara.

Ambos se miraron por unos segundo a los ojos, con una sonrisa en el rostro y un ambiente algo desconcertante; hasta que su padre se acercó con otra persona y rompió el ambiente.

- El es Shinki, mi hijo. Será el próximo líder de mi empresa.

El chico, cabello castaño y ojos esmeralda, sin duda apuesto y formal, con un porte sin igual, digno de un heredero único y gran profesional; veía con nerviosismo a la chica frente a el, ocultando mayormente su pesar, mientras los mayores se alejaban de ellos.

- Mucho gusto, Himawari ¿verdad? - este imitó la acción de su padre al presentarse.

- Puedes llamarme solo Hima, pero si no te acoplas no importa - respondió sonriente - Es un gusto conocerte, Shinki.

Un silencio incómodo se formo entre ambos, ninguno sabia que decir o hacer. Cada vez el chico le interesaba menos, no sentía lo que sintió al momento de conocer a Kawaki, era diferente, no se sentía libre y cómoda.

- Y dime, ¿qué tipo de postres te gustan? - se ánimo a preguntar el chico, algo que saco de sus pensamiento a la menor, quien lo miro, desconcertada - Me gustaría conocerte mejor, pero no se muy bien por donde comenzar.

Himawari lo miró de nuevo, ahora con expresión de compresión, relajo los hombros y le dio un sorbo a su vino, mientras veía a su amado entrar a la sala ocultándose entre las personas.

- Me gustan las cosas dulces, como el chocolate y el café. Aunque también las cosas ácidas, como la fresa. Pero no suelo consumir muchos bocadillos de ese tipo.

- Ya veo, es una selección de sabores interesante y demasiado común.

- Digamos que si, es común. Pero realmente tienen muy buen sabor, algo difícil de degustar sin quedar encantado con los sabores.

- Tienes razón, no por nada el chocolate también viene siendo de mis favoritos..

Ambos continuaron hablando por más tiempo de cosas triviales, una que otra vez reían a la par por inoportunos comentarios o alguien se mostraba emotivo al contar alguna anécdota.

- Se que es inoportuno, ya que nos acabamos de conocer, pero... - comenzó de pronto el chico - Desde hace tiempo que has captado mi atención y me gustaría pedirte una cita.

Himawari no parecía sorprendida, pues realmente se lo veía venir, aunque su frustración estaba en no saber que responder. Si se negaba, seguramente su padre y madre le reprocharían; pero si aceptaba, se sentiría incómoda y desubicada en su compañía a solas.

Recorrió la sala con la vista pero no pudo enfocar a su destino, necesitaba el apoyo de alguien en ese momento, que le dijeran que hacer o que la sacaran de aquella embarazosa situación en la que la habían metido.

Sus suplicas fueron escuchadas, pues pronto una bella azabache, la prometida de su hermano y como una hermana mayor desde la infancia se acercó a ellos.

- Lo siento, Shinki, me llevaré a Hima. La necesito para algunos asuntos de... chicas. - dijo esta para tomar de la muñeca a la menor y arrastrarla a otro lugar.

- Muchas gracias, Sarada. Me salvaste.

- No me agradezcas, todo lo que sea por ayudarte siempre.

- Himawari suspiró profundamente - Pensé que me daría algo ahí mismo, no sabía que responderle a su intento de pedirme una cita, Shinki... simplemente no es mi tipo.

- Si lo piensas, Kawaki es bastante parecido a el. Ambos son empresarios importantes y con puestos extravagantes, a diferencia de que Kawaki si es el líder y Shinki aún no mantiene dicho puesto.

- Son bastante diferentes, en actitud sobre todo.

Suspiro. Sarada era una de las pocas personas que sabían sobre su amorío, también lo sabía su amiga Chōchō Akimichi y la mano derecha en la empresa de Kawaki, Shikadai Nara.

Ninguno les dijo nada sobre su relación, de echo, se alegraban por ellos, pues los ven y son la pareja ideal. Además, de que conocerse sus actitudes y personalidades cambiaron demasiado, para bien.


Kawaki había esperado unos minutos en la habitación de la chica y después bajó con sutileza a la sala inferior, tratando que nadie notara su presencia.

Al estar ya en dicho salón, se dirigió a la mesa de bocadillos, simplemente para tomar alguno de ellos y una copa de algún vino para degustar.

Apenas lograba ver a su amada, pero lo poco que la divisaba podía ver que sonreía y hablaba con otro hombre, aparentemente de su edad, el cual de vez en cuando rascaba su nuca en señal de nerviosismo.

Sus miradas se encontraron entre toda la gente y se dedicaron una simple sonrisa, ella le aseguraba con solo la mirada que no debía preocuparse de nada, y en la actitud mostrada lo prometía, para nada que era coqueteo, solo una simple conversación.

Siguió observandolos por un rato más, le encantaba ver la sonrisa de la de ojos celeste y aquella espalda descubierta le generaba tentación, era delicada y pequeña, pareciera que se desmoronaría al contacto mínimo, pero era reconfortante y maravillosa.

La opresión en el pecho le disgustaba, era la primera vez que le pasaba y se sentía extraño; una mueca de disgusto se formo al momento de ver a aquel hombre tocar con sutileza la espalda de la mujer que lo acompañaba.

Le dio el último sorbo a su vino y se dispuso a ir con ella, no sabría que excusa poner pero no la dejaría con ese hombre, sin embargo, un brazo lo detuvo justo al momento que comenzaba a moverse.

Volteo a ver a la persona que lo detenía, topandose con unos orbes totalmente oscuros, con una cabellera lacia tan negra como el mismo carbón y un vestido rojo que resaltaba sus facciones, además de la mirada seria que siempre mostraba; la mujer por la cual estaban ahí, Sarada Uchiha.

- Nunca creí que fueras el tipo de hombre que reacciona así ante los celos - acotó de forma neutra.

- No lo soy - respondió de la misma manera.

- Entonces, ¿no ibas a ir a sacarla de la presencia de Shinki? Sabiendo que podrían verte junto a ella.

Se quedó en silencio, observando la silueta de las personas mientras hablaban. Pudo ver como la expresión de Himawari cambió y también la del chico con el que hablaba, supo al instante lo que pretendía y quizo nuevamente intervenir, pero fue detenido de nueva cuenta.

- Yo me encargo - aseguro la azabache.

Sin poder responder, vio como la silueta de aquella mujer se desplazaba entre la gente, tomando a la chica del brazo y llevándola a dirección del baño, dejando al chico de cabellos marrones desconcertado.

Una sonrisa de satisfacción y orgullo se formo en su rostro al ver como el chico regresaba con los mayores, pudo distinguir de quien se trataba el padre de este, pero no le tomo demasiada importancia, así que solo tomo un trufa de chocolate y salió de la sala.

En el balcón más oscuro que pudo encontrar en la casa, apenas se oía la música y se apreciaba una perfecta vista de la ciudad y más que nada, de las estrellas.

Las miraba, expectante; relucían en el cielo oscuro y una enorme luna llena las acompañaba. Estaba en paz, cómodo, pero aún así... quería estar con ella, disfrutando con ella esa hermosa vista.

- La luna está hermosa, ¿no crees?.

Reconoció la voz al instante, sus pisadas habían sido tan ligeras como de costumbre que no la escuchó llegar apesar de que llevaba tacones.

La volteo a ver con una sonrisa, parada en el andén oscuro, con dos copas con champán en sus manos y una preciosa sonrisa; no podía evitar observarla de pies a cabeza, pues, emanaba un brillo sin igual aún entre la negrura.

- No tan hermosa como tú - respondió al momento de tomar la copa que le ofrecía.

- No seas tonto - acotó divertida para después darle un trago a su bebida - El ambiente de abajo es aburrido, la mayoría solo habla de negocios y el tema principal se ha perdido.

- ¿Te emociona que se case tu hermano?.

- Siempre ha querido a Sarada, cuando formalizaron no cabía de la emoción. Había esperado ese momento desde años antes - miraba las estrellas, situada junto a el en aquel barandal.

Sin pensarlo, Kawaki tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella.
Himawari se apoyó en su hombro, pues éste es alto, le lleva una cabeza de estatura aún con plataforma.

Ella cerró sus ojos y disfrutó de la comodidad que le brindaba, se sentía exhausta, tanto que el ambiente hizo que bostezara, pero no quería arruinar aquel momento terminando dormida, solo quería disfrutar aquella compañía y ambiente cómodo, como lo es estando a su lado.

Solo sentía el peso de la mujer en su costado, no era mucho y no le incomodaba, tampoco quería arruinar tan bello momento y permaneció en silencio, escuchando y sintiendo sus respiraciones al unísono.

Pasaron así varios minutos, parecía una escena de película, una representación perfecta en pintura, la cual, tan solo verla podías sentir el amor mutuo de aquellas personas, la perfección con la que encajaban sus cuerpos era espléndida; Sarada lo sabía, no pudo evitar tomarles una fotografía al momento que los vio y se odiará a sí misma por lo que iba a hacer.

Tocó en la pared para captar su atención, lo cual provocó que ambos voltearan a verla y rompieran aquella unión.

- De verdad lo siento, pero ya están preguntando por ti de nuevo, Hima.

La nombrada solo asintió y dio unos pasos adelante, dándole un beso en la mejilla al chico quien solo pudo observar como ambas azabaches salían de su vista

Se quedó en aquel balcón un rato más hasta que decidió volver al salón de la fiesta, para irse.

Había avisado su salida, el chófer lo esperaba en la salida de la mansión. Así que solo pasó de largo entre la gente y solo vio de nuevo a la mujer que ama, hablando con el mismo hombre de antes. Podía confiar en ella, nunca le ha dado un motivo para dudar de su amor a él y ese no era el caso, así que solo pasó de largo.


Le dolía la cabeza, estaba cansada y solo podía observar el techo mientras abrazaba su almohada.

El sonido de la notificación en su celular la sacó de sus pensamientos y atendió al instante, era un mensaje, de su amiga Chōchō, invitando la a almorzar.

Aceptó. De inmediato se puso en pie y se metió a la ducha, dejando que el agua caliente se llevara todo su malestar y cansancio. Enseguida se puso una vestimenta casual, algo que combinará con tennis de vestir, pues sus pies aún seguían adoloridos por los tacones que usó la noche anterior.

Se despidió de su madre que estaba en el umbral y pidió las llaves de su auto, pues haría una visita después del almuerzo con su amiga y cuando ese era el caso, no solía dejar que los choferes la llevaran.

La comida de aquel local era exquisita, la conversación con su amiga era divertida como de costumbre y muchas veces soltaba alguna carcajada.

- Entonces dime... ¿lo hiciste anoche con Kawaki?.

La menor casi se atraganta con su café. Olvidaba que su amiga era tan obvia y descarada en ese tipo de temas, ¿pues como no? Si tenía fama de tener sexo casual cada que puede y con quien puede.

- ¿Qué? ¡No! - decía la verdad, pero no podía evitar sonrojarse - No paso nada de eso anoche.

- ¡Cielos! A veces son tan ambiguos. Deberían tener sexo más seguido, tu humor cambia y él siempre tiene cara de amargado - dijo sin pudor alguno.

- Tampoco es como que sea amargado, es muy noble y tierno. No necesitamos tener esos roces cada vez que nos veamos, no somos así.

- ¡Aja! - exclamó de pronto - ¡Has aceptado que han tenido relaciones más de una vez!

La menor no podía estar más roja de la vergüenza y trataba de calmar a su amiga, pues todas miradas ya estaban puestas en ambas.

La situación se aminoró enseguida y la conversación cambió de rumbo, hasta que se despidieron.


Analizaba el papeleo en el jardín que tenía en su mansión, un azabache de ojos esmeralda y con un peinado en cola lo acompañaba.

- ¿Que tal estuvo la fiesta anoche? - pregunto Shikadai.

- Bien, fue algo aburrida pero lo demás estuvo bien - respondió Kawaki, sin levantar la vista de los documentos.

Se produjo nuevamente un silencio en ambos, era común, pues se dedicaban completamente a los asuntos de la empresa, nisiquiera el sonido del timbre los inmutó.

No se movieron, para eso tenía mucamas en la residencia, ellas se encargarían de la persona al otro lado de la puerta y le avisarían. Aunque el silencio duró más de lo habitual.

- ¿Los interrumpo?

La voz femenina y suave ahora si que los hizo salir del papeleo, observando a la mujer de veintiún años parada en la puerta, Kawaki solo pudo sonreír de oreja a oreja y negar con un movimiento de cabeza. En cambio, Shikadai se puso en pie.

- Lo dejaré solos - recogió todos los papeles y desapareció de su vista.

- Traje las bebidas de dentro y tus chocolates favoritos - menciono Himawari.

Se acercó a la mesa en donde estaba sentado Kawaki y dejó la bandeja en la superficie. Estaba por tomar asiento en una de las sillas pero fue tomada por la cadera y llevada al regazo de este mismo, quien teniéndola ahí, le dio un beso largo y profundo.

Ambos sonrieron y siguieron besándose, no era común que Himawari fuera a su residencia y siempre aprovechaban esas situaciones, pero esta vez no sería el caso, solamente disfrutarían la compañía del otro.

- Me hacías falta - dijo de forma melosa - Ayer no pudimos pasar mucho tiempo juntos.

- Tienes razón, me aburrí demasiado cuando no estaba contigo - respondió en forma de reproche.

Siguieron en la misma situación, ambos reían y platicaban animadamente, se les veía simplemente felices y en paz, además de que estaban muy enamorados, haciendo cosas como darle en la boca los chocolates y besándose cada que pueden, era tierno verlos de esa manera.

- ¿En qué trabajabas? - cuestionó Himawari, en una de sus tantos comentarios.

- Cosas mínimas, no tienen demasiada importancia.

Himawari se quedó pensando, por alguna razón la propuesta que le hizo ayer la estaba recordando. No la habían mencionado de nuevo la noche anterior así que se olvidó de ella.

- Oye, ¿te sucede algo? - la menor reacciono con tal comentario y lo miro confundida - Te has quedado pensando de un momento a otro.

- Lo siento, no es nada.

Parecía conforme, así que solo la abrazó, hundiendo su cara en su cuello y ella se aferraba a él.

- Oye, Kawaki...

- ¿Qué pasa? - el mencionado se despegó del abrazo para verla de frente.

Estaba nerviosa, ¿era correcto mencionarlo?, talvez fue por broma y no lo dijo en serio, se vería como una desesperada si se lo recalcaba. Pero en parte, quería sacarse esa duda.

- Era... ¿era cierto lo que me pediste ayer? - soltó de golpe.

Kawaki supo de inmediato a que se refería, ese impulso que tuvo mientras se besaban, ese momento en el que expuso su mayor anhelo, su más grande deseo.

¡Por supuesto que hablaba enserio! No podía esperar a que pasara ese momento, quería tenerla siempre, rondando por esa mansión desolada, tomar el almuerzo juntos, la comida y la cena; despertar a su lado y darle los buenos días, caminar de la mano y presentarla ante todos como su esposa.

Era culpable por desear eso, sabía que no sería fácil convencer a sus padres pero él estaba dispuesto a hacerlo todo, para poder tenerla con el.

- Claro que sí, pero no quiero una respuesta ahora - tomo su mejilla, mientras sus miradas reflejaban todo el brillo - Quiero la respuesta mientras te doy un hermoso anillo, donde el momento sea perfecto y no haya nadie que se interponga.

Estaba conmovida, ¿cómo es que alguien con un semblante tan frío puede ser tan honesto y fiel en cada palabra que entona?.

No sabía que decir, solo lo abrazo con fuerza y dejó que su calor corporal y aroma varonil se impregnara en su nariz.

- Sea cual sea el momento, mi respuesta no cambiará desde ahora.

- Eso espero, porque no aceptaré un "NO" por respuesta.

Depositó otro beso en su labios, se sentían completos
En ese lugar eran libres de darse su afecto.

Ella se despidió por la noche, parecía infantil con la sonrisa estúpida que llevaba en la cara y la forma de jugar mientras caminaba, no podía pensar nada más que en sus palabras, sin importarle el verdadero problema.

¿Cómo harían para obtener el permiso de sus padres?









































































Chyio67🌻

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