||Capítulo 0.04||
4|Conociendo a Frijolín|
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JIYU
Como si mi mano tuviera de repente un tic nervioso empieza a temblar haciendo que el lapicero ruede por todo el salón ¡Mierda y más mierda!
No me detengo a responder las incesantes preguntas del enano gruñón que se encuentra consternado y con cara de asombro mirando la digna escena de película porno que dan la tal Min Soo Hee y el patán calenturiento.
Gateando y prácticamente arrastrándome por el pulido suelo, emprendo la búsqueda de mi lapicero perdido. Bien podría ocupar otro y buscar el extraviado cuando finalice la clase, pero no puedo, es mi favorito y el motivo detrás de esto es muy bizarro y puede que para algunos asquerosos.
Fue uno de los primeros útiles que mi madre me había comprado cuando empecé a escribir en la primaria. Su diseño es muy infantil, acorde para la edad que tenía en esa época y ridículo en esta etapa de adultez, con un color rosa con brillantinas y un adorable adorno de conejo masticando una zanahoria. Solo era un cachivache más hasta el día en el que Jungkook no llevó lápiz y me lo pidió prestado para posteriormente devolverlo lleno de babas y todo mordisqueado. Sí, el gran Jeon Jungkook era todo un caníbal del plástico y demás materiales, hábito primitivo, el cual lo veo haciendo aún en ocasiones.
Sin importar su estado deteriorado con el tiempo, aún funcionaba correctamente y el tener las marcas de los dientes de mi amor platónico, lo hacía un tesoro invaluable, el cual rezo porque no se haya roto con la caída.
— ¡Eh, Jiyu! ¡Pero qué pedazo de culo! — la vergüenza se apodera de mí a la misma velocidad que mi sangre de mis mejillas.
El indecente piropo de Hoseok, el graciosillo de la clase, hace que todos, incluyendo el profesor, pongan sus miradas sobre mí. ¡Jodida mierda!, maldigo todo en estos momentos, maldigo estar usando falda, maldigo a los ineptos que no se abstienen a posar sus cochinos ojos en mi retaguardia, maldigo a Jungkook y su estúpida novia, maldigo a Hanna por huir y dejarme sin amparo, ¡Maldigo hasta el estúpido lapicero de los cojones!
— Señorita Kim, ¿Me puede explicar el porqué se encuentra en el suelo y no sentada en su lugar atendiendo mi clase?
Desearía en estos momentos cavar un hoyo hasta el centro de la tierra y jamás salir de él. Al oír automáticamente el regaño de mi profesor por los nervios o, más bien, para que nadie siguiera viendo mi culo, terminó sentada justo en el piso.
— Verá querido profesor, la cosa es...
— Regrese a su lugar o salga del salón. — él desinteresado vuelve a retomar sus explicaciones mientras los murmullos y aspavientos de los demás cesan.
Vuelvo a mi lugar con la cola entre las patas y me resignó a usar un lápiz común para seguir con mis apuntes. Yoongi se echa a dormir lo que queda de la clase y agradezco que no se haya burlado de mis desgracias.
Cuando terminan la conferencia, una estampida de estudiantes se aglomeran delante de mí, lo que me hace imposible salir de mi asiento hasta que la multitud se disipa y me pongo como loca a buscar mi objeto perdido, fallando en el intento, pareciera que un agujero negro se lo llevó consigo.
— ¡Eh enano! — remuevo el cuerpo de Yoongi de un lado a otro y aunque explotara una bomba, este no despertará.
Doy el caso por perdido al igual que mi preciado lapicero. Me encaminó a mi siguiente clase en donde me encuentro a Hanna esperándome en la puerta. Su patética excusa es que ya se estaba haciendo encima y que por demás tenía unas enormes ganas de vomitar, le paso sus cosas y seguimos con nuestro horario estudiantil, ninguna de las dos sacó a colocación los nombres de los innombrables, solo nos centramos en que pronto sucedería un momento importante para ambas.
Terminada la sección de la mañana nos dirigimos a una clínica privada, Hanna en un inicio había sacado cita en una pública porque no quería que a sus padres les llegarán el recibo de esos gastos y esto los alertará, hasta el momento no quería que ellos supieran lo que estaba pasando en la caótica vida de su hija; sin embargo, yo no podía permitir que eso sucediera pudiendo costear los gastos.
Tendría un chequeo completo con una buena obstetra y yo también me encargaría de comprar los medicamentos que le recetaron. Estaba de cierta forma entusiasmada, me hacía feliz poder apoyar a mi mejor amiga en una situación tan delicada, sabía muy bien de lo que ella tenía miedo, de que todos le dieran la espalda o la juzgarán, pero fuera como fuera yo estaría allí.
— ¿Lista?
— Un poco nerviosa, no es lo mismo ver el resultado de un test de farmacia a verlo en vivo y en directo.
— Será hermoso como un mini tú.
— Ya quiero verlo, estoy ansiosa.
Llegamos al lobby del consultorio de obstetricia, había ya algunas gestantes sentadas esperando su cita, Hanna se tensó a mi lado al darse cuenta de que era la más joven de todas, además de que la mayoría venían acompañadas de sus parejas, hubo una que otra mirada despectiva y no me quiero ni imaginar los cuchicheos que habría si Hanna hubiese venido sola. Maldita gentuza que no tienen otra cosa más que hacer que hablar de la vida de los demás.
Nos sentamos un tanto apartados de todos para evitar sus curiosas o mejor dicho sus acusatorias miradas, Hanna no era una adolescente, pero si era una joven que recién comenzaba su camino universitario, un embarazo para muchas sería como el fin de todos sus sueños y planes futuros y Hanna estaba tomando el toro por los cuernos y aceptando la realidad. La sociedad en la que vivimos juzga mucho sin pensar, estableciendo una edad adecuada para casarte y tener hijos; es tan hostigante que te juzguen y señalen por hacer estas cosas antes de los 30. ¡¿Qué diablos le importa a la gente tus jodidas decisiones?!
— ¡Oh, qué jovencita eres, muchacha! — Lo que me esperaba una vieja metiche de cuarenta y tantos metiéndose en donde no la llaman — Yo recién comienzo con mi primer y único embarazo, no deseo más, aunque la juventud de hoy sí que se adelantan mucho.
Hanna guarda silencio tragándose la sarta de verdades que le gustaría decirles a esa mujer, pero yo no me voy a quedar callada.
— ¿Sabe usted, señora? Los embarazos a su edad no son recomendados, son de alto riesgo y traen muchas complicaciones, debería de cuidarse más.
Automáticamente, se tragó sus palabras y se hizo la muy indignada. Gracias al karma divino, cuando su hijo crezca, la gente pensará que es su abuela.
— ¿Park Hanna? — Una enfermera salió de la consulta para llamar al próximo paciente que, gracias a Dios, es mi amiga.
Nos levantamos y entramos a la habitación, la cual albergaba una temperatura densamente más baja. El lugar era amplio, y con una decoración agradable a la vista.
— Buenos días, pueden tomar asiento.
La doctora era muy profesional, no hizo maliciosos comentarios al respecto y nos brindó una buena atención. La consulta se tardó mucho, ya que a Hanna la midieron, la pesaron, y estaba unos kilos por encima de su peso normal producto del embarazo, le tomaron la presión arterial, la enviaron análisis de orina para descartar problemas renales o infecciones, también le extrajeron sangre para chequear los valores de azúcar, colesterol y demás.
Ya ansiábamos poder ver a nuestro pequeñito y tal vez oír su corazón. Al contar con poco tiempo de embarazo, nos informaron que el ultrasonido sería transvaginal, pero sí tenía entendido que podíamos oír los latidos de su corazón, ya que el embrión empezaba a tenerlo a partir de las 6 a 8 semanas y Hanna ya contaba con 8.
— ¡Y aquí lo tenemos!— mi amiga empezó a llorar de la emoción y qué decir a mí también se me salieron las lágrimas — Como pueden apreciar mide 7 centímetros de largo que vienen siendo 3 pulgadas, es como del tamaño de un frijol, pesa 12 gramos, tiene un buen peso para el tiempo de gestación que lleva. Aún no se puede descubrir el sexo, pero eso lo veremos en meses posteriores y ahora vamos a escuchar su pequeño corazón.
Un sonido raro empezó a resonar en la habitación y en menos de dos segundos podíamos oír cómo trabajaba el corazón de nuestro Frijolin, la ecografía ya había terminado, por último nos habían recetado unas vitaminas que contenían hierro, calcio y ácido fólico nos dijeron que se le dificultaría poder realizar actividades cotidianas como caminar o realizar ejercicio, que tendría fatiga de aparición temprana, puede que vómitos, náuseas o rechazo a las comidas y que tuviera una dieta completa y saludable.
Salimos del consultorio, felices porque por fin pudimos conocer a un integrante más de nuestra familia. Cada una pidió una copia del ultrasonido, lo que sería la primera foto de mi futura sobrina o sobrino. Estaba muy emocionada y no poder compartir esta alegría con los demás se me haría una tortura.
Llegamos a la casa. Jungkook no estaba por esos lares, a esta hora, debe estar tomando clases con el profesor Kim y quizás si no estuviera entretenido con su nuevo juguetito apodada novia, estaría pensando en por qué me salté las clases. Dejamos todo, nos dimos una ducha y, con un cambio de ropa, le propuse a Hanna ir de spa para relajarnos y desconectar un poco de esta realidad agobiante.
La experiencia en el local fue genial, no era la primera vez que lo hacíamos, pero sí nos ayudó mucho. A mi mejor amiga le recomendaron varios aceites para evitar la formación de posibles estrías y grietas en el embarazo y nos dieron un masaje espectacular que me descomprimió hasta el alma. Nos tomamos varias fotos que posteamos en Instagram, la decoración del lugar lo ameritaba, y planeábamos seguir la noche en casa con una buena cena y un maratón de películas hasta que la madre de Hanna la llamó exigiendo que fuera a casa para una cena importante a la cual no podía faltar, lo lamente por ella y prometí no ver nada sin su presencia, ese pequeño espóiler que me di en la serie que estábamos viendo por poco me cuesta la vida literalmente.
Llegué al apartamento con nuevas vibras, y agradecí internamente que en esas horas no pensé en mi amor platónico y su nueva novia Barbie, sacada de la misma empresa Mattel. Al abrir la puerta, me encontré con mi objeto tortuoso de amor sentado en uno de los sofás de la sala, tomándose la cabeza con las manos, levantó la vista y pasó su lengua por el interior de sus mejillas. Okay, está enojado y ni puta idea de por qué cuando la que debería estar enojada soy yo.
— ¡Al fin te dignas en aparecer!
— ¿Qué sucede? — le pregunté preocupada mientras me deshacía de mis zapatos.
Me lanza la ecografía de Frijolin que yo había guardado con tanto amor en mi álbum de fotos y recuerdos.
— ¡¿Estás embarazada, Jiyu?! — ¡Caca de elefante multiplica por mil!
Hanna me va a matar si le cuento, y si le cuento, Jungkook le va a ir con el chisme a su amigo, y yo no puedo traicionar a mi amiga así, hay códigos de hermandad inviolables. Sinceramente, me vale un pepino si piensa que yo estoy o no embarazada. Él a mí no me da explicaciones, yo no tengo por qué dárselas y menos cuando no me conciernen.
— ¿Y qué con eso? No es asunto tuyo si lo estoy o no, otra cosa no deberías de andar revisando mis cosas ni exigiendo explicaciones cuando tú a mí no me las das.
Su cara de enojo evoluciona a una totalmente asombrada y me puede importar menos que nada. Este día me di cuenta de que de nada me sirve esperar como una tonta a que él se fije en mí, una nueva Jiyu empezará a emerger.
Continuará...
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