
𝐔𝐧𝐚 𝐄𝐣𝐞𝐜𝐮𝐜𝐢𝐨́𝐧
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salir de aquella habitación cargada de tensión y cicatrices invisibles, Thor cruzó la hilera de guardias apostados en la entrada sin emitir palabra. Su andar era firme, pero su expresión lo delataba: había en su mirada una sombra que ni los reflejos dorados de su armadura lograban ocultar. Fue entonces cuando la figura de Sif emergió del extremo opuesto del pasillo, deteniéndose apenas a unos pasos con el ceño fruncido.
—¿Thor? —preguntó en voz baja pero con urgencia, acercándose rápidamente—. ¿Estás bien? —Sin esperar respuesta, comenzó a examinarlo, revisando con manos ansiosas si había señales de algún hechizo.
—Sif —murmuró él con una sonrisa forzada, sujetándola por los hombros con suavidad para detener su inspección—. Deja de ser tan paranoica. No me ha hecho nada. Ella... apenas es una niña. Una que está sufriendo.
—Sabes que me preocupo por ti —insistió, sin apartar la mirada—. Y por el reino. No puedo fingir que esto no me pone en alerta.
Antes de que pudiera replicar, se acercaron Frandal, Volstagg y Hogun, con paso sereno y actitud contenida. Ellos también habían escuchado los ecos del caos anterior.
—Tienes que calmarte, Sif —intervino Frandal con su tono diplomático de siempre—. Si Thor dice que no es una amenaza, tal vez deberíamos considerarlo.
—¿Una niña? —replicó ella, girando para encararlo—. ¿O una nueva Lady Perfecta que logra que todos ustedes se alineen a su favor solo porque está del lado de Loki? —Apuntó con su espada hacia la puerta detrás de la cual se ocultaba el epicentro de su preocupación.
—Saben... —murmuró Hogun, mirando a su alrededor con una expresión tensa—. Este no es lugar para discutirlo. Tenemos demasiadas orejas cerca.
Los guardias que rodeaban la zona los observaban de reojo, fingiendo disciplina, pero claramente atentos. Thor tomó a Sif y a Frandal por los hombros, guiándolos con rapidez hacia los pasillos más alejados del ala real. La situación requería discreción y, más que nada, control emocional.
Horas más tarde, los cinco se encontraban reunidos en una de las salas privadas que solían usar después de las batallas, lejos de los oídos del trono. En esta ocasión, no celebraban una victoria: debatían sobre una derrota invisible, una herida abierta que no pertenecía al cuerpo, sino a la mente.
—¿Entonces Odín los separó con un hechizo? —preguntó Volstagg, aún incrédulo.
—Sí —asintió Thor—. Pero Loki se resistió... Y por eso todo esto ocurrió. Fue una ilusión. Una muy bien elaborada.
—Y por eso no me fío de la magia —dijo Frandal, sentándose a su lado—. Detesto la idea de que alguien pueda meterse en mi mente y jugar con lo que creo real.
—¿Creen que podamos hacer algo por ella? —preguntó Hogun, que no dejaba de caminar por la estancia como si buscara en el suelo una solución.
—No sin arriesgarnos a ser acusados de traición —gruñó Volstagg—. Si desobedecemos al rey, podríamos acabar igual que Loki.
—¿Y si la enviamos de vuelta a Midgard? —sugirió Frandal, aunque su voz carecía de convicción.
—No es posible. —Thor negó con la cabeza—. Madre fue clara antes de partir: aún no controla bien la energía de la Gema. Si mi padre lo sabe, usará eso para mantenerla aquí... como una prisionera.
—¿Cuándo regresa la reina? —preguntó Frandal, esperanzado.
La respuesta vino desde la entrada, acompañada por la silueta de Sif que apareció abruptamente, aún con armadura.
—Espero que sea pronto —dijo con gravedad—. Las grietas se están extendiendo por todo el palacio, y no es una metáfora. Las paredes están cediendo. Algo se está rompiendo. Y no es solo magia.
Todos miraron a Thor, esperando una decisión. Él tragó saliva, sintiéndose repentinamente más príncipe que guerrero.
—Vuelvo en un rato. Hay... algo que debo hacer antes de proponer una solución —dijo, y salió de allí a paso firme, decidido pero también quebrado por dentro.
El portón que daba acceso a las celdas inferiores del palacio se abrió sin resistencia cuando los guardias lo vieron acercarse. Su autoridad no necesitaba ser anunciada. Descendió los escalones fríos, dejando atrás la luz del día y entrando en la penumbra que siempre rodeaba a su hermano.
—Pero vean a quién tenemos aquí... —resonó la voz de Loki con ironía desde su celda, mientras se incorporaba de la pequeña silla que había convertido en su trono improvisado—. ¿A qué debo el honor de tu visita, hermano?
—Tenemos que hablar —respondió Thor con voz grave.
—¿Están invadiendo el reino? ¿Los elfos oscuros han regresado? —bromeó con una sonrisa torcida—. Si es así, te aviso que no me interesa colaborar esta vez.
—No se trata de eso —dijo el rubio, desviando la mirada.
Loki entrecerró los ojos.
—Es sobre ella, ¿verdad? —La ironía se desvaneció al instante—. Dime.
Thor bajó la vista. No sabía cómo decirlo sin que doliera. Pero debía hacerlo.
—Padre... ejecutó su plan. La aprendiz de madre entró en su mente. Distorsionaron sus recuerdos. Le hicieron creer que tú... la traicionaste.
El rostro de Loki se endureció de inmediato. Dio un paso atrás, como si el suelo se abriera a sus pies.
—No... —susurró—. ¡No! Se suponía que esperaríamos a madre. ¡Ella prometió ayudar!
—No quiso esperar más. Actuó por su cuenta. La ilusión se instaló... y ella la creyó. Por completo.
Loki no dijo nada. No lo necesitaba. En su mente, las piezas encajaban. Recordó a la mujer que había ido antes, era la aprendiz de su madre. ¿Cómo no se había dado cuenta antes?
—¿Cómo está? —preguntó, con la mandíbula tensa.
—Ella... provocó el temblor de esta mañana. Su poder está reaccionando al trauma.
—Tengo que verla —declaró Loki con firmeza, acercándose hasta la barrera mágica—. Tiene que saber la verdad.
—No creo que quiera verte —respondió Thor—. Rompió todo en su habitación. Gritó. Lloró. El palacio tiembla con su rabia. Y su tristeza.
—Si tan solo me hubieran dado un poco más de tiempo... —Loki se giró, golpeando con rabia la pared de su celda—. ¡Esto no debía ser así!
—Lo sé. También fallé. Prometí protegerla. A Tony, a ella... Y ni siquiera supe reconocer la mentira cuando la vi.
Thor se quedó en silencio. Loki lo miró con una mezcla de súplica y resolución.
—Llévame con ella. Por favor.
Thor nunca había escuchado a su hermano hablar así. No con esa vulnerabilidad.
—Dame un día —susurró el rubio—. Intentaré sacarte de aquí. Quizá... aún haya una forma de que escuche.
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La noche siguiente, en la taberna escondida en los límites de la ciudad dorada, una tormenta estallaba entre los presentes.
—¿¡Acaso has perdido el juicio!? —bramó Sif, golpeando la mesa con tal fuerza que las jarras saltaron.
—¡Sif, basta! —la reprendió Frandal, tirando de su brazo.
—¡No me digas que están de acuerdo con esto! —espetó con furia.
—Tal vez no sea lo más cuerdo —intervino Thor—. Pero puede funcionar.
—¿Funcionará si le rompe el alma aún más? —le lanzó una mirada envenenada—. ¿Alguna vez has visto a una mujer con el corazón destrozado, Thor?
—No...
—Entonces no esperes comprensión. Porque para ella, todo lo que vivió fue real. Las lágrimas, la desesperación, el abandono. Todo fue real —sentenció.
Silencio. Nadie tenía una respuesta.
—Y sin embargo —dijo Hogun al fin—, ¿qué otra opción nos queda?
La habitación de ____ aún olía a ceniza emocional. Con hechizos y algo de tecnología terrestre, había reparado los objetos dañados. Pero no podía reparar lo roto dentro de ella. La rosa de hielo seguía allí, como un símbolo cruel. Quería creer que todo había sido un mal sueño. Pero los recuerdos dolían demasiado.
Unos golpes suaves resonaron en la puerta. La voz de Thor la sacó de su ensimismamiento.
—Pequeña, soy yo. ¿Puedo entrar? Necesitamos hablar.
Ella dudó. Luego abrió la puerta con un gesto de su mano. Thor entró... seguido por Hogun.
—¿Por qué tu amigo no entra? —preguntó sin voltear.
Thor frunció el ceño. Hogun estaba tenso. Demasiado.
—Beach boy —dijo ella con voz cansada—, ¿puedes pasarme el pegamento?
Él obedeció. Ella sonrió ligeramente.
—¿A qué viniste?
—Hay algo que debes saber. Algo sobre Loki...
—Ajá —asintió, sin mirarlo—. Sostén esto.
Pegaron una tetera. Silencio.
—____, lo de ayer fue una mentira. No fue real. Tus recuerdos fueron manipulados...
Ella sonrió con frialdad. Su voz fue casi un susurro afilado.
—¿Sabes qué no logro entender aún?
Thor la miró, confundido.
—Que hayan creído que soy tan tonta como para no notar al infiltrado que trajiste contigo.
Con un gesto sutil, la ilusión se deshizo. Y ahí estaba Loki, temblando, detrás de una cortina, incapaz de enfrentarla.
Porque sabía que no había hechizo que reparara un corazón roto.
—¿Qué demonios hace él aquí, Thor? —_____ lo miró desconcertada, la voz cargada de confusión y desconfianza.
—Tienes que saber la verdad. Nada de lo que viste o escuchaste fue real —respondió el dios del trueno con seriedad.
—No voy a caer otra vez en ese jueguito. —Avanzó con firmeza hacia Loki, retirando la cortina de un solo movimiento—. ¿No te bastó con todo lo que me dijiste? ¿Tenías que venir hasta aquí... a verme así?
—L-linda, escúchame... —suplicó Loki, con la voz quebrada.
—¡No! —exclamó ella, clavando su dedo en el pecho del dios—. Ya fue suficiente con lo que escuché ayer.
—_____, por favor... —Loki tomó su mano con suavidad, provocando un escalofrío que le recorrió la espalda—. Las cosas no pasaron como tú crees.
—No, Loki. Ya no más —dijo ella, apartando su mano bruscamente.
Loki sintió un vacío en el pecho. Verla en ese estado le destrozaba: su piel pálida, cortes en el rostro, vendas en la muñeca y el abdomen. Todo eso... era su culpa. Ella cargaba con las consecuencias de sus errores. La había roto.
—Quiero que se vayan —murmuró, alejándose hacia el balcón.
—Espera, pequeña. Aún podemos hablarlo, aún podemos...
—¡NO, THOR! —giró hacia él con los ojos brillando de rabia—. De Loki me esperaba cualquier mentira, incluso la más absurda. ¿¡Pero de ti!?
—Princesa, yo jamás te mentí —interrumpió Loki, acercándose—. Solo... déjame mostrarte.
Loki alzó las manos, tratando de invocar una ilusión que revelara la verdad. Pero nada sucedió.
—Pff... Y decías que yo era la lenta —se cruzó de brazos y lo miró—. La habitación está protegida con runas. Un hechizo básico que me enseñó tu madre. Solo quien las creó tiene acceso a su magia. —Señaló las marcas disimuladas en el techo.
—_____, no hagas esto.
—Debiste pensarlo antes de hacerme lo que hiciste. Me mentiste. Nunca fuiste honesto conmigo.
—Sí lo fui. Contigo fui más honesto que conmigo mismo. Te dije lo que sentía... desde lo más profundo.
—¿Ah, sí? —se acercó tanto que casi tocaban sus frentes—. Mírame a los ojos y dime que nunca pensaste en tomar la gema de mí.
Loki se quedó en silencio. Apretó los ojos y bajó la mirada. No podía mentirle. No a ella.
—Por lo menos... fuiste honesto una vez —susurró _____, dándole la espalda. Caminó hasta su cama para que no viera cómo las lágrimas comenzaban a empañar su vista—. Quiero que se vayan.
—_____, por favor... Podemos hablar esto. Solo escúchanos —imploró Thor.
—No quiero escuchar nada más —la voz de ella temblaba—. Estoy cansada, Thor. Solo quiero salir de este maldito lugar.
—Linda... —murmuró Loki, acercándose.
—¡No te me acerques! —gritó ella, invocando una daga en su mano. Apuntó al pecho de Loki—. Pensé que lo que te dije anoche te había quedado claro.
—Stark, por favor, cálmate —Thor intentó acercarse, pero una ráfaga mágica lo empujó hacia atrás.
La tensión creció como una tormenta.
—Preciosa, sé que esto no es lo que quieres...
—No, no lo es —dijo ella, con lágrimas cayendo por sus mejillas—. Porque jamás quise lastimarte.
—Lo sé... Yo sé que cometí un error. Pero puedo arreglarlo. —Lentamente, apartó la daga de su cuello—. Déjame arreglarlo, por favor, princesa...
—Está bien.
—¿E-en serio? —preguntó él, esperanzado.
—No —la hoja volvió a colocarse justo sobre su garganta. Su mirada era gélida—. No quiero verte nunca más, Loki. Y quiero que recuerdes lo que te dije anoche... cuando me mostraste quién eras realmente.
—Ese no era yo, _____. Tienes que creerme... lo único que quiero es que estés bien.
—¡Cállate! —gritó, presionando apenas la daga contra su piel—. ¡Tú ya no existes para mí!
—No digas eso... ____, escúchame...
—¡Estás muerto para mí, entiéndelo! —gritó, con la voz rota. En un impulso, la daga rozó su cuello, dejando un delgado hilo de sangre.
—¡_____ NO!
El silencio cayó como un peso sobre la habitación.
Loki no se movió. No por el corte... sino por lo que había dicho. La daga cayó al suelo con un sonido seco.
_____ retrocedió, cubriéndose el rostro con las manos.
—N-no... Yo... lo lamento... yo no quería... —balbuceó.
Loki llevó una mano al cuello, observando el rastro carmesí en sus dedos.
—Está bien... ¿sí? —susurró, intentando calmarla—. Fue un accidente.
—No... —la voz de ella se quebró aún más. Grietas comenzaron a recorrer las paredes y el techo, como si el dolor hubiera invadido cada rincón del lugar.
En un movimiento brusco, _____ invocó una ilusión, envolviendo a Loki en la apariencia del amigo de Thor, y abrió las puertas de su habitación con violencia.
—Lo siento... —susurró.
—¡Espera, ____!
Pero antes de que pudieran alcanzarla, una oleada mágica los arrojó fuera de la habitación. Las puertas se cerraron de golpe, haciendo retumbar todo el palacio.
El plan había fracasado. Y de la peor manera.
_____ no solo lo había rechazado: lo había herido. Con una daga... y con palabras que atravesaron el corazón del dios de la mentira.
Los guardias acudieron casi de inmediato. Loki fue escoltado de nuevo a su celda, destrozado. Para ella, él ya no existía. Y no había forma de reparar ese abismo.
Thor, por su parte, discutió con su padre. La mentira que habían mantenido había salido a la luz... y su costo era más alto del que jamás imaginó.
Días pasaron. El palacio se sumió en un silencio tenso. Nadie volvió a ver a _____, ni siquiera Frigga pudo entrar en su habitación. La comida se acumulaba sin ser tocada.
—Me preocupa —dijo Thor a su madre—. No ha salido en más de una semana.
—Dale tiempo —respondió Frigga con pesar—. Cuando tu padre regrese, resolveremos esto.
Pero no hubo tiempo.
—¡Thor! —gritó Fandral, irrumpiendo con sus compañeros—. Lo siento, Majestad... pero tenemos un problema urgente.
—¿Qué sucede? —preguntó Frigga.
—El general ha decidido actuar a espaldas del rey —dijo Volstagg, jadeando—. Escuchamos a los guardias... Confirmamos que planean ejecutar a ____ esta misma noche.
—¡¿Qué?! —exclamó Thor, furioso.
—Temen que cause algo peor que lo del baile... harán lo que sea, incluso sin aprobación del rey —añadió Sif.
—Tenemos que sacarla de aquí —ordenó Frigga, tomando a su hijo del brazo—. Ustedes la escoltarán al Bifrost. Yo intentaré ganar tiempo.
Los pasillos de palacio ardían con tensión. Los ecos de las botas resonaban como tambores de guerra, mezclándose con los gritos distantes de los guardias que se desplegaban por todo Asgard. Thor corría con el corazón en un puño, empujando puertas, atravesando salones, seguido de cerca por sus inseparables compañeros. El aire se sentía más denso, cargado de una energía contenida a punto de estallar.
Frigga le había confiado una misión desesperada: sacar a ______ del palacio antes de que el general, actuando a espaldas del rey, ejecutara su sentencia. La idea de que su amiga pudiera ser asesinada esa misma noche le apretaba el pecho.
Cuando llegaron a la habitación, el portón seguía firmemente cerrado y custodiado por al menos media docena de soldados. No era tiempo para sutilezas.
—¡STARK, ABRE LA PUERTA! ¡ES URGENTE! —gritó Thor, golpeando con fuerza—. ¡_____!
Sin respuesta.
Gruñó. Estaba furioso consigo mismo por no haber previsto que todo escalaría así.
—¡Aléjate lo que más puedas de la puerta! —rugió mientras llamaba al Mjolnir con una sacudida de su brazo.
El relámpago respondió. Con un rugido de trueno, el martillo se estrelló contra la puerta, haciéndola volar en pedazos. El estruendo resonó por todo el ala como un trueno que partía el cielo.
Dentro, la habitación era una sombra de lo que fue. Las paredes aún marcadas por grietas mágicas, el suelo cubierto de papeles, frascos y telas, como si una tormenta hubiese pasado por ahí. Sentada junto a la cama, ______ no se movió. Su mirada perdida no se posaba en nadie, apenas respiraba.
—______, tenemos que irnos —Thor se arrodilló frente a ella, su voz más suave—. Están por... hacer algo terrible. No hay tiempo.
—Te dije que no quiero ver a nadie —murmuró sin mirarlo.
—Este no es momento para berrinches —bufó Lady Sif desde la puerta—. Estamos tratando de salvarte la vida.
—¿Y ella quién la invitó? —musitó con desdén, alzando apenas la mirada—. El estrés te está dejando arrugas, por cierto...
—¡Pequeña! —intervino Volstagg, ya nervioso—. ¡No hay tiempo para esto!
Los ruidos en el pasillo se intensificaron. Más guardias se acercaban. Las órdenes se gritaban, las armas se desenvainaban.
—¡Tenemos que irnos ya! —exclamó Thor—. Te llevaremos al Bifrost. A casa.
____ se puso de pie con lentitud. Tenía los ojos hundidos, la piel pálida. No parecía la misma chica que había llegado a Asgard semanas antes. Aun así, asintió. Cambió rápidamente de ropa, vistiendo una sudadera suave y oscuros pantalones, mientras atrapaba su mochila con manos temblorosas. Dudó un instante frente a su mesita de noche. Sobre ella, aún reposaba la pequeña piedra de hielo que alguna vez le había entregado Loki. Contra toda lógica, la tomó y la guardó en el bolsillo delantero.
—Vamos —dijo, sin mirar a nadie.
Salieron corriendo por los pasillos mientras los guardias daban la alarma. El estruendo de armaduras y espadas chocando no tardó en envolverlos. Thor y Volstagg cubrían la retaguardia, derribando a cualquier soldado que intentara alcanzarlos.
—¡Dividámonos! —ordenó el príncipe—. Sif, Fandral, lleven a ____ hasta el Bifrost. Nosotros los cubriremos.
—Ten cuidado —murmuró ella, aferrándose al brazo de Thor.
—Tú también, pequeña. Lo siento por todo esto —dijo mientras le colocaba la capucha sobre la cabeza.
—No. Yo... yo lo lamento todo —susurró, y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—No fue tu culpa. Prometo visitarte cuando todo se calme.
Montaron a toda velocidad. El viento azotaba sus rostros mientras cabalgaban a través del reino. Pero el Bifrost no estaba libre. A mitad del camino, un grupo de soldados les bloqueaba el paso y otros tantos se acercaban desde la entrada misma del puente.
—Tenemos compañía —gritó Fandral.
____ apretó los dientes. Aunque débil, levantó las manos y conjuró una ráfaga de energía que derribó a varios enemigos. Sif desmontó de un salto, protegiendo su avance mientras la joven Stark utilizaba su magia para abrir paso.
—¡Acelera, vamos! —gritó Sif mientras los dos volvían a montarse. El puente de arcoíris ya estaba a la vista.
Pero entonces, el silbido inconfundible de las flechas cortó el aire.
—¡CUIDADO! —Flechas descendieron en una lluvia mortal frente a ellas. El caballo se encabritó, lanzando a ambas al suelo con violencia.
El impacto fue brutal. Rodaron por las piedras del puente. ______ sintió el dolor morderle el costado, pero no era momento para detenerse. Más soldados venían corriendo. Sif ya estaba en pie, defendiéndola con su espada.
—¡_____! ¡Llega hasta Heimdall! ¡Corre! —gritó Fandral mientras cubría sus espaldas.
La joven se levantó a duras penas, corrió, esquivó un golpe, bloqueó una lanza con su magia. Ya estaba casi allí. Heimdall la esperaba al final del puente con su espada lista. La salvación estaba a unos pasos.
Pero un reflejo de metal la detuvo.
Una flecha silbaba en el aire, directa hacia la espalda de Sif.
—¡SIF! —gritó con desesperación.
Sin pensarlo, sin dudar, corrió. Corrió con todas las fuerzas que no tenía, impulsada por el instinto. Se lanzó frente a la flecha justo a tiempo.
El impacto la sacudió. La flecha se clavó con precisión cruel en su abdomen y el mundo pareció detenerse.
Sif gritó, girando justo para ver a ______ caer de rodillas al borde del Bifrost. Se lanzó para sostenerla.
—¡Dame tu otra mano, rápido! ¡Vamos!
—¡No! —jadeó _____ con los ojos muy abiertos. Vio la sombra de un guardia detrás de Sif. Un segundo más, y la espada la partiría.
Con un último esfuerzo, empujó a Sif con su magia hacia un costado. La espada falló, pero el precio fue terrible. El impulso la hizo soltar el borde. Cayó.
Cayó al vacío helado, su silueta desapareciendo entre la bruma espesa y el mar gélido de Asgard.
—¡_____ NO! —Sif gritó, con desesperación, estirando el brazo inútilmente.
Thor llegó justo para ver la caída. Su grito desgarrado quedó suspendido en el aire.
Heimdall apretó los ojos. Su mano tembló sobre la espada.
Pero ya era tarde.
Las aguas no devolvieron a la joven. Ninguna burbuja, ningún indicio. Nada.
Ella ya no estaba.
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Y
SE MURIIIIOOoooOooOoOo
Jjsjsjsjsjjsjs
Bueeenas, espero les haya gustado el capítulo de hoy.
No sé si salió como esperaba pero espero les guste, estoy terminando está mamada a las 4 de la mañana así que lamento así ahy alguna falta de ortografía o poca coherencia, estaré editando de apoco este cap para que quede 10/10 🥲
Y casi más de 4.6k palabras, diosss
Amo cuando comentan
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