Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐔𝐧 𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨

:•.─────  .   ─────.•:

:•.─────  .   ─────.•:

Otro día más en el infierno llamado "escuela". No era extraño que _____ volviera a meterse en problemas, esta vez por haber dicho la verdad a la maestra sobre quién había manchado su silla con tinta.

Pero como costumbre, no le creyeron.

—¿En serio crees que te van a escuchar? Nadie cree las estupideces que salen de tu asquerosa boca, monstruo de mierda —escupió Nikita con odio.

_____ estaba siendo sujetada por las amigas de Nikita, quien tenía la tarea diaria de hacerle la vida una tortura a _____ mientras estudien esa escuela que tenia pinta de ser más un centro de torturas, con niño como verdugos. La pelirroja no dudó en avanzar hacia ella, con una sonrisa en la cara.

—Es hora de que entiendas que este no es tu lugar... pedazo de Говно.

Nikita sacó una navaja escondida en su calceta y, sin vacilar, la clavó en la palma de la mano de _____.

—¡NO! —gritó ella, forcejeando.

Nikita se quedó pasmada. No había sangre. Nada. Extrañada, volvió a clavar la navaja con más fuerza. Esta vez, el grito de dolor de _____ fue tal que las ventanas estallaron una tras otra.

Una sola gota de sangre cayó de su mano.

Y esa fue la gota que colmó el vaso.

_____ se levantó lentamente. Nikita retrocedió al ver la mirada en los ojos de su víctima, ahora transformada en algo mucho más oscuro.

Su cuerpo ardía, una furia contenida durante años estaba a punto de explotar, no era ella, era como si hubiera una fuerza oscura dentro de su mente. Recordó las palabras del hombre que la acompañó durante su encierro y tomó por fin su decisión.

Sin dudarlo, sujetó a Nikita del cuello, apretando con fuerza, sentía como le costaba respirar y forcejeaba arañando sus manos en un intento de que la soltara.

—¿Sabes qué, Niky? —mencionó su nombre con cierta gracia con rabia—.Tienes razón... este monstruo no pertenece aquí.

Un crujido sordo fue lo último que se escuchó de Nikita.

Los compañeros de clase, miraban la escena aterrados, intentaron ayudarla al momento que ella tiró su cuerpo al suelo como si nada, pero ya era tarde. _____ levantó con facilidad los trozos de vidrio esparcidos y los dirigió hacia ellos, acorralándolos contra la pared.

—¿____? —La señorita Turner entró, horrorizada al ver la escena—. ¡¿P-pero qué demonios estás haciendo?!

_____ la miró con fría curiosidad, luego bajó la vista a sus manos ensangrentadas y cerró los puños.

—Debio haberme escuchado desde el principio.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Turner. Sintió el frío del vidrio clavarse en su pecho. Cayó de rodillas, la mujer balbuceó entre jadeos "fueron órdenes" ella lo ignoró y luego _____ usó los mismos fragmentos para acabar con el resto.

La alarma se activó. Estudiantes y maestros corrían, mientras _____ caminaba, serena, como una pesadilla andante. Se sentía invencible y poderosa.

МОНСТР! —gritó una niña menor, corriendo aterrada.

Con solo un gesto de la mano, todos los presentes cayeron como marionetas rotas. Caminó lentamente hacia la chica que la había insultado. Tomó la navaja aún clavada en su propia mano, la sacó con calma, y se la hundió en el abdomen de la niña.

Uno a uno, fue acabando con quienes le habían causado daño. Su dolor se volvía llamas. Su ira, gasolina. Y aquel edificio, un campo seco listo para arder.

Soldados de HYDRA irrumpieron en el lugar. Ella no se detuvo. Utilizó su entorno como arma: pupitres, puertas, lockers. Todo se convirtió en proyectil contra los atacantes.

No vio las latas de gas rodando por el suelo.

En segundos, cayó inconsciente.

...

Todo era borroso. Solo luces blancas y un zumbido insoportable. Intentó moverse, pero estaba atada a una camilla con correas gruesas. Se sentía débil, más de lo normal.

—¡MI MÁS GRANDE CREACIÓN! —la voz hizo que su piel se erizara.

Lo reconocía. Era el hombre que había hecho de su vida un infierno.

Хорошие господа, no tenemos mucho tiempo —dijo, acariciando su cabeza como si fuera un objeto—. Instalen el limitador.

Los pasos se apresuraban. Alarmas sonaban por toda la base.

La giraron sobre la camilla para pasarla a una mesa de metal. Vio bisturíes, jeringas.
Era diferente, veía a los medicos nerviosos y eso no era bueno. Sintió una punzada en el hombro. Algo se insertaba en su espalda. Un chip.

El frío del metal se sentía distinto esta vez. Intuyó que aquello sería peor que cualquier otra cosa vivida. Tenía miedo, mucho miedo. Pero tenía que dejarlo si por fin quería salir de ahí.

En un acto desesperado, se liberó sacando la fuerza de donde no tenía, rapidamente tomó un bisturí cerca y lo clavó en el cuello de uno de los hombres que trataba de sostenerla.

Sangre. Dolor. Y una idea de escape.

Eran esos tres puntos que protagonizaban esa escena.

—Niña, no estamos para juegos —dijo una mujer acercándose con una jeringa.

Но я думала, что они играют со мной... / Pensé que estaban jugando conmigo... —sonrió débilmente—. Supongo que ahora me toca a mí jugar.

Saltó sobre la mujer, le clavó la jeringa en el cuello y lanzó a todos los presentes contra las paredes con su poder.

Vio en una pantalla la palabra "Limitador de Armamento". Ignoró el botón.

Tenía algo más importante frente a ella.

El monstruo. Su creador.

—¿-___? Pequeña, ¿p-podemos hablar de esto un momento? —su tono era nervioso y con miedo, como ella alguna vez se escuchó a sí misma—. No creo que debas hacer una de tus rabietas ahora que nos están atacando —titubeó el hombre.

Ella lo miró fijamente y se avalando contra el tirándolo al suelo. empezó a asfixiarlo con sus propias manos.

Я не думаю, что у нас есть время поговорить. / No creo que tengamos tiempo para hablar.

Apretó lentamente, prolongando el sufrimiento. No era solo venganza. Era justicia, para ella.

Un técnico que intentaba luchar con su poder telequinetico de alguna manera logró presionar el botón del limitador. Ella lo vio.

Sintió una punzada en su hombro y su cuerpo llegando a sentirse debil por un momento.

Pero en una idea rápida tomó un arma cercana de alguno de los guardias que estaba cerca noqueado. Disparó sin piedad. Una bala, otra, y otra.

Hasta que todo quedó en silencio.

Tocó su espalda ensangrentada. Gritó de dolor mientras extraía con los dedos el chip insertado. Lo arrojó al suelo y pateó la puerta hasta derribarla.

Corrió por los pasillos, luchando contra guardias, golpeando, esquivando, sangrando.

No sabía a dónde iba, su meta era salir y encontrar en donde perderse para que nadie más la volviera a encontrar.

Pero seguía viva.

Hasta que lo vio.

El Soldado del Invierno.

Frente a ella.

Su mirada helada, implacable. Su cuerpo era una máquina de matar.

Ella era una niña herida, pero no débil.

El combate comenzó. Él avanzaba como una bestia. Cada golpe que lanzaba era como el rugido de un cañón. Ella esquivaba, peleaba, pero su cuerpo ya no respondía como antes.

Era el depredador. Y ella, la presa.

Corrió. Golpeó. Luchó con todo. Pero él la atrapó.

Su mano metálica apretó su cuello. La asfixiaba lentamente.

П-почему...? / ¿P-por qué...? —logró decir con lágrimas en los ojos.

—Eres mi misión.

Esas palabras se quedaron grabadas en su mente.

Pero algo en la mirada del Soldado cambió. ¿Remordimiento? ¿Duda?

Aprovechó ese instante. Tomó un rifle. Le golpeó la sien con la culata. Cayó.

Ella no se detuvo.

Recordó su entrenamiento.

—Nunca apuntes a la cabeza ni al pecho. Apunta donde no puedan defenderse... —decía él.

—¡Al tren inferior! —había respondido ella, años atrás.

Ahora lo aplicó. Apuntó a su muslo. Disparó.

Él cayó.

Y ella corrió. Tropezando. Sangrando. Pero no se detuvo hasta ver una puerta abierta.

La libertad.

El bosque la recibió con su oscuridad. Cayó de rodillas, jadeando, creyendo que por fin había escapado.

Pero no.

Soldados la rodearon. Y con ellos, un hombre con un parche en el ojo.

Apuntaba directo a su pecho.

Ella lo miró. Se levantó.

Я туда не вернусь. / No pienso volver ahí.

—Wow, calma, mocosa. Nadie va a llevarte de vuelta.

—¿Entonces qué carajos quieren? —bajó el arma. Fury aprovechó el descuido y la apuntó a la cabeza.

Говно...

...

—Repíteme tu nombre —dijo Fury, caminando en círculos en la sala de interrogatorios.

—¿Eres sordo o qué? Es la tercera vez que te lo digo —gruñó ella, cruzándose de brazos—. Además, ¿dónde se supone que debo mirar? ¿A tu parche o a tu ojo?

Fury contuvo la respiración.

—A ver, señor —dijo con sarcasmo—. Mi nombre es _____. Mi. Nombre. Es. _____ —repitió lentamente para disimular su acento.

—Sí, ya sé tu nombre. Me refiero al resto.

—¿Qué resto? ¿Se supone que tengo más nombres? ¿O te refieres a algún accesorio secreto?

Hill intervino revisando archivos.

—Señor, no hay registro de nacimiento.

—¿Familiares?

—La madre figura como exsoldado de HYDRA. Murió en una misión.

El rostro de la chica se congeló.

Ni siquiera la había conocido.

—Entonces... creció allí —dijo uno de los agentes, con voz baja.

Fury la observó. Cada marca, cada cicatriz, cada golpe... era una historia de horror.

—¿Qué dice su registro clínico, Hill?

—Señor, no me lo va a creer, pero esta niña es más fuerte de lo que puede llegar a creer —le entregó los resultados de varios estudios—. Tiene alteraciones genéticas que no se habían observado desde el Capitán América.

Fury hojeó los documentos, levantando una ceja.

—Entonces eras el nuevo juguete de HYDRA, señorita ______ —murmuró, evaluándola con atención—. ¿Pero qué tenemos acá?

Ella forcejeaba discretamente con las esposas, pero eran demasiado resistentes incluso para ella en ese estado.

—¿Qué otras habilidades nos ocultas?

—¿Acaso no mencionan en esos papeles lo capaz que soy de hacer? —preguntó con fingida inocencia mientras se estiraba en puntillas para intentar ver los archivos que Hill sostenía.

Fury volvió a leer los datos. Una mueca de asombro se dibujó en su rostro.

—Genial. Tenemos a un arma superdotada.

—¿Podrían dejar de decirme "arma"? ¿Acaso tengo cara de revólver o qué? —espetó con un tono claramente irritado, el acento aún más marcado por el enfado.

—Señor... debería ver esto —interrumpió otro agente desde una consola cercana.

Fury se acercó. En la pantalla se mostraban grabaciones e informes de misiones encubiertas que claramente involucraban a la niña, incluso algunas en las que se enfrentaba a agentes de élite con brutal eficiencia, pero había algo más alli, algo que provocó una sonrisa casi incredula en el rostro del hombre del parche.

—Sabes... —dijo con una sonrisa ladeada mientras volvía a mirarla—. Creo que habrá alguien a quien le haría feliz conocerte.

Días después de ser capturada por S.H.I.E.L.D., _____ fue trasladada a un lugar completamente distinto a lo que conocía. Esta vez no había paredes de concreto ni pasillos oscuros; el vehículo en el que viajaba se desplazaba por una carretera junto al mar, con una vista despejada del horizonte y el olor del océano entrando por las rendijas.

Se detuvieron frente a una mansión moderna, de grandes ventanales, construida sobre un risco. La casa contrastaba por completo con la frialdad de los laboratorios y celdas rusas. Era abierta, luminosa, viva.

La niña frunció el ceño.

—¿Qué es este lugar?

—Un sitio más adecuado para alguien como tú —dijo Fury al bajar del vehículo—. Y no, no es una trampa. Bueno... depende de cómo te portes.

Caminaron hasta la puerta principal. Fury tocó dos veces con los nudillos. Pasaron unos segundos antes de que la puerta se abriera y apareciera Pepper Potts.

Tenía el cabello recogido de forma sencilla, vestía cómodo, y su rostro mostró un instante de desconcierto al ver a Fury... hasta que sus ojos bajaron y se encontraron con la niña.

—¿Nick? ¿Qué estás haciendo aquí...? —empezó a decir, pero su voz se apagó al ver a la pequeña—. Oh... cielos. ¿Quién es ella?

La niña la miró de arriba abajo, sin responder.

—¿Tiene nombre? —preguntó Pepper, sorprendida pero con un tono suave, casi maternal.

—Tiene varios, pero por ahora solo usamos uno —respondió Fury con tono seco—. _____.

Pepper se agachó un poco para estar a su altura.

—Hola, _____ —dijo, con una sonrisa amable, aunque sin disimular la curiosidad—. ¿Tienes hambre?

—No estoy aquí para que me adopten —respondió la niña con frialdad, cruzándose de brazos.

Pepper parpadeó, un poco desconcertada por la respuesta... pero no se ofendió. Solo se volvió hacia Fury.

—¿Esto es en serio? ¿Trajiste una niña aquí sin avisar?

Antes de que pudiera responder, se oyó una voz al fondo.

—¿Qué pasa allá afuera?

Era Tony Stark, apareciendo por el pasillo con una taza en la mano. Al ver a Fury en la puerta y a la niña junto a él, se detuvo en seco.

—Bueno, eso sí que no me lo esperaba.

La niña alzó una ceja.

—¿Quién es el del pijama?

Tony la miró un segundo, y luego se volvió hacia Pepper.

—¿Adoptamos y no me avisaste?

Ella le dio un leve codazo sin quitar la vista de la niña.

—¿Todos aquí son así de raros, o solo ustedes dos?

Pepper soltó una carcajada, sorprendida por la actitud de la pequeña.

—Definitivamente no es una niña cualquiera...

Fury sonrió apenas.

—Y apenas están empezando a conocerla.

:•.─────  .   ─────.•:

Otro capítulo más, apenas sé que estoy comenzando y talvez mmm vaya algo lento pero quiero que se entienda bien el contexto de la mayoría de las cosas, sin más sé que dentro del próximo capítulo habrá un avance mayor.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro