
𝐒𝐢𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐌𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥
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—A ver, a ver... ¿quieres que me crea que esa niña —la señaló con un gesto sutil— es mi hija?
La expresión de Tony distaba mucho de la sorpresa agradable. Si acaso, esperaba que todo esto fuera una elaborada broma de Fury.
—Si no me cree, es sencillo —respondió Fury sin inmutarse—. Tómale un cabello, llévelo a un laboratorio. Que la ciencia le arruine el día.
Stark giró hacia la chica, que paseaba por el lugar con más curiosidad que respeto, tocando todo a su paso.
—¡Ey, mocosa! —ella lo miró, sorprendida, escondiendo las manos tras la espalda—. No toques nada. Al menos hasta que sepamos qué demonios haces aquí.
—No se pase, señor Stark. Usted ya sabe por qué está aquí la niña —Fury sorbió de la taza de café que Potts le había servido momentos antes—. Solo ha venido a conocer a su padre.
—¿Ah sí? ¿Y no tiene, no sé, algún primo perdido por ahí? ¿Un tío ruso? ¿Una conexión más cómoda?
—No pensé que una niña fuera demasiado para Tony Stark —Fury se acomodó con calma en el sillón, echando una mirada hacia Hill—. Pero supongo que no hay reto más grande que hacerse cargo de tu propia hija.
—Ni siquiera sé quién es la madre, Fury —Tony golpeó la mesa con frustración—.
—¿No recuerda aquella velada en el '93? La del recorrido "privado" por su estudio...
—No tengo ni la más mínima— —Hill deslizó una fotografía hacia él. Stark la tomó con desgano... y palideció—. Carajo...
—Ok, entonces, ¿me explican qué estamos haciendo exactamente aquí? —preguntó Stark, mirando la sala de observación con su típico escepticismo. Un ventanal enorme daba vista a una habitación contigua, llena de armas y hombres armados.
—Va a sorprenderse de lo que su "hijita" puede hacer —dijo Fury con una leve sonrisa.
—Aún no tenemos confirmación de las pruebas genéticas, así que no cantes victoria tan rápido —replicó Tony, dejándose caer en el sofá sin mirar a nadie, sorbiendo de su vaso—. Si esto resulta ser un recital infantil, me voy. Cancelé a mi masajista por esto.
—Es mejor que un recital, se lo aseguro —Fury negó con la cabeza y activó el comunicador—. Que entre la chica.
La puerta se abrió segundos después. La niña entró, observando la sala y a los hombres con aburrimiento mal disimulado.
—¿Y ahora qué quieren que haga? —preguntó, metiendo las manos en el bolsillo de su sudadera.
—Haz lo que sabes hacer, niña —ordenó Fury desde el altavoz—. Dispara.
Ella rodó los ojos. Más pruebas. Más demostraciones. Al menos esta parecía menos cruel que las anteriores.
Caminó hasta la mesa repleta de armas. Examinó varias con mirada experta, hasta tomar una Glock 95. Pequeña, sí, pero suficiente para impresionar.
Los blancos emergieron en distintas posiciones. Sin apuro, con el mismo entusiasmo que alguien eligiendo premios en una feria, la niña disparó. Cada tiro, preciso. Los impactos caían siempre en los mismos puntos. Cambió de arma varias veces, terminando con un rifle .22.
Stark revisó los resultados en la pantalla. Alzó una ceja. No estaba preparado para sentirse impresionado.
—Muy bien, señorita. Tómese una paleta de premio —dijo con sarcasmo.
La niña se acercó y tomó el dulce sin decir palabra. Lo desenvainó y lo llevó a la boca.
—¿Esta niña fue entrenada por mercenarios? ¿Militares?
—Algo parecido —respondió Fury, extendiéndole una carpeta con el expediente.
—¿Algo más o ya puedo irme? Estoy a mitad de un episodio de Gilmore Girls —dijo ella, caminando hacia el ventanal.
—Aún no —dijo Fury con una sonrisa apenas visible—. Queremos ver el resto.
—¿Qué resto? ¿Hay más? —Tony se quitó los lentes y hojeó el archivo rápidamente—. Espera... ¿ella tiene vínculos con HYDRA? ¿Es por eso que habla como supervillana soviética?
Fury rió suavemente, antes de dar la orden: —Que entren.
Los soldados comenzaron a ingresar uno por uno. La niña suspiró con resignación. Otra pelea.
El enfrentamiento fue breve pero contundente. Con movimientos precisos y algo de esfuerzo, derribó a todos. Un par cayeron con patadas al rostro, otro se fue al suelo tras recibir una llave de brazo... y alguien terminó con los calzones en la cabeza.
Tony la observaba con incredulidad.
—¿Cómo es posible que una niña de nueve años haga eso?
—Мне 14 лет, Инвалифик —respondió ella, sentándose en el suelo y cruzando las piernas, como si nada—. Tengo 14, idiota.
—Sabe contar, eso es algo. Pero le faltan modales —dijo Tony, mirando a Fury con los brazos cruzados.
—¿Quién mejor que usted para enseñarle?
—Fury... ¿estás seguro de que es humana?
—No del todo. Su cuerpo ha sido alterado. Ya no es como nosotros.
—Es tan pequeña que parece una especie de... muñeca. ¿No será un androide?
Ella clavó los ojos en el ventanal. El vidrio empezó a crujir, poco a poco.
—Eh... disculpa, ¿ese vidrio es del barato? —Tony señaló el cristal, alarmado, colocándose de nuevo los lentes.
—Es blindado —dijo Fury, alejándose lentamente.
—Y... —la niña levantó la mano y cerró los dedos— boom.
El cristal estalló en pedazos como si fuera papel. Fury y Stark se cubrieron instintivamente.
—¿Por acá está la cafetería? —preguntó la chica, caminando hacia ellos—. ¿Quieren algo? Yo invito... tú pagas —añadió, saliendo de la sala con una sonrisa ladina.
—No le veo el parecido —dijo la niña con la boca llena.
—¿No te enseñaron a no hablar mientras comes? —gruñó Stark, observándola con molestia.
—En donde yo estaba, los modales no importaban. Por lo menos lo que comíamos tenía forma y color... aunque sabía a basura.
—Tienes paladar fino, al parecer.
—Supongo. Tú eres obscenamente rico, ¿no? Tal vez por eso hasta este sándwich me sabe a говно.
—Dudo mucho que ese vocabulario lo heredaste de mí.
—¿Hablas ruso?
—Lo suficiente para saber que todo lo que dices son groserías —se cruzó de brazos—. ¿Dónde aprenden los niños de hoy esas palabras?
—la escuela.
Silencio.
—Tiene sentido.
Cuando terminaron de comer, la niña tomó algo más de comida "para el camino", y ambos se dirigieron al nuevo "hogar" que Stark había dispuesto para ella. El trayecto fue largo, y el silencio reinaba en el auto, esta vez conducido por el propio Tony. Ella no despegaba la vista de la ventana. Todo era nuevo para ella: la gente, los colores, incluso el cielo, ahora teñido de un naranja suave con matices rojizos que anunciaban la inminente llegada de la noche en Los Ángeles.
Finalmente, llegaron a la imponente residencia que el millonario insistía en llamar "mansión". Desde la entrada salió la mujer que habían visto horas antes, aunque la niña apenas había cruzado miradas con ella en ese entonces.
—¿Está todo bien? Tardaste mucho en esa reunión con los del gobierno —preguntó Pepper, claramente preocupada.
—Recibí una pésima noticia. Nada fuera de lo normal, Potts —respondió Stark, quitándose los lentes y frotándose el puente de la nariz con gesto de agotamiento.
—¡Qué lindo te refieres a tu hija! —gritó la niña desde el interior del auto.
—¿Hija? ¿Espera, qué hace ella aquí? —preguntó Pepper, confundida, mirando a Tony con incredulidad.
—Esa pequeña comunista que ves ahí, supuestamente tiene mis genes —dijo él, señalándola con el pulgar por encima del hombro.
—¿Cuántas pruebas necesitas para que te quede claro que vengo de tus штопка? —respondió la niña, bajando finalmente del auto y cerrando la puerta de un portazo. Luego miró a la pelirroja—. ¿Tú eres Pepper, no? —Pronunció el nombre exagerando la "erre" a propósito—. ¿Ahora tengo que llamarte mamá también?
Pepper se quedó mirándola, perpleja.
—Creo que necesito un trago —murmuró tony con la mirada perdida.
Meses después de la llegada de la chica a la vida del millonario, era evidente que las cosas iban a cambiar para ambos. Con la ayuda de S.H.I.E.L.D., su existencia fue completamente borrada de los registros de HYDRA. Eso la mantenía a salvo, al menos por ahora. Bajo petición directa de Tony, sus habilidades continuaban siendo entrenadas y refinadas: si iba a quedarse, tenía que aprender a controlar cada aspecto de sus poderes.
Adaptarse no fue fácil. Para ninguno de los dos. Descubrir de la noche a la mañana que tienes una hija cambia la vida de cualquiera... aunque, para Tony, no fue exactamente una revolución. No era el tipo de hombre que se desbordaba en afecto, pero tenía otros recursos: gadgets, videojuegos, juguetes de última generación. Si algo sabía hacer bien, era llenar vacíos con regalos costosos. A eso le sumó una educación privada de élite —si iba a criar a alguien, al menos debía ser alguien brillante.
Ella, por su parte, fue entendiendo con el tiempo ese amor torpe y disfuncional. Había irrumpido sin aviso en su mundo, reacomodándolo todo, y aunque su relación no era la más cercana —más aún considerando que Tony quiso mantenerla a distancia al principio—, poco a poco fue encontrando su lugar.
Un día, cuando tenía 15 años, algo en particular captó su atención: el ballet. Le fascinaba esa mezcla de delicadeza y fuerza en los movimientos, la disciplina silenciosa que exigía. Siempre que salía con "papi Stark" —generalmente a algo "importante"— pasaban frente a una pequeña academia de danza a pocas calles de casa. Desde el auto, la chica contaba cada calle hasta llegar al edificio y observar a las bailarinas ensayar a través de los ventanales.
Tony, que no era ajeno a notar patrones, se dio cuenta de ese interés silencioso. Y como todo en su estilo de paternidad, decidió solucionarlo a lo grande: la inscribió en la School of American Ballet, una de las mejores academias del país. Claro, lo que no esperaba era que una de las condiciones de la escuela fuese que al menos un familiar asistiera a cada clase.
Para Tony Stark, aquello era una forma de castigo. Si podía elegir, preferiría una gala en Mónaco o una cita con una modelo sueca antes que sentarse a ver pliés. Pero verla bailar, esforzarse, mejorar... algo en él comenzó a cambiar. Descubrió que tal vez —solo tal vez— pasar más tiempo con su hija no era una idea tan mala.
La confirmación definitiva llegó el día del debut. Su hija, su pequeña, estaba a punto de interpretar el doble papel de Odette y Odile. Pero el destino le jugó una mala pasada.
Fue durante una demostración militar en Afganistán, una misión de rutina. Supuestamente. Ella no debía acompañarlo, pero él había accedido —aunque a regañadientes— a que lo acompañara hasta una de las bases militares cercanas. Solo sería un par de días antes de su presentacion, y Pepper la convenció de que sería una buena forma de compartir tiempo con su padre. Él, por su parte, accedió por una mezcla de culpa y afecto mal disimulado.
La última vez que lo vio, estaban en el convoy blindado que se dirigía de vuelta a la base. Tony, con su habitual ironía, bromeaba sobre las selfies que ella había tomado con los soldados. Ella reía. Él también. Pero entonces, el estruendo. Una explosión brutal sacudió el vehículo. El mundo se volvió fuego, humo y metralla.
Todo fue confusión.
Ella apenas recordaba cómo logró salir del vehículo volcado. Sangraba de una ceja y sus oídos zumbaban como si tuviera un enjambre atrapado en la cabeza. Escuchó disparos, gritos. Vio cómo uno de los soldados la arrastraba hacia un refugio improvisado detrás de unas rocas. Intentó buscar a su padre. Gritó su nombre. Nada.
Tony había desaparecido entre la polvareda.
La noticia llegó horas después a S.H.I.E.L.D. y a Pepper. Tony Stark, genio multimillonario y el rostro de Stark Industries, había sido capturado por un grupo de insurgentes conocidos como los Diez Anillos. Lo que nadie sabía era que su hija también había estado allí... y que había sobrevivido gracias a la intervención de un viejo conocido: Phil Coulson.
Fue S.H.I.E.L.D. quien la recuperó. Y quien se encargó de borrar por completo su participación en la misión. Oficialmente, ella nunca estuvo allí. Nadie podía saberlo. Era demasiado peligroso.
Mientras el mundo especulaba sobre el paradero de Tony, su hija permanecía en una instalación segura, en estado de shock. Durante días enteros no pronunció palabra. No comía. Solo se sentaba frente al televisor viendo las noticias con la esperanza de ver el rostro de su padre.
Los días se convirtieron en semanas.
Tony, por su parte, había sido obligado a construir un arma para sus captores. Pero lo que construyó fue algo más. Una armadura. Una salida. Y un nuevo propósito. Encerrado en una cueva junto al ingeniero Yinsen, Tony Stark fue forjado de nuevo, no solo por el hierro, sino por el dolor. Su mente, tan brillante como siempre, trabajó bajo presión mortal. Y en cada pieza que ensamblaba, en cada soldadura, pensaba en una sola cosa:
Volver con ella.
No tenía idea si seguía viva. No sabía si la habían capturado también, o si había muerto en la explosión. Ese miedo lo devoraba por dentro.
Fue esa desesperación lo que lo empujó a sobrevivir.
Y cuando finalmente escapó, emergiendo como un espectro blindado de entre el fuego del desierto, su primer pensamiento no fue sobre las acciones de Stark Industries ni sobre los misiles que él mismo había fabricado. Fue ella.
—¿Dónde está mi hija? —fue lo primero que preguntó al ser rescatado por Rhodey.
Al reencontrarse, la abrazó como nunca antes lo había hecho. No hubo bromas, ni sarcasmos, ni comentarios nerviosos. Solo un abrazo. Largo. Silencioso. Lleno de una culpa que aún lo consumiría durante años.
Y aunque trató de seguir con su vida, Tony no volvió a ser el mismo. Cerró la división de armas de su empresa. Reestructuró todo desde cero. Y más que eso: cambió como padre.
Ya no solo le ofrecía juguetes o una cuenta bancaria sin fondo.
Ahora estaba presente.
Ese no fue el último desastre que les esperaba, pero sí el que cambió la forma en que Stark veía a su hija. Desde entonces, cumplió la promesa que alguna vez se había hecho a sí mismo: estar presente. No porque la situación lo exigiera, sino porque ella era lo que más necesitaba en su vida. Y haría que cada segundo con ella valiera la pena.
La apoyó en todo. Especialmente cuando sobresalió académicamente: se graduó antes de tiempo y fue admitida en el MIT en la doble carrera de Finanzas e Ingeniería Mecatrónica. ¿Quién lo diría? Aquella cabeza llena de sarcasmo era también un portento con los números y la física.
La recién inaugurada Torre Stark relucía como una joya entre las luces nocturnas de Manhattan. En el salón principal, el brindis resonaba entre el cristal de las copas y el eco de un logro cumplido. Tony y Pepper compartían un momento íntimo, con la calidez de una pareja que, por fin, parecía encontrar equilibrio entre el caos.
Mientras tanto, en uno de los pisos superiores, ella —la joven que había crecido bajo las sombras y los focos a la vez— devoraba otro paquete de Oreos mientras miraba por décima vez El cisne negro. No era casual: esa película le hablaba. Le gritaba, a veces. Sabía de máscaras, de roles forzados, de perfección rota.
No quería interrumpir. Sabía que Pepper se iría al amanecer y no volvería pronto. Quería respetar ese pequeño refugio que habían logrado construir entre tanto ruido. Pero la sed la venció. Se quitó los audífonos, se deslizó fuera de la habitación como un fantasma entrenado, y bajó en silencio hacia la cocina.
—¿_______? —llamó Tony sin siquiera girarse.
—¿Sí, papi? —respondió ella, arrastrando las palabras, sabiendo lo que venía.
Pepper rió suavemente desde el sofá, con una mirada cómplice.
—¿Y esa infracción? ¿Te sobran veinte dólares? —Tony la observó con ese brillo burlón que usaba para disfrazar su ternura.
—¡Apenas eran los dedos de los pies! —protestó ella, encogiéndose de hombros.
—Pues esos dedos me deben veinte dólares. Y no aceptaré en pago ni gestos ni drama de ballet.
Ella resopló, puso los ojos en blanco y regresó los pies a la baldosa helada. Pepper, compasiva, se acercó con una copa.
—¿Quieres un trago pequeño?
—Pregúntale a mi carcelero —dijo, señalando a Tony, que frunció el ceño.
—¡Con casi veinte años y ni una gota de alcohol! —siguió, mientras le pasaba la copa a Pepper—. Me enorgullezco de ser un padre responsable y ligeramente paranoico.
—Claro, papá. Seguro termino en rehabilitación por una sidra de manzana.
Las risas llenaron el ambiente como música sincera. Era uno de esos raros momentos en que todo parecía estar bien.
—¿Entonces no vas a poder venir a mi recital? —preguntó de pronto, mirando a Pepper con ojos de niña y no de espía, ni de experimento, ni de huérfana.
Pepper le tomó las manos en un gesto cariñoso.
—Haré todo lo posible. Ver a mi cisne blanco y al negro en el mismo escenario... sería imperdonable perdérmelo.
Tony, como siempre, no pudo resistirse a la interrupción.
—¡Yo también puedo hacer un recital! ¡Mírame! —agitó los brazos como alas torpes. Era un cisne que apenas sobrevivía en una tormenta. Ambas se echaron a reír otra vez.
Entonces, un sonido metálico interrumpió la escena: el ascensor privado. Todos quedaron en silencio. Las puertas se abrieron con un susurro mecánico que sonó más frío de lo habitual.
Phil Coulson emergió de las sombras como un mensajero de malas noticias. Su traje, pulcro como siempre. Su expresión, más grave que de costumbre.
Tony entrecerró los ojos.
—Te dije que tu sistema de seguridad era una broma —dijo Phil sin preámbulo, y le lanzó una mirada a Pepper que decía "te lo advertí". Ella solo apretó los labios para no soltar una carcajada.
—Hola, Coulson —saludó la chica desde lejos, levantando la mano. Él le respondió con una pequeña sonrisa, pero no desvió la atención de su objetivo.
Ella se puso los audífonos, subió la música. Asuntos de adultos. Se decía eso mucho. Aunque sabía, en el fondo, que siempre terminaban arrastrándola a ese mundo. Aun así, abrió el refrigerador, sacó un refresco y lo destapó. Pero no pudo evitar espiar por el rabillo del ojo. Las pantallas proyectaban algo. Y entonces lo escuchó.
—¿Desde cuándo apliqué para la Iniciativa Vengadores? —preguntó, frunciendo el ceño.
Tony, distraído, respondió sin mucha atención.
—Yo ni siquiera apliqué —resopló—. Según esto, soy un narcisista antisocial incapaz de trabajar en equipo.
—¿Y qué parte de eso te sorprende? —dijo Pepper, acercándose con una ceja levantada.
—Eso quiere decir que yo tengo más potencial que tú —bromeó la chica, arrebatándole la tableta.
—¡Eh, eso es propiedad de papá! —reclamó Tony, recuperándola como un niño mimado.
Phil dio un paso al frente, y esta vez su voz fue más firme.
—Lo que están viendo... es información clasificada. No salió de S.H.I.E.L.D. por gusto.
Tony alzó una ceja.
—Y sin embargo, está en mi mesa. ¿Qué pasó, Phil? ¿Fury se olvidó de ponerle candado a la carpeta?
Coulson lo ignoró. Se giró hacia la chica. Su voz cambió, con una suavidad inesperada.
—Es importante que revises esto con tu padre. Tú estás... involucrada.
Ella bajó el volumen de la música. Esa palabra siempre le tensaba el estómago. Involucrada. Siempre significaba problemas.
—¿Qué es ese cubo? —preguntó, señalando la proyección.
—El Teseracto —respondió Tony, tomando la simulación y ampliándola con un gesto de mano.
Ella ojeó los archivos. Uno le llamó la atención.
—¿Y este quién es? —preguntó, tomando un sorbo de su soda.
—Ya te he dicho que no bebas mientras ves archivos confidenciales —refunfuñó Tony, alejándola con suavidad.
—¡Papá! ¡Concéntrate! —le golpeó el hombro.
Phil se cruzó de brazos.
—Ese... es Loki. Hermano adoptivo de Thor. El sujeto que ahora mismo podría cambiar el equilibrio global si no actuamos.
—¿Loki? —ella frunció el ceño, viendo la foto—. Creí que era un mito.
—La mitología está más viva de lo que crees —respondió Coulson con seriedad.
—Bueno, me gusta su cabello —dijo ella, sin apartar la mirada.
Tony la miró como si acabara de confesar un crimen.
—Tienes que estar bromeando.
—Le queda bien —insistió, sin inmutarse.
—Parece un estropajo con ego.
—Qué celoso es, señor Stark.
—¿¡YO!? ¿Celoso de un dios con peluca?
Ella soltó una carcajada. Le dio un beso en la mejilla y se alejó rumbo a su habitación, pero no sin antes lanzar una última mirada a Coulson, que aún los observaba en silencio.
—¿Algo más que debamos saber, agente? —preguntó Tony, ahora serio.
Coulson lo miró directamente.
—Sí. Esto apenas comienza. Y si ella está dentro... no hay vuelta atrás.
Silencio.
La chica se detuvo al final del pasillo. No dijo nada. Pero lo sintió. Algo, más allá del Teseracto, se movía. Como un cisne oscuro agitando sus alas bajo la superficie.
Al parecer, Loki causaba más caos del que todos habían anticipado. En lugar de simplemente seguir con sus planes, logró reunir a un grupo de seguidores para construir una máquina capaz de activar la energía del Teseracto. Sin embargo, siendo un dios con delirios de grandeza, no tuvo mejor idea que hacer que un grupo de personas se arrodillaran ante él, después de haber matado a alguien, porque, según su visión, ese era el lugar que les correspondía a los mortales.
Ese acto fue suficiente para darle a Rogers, a su padre, a Natasha y a _____ el tiempo necesario para llegar al lugar del "espectáculo".
—Se ve aún más imponente en persona —comentó _____, observando con detenimiento la escena entre Loki y su padre, acompañados por el Capitán.
—Parece que alguien ha encontrado su objetivo en esta misión —dijo Romanoff, lanzándole una mirada divertida.
—Claro, sobre todo quiero que me saque los ojos y me los use para sus planes malvados —respondió _____ con ironía—. Es obvio que no me fijaría en un tipo como él.
Romanoff ladeó la cabeza, sabiendo perfectamente que la chica ya se había enganchado con aquel dios, aunque lo negara.
En poco tiempo, lograron capturar a Loki y lo llevaron a bordo de un jet, rumbo a su encarcelamiento. _____ iba sentada al lado de Natasha, ayudándola como copiloto. De vez en cuando, desviaba la vista hacia el hombre de cabellos oscuros, hasta que en un momento ambos cruzaron miradas por un instante.
Pero un gran trueno interrumpió el tenso silencio, poniendo fin a aquel breve contacto visual.
—¿Qué te pasa? ¿Te dan miedo los truenos? —preguntó Steve, con cierto tono burlón, mirando a Loki.
—No me hace feliz lo que está por venir —respondió Loki, mirando por las ventanas del jet.
Otro trueno más fuerte resonó, y de pronto, apareció un hombre alto y rubio. Sin vacilar, lo tomó del brazo y lo sacó fuera del jet.
Stark y Steve fueron detrás de él, pero _____ sabía que ante el poder de aquel hombre, lo mejor que podía hacer era ofrecer apoyo a su padre.
—¿_____? ¿A dónde vas? —gritó la pelirroja, volteando a mirarla.
—Necesitan refuerzos —respondió ella, acomodándose las mangas de sus guantes mientras se dirigía hacia la salida del jet.
—Son dioses, _____.
—¿Y desde cuándo eso ha sido un obstáculo para un Stark?
Se lanzó del jet, dejándose caer en dirección a su padre. Lo alcanzó en unos pocos segundos, justo cuando llegaron al lugar del enfrentamiento entre los dos dioses. Se escondió tras unas rocas, oyendo la discusión entre los dos.
—Te creí muerto —reclamó el rubio, tomando a Loki por la cabeza.
—¿Y sufriste? —contestó Loki con desafiante frialdad.
—No solo yo. Nuestro padre también.
—¿Tu padre? —replicó Loki, cortante y frío.
La escena parecía sacada de una novela, y _____ tenía el mejor asiento para presenciarla en vivo.
—Te dijo mi verdadero origen, ¿no es así? —preguntó Loki, apartándose de su "hermano".
—Los dos crecimos juntos... Jugamos juntos.
El rubio parecía querer resolver las cosas, pero Loki no estaba dispuesto a ceder ni mostraba interés en hacerlo.
—Fui una sombra tuya —volteó hacia él—. Siempre a la sombra de tu grandeza. Recuerdo muy bien cuando me arrojaste a un abismo.
Un trueno retumbó en la lejanía, y la atmósfera se volvía más densa, cargada de tensión.
—¡YO QUERÍA SER REY!
—¿Y atacas la Tierra que amo para vengarte de estos supuestos ultrajes? —Thor se acercó, señalándolo con el dedo—. No, Loki. Esta Tierra está bajo mi protección.
Loki soltó una risa irónica, mirando a su supuesto hermano.
—Y estás haciendo un gran trabajo, un maravilloso trabajo cuidándola —lo miró con un reproche—. Los humanos se masacran unos a otros mientras a ti no te afecta en lo más mínimo. Yo quiero gobernarlos y no veo por qué no debería —exclamó Loki.
—Crees que eres superior a ellos —Thor negó con la cabeza, mirando al suelo.
—Así es.
—Aún no comprendes lo que significa gobernar. No mereces un trono.
Loki empujó a Thor con furia, caminando hacia el lugar donde había caído la primera vez.
_____ observaba con cautela cada movimiento de ambos, mientras veía cómo Thor regresaba a donde había dejado su martillo.
—HE VISTO MUNDOS QUE TÚ NO PUEDES IMAGINAR —gritó Loki, mirando a Thor—. HE CRECIDO, HIJO DE ODÍN. En mi exilio, he presenciado el gran poder del Teseracto. Y cuando lo utilicé—
—¿Quién te enseñó a dominar ese poder? ¿Quién controla al supuesto rey? —Thor lo tomó de los hombros, desesperado.
—YO SOY EL REY.
—NO AQUÍ. Devuelve el Teseracto y olvida tu envenenado sueño, hermano —Thor lo sacudió con fuerza, sujetándolo por la armadura—. Vuelve a nuestro mundo...
Loki soltó una risa burlona y negó con la cabeza.
—Yo no lo tengo.
Thor llamó a su martillo, sosteniéndolo con firmeza.
—Necesitas el cubo para llevarme a casa, pero lo envié lejos y no sé dónde está —respondió Loki, con tono desafiante.
—Escúchame bien, hermano —Thor levantó el martillo hacia Loki, pero algo lo hizo desaparecer de aquel lugar.
—Te escucho.
Fue lo último que dijo Loki, antes de sonreír, mirando hacia donde Thor caía, luchando con Stark.
— Sabes, es de muy mal gusto escuchar conversaciones ajenas —dijo Loki, girándose con una expresión arrogante al ver a Louise, quien estaba sentada sobre una roca más alta, balanceando sus pies con total desprecio.
— No es mi culpa que tu pequeña pelea se escuchara de aquí hasta el otro lado de la ciudad —respondió Louise, encogiéndose de hombros con desinterés, su tono cargado de sarcasmo—. Y debo decir, gran actuación. Merecerías un Oscar... o tal vez un Globo de Oro, pero no te emociones, ni siquiera lo tienes.
Loki frunció el ceño, su mirada fría como el hielo mientras la observaba.
— ¿Tanto miedo me tienes que te escondes ahí arriba, simple mortal? —preguntó con voz cargada de desdén, como si su presencia fuera algo que aplastaría a cualquiera.
— Define "simple" —respondió Louise, sin inmutarse. Con un ágil salto, se deslizó desde la roca y aterrizó justo frente a él, tan cerca que podían sentir el calor de sus cuerpos. La diferencia de tamaño era evidente, pero ella no pareció impresionada, al contrario, le sonrió con descaro—. Porque, según tú, debería temerte... ¿o qué?
Loki dio un paso atrás, claramente sorprendida por la audacia de la mortal. La observó con una sonrisa torcida, ladeando la cabeza.
— Me sorprende que esa caída no haya roto tus débiles piernas humanas —comentó, su tono lleno de diversión cruel.
— Digamos que mi cuerpo no es tan frágil como tu ego —respondió ella, con una sonrisa desafiante. Estaba disfrutando cada momento.
Loki sonrió, sus ojos brillando con malicia. Dio un paso hacia ella, pasando su pulgar por el mentón de Louise, y en un giro rápido, clavó una daga en su abdomen. La mirada de él era de pura superioridad.
— Ustedes los Midgardianos son tan... —comenzó a decir con arrogancia, pero antes de que pudiera terminar, Louise cayó al suelo, tosiendo con fuerza.
Loki se dio la vuelta, sintiendo la satisfacción de haberla golpeado, pero Louise, aún tendida en el suelo, levantó la cabeza con una sonrisa irónica.
— Oh no... ¿Quién podrá salvarme de tan terrible destino? —dijo dramáticamente, colocando una mano sobre su frente de forma exagerada, como si fuera una heroína de película.
Loki la miró furioso, dándose cuenta de que no solo la había golpeado, sino que ahora se estaba burlando de él. Estalló en carcajadas.
— ¡DEBISTE VER TU CARA! —se rió, señalando a Loki con dedo burlón—. ¡Creo que necesitas afilar esas cosas! En lugar de causar daño, me hicieron cosquillas.
Loki se tensó, su rostro tornándose aún más oscuro. No podía creer que una simple mortal lo estuviera haciendo quedar tan mal. De un movimiento brusco, la levantó del suelo por el cuello y la estrelló contra la roca.
— ¿CÓMO TE ATREVES A BURLARTE DE MÍ? —gritó, con los ojos llenos de furia.
Louise lo miró directamente a los ojos, con la misma calma desquiciante.
— A ver, muchachito, bájale dos a tu rabieta —respondió con una sonrisa de suficiencia, luego dio una patada en el estómago de Loki, invirtiendo rápidamente los papeles. Ahora ella estaba sobre él, sujetándolo del cuello—. ¿Te crees muy superior, eh?
Loki se levantó rápidamente, sacudiéndose, y en un abrir y cerrar de ojos, la giró, poniéndose encima de ella con una fuerza arrolladora. La miró, sus ojos llenos de arrogancia y amenaza.
— No, no lo creo, lo soy, criatura insignificante —dijo Loki, con una sonrisa de pura maldad—. Y te lo voy a recordar: tu lugar en este mundo está debajo de mí.
— Oh, qué lindo —respondió Louise, con un tono juguetón, mientras le guiñaba un ojo—. Una afirmación que se puede interpretar de tantas maneras, ¿no crees? La verdad, podríamos tener una conversación filosófica sobre lo que realmente significa "debajo de mí". ¿Deberías arrodillarte o algo así? —preguntó, mirando desafiante.
Loki la miró fijamente, su sonrisa se tornó aún más siniestra. En un movimiento rápido, la volvió a tomar por el cuello, apretándola con más fuerza que antes.
— No te recomiendo que sigas con esas bromas, mortal —advirtió Loki, su voz baja y peligrosa.
Louise lo miró con una sonrisa insolente, alzando las cejas.
— No es mi culpa que todo lo que dices suene tan... ¿ridículo? —respondió, alzando los hombros con una mirada desinteresada. Como si la amenaza no fuera nada comparado con la diversión de tenerlo tan cerca.
— Te arrodillarás ante mí y me servirás como tu rey —declaró Loki, su voz llena de autoridad.
— ¿Arrodillarme? —dijo Louise, mirando profundamente sus ojos—. Cariño, no me arrodillo por nadie. Menos por un idiota con delirios de monarca. —Su tono era claro, desafiante, mientras mantenía su postura desafiante.
Loki gruñó, furioso, y tapó la boca de Louise con su mano, apretándola con tal fuerza que le dolió. Cada comentario de ella lo estaba sacando de sus casillas, pero a Louise le encantaba ver cómo el dios perdía el control. Era exactamente lo que quería.
— Te arrepentirás de todo lo que has dicho —dijo Loki, con un tono sombrío.
Louise sonrió, como si estuviera en control de la situación, y sin perder tiempo, deslizó su mano hacia su pierna, sacando una daga de su estuche. Con destreza, punzó la daga contra el cuello de Loki, quien, sorprendido, levantó las manos y la soltó.
— Creo que esto debería ser al revés, ¿no? —dijo Louise con una sonrisa pícara, disfrutando del momento.
Con un rápido movimiento, giró a Loki, empujándolo contra una roca cercana. El impacto fue tan fuerte que el sonido resonó en el aire. Louise se levantó y miró a su alrededor, su mirada se fijó en un destello de luz cerca de donde su padre se enfrentaba al hombre del martillo. Aprovechando la distracción, Loki se levantó, conjuró dos dagas y las lanzó hacia Louise.
Ella no se molestó en volverse. En un movimiento elegante, vio con sorpresa cómo las dagas quedaron suspendidas en el aire, inmóviles.
— ¿Atacar por la espalda? —dijo Louise, sin girarse, mientras las dagas permanecían congeladas—. Qué hombre tan patético.
Las dagas giraron hacia Loki, quien, sorprendido, solo pudo cerrar los ojos mientras Louise, con una sonrisa cruel, las disparaba de regreso hacia él. Loki las vio acercarse, pero no pudo evitarlo.
— ______, ya basta de jugar al tiro al blanco con el dios. Tenemos que irnos —dijo Stark, aterrizando al lado de su hija. Louise lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión.
— ¿De dónde sacaste esas cosas? No me digas que te las regalé, porque no lo voy a creer.
— No, papá —respondió Louise con una sonrisa inocente, pero sus ojos brillaban con diversión—. Loki aquí presente intentó atacar a tu hija por la espalda.
Loki los observó con una mezcla de furia y confusión.
— Amigo, ¿nunca te dijeron que atacar por la espalda es lo más bajo que puedes hacer en un combate? —dijo Stark, con un tono burlón, señalando a Loki.
— No soy tu amigo —respondió Loki, apretando los dientes.
— Ah, claro, seguro que no lo eres —respondió Stark, haciéndole un gesto despectivo con la mano.
— Un momento, hay algo que aún no me queda claro —interrumpió Louise, mirando a ambos hombres con curiosidad—. ¿Era Thor el tipo de la capa roja? O sea, ¿es el hermano de este tonto? —señaló a Loki con el pulgar.
Loki soltó un suspiro de frustración, dando un paso atrás.
— Se puede decir que es un nuevo aliado —respondió tony, visiblemente irritado.
Louise sonrió, disfrutando del caos que acababa de crear.
— Vaya, qué emocionante familia tienes —murmuró, mientras ambos hermanos la miraban, confundidos y molestos al mismo tiempo.
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Diossssss más de 3000 palabras, me llena de orgullo, y eso que apenas voy comenzando, quiero hacer capitulos así de largos o ustedes que ¿opinan?
Me entretengo bastante haciendo este fic y bueno pues espero que a ustedes también les esté gustando, por fin nuestro primer encuentro con el lokaso ea ksjjsjajjwjss
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