
𝐑𝐚𝐭𝐚 𝐃𝐞 𝐋𝐚𝐛𝐨𝐫𝐚𝐭𝐨𝐫𝐢𝐨
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Cada persona tiene el potencial de hacer cosas extraordinarias. Desde el momento en que nacemos, llevamos con nosotros un destino que, con el paso de los años, marca nuestro recorrido por el universo.
¿Quién imaginaría que el destino de una niña de apenas ocho años sería tan cruel?
Pasó años encerrada en una celda fría, húmeda y oscura, de la que solo salía a la fuerza para ser llevada a un laboratorio lúgubre. Allí, era constantemente objeto de crueles experimentos. Su cuerpo, sorprendentemente resistente al suero modificado del súper soldado, la convirtió en el centro de los intereses de HYDRA.
La sustancia le otorgó una fuerza sobrehumana y una inteligencia brillante, poco común incluso en adultos. A su corta edad, además de amar los cuentos de fantasía, se perdía en libros de filosofía y complejos textos de historia.
Pero el mundo exterior era un misterio para ella. Solo conocía la frialdad de los pasillos metálicos, el dolor de las inyecciones y la mirada vacía de los científicos. Nunca había sentido el calor de un abrazo, ni la ternura de un beso. La ausencia total de afecto la consumía, aunque no lograba entender por qué sentía aquel vacío.
El tiempo parecía detenerse en ese infierno. No había días ni noches, solo una rutina inquebrantable de pruebas, evaluaciones y dolor.
Cuando el suero finalmente se estabilizó en su organismo, comenzó una nueva fase de pruebas para verificar si podía soportar una dosis aún mayor. A pesar de los riesgos, el objetivo de crear un arma viviente era más importante que cualquier consecuencia.
Una tarde, absorta en la lectura de El Principito, no escuchó los pasos de los soldados que se acercaban. La tomaron por sorpresa, sujetándola con brusquedad.
—¡No! ¡Por favor, no más! —gritó con desesperación, pataleando mientras la arrastraban—Позвольте мне продолжить свою книгу! —suplicó entre sollozos—. ¡Déjenme seguir con mi libro! ¡Me portaré bien, lo prometo!
La metieron a la fuerza en la sala de experimentación. Su cuerpo temblaba mientras la recostaban en la camilla metálica. Observó, aterrada, cómo se acercaban los médicos con sus instrumentos.
Entonces, lo vio. Al hombre que protagonizaba sus pesadillas.
—Как поживает наша маленькая мышь сегодня? —dijo con una sonrisa torcida—. ¿Cómo está hoy nuestra pequeña ratita?
Ella cerró los ojos, intentando escapar en su mente hacia un valle imaginario lleno de flores y luz. Pero la punzada de una aguja la trajo de vuelta. El ardor se extendió por todo su cuerpo, y el dolor hizo que gritara con tanta fuerza que los cristales estallaron a su alrededor. Su cuerpo no resistió más. Cayó inconsciente.
Días después, los científicos celebraban. La niña había desarrollado habilidades aún más sorprendentes. Su piel parecía tener una resistencia anómala, su mente superaba todos los parámetros conocidos, y, para su sorpresa, mostraba signos de telequinesis.
Aún inconsciente, decidieron provocarla con una gran dosis de adrenalina. Cuando abrió los ojos, lo hizo con furia. En un movimiento veloz, tomó por el cuello a una de las doctoras. El crujido fue seco. Sin piedad, la soltó al suelo.
Con la mirada enloquecida, escaneó la habitación. Vio un bisturí. Lo atrajo con un simple gesto y lo apuntó a los demás.
—Господа...? Как продвигаются результаты? —preguntó con sarcasmo el líder del experimento, entrando a la sala de control—Señor, esto es... impresionante. La menor ha desarrollado telequinesis, y su fuerza ha aumentado un 78% —informó uno de los científicos.
Observando las pantallas, el líder se relamió los labios. La niña levitaba a unos centímetros del suelo. Su respiración agitada delataba su miedo, pero también una energía incontrolable.
—Y parece que también se burla de nuestra gravedad —comentó con sorna.
Ordenó la entrada de un escuadrón con gas sedante. Uno a uno, todos dentro de la habitación, fueron cayendo.
—Es hora de contemplar el verdadero potencial de nuestro gran logro —dijo, mientras se dirigía a verla en persona.
La encontró tirada en su celda, inconsciente. Llamó a uno de sus soldados y le dio una orden clara:
—Tráiganlo. Esta niña debe convertirse en una arma letal... en todos los sentidos.
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Buenas, esto es algo que quiero iniciar jsjsjsjsjss la verdad se me ocurrió mucho con esta historia y realmente quiero terminarla y que sea de gusto de usted Sandra, porque si me gustaría que le dieran una oportunidad.
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