
𝐌𝐚𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨
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La situación era extraña para _____. Tener a Loki tan cerca la ponía nerviosa. Aunque intentaba no dejarse llevar por sus palabras, cada vez le resultaba más difícil. Había algo en él —quizá esa mezcla de arrogancia y dolor contenido— que le removía emociones que prefería no analizar.
—¿No crees que notarán si no estás? —lo apartó suavemente con el dedo índice y se sentó en el centro de la cama, dándole la espalda.
—Te preocupas mucho por si me descubren —respondió Loki, acomodándose en la orilla del colchón, con la vista fija en ella.
—Solo no quiero meterme en problemas antes de que nos vayamos mañana —lo miró de reojo, con cierta seriedad—. No creas que tú me preocupas.
—Tus palabras dicen una cosa, pero tus acciones... —soltó una risa breve, encogiéndose de hombros—. Es la décima vez que repites lo mismo.
Y era cierto. Por más que lo negara, algo en ella la impulsaba a querer protegerlo. A pesar de lo molesto, arrogante y egocéntrico que podía ser, sentía esa necesidad de estar cerca... o de entenderlo.
—Como te dije: no quiero problemas —desvió la mirada, intentando ocultar cómo sus mejillas se encendían.
—Seguro ese "problema" es mínimo comparado con los míos —suspiró, mirando por la ventana con una expresión melancólica—. En unas horas enfrentaré a mi padre. A rendir cuentas... por todo.
—Todavía no comprendo por completo por qué hiciste lo que hiciste —se sentó a su lado, imitando su mirada hacia el horizonte.
Por primera vez, lo vio sin su habitual máscara de superioridad. Había tristeza en su rostro... y rabia. Un torbellino que no lograba identificar del todo, pero que despertaba su curiosidad. Nunca lo había visto tan desarmado.
—¿Sabes...? A veces me gustaría saber qué sientes realmente —apoyó con cuidado una mano en su hombro.
En ese instante, una oleada de emociones la invadió. Un peso abrumador cayó sobre su pecho: tristeza, odio, soledad... tan intensos que una lágrima escapó de sus ojos sin poder evitarlo.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —Loki se levantó de golpe, apartando su mano con brusquedad y furia en el rostro—. ¡¿Quién te dio permiso para entrar en mi mente?!
—¡Yo... lo siento! No fue mi intención. ¡Ni siquiera sabía que podía hacerlo! —se defendió, atónita, llevándose una mano al pecho.
—¿Qué viste? —preguntó con voz seca y penetrante, clavando los ojos en ella—. ¡Dímelo!
El grito la hizo estremecer. Trató de mantener la calma.
—No vi nada... solo lo sentí.
Loki apretó los dientes, cerró el puño y exhaló con fuerza. Le dio la espalda, visiblemente alterado.
—Será mejor que me vaya —dijo tras una pausa. Le dirigió una última mirada por sobre el hombro, y su figura se desvaneció entre una neblina verde esmeralda.
_____ se quedó en silencio. No entendía del todo qué acababa de ocurrir. Había sentido los pesares de alguien más, como si los hubiera absorbido, como si formaran parte de ella. ¿Sería por la gema? ¿O por algo más dentro de ella misma?
Un nudo de preocupación se formó en su pecho. Aquel dios arrogante, peligroso y encantador también tenía grietas... Y eso la asustaba más que cualquier otra cosa.
Decidió no pensar más. Al menos por esa noche. Se recostó bajo las sábanas de seda, con la imagen de Loki clavada en su mente. Su rostro. Sus palabras. Sus silencios.
La alarma sonó con suavidad, y los primeros rayos de sol se colaban por las persianas automáticas, iluminando la habitación poco a poco.
—Buenos días, señorita Stark. Son las 7:30 de la mañana —la voz de Jarvis resonó de manera puntual, provocándole un pequeño sobresalto.
—Cinco minutos más... —dijo entre gruñidos, cubriéndose la cabeza con la sábana.
—Su padre me ordenó despertarla a esta hora, sin excepciones.
—Algún día, Jarvis, voy a encontrar la forma de que te calles en las mañanas —resopló, resignada, levantándose del todo y caminando hacia el baño.
Tomó una ducha rápida de agua tibia y comenzó a empacar. ¿Hacía frío en Asgard? ¿Calor? ¿Tormentas mágicas? Bah, ¿qué más daba?
Metió un par de camisetas, pantalones cómodos, algo de abrigo, su cepillo de dientes y, por alguna razón, un par de barritas energéticas. Salió de su habitación con la mochila al hombro, encontrándose con su padre, quien conversaba con Thor.
—Buenos días —saludó, dándole un beso en la mejilla a Tony y una sonrisa al asgardiano.
—¿Y esa mochila? —preguntó Tony, alzando una ceja mientras sorbía café—. ¿Te vas de excursión?
—Si consideras que un viaje a Asgard es una excursión... entonces sí —respondió sentándose frente a ellos, como si nada.
—No recuerdo haber firmado ese permiso.
—Vamos, Tony —intervino Thor, en tono conciliador—. Te prometo que nada le pasará. Por mi honor.
—No me preocupa tu mundo —dijo Tony sin rodeos, mirando al dios del trueno—. Me preocupa la fijación enfermiza de tu hermano con mi hija.
—Yo... no diría que está obsesionado. Más bien... le intriga su forma de tratarlo —intentó justificar Thor, algo incómodo—. No creo que quiera... poseerla.
—Intentó hacerlo cuando quiso conquistar la Tierra. Sin contar que casi me mata —añadió Stark con fastidio, dándole un sorbo a su café.
—Él... es adoptado —respondió Thor, incómodo.
—Qué buena excusa —rió _____ por lo bajo.
Tony bufó. Dudó. Puso objeciones, condiciones y advertencias. Pero al final, accedió. A regañadientes.
Más tarde, descendieron al vestíbulo donde los demás Vengadores ya se encontraban reunidos. Loki estaba allí, esposado con grilletes de contención, custodiado por varios agentes.
Las miradas entre él y _____ no se hicieron esperar. Hubo un breve cruce de ojos. Ella apartó la vista de inmediato. Esa mirada... era un golpe directo al estómago.
No podía explicar por qué, pero le provocaba un vacío extraño. Algo que dolía.
Y lo peor era que sabía que él lo sabía.
⊱❑┇ _____ Stark┇❑ ⊰
Al llegar al sitio desde el que partiríamos hacia Asgard, mi padre me tomó de los hombros y me envolvió en un fuerte abrazo.
— Lo he pensado mejor... no vas a ir —dijo apretándome tanto que casi no podía respirar.
— Papá... no será por mucho tiempo, tranquilo —me zafé un poco solo para poder besarle la mejilla—. Prometo que trataré de comunicarme lo más que pueda.
— Dudo que podamos mantenernos comunicados desde Asgard —intervino Thor, rascándose la nuca, algo incómodo.
— ¿Disculpa? ¿Entonces no voy a saber nada de mi hija por quién sabe cuántos días? —papá me miró con pánico mientras negaba con la cabeza—. No, definitivamente no vas.
— Papá... por favor. Seguro hay alguna forma de hablar. No te preocupes tanto.
A regañadientes aceptó, sabiendo que no podría retenerme para siempre. Supongo que también debía aprender que no siempre estaría allí para cuidarme, especialmente en situaciones... digamos, cósmicamente inusuales.
— Cuídala bien —le advirtió a Thor, señalándolo con el dedo índice—. Y tú —añadió mirando a Loki con expresión fulminante— te mantienes bien lejos de mi hija.
Loki respondió con una mirada aburrida y un suspiro exagerado.
— Qué dramático...
Tomé el brazo de Thor justo cuando él dio la orden. En segundos, el Bifrost se activó, y fuimos tragados por la luz del arcoíris.
El viaje fue breve, aunque lo suficientemente intenso como para dejarme algo mareada. Cuando la luz se desvaneció, mis ojos se toparon con una figura imponente, cubierta por una armadura dorada.
— Así que tú eres la joven que porta la gema de la mente —dijo el hombre con voz profunda y firme.
— Lady _____ —Thor intervino con orgullo—, te presento a Heimdall. Ve y oye todo en este reino. Un amigo leal.
— Aunque eso no evita su evidente incompetencia —murmuró Loki, frotándose las muñecas. De algún modo ya se había deshecho de las esposas y del bozal que le cubría la boca—. Aunque, para ser justos, eso es común en este lugar.
— Supongo que tendré que acostumbrarme —le respondí con una sonrisa sarcástica, pero él apenas me dirigió una mirada fugaz antes de girar el rostro.
— Nos vemos pronto en el castillo. Hay asuntos que debo atender antes —dijo Thor, dándome una cálida sonrisa antes de partir volando—. Cuida bien de él, _____.
— Como siempre, dejando sus deberes en manos de otros —masculló Loki con desdén.
Nos dirigimos hacia la salida del observatorio y allí nos esperaba un imponente guardia con uno de los caballos más hermosos que había visto jamás.
— ¿Quieres montar o prefieres caminar? —preguntó Loki, sin mirarme directamente mientras subía al caballo.
— Si no es molestia... —me acerqué algo tímida.
Él extendió su mano. Dudé un segundo antes de tomarla, y lo notó. Vi el destello de duda en sus ojos, pero no quería parecer grosera, así que acepté su ayuda y me subí detrás de él, sujetándome con suavidad de su cintura.
Cuando llegamos al reino en sí, no pude evitar quedarme boquiabierta. Todo era hermoso: la arquitectura, la vegetación, la luz, incluso el aire parecía más limpio.
Aunque... también era claro que muchas miradas caían sobre nosotros.
— ¿Por qué nos miran así? —le pregunté, intentando buscar su mirada.
— Porque he hecho cosas que no todos han perdonado —respondió sin emoción—. Pero no podía irme sin un último paseo.
Sus palabras, tan serias y apagadas, me tocaron una fibra. A pesar de sus actos, algo en su tono revelaba culpa... o al menos una especie de pesar que no terminaba de comprender.
— Loki... lamento lo de anoche.
Me refería a haber entrado sin querer en su mente. Aún me sentía culpable.
— Dijiste que no fue intencional. Déjalo así —respondió seco, sin mirarme—. Pero deberías aprender a controlar la magia de esa gema antes de que te controle a ti.
— No sé casi nada de magia. Tal vez aquí haya alguien que pueda enseñarme, ¿no crees?
— Lo dudo. Necesitarías a alguien con un dominio real de la magia.
— Tú pareces saber bastante. Con tus ilusiones y trucos... —apoyé el mentón en su hombro—. Serías un buen maestro.
Guardó silencio por un momento.
— No tengo la paciencia para enseñarte, mi lady. Además, ¿desde cuándo tanta confianza conmigo? —me miró por encima del hombro, intrigado—. No eras así hace unos días.
— Las personas cambian de parecer...
— Mmm... sí, las personas cambian de parecer —repitió, como si probara esas palabras en su boca.
⊱❑┇ Loki ┇❑ ⊰
No puedo negar que esta mujer me ha inquietado desde el primer día. Desde la noche anterior... hasta este mismo momento, abrazada a mi cintura, se ha instalado en mi mente de una forma que considero absurda.
Me irrita que me mire tanto. Pero también... disfruto de cómo se le arruga la nariz cuando se molesta. Sus ojos, por alguna razón, me parecen tan cristalinos como el lago más puro. No, no puede ser. ¿Yo? ¿Pensando en sus ojos? Esto tiene que ser una broma de mal gusto.
¿Afecto por una mortal? Tonterías sentimentales. El único amor que merece mi lealtad es el de mi madre. No el de una niña humana que debería ser solo... una distracción pasajera. Una noche y adiós. Nada más.
Aunque... tal vez no sea tan mala idea.
Llegamos finalmente al palacio. Imponente, intimidante... y para mí, una prisión disfrazada.
— Aún no puedo creer que esté aquí —comentó ella con asombro genuino.
— Te impresionas con facilidad —dije mientras desmontaba, observando las grandes puertas.
— Me gustan las cosas simples... —respondió bajando también del caballo y colocándose a mi lado—. Aunque admito que los detalles grandes tienen lo suyo.
Me lanzó una mirada burlona. Había entendido el doble sentido, claramente. Alcé una ceja y desvié la mirada hacia las puertas del trono.
A cada paso que dábamos por los pasillos del palacio, la espiaba de reojo. Parecía una niña fascinada por cada piedra, cada columna, cada vitral.
Al llegar al umbral del salón del trono, me detuve. Esa puerta marcaba mi condena. Y aunque no me arrepentía de lo hecho en Midgard, no podía negar que el peso de lo que venía me oprimía el pecho.
— ¿Loki? —su voz me sobresaltó. Me había tomado del brazo y me miraba con preocupación sincera—. ¿Estás bien?
Solo asentí.
No podía hablar. Su contacto me desarmaba. Su mirada me hundía.
¿Pero qué es lo que tiene esta mujer... que me hace sentir tan extraño?
Las puertas del gran salón se abrieron con brusquedad, haciendo que ambos se sobresaltaran. Instintivamente, Loki soltó el brazo de la joven de forma brusca. Ella lo miró, confundida por la reacción, pero al seguir su mirada, comprendió de inmediato la razón.
El rey Odin los observaba desde su trono con una mezcla de severidad y asombro. Su única vista, aguda a pesar de los años, no se apartó de ellos mientras se acercaban con paso contenido. Una leve sonrisa—más desconcertada que cálida—cruzó su rostro al reconocerlos.
—Lady _____, es un placer conocerte —dijo Odin, con voz grave pero cargada de cierta fascinación—. No puedo decir lo mismo de ti, Loki.
La joven se inclinó con respeto ante él.
—Un honor, su majestad.
Como si se lo mereciera, pensó Loki con desdén, sin apartar la vista de su padre.
—Esto tiene que ser una broma —murmuró casi para sí, apenas audible—. También es un gusto verte de nuevo... padre —añadió con sarcasmo, sus palabras impregnadas de hielo.
Odin alzó una mano. En cuanto el gesto se hizo, varios guardias se acercaron rápidamente para colocarle grilletes mágicos a Loki. _____ dio un paso hacia él, inquieta.
—Ah, sí. Qué bienvenida más acogedora. Esto sí es sentirse en casa —soltó Loki con una risa amarga, justo antes de que lo empujaran violentamente.
—Llévenlo a las celdas de alta seguridad —ordenó Odin con tono seco.
Mientras los guardias se lo llevaban, Loki giró ligeramente el rostro. Su mirada se encontró con la de ella. Por un segundo, todo pareció detenerse. No había palabras, solo un extraño y silencioso dolor compartido.
El corazón de ella se encogió. No sabía por qué le dolía tanto verlo así, pero lo hacía.
—Gracias por traerlo y evitar que escapara, jovencita —dijo Odin con un asentimiento solemne.
—No fue ningún inconveniente, su majestad —respondió ella con serenidad, aunque su voz tembló apenas un poco. Dio unos pasos hacia él—. Me informaron que solicitaba mi presencia.
—Así es. Ya sabes que eres la portadora de la Gema de la Mente —asintió Odin con gravedad—. Pero hay algo que debes saber: la gema está debilitándose poco a poco.
—¿Debilitándose? —frunció el ceño—. ¿Qué quiere decir exactamente?
—Que la gema ya no reside como un objeto aparte. Eres tú quien la contiene ahora. Su poder se fusionó completamente contigo. No necesitas portarla... tú eres la gema.
Los ojos de la joven se abrieron con asombro.
—Eso significa que... ¿puedo usar todos sus poderes?
—Exactamente. Podrías incluso destruirme si lo desearas.
—Eso no es algo que me interese, su majestad.
Odin sonrió, y por un instante, la severidad desapareció de su rostro.
—Lo sé. He sentido una gran bondad en ti. Por eso me atrevo a decirte esto: sería un honor para nosotros que aceptaras ser aliada de Asgard.
La idea era tentadora. Poder, respeto, una responsabilidad grande... algo que jamás pensó recibir como humana.
—Sería un honor, rey Odin. Pero... creo que necesitaré ayuda para aprender a controlar esto —dijo con humildad.
—La reina Frigga estará encantada de ayudarte —respondió él con amabilidad—. Es una hechicera excepcional. Tu entrenamiento estaría en buenas manos.
Ella sonrió, aunque con cierta timidez.
—Gracias, su majestad... pero estaba pensando en alguien más, realmente.
Odin entrecerró los ojos, curioso.
—¿En quién, si puedo preguntar?
—En Loki.
El silencio que siguió fue tan denso que casi podía cortarse con una espada.
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