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¿𝐀𝐛𝐞𝐣𝐢𝐭𝐚?

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—Deberías empezar a inventar excusas más convincentes —dijo Natasha, cruzándose de brazos con una ceja alzada.

—Me tomaste desprevenida... era obvio que diría lo primero que se me viniera a la cabeza —se excusó _____, encogiéndose de hombros.

—Sé que tienes sangre de súper soldado, pero ni Steve se recupera tan rápido —comentó mientras limpiaba con cuidado la zona de la herida, ahora cicatrizada—. Aunque sigue siendo inconsistente del otro lado...

—Sí... bueno, la magia todavía no es algo que controle del todo —respondió ella en voz baja, lo suficiente para ser escuchada.

—¿Magia? —repitió Natasha, frunciendo el ceño.

—Sí... ya sabes...

—La verdad, no lo sé. Pero me gustaría saberlo —rió suavemente, sin presión.

—Durante el viaje a Asgard aprendí algunas cosas... además de lo que la gema me enseñó —explicó—. La madre de Thor me instruyó un poco. Ella fue criada por brujas, su conocimiento fue muy valioso. Me ayudó mucho... junto con...

Se quedó en silencio. El nombre se le atoró en la garganta. Bajó la mirada, perdida entre recuerdos que aún le dolían.

—¿"Junto con"? —repitió Natasha, curiosa—. ¿Acaso hubo alguien más en ese viaje, Stark junior?

—Sí... digo, no, no —titubeó, sacudiendo la cabeza con torpeza—. Solo fue la reina Frigga.

_____ apretó los labios. Sabía que Natasha no creería esa mentira infantil, pero esperaba que no presionara más.

—Sabes que me doy cuenta cuando me estás ocultando algo, ¿verdad?

Ella solo balanceó los pies en silencio, la vergüenza era evidente. Le dolía admitir que no había seguido los consejos que Natasha le daba desde que era prácticamente una niña.

—Lo sé —murmuró, casi inaudible—. Está bien... sí hubo alguien más.

—¿Quién era?

La pregunta le pesó en el estómago. Era como si una película entera le pasara por la cabeza con solo imaginar la reacción de Natasha.

—No... no es necesario que sepas su nombre —evadió, nerviosa.

—Entonces dime qué pasó.

_____ la miró. La seriedad en los ojos de Natasha dejaba claro que ya había notado el cambio en ella. Y con razón. Nada era como antes.

—Me enamoré de la persona equivocada. Eso es todo.

Natasha dejó la toalla a un lado. Y al ver cómo los ojos de _____ se llenaban de lágrimas, la abrazó con suavidad.

—¿Qué te dijo? ¿Fue también quien te ayudó, junto con la madre de Thor?

Ella asintió mientras se separaba ligeramente.

—Sí... él... bueno... —le costaba hablar sin que las imágenes dolorosas de Loki la invadieran—. Quiso tomar la gema de la mente.

—¿Te usó?

—Ser directa es tu especialidad —ironizó con una sonrisa incómoda, limpiándose las lágrimas—. Sí. Me usó. Y lo peor... es que no puedo olvidar lo feliz que fui con ese idiota, aunque quiera.

—S.j... sabes que no puedes dejar que alguien te rompa así. Y menos si es un hombre —le dijo mientras tomaba su mano con delicadeza—. Eres más que tus poderes, más que todo eso. Eres la chica más valiente, dulce e inquieta que conozco —sonrió—. Si ese imbécil no lo vio, entonces perdió la mejor oportunidad de su vida.

_____ rompió a llorar de nuevo. Esta vez, no solo por Loki, sino por el consuelo que Natasha le ofrecía, como una hermana mayor que siempre había estado ahí.

—Supongo que tienes razón —soltó una risa triste—. Además, es un niño mimado. Ni siquiera sabe lo que quiere.

—¿Era de alguna realeza? —preguntó con una mirada pícara.

—Puede que lo consideren un príncipe.

—Ahora todo tiene sentido —comentó mientras vendaba la herida.

—Sí... como todos esos niños ricos, mimados, caprichosos y arrogantes.

Natasha rió por lo bajo.

—Lo bueno es que no lo volverás a ver.

—Sí... bueno, hubiera preferido que se quedara en esa celda cuando todo esto pasó, pero Loki siem—

—¿Perdón? ¿Loki? —la interrumpió, abriendo los ojos como platos—. ¿¡LOKI!?

—N-no, o sea... sí. Pero no Loki "Loki"...

—¿Perdiste la cabeza, Stark?

—¿Perderla? La lancé por la ventana y le prendí fuego, aparentemente.

—No me digas que fue él con quien estuviste todo ese tiempo en Asgard...

—Sí... pero por favor, no le digas nada a papá. Sabes cómo es...

—No suelo juzgar, pero... ¿por qué él?

—Es complicado.

Romanoff suspiró, frustrada.

—Me gusta lo complicado, así que empieza a explicarlo.

_____ bajó la mirada, con tristeza. Lo que venía era difícil de decir.

—Me contó cómo creció a la sombra de Thor. Solo quería que su padre lo mirara como a él. Fue relegado por todos... hasta por quienes amaba. Y luego se enteró de algo que lo quebró por dentro... algo que lo llevó a hacer todo lo que hizo en Nueva York.

—¿Te conmovió su dolor?

Ella se quedó en silencio, luego asintió.

—En parte. Pero también... cambió conmigo. Se mostró distinto, vulnerable. Me hizo sentir... vista.

—_____... sabes lo que hizo.

—¡Lo sé, Nat! ¡Lo sé! —respondió con desesperación—. Pero también sé lo que hiciste tú. Lo que hizo papá. Clint. Incluso yo. Y no los juzgué. Ustedes tampoco me juzgaron por mis errores.

Natasha guardó silencio. Las palabras de _____ eran duras, pero sinceras.

—Solo pensé... que esta vez sería diferente. Que él cambiaría —sollozó, dejándose caer contra el hombro de Natasha—. No sé por qué fui tan abierta... no sé.

—Tienes un historial complicado con las relaciones, Stark. A veces buscas redimir tus heridas en personas igual de rotas que tú.

_____ cerró los ojos con fuerza. La verdad dolía, porque Natasha la conocía mejor que nadie.

—Quizá sí. Quizá fue una parte de mí intentando encontrar sentido... o castigo.

—No te castigues por amar, incluso si te equivocas. Pero aprende. No repitas el ciclo —le dijo con suavidad—. Tú mereces más que un castillo lleno de mentiras.

—¿Qué fue lo que realmente pasó en Asgard? —preguntó mientras le limpiaba las lágrimas—. ¿Tu herida tiene algo que ver con él?

_____ asintió lentamente. Entonces comenzó a contar todo: su llegada, los momentos compartidos, las mentiras, y la traición final. Lo relató todo, sin omitir el más mínimo detalle.

Nat escuchó en silencio, impactada. Era una historia que parecía escrita por Shakespeare.

—Después de días, llegó Thor con un supuesto amigo. Pero era él. Loki, disfrazado. Otra vez, intentó engañarme con excusas.

—¿Qué excusa dieron esta vez? —preguntó Natasha con sarcasmo—. ¿Tenían un libreto preparado?

_____ rió apenas.

—Según ellos, todo fue una ilusión. Una mujer manipuló mis recuerdos para que odiara a Loki.

—¿Por celos?

—¡No lo sé! Suena tan absurdo... Él es el monstruo de Asgard, ¿y alguien hizo eso por celos?

—O tal vez... —Nat dudó.

—¿Tal vez?

—Tal vez fue algo planeado por un tercero. Para separarlos.

—El general mandó a matarme. No dudo que haya tenido algo que ver.

—Y por eso Loki quiso limpiar su nombre.

La teoría dejó a _____ pensativa. No sabía si creer en ella... o seguir creyendo en lo que vio.

—Dejemos las especulaciones para después —dijo Natasha, mirando su teléfono—. Tengo trabajo. Pero antes...

La abrazó, le dejó un beso en la frente, y salió de la habitación.

Y así cayeron los días grises, uno tras otro. Por más que le diera vueltas a todo lo que habló con Nat, lo que había visto con sus propios ojos aún le dolía más que cualquier herida.

Las terapias comenzaron una semana después de su regreso. Como Tony había prometido, se encargó de encontrar a la mejor fisioterapeuta que el dinero pudiera pagar. Y vaya si lo hizo.

Dasha. Casi treinta años. Fría como el invierno que la vio nacer en Siberia. Tenía las manos de una torturadora y el alma de una monja. O eso pensaba ____ cada vez que la veía entrar al gimnasio portátil montado dentro de la Torre Stark. Su única misión: devolverle la movilidad a las piernas de la chica, aunque tuviera que hacerla gritar hasta quebrar los ventanales.

—Каково это? —preguntó Dasha sin mirarla, doblando con fuerza la pierna de ____ hasta casi hacerle tocar el pecho con la rodilla—. |¿Cómo se siente?|

Un gemido agudo de dolor escapó de entre los labios apretados de la joven Stark. Su frente sudaba, su espalda temblaba.

—Это все еще очень больно... —gruñó, los nudillos blancos al aferrarse al borde de la camilla—. |Aún duele bastante.|

Lo irónico era que Dasha no hablaba una sola palabra que no fuera en ruso. Para ____ eso no era un problema —era su lengua materna—, pero para Tony era una pesadilla. Dependía constantemente de Romanoff para traducir los informes de avance, y cuando Natasha no estaba... bueno, digamos que Stark había perfeccionado el arte de leer el lenguaje corporal con desesperación.

Unos golpecitos secos en la puerta rompieron la atmósfera de tensión. Dasha no se molestó en responder: siguió con su tarea como si nadie hubiera tocado.

La puerta se abrió y Tony entró con una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Sus lentes oscuros colgaban del bolsillo interior de su abrigo, y su corbata estaba medio deshecha.

—Hola, princesa —dijo con voz suave.

—Papá... —murmuró ella, intentando incorporarse con ayuda de Dasha.

—¿Cómo vas, cariño?

—Igual que ayer... y que antes de ayer. Pero pronto mejoraré —forzó una sonrisa, aunque el dolor la hacía temblar.

Tony suspiró, quitándose los lentes y desabotonándose el abrigo. Su expresión cambió, más seria.

—Creo que ya fue suficiente por hoy. Hay... personas que quieren verte.

____ arqueó una ceja. Dasha le lanzó una mirada seca cuando le dijo que terminarían ahí. La ayudó a sentarse en la silla de ruedas con su eficiencia habitual y luego se retiró sin despedirse.

En el pasillo los esperaban dos hombres: uno de porte elegante, cabello peinado hacia atrás con precisión quirúrgica, de unos cincuenta años; el otro, un joven de cabello castaño y ojos inteligentes. Y conocido.

—Cariño —dijo Tony—, espero recuerdes al señor Yung y a su hijo, Nicolas.

Ambos hombres hicieron una leve reverencia. Ella, educadamente, la devolvió.

—El señor Yung es uno de nuestros socios más importantes en Singapur. Ayudará con la reconstrucción de la Torre Stark.

—es muy bueno volver a verla, Señorita Stark. cada vez estos muchachos están más grandes —dijo el mayor con voz grave.

—Por favor, llámenme ____ —respondió con una sonrisa—. No hay necesidad de tanta formalidad.

Pero su mirada se deslizó rápidamente hacia Nicolas.

—Los dejaremos solos para que se pongan al día —intervino el señor Yung.

—Te la encargo, campeón —añadió Tony, guiñándole el ojo al joven antes de retirarse con su socio.

El silencio fue breve.

—Ni un saludo a tu ex compañera, ¿eh? —espetó ____ mientras lo observaba con indiferencia.

—Las formalidades nunca fueron lo nuestro, Stank —respondió él con una sonrisa torcida.

—¿Vas a empezar con tus idioteces otra vez, hon? —resopló mientras quitaba el seguro de la silla y comenzaba a empujarla hacia el pasillo.

—No es mi culpa que tu apellido suene a óxido.

Ella rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Ambos se conocían desde niños. Se habían hecho amigos en uno de esos exclusivos campamentos para hijos de millonarios con padres emocionalmente ausentes. La diferencia de edad nunca fue un problema; de hecho, se complementaban a la perfección en sarcasmo y rebeldía.

Como toda amistad de verano, terminó con una promesa rota de mantenerse en contacto. Años después, se reencontraron en una fiesta de inversionistas, y el vínculo, aunque más maduro, seguía latente.

—Supongo que tomaste muy en serio eso de vivir dentro de tus novelas favoritas —comentó Nicolas con tono burlón.

—Ni se te ocurra mencionar—

—¿Qué? ¿Moby Dick? Nah. Te queda más el intento fallido de "Liberen a Willy".

Ella soltó un bufido, pero no pudo evitar reírse.

—Eres un tonto. Ahora entiendo por qué estás soltero.

—Hay fila, abejita —respondió con una sonrisa confiada mientras tomaba el control de la silla—. Pero tú siempre tuviste pase VIP.

Ella lo miró de reojo. Sí, lo sabía. Nicolas había estado enamorado de ella desde la primera vez que la vio. Lo había confesado entre titubeos una noche de verano, pero ella nunca quiso arriesgar su amistad. No después de todo lo que había perdido en su vida.

—Sabes que hay mejores opciones. Así que anda, cuida a tu rebaño, Don Juan.

—¿Por qué te niegas tanto a una simple cita?

—¿Crees que ahora mismo estoy para ponerme un vestido y fingir que todo está bien en un restaurante caro?

—Podría reservarlo solo para nosotros. Sin prensa. Sin paparazzi. Solo tú y yo.

—No me vengas con esa mierda, Yung —giró el rostro con brusquedad—. Lo último que necesito es a alguien queriendo arreglarme con flores y cenas.

Él la observó. Algo en su mirada le decía que estaba más rota de lo que quería admitir.

—Lo sé. Fue solo una broma. Perdón si fui un idiota.

—No, yo lo siento. Es solo que... salí de algo que pensé que sería mi final feliz. Un cuento de hadas.

—¿Y terminó como una pesadilla?

—Más o menos.

—Sabes que siempre estaré aquí, ¿no?

Ella lo miró. Y por un segundo, casi se creyó esa promesa.

En otra parte de la torre, Tony servía dos copas de whisky en su despacho, mientras conversaba con el señor Yung.

—Me agrada la idea de que se vean más seguido —comentó Stark.

—La ventaja de que Nicolas se haga cargo de la sede americana. Entre los estudios y las conexiones, estará bastante ocupado... pero no demasiado como para no pasar por aquí de vez en cuando.

—Aún estoy esperando que mi hija se digne a participar en Stark Industries. Pepper ya le dio su charla motivacional, pero no ha servido de mucho.

—Los jóvenes... —rió el señor Yung—. Tienen sueños, pasiones, y una alergia crónica a la responsabilidad. Yo casi tuve que chantajear a mi hijo con cortar tarjetas y quitarle su convertible.

—Tal vez deba probar esa técnica.

Antes de que pudieran seguir riendo, la voz de JARVIS interrumpió:

—Señor Stark. Tiene una visita.

—Dile que no estoy disponible —gruñó, tomando su copa.

—Es el Vengador Thor, señor.

El cristal de la copa tembló en su mano. Bastó con escuchar la primera sílaba del nombre para que se le encendiera la sangre.

Thor lo esperaba en el balcón. Tenía el rostro tenso y los ojos bajos. Sostenía algo entre las manos.

Tony respiró hondo y salió.

—Stark... —saludó el asgardiano con voz rota.

—Campanita, ¿qué te trae por aquí? —sonrió, con veneno.

—Vengo a hablar de ____. Necesitas saber algo.

—¿Cómo está? ¿Ya resolvieron el asunto de la piedra mágica esa?

El dios vaciló. Sus ojos, azules como un invierno sin fin, se llenaron de lágrimas.

—Ella... lo hizo bien. Fue valiente.

—¿Y dónde está? ¿Ya vuelve?

—Tony... —trató de decir, pero su voz se quebró—. Lo siento. Hicimos todo lo que pudimos. Pero ella... no lo logró.

El silencio cayó como un martillo.

—¿Qué dijiste?

—Tu hija... falleció. Durante un ataque en el Bifrost. La perdimos, Tony. No pudimos salvarla.

Stark soltó una risa amarga.

—¿Me estás diciendo que la dejaste morir?

—¡No! —exclamó Thor, dolido—. Hice todo lo que estuvo en mis manos. La busqué, la grité, la llamé. Pero cayó al vacío.

—¿Dónde está su cuerpo, entonces?

—No lo encontramos. Creemos que... desapareció en el abismo del puente.

—¡CREES! —rugió Tony—. ¡¿MI HIJA ESTÁ MUERTA Y ME DICES "CREEMOS"?!

—Lo siento...

—¡IMBÉCIL! ¡TE DIJE QUE LA CUIDARAS!

—¡Tony!

—¿Dónde está mi hija?! ¡¿DÓNDE?!

—¿En dónde está quién? —dijo una voz débil.

Ambos se giraron. Y allí estaba ella. ____ Stark. En silla de ruedas. Pero viva.

Thor palideció. Las flores cayeron de sus manos.

—____... ¿Eres tú?

—Pues claro que soy yo, animal —gruñó Tony—. La encontraron casi muerta hace un mes.

—Papá...

Thor se arrodilló frente a ella, temblando. Su abrazo fue inmediato, fuerte, lleno de culpa.

—Lo siento. Lo siento tanto.

—Los dejo solos —dijo Nicolas, colocando su mano sobre el hombro de ____, que la tomó un segundo como disculpa.

—¿Abejita? —preguntaron ambos.

—No pregunten —suspiró ella—. ¿Por qué tanto escándalo?

—Este idiota vino llorando a decirme que habías muerto.

—¿¡Y tú sabías y me dijiste imbécil!? —se quejó Thor.

—Agradece que no te disparé en la cara, Barbie travesti —cruzó los brazos—. Creo que merezco un Oscar.

—¡YA BASTA! —interrumpió ella—. Thor, ¿qué haces aquí?

—Traje... flores. Mi madre dijo que eran tus favoritas. Y unos dulces también...

—¿Esperaban que me los comiera o qué?

—¡PAPÁ!

—Está bien, me voy. Pero tú y yo tenemos una charla pendiente.

Tony salió. El silencio quedó entre los dos.

—¿En serio creyeron que había muerto?

—Sí. Fue devastador. Incluso Heimdall no pudo encontrarte.

Ella miró el cielo.

—Entonces funcionó...

—¿Qué?

—Nada... Solo pensé que... que quizás, si creían que había muerto, me dejarían en paz.

—Pequeña... nadie celebró eso. Mi madre lloró. Mi padre... también.

—¿Y Loki?

Thor bajó la mirada.

—Fue quien más sufrió.

Ella tragó saliva.

—Supongo...

—No, no lo "supongas". Lo vi. Lo viví. Lo destrozó, \_\_\_\_.

Las palabras cayeron como una sentencia irrevocable. \_\_\_\_ cerró los ojos, intentando contener el espasmo en su pecho, como si al hacerlo pudiera ahogar también el torbellino que le nacía por dentro.

—Él...? —susurró, con voz quebrada, temiendo confirmar lo que ya intuía.

—No ha vuelto a ser el mismo desde que creímos que habías muerto.

El silencio que siguió fue denso, y el dolor que se instaló en su corazón resultó mucho más agudo de lo que estaba dispuesta a reconocer. Apretó los dientes con fuerza, tratando de no derrumbarse.

—Nadie lo vio venir, pequeña. Mi madre quedó devastada. Incluso mi padre, que rara vez demuestra emoción alguna, se quebró por dentro.

Ella bajó la mirada, imaginando los rostros de aquellos que la habían amado. ¿Cómo habría llorado Frigga? ¿Con qué ira se habría aferrado Thor a la esperanza? ¿Y Loki?

—Fue él quien recibió la noticia de la peor manera —agregó Thor, su voz cargada de un peso que venía de otro tiempo, de otro dolor.

Ella se obligó a endurecerse.

—Supongo que fue porque su plan falló —murmuró, sin mirarlo, clavando los ojos en el horizonte para evitar los recuerdos.

Thor negó con la cabeza y dio un paso al frente.

—No fue eso. Él quiso enmendar todo. Lo juro. Fue un caos, sí, pero él quería arreglarlo. Todo fue un malentendido que se salió de control.

Ella se giró hacia él, con los ojos inyectados en dolor y frustración.

—Thor, casi muero. Apenas puedo caminar. Ni siquiera los hechizos de sanación que aprendí pudieron restaurar mi cuerpo. —Su voz temblaba, pero no se permitió llorar—. No quiero seguir atormentándome con el recuerdo de algo que jamás fue real.

—Pero él...

—¡No! —lo cortó con una firmeza que cortó el aire—. No quiero hablar de alguien que tuvo que arrancarse de mi corazón. Entiendo que quieras ayudarlo, Thor, y eso es noble, en serio. Pero yo ya no quiero saber más de él. Se acabó.

—\_\_\_\_\_, si lo ayudo es porque sé que él te ama. Nunca en mis casi mil años había visto a mi hermano amar así. Lo transformaste. Lo humanizaste.

—Entonces tendrá que esperar otros mil años, porque yo no volveré a dejar que me destruya. —Las palabras eran cuchillas lanzadas sin remordimiento.

Thor intentó razonar. Inspiró profundamente.

—Por favor, pequeña... escúchame.

—No, Thor.

—Sólo déjanos explicarte cómo sucedieron realmente las cosas. Tal vez si supieras la verdad...

—¡QUE NO QUIERO ESCUCHAR NADA, MALDITA SEA! —gritó, la furia rompiendo en su voz como un rayo en una tormenta—. Él y yo nunca fuimos nada. Y no lo seremos jamás. Para mí está muerto. Seis metros bajo tierra. Y ahí se quedará. ¿Lo entiendes?

La puerta se abrió de golpe. Nicolás entró como un vendaval.

—¿Estás bien? —se acercó, mirando a Thor con una desconfianza feroz.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Thor, desconcertado.

_______tragó saliva. No quería dar explicaciones, no podía enfrentar esa conversación. No ahora.

—Es con quien estoy ahora —mintió.

—¿Qué? —exclamaron los dos al unísono.

—S-sí. Nicolás y yo estamos juntos —confirmó, forzando seguridad en su voz—. No pasó nada, ¿puedes esperarme adentro? —le apretó la mano, como suplicando cooperación.

Nicolás, confundido, asintió y salió sin decir más.

Thor la observó con el ceño fruncido.

—¿De verdad, ______?

—¿Y qué? ¿No tengo derecho a rehacer mi vida? ¿A buscar mi propia felicidad?

—¿Y Loki? ¿Vas a ignorar todo lo que significaste para él? Te adora, Stark. Ha sufrido como nunca.

—Eso ya no es mi problema, Thor. Si tanto te alegra que esté viva, entierra mi recuerdo allá en Asgard y deja que yo lo entierre aquí. Quiero paz.

—¿Quieres que mienta?

—Quiero que me dejes en paz.

Thor se quedó en silencio, derrotado. Sus hombros cayeron un poco.

—Entiendo —dijo con resignación—. Si hay algo que pueda hacer...

—Libros. Hechizos más avanzados de sanación. No pienso rendirme. Sólo eso.

Asintió. Le entregó un canasto con flores y una carta.

—Las flores las eligió mi madre. Y... esto es una carta de mi hermano. Si queda algo, lo que sea, de afecto en tu corazón, léela.

Ella asintió levemente. Lo vio alejarse, llamar a Heimdall y desvanecerse en el rayo de luz que lo devolvía a su mundo.

Suspiró, larga y pesadamente. Volvió a entrar a la Torre.

Nicolás la esperaba con los brazos cruzados y una ceja alzada.

—¿Quién era él? ¿Y desde cuándo estamos saliendo?

—No quiero hablar de eso ahora, Yung —respondrespond\u00i3, girando su silla hacia su habitación.

—No. —Se interpuso—. Si vas a usarme como excusa frente a tus compañeros Vengadores, mínimo, págame como corresponde.

—¿Qué quieres? ¿Cien dólares al día? Hasta para ti suena ridículo.

—No —replicó, serio—. Quiero que aceptes salir conmigo. De verdad.

Ella parpadeó, sorprendida.

—¿Qué?

—Sí, ______ Estoy cansado de esperar. Y si vas a necesitarme, que sea como algo real. Porque yo sí quiero estar contigo. Y no me importan tus fantasmas asgardianos ni tus heridas. Pero no me quedaré como tu sombra para siempre.

Ella lo miró, muda.

—Entonces... ¿qué dices?

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¡Nos llegó pretendiente nuevo mis corazones!
JAJAJJSJSJJSJSS

Bueno espero que el cap de hoy les haya gustado y más el nuevo personaje que añadiremos en esta historia, dejaré una imagen de el para que tengan Masomenos idea de cómo se ve el buen Nicolas Yung.

Siin más que decir, les recuerdo que amo cuando comentan y me apoyan con sus estrellitas para motivarme a seguir escribiendo.

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