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La primera sensación fue extraña. No era dolor. Era de vacío. Como si hubiera caído en un abismo de calma y ahora estuviera emergiendo a la superficie con los oídos llenos de agua.

Me costaba abrir los ojos. Los sentía pesados, como si no hubiera dormido en siglos. Reconocí de inmediato la tenue luz dorada de las runas flotando en el techo, y eso me arrancó una mueca de fastidio. Apenas pude girarme sobre la cama. Tenía una manta suave cubriéndome, y aunque ayudaba a mantener el calor, el frío se colaba por algún rincón mal sellado de la ventana. Un leve zumbido de magia seguía flotando en el aire.

Eso no era normal.

Me incorporé de golpe.

—¿Loki...?

Mi voz sonó seca, ronca. Como si hubiera dormido durante días. Pero lo peor era el nudo en mi pecho. Algo no estaba bien. Lo sabía.

Escuché pasos. Giré la cabeza justo cuando apareció en la puerta. Loki. Su rostro estaba sereno, pero sus ojos... sus ojos lo traicionaban. Cargados de tensión. Llevaba un sweater verde oscuro y pantalones de sudadera. Era casi ridículo verlo vestido tan simple.

—Estás despierta —dijo, con una suavidad que me irritó más que calmó.

No le respondí. Solo lo miré. Y cuando me senté del todo, lo hice con los dientes apretados.

—¿Qué me hiciste?

Sentía rabia, con molestia y temor. Este último no se de donde venía.

—Te dormí —admitió, sin rodeos—. Encantamiento de sueño controlado. Indoloro. Pero Seguro.

Reí. Pero sin humor.

—Ah, ¿seguro? Qué alivio. Me tranquiliza tanto saber que decidiste sedarme como si fuera un animal salvaje.

—No te drogué —respondió con un dejo de paciencia forzada—. Te protegí. A mi manera, claramente.

— ¿protección? Pero que Mier... ¡No necesitaba protección! —solté, poniéndome de pie con torpeza—. Necesitaba que confiaras en mí. Que me hablaras. Que no me trataras como si fuera una bomba a punto de estallar. No eh lastimado a nadie y nunca pensé hacerlo.

—No eres una bomba —dijo, bajando la voz mientras se acercaba—. Eres mi prioridad. Pero el Darkhold no se iba a detener porque tú lo ignoraras o lo usaras para cosas "buenas", Louise. Estaba absorbiéndote, conectándose contigo, manipulándote sin que lo notaras.

Sentí que algo se quebraba en mi interior. Estaba desesperada, lo necesitaba.

—¿Y tu solución fue dejarme inconsciente? ¿Alejarme del único objeto que podía ayudarme a entender qué me está pasando?

—No. Mi solución fue alejarte de algo que iba a destruirte —replicó él, y en su voz ya se deslizaba la rabia contenida—. Linda entiende, el Darkhold no iba a darte respuestas. Solo más cadenas.

— pudimos hablarlo —dije acercándome, trataba de contener mi rabia pero realmente me era difícil— ¡Pero tu decidiste eso por mí! ¡Lo hiciste solo!

—¡Porque tú no podías decidir! —soltó él, alzando la voz—. ¡No en el estado en que estabas, en el que aún te encuentras! No eres tú. Tú no me miras como si fuera un obstáculo. No me hablas con esa... hambre en la voz cuando te acercas al libro.

Sus palabras me cortaron el aliento. Lo miré. Furiosa. Herida. Rota.

—Te odio un poco ahora mismo.

Vaya, que perra. Pensé.

Loki asintió con lentitud.

—oh linda, Puedo vivir con eso... si significa que tú vas a vivir también.

Sentí que me temblaban las manos. Respiré hondo, como si intentara contener todo lo que me estaba comiendo viva por dentro.

—¿Dónde está?

—No lo encontrarás —respondió con una calma escalofriante—. Ni tú, ni nadie. Lo escondí donde ni Heimdall podría verlo. Le lancé un encantamiento de olvido temporal. Ni siquiera la magia lo rastreará por ahora.

—¿Me quitaste el recuerdo también? ¿Ahora también te metes en mi cabeza o qué?

—Nunca tocaría tu mente —dijo con firmeza y yo solo bufé—. Pero el libro ya no te llama. Al menos... no de momento.

Bajé la mirada. Me ardían los ojos, aunque no había lágrimas.

—solo eres un mentiroso manipulador con complejo de dios... No quiero verte. No ahora.

El solo se quedó en silencio igual que yo.

Hasta yo me sorprendí por ese comentario.

Asintió otra vez. Dio un paso hacia atrás, pero se detuvo en el umbral. Y entonces, con esa voz que solo usaba cuando hablaba con sinceridad absoluta, dijo:

—No hice esto porque desconfíe de ti. Lo hice porque para tu mala suerte, te amo. Y porqué si ese libro volvía a tocarte como antes... yo no iba a permitirlo.

Y se fue. Sin esperar respuesta. Dejando solo su sombra y el eco de esa última palabra que me pesó.

¿Estaba mal?

¡Claro que no! Era mi decisión si quería o no alejarme del libro. Aún había cosas que podría necesitar... en caso de emergencia. Si salvé a Loki de su muerte o me curé la pierna, podía hacerlo con cualquier otra cosa si era necesario. Puedo controlarlo...

¿O no?

No quería admitirlo, pero sentía una extraña paz. Una que no experimentaba desde la batalla con el Loki del pasado, antes de la gema, Era como volver a ser yo. Mis recuerdos seguían allí, sí, pero ya no dolían tanto. Ya no eran cuchillos. No me pesaban ni me asfixiaban como antes. Las voces... las voces se habían ido. Y con ellas, el caos.

Pero no. Él debió decirme. Tenía que preguntarme si era lo que yo quería.

—¿Pero qué mierda me pasa? —murmuré, frustrada.

Apenas estábamos saliendo de una pelea por una estupidez como una fiesta, y ahora estábamos en otra, sin razón aparente, por un maldito libro encantado.

Me dejé caer sobre la cama otra vez, con los brazos cruzados bajo la cabeza, mirando el techo vacío. Sin runas, sin magia. Solo sombras y silencio. Y el eco de lo que pasó con él. Cómo todo, de un momento a otro, se transformó. De un sueño... a una pesadilla. Una donde él se alejaba. Donde lo perdía. Otra vez.

Pasé horas así, sin moverme. La manta seguía a mis pies, arrugada. El frío se colaba por un rincón de la ventana, pero ni lo sentía. Mi mente estaba atrapada en su voz, en sus palabras antes de marcharse.

"Lo hice porque te amo."

Y lo peor era que lo sabía. Sabía que era cierto.

La habitación estaba en penumbra, y en algún punto perdí la noción del tiempo. Pero algo me golpeó de pronto: el calendario. El reloj. La conversación anterior.

Recordé que era primero de enero.

No podía creer que así había sido nuestro primer día en 2015.

Y yo lo pasé gritándole. Recriminándole. Alejándolo. Mientras él... mientras él solo intentaba protegerme.

Feliz año nuevo, me repetí con ironía amarga.

La culpa se instaló como una losa sobre mi pecho. Me ardía por dentro. Lo que dijimos. Lo que yo dije.

"Te odio un poco ahora mismo."

Cerré los ojos con fuerza. No había excusa. No después de la noche anterior. No después de haberme dejado caer en sus abrazos otra vez, de buscar su calor como si fuera lo único que podía salvarme de mí misma.

Y ahora... ahora estábamos otra vez divididos.

Me levanté, sin pensarlo más. Crucé el pasillo en silencio. Él se había ido su habitación. Seguíamos en la misma torre, pero separados por puertas, paredes y mi maldito orgullo.

Me detuve frente a la suya. Dudé. Levanté la mano. Tres golpes.

Silencio.

—Loki... —mi voz apenas rompió el aire—. ¿Estás ahí?

Escuché algo, un movimiento, pero no contestó.

—Solo quería decirte que... lo siento. Lo que te dije... no era verdad. Estaba molesta. Confundida... fui una idiota.

Esperé, pero nada se movía del otro lado.

—No tenías por qué quedarte a soportarlo. Pero lo hiciste. Como siempre. Y yo... —tragué saliva—. Yo solo respondí atacándote.

Inspiré hondo.

—Fue un mal comienzo de año. Y si... si hay algo que pueda hacer para cambiarlo, para arreglarlo, quiero hacerlo.

No escuché nada, sabía lo que significaba.

Iba a darme la vuelta cuando la puerta se abrió. Loki estaba ahí. Ojeroso. Tranquilo. Dolido.

—Podrías empezar por no cerrar tu corazón cada vez que tienes miedo —dijo con calma.

No supe qué decir.

—¿Puedo pasar? —susurre.

No respondió. Pero se hizo a un lado.

Y entré.

Su habitación apenas estaba iluminada por unas cuantas velas; su fijación por la luz "natural" volvía el ambiente acogedor, aunque envuelto en cierta incertidumbre. La penumbra bailaba con las sombras, y todo parecía suspendido en un instante que ninguno de los dos sabía cómo romper.

Hubo silencio. Uno que sabía que tenía que romper yo.

—Te grité... y te insulté. Te traté como si no fueras... tú. Y tú solo intentabas ayudarme. Me cuidaste. Y yo... te devolví una patada emocional en las costillas.

—Y verbal. No olvides lo de "mentiroso manipulador con complejo de dios" —recriminó con una ceja en alto mientras se sentaba al borde de la cama.

—Eso te lo he dicho más de una vez —murmuré, avergonzada, bajando la mirada.

—Sí, pero esta vez dolió más —añadió, cruzándose de brazos—. Tal vez porque... esta vez no lo merecía.

Su confesión me desarmó un poco. Me acerqué lentamente hasta donde estaba, con pasos más honestos que firmes.

—estamos en cuartos separados porque no quiero incomodarte. Y lo respeto. Pero sigo aquí, porque tú me pediste que no me fuera —continuó, sin dramatismo, solo verdad—. Así que... no estoy esperando un perdón. Solo quería saber si estabas bien. Por eso atendí a tu llamado.

Respiré hondo. Lo observé en silencio, con el corazón latiendo despacio, pero con fuerza. Sus palabras eran como agua tibia sobre una herida. Me sentía culpable. Últimamente solo había traído caos y peleas. Y sin embargo, ahí estaba él. Aún.

—Claro que quiero que te quedes —dije finalmente, con voz baja—. Aunque me duela aceptarlo... siento menos miedo contigo cerca. Incluso cuando... te odio un poco.

Loki alzó una ceja con una sonrisa ladeada.

—Ese es el mejor cumplido que me han hecho en siglos.

Negué con la cabeza, riendo apenas. Mis ojos comenzaban a arder sin aviso, y no supe si era por tristeza o alivio.

—¿Puedo...? —preguntó él, levantando una mano, aún sin tocarme.

Asentí en silencio.

Loki acortó la distancia y me envolvió entre sus brazos, con un cuidado casi reverente. No hubo deseo. No hubo prisas. Solo un refugio, una pausa en medio del caos. Como si ambos necesitáramos recordar que el otro seguía allí. Que, pese a todo, aún nos elegíamos.

Apoyé la frente contra la suya, dejando que su respiración calmara la mía.

—Gracias... por no rendirte conmigo.

—Jamás lo haría —susurró con ternura—. Eres mi caos favorito.

Me sentía cómoda. Ligera. Como si, por un instante, no cargara con tanto. Y no quería arruinarlo. No otra vez. Él estaba haciendo su parte, y era hora de que yo hiciera la mía.

—No más mentiras, ni secretos —murmuró, cerca de mis labios.

— y no más ley del hielo... se que es tu forma de escudarte pero, créeme que es como si me apuñalara tu indiferencia.

El solo asintió y me dio una sonrisa cálida.

—lo lamento.

Pero había algo, la petición de no más secretos me hizo estremecer. Porque aún había uno. Uno que llevaba semanas guardando, como una espina que no me atrevía a tocar.

Y él lo notó.

—¿Sucede algo? ¿Hay... algo más? ¿algún secreto que aún no me has contado?

Tragué saliva. No sabía cómo decirlo. A pesar de estar mejorando, no había garantías. Y decirlo en voz alta lo haría real.

—Esta mañana... —comencé, separándome un poco de él, con los dedos enredándose distraídamente en su cabello, tratando de contener mis ansias—, antes de que discutiéramos por el libro... cuando estaba a punto de contestarle a papá.

—Mmhh...

—Mencionaste algo.

Él me miró, confuso al principio, tratando de recordar. Hasta que sus ojos se abrieron un poco.

—¿Lo de embarazarte? —preguntó con cautela—. Si fue por eso, lo siento. No era mi intención presionarte con nada.

—No es eso...

—Sé que apenas estamos empezando. Tú eres muy "joven" Y aunque me encantaría tener...

Ella le tapó la boca con su mano, no quería oírlo. Solo buscaba cómo formular esa verdad que a ella la carcomía.

—Loki... yo no puedo quedar embarazada.

El silencio cayó como una piedra entre nosotros. Su expresión se transformó en algo que no supe descifrar de inmediato. Aparte mi mano de su rostro al notarlo; No era juicio. No era rechazo. Era otra cosa. Algo más profundo.

—¿No quieres... o no puedes?

—No puedo —dije con la voz en un hilo—. No aún. Estoy en un tratamiento desde hace unos meses. Me descubrieron un problema en los ovarios. Es algo hormonal, inflamatorio... es complicado.

Sus ojos buscaron los míos, y por un momento temí lo que encontraría en ellos. Pero no había asco. No había decepción. Solo... preocupación sincera.

Loki permaneció en silencio por unos segundos, con su mano aún entrelazada con la mía. Sus ojos, fijos en los míos, no tenían rastros de juicio. Solo duda. De la buena. De la que busca comprender.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —preguntó finalmente, en voz baja—. Pudiste haberme dicho y Pude haberte apoyado.

Tragué saliva, sintiendo cómo el nudo volvía a apretar mi garganta.

—Porqué... me enteré antes de que nos reencontráramos —respiré hondo, tratando de armar las palabras— y solo Tony lo sabía. Nadie más. Ni Natasha, ni siquiera se lo conté a Nicolás en su tiempo. Solo papá. Y fue suficiente. Apenas podía procesarlo yo como para decírselo a alguien más... mucho menos a ti.

Aparté la mirada un segundo. Me sentía expuesta, pero ya no podía retroceder.

—Durante mucho tiempo imaginé una vida distinta. Tener hijos... una familia. Quería algo de eso, alguna parte normal de mí, algo que no estuviera vinculado a una infancia trágica, a batallas o a la carga del apellido Stark. Pero cuando me dijeron que podía no ser posible... fue como si una parte de ese futuro se desvaneciera. Y no supe cómo vivir con esa idea sin sentirme defectuosa.

—¿Pero es definitivo? —preguntó con cautela, sin esperanza forzada, solo genuino interés.

—No exactamente. —Levanté los ojos para mirarlo—. Hay esperanza... pero es muy baja. Estoy en tratamiento, respondiendo poco a poco, pero no es seguro. Ni siquiera cercano a eso. A veces parece que mejora... y luego retrocede. Es como una cuerda floja constante. Y eso me frustra.

Loki asintió despacio, como si absorbiera cada palabra con paciencia.

—Me frustra porque... aún hay una posibilidad. Y tenerla ahí, como una promesa que no se cumple, me rompe más que si me hubieran dicho que era imposible desde el principio.

Mis ojos se humedecieron otra vez. Me sentía vulnerable, pero al mismo tiempo aliviada por poder decirlo.

—Intenté ignorarlo. Fingir que no me importaba. Que no lo quería. Pero lo quiero, Loki. Quiero tener esa opción, quiero ser madre, no ahora.... Pero si en un futuro Y temí que al saberlo, tú también la quisieras y me dejaras porque no podía dártela, por que estoy rota.

Loki me miró con una ternura que dolía.

—No estás rota —dijo con firmeza, sin dramatismos, solo certeza mientras tomaba mi mejilla—. No hay nada en ti que deba ser arreglado para que seas suficiente. No para mí.

—Lo sé... o al menos trato de creerlo —respondí con una sonrisa triste—. Pero no quería que me miraras con lástima. O que pensaras que... que te estaba fallando de alguna manera. A veces sentía que si lo decía en voz alta, lo hacía más real. Más definitivo.

—¿Fallarme? —repitió, sorprendido—. ______, si yo te amo no es porque puedas o no darme un hijo, de hecho es la primera vez que hablamos de este tema. Te amo porque eres tú. Porque eres brillante, valiente, insoportablemente terca... y porque me haces querer ser mejor.

Mis lágrimas cayeron sin resistencia. Me sentía desnuda emocionalmente, pero por primera vez no quería esconderme.

—Gracias por no rendirte conmigo —susurré, apoyando mi frente contra su pecho.

—Jamás lo haría —respondió él, abrazándome con una calidez suave—. Y si alguna vez quieres que tengamos una familia, sea como sea... lo encontraremos. Hay más formas de crear una vida juntos que solo una.

Me aferré a él, más tranquila. El peso seguía allí, pero compartido dolía menos.

—¿Sabes qué día es hoy? —preguntó él después de unos minutos, en voz baja.

—Primero de enero, o bueno lo que queda de el —respondí.

—El primer día del año. Y ya reímos, discutimos y ahora estamos llorando los dos —dijo con una sonrisa triste.

Reí entre lágrimas, y me acurruqué más contra su pecho.

—Si sobrevivimos a esto... podemos con lo demás.

—Exacto. Y si el universo no nos da lo que soñamos, le arrancaremos una alternativa con las manos. A tu lado, cualquier futuro me sirve.

Lo besé suavemente en la mejilla. No había nada de pasión en el gesto. Solo amor. Real. Calmo.

Y eso, por ahora, era suficiente.

La primera semana de enero pasó casi volando, como si el nuevo año hubiera traído una tregua silenciosa. Era inevitable no notar la calma que se sentía en la Torre, en el ambiente... y en _____. Había algo distinto en su forma de caminar, de hablar, incluso de respirar. Tal vez era sutil, pero Loki lo notaba todo. Y lo que veía en ella lo reconfortaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Desde que escondieron el libro en un lugar inaccesible —protegido mágicamente en una de las bóvedas de Karma Taj —, las cosas parecían haberse estabilizado. No del todo, claro, pero al menos las noches ya no estaban llenas de gritos ni hechizos inconscientes que estremecían las paredes de la Torre.

Ella dormía mejor. Y él también.

Estaban en camino de reconstruir algo que se pareciera a una vida "normal", si es que eso era posible para un Dios con cuentas pendientes y una Stark con heridas que apenas curaban. Pero ahí iban, paso a paso.

—¿Así que ahora desayunas sentada y no de pie frente a un monitor como una bruja antisocial? —preguntó Loki mientras se dejaba caer en la silla frente a ella, alzando una ceja con teatralidad.

Ella alzó la vista de su café, arqueando una ceja con fingida ofensa.

—Estoy en evolución constante. Tal vez el próximo paso sea tatuarme la espalda. Algo simbólico. Como prueba de que ya no soy un desastre emocional por un estúpido libro.

—¿Un tatuaje? —repitió él, como si acabara de decirle que planeaba prenderse fuego—. Oh, claro, nada dice "estabilidad emocional" como grabarse símbolos misteriosos en la piel. Aunque, admito que sería una vista interesante... —se inclinó un poco hacia ella—. Pero no soportaría que te convirtieras en una de esas personas que encuentran significado en cada trazo de tinta. Me gusta tu caos natural y tu locura sin adornos. Sin tinta, por favor.

Ella soltó una risa corta, divertida, y él lo sintió como una pequeña victoria personal.

—Eres un idiota.

—Y tú estás lenta hoy con los insultos —replicó él con una sonrisa.

Ella se giró con un gesto dramático, y con un suave chasquido de dedos, usó su magia "buena" para crear un tatuaje ilusorio en su espalda: un dragón enroscado en tonos azul oscuro, con las alas abiertas y detalles dorados que brillaban apenas con la luz del sol.

—¿Qué te parece? —preguntó con un aire desafiante—. Dime que no me vería épica.

Loki se quedó en silencio, observando los detalles con los ojos entrecerrados. Y entonces, como si fuera lo más natural del mundo, hizo un gesto con la mano y reemplazó la imagen por otra: letras finas y elegantes que decían "Propiedad de Loki, Príncipe de Asgard. No acercarse."

—Creo que este es más... fiel a la realidad —dijo, satisfecho con su "corrección".

—¿Qué me pusiste? —preguntó ella, intentando girar la cabeza para mirarse la espalda y casi derramando su café en el proceso.

—¡Espera! Tengo una idea —dijo él, levantándose de golpe con esa chispa de travesura brillando en sus ojos—. Quédate así. Te enseñaré mi obra maestra. Vas a amarla.

Ella soltó una carcajada entre dientes y lo vio desvanecerse con un destello esmeralda, para volver a aparecer segundos después con la cámara fotográfica entre las manos.

—¿En serio vas a sacarme una foto? Realmente te gustó mi regalo.

—me encantó y créeme—dijo, ajustando el lente con una sonrisa ladina—. Esta merece ser inmortalizada.

Sin más, la giró suavemente de espaldas y comenzó a buscar el mejor ángulo. Ella llevaba puesto un bralette negro deportivo, así que él soltó el broche trasero con habilidad milenaria —demasiada habilidad, pensó ella— para que las letras mágicas pudieran verse con claridad.

El encuadre fue perfecto. Su piel pálida, el contraste con su cabello oscuro y corto, la curva de la espalda marcada por la luz matinal. Hizo que sus cicatrices se vieran agregándole ese toque de realismo en ella. Loki dio un paso atrás, casi en contemplación.

—No sabía que eras fotógrafo ahora —comentó ella, con un tono divertido.

—Solo para piezas de colección —dijo, y tomó la foto.

Loki bajó la cámara y sacó el rollo para así con su magia sacar la fotografía sin problemas, observó la imagen en el papel con un brillo satisfecho en los ojos.

—Perfecta —murmuró.

—¿Puedo verla o vas a quedártela como algún tipo de trofeo asgardiano? —preguntó ella, girándose apenas, sujetando el bralette con una mano mientras alzaba la otra para intentar arrebatarle la cámara.

Él se la sostuvo fuera de alcance, burlón.

—Con esa actitud, quizá debería considerar subastarla entre los reinos. Estoy seguro de que provocaría guerras. Pero mejor me la quedo para mi.

Ella rodó los ojos.

—amor...

—Está bien, está bien —cedio Loki, mostrándole finalmente la imagen.

_____ se quedó en silencio al verla. Se esperaba una broma más burda, algo ridículo, pero lo que encontró fue... arte. Su espalda se curvaba con naturalidad, los detalles del hechizo se veían perfectamente definidos y las palabras, aunque ridículas, estaban escritas con una tipografía elegante, casi regia. Había algo íntimo en cómo la había capturado. Como si en lugar de reírse de ella, la hubiera visto de una manera que ni ella podía explicar.

—Wow —susurró sin sarcasmo—. No creí que te tomarías en serio eso de "obra maestra".

—Es que lo era, querida —dijo él suavemente, mirándola más a ella que a la imagen—. Tú lo eres.

Ella bajó la mirada, súbitamente consciente de la cercanía entre ambos. Él seguía detrás de ella, la cámara a un lado, las manos apenas rozando su cintura mientras acomodaba de nuevo el broche del bralette con cuidado, esta vez sin prisa.

—¿Sabes qué? —murmuró él, su aliento cálido sobre la nuca haciéndola estremecer—. Quizá debería tatuarte de verdad. Uno que solo pueda verse con mi magia.

Ella rió, pero su voz tembló apenas.

—¿Y qué pondrías? ¿Otra advertencia pasivo-agresiva? ¿"No alimentar después de medianoche"?

—Hmm, tentador —dijo él, bajando la voz mientras besaba su cuello—. Pero no. Pondría algo más útil. Como... "Si encontrada perdida, devolver a Loki".

Ella se giró, sus rostros apenas a centímetros.

—¿Y si no quiero que me devuelvan? —preguntó, mirándolo con una mezcla de desafío y ternura.

—Entonces —dijo él, sin apartar la mirada— me encargaré de que nunca te pierdas.

El silencio se alargó un momento. No había urgencia. No había máscaras. Solo los dos, en su pequeña burbuja, compartiendo café, sarcasmo y algo más profundo que ninguno terminaba de nombrar en esa mañana.

Ella fue la primera en romperlo, con una sonrisa que se coló sin permiso.

—Eres un idiota —repitió.

—Y tú —dijo él, acercándose un poco más, casi besándola— eres mía. Con o sin tatuaje.

Y entonces la besó, suave al principio, como si no quisiera romper el momento... pero con esa intensidad que solo Loki parecía guardar para ella.

Mientras compartían ese desayuno tardío, el televisor del comedor proyectaba un noticiero con una sección de espectáculos. Un reportero hablaba efusivamente sobre una "ruptura impactante entre dos figuras de la élite", mientras mostraban imágenes de Nicolás Yung saliendo solo de un restaurante en Manhattan.

Y con eso, su mañana tranquila estaba "arruinada".

—Y en otros titulares, se confirma finalmente que la relación entre el empresario Nicolás Yung y la heredera _____ Stark ha terminado oficialmente. Las fuentes cercanas aseguran que fue una separación amistosa y que ambos han tomado caminos distintos...

Loki alzó una ceja con sorna.

— ¿tan pronto están comentando sobre eso?

— mierda se supone que saldría la próxima semana, no aún...

Rápidamente _____ se levantó y tomó su teléfono el cual había estado en "no  molestar" por mucho tiempo. notó sus mensajes, llamadas y notificaciones.

"Louise Stark y Nicolás Yung ponen fin a su relación. ¿Un adiós definitivo o una pausa?" —titularon desde People Heroica con su acostumbrada diplomacia.

"¿Nueva vida, nuevo amor? Louise Stark pone fin a su historia con Nicolás y reaparece en Año Nuevo con misterioso acompañante en la fiesta de compromiso de Alessia Carusso" —lanzó MetroGossip Online con picante ambigüedad.

"Louise Stark, ¿romance secreto? Captan a la hija del magnate con otro hombre en exclusiva fiesta privada" —fue la frase que más viral se volvió.

Los comentarios en redes sociales se multiplicaron sin control:

- Seguro llevaba meses engañando a Nicolás, como buena Stark.
- ¿Quién será el nuevo? Se ve que no le gusta estar sola mucho tiempo.
- Es su guardaespaldas o algo. No creo que ella se meta con alguien fuera del círculo.
- en la fiesta de compromiso de su ex, con su novio y sale de ahí con un amante? Ni stark se atrevió a tanto!!
-quien pudiera ser ella, tres hombres para ella solita jaja ¿que sentirá Carusso?

Fue un portal menor, DailyMetaRumors, el primero en publicar una imagen borrosa tomada a la salida de la fiesta privada de los Carusso antes de la media noche el 31 de diciembre. En ella, Louise aparecía claramente, con su vestido rojo carmesí. A su lado, un hombre alto de cabello oscuro caminaba junto a ella, protegiéndola del tumulto. La foto no era nítida, pero suficiente para sembrar la duda.

"¿Quién es el hombre que acompañó a Louise Stark en Año Nuevo en la fiesta de compromiso de la más grande de la familia Carusso?"

"Nuestros informantes confirman que no es Nicolás Yung. ¿Un nuevo interés amoroso o solo un miembro de seguridad cercano?"

El rostro del "acompañante" no podía distinguirse, pero el cuerpo ligeramente inclinado hacia ella, la mano que tocaba apenas su espalda, bastaban para alimentar las especulaciones. Las redes estallaron con teorías. Pero los medios principales evitaron publicar la imagen: era poco concluyente, y ninguna fuente oficial quiso confirmarla.

Ella estaba poco acostumbrada a la atención de las cámaras, no era de dar entrevistas ni menos armar escándalos propios.

Loki veía su tableta, intrigado por lo que podían decir las personas, las cosas estaban bien pero ese detalle lo podían arruinar todo. Otra vez.

leyó el artículo en silencio, sentado a la mesa de la cocina mientras ella terminaba su taza de café.

—Al menos eligieron una foto en la que luces bien —murmuró, dejando la tableta boca abajo.

Ella soltó una risa leve, sin girarse.

—Alessia debe estar con ganas de matarme. Lo bueno es que tú apenas eres una silueta.

—Un misterio atractivo, según los comentarios. Fue bueno destacar en la fiesta de esa bruja ¿no crees?

—¿eso te gusta, cuernitos? Sabía que te gustaba la atención pero no de esta manera.

—si me gusta, pero lo prefiero a que sepan quién soy, querida.

Ella se giró entonces, apoyándose en el marco de la puerta, con la taza aún humeante en las manos.

—Tarde o temprano, lo sabrán. No vamos a vivir eternamente en las sombras.

Loki la observó por unos segundos, en silencio.

—No me importa que sepan de mí —dijo finalmente—. Me importa que no usen eso para herirte.

Ella no respondió, pero su gesto lo dijo todo. Porque sabía que eso pasaría. Que los medios no eran amables. Y que en cuanto descubrieran con quién compartía su tiempo —con quién realmente estaba rehaciendo su vida—, los titulares serían crueles.

— lo único que puedo decir es que en estos casos entiendo a papá, digo, cada que podía estaba envuelto en diferentes escándalos por estar con modelos o cagarla en algún evento.

— pero tú no eres Tony.

— lo sé, y aunque la gente piense que solo por que mi papá fue mujeriego eso es hereditario, yo sé que no es así o bueno, solo pasó una vez.

—¿Quieres hablar de eso?

—¿De Nicolás? —respondió ella, sin apartar los ojos de la pantalla—. No. Ya no.

Él la observó con atención, notando cómo se aferraba a su teléfono y la tasa caliente.

—Aunque admito que ver la noticia hizo que todo se sintiera... real. Como si ya no pudiera volver atrás.

—¿Te arrepientes?

Ella giró lentamente el rostro hacia él. Su mirada era honesta, pero cansada.

—No de elegirte a ti... lo sabes. Pero sí de cómo lo manejé, estuvimos juntos un largo tiempo. Él merecía saber la verdad antes. No enterarse de la manera en la que lo hizo.

Loki bajó la mirada, asintiendo sin decir nada. Sabía lo que era causar dolor. Y también sabía que ____ era distinta a él en eso: ella no sabía cómo convivir con la culpa.

— supongo que eso si es de herencia, los Stark solo sabemos estar en problemas y polémicas... como que estoy en tendencia otra vez —murmuró ella, viendo su propio nombre entre los temas más comentados en twitter.

—¿Para bien o para mal? —preguntó Loki, cruzado de brazos a su lado.

—Ambos. Algunos quieren que vuelva con Nicolás. Otros piensan que estoy con un jeque millonario que conocí en mi cumpleaños. Y hay un grupo que cree que estoy trabajando para una campaña de algún reality, que estupidez.

Loki arqueó una ceja, visiblemente divertido.

—Bueno, esa última no está tan descabellada, con lo que pasa en esta torre podríamos hacer un programa de entretenimiento para alimentar la estupidez midgardiana.

Ella lo miró de reojo, sin tanto humor.

—Bueno... la verdad, Ya no me afecta como antes. Solo... molesta un poco, odio que hablen de mi.

Él se acercó y le colocó una mano sobre el hombro, con suavidad.

—Que digan lo que quieran. Nosotros sabemos lo que hay aquí. —Y luego, más lo deslizó más bajo—: Además, no tengo problema en hacerte una propuesta oficial si eso aclara las cosas.

—Ni se te ocurra.

—Solo digo...

— lo se cariño, pero realmente lo mejor es esperar.

Los mensajes de los más cercanos no se hicieron esperar. Y la hicieron perder su mirada en su teléfono, ansiosa.

El primero en escribir fue Tony.

Había estado sorprendentemente callado desde que ella le dejó de alguna manera clara su ruptura con Nicolás. Le había dado espacio —lo cual ya era una rareza en él—. Pero la foto borrosa de Año Nuevo, donde se la veía saliendo de la fiesta de los Carusso con un acompañante anónimo, fue suficiente para romper ese silencio.

[papá 💆🏻‍♀️🙄 | 08:03 AM]
Sé que no era mi lugar meterme, por eso no lo hice antes.
Pero llevarlo contigo, así, a esa fiesta... no fue una buena idea.
Sabías que alguien iba a captarlo. Y ahora la prensa está armando teorías como si fueran expertos en tu vida.
Cuando vuelvas, me voy a encargar de manejar tu imagen antes de que lo hagan ellos.
Solo te pido que seas inteligente. Y que tengas cuidado.
No me hagas lamentar haberme mantenido al margen con el.

_____ se quedó un momento mirando el mensaje, mordiéndose el labio. Podía escuchar la voz de su padre detrás de cada línea: esa mezcla de decepción silenciosa, preocupación real y amor disfrazado de control.

[____ Stark | 08:04 AM]
No fue planeado.
Solo... pasó.
No sabía que nos iban a fotografiar. Lo siento, papá.

La respuesta llegó casi de inmediato:

[papá 💆🏻‍♀️🙄 | 08:06 AM]
Yo también.
Porque si ese idiota vuelve a herirte, esta vez no voy a quedarme sentado mirando.

Luego vino Pepper.

Y con ella, el tono fue distinto... pero no menos claro.

[Pepper 🧡 | 08:10 AM]
Vi la foto.
Y me dolió más darme cuenta de que no me contaste la verdad.
Tony me explicó lo que realmente había pasado con Nicolás, y siento haber insistido tanto para que fueras con él a esa fiesta.
Sé que tratabas de protegerte, pero ahora solo te pido que no ignores lo que esto podría costarte.
Confío en ti. Pero no confío en él del todo.

_____ bajó la mirada. Pepper siempre había sido un equilibrio: firme, pero cálida. Su mensaje dolía justo por eso. Por la decepción entre líneas.

Natasha fue la siguiente. Pero ella no preguntó. Ella ya sabía.

[Nat🕷️❤️ | 08:19AM]
Entonces... lo hiciste oficial.
Sabes lo que viene ahora, ¿verdad? Opiniones, juicios, titulares.
Solo recuerda que la historia ya no es tuya cuando los demás creen que tienen derecho a escribirla.
Estaré en la Torre más tarde. Hablamos cuando llegue.
Y si ese idiota se atreve a complicarte la vida otra vez, me encargo.

_____ sonrió, aunque con los ojos algo brillosos. Natasha había sido su cómplice silenciosa desde el principio. La única a quien le había confiado lo de Loki cuando todo era caos. Ahora, con su mezcla de ironía y lealtad feroz, se sentía... menos sola.

Pero el que no esperaba... fue Nicolás.

Su mensaje llegó más tarde. No era largo. No tenía insultos. Ni reclamos.
Y por eso mismo, dolía más.

[Nick | 09:24 AM]
Vi la foto.
Supongo que ahora vas a poder estar con él sin esconderte.
Solo espero que esta vez sea de verdad.
Me voy a Washington en unas semanas. Así que no tienes que preocuparte por cruzarte conmigo.
Buena suerte, _____.

Ella se quedó mirando la pantalla por largo rato. No por nostalgia. No porque lo amara aún —porque no lo hacía—, sino porque, pese a todo, Nicolás había sido importante. Y enterarse así, con el mundo mirándolo todo desde fuera, era una forma de crueldad que ella no había querido.

Loki notó su silencio, y se acercó a ella.

—¿está todo bien, linda?

Ella solo apretó sus labios en una línea mientras contenía el aire por unos segundos.

— me molesta que me adviertan sobre ti...

— ah, es eso.

Loki rio con muy poco interés entre su tono, sabía y era consciente de que muy pocas personas confiarían o creerían en él, vaya, después de todo es el dios de las mentiras, peor aún así había un punto en ese inconveniente que parecía ser inmune ante esas críticas.

— yo confío en ti, pero entiendo que a ellos les costará al principio hasta que más adelante sean capaces de adaptarse a ti y tu presencia.

El acarició su cabello y besó su frente con una muestra de cariño entre tanto caos que era estúpido para su ser.

— cariño, cambiando de tema...

El la miró esperando a que mencionara lo que parecía que la tenía un tanto inquieta.

— hoy tengo mi control en la clínica, no sé si quisieras-

— con gusto te acompaño, si es lo que me quieres decir, preciosa—comentó mientras apartaba un mechón de su cabello de su rostro de manera gentil.

El vio como su rostro se iluminó, se sentía bien el por fin poder apoyarse en quien tanto había querido desde que se enteró de ese problema.

— bien, iré a cambiarme entonces.

Antes de irse se hizo de puntitas y le dio un beso en la mejilla, un gesto que le sacó una sonrisa a Loki.

Esa mujer lo tenía donde quería.

No se tardaron mucho en alistarse, ella apenas se cambio por una sudadera cómoda ya que sabía que tendrían que tomarle algunos exámenes y tal vez algunas ecografías así que optó por ese look relajado. Mientras que Loki, ella apenas no podía dejar su elegancia de lado. Un abrigo acompañaba su atuendo de un sweeter azul oscuro, unos pantalones negros y zapatos de vestir a juego y una bufanda, por qué claramente el frío en la ciudad era lo único que no cambiaría en mucho tiempo todavía.

Ella salió de su habitación encontrándose con el, quien la miró extrañado.

— ¿irás así vestida?

—no voy a una gala, cuernitos. Me van a hacer exámen-

—ya lo sé, no soy tonto —respondió con ligera molestia—. Me refiero a que si vas a ir así sin un abrigo, digo, yo aguanto las temperaturas más bajas que te puedas imaginar, pero tú apenas te toque el frío de afuera te vas a enfermar.

— aww, eres tan lindo cuando temperaturas preocupas por mi—dijo ella agarrándole una mejilla mientras se la pellizcaba—. Pero no tienes nada de que preocuparte, soy fuerte.

El insistió un par de veces pero ella solo optó por llevar unas orejeras de felpa, no quería llevar tantas cosas ya que sabía que serían un estorbo para ella en la consulta. Salieron de la torre, habían pedido que dejan el automóvil en el parqueadero, ya que sabía que tal vez habrían periodistas esperando afuera de la torre, pero al salir Louise sintió la corriente de frío que se filtraba contraer por su cuerpo.

Mierda. Dijo para su misma en su mente.

Loki la miró por el rabillo del ojo, sabía que tenía razón pero ella no sería capaz de admitirlo.

—¿segura que-?

— no, ahora entra al maldito auto —dijo acelerando el paso y abriendo el vehículo con las llaves— hoy conduces tu.

Y así mismo, Loki entró y ajusto el asiento. Parecía ya todo un experto en conducción.

Con ayuda del GPS, llegaron hasta la clínica. Para su suerte ese día, estaba casi vacía, claro había comentado que iría y necesitaba la mayor discreción... por cierta contribución a su fondo de recaudación a cargo.

En la clínica, el ambiente era tan blanco y aséptico que a Loki le daban ganas de conjurar al menos una planta para romper el minimalismo. El ambiente era claramente hostil y deprimente. Así lo comentó el dios al entrar y notar los carteles de apoyo moral en los pasillos. Se sentaron en una sala de espera donde el reloj hacía más ruido que todo el mundo junto.

Ella miraba la pantalla del celular pero no leía, claramente la noticia de la mañana y esto la tenían sumida en un mar de confusiones. Loki lo notó y le puso una mano sobre la rodilla.

—¿Te sientes nerviosa?

—Solo un poco... —respondió, y luego agregó con sarcasmo—. Ya sabes, lo normal cuando tu cuerpo se comporta como si tuviera una vida entera de retraso tecnológico.

—Bueno, si sirve de consuelo, el mío tiene más de mil años y aún funciona perfectamente. —Le guiñó un ojo.

—¿Me estás presumiendo tu fertilidad ahora? Qué romántico, Odinson.

El solo bromeo mientras chocaba con su hombro.

—Solo digo que si hay que poner la magia al servicio de la ciencia, estoy dispuesto a hacer sacrificios heroicos. —Levantó ambas cejas y dejó un beso en su mejilla—. Muy... heroicos.

Ella soltó una risa nerviosa. Lo odiaba por lograr que sonriera incluso en esos momentos.

—deja de ser tan...

—¿tan... que? ¿Tan irresistible?

Ella reía entre sus pequeñas bromas, parecían dos adolescentes (que prácticamente lo eran) entre coqueteos fugaces y íntimos.

Que para su desgracia fueron visto por las enfermeras. Claramente tendrían que solucionar eso al salir. Aunque el personal sabía que no era conveniente revelar información privada de sus pacientes y menos de los que tenían un peso en su apellido. Loki se había apartado al notarlo, más que por miedo a la "exposición" de chismes, no era capaz de mostrarse tan cariñoso en público.

—ya basta —rio apartándolo y el solo le dio una sonrisa tierna —Gracias por venir.

—No lo digas como si te estuviera acompañando al dentista. Estoy aquí porque quiero estar. Y también porque si el médico te dice algo raro, quiero ser el primero en insultarlo con clase.

Una enfermera los llamó.

—Louise Stark. Sala cuatro, por favor.

Ella se puso de pie y él fue tras ella. La habitación estaba iluminada con luces frías. La doctora les sonrió con ese profesionalismo educado de quien ya ha dado malas noticias más veces de las que quisiera.

—Bienvenida, Lou.—la saludo con una sonrisa para luego ver a Loki algo confundida—, señor....

— Loki, Loki Laufeyson.

— un gusto. Bien, vamos a revisar cómo ha respondido tu cuerpo al tratamiento anterior —explicó mientras revisaba la carpeta y se sentaba frente a su escritorio—. Puede que haya que subir la dosis esta vez.

Loki apretó la mandíbula. Ella lo miró de reojo.

—¿Subir la dosis? —preguntó con tono neutro— ¿significa más efectos secundarios?

—exacto... por lo que veo es necesario —dijo la doctora algo más seria.

—¿está todo bien doctora?

— no del todo, Lou —dijo ojeando la carpeta—. Bien, te haremos una ecografía y con ello una toma de nuevos exámenes. Pasa a cambiarte y acomódate en la camilla. En un momento estaré contigo atrás.

Loki la miró confundido, ella solo asintió y se levanto. Le entrego su teléfono y cartera a Loki mientras pasaba a la parte trasera del consultorio. Mientras el solo esperaba.

— desde cuanto has llevado tratando de-

— ah no, no. Aún no estamos en planes de tener un hijo...

— comprendo, más sin embargo hay que tener en cuenta que ella —la doctora apuntó a la parte trasera en donde ella se estaba cambiando—. Si espera poder tener uno. Tal vez no ahora pero si me ha dejado claro que en cuanto tenga la oportunidad, lo tendrá.

Loki quedó en silencio.

Nunca había llegado a pensar en... una familia.

— ¡ya estoy lista!

El llamado de la chica lo distrajo de sus pensamientos. La doctora se puso de pie y le pidió a Loki que la acompañara, el guardó sus cosas en los bolsillos y se acercó.

La notaba nerviosa, en esa camilla parecía como si sintiera que la fueran a diseccionar, y Loki lo notó así que solo tomó su mano para que no se sintiera sola.

La ecografía no fue tan larga como esperaban, la doctora le dio la orden de cambiarse al terminar y pasarse a tomar unos exámenes de sangre más. Luego esperarían unas horas para la lectura de estos. Y así hicieron.

La sala de la clínica estaba fría, y no solo por el aire acondicionado. Ese tipo de frío que se cuela en los huesos cuando ya intuyes que no vas a escuchar lo que esperabas. El papel estéril crujía bajo su cuerpo mientras esperaba sentada en la camilla, con los brazos cruzados sobre su sudadera amplia. El eco del monitor cardiaco y el golpeteo sutil del teclado de la doctora eran el único sonido que rompía el silencio.

Loki permanecía de pie a su lado, elegante como siempre, con su abrigo largo, bufanda y una expresión estoica. Parecía fuera de lugar en esa sala blanca y clínica, como un dios confundido en un consultorio humano. Pero ahí estaba. Con ella.

—Bien —empezó la doctora tras un largo minuto, hojeando su carpeta digital—. Revisé los resultados del seguimiento hormonal y la ecografía transvaginal. Y... no son tan alentadores como esperábamos.

_____ se enderezó levemente, como si ese movimiento pudiera amortiguar el golpe.

—¿Qué... tan malos?

—Tu respuesta al protocolo de inducción ovulatoria fue muy baja. Usamos una combinación de gonadotropinas y letrozol para estimular el desarrollo folicular, pero los niveles de FSH y LH apenas se modificaron. Los niveles de estradiol siguen por debajo del umbral necesario para ovulación efectiva.

—¿Y los folículos? —preguntó, ya con un nudo en el estómago.

—En la ecografía aparecen múltiples folículos antrales en ambos ovarios, con el patrón clásico en "collar de perlas". Es decir, el síndrome de ovario poliquístico sigue activo. Hay crecimiento folicular, pero ninguno ha alcanzado el tamaño dominante. No hay actividad ovulatoria espontánea, y la estimulación fue insuficiente para inducirla.

—entonces mis ovarios siguen siendo una decoración —dijo con una sonrisa seca.

La doctora no respondió al sarcasmo.

—Además —añadió, bajando ligeramente el tono—, el suero del súper soldado complica las cosas. Tu metabolismo está acelerado, tus células se regeneran más rápido y eso interfiere con la farmacocinética de los inductores hormonales. La absorción es irregular, y la biodisponibilidad de las dosis administradas es impredecible. Es como si tu cuerpo ignorara las instrucciones médicas.

Loki frunció el ceño.

—¿Y entonces? ¿Qué sigue? ¿Más medicación? ¿O ya empezamos con rituales de fertilidad antiguos?

La doctora apenas lo miró antes de continuar.

—Podemos... pasar a un protocolo más intensivo. Con dosis más altas de gonadotropinas en inyecciones, más monitoreo ecográfico y análisis séricos cada 48 horas. Pero hay mayor riesgo de síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), especialmente con tu historial. No lo recomendaría sin una vigilancia muy estricta.

_____ apretó los labios. Ya era su tercer intento. Tercera ronda. Tercer fracaso.

—¿Cuáles serían los efectos secundarios? —preguntó, sin mirarla.

—Dolor pélvico, distensión abdominal, fatiga, cambios de humor, insomnio, sangrados irregulares... y si se desarrolla un SHO severo, incluso hospitalización. Nada de eso es definitivo, pero el impacto emocional también cuenta. El estrés puede inhibir aún más la ovulación.

—Genial —susurró frustrada—. Seria una bomba hormonal con piernas.

Loki le tomó la mano sin decir palabra, y ella no lo apartó.

—¿Puedo ver la ecografía?

La doctora giró el monitor.

Allí estaban. Pequeños puntos negros, distribuidos en la periferia de sus ovarios, como un rosario. A lo mejor era la señal de empezar a rezar por un milagro. El clásico signo del collar de perlas. Una imagen que había aprendido a odiar.

—Tienes alrededor de 14 folículos en el ovario derecho y 16 en el izquierdo. Pero ninguno supera los 10 milímetros. Necesitaríamos al menos uno dominante de 18-20 mm para hablar de una ovulación viable.

_____ sintió las lágrimas quemarle detrás de los ojos, pero no iba a llorar frente a una pantalla.

—Ya está —dijo con voz tensa—. Es suficiente, creo que lo mejor... es tomar el tratamiento.

La doctora la miró un momento.

—necesito que estés segura de esto, _____. Se que puedes ser más "fuerte" que cualquier otra paciente que tenga pero eso no significa que no vayas a correr ningún riesgo.

— tal vez sea mejor pensarlo antes...

Intervino Loki mirándola por un instante, ella no lo volteó a ver. Seguía mirando la pantalla, su mirada era complicada de entender.

— tomare ese "riesgo". Eh aguantado cosas peores, esto no será nada.

Aunque soñada convencida, se estaba muriendo de los nervios por dentro.

— bien, entonces te daré unos documentos—dijo sacando de una carpeta varios papeles—.Son un consentimiento para antes de empezarlo. Ya sabes, una formalidad.

— claro, gracias—contestó aceptando los papeles.

La doctora asintió y les dio espacio. Dejó una carpeta impresa con información sobre el nuevo protocolo, y lo que traería la primera dosis. Y se retiró para alistar todo para el nuevo procedimiento.

Loki la tomó y la ojeó. No estaba convencido de lo que iba a hacer _____. Pero estaría para ella aún así.

En el pasillo, el silencio era opresivo.

Loki caminaba junto a ella. Sus pasos eran suaves, como si temiera romper algo más que el silencio. Ya habían salido de la primera aplicación del tratamiento. Ella apenas se podía mantener tranquila, el estrés y la desesperación la revolvían por dentro.

—¿Quieres decirlo tú o lo digo yo? —preguntó ella, sin mirarlo. Sentía su inquietud y lo entendía, ella estaba peor.

—¿Decir qué?

—Que fue un desastre... y que ahora estaré como un colador —dijo levantando la bolsa con nuevas inyecciones hormonales.

—Fue un obstáculo —respondió él con calma tomándola de la mano—. No un final. Y ahora tendremos algo nuevo que podremos experimentar, tal vez lo podríamos volver un fetiche ¿qué dices?

—estás enfermo.

— trato de verle el lado positivo, querida. O como te dije, un obstáculo. si eso te parece más normal y aburrido en percepción.

—Claro. Un obstáculo lleno de agujas, hormonas, ecografías internas y médicos que me miran como un experimento fallido con patas.

—Exageras. Eres un experimento bellísimo —dijo el mientras llevaba su mano entrelazada hasta su boca para dejar ahí un beso.

—Mis ovarios no opinan lo mismo.

—Entonces hablaré seriamente con ellos —añadió con una ceja alzada—. Les explicaré que deben cooperar si no quieren una visita diplomática a Asgard.

Ella soltó una risa breve, amarga.

—¿cómo que Asgard?.

— claro, ahí te atenderían de manera apropiada. Hay personal para eso y se que la medicina de ahí es mucho mejor que las cosas anticuadas que te ofrecen en este lugar.

— Loki...

— ¿qué? ¿No es una buena idea? —dijo meciendo sus manos con suavidad.

— sabes que no podemos volver ahí... no juntos. En este punto creo que ni siquiera es bueno que estés aquí...

Él se detuvo. Ella también. Pero el sabía a qué se estaba refiriendo.

—¿De verdad crees que me importan tus niveles de LH más que tú? —le dijo, mirándola con firmeza—. Estoy aquí porque quiero estar. Porque eres tú. Y si eso incluye clínicas, consultas y ovarios malcriados, entonces lo acepto. Pero no vuelvas a sugerir que debería irme.

Ella lo miró por un momento. Sus ojos estaban brillosos, pero no dejó que las lágrimas cayeran.

—Te odio —murmuró.

—Lo sé. Yo también te amo. Y déjame decirte que te ves hermosa cuando estás hormonal.

Ella lo empujó con el hombro, suave. Él sonrió.

Y por primera vez en esa mañana gris, ella sintió que, aunque su cuerpo la traicionara, no estaba sola para pelearlo.

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