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⊱❑┇ _____ Stark ┇❑ ⊰

No puedo mentir: dormí como no lo hacía en mucho tiempo, y era evidente cuál había sido la razón de ese descanso tan profundo. Sin embargo, algo seguía perturbándome. Más que algo, era alguien.

Sabía que le había fallado a alguien, y más que a nadie, a mi amigo... a mi novio.

Jamás pensé que sería capaz de actuar así. No había tomado ni una gota de alcohol; lo que sucedió ocurrió con plena lucidez. Eso me dejaba claro que, en el fondo, mi subconsciente ya sabía algo que yo me negaba a aceptar conscientemente. Tal vez por eso me sentía tan confundida... y tan culpable.

Había traicionado a alguien que me quería.

Y era absurdo seguir convenciéndome de que, algún día, podría llegar a quererlo de la misma forma en que él me amaba a mí. Esa mentira era el peso que más me oprimía.

Ese, y el de los brazos que me envolvían por completo. Al abrir los ojos, lo vi frente a mí. Loki dormía profundamente.

Su abrazo era firme, como si temiera que me escapara. Y comprendía ese miedo. La última vez que estuvimos así, las cosas no terminaron bien. Me acomodé para zafarme con cuidado. Él solo se giró hacia el otro lado, sin molestarse por mi movimiento.

Me levanté y fui a buscar uno de mis camisones de seda verde menta. Necesitaba una ducha fría que me despejara. Al salir, usé magia para secarme el cuerpo y me vestí. Luego recogí mi cabello en una coleta, no sin antes examinar mis manos. Cada día se veían más oscuras. Disimulé su aspecto con magia, dándoles la apariencia natural que solía tener, y revisé la hora.

Era lo bastante temprano como para que Jarvis aún no me hubiera despertado. Aun así, tenía que levantarme. Natasha podía llegar en cualquier momento, y había cosas que no podían quedar por ahí como si nada.

Al salir del baño, me detuve a mirar al hombre dormido en mi cama. La culpa me corroía. Y más aún el hecho de que papá no sabía nada de esto.

Conocía a Tony Stark, conocía su carácter... y podía imaginar múltiples escenarios en los que esto terminaba muy mal.

Decidí salir de la habitación. No quería seguir atormentándome con dilemas morales sobre fidelidad y honestidad. Recogí la ropa desparramada por el suelo y la llevé a la lavandería sin prestarle demasiada atención. Luego regresé al comedor y encendí mi celular, dejándolo sobre la mesa mientras iba a preparar el desayuno.

Cociné lo habitual, incluyendo algunas de las cosas favoritas de Nat con lo poco que quedaba en la despensa. Sabía que no habría podido dormir tranquila en uno de esos moteles horribles de carretera. Dejé los platos en la mesa correspondiente y volví a mi cuarto. Jarvis ya había abierto las cortinas, pero ni eso logró despertar a Loki.

—Hey, bella durmiente —dije al sentarme al borde de la cama, acariciándole suavemente la mejilla.

Él solo gruñó, como un niño pequeño.

—Vamos, Loki, tienes que vestirte antes de que llegue Nat —tiré de la sábana, pero él la aferró aún más fuerte para taparse—. Esto será más complicado de lo que imaginaba...

Me acerqué un poco más y le di unos golpecitos en las mejillas. Eso pareció funcionar: comenzó a abrir los ojos lentamente, aunque con evidente irritación.

—Respeta el tiempo de sueño ajeno —protestó.

—Uy, disculpe, Su Majestad —respondí con sarcasmo—. Pero lamento informarle que debe levantarse y desayunar antes de que una espía rusa entre por esa puerta y te dispare en... bueno, en una zona que prefiero no mencionar, pero estoy segura de que puedes imaginarlo. Y todo por estar en mi cama. Desnudo.

Él abrió un ojo y me dedicó una sonrisa que me derritió.

—Parece que alguien amaneció de buen humor.

—No lo creas —me rasqué la sien—. Créeme que no hay nada que desee más que quedarme dormida todo el día.

—¿Ah, sí? —dijo con una sonrisa pícara mientras me agarraba por la cintura, haciendo que quedara debajo de él.

—¿Qué estás haciendo? —intenté empujarlo.

—Dijiste que querías quedarte en la cama —susurró, apartando un mechón de mi cabello de mi rostro.

—¿Recuerdas lo del balazo, no? —repliqué divertida al ver su gesto de molestia.

Ni se inmutó. Me besó.

Sus labios eran mi debilidad. Pero para ser precisos, todo en él lo era.

Sus besos descendieron a mi cuello y clavícula, y era como si me absorbiera el alma con cada uno. No podía permitir que la noche anterior se repitiera, por más que lo deseara. Mi conciencia no me dejaría tranquila.

Lo sujeté por el rostro y lo aparté, mirándolo a los ojos.

—¿No te preocupa que alguien nos vea?

—Me da igual. Solo me importa este momento, estar contigo ahora.

Guardé silencio. No quería alimentar ilusiones cuando ni yo sabía qué hacer con lo que sentía.

—Debes tener hambre —cambié de tema, mirando a otro lado.

—Tú siempre dices que odias cuando los demás cambian de tema —se apartó y se acostó a mi lado, cubriéndose de nuevo con las sábanas—. Pero ahora eres tú quien evita hablar de lo que pasó anoche.

—¿Qué quieres que diga? —pregunté, volviéndome hacia él.

Me observó con intensidad, buscando una respuesta clara sobre mis sentimientos y lo que significaba para mí.

—No quiero verte con él.

—Loki...

—Te lo diré todas las veces que sea necesario. Yo estuve antes que él —dijo con una seriedad que me dejó sin palabras—. Mucho antes de que siquiera "salieran".

—No quiero hacerle daño.

Frunció los labios y se incorporó. Con un gesto hizo aparecer una bata y se la puso con rapidez.

—Solo sé una cosa —dijo mientras ataba el nudo de la bata, sin mirarme del todo—: todo lo que fue mío, lo recupero. Como sea.

Y sin más, se levantó y salió de mi habitación

Simplemente no me sorprendía su insistencia, menos con los motivos y cosas que pasaron anoche. Me levanté y salí hasta donde estaba el comedor. Noté que el lado del asiento de Loki ya estaba vacío; parece ser que prefirió dormir en su cuarto. Me senté y tomé mi café como de costumbre. Escuché el sonido de unas llaves y, bueno, la silueta de Nat se hizo presente saliendo del pasillo que daba al ascensor.

—¿Y tú qué haces despierta a esta hora? —me miró extrañada.

—También es un gusto verte, Nat —le saqué la lengua, a lo que ella me respondió igual.

—Vaya, ¿pero qué es todo esto? —dejó su maleta a un lado de la silla y se sentó frente a mí—. ¿Algún invitado especial?

—De hecho, sí. Y lo mejor es que ya llegó para contarme todo lo que pasó.

Vi cómo negó y tomaba una de las tostadas con jalea de frambuesa que había preparado para ella.

—La curiosidad te estaba matando, ¿no? —le dio un mordisco.

—Soy como un gato, eso lo sabes —dejé mi taza a un lado y me recosté en la silla para estirarme—. Con la gran diferencia de que yo no moriré por la curiosidad.

—Primero cuéntame tú.

Me quedé pensando en lo que pasó con Loki y no en el tema en concreto al que se refería.

—¿S.J.? ¿Pasó algo en la reunión?

—Ah, sí, eso —me acomodé mejor y solté un suspiro pesado—. Digamos que no terminé dentro de una bolsa, pero sí con una invitación a una fiesta.

—¿Fiesta? —me miró extrañada—. ¿No se supone que tú y esa chica...

—Fue Carmelo quien me invitó a su fiesta de compromiso.

Su mirada me pedía que estuviera bromeando.

—Me dijo que fuera con papá y con Nicolás.

—Hablando del diablo —dejó a un lado su vaso de jugo—. ¿Tony ya sabe?

—¿Me ves contigo, no? Bueno, eso significa que aún sigo viva.

—No por mucho —bromeó ladeando la cabeza.

—Siento que el mundo se me viene encima y no de la mejor manera.

Ella solo rió mientras seguía masticando, me miró y limpió su mejilla.

—Yo creo que hay uno que sí —soltó mirándome mientras bebía de su jugo.

—No sé a qué te refieres.

—¿Desde cuándo te volviste tan despistada? —dijo con un tono regañón para luego apuntar a su cuello.

Llevé mi mano al cuello y recordé lo que pasó esta mañana y anoche. Había estado tan concentrada en lo que pasaba por mi cabeza que olvidé taparme siquiera esas marcas.

—Son... picaduras.

—¿Mosquitos? ¿A finales de octubre? Tiene que ser una broma.

Nunca fui buena con las excusas y esto era muestra de ello.

Nat me miró esperando que dijera que sí lo era, pero no podía mentir. Estaba tan cansada de ocultar cosas que ya simplemente prefería que se enojaran a seguir mintiendo.

—Ya me doy cuenta que no te puedes quedar sola con ese hombre —se cruzó de brazos y se reclinó en la silla con una cara de incredulidad—. Mira, comprendo tu posición, pero ¿no crees que esto está mal?

—Nat, literalmente mi cabeza me está reprochando lo que pasó.

—Por lo menos sí eres consciente de lo que hiciste —pero luego su tono cambió a uno más tosco—. Pero como te dije, no le quita el hecho de que engañaste a ese pobre muchacho, el que confía plenamente y...

El sonido de llamada de mi teléfono nos hizo callar y Nat miró mi teléfono, luego a mí. Sabía sus intenciones y ambas nos abalanzamos hacia él que estaba casi en el otro extremo de la mesa. Para mi mala suerte, ella lo ganó y miró de quién se trataba.

—Este chico terminará matándose a este punto.

—No exageres...

—18 llamadas pérdidas entre ayer y hoy, _____ —dijo pasándome el teléfono con el historial de llamadas—. Dime que por lo menos lo llamaste de vuelta.

Yo solo me senté de nuevo y apoyé mi cabeza en mis manos, frustrada.

—Sabes que te apoyo en todo, linda —se recostó sobre el comedor regalándome una sonrisa llena de confianza—. Pero sabes que esto es algo que no puedes seguir haciendo. Fue suficiente con lo de Tony y ahora con él.

—No pensé que esto se me fuera a salir de las manos, lo juro...

—¿Bebieron? —preguntó de manera áspera, a lo que yo negué—. ¿Te hechizó entonces?

—Estaba sobria, Nat. No tomé ni una puta gota de alcohol, aparte de la copa de vino que bebí en la cena.

Soltó un suspiro pesado y solamente se cruzó de brazos; tenía claro que todo lo que he estado haciendo es estúpido, pero simplemente no sé qué más hacer. Cada cosa o pensamiento se vuelve peor con el pasar de los días.

—Realmente debes decirle. No es justo.

—Lo dices como si fuera tan fácil...

—Sé que no lo es, ¿pero prefieres engañarlo de esta manera?

Negué ante aquella pregunta.

—Entonces ya sabes qué hacer —dijo con ese tono serio que me llegaba a intimidar.

—Quieres que sea sincera cuando aprendí de ustedes el arte de la mentira —reí jugando con mi taza de café de lado a lado.

—Mentimos porque es nuestro trabajo y lo sabes.

—No sabía que mentirme sobre lo que me pasó con el accidente y sobre lo que resta con Clint o los demás era parte del trabajo.

—_____... —dijo en un ligero suspiro.

—No quiero discutir, pero esta charla me está abrumando.

Ella asintió en lo que terminaba su último bocado.

—Ambas sentimos lo mismo —suspiró, rompiendo el silencio—. En fin, cambiando de tema, ¿aceptaste mi invitación para entrenar?

Observé mis manos con aire pensativo antes de responder.

—Supongo que no hay razón para negarme —respondí con un leve encogimiento de hombros, sin demasiado entusiasmo—. Hace tiempo que no entreno. Estoy fuera de forma.

Tras esa conversación, me dirigí a mi habitación para cambiarme. El día estaba tranquilo y decidí darme un respiro del trabajo. Aprovecharía para hacer algunas compras, ya que Happy estaba disfrutando de su fin de semana libre.

Me puse una sudadera amplia y unos shorts deportivos, recogí mi cabello en un moño alto y agarré mi cartera y las llaves antes de salir.

Mientras caminaba, revisaba las llamadas que había hecho la noche anterior. Me debatía si devolver alguna.

—¿A dónde vas?

Me detuve en seco. Loki estaba sentado en la sala, con un libro abierto sobre sus piernas.

—Ah... solo voy al supermercado. No tardaré —respondí mientras me encaminaba al ascensor.

Pero me encontré con Loki frente a mí en un abrir y cerrar de ojos. Su expresión era difícil de leer.

—Quiero acompañarte.

—Ja, claro. Eso no va a pasar —solté con una sonrisa irónica, intentando rodearlo.

—Necesito salir de este lugar.

Su petición era completamente inviable. Podía ser reconocido con facilidad, o lo que es peor: yo podía serlo.

—No es seguro. Aquí estás protegido. Y yo también.

—No me importa —gruñó con el ceño fruncido—. Dije que quiero ir.

—Loki, ya te dije que no.

Su mirada se endureció, tornándose amenazante, pero no cedí. No podía ponerlo en riesgo. Ni a él ni a mí.

Manteniendo mi decisión, me deslicé rápidamente a su alrededor y presioné el botón del ascensor. Ser bajita tiene sus ventajas.

—¿Piensas dejarme solo otra vez?

Me quedé en silencio, luego lo miré.

—Y-yo... —titubeé al ver la mezcla de tristeza y determinación en su rostro—. Natasha se quedará contigo.

—No pienso quedarme con esa sabandija cobarde —replicó con frialdad.

—¡Más respeto o te meto un tiro en el culo! —se escuchó la voz de Nat desde algún rincón de la torre.

Loki ni siquiera parpadeó. Seguía esperando mi consentimiento con obstinación.

El ding del ascensor me sacó de ese estúpido trance. Me había quedado demasiado tiempo atrapada en su mirada.

—Eres una completa molestia, a veces —murmuré, exasperada—. Busca un abrigo.

Sonrió satisfecho y, con un gesto de su mano, hizo aparecer una sudadera y un abrigo de mezclilla.

Bajamos al estacionamiento y nos acercamos a mi auto.

—¿Vamos a usar esto? —preguntó con desdén.

—Si no te gusta, puedes quedarte aquí —respondí mientras me acomodaba en el asiento del conductor.

Mi amenaza fue efectiva. Loki subió sin decir más.

—Pónte el cinturón.

—No combina con mi atuendo. ¿O sí?

A veces me sorprendía que no fuera tan tonto como su "hermano".

Me incliné hacia él, tomé el cinturón y lo llevé hacia su pecho. Me observaba con una mezcla de sorpresa y curiosidad.

—Ese es el cinturón —dije finalmente, abrochándolo mientras encendía el auto.

—Gracias... creo.

Durante el trayecto, encendí la radio. Papá y yo teníamos buen gusto musical y se notaba desde el primer acorde.

—¿Quiénes son? —preguntó al ver el nombre en la pantalla del estéreo.

—Queen.

—¿Queen? ¿Una reina?

—No exactamente —respondí, tomando una curva con suavidad.

—Entonces, ¿por qué se llaman Queen si no hay una reina? Es absurdo.

—Acabas de insultar a toda una generación, lo sabes, ¿no? —comenté entre risas.

—Aunque debo admitir que... suena bien.

—Queen siempre suena bien.

Subí el volumen de "Killer Queen". Lo observé de reojo mientras él movía la cabeza al ritmo de la música, mirando por la ventana la ciudad con una mezcla de interés y curiosidad.

Al llegar al estacionamiento, me qué el cinturón de seguridad y abrí la guantera.

—¿Qué haces?

—Estoy intentando evitar la molestia de tener una multitud siguiéndonos a ambos —respondí mientras tomaba dos pares de gafas de sol.

Me coloqué las más oscuras y le ofrecí a Loki unas con lentes más claros. Me miró con desconcierto.

—¿Acaso la gente te sigue con frecuencia por aquí?

—Más de lo que crees.

Apagué el motor del auto, recogí mis cosas y salí. Loki hizo lo mismo poco después. Observé cómo se colocaba uno de los lentes de mi padre y, hay que admitirlo, lo llevaba con porte.

Ajusté la capucha de mi sudadera, ayudé a Loki con la suya y lo tomé del brazo mientras entrábamos al supermercado.

—Tú te encargarás de recoger frutas, verduras y carnes —le dije mientras le entregaba uno de los carritos.

—¿Tengo aspecto de vegetal, acaso?

—No, pero te vistes como uno —respondí con sorna, tomando otro carrito y dirigiéndome a otra sección del establecimiento.

Pasamos por la zona de alimentos saludables y pronto su carrito estaba medio lleno de productos que, francamente, yo nunca tocaría. Añadimos algunas especias como paprika y pimienta.

—Bien, ahora necesitamos... —revisé la lista y la estantería— azúcar y sal.

Le entregué los paquetes a Loki, pero él comenzó a leer las etiquetas con detenimiento.

—¿Qué haces? Solo ponlos en el carrito.

—Estos productos son de los más perjudiciales para la salud de los habitantes de este lamentable planeta. No creo que debamos llevarlos.

—¿De dónde sacas eso...? —no pude evitar reír al ver su expresión severa.—

—Tu base de datos de tu tableta me mostró los factores más comunes de mortalidad en Midgard. Además de las enfermedades genéticas y la contaminación, la alimentación aparece como una de las principales causas de deterioro orgánico.

¿Por que hablaba como un sabiondo?

—Loki... no vamos a consumir toda la bolsa de sal de una sentada.

Me lanzó una mirada de duda.

—A veces eres desesperante —le quite los paquetes y los metí en el carrito.

Intentaba completar la lista de compras, pero Loki parecía tener la misión de interrumpirme en cada punto.

"Contiene mucho sodio."

"Demasiadas calorías."

"Compuestos químicos perjudiciales."

"Demasiado blando."

"Demasiado duro."

Mi paciencia ya se estaba agotando ante tanta crítica, pero también me divertía su reacción sorprendida ante cada ingrediente que encontraba "nocivo".

—¿Estás loca? Esa sustancia no es apta para consumo humano.

—Loki, es cloro. Se usa para lavar la ropa, no para beber. —Rodé los ojos. —Aunque a estas alturas, una copa no me vendría mal...

El sarcasmo no le causó gracia. Me quitó el envase con rapidez.

—Tranquilo, era una broma.

—Has dicho que pensabas beberlo —me reprochó con tono infantil.

—Era una simple broma, tonto.

Le quite el envase y lo coloqué en la parte inferior del carrito.

Finalmente llegamos a la caja. Tras soportar una larga fila y la creciente molestia de Loki, comenzamos a pasar los productos por la banda.

Noté que la cajera no dejaba de mirar fijamente a Loki mientras él colocaba los productos en el carrito. Conocía perfectamente esa mirada: no era la primera del día.

—¿Efectivo... o tarjeta, caballero? —preguntó, con un tono evidentemente coqueto.

Me molestó. Loki me miró, algo confuso por la actitud de la mujer.

—Tarjeta —respondí yo misma, sacándola de mi cartera.

Ella la tomó casi arrebatándomela, sin disimular sus miradas insinuantes hacia él. Loki se limitaba a observarla con una mezcla de seriedad y humor sutil dirigido hacia mí.

—¿Vas a pasarla o vas a seguir coqueteándole? —le espeté, visiblemente molesta.

La mujer me escaneó con desprecio de pies a cabeza. Loki soltó una risita discreta.

En ese momento, no sabía si prefería golpear a la cajera o al idiota con complejo de dios fallido.

Pero hubo algo que me dio satisfacción: ver el rostro de incredulidad de la cajera al leer el nombre en la tarjeta.

—No puede ser... u-usted es la s-señorita Stra-

—Eres realmente lenta —dije, retirándome los lentes.— Te agradecería que usaras tus dedos con esa manicura barata para procesar el pago de una buena vez.

Fue divertido observar cómo de repente se apuró a teclear con manos temblorosas y pasar la tarjeta. Miré a Loki, que cruzado de brazos luchaba por no reírse. Recibí la tarjeta con un gesto de cortesía fingida.

"Cuernitos" tomó uno de los carritos y se adelantó hacia la salida.

—Sabes —me acerqué a la joven, que aún me miraba como si acabara de presenciar una tragedia—, cuando veas a alguien acompañado, muestra un poco de dignidad y evita coquetearle.

Me puse los lentes de nuevo y tomé el segundo carrito hacia la salida, donde encontré a Loki recargado en el auto, con las bolsas de compra a su lado.

—¿Por qué tardaste tanto, mi lady? —dijo con tono burlón.

—Cállate o te vas caminando a la Torre —respondí mientras abría la cajuela del auto.

—No imaginé que fueras tan celosa —soltó una carcajada mientras acomodaba las bolsas.

—Y yo no pensé que pudieras ser tan idiota —lanzé todas las bolsas dentro del maletero usando magia y cerré la tapa de un golpe—. Pero aquí estamos.

Subí al auto y él me siguió, con esa sonrisa molesta que parecía tatuada en su rostro.

Durante el trayecto, el silencio fue absoluto. Intentaba tranquilizarme, pero me resultaba imposible. Solo ver cómo otras mujeres lo miraban me alteraba de forma irracional.

Era una sensación más profunda de lo habitual, como si no pudiera soportar que alguien más intentara acercarse a él con intenciones que pudieran herirme. Y odiaba sentirme así.

—Ese humor tuyo me resulta encantador.

—Definitivamente no sabes cuándo callar —contesté secamente.

—Las mujeres de este planeta tienen un cierto encanto, lo reconozco.

Apreté el volante, manteniendo la vista fija en la carretera.

—Perfecto, entonces podrás armar tu propio harem con cualquier mujer que se cruce por tu camino —lo miré con una sonrisa cargada de cinismo.

Me detuve ante la luz roja del semáforo y sentí su mano posarse sobre mi muslo. Lo miré, y él solo me observaba con expresión inquisitiva.

—¿Cómo puedo hacerte entender que, entre todas las criaturas del universo, eres tú la que me parece más extraordinaria?

—¿Tengo cara de animal exótico? —respondí con sarcasmo, y él simplemente negó con una sonrisa.

—Te consideras única, igual que yo a ti —tomó mi mano, que descansaba sobre la palanca de cambios—. ¿Por qué crees que anoche insistí en que repitieras a quién pertenecías?

Sentí que mis mejillas ardían al recordar ese momento íntimo y humillante. Intenté responder, pero la luz cambió y tuve que continuar manejando con las palabras atoradas en la garganta.

Al llegar a la Torre, subí apresuradamente, evitando mirarlo. Las bolsas eran un estorbo, pero prefería eso a enfrentar su mirada. Entré al ascensor y él se unió a mí.

—No deberías sentir vergüenza —dijo sin mirarme—. Todo lo que ocurrió anoche refleja lo que sentimos.

—No debería haber pasado —bajé la cabeza y giré hacia el espejo del ascensor—. Tengo a alguien. Alguien con quien quiero estar.

—Si eso fuera cierto, anoche no habría ocurrido nada.

Tenía razón, pero me rehusaba a aceptar que había caído rendida ante él como una tonta desesperada.

—Fue un error. Nada más.

—El "te amo" que salió de tus labios no fue un error.

—E-eso no...

—No lo niegues. Sé lo que sientes, igual que tú sabes lo que yo siento por ti.

Finalmente me miró. Me encontré con esos ojos esmeralda que me dejaban sin aliento cada vez que se posaban en mí.

Cuando el ascensor se detuvo, salimos. Le pedí que dejara las cosas en la encimera y lo hizo antes de retirarse a su dormitorio. Me quedé organizando todo hasta que cayó la noche.

—Creí que al final no vendrías —dijo Natasha mientras ajustaba los vendajes de sus manos.

—Necesitaba liberar tensión.

Entré al ring donde ella había estado entrenando.

—Nada de magia —me advirtió Nat.

—Como si me hiciera falta —dije, recogiendo mi cabello en una coleta alta.

Y así comenzó el combate. No tardaron en aparecer los golpes y las patadas. Yo ataqué primero. Natasha se cubrió y luego me hizo caer con una barrida. Me quejé, pero respondí fingiendo estar exhausta.

—¿Estás bien? —preguntó, extendiendo su mano. La tomé.

Ella dudó, pero cayó en la trampa y terminó en el suelo. Seguimos luchando hasta que, agotadas, nos sentamos en el borde del ring.

—Estás fuera de forma, S.j.

—Aun así te di pelea —replicé tomando un sorbo de agua.

Natasha negó con una sonrisa que se desvaneció lentamente.

—Parece que estás pensativa, Romanoff.

—Un poco —encogió los hombros y se apoyó con las manos hacia atrás—. No te conté todo esta mañana. La información que recibí está relacionada con una vieja misión de escolta a un ingeniero nuclear.

—¿Era aliado...?

Negó con la cabeza, con la mirada perdida.

—Por su culpa, no puedo usar un maldito bikini.

—Vaya... ojalá supieras lo que se siente —dije con ironía.

—En fin —continuó—. Solo tengo el recuerdo de esa criatura. Lo demás son rumores.

—Entonces lo que te contaron no fue gran cosa.

—Es más complejo de lo que parece —se levantó para buscar su mochila—. Si te lo muestro es porque eres insoportable cuando quieres saber algo.

—Reclámale a Thor. Fue él quien me enseñó.

Sacó un sobre con documentos. Revisamos informes y fotografías. Una en particular nos llamó la atención: una especie de estrella roja.

no pude dejar de mirarla, se me hacía extrañamente familiar.

—Es complejo, pero no tanto como tu situación —dijo sentándose a mi lado.

Rodé los ojos. Sabía que se venía otra charla sobre mi vida amorosa.

—Nat...

—Dime que al menos lo llamaste —dijo con tono recriminatorio.

—No... no lo hice.

Me miró con desilusión mientras recogía sus cosas.

—Al menos podrías molestarte en revisar la fecha de hoy.

Dicho eso, salió. Confundida, tomé mi sudadera y el teléfono.

—¿Qué tiene que ver la fecha con...? —Encendí la pantalla—. No... no, no, no.

Las redes estaban inundadas con fotos de la celebración del cumpleaños de uno de los hijos más ricos de Singapur.

Había olvidado el cumpleaños de Nicolás.

Paso a sus mensajes y sE llevó la sorpresa de tener más de 67 mensajes sin leer.

" hola hermosa, ¿como estas?
22:23 pm
...
¿Como te fue en la reunión?
23:37
...
¿Estas bien?
Hace tiempo no me contestas
23:58
...

Creo que aún andas con ellos
00:04
...
avisame cuando vuelvas
00:16
...

Hola abejita

no se si la cosas con ellos hayan salido bien pero te deseo una buen noche, te amo.
01:23
...

Abejita necesito que me respondas, me preocupas
06:15
...
_____ no eh tenido señales de ti, respondeme.
11:43
...

Hable con tu amiga Natalie y me dijo que estabas algo ocupada, lamento si t moleste con tanto mensaje.

Es solo qué te extraño y me preocupa no saber de ti
14:25
...
Linda, saldré con unos amigos, me invitaron por mi cumpleaños.

Te extraño
19:06
....

La culpa la invadía y se sentía de lo peor, había olvidado oir completo su cumpleaños y el día de este.

ella simplemente había dormido con otro hombre en esa fecha que se suponía que era tan especial

Saco las agallas de donde no las tenía y marco rogando para que le contestará.

Era lo suficientemente tarde para ella y ya era de otro día en Singapur, así que no era de mucha ayuda la hora en ese instante.

Llamó tre veces y al pasar a la cuarta y depués de varios minutos tratando d que contestará sonó la voz de Nicolás detrás del altavoz.

─ abejita, no sabes como estaba de preocupado.

─ l-lo lamento, en serio ─dijo tratando de no dejar caer las lágrimas por la culpa y rabia a si misma.

─ no no, tu tranquila, ¿esta todo bien?

Ella asintió tratando de contener las lágrimas aún.

─ si, todo está bien.

Un suspiro de alivio salió de los labios del chico.

─ eso me mantiene más tranquilo.

─ lamento lo de tu cumpleaños ─el tono de pesar y rabia hacia ella misma emanaban de sus cuerdas vocales.

─no, yo entiendo ¿si? Has Estado ocupada estos días y lo comprendo ─la voz calmada y llena de comprensión le lleno el corazón más a ____ de dolor.

─aun así.. Hay algo-

─ lo se ¿si? Se que te esfuerzas mucho por eso se que no es tu intención hacer algo así.

Ella respondió con un sonidito de afirmación, quiso confenzarse pero simplemente la voz y preocupación de hon no la dejaban.

Siguieron hablando pero más que nada el joven al otro lado de la línea, _____ poco se limitaba a responder con palabras simples y cortas.

─ ya está tarde abejita, deberías de ir a dormir.

─ s-si, ha sido un día agotador─contesto tratando de no delatarse.

Ambos se despidieron y aún asi el fantasma de la imagen de hon la atormentaban por aquella gran mentira.

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No Les voya mentir, me duele lo de hon 🥹👍

Corazones, como han notado eh Estado subiendo capítulos casi mas seguido 😀 esto para avanzar más rápido en la historia y por qu igual les quede mal meses pasados

Sin más, un cap por mi cumple 🎉 JAJJAJSJSJJSJS

Se me cuidan y esperen el siguiente cap dentro de poco