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54. 𝐒𝐢 𝐮𝐧 𝐝í𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞𝐬...


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El piso 28 estaba lleno de ecos sordos, golpes secos y el sonido eléctrico de una música de fondo que alguien (probablemente Natasha) había dejado en repetición. La sala de entrenamiento olía a goma quemada y sudor recién derramado, mezclado con ese frío artificial que sólo podía venir del sistema de ventilación de Stark.

Louise entró en silencio.

No la anunciaron los pasos. Ni la puerta. Solo su sombra, asomándose en la puerta de manera sigilosa, uno de esos dones dados por cierta organización.

Allí estaban ellos.

—¿Eso es lo mejor que tienes, Laufeyson? —gruñó Natasha, lanzando un barrido bajo que obligó a Loki a retroceder.

El dios se impulsó hacia atrás con agilidad felina, cayendo en cuclillas antes de levantarse de un salto.

—Oh, lo siento. Pensé que estábamos calentando. ¿Ya empezaste a pelear en serio o estás haciendo yoga con ira?

Nat sonrió con un destello peligroso en la mirada. Giró sobre sí misma y lanzó un giro lateral directo al costado de Loki. Él lo bloqueó con el antebrazo, pero se deslizó medio metro por el impacto.

—¿Sabías que el sarcasmo es señal de defensa emocional? —murmuró Natasha, lanzándose de nuevo con una combinación rápida de golpes.

—¿Sabías que citar psicología barata mientras intentas matarme es de muy mal gusto? —contraatacó él, atrapando su muñeca y girándola, buscando desequilibrarla.

Ella se dejó llevar por el giro y, usando el impulso, giró en el aire, liberándose con una llave que casi le rasga el hombro.

Loki apenas tuvo tiempo de rodar por el suelo y ponerse en pie otra vez, el cabello pegado a la frente, el pecho subiendo y bajando.

—Admito que esto es mejor que discutir contigo en una sala —dijo él, flexionando los dedos.

—Yo también lo prefiero. Aquí al menos puedo romperte algo sin consecuencias legales —replicó Nat con una sonrisa torcida.

—¿Ese es tu problema, Romanoff? ¿Demasiado control? ¿Demasiada represión?

—No. Mi problema es que tú existes solo para fastidiar.

Natasha se lanzó otra vez con una patada directa a la cabeza. Loki la esquivó por centímetros y la sujetó del tobillo en el aire, haciéndola girar como si fuera una muñeca de trapo. Natasha usó ese mismo impulso para lanzarse con el, cayendo con una voltereta que la dejó en pie con los puños en alto.

—Demonios, eres irritante —escupió.

—Gracias. Tú también estás encantadora —Loki sonrió con burla—. ¿Seguimos o quieres pedir ayuda?

—Oh, no. No necesito ayuda.

—¿Entonces por qué estás sudando?

—¿Y tú por qué tiemblas? —enarco una ceja con una sonrisa socarrona.

Loki soltó una breve carcajada.

—Quizás porque estoy tratando de no usar magia para no mandarte a volar por la ventana.

—Oh, cariño —Natasha se estiró el cuello—. Si me mandas a volar, caeré de pie. Pero tú... tú no sabrías qué hacer si de verdad alguien te pone de rodillas.

Loki entrecerró los ojos. Por primera vez se llevaban de una manera "tolerable".

—¿Quieres intentarlo?

—Con gusto.

Y justo en ese momento, una voz interrumpió desde la entrada:

—¿Siempre coquetean así cuando no estoy o están peleando por el último rollo de canela? Por qué si es así, ya me lo comí.

Natasha se giró apenas y sonrió.

—Mira quién salió del agujero existencial.

—Tu playlist me trajo. ¿Eso era nirvana o solo tu rabia hecha sonido?

Louise bajó los escalones. Tenía el cabello corto recogido en una diadema desordenada, en ropa deportiva negra y una sudadera que le colgaba un poco del hombro. Tenía ojeras visibles y un aura de sarcasmo defensivo.

Él se giró hacia ella con una expresión inocente.

—Oh, qué grata sorpresa. Pensé que preferirías seguir encerrada con tus libros de autoayuda y amenazas homicidas en ruso.

—nop, arreglaba unas cuantas cosas del trabajo ¿Te decepcioné? —lo miró por un momento con un puchero fingido.

—Solo un poco. Esperaba más dramatismo de alguien que ni siquiera soporta a su propia sombra.

Ella giró los ojos y se cruzó de brazos.

—¿Estás cansado ya? ¿O todavía te queda energía para pelear con alguien que realmente puede patearte?

—¿Vienes a salvarme, amor mío? —dijo con una reverencia teatral y juguetona.

—Vengo a ver si puedes recibir una patada sin hacer un monólogo al respecto.

Natasha alzó las manos, retrocediendo hacia un lado.

—Listo. Me retiro antes de que esto se vuelva una porno con puños—dijo quitándose los guantes—. Si uno de ustedes se parte algo, me mandan fotos.

—¿Y si terminamos besándonos? —preguntó Loki con una sonrisa traviesa mirando a ____.

—Entonces me deben una botella de vodka —replicó Nat, guiñando un ojo y saliendo por el lateral.

Le dio una palmadita en el hombro a ____ y ella le sonrió como respuesta, Natasha tomo sus cosas y salió de la habitación no sin antes mirarlos y negar con una sonrisa ante la actitud de esos dos.

Loki aún estaba respirando agitado, con los brazos relajados, pero la espalda tensa. El combate con Romanoff le había calentado la sangre. No por orgullo si no más por necesidad.

Entonces Louise entró al ring.

Se sacó la sudadera y se quedó en top negro ajustado, con el abdomen vendado para control del tratamiento, pero marcado. Los músculos se tensaban apenas con cada movimiento. Odiaba admitirlo, pero había algo en el combate físico que todavía la calmaba. O la desarmaba.

Estaba tratando de volver a entrenar más que nada por recomendación de la doctora, ayudaría a su salud y estado mental de alguna manera.

Loki la miró con atención. Esa mirada suya que no era lasciva... pero sí peligrosa. La de un depredador que sabe que la presa no va a huir.

—¿Vas a quedarte mirándome o vas a atacar, Laufeyson?

—No me has pedido que sea suave...

—Y no pienso hacerlo, cariño.

Él sonrió ante ese comentario. Ella se lanzó para atacarlo con rapidez.

El primer choque fue brutal. ____ lo golpeó directo al torso con una embestida que lo obligó a retroceder dos pasos. No por sorpresa. Por fuerza real.

Loki no se contuvo, bueno, no tanto. Sabía que se tenía que contener por su salud, aunque a ella parecía darle igual.

Louise rebotó y volvió con un codazo que apenas logró esquivar.

—Estás más agresiva que de costumbre —murmuró Loki entre dientes.

—Tú también estás más evasivo.

—No es evasión. Es estrategia...

—Claro. ¿Estrategia de supervivencia emocional?

—¿Y tú qué usas? ¿Psicoanálisis con guantes y mal humor?

Respondió con una barrida baja que la hizo saltar. Cuando aterrizó, ya estaba girando sobre sí misma para soltar un puñetazo al rostro. Loki lo esquivó por milímetros y contraatacó con una patada a la zona costal. Sonó seca. Ella la bloqueó con ambos antebrazos.

—¿Eso fue por lo de Washington? —preguntó él, frotándose la pierna.

—Eso fue porque existes —dijo ella, imitándole el tono.

Él rió, causándole una mueca de disgusto. Cosa que tomó como señal para cargar contra él.

La sujetó del brazo, giró con ella y la arrastró con un movimiento que casi la hace caer, pero Louise rodó en el suelo, se impulsó y le dio una patada baja. Loki la bloqueó, giró y la empujó hacia las cuerdas.

Él la tomó por la cintura, intentando inmovilizarla, pero ____ se le colgó del cuello, giró sobre él y ambos cayeron al suelo, con ella encima.

Ambos jadeaban. La frente de ella rozó la de él.

—¿Eso es todo? —gruñó ____, con una sonrisa provocadora.

—apenas estoy calentando, muñeca.

El intercambio se volvió una coreografía frenética. Golpes, esquivas, bloqueos que retumbaban en la lona. Louise se movía como una sombra; Loki como una tormenta elegante. Ninguno hablaba ya. Solo se escuchaban los impactos. El eco de la respiración agitada. El golpeteo de pies y manos en sincronía violenta.

Loki la empujó contra las cuerdas, ella lo pateó directo en el estómago, lo suficiente para sacarle un gruñido. Él respondió con un agarre a su muñeca y un giro de cadera que la hizo volar hacia el otro extremo del ring. Cayó rodando, se levantó sin perder ritmo. Gruñó bajo ante la caída, había sentido una punzada en su abdomen pero no pareció detenerla.

Sus ojos brillaban. Por el esfuerzo. Por la rabia acumulada.

—¿Qué te pasa? —preguntó ella, jadeando.

—Nada...

—Mientes, y eso que se supone que eres el experto en eso —se lanzó otra vez.

Loki la atrapó del antebrazo y la giró en el aire, esta vez sin suavidad. Ella cayó de espaldas, pero se impulsó como una bestia felina y lo pateó en la mandíbula antes de que pudiera alejarse.

Él rió mientras se tocaba el labio con su pulgar, sonrió con cierta calma al ver la pequeña mancha de sangre que salía de su labio inferior.

—Sigues siendo una salvaje, Stark.

—¿Y tú sigues siendo un narcisista con problemas de abandono? —bajó los labios con fingida tristeza.

Él la embistió con el hombro. Cayeron juntos.

Rodaron sobre la lona, ella sobre él, él sobre ella. Puños chocando. Rodillas clavándose. Sin besos, sin caricias. Solo dos guerreros que no sabían cómo dejar de dolerse mutuamente... sin usar los puños.

Loki quedó encima de ella, sujetándola por las muñecas. Respiraban fuerte. Las frentes casi tocándose. La tensión entre ellos era eléctrica, pero no explosiva... todavía.

—No voy a soltarme —susurró ella.

—No tienes que hacerlo —replicó él, más cerca de su boca que de sus ojos.

—¿Entonces por qué peleas conmigo como si quisieras lastimarme?

El dios de quedó en silencio por un momento antes de darle una mirada un tanto coqueta.

—Porque si no lo hago así, voy a besarte —confesó él, ronco, temblando apenas—. Y no sé si eso cuenta como rendirme.

_____ entrecerró los ojos. El aire entre ambos era tan denso que dolía respirar.

—Eres un cobarde, cuernitos.

La tensión creció, no había nada más que molestara a Loki que lo trataran así, y  ella lo sabía.

—¿Qué dijiste?

—Que. eres. Un. Cobarde —repitió entre líneas. con voz baja y amenazante de burla contra sus labios.

Y entonces lo hizo.

Se soltó rápidamente y le dio una cachetada.

Una sola.

Directa y precisa, de esas con la palma firme y la intención clara de cruzarle el ego y no la piel. El sonido resonó seco en el gimnasio vacío. No era violencia real.

Era un desafío.

Loki giró lentamente el rostro. La marca apenas se notaba, pero sus ojos brillaron como si le hubieran lanzado una maldición deliciosa. Cosa que le hizo quedarse inmóvil por un segundo.

Era la primera vez que lo había hecho, el simple hecho de que lo abofeteara fue como subirle la ilusión de un momento a otro. Como ese pre antes de coger entre palabras sucias y el jugueteo con las manos en el cuerpo del otro.

Y luego, sonrió, como quien nunca había vivido esa experiencia tan humillante.

—Maldita sea... —murmuró con un suspiro entre los dientes—. Te juro que eso fue lo más excitante que me has hecho en días.

Ella no se movió. Lo miró con la mandíbula tensa, el labio sangrando, los ojos verdes ahora oscurecidos como una tormenta.

—No sé si quiero matarte o besarte—susurró Lou.

—Yo sí sé lo que quiero hacer —respondió él, soltándole la otra muñeca para agarrarla por la nuca y acercarla más.

—Ni se te ocurra besarme por castigo —gruñó ella, apoyando la frente contra la suya.

—No. Pero puede que lo haga por gratitud.

—estás loco, frosty —susurró con una sonrisa torcida.

El la miró raro.

—¿ese es un nuevo apodo? —enarco una ceja mientras ella asentía apretando los labios—. Está horrible.

Louise estalló en risa al ver su cara de disgusto. Adoraba mejorar en apodos, algunos más creativos que otros.

— ¿no te gusta? Va con tu personalidad.

—me estás haciendo perder la cordura —dijo él, deslizando la mano por su cintura con lentitud criminal mientras negaba con la cabeza—. Y me encanta... eres como una dulce desgracia.

Ella soltó una risa baja. Como si acabara de aceptar que no había escapatoria, ya estaban entre coqueteos y risas.

—¿Sabes qué más te voy a hacer si vuelves a desaparecer sin avisar, brujito sexy?

El carcajeo y se mordió el labio, adoraba estar con ella de esa manera.

—¿Me vas a pegar de nuevo? —sonrió mirándola curioso.

—No. Peor...

—¿Me vas a ignorar? ¿O me vas a encerrar en un baño?—susurró cerca de su cuello, logrando erizarle la piel.

—será muuucho peor aún...—se acercó a su oído, y susurró—. Te voy a hacer dormir en la cama de Thor.

Loki se separó eh hizo una mirada irónica de tragedia.

—oh, Eres cruel.

—Lo aprendí del mejor —sonrió con picardía.

Ambos se quedaron en esa posición, sus cuerpos ardiendo, las respiraciones agitadas, los ojos clavados como cuchillas que no querían soltar la presa.

—¿Y ahora? —preguntó él.

En una maniobra ágil le separó las piernas a Loki para luego enredar sus piernas en la cintura después, y con la suficiente fuerza darle la vuelta dejándolo debajo de ella, para finalmente darle un pequeño beso en los labios.

Loki quedó pasmado un momento y luego sonrió por su maniobra. Ella se levantó de un salto ágil con una mueca victoriosa.

— Te gané —canturreó orgullosa meneando la cadera—. Ahora... te bañas. Antes de que apestes a perdedor.

—¿Solo?—dijo arrodillandose mirándola con una ceja levantada.

—puede ser... veré si te lo ganaste.

Y con eso, se bajó del ring, dejándolo con la cara caliente, el pecho ardiendo y la sonrisa más peligrosa que había tenido en días.

Loki se llevó los dedos al rostro, acariciando donde ella lo había golpeado. Cerró los ojos.

Estaba jodidamente perdido por ella.

Tomó sus cosas y se teletransportó detrás de ella, con una sonrisa juguetona en la cara. Hasta que tomaron el ascensor.

El ascensor se abrió con ese zumbido suave que anunciaba la llegada al piso residencial. Louise salió primero, el cabello pegado a la frente, la sudadera puesta de nuevo —esta vez sin intención de disimular la derrota emocional— y los guantes colgando de un bolsillo. Loki la seguía, sin camisa, con el pómulo todavía rojo y una toalla tirada al hombro. Ambos caminaban como si nada hubiera pasado.

Como si no acabaran de golpearse con más pasión que otros muchos se besan.

Natasha estaba sentada en la barra de la cocina, con un Gatorade en una mano y una galleta de proteína a medio comer en la otra. Los vio. Alzó una ceja. Y no dijo nada... durante cinco segundos.

Que fue demasiado tiempo para ella.

—¿Eso fue sudor o tensión sexual embotellada?

_____ se detuvo, apenas y la miró con una sonrisa sutil.

—Ambos. También un poco de desprecio mutuo y terapia física no aprobada por ningún médico.

—¿Se rompieron algo?

—Solo nuestras expectativas —dijo Loki desde atrás, limpiándose el cuello con la toalla como si no le ardiera el alma.

Natasha los miró como quien observa una pelea de leones en celo en Discovery Channel.

—No sé si deberían hablar con un terapeuta... o filmarlo y cobrarlo por internet.

—¿Quieres la cámara de seguridad? tendrías el contenido gratuito —ofreció Loki mirando lo que hacía ____.

—Ya la vi en vivo. Solo digo que si uno de ustedes dos termina embarazado, no me sorprende.

Que comentario, esos ya se estaban haciendo más seguido, con la idea de tomar las bromas sobre su tema de fertilidad como algo normal y no un tabú entre ellos. O bueno eso intentaban.

Louise resopló y le robó la galleta a medias antes de irse rumbo al pasillo.

—serás la tía, y te juro que lo tendrás que cuidar todos los fines de semana —dijo caminando de espaldas para apuntarla con un dedo de manera desafiante—. Me voy a duchar. Y si lo oyes gritar, no es porque lo esté matando.

—seré la mejor tía de todas, ya verás—murmuró en un canturreo Natasha con una sonrisa torcida.

Loki se quedó unos segundos más, aún estaba algo agitado. Natasha lo miró con complicidad apenas disimulada.

—¿Y tú qué? ¿Vas a seguir provocándola hasta que te ahorque?

—Estoy considerando hacerlo mi plan a largo plazo.

—Buena suerte sobreviviendo. Ella no pelea para ganar. Pelea para matar.

—por lo general ya casi no tengo ganas de seguir viviendo cuando ella está así —respondió con gracia, antes de desaparecer por el pasillo tras ____.


El vapor todavía flotaba en el aire. Louise se estaba secando el cabello con una toalla mientras Loki, ya duchado también —y con una camiseta negra demasiado ajustada para no ser provocación— se sentaba en la orilla de la cama.

La luz cálida del cuarto suavizaba los bordes. Las heridas del combate ya eran solo rastros, pero la tensión... seguía ahí. Como un perfume viejo en una habitación cerrada.

Ella salió del baño envuelta en una bata suelta, con la piel enrojecida por el agua caliente y el alma a medio acomodar.

—entonces, ¿Sobreviviste al día de hoy? —preguntó él, mirándola desde la cama con el iPad en las manos.

—Físicamente sí. Emocionalmente... meh, he tenido días mejores.

Se dejó caer a su lado, con un suspiro agotado. Sus piernas tocaron las de él apenas, y las junto en un acercamiento un tanto más íntimo.

— por lo menos hoy no rompiste nada por algún enojo ¿o es que te duele algo?

—tonto, claro que no. Y si algo me duele es lo que no puedo curar con ibuprofeno o helado —bromeó en un susurro.

—¿Y si te digo que tengo helado?

Ella giró el rostro para mirarlo. Esos comentarios tenían clara doble intención, cosa que se volvía cada vez más normal en ellos.

—¿De qué sabor?

—Del que quieras —dijo Loki, con ese tono de promesa no sexual... pero que igual calentaba.

Hubo un silencio suave, solo quedaron esos rastros de calidez entre ellos.

Ella lo miró. El rostro relajado, el cabello aún húmedo, la postura sin defensas. No era el dios de antes... No del todo. Pero tampoco era solo su Loki. Era ambos. Y eso... eso la confundía.

—¿Tú vendrías conmigo, verdad? —susurró ella, sin buscar respuesta inmediata.

Él la miró. Escuchaba la duda en su voz. Se giró hacia ella, tomándole la mano con los dedos fríos y un intento de una sonrisa cálida.

—____... ya estoy contigo.

Ella apretó los ojos, bajó la cabeza, apoyó la frente en su hombro. No quería llorar. No ahora.

—Lo sé. Solo tenía que escucharlo otra vez.

Él le besó el cabello. Lento. Firme.

—Y si alguna vez me golpeas de nuevo... avisa primero. No porque no me guste, sino porque me gustaría devolvértela... sin testigos o cámaras de vigilancia.

Ella rió, con la garganta cerrada.

—Estás tan jodido.

—eso hace parte de mi encantadora personalidad cariño, así se que me aguantas hasta cuando no puedo ni conmigo mismo.

Ambos se quedaron así, en silencio. Juntos. No completos. Pero menos distantes.

El libro en la mesita de noche seguía abierto, marcado en el mismo párrafo.

"A veces, el primer paso hacia la maternidad... es alejarse del lugar donde todo duele."

Louise lo miró de reojo. Cerró el libro con cuidado.

La noche pasó, el día había estado lleno de golpes verbales y otros más físicos, pero de esos que calmaban guerras mentales entre parejas. El golpearse entre ellos claramente no había sido lo más sano. Pero les ayudó a demostrarse que a pesar de cualquier tipo de problemas y discusiones siempre volverían a ellos.

—¿Estás despierto? —murmuró Louise, sin moverse del hueco entre el cuello y el hombro de Loki.

—No... Estás teniendo una alucinación con voz propia —respondió él, con tono grave y adormilado.

Ella rodó los ojos, sin ver.

—eres un idiota...

—Tú me elegiste, te lo recuerdo. Dos veces, técnicamente.

—Fue un lapsus emocional. Como los tatuajes feos que pensé hacerme de joven o las excentricidades de Tony que terminan en la basura.

—Pero mucho más interesante, por supuesto —añadió él, medio sonriendo.

Ella bufó y luego se presenció un breve silencio. De esos que no son incómodos, pero sí frágiles.

—Estaba pensando... —dijo ella.

—Qué peligroso.

Ella le pegó el el brazo un manotazo. Y el solo soltó una pequeña risa.

—¿Y si sí pasa?

Loki no respondió al instante. Solo levantó una mano y le acarició el antebrazo con los nudillos.

—¿qué si pasa?

—Lo del tratamiento. Lo del mini alíen saliendo de mi panza —se acurrucó más contra el—. Lo improbable... ¿Y si de verdad, un día, somos padres?

—¿Ahora, ahora? ¿O en ese futuro hipotético donde aún no me has dejado por Thor o dónde un alienígena te dejo un huevo adentro?

Esas referencias entre ellos se hacían más presentes, ____ obligaba al dios a ver películas de ciencia ficción o terror cada que estaba irritada.

—Thor me da urticaria emocional. Solo tú me haces considerar el caos biológico, aunque sería infernal tener un mini tú clavándole dagas a quien se le atraviese.

Loki sonrió, lento. Imaginando el escenario "posible".

—Qué sueño, un mini príncipe de las travesuras.

— no lo dejaría acercarse a ningún arma hasta que esté grande, ni siquiera a tus dagas —susurró ella, enterrando la cara en su pecho—. Pero... en serio. ¿Lo has pensado?

Loki apretó los labios y la apretó más hacia el.

—Claro. Todos los días. Estoy deseando que alguien me vomite encima a las tres de la mañana durante seis meses seguidos, pero ahora por qué si tiene a un mini destructor dentro de la panza —dijo acariciando el brazo—. Es mi mayor sueño desde que invadí Nueva York.

Ella rio, bajito. Luego lo empujó apenas con el hombro. Eran esas pocas veces en las que tenían paz, dentro de tanto drama y cambio de ánimos se sentía como un respiro.

—Estoy hablando en serio, imbecil.

Él exhaló, más suave esta vez.

—Sí. Lo he pensado. Pero la verdad... Me aterra y a la vez me emociona. Me da ganas de aprender a usar un microondas por si alguna vez me quedo solo con él o ella y tú no estás.

—¿Vas a quemar la cocina? ¿Dónde quedaron esos dotes en la estufa que me estuviste presumiendo hace unas semanas?

—cocinaba para ti, no para una criatura que suele tirar en las paredes todo lo que parece de estado líquido o sólido... Pero lo haría con amor.

Silencio otra vez. Esta vez más íntimo. Para Louise era un tema aún complicado, que trataba de llevar de la mejor manera o de la forma en que su cuerpo se lo permitiera. Pero el poder imaginar una extensión de ella, a la que le podría brindar lo que le faltó en su tiempo, la hacía mantener esa ilusión.

—Si fuera niña... me gustaría que se llamara Eira —dijo Louise, bajito. Como una confesión

Loki repitió el nombre como un encantamiento.

—Eira. Suena... frío y dulce —lo pensó y miró al techo por un segundo—. Igual que tú.

—Es nórdico. "Invierno". También significa "curación"... lo vi en uno de los libros que me dio tu madre cuando apenas empecé a practicar magia.

—Curiosa coincidencia, madre siempre supo que libro escoger para llegar a algún punto.

Frigga era como un fantasma entre ellos, no de esos que atormentan, si no que en su ausencia dolorosa acompaña con compasión y revive buenos momentos y consejos. Aunque para él Dios, recordar a esa mujer le dolía el pecho. Perderla fue una de las cosas que le seguían pesando en el corazón, de esas que ni el mismo se lograba explicar.

—¿Y tú? ¿Tienes alguna idea para nombre si es niño? —preguntó ella, dibujando arabescos con la punta de sus uñas en su pecho— no se vale que le digas plaga o teseracto.

El la miró con molestia fingida arrugando la nariz pero luego se lo pensó un momento, era una pregunta algo dificultosa de responder. En primera nunca llegó a pensar en ser padre y menos de manera tan... desesperanzadora.

—Silas.

—¿Silas? —preguntó entre risas subiendo su mirada enarcando una ceja—. ¿Qué es eso, una especie de planta o de un hechizo?

—Significa "del bosque". Raíz y Tierra. Cosa real.

Ambos se miraron a los ojos, una pequeña risa se asomó en la comisura de los labios de él.

—¿Desde cuándo tú, el rey de las ilusiones, eliges algo que significa "real"?

—Desde que tú existes y me sigues hablando a pesar de mi historial de estupideces.

Louise le acarició la mandíbula con un dedo.

—Eira y Silas... Suenan a dos criaturas mágicas con trauma generacional. Muy apropiado teniendo en cuenta a los padres que tendrán.

—Totalmente —asintió Loki, mirándola en la penumbra—. Uno con tu fuerza y mis ojos. La otra con mi terquedad y tus gritos de berrinche.

—O al revés. Sería peor, destruirían la casa y las cosas de Tony.

—Sería perfecto —dijo él, casi sin querer— tal vez harían un motín para tratar de conquistar su escuela.

Ella no respondió. Solo volvió a acomodarse contra su pecho, esta vez con una mano entrelazada a la de él con una sonrisa.

—No me prometas nada —murmuró ella
Tratando de bajarse de esa nube de ilusión.

—Jamás lo haría. Solo te advertí lo que pasa si me das una hija que se parezca a ti.

—¿Qué?

—Me vuelvo el padre más paranoico de los nueve mundos.

—¿Y si es varón...?

—Entonces que Odín nos proteja.

Ambos rieron. Bajito. Agotados.

Pero un poco menos desilucionados.





15 de abril de 2015
Aeropuerto JFK —Hangar privado de los Stark—

—Tienes dos maletas con más de diez cambios de ropa, una lista de chequeo y un hombre que probablemente olvide ambas cosas —dijo Tony, apoyado en la puerta del jet privado mientras Louise ajustaba el cierre de su bolso.

—Gracias por la confianza, papá. Es tan reconfortante saber que si me pierdo en Washington, al menos tendré un abrigo extra —respondió ella, revisando su carpeta con papeles inmobiliarios.

—No me malinterpretes, Matilda, confío en ti. Pero no tanto en tu acompañante.

Loki levantó la mirada desde el sofá, con una copa de agua en la mano y esa mirada lánguida y burlona.

—¿Yo? Si me pierdo en Washington, será por aburrimiento. O por culpa del pan sin gluten.

—Loki —dijo Tony con voz grave—. Escucha. No sé cuánto tiempo van a estar allá. Tal vez solo es una visita, tal vez termina siendo un paso más serio. Pero si vas a hacer esto con ella...

—¿Vas a decirme que me porte bien?

—Voy a decirte que no te desaparezcas. No en el momento en que ella te necesite y no sepa cómo pedirlo.

Hubo un silencio incómodo. _____ miro a Tony confundida pero con cierta molestia, a Anthony no le importaba ser directo. Con peso. El no respondió enseguida. Solo sostuvo la mirada de Tony. Y luego, lentamente, asintió.

—Entendido.

—Perfecto. Ahora, la lista —Stark extendió un sobre a Louise—. revisar sistema de aislamiento, confirmar viabilidad de adaptar las ventanas, testear presión de agua, evaluar ruido de los vecinos y, muy importante: confirmar si hay una buena pizzería en el radio de tres cuadras.

—¿Pizza? —preguntó ____ con una ceja alzada.

—El verdadero termómetro de si una zona es habitable —dijo Tony, dándose la vuelta no sin antes darle un beso en la
Frente a su hija—. Suerte, nerds.


Ya en el aire, Loki estaba sentado de lado, mirando por la ventanilla como si quisiera ver algo más allá de las nubes.

____ hojeaba una carpeta con papeles legales de la fundación, planos y estimaciones. A su lado, un café y una libreta con garabatos que se suponía eran cálculos financieros, pero que cada vez se parecían más a dibujos de gatos con corbatas y mostachos.

—¿Te has imaginado viviendo allá? —preguntó él de pronto.

— de vez en cuándo ¿tú no? —respondió ella ojeando unos archivos.

—No. Me cuesta imaginarme quedándome en un solo lugar sin terminar construyendo una puerta secreta para escapar.

—¿Ya estás planeando tu huida? —levantó la vista y lo miró por el rabillo del ojo—. Eres un amor, Laufeyson.

—No realmente. Solo estoy planificando no tener que hacerlo.

Ella cerró la carpeta y se giró hacia él.

—¿Sabes que puedes decirme si no te gusta la idea, no? Solo iremos a ver qué tiene de bueno la capital con más campañas políticas que tiendas con buenas hamburguesas.

—Lo sé. Pero tampoco quiero mentirme —alzó los hombros desinteresado—. Hay cosas de este mundo que me molestan menos cuando estoy contigo.

—¿Por ejemplo?

—Elegir cortinas o pensar en qué tal vez podríamos molestar a los vecinos con nuestras peleas rutinarias.

Ella rió. Y sin decir nada más, se recostó contra su brazo mientras el jet continuaba su trayecto hacia Washington.

La llegada fue tranquila, el clima era un poco más cálido de lo normal y lo sintieron al bajar. El auto que los llevaría hasta la ciudad los esperaba y con ello todo el itinerario que tenían para ese día.

—¿Estás segura de que este lugar existe de verdad y no es una maqueta gigante para convencerme de tener una vida estable? —preguntó Loki, mirando por la ventana del auto, con una expresión que mezclaba sospecha, curiosidad y desprecio arquitectónico.

—Tú viniste voluntariamente. No te quejes —respondió Louise, ajustándose la bufanda y sorbiendo su café con indiferencia—. Podrías estar en Nueva York peleando con Romanoff por el control remoto o con Clint por tocar algunas de sus armas.

—O volver a Asgard, para pelear con mi hermano por el trono, lo cual es, sorpresivamente, menos agotador que esto.

—¿Esto?

Esto —señaló el edificio al frente—. Colores neutros, puertas automáticas, y esa energía pasivo-agresiva de los vecindarios demasiado tranquilos. Prefiero las casas de la clase baja de Asgard...

El edificio estaba en una calle lateral, rodeado de árboles delgados y cafés pretenciosos que parecían haber sido diseñados para personas que se quejan del gluten por deporte. Era bonito. Casi demasiado bonito para ellos.

—¿Te duele respirar aire no contaminado? —preguntó ella con sorna, la tableta inteligente para verificar la dirección.

—Me ofende. Yo soy la contaminación emocional en esta relación y tú serias como el estado mental inestable.

____ sonrió apenas y rodó los ojos

Ella pidió al conductor detenerse, ya habían llegado a la propiedad que verían. Escogida precisamente por Anthony.

Martin, el agente inmobiliario, los esperaba en la puerta con una carpeta bajo el brazo y una sonrisa un poco forzada.

—¿Es en serio tu ropa? —murmuró ____ por lo bajo mientras bajaban del auto.

Loki, impecablemente vestido con un abrigo negro largo, gafas oscuras y una bufanda verde oscura, alzó una ceja.

—Estoy moderando mi presencia. Esto es discreto.

—Pareces un mafioso italiano en vacaciones, por poco y te digo Carusso.

—Y tú pareces una profesora de arte con resaca y cero ganas de seguir con vida.

—Touché.

Frente a ellos, en la entrada del edificio, el hombre vestido con traje gris y sonrisa platinada los saludó con un entusiasmo que parecía legalmente obligatorio.

—¡Señorita Stark! ¡Señor... Laufson? ¿Lo pronuncio bien?

—No, pero continúe —respondió Loki sin perder la compostura.

—Soy Martin, de Horizon Realty. Es un honor mostrarles este espacio. Tony Stark nos comentó que podría haber interés serio, así que lo hemos preparado con las recomendaciones que dejó en su nota, aunque sin instalar aún los sistemas.

—¿Sistemas? —interrumpió Louise, arqueando una ceja.

—Ah, claro. El protocolo de seguridad Stark: escudos holográficos de acceso, sensores biométricos, inhibidores de frecuencia en caso de ataques dirigidos, y, bueno... su heladera inteligente.

Loki se giró lentamente hacia ella.

—¿Vamos a mudarnos con una nevera que sabe cuándo comemos helado a escondidas?

—Tony lo considera "cuidado preventivo", supongo.

—Yo lo llamaría vigilancia alimenticia. Lo próximo será esa máquina parlante haciendo intervenciones nutricionales.

—es Jarvis, y seguro que se auto destruiría si lo llegan a instalar en esta casa.

Martin sonrió con una gota de sudor en la frente. Temia cagarla y con eso perder su trabajo.

—Aún no está conectado nada, pero si deciden quedarse, se puede integrar todo en menos de una semana. Además, hay dos habitaciónes extra, una que el señor Stark mandó a equipar con espejos y barras para baile y otra que podría funcionar como sala de meditación... o guardería, si alguna vez—

Ella lo interrumpió con una mirada tan afilada que el pobre hombre se tragó sus palabras.

—¿La sala de meditación tiene buena acústica? —preguntó Loki, girándose con una sonrisa gélida.

—¡Eh... sí! Sí, por supuesto. Pueden gritar lo que quieran sin que los vecinos se enteren.

—Perfecto —murmuró Louise, observando todo el lugar.

El departamento era más bonito de lo que ella recordaba de las fotos. Luminoso. Alto. Silencioso. Un aire limpio que casi no parecía de ciudad.

Martin hablaba sin parar sobre las especificaciones, las reformas posibles, la instalación de una pantalla Stark que podía "aprender tus emociones y ajustar la luz ambiente", y sobre lo cerca que estaba el parque, el museo, la panadería orgánica.

—¿Y el balcón tiene visibilidad para lanzarse en caso de apocalipsis emocional? —preguntó Loki.

—¿Perdón?

—Nada, cosas nuestras —dijo Louise, mirando con desaprobación al dios.

Loki entró a una de las habitaciones y se quedó quieto.

—¿Por qué este lugar no tiene eco de trauma?

—Porque nadie ha gritado aquí todavía... Dame una semana.

Ella empezó a recorrer la cocina mientras él inspeccionaba con ojos de depredador. Abrió un armario. Luego otro. Miró por la ventana.

—Demasiadas aves. Están tramando algo —murmuró.

—Son gorriones, Loki.

—¿Y eso te parece mejor?

____ se recostó contra la isla de la cocina. Agotada por el recorrido que penas llevaba unos veinte minutos.

—Es tranquilo y silencioso. Tiene espacio. Y no tiene a Tony gritando desde el sótano.

—Ni a Natasha preguntando si ya nos matamos o solo nos besamos muy agresivamente.

—Exacto...

Loki la miró. Caminó hacia ella con pasos lentos, como tanteando un campo minado. Sabía cómo se sentía ella, no era fácil alejarse de casa, menos con tan rapido o de manera tan improvisada.

—¿De verdad te gusta?

—No sé —respondió, sincera—. Pero lo estoy considerando. Me gustaría poder respirar sin pensar que todo el mundo me está observando. Empezar algo que pueda tener una historia diferente desde el principio.

—¿Y si es un caos después?

—Entonces será una mierda insoportable después —dijo ella—. Pero no ahora. O eso espero.

Él la miró, en silencio y se acomodó a su lado cruzándose de brazos.

—Quiero una biblioteca si nos quedamos.

—Hecho. Con dos sillas, de esas de cuero viejo y feo. las podríamos dejar una al lado de las chimeneas que entran en el cuarto del tercer piso.

—Y una bañera donde quepamos los dos sin tener que amputarme una pierna.

—Ya estás negociando como si fuera definitivo —sonrió ella al verlo mirar a su alrededor.

—Estoy negociando como alguien que no quiere que lo dejes fuera de la habitación durmiendo en el sofá —respondió él, con una calma que no le combinaba con los ojos húmedos.

Louise lo observó, trató de analizarlo.

—Tú vendrías, ¿no? —preguntó nuevamente, queriendo confirmar aún más lo que estaban pensando hacer.

—Si hay sofá ridículo y nuestras peleas a media noche, sí.

—hecho, le añadiré dotación de por vida de helado de fresa con chocolate blanco.

—Entonces ya es más hogar que la mitad de los lugares donde he vivido.

Hubo un silencio tierno. Ella bajó la mirada y el le tomó de la mano de manera delicada.

—¿Podrías verlo como... un reinicio?

—Podría verlo como una pausa y un tipo de retiro de todo lo demás.

Ella asintió.  Sería solo un paso a algo nuevo, pero firme y juntos.

—Turistas por ahora, podría ser como... ¿una casa de verano?.

— suena interesante, me pregunto cómo sería el encuentro con los vecinos que juzguen nuestras cortinas.

Ella soltó una risa pequeña.

—Dios, ya me imagino discutiendo contigo por el color de los manteles y las sábanas.

—perderías. Soy muy persuasivo con telas, ¿sabes? En Asgard hay muy buenos materiales para traer aquí.

— ¿remodelarías todo al estilo asgardiano? Esto parecería un cuento medieval bañado en encantamientos y oro. No combinaría con la tecnología que papá piensa añadirle.

Loki creó una ilusión a su alrededor, con cortinas de finas telas y iluminación inimaginable con magia.

—tendría clase y personalidad, querida.

— ummm ¿sería eso? ¿O es que acaso extrañas vivir ahí?

El se detuvo y la miró por un momento, pareció dudar en su posible respuesta. Lo negó y soltó una sonrisa pequeña.

—claro que no, solo digo que le agregaría más estilo.

Después de firmar unos papeles de visita temporal y de prometer que lo pensarían, salieron caminando por una avenida tranquila. Había árboles, faroles antiguos y turistas con mapas ridículamente grandes. Loki los miraba como si fueran una especie en peligro de extinción.

—¿Quieres ver algo de verdad turístico o fingimos ser normales por veinte minutos?

—¿Tenemos tiempo para las dos cosas?

Terminaron caminando hasta el National Mall, parecían una pareja normal, se mezclaban entre las calles y las personas. El la agarraba de la mano entrelazando sus dedos mientras ella miraba edificios y tiendas. Señalando y comentando que se vería bien con cada prenda que le parecía linda.

—¿Por qué todo aquí parece diseñado para campañas políticas? —se quejó Loki frente a un museo con columnas gigantescas.

—Porque lo fue —respondió Louise con una mueca de disgusto—. Historia, democracia, monumentos, banderas. Todo huele a discurso.

—Incluso los pretzels tienen cara de arrepentimiento patriótico.

Al llegar cruzaron frente a un puesto ambulante en donde un vendedor insistió en que ella se pusiera una gorra con la bandera de Estados Unidos. Loki compró una para él solo para arruinarle el estilo, y se la puso encima de su bufanda, como castigo.

—Esto es humillante —dijo ella en un puchero

—Para ti. Para mí es arte conceptual. Esto de ver cosas "patrióticas" es gracioso.

—no me digas, si pudieras ¿te lanzarías como presidente de América?

—sería un modo de conquista a baja escala, me imagino que su sistema gubernamental es más sencillo que el de Asgard así que si... por qué no.

—presidente Loki... suena imponente —bromeó ella con una mano en el pecho.

El generó un pequeño botón de campaña electoral con su magia. Lo miró alzando su saco y leyó "Loki para presidente", no pudo evitar soltar una carcajada.

—estoy segura que con tu don de la manipulación si lograrías serlo.

Ambos bromearon más de camino por todo el lugar. Pasaron frente al Lincoln Memorial. Loki se detuvo frente a la estatua.

—¿Quién es ese?

—Lincoln. Uno de los presidentes más importantes.

—¿Por qué está sentado? ¿No es un dios o algo?

—Era humano. Pero increíblemente sabio y revolucionario. Hasta tiene una película en donde caza vampiros...

—Así que fue un tipo con poder, barba y trono, pero sin magia.

—Correcto.

—Entonces hay esperanza para mí. Te dije, puedo convertirme en quien dirigía este país.

—Lo dudo... pero sería divertido.

Siguieron hasta el Capitolio, donde una pareja se tomaba fotos. Loki intentó hacer una burla, pero Louise le ofreció el celular.

—Haz una conmigo —exigió con emoción infantil.

—¿Una foto?

—Síp. Para que tengamos una prueba de que no nos matamos hoy en nuestro primer viaje juntos.

Loki accedió. Pero en vez de eso, sacó de su bolsillo aquella cámara de rollo que le había regalado.

— ¿en serio la trajiste?

—Bueno... supongo que no podía quedarse en ese rincón olvidada por el polvo en la torre.

—muy bien, don sentimental. Toma la foto.

Ambos posaron juntos. El la tomó por el hombro y ella pegó su cabeza a su pecho. La imagen quedó desenfocada, pero ella sonreía. Él también, aunque casi imperceptible.

—Parecemos humanos —dijo él.

—Horrible, ¿no te parece? —replicó con ironía.

—Intolerable —contestó el con el mismo tono.

Siguieron caminando. La luz del atardecer caía suave sobre los monumentos. El reflejo del obelisco en el espejo de agua se estiraba hasta sus pies.

Louise se detuvo. Lo miró, los tonos naranjos decoraban el paisaje lo que le generó un sentimiento de ligereza.

—¿Estás bien?

—Estoy fuera de "casa", rodeado de palomas, con una gorra patriótica ridícula, y considerando instalarme en una ciudad donde la gente desayuna con avena por voluntad propia.

—¿Y?

—Estoy sorprendentemente tranquilo.

Ella no dijo nada más. Solo lo tomó de la mano. Y caminaron un rato más así, sin apuro, sin dirección.

—que quieres hacer ahora —preguntó el mientras mecía sus manos adelante y hacia atrás como un niño pequeño—. Podemos ir a comer algo vegano y burlarnos de las personas que se sienten superiores por no comer carne.

Ella rio y lo empujó

—te van a cancelar si te escuchan decir eso.

El solo sonrío, realmente no quería hacer nada más. Solo no quería que se separaran.

— de hecho... hay un lugar al que quiero ir.



Smithsonian –
Museo Nacional de Historia Estadounidense.

—Admito que no pensé que tu idea de "recorrido turístico" incluía mirar chatarra colgando del techo —comentó Loki, con los brazos cruzados, mientras alzaba la vista hacia el módulo lunar del Apolo 11.

—Eso es historia —respondió Louise, medio sonriendo—. Esa "chatarra" llevó humanos a la luna.

—¿Y qué hicieron después? ¿Colgaron una bandera, tomaron fotos y se fueron? Muy típico de este planeta.

—¿Quieres que pongamos una foto tuya en la luna, a ver si mejora?

—Ya lo hice —dijo él, serio—. Estaba solo. Fue trágico pero algo tranquilo.

____ soltó una carcajada, una de verdad. No le pasaba seguido últimamente.

Caminaban entre las exhibiciones: motores antiguos, uniformes espaciales, satélites desarmados. Loki, vestido demasiado bien para estar en un museo, destacaba entre turistas con mochilas y niños pegajosos. Ella, en cambio, había pasado desapercibida hasta que una adolescente la señaló de reojo con la frase: "creo que es la hija de ese... ¿Stark?".

Loki la miró de reojo tras eso, pero no dijo nada.

—¿Qué te molesta más? —preguntó ella, deteniéndose frente a una réplica del Voyager—. ¿Que los humanos intentaran tocar el universo o que lo hayan hecho con tan poca estética?

—Ambas cosas —respondió Loki—. Aunque debo decir que hay algo admirable en su terquedad cósmica. Insistir en explorar algo que no los quiere... tiene mérito.

—¿Estás hablando del espacio o de mí?

Él sonrió, apenas.

—Lo dejo a tu interpretación.

Continuaron. En una sección más llena del museo, una pantalla interactiva proyectaba imágenes antiguas de soldados en combate, aeronaves, y héroes de guerra.

—¿Eso es una caja de cereal con su cara? —preguntó Loki, señalando la vitrina con una expresión entre divertido y horrorizado.

—Lo es —respondió Louise, conteniendo la risa mientras observaba el empaque en colores desvaídos.

Estaban en la sección dedicada al Capitán América. Todo brillaba con orgullo patriótico: uniformes originales, réplicas de su escudo, carteles de propaganda, y una pequeña instalación con proyección 3D del antes y después de Steve Rogers.

Delgado. Frágil. Serio.
Luego, fuerte. Imponente. Ícono.

El trasero de América, como le decía ella.

—Esto parece un hechizo mal hecho —murmuró Loki, con los brazos cruzados frente a la imagen proyectada de un Steve antes de recibir el suero—. ¿De verdad la gente lo encontraba inspirador así?

—Lo inspirador no era su cuerpo. Es su corazón —respondió ella—. Ya veo por qué no se toleran.

—créeme si lo conocieran bien, se que ninguno lo soportaría con sus charlas de "moralidad"

Ella sonrió y le dio una palmada en el brazo.

—Él se ofreció a luchar cuando nadie lo obligaba, peleó con un tipo con cabeza roja.

—Pfft. Humanos y su amor por los mártires que pelean con criaturas raras. Les das un hombre flacucho con ética y lo convierten en un mito viviente.

—Bueno... el cambió la historia, cuernitos.

—Él vendía bonos de guerra con su cara. ¿Qué parte de la historia es más importante?

Louise lo empujó con el hombro, ligera. Pero se quedó unos segundos más viendo la imagen del Steve joven.

Le conmovía. Le generaba cierta ternura extraña, se preguntaba cómo habría sido conocerlo en esa época, a él y a su abuelo.

Y entonces siguió caminando.

La siguiente sección era más sobria. Menos vistosa.

Compañeros de Rogers. Soldados olvidados. El 107.º de Infantería.

No había hologramas aquí. Solo fotos. Uniformes colgados. Nombres impresos en placas negras.

Louise caminó distraída entre las vitrinas hasta que una imagen la congeló en el acto.

Una fotografía de un joven con el cabello peinado hacia atrás, gesto severo, uniforme impoluto. La expresión cargada de algo que no encajaba del todo con el resto de la galería.

"James Buchanan Barnes.
Sargento, 107.º
Desaparecido en combate.
1945."

_____ se acercó, sin darse cuenta, como si la llamara.

No lo conocía.

No lo recordaba.

Pero algo en su cuerpo empezó a reaccionar. Un nudo en el estómago. Un escalofrío que no tenía lógica. Un hormigueo en los dedos. Era como si su memoria no supiera qué decir, pero sus músculos sí.

Instintivamente, retrocedió medio paso.

Loki apareció a su lado y ella chocó con el.

—¿Quién es ese?

—"James Barnes" —leyó ella en voz baja, sin despegar la vista de la imagen—. Compañero de Steve. Según esto, desaparecido.

—¿Te suena?

—No —respondió enseguida, pero con una voz que tembló al final—. Capi nunca me habló de él...

—¿Estás segura?

Ella tragó saliva con una mirada confusa.

—no se, tal vez si y no lo recuerdo. Es como... como cuando escuchas una canción vieja y no sabes dónde la oíste, pero tu cuerpo sí. Siento... incomodidad. No sé si miedo o algo más.

Loki la observó en silencio. Le conocía bien los matices. Y ese tono bajo, ese temblor en su respiración, no era simple curiosidad.

Era pánico encapsulado.

—¿Quieres irte de esta sección?

Louise asintió lentamente, pero antes de dar un paso, volvió a mirar la foto.

Los ojos del hombre.

Fríos. Directos.

No estaban vivos, pero sentía que la miraban.

Y como si su cuerpo lo recordara mejor que su mente, una palabra cruzó su cabeza con claridad violenta:

— Zima —susurró para si misma pero el lo alcanzó a oír.

— ¿que es eso? Algún tipo de arma o otro avión en mal estado

—ah... es una palabra, invierno, en ruso —dijo tomándole de gancho.

Ella sabía lo que significaba de manera conceptual. Pero no sabía de dónde venía y su garganta se apretó como si alguien se la hubiera dicho al oído hace mucho tiempo... y con muy mala intención.

Ella no dijo una palabra en el ascensor del museo.

Ni en el auto.

Pero el nudo en su estómago no se deshizo en todo el camino al hotel.

______ tenía la espalda apoyada contra la cabecera, piernas cruzadas, una manta sobre el regazo y una taza de té en las manos. Loki, a su lado, hojeaba un folleto turístico como si fuera una pieza arqueológica.

—¿Sabías que ofrecen clases de meditación con cuencos tibetanos en el lobby a las siete de la mañana? —preguntó Loki, con el tono de quien evalúa una amenaza real.

—Y a las ocho, probablemente un entierro para el pobre idiota que te obligue a participar —respondió ___ sin levantar la vista.

El iPad vibró y ella lo tomó entre sus manos sin ganas.

Videollamada entrante: Tony Stark.

Louise sonrió y deslizó el dedo para aceptar.

—¿Hola, millonario decadente?

Tony apareció en la pantalla con la cámara en contrapicada y el pelo en guerra. Llevaba una bata de satén negra, una mascarilla de ojos y un cóctel en la mano. El fondo de su habitación dejaba ver a tom cruise en top gun en la escena de la playa.

Hola, drama ambulante —respondió Tony con una media sonrisa— ¿cómo les fue en su primer día? ¿Sobrevivieron al turismo o ya están en la lista de vigilancia del FBI?

—Estamos vivos, que es un logro —respondió ella—. Ya vimos el apartamento y es lindo. Amplio. Tiene potencial.

¿Ya mediste el ruido ambiental y la presión del agua?

—¿Estás bebiendo algo a esta hora?—preguntó para evitar tanto bombardeo con preguntas sobre el departamento.

Es jugo. De piña. Fermentado con ron cubano. ¿Y tú? ¿ si Sobreviviste al vuelo con tu drama cósmico incluido?

—Tony.

—¿que? Solo quiero saber como te fue, me confíe en que un conquistador de ciudades te acompañara.

El atacaba con preguntas que parecían bombas cada 5 segundos.

—Stark... —murmuró Loki desde fuera de cámara, sin levantar la vista del folleto.

Ah, hola, cuñado forzado.

—Hola, suegro no consensuado.

Louise suspiró. Resignada ante esas rutinarias descargas de sarcasmo entre ellos.

—No empiecen. Es una llamada pacífica.

No existe eso entre él y yo —dijo Tony, apoyando la barbilla en la mano—. ¿Comieron? ¿Visitaron lugares civilizados? ¿Cómo va la experiencia humana?

—Entre soportable y ofensiva. Aprendí que la gente paga por caminar en museos con niños que tienen las manos pegajosas y que las calles tienen más tráfico que lógica.

Excelente. Lo estás entendiendo.

—¿Y tú qué haces en tomando un cóctel a esta hora? ¿Además de escapar de tus responsabilidades? —intervino ella.

Estoy absorbiendo vitamina D y evitando que Jarvis me diga cuántas calorías tiene este trago. Vacaciones, Louise. Tal vez deberías tomarte unas tú también.

—Estoy en una, técnicamente.

—Tú estás en una visita emocional y de trabajo encubierta. No es lo mismo.

Ella rió y dio un sorbo a su té. Loki dejó el folleto a un lado y se asomó más por la camara.

—¿Y qué tal Washington? ¿Ya decidieron si quieren quedarse?

—Aún no —respondió Lou, sincera—. Pero no se siente mal. Es... tranquilo.

—Peligroso... —agregó Loki.

—¿Por qué? Tú eres el que anda con cuchillos en los bolsillos.

—Demasiada paz. Es el tipo de atmósfera en la que alguien podría enamorarse, plantar un árbol y tener una crisis existencial por qué no gano su candidato presidencial.

Tony levantó su copa con una sonrisa ironica.

¡Bienvenido al lado civilizado, Laufeyson!

Loki lo miró con ese gesto suyo de "me caes mal, pero no lo suficiente como para matarte todavía".

Tony giró un poco el iPad y camino por la habitacion para luego sentarse en un sofa.

¿Ya pensaron en la decoración? ¿Colores, muebles, estilo? ¿O todavía están fingiendo que esto es solo una prueba?

—Anthony... —dijo ____, mirándolo con cariño—. Estoy yendo despacio. No todo tiene que estar definido el primer día... Ni siquiera se si venga del todo.

Lo sé —respondió él, más suave ahora—. Solo me gusta imaginarte en un lugar tuyo. Uno que no tenga alarmas cada dos metros o un tipo de trauma en cada esquina.

—Este lugar... —ella dudó—. Podría ser eso. Tal vez. Aún no lo sé.

—¿Y Loki?

Ambos se miraron.

—Estoy considerando comprar una alfombra ridículamente cara solo para pisarla descalzo y sentirme superior —dijo él.

Entonces estás a medio paso de ser un Stark —murmuró Tony—. Bienvenido al paraíso.

Tony se reclinó un poco. Su voz bajó el volumen, más íntima, más seria para ser exactos.

Bueno. Lo importante es que no están peleando. Y que nadie ha terminado en una estación de policía.

—Todavía —dijo ____.

Me basta. Mándame fotos del lugar cuando puedas. Y piensen si quieren que instale una cocina inteligente o una que se limite a no explotar. Las opciones están abiertas... ¿Vieron algo interesante hoy?

Ella tragó saliva.

—Museo. Smithsonian. La parte de capi paleta. Bastante emotivo.

—¿Y?

—Y... después de eso no vimos mucho. Solo seguimos caminando por ahi viendo chatarra de los 40's.

Loki se tensó muy ligeramente. No dijo nada. Pero Tony lo noto, cerro los ojos curioso.

¿Y esa mirada de "vi algo que me revolvió el estomago, pero me niego a verbalizarlo"?

—No es nada —dijo ella, demasiado rápido.

Su padre no la presionó. Solo asintió, sabia que no le diría nada por mas que lo hicera.

Está bien. Pero si necesitas hablar, me escribes. O me mandas un dibujo O un meme con la cara de tu compañero de celda incluido.

—Lo haré, últimamente le gusta tomarse fotos seguido.

Loki la volteo a ver con esa mirada de "se supone que solo tu lo sabias" y ella solo rio al ver su reacción.

Y tú —Tony miró directamente a Loki—. Cuídala y tómale más fotos, de mi no se deja.

— está bien, pero no creo que las fotos que le tomé sean apropiada-

Ella le tapó la boca con rapidez ganandose una risa pícara de los labios del dios.

eres un enfermo Laufeyson... —dijo mirandolo con molestia—. Pero bueno, Ya sabes cómo funciona: si no discuten al menos tres veces al día, no hay progreso emocional.

—Me están sobrando argumentos —dijo Loki, sonriendo.

Ella solo resoplo.

Sí... bueno, solo quería verte un rato. Y saber que estás bien. Te extraño, ratita.

Louise frunció la cara con molestia.

—Ugh. No uses ese apodo. Me recuerda a cosas feas.

Lo digo con amor. Como cuando tú me llamas anciano neurótico.

—la diferencia es que te lo digo con todo el corazón.

Loki se inclinó un poco hacia la cámara.

—¿Puedo colgarle yo, por favor? Ya quiero dormir.

No si quieres seguir durmiendo bajo el mismo techo que ella —replicó Tony con una sonrisa asesina.

____ bajó la mirada. Se mordió el labio. Su voz salió bajita.

—Gracias, papá. Descansa.

Buenas noches, ratita —dijo él Sacándole la lengua y apagando suavemente la videollamada.

El cuarto quedó en silencio. Solo el zumbido del tráfico lejano. Ella dejó la tableta a un lado y se acomodo en la cama. Loki estiró un brazo por detrás de su espalda y tiró de ella hacia su pecho.

—"Ratita".

—Ni se te ocurra llamarme así —amenazo.

—Me lo estoy guardando para la próxima vez que me grites por dejar la toalla mojada en la cama.

Ella se recostó sin pelear. Pero no sin antes golpearle el pecho.

La habitación estaba en penumbra. El vapor de la ducha aún flotaba en el aire, mezclado con el aroma leve de lavanda del té que no terminó.

_____ dormía profundamente. Su respiración era lenta, el cuerpo relajado, una mano descansando sobre su estómago, la otra todavía enredada entre los dedos de Loki. Él no dormía. Solo pasaba los canales de televisión desinteresado. Tranquilo y Presente. Con el volumen lo suficientemente bajo como para apenas escuchar lo que decía la pantalla.

Por primera vez en días, todo parecía estar en su lugar.

Estables.
Juntos.
En paz.

Pero entonces...

Louise frunció el ceño entre sueños.

Murmuró algo. Una palabra, apenas un susurro quebrado.

—Zima...

Loki giró la cabeza.

Y antes de que pudiera moverse o siquiera preguntar, ella volvió a hablar.

Más bajo. Más extraño.

En ruso.

—Zima aktyviruyetsya. Prinyat' komandu.//Invierno activado. Aceptar orden.

Su voz no era la suya.
Era hueca. Autómata. Como si la repitiera sin saberlo. Como si estuviera obedeciendo.

Loki se quedó helado.

Y en ese instante, los dedos de ella se tensaron sobre su muñeca con una fuerza que no era humana.

Si yo pudiera, me robaría el escudo del Cap del Smithsonian... o mejor aún, las fotos de Bucky. Prioridades, ¿no?

Gracias por seguir leyendo esta historia llena de caos emocional, tensión innecesaria (o muy necesaria) y decisiones cuestionables envueltas en sarcasmo.

Nos vemos el próximo domingo con un capítulo más largo, más intenso y probablemente con más razones para gritarle a la pantalla. 💕🖤

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