✩｡:•.─────  ❁🔞❁  ─────.•:｡✩

✩｡:•.─────  ❁8,7k words❁  ─────.•:｡✩

Los días pasaron...

Pero los problemas seguían vigentes, como era de esperarse.

El cuerpo de _____ comenzó a estabilizarse, sí, pero apenas. Con la ayuda de medicamentos, magia y una vigilancia constante que bordeaba la paranoia, su salud dio pequeños signos de mejora. Sin embargo, las noches seguían cargadas de vómitos, sudoración extrema y uno que otro insulto, casi siempre dirigido a Loki... o a cualquiera que osara respirar cerca.

El cambio de humor se hacía cada vez más evidente.

Más de lo esperado.

Más de lo "tolerable", según Stark.

Más de lo "divinamente soportable", según Loki.

A medida que se acumulaban las pequeñas tragedias domésticas —como quedarse sin papas, perder el control remoto o ver un el cambio del clima— el desequilibrio emocional de _____ pasaba de anécdota médica a asunto de seguridad nacional.

—¿En serio estás llorando por ese hombre? —preguntó Loki, receloso, desde el otro extremo del sofá mirándola.

Ella lo ignoró olímpicamente. Sentada en posición fetal bajo una manta térmica, devoraba con devoción un pote de helado (sabor pistacho) mientras alternaba cucharadas con papitas fritas. Un antojo que ya nadie se atrevía a cuestionar. Hasta que ella —sin pudor alguno— sumergió una papita en crema de maní.

Loki desvió la mirada, como quien presencia un crimen alimenticio.

—¡No es justo! —protestó entre lágrimas, sonándose la nariz—. ¡Él la amaba! Pero tenía que meterse su hermana ¡SU.MALDITA.HERMANA!

Loki parpadeó, girando la cabeza hacia el televisor.

La escena era una mezcla de terciopelo rojo, sombras alargadas y gritos desesperados entre pasillos húmedos. Reconoció a Tom Hiddleston —no sin cierta incomodidad— a su similitud que le hacía cierto "ruido" en lo personal. sangrando poéticamente en medio de una cumbre neogótica mientras su hermana psicópata lo apuñalaba por traicionar el pacto incestuoso.

—Sí. Supongo que el incesto es algo que aún genera confusión en esta... sociedad —murmuró él, sin apartar la vista del cuchillo atravesando la mejilla del personaje.

—¿¡Acaso no te parece bizarro!? —dijo ella, indignada—. Digo... ¡se casaba con mujeres y luego las llevaba a esa casa en medio de la nada! Y su hermana las envenenaba...¡¡Mientras ellos cogían por las noches!!

—Parece un drama complicado... pero poco original —contestó Loki, arqueando una ceja mientras observaba a los hermanos apuñalándose mutuamente con teatralidad excesiva.

Ella lo miró como si acabara de blasfemar.

— definitivamente no entiendes nada... —reprochó, ofendida.

—Tienes razón. No entiendo por qué esa película sigue en la sección de "romance".

Ella se cruzó de brazos, con los ojos entrecerrados. Lo observó durante varios segundos. Silenciosa. Analítica.

—¿Sabes...? Te pareces a él —murmuró con tono acusador.

Loki giró lentamente la cabeza hacia ella, sin cambiar la expresión.

—¿A Thomas Sharpe? ¿El hermano incestuoso con alma de poeta asesino?

—Sí. Con esa actitud distante, trágica, como si pudieras arreglar el mundo a base de suspiros y sarcasmo. Solo te falta una mansión llena de cadáveres.

—Ya tengo una torre llena de midgardianos con traumas. ¿Cuenta? ¿O me falta una hermana con trastornos para clasificar?

Ella resopló, aún con la cuchara en la mano.

—En serio... ¿serías capaz de meterte con tu propia hermana?

Loki se quedó callado. Lo pensó un segundo. Luego hizo una mueca de asco.

—No.

—No puedo creer que lo hayas pensado —susurró, apuntándolo con la cuchara—. ¡Eres asqueroso!

—Soy un dios. Los estándares son diferentes —replicó con fingida dignidad.

—Te juro que si alguna vez me haces dormir en una habitación con una bañera roja y espíritus dolidos, me largo con Natasha.

—Considerado. Buscaré decoradores menos góticos.

—Y por si no quedó claro: no quiero morir por tus daddy issues, ¿va?

—Prometo apuñalar primero a quien lo intente —respondió con "absoluta" seriedad, tomándole la mano con cuidado teatral.

—Pero hablando en serio, ¿no es curioso que tengas cierto parecido con el? Digo, con Tom Hiddleston...

—claro que no, ni de cerca nos parecemos.

— ¿sabias que hay una teoría en la que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo?

El la miró con confusión y rio levemente como quien no cree en eso.

—La diferencia, querida, es que yo no soy de este mundo. Por eso es imposible encontrar a otro como yo —respondió, con esa arrogancia divina que daba ganas de besarlo o estrellarlo contra la pared.

— pues a mí me gusta —respondió en un puchero acurrucándose entre la manta—. Por lo menos se ve que tiene mejores modales que los tuyos.

Loki solo bufó. Intentaba seguirle el juego. Lo intentaba de verdad. Pero con ella era como jugar a la ruleta rusa con una pistola cargada de emociones.

Ella se quedó callada. Respiró hondo. Luego soltó un sollozo inesperado.

—Es que... me caía bien.

—¿Thomas?

—¡Sí! Era bueno... y guapo.

Loki rodó los ojos con fuerza, soltándole la mano con teatralidad ofendida y cruzándose de brazos como si acabara de ser traicionado en una obra trágica.

—¿ahora te enojas conmigo? ¿Por qué eres así?

El la miró con esas sonrisas que contenían una impaciencia mal disfrazada.

— no me enoje, linda.

— claro que lo hiciste, mira, no me quieres ni tocar.

Y ahí venía la rabieta. Hormonal. Como de una adolescente. Cargada de sarcasmo, groserías y uno que otro comentario sexual pasivo-agresivo.

Sí.

Mejor no mencionar la comparación con una niña de dieciséis.
No si querías sobrevivir al día.

Los ligeros pasos de la escalera que emitía Natasha los distrajo momentáneamente.

—¿Todo bien o alguien necesita tranquilizantes? —preguntó la espía, con una taza de café en la mano y su eterna cara de "otra vez estos dos".

Loki levantó las manos en señal de rendición.

—Solo vi una película. Ella hizo lo demás.

—¡Se burló de Thomas Sharpe! —gritó _____ desde el sofá, aún hecha un ovillo bajo la manta—. Y dijo que "La Cumbre Escarlata" no era original ¿¡Puedes creerlo!?

—Sí. Puedo —respondió Natasha con total normalidad—. Y también puedo creer que estás hormonal como una adolescente con poderes psíquicos y tres exnovios tóxicos.

Loki sonrió apenas. Natasha le hizo un gesto con la cabeza, una especie de "sal de aquí antes de que te maten", y él obedeció sin protestar.

—creo que... iré a molestar a Tony un rato —dijo, deslizándose por el sofá y salir por la puerta como si lo hubieran liberado de prisión.

No sin antes recibir una mirada de rabia de la chica a ambos pero que fue más para Loki que para la pelirroja.

Natasha se acercó con calma, se dejó caer en el sofá con la taza en la mano, y observó a _____ en silencio durante unos segundos. No con juicio. Con algo más asqueroso a su parecer: compasión adulta.

—¿Vas a llorar otra vez o ya pasamos a la fase de lanzar cosas?

_____ tomó el pote de helado y lo empezó a apuñalar con su cuchara.

—No lo sé. Tengo ganas de llorar, gritar, prenderle fuego a la cocina y besar a Loki. Todo al mismo tiempo.

—Bien. Las tres primeras las he hecho. La cuarta... no planeo hacerla nunca.

_____ rió entre dientes, dejando el helado al lado tapándose los ojos con la manta.

—Estoy perdiendo la cabeza, ¿verdad?

—Estás pasando por un proceso que te está reventando desde adentro —respondió Natasha con brutal honestidad—. Tu cuerpo está tratando de hacer algo que cree que no debe de ser "curado". Tu cabeza está desbordada. Y tú... tú estás pretendiendo que ver películas góticas y besar al idiota de tu novio lo resuelve todo.

—no es mi novio...

—entonces pongamosle un nombre diferente como... pitufo de apoyo emocional.

—¡oye! —la miró conteniendo una risa—. Si te llega a escuchar te matará.

—no si yo lo hago primero...

Ambas soltaron risas pequeñas y luego, Silencio.

— bien, ve y cámbiate —soltó la pelirroja poniéndose de pie terminando su café.

_____ la miro extrañada, no entendía que quería hacer. Lo que menos quería era que se le molestara y nat está interrumpiendo su poca paz en ese instante.

— ¿cómo quieres que salgamos? Está helando afuera.

—duermes con un "gigante de hielo" así que esas excusas me parecen realmente... adorables —la miró cruzándose de brazos—. Ponte una bufanda y tres abrigos si hace falta. necesitas aire que no sea el de la calefacción.

La pelinegra miró mal por unos segundos a Natasha, y bufó derrotada. Se levantó y fue a su habitación, en un tiempo récord se cambio y salió como un esquimal con lentes de sol hasta la sala, todo esto entre refunfuños.

— bien, vamos —dijo Natasha poniéndose su abrigo y unos guantes para el frío.

Las calles neoyorquinas estaban tranquilas, con restos de nieve en las esquinas y el cielo empezando a cambiar de tono. La primavera se acercaba.

Entraron a una cafetería sin decir mucho. La calefacción les golpeó la cara al entrar, junto al aroma penetrante de café quemado y pan del día anterior.

Natasha volvió con dos bebidas calientes. Sabía que ella necesitaba algo para aguantar el recorrido que tendrían esa tarde.

—Toma. Está cargado —dijo sentándose enfrente de ella.

—¿Café?

—Nope. Es te con manzanilla. Pero yo puedo fingir que es café, me ayuda a sentirme más peligrosa —contestó guiñándole un ojo.

—Gracias por tu dulzura —lo acerco a ella y sintió el calor de la bebida.

—Siempre a tu servicio.

El ambiente cálido les reconfortó hasta el color en sus mejillas. El vapor del té se escapaba entre sus dedos como si también quisiera salir corriendo de su sistema nervioso.

_____ sorbía en silencio, con los labios apretados, el ceño fruncido y una expresión que no sabía si estaba enojada con el mundo o consigo misma. Natasha solo la observaba. Le daba espacio. Y después de unos segundos de tensa quietud, habló.

—¿Te sientes mejor?

—No —respondió sin pensar.

—¿Menos peor?

—Quizás... solo si no cuento los sueños extraños con mapaches que hablan  y doctores que se vuelven magos, los antojos de vinagre con chocolate y las tres crisis existenciales con final de llanto de ayer.

—¿Ayer solo tres? Vas progresando, S.j.

_____ sonrió con desgano, no se sentía como un logro.

—Estoy harta, Nat. No solo del cuerpo... del ruido en la mente. A este punto prefiero tener una puta gema en la cabeza y no solo mis pensamientos negativos —dijo dando un sorbo a su té—. Todo lo que hago me agota. Siento que estoy hecha de cristal o porcelana. Y él... él solo me mira como si fuera una bomba a punto de explotar.

—pues probablemente si lo seas.

—Gracias por el ánimo.

—De nada. Siempre tan fraternal —respondió Natasha, apoyando el vaso sobre la mesa con suavidad—. Escucha... nadie espera que seas de hierro. Ni siquiera tú, por más que seas diferente tienes que entender que estás haciendo lo que puedes, con un cuerpo que te traiciona y una cabeza que no coopera. No es debilidad. Es exceso de carga. Y lo estás cargando sola.

_____ bajó la mirada. El palito de madera del té giraba entre sus dedos sin rumbo.

—A veces creo que Loki estaría mejor sin mí... ¿sabes? Con alguien más estable... como una princesa de esas que solía ver en sus malditos bailes —dijo con cierta molestia al imaginarlo.

Nat la miró con compasión, nuevamente se estaba alterando por algo sin significado. Ella lo reconoció y suspiró para calmarse.

—me refiero a que debería estar con alguien más cuerda. Que no llore por actores góticos asesinados por sus hermanas o que se afecte por sobre pensar más de lo necesario.

La pelirroja le dio una sonrisa.

—Por favor, Louise —susurró—. Loki se enamoró de ti. El solito tomo su decisión suicida y sabe que no hay vuelta atrás.

Ella formó una línea con sus labios y apoyo su cabeza en una mano.

—Lo digo en serio...

—Y yo también, revoltosa. Si lo vieras desde fuera, te darías cuenta —la tomó de su mano libre—. Ese idiota puede burlarse, jugar, desquiciar a Tony y seguir con la misma expresión arrogante... pero cuando te ve, su postura cambia. Se le afloja el cuello y el orgullo. Baja el escudo. Te mira como si no creyera que sigues aquí.

_____ se quedó en silencio.

Un silencio que le sabía a verdades incómodas y a ternura no dicha.

—¿tú... Alguna vez pensaste en irte? —preguntó _____, casi en susurro.

—Muchas veces, más de las que crees. Pensé que había fallado en cuanto cambié la RRSS, por piratas y políticos secuestrados.

—¿Y por qué te quedaste?

—Porque incluso en los peores días, hay algo... o alguien... que hace que valga la pena el infierno —miró hacia la ventana que daba a la ciudad—. En tu caso, tal vez sea Loki. O Tony. O tu jodida necesidad de salvarlo todo. Pero no huyas solo porque te da miedo no estar entera.

—Y si no me mejoro... ¿qué se supone que haré?

—pues vas y te inventas otra versión de ti misma. Adoptas un perro o un gato, te vuelves más cínica, más fuerte. Menos controladora, eso sí —la miró con una sonrisa que contagió a _____—. Pero igual de jodidamente valiente.

_____ soltó una risa ahogada.

—¿Qué haría sin ti, cabeza de tomate?

—Llorarías viendo novelas turcas, y videos de animales, pero sin helado. Y eso sí sería más triste.

Ambas sonrieron. Y entonces, Natasha se recostó en la silla con los brazos cruzados.

— ¿ya pensaste que hacer con la prensa?

—papá dijo que acordaría una entrevista, pero para hablar sobre la fundación y esas cosas. Usar las beneficencias "a mi favor".

—yo creo que solo lo empeorará...

—honestamente prefiero que hablen sobre la fundación que sobre mis relaciones. Estoy harta de usar lentes de sol en espacios públicos.

Lo meditaron un momento y Natasha le propuso seguir con las "actividades" que tenía planeadas para el resto de la tarde.

Caminaron por varias calles y llegaron hasta una librería. El nombre Moonie's sobre salía del edificio con un toque antiguo. Natasha le dio el indicio para que entraran dentro; el calor de la calefacción las arropo y el olor a libros viejos las abrazó.

— ¿quieres comprar un libro?

— de hecho, creo que es hora que renueves tu estantería. Hace tiempo no te veo leyendo algo diferente a twitter.

Ella bufó y sin mas se dispuso a buscar unas cuantas lecturas que tal vez la distrajeran como lo recomendaba Natasha.

Se perdió entre las tapas viejas y hojas de algunos libros desgastados, tenía media cesta llena entre algunos romances y libros de filosofía y otros sobre poesía en ruso. Hasta que llegó a una sección en donde estaba un libro que le llamo la atención.

"Estoy casi embarazada."

Esas palabras la captaron como una flecha a una presa, se acercó y lo miró, dejó la cesta en el suelo y retiró sus lentes para tomar el libro entre sus manos.

"Estás esperando que la parte más valiente de ti florezca."

Sintió algo moverse en su pecho. Tal vez esperanza. Tal vez resignación con otro nombre. Lo leyó de nuevo. ¿Valiente? No se había sentido así en semanas. Pero ahí estaba: alguien más lo había escrito, alguien más lo había subrayado, como si lo hubiera necesitado igual que ella ahora.

Rodó los ojos, pero no soltó el libro. Su mano lo apretó como si fuera una de esas cosas que no quieres admitir que te afecta pero aún así te destruye por dentro. Suspiro agotada, y recogió la cesta de los libros que tenía anteriormente.

—¡Es ella! ¡La hija de Tony Stark! —chilló una voz adolescente que no entendía el concepto de volumen indoor.

_____ cerró los ojos. Contó hasta tres y falló de manera honorífica.

—mierda...

Giró sobre sus talones con toda la paciencia de un volcán a punto de erupcionar. Frente a ella, tres adolescentes con ropa de Forever 21 y actitud de paparazzi amateur. Uno la grababa con un iPhone 5S como si fuera un Pokémon raro.

—¡Ay, qué emoción! —chilló otra—. ¡Mira su cabello! ¿Le podemos pedir una foto?

Rápidamente se acercó hasta los chicos, que cambiaron su semblante a uno nervioso.

—¿Saben qué más es emocionante? —interrumpió Louise, con la sonrisa de alguien que no está de humor para estupideces—. Demandar a menores de edad por acoso y grabación no consentida. Es como terapia, pero con abogados.

Los tres se congelaron. El que sostenía el teléfono bajó el brazo de inmediato, como si el aparato hubiera empezado a arder.

—Era para Snapchat... solo cinco segundos... —balbuceó.

—Cinco segundos más de vida es lo que tienen si no apagan esa mierda ya mismo —espetó ella, fulminándolos con la mirada.

Apareció Natasha con una mirada confusa que sabía que habían problemas a punto de presentarse.

—¿sucede algo...? —preguntó, serena. Demasiado serena.

—No, no, señora —dijo una de las chicas, pálida.

—Señorita —corrigió Natasha sin alterar el tono—. Ahora largo.

—No fue con mala intención... —habló el chico nervioso retrocediendo.

—¿Sabes qué más no tiene mala intención? —dijo ____ apuntándolo con el dedo en el pecho—. Una patada en el culo cuando es merecida. Ahora, o borras ese video, o te prometo que te vas a ganar una llamada directa de un Stark con acceso a satélites. ¿Quieres ver cómo se siente que el Wi-Fi de tu casa deje de existir de por vida?

Los adolescentes huyeron del lugar como si hubieran visto a Godzilla disfrazado de bibliotecaria.

Louise resopló agotada y frustrada.

—¿Crees que eso va a subir a Internet? —preguntó _____, mirando la puerta por donde habían desaparecido—si ves una queja en redes diciendo que soy una perra, no te sorprendas.

Se giró volviendo hacia los estantes como si nada.

—Si lo hacen, tengo contactos que aman tirar servidores —respondió Natasha, y siguiéndola y tomando uno de los libros de la cesta—. "Estoy casi embarazada"... Estás coqueteando con el masoquismo a otro nivel.

—Nah. Solo estoy probando si puedo leer sin lanzar el libro por la ventana al tercer párrafo.

—Y, ¿cómo va eso?

—Vamos en "pasivamente deprimente", y subiendo. Podría tener potencial si tuviera menos frases de Pinterest y más recetas para inducir la ovulación a base de whisky.

Nat se rió.

—Tal vez deberías escribir el tuyo. Título: "Cómo sobrevivir al caos hormonal sin matar a nadie. Excepto a tu ex."

—Demasiado largo. Mejor: "Mi útero, mis reglas... y mis traumas".

—Ese sí se vende solo —dijo Natasha, tomando un libro al azar de la cesta—. ¿"Nietzsche para principiantes"? ¿Eso es para ti o para traumatizar a Loki?

—Un poco de ambas...

Pagaron y salieron de la librería sin hablar mucho más. La bolsa de papel crujía con cada paso, igual que su paciencia.

Louise se ajustó el abrigo y miró el cielo neoyorquino teñido de naranja. Primavera asomaba. Y con ella, ese tipo de cambio que no pide permiso. Solo llega, y arrasa.

—¿ya nos vamos a casa?

Natasha emitió un sonido interno de negación y la tomó por el brazo.

— aún hay algo que quiero que hagamos.

La siguiente actividad era algo más familiar para ambas. Un espacio de tiro con armas de fuego.

El olor a pólvora y la sensación de calor del lugar le hizo sentir en cierto lugar en particular a ____.

— ¿me trajiste a dispararle a papeles?

— hace tiempo no tocas un arma, supongo que lo mejor que puedes hacer es volver a practicar.

Dijo tomando los audífonos aislantes de ruido y los lentes de protección. La empujó hacia la zona de los casilleros.

—De pequeña disparé las suficientes, Romanoff.

—No lo dudo —replicó Natasha, abriendo un casillero metálico con una patada seca—. Pero ahora no eres una niña y estás oxidada.

Al dejar las cosas en un casillero se dirigieron a la sala especial de tiro, el ambiente oscuro pero precisó la hizo sentir familiar.

____ resopló con fastidio, pero se puso los audífonos y las gafas de protección. El olor a cartuchos quemados le golpeó como una bofetada. Estaba en su elemento, aunque no lo quisiera admitir. El zumbido fluorescente del techo, el eco sordo de los disparos al fondo... Todo era conocido, y de algún modo, tranquilizador.

Natasha cargó el arma con movimientos limpios, mecánicos, letales. Se la tendió con una sonrisa torcida.

—Vamos, soldadita. Quiero ver si todavía sabes darle al blanco.

Ese apodo le generó un escalofrío, una sensacion extraña eh incomoda que ignoró por un momento. tomó la Glock con una firmeza que no sabía que aún tenía. Sintió el frío del metal como un viejo amigo que había abandonado años atrás por algo más cálido o Más frágil.

La primera bala falló. El retroceso fue más fuerte de lo que recordaba. El blanco quedó intacto.

Sus brazos temblaron ligeramente al levantar el arma nuevamente. No por miedo. Por todo lo que su cuerpo arrastraba últimamente. un cansancio que ella no lograba definir totalemente, acompañada por una medicación que era lo unico que ahora hacia parte de su vida y una culpa inexplicable que sentia desde la punta de sus dedos hasta su ultimo cabello.

—¿Qué pasa? ¿Te tiembla el pulso por falta de azúcar o exceso de emociones reprimidas? —preguntó Natasha desde detrás, sacándola de sus pensamientos apoyada contra la pared con una sonrisa ladeada.

—Estoy considerando dispararte por la espalda.

—Eso significaría que volviste —respondió la pelirroja con tono neutro, cruzándose de brazos.

_____ inhaló profundo, cerró un ojo y apretó el gatillo.

¡Bang!

Disparó de nuevo.

La siguiente dio en el hombro del blanco. respiro otro y apunto, dando un disparo Luego otro... Y otro.

A la quinta bala, algo se encendió. No un recuerdo exacto, sino una sensación. Como una capa de piel que había estado sellada y ahora se abría. Ya no estaba en un campo de tiro cualquiera. Estaba en un cuarto oscuro de HYDRA, como una niña de diez años sujetando un arma más grande que sus brazos. Estaba al lado de un hombre con un brazo de metal con mirada asesina, recordándole que no podía fallar si no sería castigada por hacerlo. Se recordó pequeña y débil, pero con la suficiente fuerza para apretar un gatillo.

Y eso bastó para darle ese impulso que le hacia falta..

—¿Estás bien? —preguntó Natasha, viéndola endurecer la mandíbula.

____ no respondió, solo cambió de arma yde un cargador nuevo.

Y empezó a disparar.

Ya no era solo "práctica", era una especie de desahogo, mas la mezcla de la rabia en ese momento. en su cabeza no paraban de cruzarse situaciones que la hacian quemar todos los cartuchos necesarios y tal vez asi liberarse de todo eso que la estaba atormentando.

Bang.

Por cada hormona inyectada.

Bang.

Por cada error cometido con su padre, con loki, con Pepper o con Nicolas.

Bang.

Por verse como esa niña pequeña, en esa habitación.

Bang. Bang.

Por cada noche en vela. Por cada grito que se tragó, por ese recuerdo de frustracion y traicion. Por cada sonrisa que fingió.

Bangbangbangbangbang—

Los casquillos volaban como chispas de fuego a su alrededor dejando estrias en ellas como quien deja un recuerdo en otro lado para no ser olvidado. El aire se llenó de olor a metal quemado y sudor. Su respiración se aceleró, pero no por agotamiento. Era adrenalina. Instinto. Músculo y memoria de un antiguo ser que pensó tener escondido bajo llave.

Parecía una máquina con una precision inigualabre que la hacia precisa para cualquier tipo de arma. era Letal y Hermosamente insoportable en su furia.

Cambiaba el cargador como si fuera parte de su cuerpo, recordando ese entrenamiento que había quedado como un recuerdo empolvado. recordaba el sonido que emitia el singular brazo cuando el lo ajustaba dandole un buelco en el aire, para despues apuntar el blanco enseñandole como se hacia correctamente.

Clic. Bang. Clic. Bang.

Las balas agujereaban el blanco con una violencia quirúrgica. Cada impacto era un grito no dicho. Una lágrima no permitida. Un "te odio" que no se atrevía a decirse a sí misma.

Cuando se le trabó el arma por el calor, soltó un grito entre dientes y la golpeó contra la mesa con rabia. Tomó otra sin pensarlo. Siguió disparando.

Natasha no la detuvo.

La dejó, precisamente para eso la llevó.

La observó con una expresión extraña. No de orgullo, no del todo. Era reconocimiento. Como si por fin la parte más oculta de _____ —la más peligrosa, la más real— saliera del encierro donde la había metido por años.

Y cuando finalmente se le acabaron las balas, cuando sus brazos temblaban por la tensión y el sudor le corría por la espalda, bajó el arma.

Respiraba como si hubiese corrido una maratón.

Tenía los ojos vidriosos.

—Ya está —dijo Natasha, acercándose con calma—. Creo que ya sacaste suficiente.

____ asintió con la cabeza, sin mirarla. el cabello le cubria el rostro, cubria su mirada perdida y absorta en mensamientos confusos.

—Lo odio —susurró—. Odio esto. Odio sentirme como antes. Como si solo sirviera para esto... se supone que no volvería a tocar un arma.

—No. —Natasha le quitó el rifle con suavidad—. No eres eso. Solo necesitabas recordar que sigues siendo peligrosa. Que puedes pelear si todo se va al carajo, tienes que recordar cómo defenderte, no hay nadie en quien puedas confiar más que en ti misma.

Un silencio denso se instaló entre ambas.

—¿Quieres llorar ahora o esperamos a que estemos en la torre?

—Tengo la cara sudada, Romanoff, no confundas emociones con humedad.

Una sonrisa lisa salió de los labios de la pelirroja.

—Por eso te quiero, revoltosa.

—Y yo a ti, maldita bruja pelirroja. Pero si me haces disparar otra cosa hoy, te juro que disparo contra tu abrigo de YSL.

—Entonces es momento de irnos. Tienes un libro que esconder de cierto dios manipulador en casa.

_____ soltó una risa rota, bajando los audífonos.

—Dios manipulador y probablemente celoso.

—un dios manipulador, celoso y enamorado hasta las patas —corrigió Natasha, guiñándole un ojo.

Salieron del campo de tiro con paso lento. No había paz. Pero había algo que se le parecía. Recogieron sus cosas y salieron del lugar. Iban de camino a la torre y la luz de la noche empezaba apoderarse de las calles.

—Por cierto... Tony me mencionó lo de Washington.

_____ la miró, confundida veía apenas como el vapor salía de la boca de Natasha.

—¿Qué de Washington...?

—el proyecto de seguridad. Análisis de datos filtrados por SHIELD. Muy técnico, muy aburrido, muy perfecto para mantenerte ocupada sin que explotes en la Torre. Y lejos de cámaras, prensa y de algunos exnovios con doble cara.

—¿Tony te lo contó?

—No... realmente. Pero sabes tengo ojos, oídos y acceso a tus correos, por si lo olvidas —dijo agarrándola de gancho por el brazo.

—Claro, tengo a una maldita acosadora como amiga —murmuró con ironía.

lo penso por un momento, era algo nuevo. nunca se habia planteado realmente el irse a vivir sola. por mas que viviera en una torre o una mansion, siempre habia alguien, una voz o una sonrisa a su alrededor.

— ¿Y Loki...?

—¿Qué hay con él? —pregunto Nat mirándola fugazmente.

—¿Crees que venga conmigo? ¿O que sea correcto que planee irme con él?

ella cerro sus labios en una linea y parecio pensarlo seriamente.

—Eso tendrás que preguntárselo tu misma. Tu eres quien se lo aguanta cada mañana desde que llegó.

Ella lo pensó mientras miraba hacia el suelo sin parar de caminar.

—¿Y si me dice que no? —susurró.

—Entonces lo amarras con una soga, lo metes en una maleta y te lo llevas igual.

Ella soltó una pequeña risa que no duró mucho.

—Me estás tomando en serio, ¿verdad?

—Siempre. Sabes que pocas cosas contigo me las tomo en serio.

____ permanecio en silencio, meditandolo como si fuera una delas decisiones más importantes de su vida.

Washington. Una ciudad nueva. Un aire distinto.

Una posible salida...
O un nuevo principio.

No tardaron mucho en llegar a la torre, esquivaron de manera impresionante a los reporteros que seguían al pendiente de quien entraba y salía del edificio en busca de respuestas a chismes de farándula.

El calor del lugar calmó el frío que se apoderó de sus orejas y las puntas de sus narices enrojecidas.

—debes de llegar y tomar una ducha —ordeno la espia mirandola por el reflejo del elebador.

— no tienes que recordármelo. Es algo de urgencia.

Las puertas del ascensor se abrieron en el piso de la residencia de los vengadores. Natasha se despidió de Louise y ella le agradeció por esa tarde, le costó admitir que necesitaba un tipo de escape así hace días.

Subió hasta su habitación, estaba perfectamente arreglada de ese tipo de "arreglos" que cierta magia traviesa podía hacer. Sonrió ante el detalle y dejó la bolsa de papel sobre la cama. Retiró sus abrigos y los dejó en un sillón que cumplía esa función de acumular ropa usada hasta que fuera tiempo de ordenar.

Buscó entre su aramario una pijama cómoda y encontró la perfecta, un babydoll de satin verde casi esmeralda. Y se adentró al baño para tomar una larga y caliente ducha que su cuerpo pedía a gritos.

Sentía el agua recorrer cada parte de su cuerpo y así mismo se limpió, como si buscara eliminar las culpas y los cambios de humor que la hacían sentir como una persona con bipolaridad crónica.

Al salir se secó y vistió con rapidez, secó su cabello con la toalla más cercana. Pensó por un instante en hacerlo con magia pero estaba entre esa guerra mental de ya no usar más hechizos y encantamientos mágicos, no le quedaban del todo.

Creyó que aquel dios escurridizo estaría en la habitación pero se equivocó, al salir todo estaba en silencio. Supuso que se encontraría dando algún tipo de "ayuda" a Tony en el taller, últimamente los veía un poco cercanos, no como el de un suegro con su yerno si no más bien del de un policía y un carcelero.

Tomó la bolsa de papel y dejó los libros sobre su escritorio, detalló con su mirada aquel libro que le generó ese debate interno más temprano en la librería.

Lo tomó y se acomodó en la cama empezándolo a leer.

Pasó una hora.

Una hora completa en la que el silencio solo fue interrumpido por el leve crujir de las páginas entre sus dedos. A medio vestir, con el cabello aún húmedo, encorvada sobre la mitad de un libro que había comenzado por impulso, devoraba cada palabra como si al final de esas líneas pudiera encontrar algo parecido a la esperanza. O al menos, sentido.

Ni el dolor en la base del cuello ni el escozor de las marcas en su abdomen la sacaban de la lectura. Hasta que un crujido sutil —la puerta abriéndose— hizo que diera un leve salto.

Loki entró en la habitación, envuelto en un halo gélido, con nieve en el cabello oscuro y los bordes del abrigo mojados. Ella no lo miró de inmediato.

—¿Dónde estabas? —preguntó sin levantar la vista del libro, con tono neutro, como si no llevara más de una hora preguntándose a si misma si él volvería o no.

Loki no respondió de inmediato. Se deshizo del abrigo cubierto de pequeñas partículas de nieve y lo dejó colgado con una parsimonia tan premeditada que parecía un acto de provocación.

—Tony tenía un proyecto estancado. Lo ayudé a desbloquearlo —respondió finalmente, dejando caer su bufanda en el respaldo de una silla. Su tono no era hostil, pero sí más seco de lo usual.

Estaba molesto. ¿ pero por qué?

—¿proyecto? —ella frunció los labios, pasando la página con brusquedad—. Qué bonito. ¿Se están llevando bien ahora papá y tú? ¿ requería magia asgardiana o sarcasmo ccon veneno?

—solo Intente no prenderle fuego a cada cosa que me pidió que toque. Diría que es progreso.

Ella soltó una risa seca que rozaba con lo cortante que divertida. estaba irritada por su actitud.

—¿Y también te paseó por la ciudad? —dijo levantando su vista mientras lo analizaba con una ceja enarcada—. Estás congelado.

Loki se acercó, arqueando una ceja al ver la cama desordenada, el cabello húmedo de ella y las piernas expuestas bajo el babydoll verde. Su mirada bajó sutilmente, pero no dijo nada. Luego notó el objeto en sus manos.

—¿Qué estás leyendo?

—Nada importante.

Ladeó la cabeza para leer las letras de la tapa del libro.

—Pareces bastante concentrada para que sea "nada importante".

Ella dudó. Bajó el libro solo un poco, lo suficiente para que él alcanzara a leer el título.

Su expresión cambió y el aire de la habitacion también lo hizo.

—¿Desde cuándo tienes ese libro?

Ella cerró el libro con un leve "pum" que sonó más fuerte de lo que pretendía.

—Desde hoy —respondio mirandolodirectamente a los ojos—. Natasha y yo fuimos a una librería, lo vi y me pareció interesante.

Loki entrecerró los ojos, cruzando los brazos con ese aire de cansancio en el cuerpo y su mente que desprendian molestia.

—No sabías si ibas a seguir con el tratamiento hace unos días... Ahora estás leyendo eso. ¿Estoy mal si pienso que te estás adelantando a cosas que aún no hemos hablado o bueno... que no puedan pasar?

Fue como lanzar una granada emocional provocando que el ambiente estallara en un segundo. _______ se levantó con violencia de la cama, el libro quedó a un lado.

—¿Mal? No sé, Loki. ¿te enojaste porque compré un maldito libro o porque no te lo comenté antes de leerlo?

—Estoy molesto porque te encerraste a procesar sola algo que se supone que enfrentamos juntos. —Su voz se endureció—. ¿Y qué más hiciste con Natasha hoy? ¿Fuiste a ver cunas? ¿Elegiste nombres?

Ella abrió los ojos sin ocultar su molestia, no entendía por qué se enojaba y le hablaba de ese tono. solo era un libro y no comprendia por que eso parecio alterarle mas el estado de animo.

—por favor, no me hables así... cómo si tú quisieras tener algo así conmigo como si esto llegara a funcionar —Susurró eso en una intención que el escuchara.

—tú no sabes que es lo que quiero.

Se quedaron en silencio por un instante, el supo que lo que soltaron estaba bien pero no del todo. parecia que no tenian un punto real de la pelea.

—debiste decirlo desde el puto principio, asi no lo estaría dudando —escupió con molestia, tomando el libro entre manos.

Eso fue lo que alteró en esta ocasión a Loki.

—¿dudando de que? —contesto, recogiendo las mangas de su camisa hacia arriba—. ¡¿De nosotros?!

—¡¿Que más se supone que debía ser, eh?! —explotó ella, con un gesto amplio que casi lanza el libro al suelo—. Me estoy volviendo loca, no tengo respuestas, todo es una mierda, ¡otra vez!, y tú... tu forma de desaparecer justo cuando más te necesito como si nada.

—¡Yo no me fui como si nada! —replicó él, dando un paso hacia ella—. Fui porque NECESITABA un respiro. Porque cada vez que intento hablar contigo, tú solo... cierras todo. Así sea solo con una maldita broma o con una estupida pelicula.

—¿Y qué esperabas que hiciera? No me aguanto ni a mí misma, ¡y ya crees que por qué leo un libro de maternidad me fui a buscar cunas y niños en adopción con Nat! —Su voz tembló, pero no de debilidad, sino de pura rabia contenida—. No tienes idea de lo que se siente esto. De quererlo tanto... y tener que pasar por tantos cambios dentro de mi que ni yo entiendo que pasa con mis malditos ovarios.

Su tono fue lleno de desespero y cansancio. Ella misma no entendía el por qué discutían, era como si a él se le estuvieran pegando sus cambios y hasta se volviera irritable por lo mismo.

—no sé qué hacer, no sé qué hacer con cada maldito intento. Y no se si quieres ser parte de esto... de todo lo que conlleva. apenas tengo ventiun años y estoy luchando con una posibilidad de un futuro diferente.

Loki la miró un segundo sin parpadear, la analizo detenidamente. desde sus ojos afligidos hasta el agarre del libro con un ligero temblor entre sus manos. odiaba verla asi, fragil ante el por circunstancias que el no podia manejar. cruzó la distancia que los separaba para sentarse en la cama frente a ella. Y entonces, como si algo en él se quebrara también, su voz bajó.

—Claro que lo se —la tomó de las manos y las acarició con delicadez—. Mira ______, entiendo que esto no es fácil por qué te veo y miro como sufres, y lo detesto. Pero detesto que a pesar de estar contigo me apartas, como si quisieras tener que hacer esto sola... apenas llevamos tiempo de estar... juntos de alguna manera. Pero creo que es suficiente para que entiendas que quiero todo contigo.

Ese silencio fue más estruendoso que cualquier grito.

Ella apretó los labios, bajó la vista al libro y lo dejó cuidadosamente en la mesa de noche. No quería romperlo. No ese.

—No estoy apartándote—murmuró finalmente, su voz más débil, más honesta—. Solo... intento entender lo que está pasando conmigo. Con nosotros. Me siento como si estuviera... entre dos versiones de mí que no reconozco, como cuando usaba el darkhold.

Loki respiró hondo. La miró con un gesto contenido, como si quisiera gritar y abrazarla al mismo tiempo. Entonces agarró sus manos para acariciar sus nudillos con delicadeza.

—No, no es ni la mitad de parecido y tampoco tienes que entenderlo todo de una vez. sabes que estoy aqui Solo no me dejes fuera —susurró.

Ella lo miró con un brillo extraño en los ojos. Cansancio, deseo, rabia. Todo enredado. Como ellos dos.

Él alzó una mano y le rozó el brazo expuesto con la yema de los dedos. Era un roce mínimo, pero la electricidad fue inmediata.

—¿Te molesta que lea sobre eso? —preguntó ella, más bajo, con voz temblorosa, como si la rabia hubiera dejado lugar a otra cosa. Más peligrosa.

Loki tragó saliva. Bajó la vista lentamente por su figura, luego regresó a sus ojos.

—Me molesta no haber sido parte de ese momento contigo. De verte elegirlo...

Ella respiró hondo, se acercó un poco más y jugó con el cuello de su camisa de manera delicada.

—si hubieras ido, tal vez hubieras visto una fase de mi que prefiero que se quede guardada. casi golpeo a unos adolecentes y perdi la cordura en un campo de tiro.

— eso suena desastrozo —tomo una de sus manos y la llevo a sus labios para besar sus nudillos—, y encantador viniendo de ti.

ella sonrio de manera casi imperseptible, mirandolo a los ojos. teniendo ese contacto que solo ellos dos tenian de esa manera, cuando sus iris podian hablar y transmitir mas de lo que sus palabras podian decir.

—¿Y ahora qué vas a hacer?

—Ahora —murmuró él, rozando su cintura con su otra mano—, voy a tratar de calmar esa tormenta que pasa entre tu mente.

Ella no retrocedió. Al contrario, inclinó el rostro apenas hacia el suyo, desafiándolo con los labios entreabiertos.

—¿Estás seguro de que puedes con eso? Lo único que eh hecho todos estos días ah sido ver cada cosa como un problema... y te eh tratado como una mierda en el proceso.

Loki no respondió. En lugar de eso, la besó. No con una intención de reconciliación y menos con un perdón. No era lo que ameritaba el momento.

La besó como si la rabia y la tensión se hubieran cocinado a fuego lento todo el día solo para explotar en ese momento. Su mano la sujetó de la nuca, su cuerpo se pegó al de ella sin pedir permiso fundiéndose en un beso que podía reflejar más que lo que pensaban. Ella trató de aferrarse de algo y buscó apoyo en la mesita más cercana, El libro cayó de la mesa con un golpe sordo.

Louise se aferró a su camisa, lo empujó hacia la cama con la misma intensidad con la que antes empuñó un arma. Como si necesitara marcarle la piel otra vez, para recordar que seguían ahí, que pese a todo, aún se tenían.

Olió su distintivo "perfume", ese aroma inconfundible que sólo podía pertenecerle a él. Era una mezcla embriagadora de misterio y poder: un fondo sutilmente especiado, con notas de incienso oscuro, cuero envejecido y un leve rastro de madera fría, como la de un bosque antiguo tras la lluvia. Ese olor tenía algo hechizante, casi imposible de describir con precisión, pero que la hacía pensar solo en él. Tan único, tan profundamente grabado en su memoria, que bastaba con una brisa para que su presencia la envolviera por completo, como si el tiempo se detuviera y todo lo demás desapareciera.

Loki la dejó llevar el control por un instante, hasta que cambió las tornas y la giró sobre la cama, aplastándola apenas contra las sábanas. Su respiración estaba agitada. Los dedos se enredaron con los tirantes finos del babydoll y bajaron con una lentitud cruel, acariciaba sus hombros como quien maneja una porcelana, con delicadeza divina.

Ella lo miró a los ojos, había deseo en el ambiente, luego de discusiones y malos humores desafiantes.

—¿Vas a desvestirme... te quedarás ahí como un dios decorativo?

—Oh, mi amor —susurró con una sonrisa torcida—. No sabes lo decorativo que puedo llegar a ser cuando me lo propongo.

Y la noche, que había comenzado con balas y palabras afiladas, terminó con una guerra de otro tipo.

Loki la besó como si fuera una necesidad física más que un deseo. Como si besarla fuera la única forma de callar todo lo que ardía por dentro.

Ella se montó sobre él, sujetándolo por la camisa abierta, mordiéndole el labio como si fuera una promesa y una amenaza. Lo empujó hacia el espaldar de la cama, sentándose a horcajadas sobre él, con las piernas firmes a los costados. Desabrochó cada botón con dedos torpes, hambrientos.

—¿que tienes en mente, mi lady?

—como te fuiste y me dejaste sola con Nat...—dijo ella, empujándolo para que se acomodara contra el espaldar—pensare que hacer contigo.

Loki arqueó una ceja, lentamente, con esa sonrisa ladeada que solo asomaba cuando se sentía peligrosamente complacido. Era una expresión que pocos podían sostenerle sin estremecerse, porque no solo era una sonrisa... era una advertencia velada, un juego de poder apenas contenido bajo su piel de príncipe caído y dios de las sombras. Sabía lo que provocaba en ella. Lo leía en la forma en que lo miraba, como si fuese el único en el universo que pudiera calmar —o encender— esa tormenta silenciosa que rugía detrás de sus ojos.

A veces disfrutaba demasiado esos cambios de humor en ella. Esa transformación repentina e impredecible que surgía en su mirada cuando se deshacía de las peleas absurdas, cuando dejaba de resistirse y simplemente... se rendía. No era la primera vez que tomaba esa postura dominante con él desde las primeras dosis del tratamiento. internamente las llamaba vendiciones inyectables , como si cada beso, cada roce de su lengua, fueran parte de un veneno dulce al que ella misma había comenzado a entregarse voluntariamente.

Era fascinante. Ella, tan compleja, tan terca, y sin embargo, en esos momentos... se le antojaba una diosa nacida del fuego, sedienta de él como si no existiera más oxígeno que el que hallaba en su piel, en su aliento, en sus labios. Cada caricia suya era una plegaria. Cada beso, una ofrenda sin palabras.

Y Loki, que se creía inmune a todo, se encontraba disfrutando de ser el objeto de esa devoción feroz, casi primitiva. En su mente, una parte oscura y arrogante se relamía de satisfacción, murmurando que ella le pertenecía, siempre pidiendoselo sin ningun pudor. Otra parte, más humana —esa que tanto odiaba reconocer— se estremecía ante la posibilidad de que, tal vez, fuera él quien no pudiera escapar de ella.

La forma en que sus dedos se aferraban a él como si fueran raíces desesperadas por hundirse en la tierra de su cuerpo, el leve temblor en su voz cuando lo nombraba entre suspiros... todo eso lo trastornaba más de lo que habría admitido incluso bajo tortura. Era un hechizo al que había accedido sin resistencias, como si desde el principio hubiera sabido que ella sería su condena y su refugio.

Y ahí estaba otra vez, frente a él, con esa fuerza tan intensa como vulnerable, devorándolo con la mirada, reclamando lo que —en esos instantes— ya no era suyo, ni de nadie más. Solo de ella.

—¿Y qué vas a hacer conmigo, bruja mia?

Ella se acomodó mejor sobre él, a horcajadas, y lo besó con fuerza, con hambre. Sus dedos fueron directo a los botones de su camisa Burberry, desabrochándolos uno a uno sin cuidado. La prenda quedó abierta, revelando el pecho marcado, firme y pálido de Loki, que tembló apenas bajo sus manos.

—tengo algunas ideas...—murmuró contra su boca, mordiéndole el labio inferior—. solo no quiero oir quejas.

Loki no se quejó. Ni cuando ella bajó los labios por su cuello, ni cuando lo empujó con fuerza hasta que se acomodara mejor en la cama. Su cabello corto se acomodó a un lado de él y el contraste entre sus pieles fue casi violento en la penumbra de la habitación.

Ella se inclinó, bajando por su abdomen con besos lentos, dejando un rastro húmedo y preciso. Pero justo cuando fue a desabrocharle el pantalón, sus dedos temblaron.

Apenas un segundo. Casi imperceptible.

Pero él lo notó.

La tensión en sus hombros. El suspiro contenido. El modo en que evitó mirarlo directamente.

—_____ —murmuró Loki, su voz ronca, apenas audible—. ¿Qué ocurre?

Ella tragó saliva, sus manos aún sobre él, pero sin moverse.

—Nada.

—Mentira —respondió él sin dureza sosteniendose por los codos—. Estás arriba tomando todo el control, pero por dentro estás temblando.

Ella cerró los ojos un segundo. Maldición... ¿Por qué siempre la leía tan bien?

—Es solo que... —suspiró, soltando la tela del pantalón y quedando aún montada sobre él, vulnerable y desnuda emocionalmente—. No sé qué tan bueno sea que lo hagamos... realmente me veo mal con las marcas de las inyecciones de la ultima vez.

Loki la miró en silencio. Luego se incorporó un poco, con ella aún sentada sobre sus caderas, y le tomó el rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo.

—Yo te deseo incluso cuando me gritas. Cuando me dices que me odias. Cuando me empujas a un rincón y me haces preguntarme por qué carajos sigo aquí. Y la respuesta es siempre la misma: porque eres tú. Solo tú, louise. El resto... lo quiero porque de alguna manera bizarra estamos juntos, pero tú eres el principio de todo.

Ella parpadeó, con los labios entreabiertos. La garganta cerrada. loki encontraba maneras para dejarla sin nada que decir. y lo odiaba por eso, más de lo que el pensaba.

—¿Y si no lo logramos?

Loki acarició su mejilla con el pulgar, su voz un susurro cálido y feroz.

—Entonces seguiremos siendo tú y yo. Lo demás es secundario.

El alivio fue tan tangible que a ella se le escapó una risa baja, quebrada. Apoyó la frente contra la de él, cerrando los ojos.

—Eres un maldito mentiroso.

—Sí —sonrió él, atrapando su labio inferior entre los dientes suavemente—. Pero nunca te mentiría sobre lo que siento.

Ella volvió a besarlo, esta vez más lenta, más consciente, pero no menos intensa. Retomó el control con una seguridad nueva, como si sus palabras hubieran arrasado con todas las dudas. Sus cuerpos se buscaron otra vez, como piezas que sabían exactamente cómo encajar. se meneo con las caderar contra las del dios, en un vaiven un tanto lento, debido al dolor que aveces se asomaba en su abdomen bajo.

Loki deslizó las manos por su espalda, aferrándola con suavidad mientras ella se movía sobre él con una mezcla de decisión y deseo desbordado. solo con dos de sus dedos bastaron para retirar la prenda de seda esmeralda del cuerpo de la chica. ella siguio con su tarea bajando sus manos hasta el broche de su pantalón y lo abrió; masajeo por encima de la tela de su ropa interior aquel miembro que ya estaba duro.

el dios soltaba quejidos roncos al sentir su tacto tan delicado en el. La mirada jugetona y deseosa de ella fue desendiendo junto con su cuerpo hasta estara a la altura de la abertura de su pantalon. inquieta y ansiosa saco su miembro erecto, lo penso por un segundo, pocas veces habia llegado a mamarsela más que nada por que no le entraba completamente.

—¿estas esperando un permiso para metertela en la boca? —pregunto en un tono que trataba de mantener neutro, sin que sonara desesperado.

Aunque lo estaba realmente. y asi como el, ella sabia leer esa desesperacion en el.

ella sonrio al verlo asi, su mirada se veia necesitada, lentamente paso su lengua por la punta de su glande. lo que provoco un suspiro aspero.

—Louise... —solto su nombre escapándose como una maldición y una plegaria al mismo tiempo.

ella siguio con su tarea, paseando su lengua de abajo hacia arriba por todo su miembro dejando un camino humedo de saliva. el no pudo evitar agarrarla del cabello, enredando sus dedos en la corta melena negra.

— ¿asi te parece bien... o?

lo miro de manera jugetona, mientras se apartaba ligeramente de el.

— ni se te ocurra detenerte —la agarro mas duro del cabello.

ella sonrio al verlo asi, y sin mas llevo la punta de su miembro a la boca para meterlo de manera completa, y empezar a mover su cabeza de arriba a abajo en un vaiven lento que provoco que Loki hechara su cabeza hacia atrás. Soltando una breve carcajada —áspera y peligrosa—, entre gemidos contenidos.

— ¿Sabes lo que me haces?— jadeó, como si confesara un crimen.

La joven no se detuvo y con eso mismo Loki la empujó unas cuantas veces más hacia el fondo. Al dejarla salir de su boca ella tosió ligeramente cosa que causó una pequeña risa en el dios. La acomodó encima de él nuevamente y se colocó dentro de ella.

Louise soltó un suspiro suave que empezó a aumentar a medida que Loki comenzaba a embestirla. Cada gemido era una confesión sin palabras. Cada susurro, una tregua. Cada caricia, un acuerdo tácito de que seguían ahí, aferrados el uno al otro, incluso cuando todo parecía caerse a pedazos.

Y esa noche no hubo conclusiones. No hubo promesas.

Solo cuerpo contra cuerpo.

Piel contra piel.

Y el eco de una certeza imposible de negar: a pesar de todo, seguían eligiéndose.

Horas después, cuando el calor de sus cuerpos se había disuelto en la penumbra de la habitación y los latidos se mezclaban con la respiración tranquila de Loki, ____ seguía despierta.

Él dormía a su lado, ajeno. La sábana apenas cubría su cintura, y su mano aún reposaba sobre su muslo como si no quisiera dejar de tocarla ni siquiera inconscientemente. Pero ella no podía relajarse.

Su mirada fue hacia el libro en la mesita de noche.

El mismo que había comprado esa tarde con Natasha. El que había leído como una posesa durante horas hasta que él apareció.
El que aún tenía marcado un párrafo que se le había clavado como un cuchillo:

"No es solo el cuerpo el que debe prepararse para recibir una vida. Es la mente. Es el entorno. Y, a veces, el primer paso hacia la maternidad... es alejarse del lugar donde todo duele."

Cerró el libro con lentitud, como si al hacerlo pudiera sellar también la avalancha de pensamientos. Se incorporó, abrazando las rodillas, y lo miró dormir.

Y entonces pensó en ello.

En lo que Natasha había sugerido.

En lo que Tony ya tenía preparado.

En lo que ella aún no había dicho en voz alta.

Washington.

Una ciudad nueva. Una vida diferente. Un aire más limpio. Un lugar donde empezar algo lejos de todo lo que duele y le sacaba de quicio.

No sola. No quería ir sola.

Lo quería a él con ella.

Pero...

—¿Y si no quiere venir conmigo? —murmuró en voz apenas audible, como si decirlo fuerte pudiera romperlo todo.

Loki no se movió.

Ella apoyó la frente sobre las rodillas.
Ya no era una niña asustada.

Pero tampoco se sentía como una mujer completa mente valiente todavía.

✩｡:•.─────  ❁  ❁  ─────.•:｡✩

Estos dos no pueden pasar cinco minutos sin pelearse... y después andan todos hormonales.

Cositas de reconciliación, supongo. Ya ni me sorprendo.

Gracias por seguir apoyando esta historia capítulo tras capítulo.

Se vienen cosas lindas, intensas y probablemente traumáticas (¡yay!).
Entre ellas:

Capitán América y el Soldado del Invierno.

(Sí, por fin entramos en esa etapa. Prepárense para el caos, el drama... y los ojitos de Bucky.)

Y ya que están leyendo hasta acá...

¡No sean lectores fantasmas!

Déjenme un comentario, una teoría loca, un insulto elegante para Loki o Louise y simplemente confiesen si también quieren abrazar a Natasha.

Esto se pone cada vez más intenso...
y yo apenas estoy empezando a soltar las bombas 💣😉