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Después de todo el ajetreo que trajo la Navidad, la vuelta al trabajo era inevitable, al menos hasta Año Nuevo. Para Louise, eso significaba retomar sus responsabilidades... aunque esa mañana había algo distinto en el aire.

El golpeteo de sus uñas contra la madera del escritorio era lo único que rompía el silencio en la oficina. El sonido, irregular y cargado de tensión, parecía amplificarse en el cuarto cada vez que sus dedos golpeaban la superficie con ansiedad mal disimulada.

¿La causa de su inquietud? Un mensaje de Pepper, quien, como siempre, había encontrado la forma de delegar en ella la asistencia a la fiesta de compromiso de la hija del socio de su padre. O, como ______ prefería llamarla: la perra de Alessia.

[Pepper 🧡 | 11:10 AM]
¡Cariño! Sé que es súper encima, pero Tony y yo decidimos escaparnos por Año Nuevo. Vamos a Bali, lo sé, lo sé... muy raro. Pero necesito un favor gigante

¿puedes ir tú a la fiesta de compromiso de Alessia?

Sé que es una pesadilla, pero va Nicolás contigo, así no vas sola y, de paso, arreglan las cosas. No me odies, porfa. Además, su papá sigue siendo socio del tuyo. Política familiar y todo eso. ¡Te debo una!

Louise no supo qué le hizo hervir más la sangre: si lo de "va Nicolás contigo", como si fuera una buena idea, o el "de paso, arreglan las cosas", dicho con la ligereza de quien no sabe que entre ellos ya no había nada que arreglar. Creía que las cosas entre ellos ya no obligarían asistir a ese evento.

Nada más que perder, quizá.

Soltó el teléfono sobre el escritorio con un suspiro agudo y se dejó caer contra el respaldo de la silla. Cerró los ojos unos segundos, intentando reunir la paciencia que, claramente, Pepper ya había extraviado hacía tiempo.

—Perfecto —murmuró entre dientes—. Porque no hay nada que me emocione más que pasar Año Nuevo con mi ex, rodeada de gente rica, hipócrita y extremadamente bronceada.

Lo leyó una, dos, tres veces. No tenía fuerzas para responder. Apenas estaba pensando en cómo inventarse una excusa razonable para evitar aquella tortura cuando escuchó unos nudillos golpear suavemente la puerta de su oficina.

Se quedó quieta.

—¿_____?

Lo reconoció al instante. Esa voz. Ese tono que parecía más serio que de costumbre.

—Adelante —dijo, con un leve suspiro.

Nicolás entró con pasos medidos, la mandíbula ligeramente apretada y la mirada tensa. Cerró la puerta detrás de sí, sin demasiada ceremonia.

—Pepper me escribió —soltó, sin preámbulos.

—Sí, a mí también —respondió _____, haciendo lo posible por sonar neutral, aunque ya sentía el aire denso en la sala.

—Claro. Porque obvio que a ella le parece una gran idea juntarnos en una fiesta de compromiso, fingiendo que no somos dos personas que apenas pueden estar en la misma habitación sin que uno de los dos termine lanzando una indirecta pasivo-agresiva —dijo él, cruzándose de brazos.

Louise dejó los papeles que fingía revisar y lo miró con una mezcla de fastidio y culpa.

—No exageres, solo es una fiesta. Un par de horas. Ni siquiera es su culpa, no tiene ni idea de lo que sucedió entre tú y yo.

—¿Un par de horas contigo actuando como si todo estuviera bien, mientras yo tengo que sonreírle a la hija del socio de tu papá?recuerda que ella tampoco es santa de mi devoción. Sí, suena... delicioso.

Ella se removió en la silla.

—Nicolás... no quiero que sea incómodo. Por eso lo había comentado contigo unos días antes, aunque Pepper prefirió impulsar las cosas. No lo planeé, ni siquiera sabía que  ella te iba a escribir ya que pensé que irían ellos dos ya que están mejor con mi padre.

—No sabías, pero tampoco dijiste que no. —Él la miró fijo—. Como con muchas otras cosas.

El comentario quedó flotando en el aire.

______  tragó saliva. Estaba acostumbrada a los silencios tensos, pero este tenía filo.

—Yo no quería que termináramos así —murmuró.

—No querías terminar, pero terminaste. ¿O ya se te olvidó que tú fuiste quien se largó con Loki?

Ella lo miró, esta vez sin defenderse. Porque, bueno, no había mucho que decir. Había sido así. Rápido. Confuso. Inevitable, según se decía a sí misma. Pero no por eso menos doloroso.

—Loki no tiene nada que ver con esto.

—Claro que tiene que ver. Está en la foto de tu escritorio, en tu casa, tu cama, en cada lugar donde solías estar tú y... nosotros. Y ahora, por obra y gracia de Pepper, tengo que acompañarte como si nada hubiera pasado.

Louise apretó los labios.

—No voy a pedirte que te sientas cómodo, Nicolás. Solo... tratemos de no hacernos la noche más difícil de lo que ya va a ser.

Nicolás suspiró, dando un paso hacia atrás, hacia la puerta.

—No te preocupes. Puedo sonreír como todo un profesional. Estoy entrenado para fingir que estoy bien.

—Nos vemos el 31, entonces —dijo ella, apenas audible.

Él no respondió. Solo salió.

Louise se quedó mirando la puerta cerrada por unos segundos, con una presión familiar en el pecho.

—Infierno con canapés, un ex dolido, y una prometida que me odia desde secundaria —susurró—. Esto va a ser hermoso.

Su tarde transcurrió entre informes interminables y una junta monótona que parecía no tener fin. El trayecto de regreso a casa fue un acto mecánico, casi como si estuviera en piloto automático. Al cerrar la puerta del apartamento, un suspiro escapó de sus labios, pero ese simple gesto no logró disipar la confusión que inundaba su mente. ¿Debería asistir? La pregunta flotaba en el aire, tan pesada como la incertidumbre que la acompañaba

⊱❑┇ _____ Stark ┇❑ ⊰

Últimamente una sensación de ansiedad me había envuelto como una bufanda de esas que pican, incómoda y persistente. Volver a hablar con Nicolás desató un torbellino de emociones que creía controladas, como si mi cerebro hubiera decidido hacer limpieza de primavera... y fallado estrepitosamente. No era amor, no... era esa compleja maraña de una amistad que, en su momento, significó mucho y que se fracturó irremediablemente después de aquel reencuentro más incómodo que ver películas románticas con tus padres.

Me enfrentaba a una encrucijada: debía contarle a Loki. Claro que debía hacerlo, desde el momento que volví a cruzar una palabra con el debí hacerlo, pero ¿cómo? ¿Cómo poner en palabras algo que ni siquiera yo lograba ordenar en mi cabeza? Mi mente parecía una bandeja de entrada sin filtros, llena de correos sin leer y spam emocional.

Mi cerebro ya estaba lo suficientemente saturado para imaginar siquiera encontrarme con Alessia, tomada de la mano de uno de mis ex, el mismo con el que ahora planeaba casarse. Solo pensar en la sonrisa triunfante de Alessia, una mezcla de victoria mal disimulada y "mira qué bien me va", me revolvía el estómago. La rabia burbujeaba en mi interior, anticipando el escándalo inevitable cuando se supiera de mi ruptura con Nic. Aunque, si soy honesta, el verdadero impacto sería descubrir que ahora estoy con Loki. Sí, Loki. Un dios... uno que alguna vez estuvo al borde de destruir la Tierra, pero que ahora asiste puntualmente a sus sesiones de terapia. Porque claro, hasta los villanos necesitan desahogarse.

Estoy bastante segura de que Alessia ni siquiera conoce su existencia, su estúpida mente solo debe de estar llena de basura clasista y pretenciosa, y aún un gran odio hacia mí, que es mutuo. Al menos en eso estamos de acuerdo, ¡brindemos por las pocas cosas que compartimos!

¿Es eso siquiera algo bueno? No lo sé. Pero aquí estoy, atrapada entre secretos, decisiones difíciles y emociones que parecen no tener fin. Sé que estoy sobrepensando algo que es realmente estúpido, cargándolo de energía innecesaria, como quien le pone brillantina a un desastre. Tal vez lo mejor sea solo asistir unas horas, fingir que me importa, sonreír de manera pasivo-agresiva y, antes de que den las 12, salir volando hasta casa para así pasar el Año Nuevo con Loki. Porque, siendo sinceros, prefiero mil veces un dios ex-villano con problemas de autoridad que una fiesta de compromiso donde la hipocresía se sirve en bandeja de plata.

Además, se lo debía a Pepper y, más por papá... debía actuar de manera madura. O al menos fingirlo con suficiente convicción como para que nadie note la diferencia.

Había estado tan absorta en mis pensamientos que no me percaté del silencio sepulcral que reinaba en el piso de la torre. Un silencio sospechoso, casi hostil. Normalmente, Jarvis llenaba el aire con alguna melodía suave o el eco distante de micro sonidos: el murmullo de la cafetera en la cocina, el crujido del sofá bajo el peso de Loki, incluso el zumbido melancólico de su fastidiosa superioridad. Pero esa noche, nada. Solo el vacío. Miré mi reloj: 9 p.m. Perfectamente prematuro para el apocalipsis, aunque la atmósfera sugiriera lo contrario.

Solté mis llaves sobre la mesa con un tintineo que resonó más de lo esperado. Mi abrigo cayó descuidadamente sobre un sillón, como si también él se rindiera ante la gravedad emocional del lugar. Caminé hasta la habitación de Loki, atraída por una tenue luz que se colaba por el borde de la puerta. Toqué suavemente, sin mucha convicción, y empujé para entrar.

Allí estaba él: recostado con la elegancia desinteresada de quien podría conquistar mundos pero prefiere criticar su decoración.

Leía "El Príncipe" de Maquiavelo, claro. ¿Qué otra cosa leería alguien que considera la manipulación un deporte olímpico? Quizá solo le gustaba el drama político... o, más probablemente, le encantaba porque se veía reflejado en cada página.

—Llegas tarde —murmuró sin apartar la vista del libro, su voz tan indiferente que dolía más que un insulto bien lanzado.

—¿Y por eso ahora juegas al monje silencioso? —repliqué, acercándome hasta el borde de la cama, guiada por la luz vacilante de una vela que parecía tan cansada como yo.

—Estaba harto del ruido abrumador de esa lata parlante llamada Jarvis.

—Creí que tú y Jarvis tenían una relación cordial —bromeé, quitándome los pendientes y dejándolos caer con un tintineo que parecía un acto de rebelión en medio de tanto silencio.

—¿Cómo esperas que me lleve bien con alguien que se niega a obedecer mis órdenes? —bufó, como si la mera idea fuera un insulto a su divinidad.

—Bueno, pedirle que elimine la base de datos de Bruce... no es precisamente una solicitud razonable —dije, conteniendo una risa. Loki y su tendencia a convertir la travesura en arte, una combinación peligrosa pero fascinante.

El silencio volvió, denso y cargado de pensamientos no dichos. No podía evitar pensar en Nicolás. La fiesta de fin de año era en dos días y la ansiedad me carcomía lentamente. ¿Cómo explicarle mi desaparición en una noche que, para él, significaba nada más que una excusa terrenal para celebrar el paso del tiempo?

Me quité los stilettos y me acerqué a Loki, buscando refugio en su presencia como si eso pudiera ahogar el remolino en mi mente. El sintió lo mismo y dejó el libro sobre su pecho mientras me acomodaba a su lado para así luego fundirme en un beso que esperaba calmara mis pensamientos tan revueltos que me mareaban.

El volvió a su lectura pero yo no dije nada; las palabras eran traicioneras. Pero él lo notó, claro que lo notó.

—¿Está todo bien, linda? —preguntó, su voz un poco más suave, lo que solo logró intensificar mi incomodidad.

—Sí, claro —mentí, abrazándolo con la esperanza de que el contacto físico pudiera silenciar la tormenta interna.

Un suspiro escapó de sus labios. Cerró el libro nuevamente con un gesto deliberado, dejándolo a un lado. Sentí un vuelco en el estómago. Sabía lo que vendría.

—Stark, sabes que no puedes mentirme. De hecho, eres tan mala mintiendo que es casi adorable. Casi.

Y ahí estaba: la bomba lista para detonar, la paz entre nosotros colgando de un hilo tan delgado que incluso Maquiavelo habría aconsejado rendirse y tomarse unas vacaciones en un monasterio remoto.

—Hablé con Nicolás.

Lo solté de golpe, como quien lanza una granada y espera a ver quién queda en pie. No quería ni mirarlo; sabía perfectamente qué expresión tendría. Su mandíbula, tan tensa que podría haber tallado diamantes, y su brazo, ese que me aferraba con una fuerza innecesaria, como si quisiera asegurarse de que no me evaporara en una nube de humo sarcástico.

Aunque, admitámoslo, la idea de Loki celoso tiene su encanto cómico. ¿Un dios nórdico perdiendo la compostura por una simple mortal? Irónico, ¿no? Pero el miedo real estaba en otro sitio: en la incógnita de hasta dónde estaría dispuesto a llegar.

—¿Y qué sucedió? ¿Rogó o imploró para que volvieras con él? —su voz, cargada de veneno disfrazado de curiosidad, me hizo sonreír con una mezcla de resignación y diversión.

Estoy segura de que habría preferido que esa fuera la historia. Un melodrama sencillo, digno de una telenovela barata.

—No, tal cual —me acomodé, sentándome frente a él sin alejarme demasiado, porque claro, el drama necesita de proximidad para ser efectivo. Tomé su mano, más por estrategia que por ternura—. No sé si te había comentado que para fin de año tengo una invitación a una fiesta de compromiso.

Sus ojos se entrecerraron, escaneando mi rostro en busca de una trampa oculta.

—¿La de la bruja indeseable que se metió con un ex tuyo?

Suspiré. Qué memoria tan selectiva y precisa para lo tóxico, un talento digno de admiración si no fuera tan molesto.

—Sí, la de Alessia.

—Creí que no irías, ya que tu padre y Potts están en mejores términos ahora —su ceja se arqueó con una elegancia casi insultante.

—Yo también lo supuse, pero resulta que están tan en buenos términos que se van a Bali por Año Nuevo.

Él asintió, confundido, como quien intenta armar un rompecabezas sin la imagen de referencia. La pregunta "¿y qué tiene que ver ese idiota en todo esto?" se reflejaba en su mirada, una mezcla curiosa e irritada que me hizo disfrutar cada segundo de suspenso.

—Por eso mismo, Pepper me pidió asistir a la fiesta... con él.

El silencio que siguió fue tan denso que podría haberse cortado con un cuchillo de mantequilla sin filo. Sentí su mano tensarse ligeramente, como si estuviera decidiendo entre estrangularme o reírse del absurdo de la situación. O ambas cosas.

—Bueno —dijo finalmente, con una sonrisa torcida que no alcanzó sus ojos—, al menos será entretenido. Siempre quise ver un desastre social en vivo, y esta vez ni siquiera tengo que pagar entrada.

El tono cambió completamente, y con ello su humor también

— Nicolás y yo iremos como pareja... solos—dije, como quien se lanza de un avión sin paracaídas.

Claramente ya estaba explicando más de lo necesario. Mi boca se movía más rápido que mi sentido común.

— ¿Qué? —La palabra salió como una daga afilada.

La mirada de Loki fue un poema... trágico, por supuesto. Trágico y con tintes homicidas. También fue una advertencia silenciosa, una muy clara: "esa no era la forma de darme esta noticia".

Nota mental para mi yo del futuro:
Si estás leyendo esto, por favor, por lo que más quieras, no seas tan estúpidamente imprudente como para hacer algo así otra vez.

— ¿Cómo que "como pareja", Louise? —preguntó con esa voz grave suya que, en otro contexto, me derretía. Pero ahora me hacía desear desintegrarme en partículas y desaparecer.

— Déjame explicarte... —intenté, levantando las manos como si eso pudiera calmar un volcán en erupción.

Me soltó. No con violencia, pero sí con ese tipo de frialdad que dolía más que cualquier empujón. Se cruzó de brazos, la mandíbula apretada, como si estuviera decidiendo si quedarse o prenderle fuego a todo.

Su silencio fue peor que cualquier grito. Y su mirada... su mirada decía: "más te vale tener una explicación tan buena que los dioses bajen del cielo a aplaudirte".

— Esa cama —pensé mientras me sentaba al borde— parece un juzgado.
Y yo, evidentemente, soy la acusada. Por idiota. Culpable.

— Se supone que tú y él ya no son nada. Eso fue lo que me dijiste esa noche después de hablar con él —dijo, con esa exactitud quirúrgica con la que recordaba absolutamente todo lo que no me convenía.

— Lo sé... sé lo que te dije —respondí, bajando la vista—. Es solo que... es un tema de ¿apariencias?. Solo será para la fiesta de Alessia. El y yo acordamos aclarar a los demas unos dias después que no estamos juntos. Créeme... él tampoco estaba muy de acuerdo. Prácticamente tuve que... casi rogarle.

La última frase se me escapó. Como si el universo dijera: "sí, vamos a hundirla más".
Y por supuesto, él lo oyó.

— ¿Rogarle? —repitió, entornando los ojos con una mezcla entre incredulidad y asco—. ¿_____ Stark, rogándole a ese imbécil? Qué bajo has caído.

— No lo digas así... —susurré, sintiéndome más pequeña con cada palabra que decía.

— ¿Así cómo? ¿Con la verdad? —dijo, con sarcasmo venenoso. Luego rió, pero sin humor alguno—. No sabía que te gustaban tanto los disfraces, _____. Pensé que eso era más lo mío.

— Loki... no seas cruel.

— ¿Cruel? Cruel es tener que enterarme así. Cruel es que me mires como si no entendieras por qué esto me molesta. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Aplaudirte? ¿Ayudarte a elegir el traje para que "tú y Nicolás" luzcan como la pareja perfecta en una fiesta de compromiso que ni siquiera es tuya?

Ahí estaba esos celos, pero no eran como los normales, eran esos celos por inseguridades y lo que menos quería era que el se sintiera de esa manera.

— Pepper me lo pidió como un favor —dije, ya a la defensiva—. Créeme, no planeaba ir desde el principio. Esperaba que ella y mi padre fueran juntos, pero justo se les ocurrió irse de viaje por año nuevo...

—Claro, los padres que te abandonan justo cuando necesitas una excusa para hacer una estupidez —murmuró Loki, sarcástico—. Muy conveniente. dime algo ¿hace cuanto se lo pediste?

Pensé bien mi respuesta, en este punto ya no tenía nada más que decir que la verdad.

— Fue antes de Navidad... el día que te conté que habíamos vuelto a hablar —dije, con la voz apenas un susurro, tratando de mantener la calma.

Una risa irónica, cargada de amargura y molestia, escapó de sus labios. Se pasó una mano por el cabello, incrédulo.

— Claro, ahora todo tiene sentido. Ese cambio tan radical con tu cabello, esas estúpidas cosas que te dijo de repente parecían importantes para ti, ¿fue por él, verdad? —su mirada era un puñal directo al corazón.

— N-no, claro que no... —intenté replicar, mi voz temblorosa, buscando una defensa que ni yo misma creía.

Él dio un paso hacia mí, su expresión endurecida por la rabia contenida.

— ¿Entonces por qué fue? —su voz se elevó, no en un grito, pero lo suficientemente firme para hacerme retroceder—. Tú y yo sabemos que eso no fue más que una excusa barata para evitar decirme la verdad, para ocultarme este teatro que llevas montando desde hace días. En serio, me sorprende lo bajo que estás cayendo.

Sentí cómo una oleada de indignación me recorría el pecho. Me levanté de golpe, con el corazón latiendo a mil por hora, herida y cansada de justificarme.

— ¿Sabes qué? No es necesario que me hables así —mi voz sonó más fuerte de lo que esperaba, firme pese al nudo en mi garganta—. Sí, cometí un error, pero eso no te da derecho a tratarme como si fuera basura. No soy la villana de esta historia.

Él me miró fijamente, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada. Por un segundo, solo un instante fugaz, creí ver algo más allá de la rabia en sus ojos. Dolor. Decepción. Miedo.

— ¿Y tú sabes lo que es ver cómo la mujer que amas se arrastra detrás de su ex, aunque sea por "apariencias"? —su voz se quebró ligeramente, aunque intentó disimular.

Silencio.
Respiraciones pesadas.
Culpas sin confesar.

— No voy a competir con un fantasma, Louise. Ni siquiera soy humano... y aún así, esperaba algo mejor de ti.

Y se levantó para irse de la habitación .

No con una explosión, no con un portazo. Solo... se fue.
Y eso, de todas las maneras posibles, dolió más que si se hubiera quedado a gritarme.

Claramente esta no era nuestra primera discusión. Ni había sido una de las más fuertes.

Pero si se sentía diferente, el pasar de los días era cada vez más tedioso. Ni una palabra, ni una mirada. Loki no era capaz de tener algún tipo de contacto conmigo y cada vez que trataba de acercarme algo se interponía, ya sea un portazo o algo que obstaculizara mi dirección hacia el. Esto claramente lo hacía el directamente con sus propios dedos ayudados por la magia.

El recuerdo de cómo se comportaba conmigo luego de que se enterara de que había fingido mi muerte se asimilaba más de lo que esperaba a como lo hacía ahora, sentía la misma maldita culpa y rabia conmigo misma que en ese entonces.

Louise nunca había imaginado que la distancia que sentía entre ella y Loki pudiera ser tan palpable, era como volver a aquellos días en el que lo había rescatado de aquella muerte luego de la pelea contra malekith. Lo peor de todo era que no era solo la distancia física, sino la emocional.

Era como si un muro invisible se hubiera levantado otra vez entre los dos, un muro que no podían ni acercarse a derribar.

El día después de la pelea, todo estaba incómodamente callado. Cuando se cruzaban, no se decían nada. El simple hecho de mirarse era suficiente para que la tensión se disparara. Loki seguía con su faceta de hielo. Había momentos en los que Louise deseaba que simplemente explotara, que al menos le gritara, que descargara su rabia, pero no. Loki, como siempre, se mantenía impasible, como si nada le afectara. Sin embargo, ella sabía que era solo una fachada. La forma en que sus ojos la miraban, la forma en que evitaba cada conversación, cada intento de acercamiento, le decía todo lo que necesitaba saber: no la había perdonado.

______, por su parte, estaba atrapada. Cada vez que intentaba hablar con él, era como si el aire se volviera más espeso. Lo que había sido un amor tan libre y lleno de risas, ahora se sentía como una cadena que la mantenía atrapada, sin poder moverse. Los recuerdos de los momentos felices se desvanecían lentamente, siendo reemplazados por la sensación de culpa y arrepentimiento que cada uno de sus pasos provocaba.

En la tarde del primer día luego de esa pelea, ella trató de acercarse a Loki mientras él estaba sentado, aparentemente leyendo algo. Caminó hacia él con la esperanza de que, tal vez, podría romper el silencio, de que tal vez él cedería, pero cuando sus ojos se encontraron, él apenas la miró antes de volver a su libro, como si ella no existiera.

— ¿Loki? —dijo ella, con una mezcla de frustración y tristeza en la voz.

No hubo respuesta. Solo un suspiro profundo de él antes de que, sin decir nada más, se levantara y dejara la habitación.

El ambiente en la torre se volvía cada vez más tenso. Ninguno de los dos se atrevía a hablar de lo que había sucedido, pero ambos sabían que estaba ahí, como un elefante en la sala. Y cada vez que uno de ellos intentaba hacer algo, lo hacía con una rabia contenida.

Ella , por su parte, trató de justificar sus acciones, pero no podía, no ante él. Sabía que Loki lo había visto todo con claridad. Había sido estúpida, había dejado que su ex, Nicolás, arruinara todo por un maldito favor. ¿Cómo había llegado tan lejos?

Pudo ahorrarse todo eso si tan solo se hubiera negado ante el favor de pepper y le hubiera contado la verdad sobre Nicolás y ella, pero prefirió callar y dejarlo pasar; pero tenía que complicarlo todo, como si por más que tratara no pudiera evitar el drama. ahora solamente se hacía cargo de ese error, como otros tanto ya hechos con Loki.

En la noche del segundo día, se encontraron frente a frente en la sala. Los dos estaban tensos, pero ninguno de los dos quería ceder.

Loki rompió el silencio de manera inesperada. No fue una explosión, ni una furia. Fue un susurro cargado de rabia y dolor.

— Sabes, ______, lo que más me molesta de todo esto es que tú nunca me explicaste por qué aceptaste realmente esa "farsa". —dijo Loki, sin mirarla, su voz fría y cortante—. Sabía que algo así iba a pasar. No se, pero sabía que seguirías de alguna manera relacionándote con él todavía, y vaya que no estaba equivocado...

El golpe fue tan fuerte que Louise no supo qué responder. En sus ojos brillaba una mezcla de dolor y rabia, pero al mismo tiempo, también una herida que él había dejado con sus palabras. No lo dijo con gritos, pero las palabras de Loki se clavaron como dagas.

— No es eso, Loki. —su voz tembló, pero trató de mantenerla firme. Te lo juro que no fue mi intención, debí habérselo dicho a pepper esa noche de navidad, lo sé, pero no lo vi necesario. Créeme que lo que menos quería era que llegáramos a esto.

Pero eso no lo convenció.

Loki la miró, su expresión aún fría, casi vacía.

— ¿No lo fue? Entonces dime, ¿por qué no me lo contaste antes? ¿Por qué no me dejaste saber lo que estaba pasando en tu cabeza? —preguntó, y aunque no estaba gritando, sus palabras parecían desgarrarla por dentro.

______ se quedó callada. No tenía una respuesta convincente. ¿Por qué no se lo dijo? Tal vez porque en el fondo sabía que él no lo entendería. Sabía que él no iba a perdonarla, y tal vez no lo merecía. Pero no pudo decir nada.

Y así pasaron los dos días siguientes. Como una nube oscura sobre sus cabezas. La pasividad de Loki era más insoportable que cualquier grito, y el silencio entre ellos se convirtió en un dolor constante. Cada vez que se cruzaban, era como si un abismo creciera entre ellos.

Al final del segundo día, el roce se hizo insoportable.

Louise se acercó una vez más a Loki, esta vez con más determinación. No sabía si quería pelear o arreglar las cosas, pero algo dentro de ella ya no podía soportar esa distancia.

— Loki, por favor... —comenzó, su voz temblando. Te lo prometo, lo que hice fue estúpido. No quiero que estemos así. No quiero arruinar lo que poco a poco hemos mejorado.

Loki la miró fijamente, y por un momento, Louise pensó que iba a ceder, que tal vez todo esto había sido un mal sueño. Pero cuando él habló, las palabras fueron duras.

— ¿Y qué hacemos ahora, Louise? ¿Pretendemos que todo está bien? ¿Pretendemos que yo me olvido de todo eso? —dijo Loki, su voz rasposa, como si cada palabra fuera una daga. Tú tomaste esa decisión, no yo.

La chica sintió que el aire le faltaba. Su pecho se apretaba con cada palabra que él decía, pero sabía que tenía razón. Ella había sido la que lo había puesto todo en juego.

El tercer día, la tensión llegó a su punto más alto. ¿Era posible que pudieran superar esto? ¿O era esta la última etapa de algo que se estaba desmoronando poco a poco antes de iniciar bien?

Pensó que realmente todo eso era un drama complicado y muy exagerado de Loki, pero luego recordó esa charla antes de navidad, donde el confesó su inseguridad al no ser suficientemente bueno, comparándose el, un dios, con un mortal como Nicolás en cuanto a quién era mejor para ella en una relación. No quería lastimarlo, no a Loki , no otra vez.

En ese momento, ______entendió lo que estaba perdiendo. Había puesto una línea entre su pasado para así avanzar a mejorar y construir una vida, para ella y para el pero solo seguía cagandola de una manera gigante, Y sabía que, si quería salvar lo que quedaba, tendría que enfrentarse a las consecuencias de sus decisiones, y no simplemente esperar que Loki la perdonara. Pero lo que más le asustaba era que tal vez no hubiera vuelta atrás.

Nuevamente sintió la necesidad de refugiarse en el alcohol. Tal vez, embriagarse le ayudaría a pensar en algo útil para arreglar su situación con Loki. Odiaba con intensidad a Pepper y Nicolás, maldecía a Tony y Alessia, pero más que a ellos, se odiaba a sí misma por no haber puesto un límite a tiempo, permitiendo que estas circunstancias se presentaran ahora.

Con dudas, sacó una botella de tequila y la dejó sobre la isla de la cocina. Se recostó brevemente, buscando un vaso de vidrio para servirse, pero al girarse, la botella de licor se había transformado en agua de manantial. Su mirada se cruzó fugazmente con la de Loki, quien desapareció detrás de la puerta, un gesto silencioso que, a pesar del enojo, evidenciaba su preocupación por ella. No podía perder la compostura ni poner en riesgo su avance en el tratamiento.

El día había llegado.

A media tarde, un mensaje de Nicolás le anunció que pasaría por ella a las 5:30 pm. Tenía apenas dos horas para transformar su aspecto desaliñado en el de una mujer impecable, una "novia" falsa que debía destacar la buena imagen como era la de los Stark.

La risa potente de Thor provenía de la sala, su presencia reconfortante en medio de la tensión. Louise sabía que él acompañaría a Loki esa noche, aunque no tardaría en notar la tensión latente entre ellos, especialmente porque ella saldría mientras Loki se quedaría.

Su maquillaje era sutil, enfatizando sus labios con una tinta bermellón que los hacía lucir jugosos. Rebuscando en su armario, encontró un vestido recto de seda, rojo carmesí, que había visto alguna vez en un escaparate de la Quinta Avenida. Su corte en V y el escote en la espalda, adornado con tiras de pequeños diamantes, lo hacían divino. Complementó su look con pendientes de diamantes en cascada, una gargantilla a juego, pulseras delicadas y tacones negros elegantes.

Antes de salir, un cruce de palabras rompió el silencio cargado de la habitación:

—Bueno, bueno... ¿vas a una fiesta o al Valhalla a seducir dioses? —dijo Thor, recargado en el marco de la puerta con una sonrisa torcida—. Te ves radiante, pequeña Stark.

______ se giró, ajustándose la pulsera con manos temblorosas.

—Gracias, Thor. Espero que eso baste para esta noche.

—Si no basta, siempre puedes invocar una tormenta y salir dramáticamente. A veces me funciona.

Ella soltó una risa leve, más por cortesía que por humor, recogió su bolso y su abrigo, y se dirigió a la puerta.

Loki la observó desde la distancia. No dijo nada. Sus ojos, sin embargo, hablaron demasiado. ______ salió. Y al cerrarse la puerta, no solo quedó atrás el sonido... también una parte de él.

⊱❑┇ Loki ┇❑ ⊰

No estaba bien. No hay forma elegante de admitirlo.

Verla así, tan jodidamente hermosa, me revolvió todo por dentro. Su cabello ahora corto perfectamente peinado, sus labios encendidos, su piel brillante. Todo en ella era luz. Y lo que más me dolía... era que no era para mí.

Me encontraba en un punto decadente de mi ser. Un dios roto, inseguro, celoso... ¿cómo caí tan bajo?

Lo odiaba. Odiaba sentirme menos. Y lo odiaba aún más porque tenía nombre y apellido: Nicolás. Odiaba saber que ______ me había rogado—rogarme, a mí—por comprensión. Por algo que, en teoría, no debería doler. Pero dolía. Joder, cómo dolía.

A pesar de que ella ya no estaba con él. A pesar de que me había elegido a mí. Verla salir para fingir una relación que ya estaba enterrada, tomada del brazo de su ex, me hizo sentir como el error que nadie quiere presentar en sociedad. El secreto que se guarda bajo la alfombra.

Discutimos. Ella lloró. Se disculpó. Se quebró. Y yo... fui demasiado orgulloso como para saber consolarla sin empeorar las cosas. No quería verla rogar. Pero ahí estaba, pidiéndome que no malinterpretara lo que no era más que un teatro. Un papel impuesto por la ausencia de Stark, una pantomima por el bien de la imagen familiar.

Y como un imbécil, la dejé ir.

Necesitaba hablar con alguien. Y, para mi desgracia, la única persona disponible era... Thor.

—¿En serio estás celoso porque fue a una fiesta? —La risa de Thor era tan fuerte como innecesaria. El muy idiota se lo estaba pasando genial.

—No es solo una fiesta —gruñí sin mirarlo.

—Ah, claro. Es la fiesta. La apoteosis del sufrimiento. El desfile de los celos. La gala del martirio emocional.

—¿Puedes tomártelo en serio por una vez?

Thor dejó su botella sobre la mesa con un "clac" deliberadamente dramático.

—a ver si te entiendo bien ¿en serio Te refieres a que no confias en Nicolás? ¿O a lo que tú te estás imaginando que va a pasar con el?

No respondí. Miré por la ventana. Las luces de la ciudad no me devolvían respuestas. Solo el vacío.

—Discutimos... y al final fue como si ella me pidiera permiso para ir a que la humillen en la fiesta de su enemiga, acompañada por su ex, mientras yo me quedo aquí como un espectador de mi propio abandono.

—Ufff... lo que duele no es que se fuera. Es que no te eligiera a ti para acompañarla.

—No seas ridículo.

—¿Ridículo yo? —Thor alzó una ceja con fingida indignación—. No soy yo el que se quedó viendo cómo la mujer que ama se arreglaba para otro, en su propia casa, sin decir una sola palabra. Hermano... eso es tragedia griega en 4D.

Me dejé caer en el sillón con un suspiro.

—Me dijo que no siente nada por él. Y le creo. Pero... ese vestido, esos labios... No iba a brillar así para mí esta noche.

Thor bajó un poco la voz, dejando el humor a un lado por un instante.

—Tú eres el único ante quien ella se desarma. Si la viste tan resplandeciente, es porque necesitaba recordarse a sí misma que podía enfrentar todo eso sin depender de ti. Y eso, hermano, es más triste que cualquier vestido con escote.

Suspiré y me froté las sienes.

—¿Y si stark tiene razón? ¿Y si estar conmigo no es suficiente para ella? La gente aún espera que vuelva con él. Él es el camino seguro.

—Seguro. El exnovio estable, confiable y sin un pasado de crímenes interestelares —dijo Thor, con una sonrisita—. ¿Qué podría competir con eso?

—¿Puedes dejar de hacer esto peor?

—Estoy ayudando. A mi manera. ¿Quieres que lo diga sin sarcasmo? Porque se me acaban los intentos.

—Tu manera me hace considerar el exilio voluntario.

Thor soltó una carcajada.

—Hermano, lo que tienes es miedo. Miedo de perder lo que amas. Y se nota. A kilómetros. Incluso en otros reinos.

No respondí. Pero lo sabía. Él también.

—El amor no se gana por puntos, Loki —dijo más serio—. Se gana quedándote. Y tú lo has hecho, incluso cuando tu historial dice que correrías.

—Pero ella fue con él.

—A una fiesta que odia. Organizada por una mujer a la que odia más. Fingiendo una relación que ya terminó. Porque Pepper, su madre en práctica, aún no sabe la verdad. ¿Quieres estar tú ahí explicándole por qué su hija ahora está con el "dios del caos"? ¿O ya olvidaste lo incomodo que fue la cena de Navidad?

—No me importa lo que piense Pepper o Tony.

—A ti no. Pero a ______ sí.

Me hundí otra vez en el sillón, derrotado.

—Ella me eligió. Lo sé. Me lo ha demostrado. Pero aún así... el mundo la mira como si su sitio fuera al lado de él. Como si yo fuera una ilusión temporal.

Thor dio un trago largo a su cerveza y sonrió, ladino.

—Tú eres una fantasía temporal... pero eres su fantasía.

—Eso no ayuda.

—Depende de qué tan buena sea tu "magia".

Le lancé una mirada asesina. Él no se inmutó.

—Hermano, tienes que dejar de dudar de lo que ya es tuyo.

—¿Y si no estoy a su altura?

Thor se quedó serio por un instante... luego sonrió con esa maldita chispa de picardía:

—Siempre puedes compensarlo con lo que haces en la cama, ya sea horizontalmente. O verticalmente, si te pones creativo.

—Eres un imbécil.

—Lo sé. Pero soy tu imbécil favorito. Y créeme: lo estás haciendo bien. Solo deja de sabotearte.

Se levantó, me dio una palmada en el hombro.

—Confía en ella, Loki. Y empieza a confiar en ti. O la vas a perder... no porque ella deje de amarte, sino porque tú nunca supiste creerle que sí lo hacía.

Creo que había perdido suficiente tiempo, habia algo que tenia que hacer.

Estos dos solo pelean y pelean, pero aun así se aman... creo.