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Las frías temperaturas se adueñaban del ambiente, cubriendo cada rincón de la ciudad con un manto helado que anunciaba la llegada inminente del invierno.

Las calles, adornadas con luces centelleantes y guirnaldas de vivos colores, reflejaban el espíritu festivo que se respiraba en el aire. Las vitrinas de las tiendas exhibían decoraciones navideñas con figuras de renos, árboles iluminados y muñecos de nieve que parecían sonreír a los transeúntes. Era evidente que faltaba poco para las fechas más esperadas del año: la Navidad y la celebración del fin de año, instantes cargados de emociones, reencuentros familiares y nuevos propósitos para el ciclo que estaba por comenzar.

Dentro de una habitación tenuemente iluminada por la luz tenue del amanecer invernal, una melena azabache se enredaba entre las sábanas de seda, dibujando contrastes marcados entre la oscuridad de su cabello y el blanco impoluto de la tela. El espacio vacío a su lado le provocó un gruñido inconsciente, un gesto de desagrado ante la ausencia del calor asgardiano que solía acompañarla. Sin embargo, ese mismo vacío le sirvió de impulso para reunir el valor necesario y abrir lentamente los ojos, enfrentándose a la realidad de un nuevo día.

El sonido mecánico y puntual de la alarma de la inteligencia artificial resonó en la habitación, rompiendo el silencio con su tono monótono pero efectivo. Fue la señal definitiva que la obligó a levantarse, estirando su cuerpo adormecido mientras sus pensamientos se alineaban con la rutina que la esperaba. Aquel día no sería distinto a otros; debía prepararse para cumplir con sus responsabilidades en la oficina, un lugar donde el bullicio del trabajo contrastaba con la calma de su hogar. Así comenzaba otro día en la cuenta regresiva hacia las festividades.

Decir que había tomado un "descanso" del trabajo durante varias semanas tras el recital de ballet sería quedarse corto. Después de ese acercamiento con Loki, ella se vio obligada a permanecer a su lado, intentando de alguna manera compensar el tiempo perdido; parecía como si hubieran creado su propio mundo aislado. ____ dejó de contestar llamadas y solo se enfocaba en sus tareas laborales por las mañanas, para dedicar el resto del día a estar con Loki. Él, por su parte, seguía adaptándose a la torre como si fuera un pasatiempo, y curiosamente desarrolló el interés de prepararle distintas comidas, aunque ella usualmente solo consumía un poco más de la mitad.

Había ciertos aspectos que no podía pasar por alto, como su tratamiento en la clínica. La compañía de Loki le resultaba útil para controlar su consumo de alcohol, pues él sabía cómo mantenerla entretenida y ofrecerle opciones más saludables. Esto le ayudaba a estar más tranquila, lo que facilitó la reducción de sus medicamentos para la ansiedad, tal como le había recomendado su doctora. No obstante, aún persistía un asunto sin resolver.

El dark hold continuaba causando estragos ocasionales, manifestándose en cambios de humor repentinos y alteraciones en su personalidad. Aunque ella evitaba hablar de ello, esa situación preocupaba más de lo habitual a Loki.

Tras una ducha prolongada y elegir su vestimenta —unos vaqueros negros, un suéter ceñido, botines negros de tacón bajo y un cárdigan del mismo color—, salió rumbo a la cocina. Allí, el aroma a vainilla y café caliente la envolvió, destacando entre la decoración navideña que daba un aire acogedor a la torre.

— Qué bien huele —comentó, captando la atención de Loki, quien le dedicó una sonrisa.

— Aún es temprano, podrías haber descansado un poco más.

— He estado descansando demasiado, cuernitos. Es momento de volver al trabajo.

— ¿Tardarás mucho?

El tono melancólico de Loki provocó una sonrisa tierna en ella, quien lo abrazó por la espalda mientras él giraba unos pancakes.

— ¿Acaso el príncipe no puede estar unas horas sin mí? —bromeó, mirándolo por encima del hombro y estrechándolo más.

— Claro que sí —respondió, aclarando su garganta mientras adoptaba una postura más erguida—. De hecho, será un alivio.

— ¿Ah sí? —replicó, soltándolo con un puchero—. Entonces me demoraré más de lo...

No alcanzó a terminar su frase porque Loki, con gran rapidez, la sujetó de la cintura y la giró para mirarla directamente a los ojos.

— Es una broma, mi pequeña bestia.

— No me llames así, tonto.

— Pero te encanta que lo haga —dijo, tomando su mentón para darle un suave beso en la comisura de los labios.

Ella negó con la cabeza, pero respondió con un beso más prolongado. La sonrisa distraída de Loki tras el gesto duró unos segundos.

— Se están quemando tus pancakes —advirtió entre risas, señalando el humo que salía de la sartén.

Loki se sobresaltó al ver el humo elevarse de la sartén, lo que provocó una risa espontánea en ella al observar sus torpes intentos por rescatar los pancakes antes de que se quemaran por completo.

Después del incidente culinario, compartieron una conversación ligera mientras terminaban su desayuno. Hablaron sobre los planes del día, lo que generó un ambiente cálido y cercano entre ellos.

—Tal vez llegue un poco tarde hoy —comentó ella, revolviendo su café con aire distraído—. Tengo que pasar por la clínica.

Loki frunció el ceño, confundido, mientras llevaba un trozo de jugosa fruta a su boca.

—¿Otra vez? —preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación—. ¿Estás segura de que todo está bien? No me estarás ocultando que te sientes enferma, ¿verdad?

Ella asintió con una sonrisa algo forzada, intentando disipar sus dudas. Posó su mano suavemente sobre la de Loki, transmitiéndole una calma que no sentía del todo.

—Claro que estoy bien. Solo es un chequeo de rutina, no hay nada de qué preocuparse, cariño. De verdad.

Aunque intentaba mostrarse más abierta y sincera con Loki, aún había temas delicados que prefería mantener en silencio. Uno de ellos era su lucha silenciosa con el problema de fertilidad, un asunto que le pesaba más de lo que quería admitir.

Loki la observó por un momento más, como si intentara descifrar lo que sus palabras no decían. Luego suspiró y desvió la mirada hacia su reloj.

—Bueno —dijo poniéndose de pie mientras recogía su bolso—, ya se me está haciendo tarde.

—Pero si aún no has terminado de desayunar —protestó Loki, señalando su plato aún medio lleno.

Ella le ofreció una sonrisa apresurada, inclinándose para darle un beso fugaz en los labios.

—Guárdame lo que queda para después, ¿sí? Ahora debo irme, cariño.

Con esas palabras, se alejó rápidamente, tomando sus cosas y dirigiéndose al estacionamiento. Loki se quedó en la cocina, mirando el plato a medio comer y preguntándose si realmente todo estaba bien.

El Hospital de Fertilidad  se alzaba imponente en medio de la ciudad, con sus ventanales de cristal que dejaban pasar la luz natural, creando un ambiente sereno y acogedor. Las paredes, decoradas con tonos suaves, transmitían una calma reconfortante a quienes transitaban por sus pasillos. Plantas verdes adornaban discretamente las esquinas, mientras un tenue aroma a lavanda flotaba en el aire, contribuyendo a disipar la ansiedad de los pacientes.

— Bien, señorita Stark, sé que apenas estamos iniciando su tratamiento, pero puedo decirle con certeza que vamos por el camino correcto, considerando los resultados de estos primeros exámenes —comentó la doctora de cabello castaño, ajustando sus gafas mientras revisaba atentamente los documentos en sus manos.

— Supongo que eso significa que hay algo de esperanza... —respondió Louise con una mezcla de escepticismo y anhelo en su voz.

— No quiero crear falsas expectativas, Louise. Este tratamiento requiere mucha dedicación y cuidado. Sin embargo, basándome en cómo has respondido hasta ahora, puedo afirmar que sí, hay esperanza en tu caso —afirmó con una sonrisa tranquilizadora.

El rostro de Louise se iluminó con una sonrisa genuina, un destello de alegría que reflejaba el orden que poco a poco su vida comenzaba a recuperar.

— ¿Cómo vas con el tema de la alimentación y el consumo de alcohol? —preguntó la doctora, dejando a un lado los informes para centrarse en su paciente.

— He estado mejorando mi alimentación poco a poco. Aún me cuesta consumir grandes cantidades de comida, pero ya logro comer la mitad de lo que sirvo en el plato —admitió Louise, mostrando un leve gesto de orgullo.

— Es un avance importante. Debes mantener una buena alimentación para que tu cuerpo procese adecuadamente los medicamentos. ¿Y respecto al alcohol? —insistió la doctora con una mirada comprensiva.

— Ha sido complicado —confesó Louise, bajando la mirada con cierta vergüenza—. He intentado reemplazarlo con agua o jugos cuando siento la necesidad de beber algo fuerte.

— Perfecto. Recuerda que durante este tratamiento lo ideal es evitar sustancias nocivas como el alcohol o el tabaco —dijo la doctora mientras anotaba algunas observaciones en su computador.

Un silencio denso llenó la sala, ese tipo de consultas siempre le provocaban a Louise una mezcla de nerviosismo y ansiedad difíciles de disimular.

— Bien, considerando tu progreso, vamos a reducir la dosis del medicamento para lo que resta de este mes —indicó la doctora con un tono serio—. Ya hemos visto buenos resultados, por lo que lo ideal es mantener esta constancia durante unos meses para evaluar tu evolución.

— ¿Está segura de que es una buena idea bajar la dosis? —preguntó Louise, frunciendo el ceño con duda.

— Teniendo en cuenta que tu cuerpo no reacciona como el de la mayoría, especialmente por tu condición física, considero que la dosis anterior sigue siendo algo fuerte para alguien con tus capacidades —explicó la doctora, mostrando empatía en su voz.

Louise asintió lentamente; tenía sentido. Su cuerpo raramente respondía de forma efectiva a la medicación si no era en dosis más elevadas de lo habitual.

— Puedes retomar tus actividades cotidianas, pero trata de evitar el estrés y cualquier esfuerzo físico intenso —concluyó la doctora, dándole una última mirada alentadora antes de cerrar el expediente.

La tarde transcurría con la calma habitual, mientras el sol comenzaba a descender pintando el cielo de tonos anaranjados. En su oficina, Louise se concentraba en revisar documentos y tareas pendientes, asegurándose de que ningún detalle quedara sin atender. El tenue zumbido de la computadora y el crujido ocasional del papel creaban un ambiente de tranquilidad profesional.

Decidió levantarse tras terminar un informe y llevar algunos papeles a su secretaria, Jess, una joven pelirroja de energía contagiosa pero que ese día parecía sumida en pensamientos ajenos al trabajo. Al acercarse, notó que Jess hojeaba distraídamente páginas de tiendas de ropa en línea, observando ofertas navideñas con evidente interés.

—¿Jess? —llamó su atención con un tono suave, haciendo que la joven diera un pequeño brinco y rápidamente cerrara las pestañas del navegador.

—¡S-señorita Stark! —exclamó nerviosa, girando la pantalla hacia las páginas de la empresa como si eso pudiera borrar el descuido.

Con una sonrisa indulgente, _____ dijo:

—Tranquila, hoy el trabajo está bajo control. Si quieres adelantar tus compras navideñas, adelante.

Jess asintió, sonriendo con un toque de vergüenza.

—Solo quería entregarte estos documentos con la lista de escuelas y academias seleccionadas para las becas. —le extendió una carpeta bien organizada.

—¿Está Midtown en la lista? —preguntó Jess con un destello de curiosidad en los ojos.

—Sí, tienen un programa increíble de ciencias y robótica. Algunos de sus estudiantes han ganado campeonatos nacionales de debate y ciencias. Podrían aportar mucho a la compañía... ¿quién sabe? Quizás de allí salga el próximo Steve Jobs de esta generación. —comentó con entusiasmo.

—Hablas igual que tu padre —comentó una voz familiar, interrumpiendo el momento.

Al voltear, se encontró con Pepper, su presencia siempre traía consigo una mezcla de calidez y complicidad. Se acercó con una sonrisa radiante y la abrazó.

—¡Pepper, hola! Creí que estabas con—

—No, cariño. De hecho Tony y yo... hemos decidido darnos un tiempo mientras él está de viaje por negocios. Ya sabes cómo es —respondió Pepper con un suspiro resignado.

Con un destello de humor, _____ bromeó:

—Si no lo conociera, te juro que le arrancaría cada cabello para que quedara calvo prematuramente.

Pepper rió suavemente.

—Son cosas de adultos, sabes que no queremos que te involucres en eso. Cambiando de tema, ¿recibiste la invitación para el compromiso de Alessia?

Un suspiro exasperado fue la respuesta inmediata.

—Sí, me llegó hace unas semanas.

—Pensaba que sería buena idea que tú y Nicolás fueran en representación de tu padre y de mí.

Esa propuesta, que parecía tan simple, se convirtió en un dilema. Nicolás... ¿cómo explicarle que ya no estaban juntos? ¿Cómo negarse sin despertar sospechas?

—Pepper, la verdad yo no... —intentó argumentar, pero fue interrumpida.

—Es solo que no creo que para ese día Tony y yo estemos en buenos términos. Sabes que no suelo pedirte favores, pero realmente necesito que nos cubras esta vez.

Antes de poder responder, una sensación peculiar la invadió: la certeza de ser observada. Giró la cabeza hacia el pasillo y allí estaba Nicolás. Sus miradas se encontraron, una conexión intensa cargada de emociones no resueltas. Louise sintió un nudo en el estómago, una mezcla de nostalgia y tensión.

Pepper notó la distracción.

—¿_______? ¿Tú y Nicolás están bien? —preguntó con preocupación.

Intentando disimular, forzó una sonrisa. Se lo pensó dos veces, quería contarle la verdad pero ya estaba cargando con mucho como para ponerla en otro problema más.

—Ah... sí, solo tuvimos una pequeña discusión.

—No creo que sea tan grave. Siempre resuelven sus diferencias —comentó Pepper con optimismo antes de despedirse con un gesto amable.

Ahora sola, _______ se enfrentaba a aquella mirada que no necesitaba palabras para imponer su presencia. Nicolás la observaba como si supiera exactamente lo que ella estaba pensando, desafiándola sin decir una sola palabra. Era una provocación silenciosa, un juego que ambos conocían bien. Aun así, ella decidió no usar sus poderes para leerle la mente. No por falta de ganas, sino por principios. O por orgullo. Nicolás esbozó una sonrisa fugaz, extraña, casi arrogante, antes de desaparecer por el pasillo sin mirar atrás, dejándola con una sensación incómoda y la sospecha de que no todo estaba dicho.

El gesto la irritó. No por lo que decía, sino por lo que implicaba: ese aire de suficiencia que tanto le molestaba y que, sin embargo, conocía de memoria. Sintió el impulso inmediato de seguirlo.

La terraza cubierta estaba helada, el viento urbano colándose por las rendijas con agresiva indiferencia. Cruzó el umbral sin vacilar.

—¡Nic! —llamó con firmeza, lo bastante cerca como para que no pudiera fingir no haberla escuchado.

Él se giró con lentitud, como si hasta eso le costara energía. Sus ojos recorrieron su rostro sin expresión aparente. Sin apuro, sacó una cajetilla de cigarrillos del bolsillo interior de su abrigo. El movimiento era automático, casi coreografiado por la costumbre. Golpeó suavemente la base contra la palma de su mano, extrajo uno con los labios y lo encendió con un encendedor metálico que soltó un leve chasquido en el aire frío.

Ella se detuvo un segundo, desconcertada.

Nicolás fumando.

Jamás lo había visto hacerlo. De hecho, juraría que él mismo le había dicho alguna vez que le molestaba el olor, que lo encontraba innecesario. Verlo ahora sacar un cigarro con la naturalidad de quien lo hace desde hace tiempo le provocó un pequeño cortocircuito interno. No fue tristeza, ni preocupación... fue una confirmación incómoda. Un "¿tan mal está?".

El primer soplo de humo escapó por su nariz, espeso, blanco, serpenteando hacia el cielo gris. Le dio otra calada sin mirarla, los ojos fijos en un punto cualquiera más allá del barandal.

No dijo nada al respecto. No le dio ese poder. Pero la imagen se le quedó grabada con fuerza.

—¿Podemos hablar? —preguntó ella, sin suavizar el tono.

—¿Pasa algo? —respondió Nicolás con voz plana, dejando escapar el humo de su cigarro en una lenta exhalación, como si la conversación ya le diera pereza.

—Es sobre la fiesta de los Carusso —dijo ella, desviando la mirada solo un segundo.

Él giró un poco el cuerpo hacia ella, manteniendo el cigarro entre los dedos como si fuera un ancla. Volvió a llevarlo a los labios, aspiró con más fuerza y soltó el humo con un suspiro casi imperceptible.

—No tienes de qué preocuparte. No planeo asistir —afirmó con frialdad—. Puedes ir tú sola si lo deseas.

Ella no respondió de inmediato. Observó cómo él volvía a fumar con la misma naturalidad con la que antes solía sonreírle. Cada calada parecía más un escudo que un hábito. Y eso le decía mucho más de lo que él estaba dispuesto a admitir. mantuvo la compostura. No reaccionó de inmediato. Calculó su siguiente frase.

—Necesito que me acompañes —dijo entonces, de forma directa.

Él arqueó las cejas, sorprendido por la petición. Esta vez sí la miró, sosteniendo el cigarro a medio camino, dejando que la ceniza creciera en la punta.

—¿Qué? Espera... Louise, sabes que eso no tiene sentido —replicó con una media sonrisa incrédula, luego bajó la vista y sacudió el cigarro contra la baranda, dejando caer las cenizas al vacío—. Tú y yo ya no estamos juntos.

—Lo sé —respondió, cruzándose de brazos—. Pero Pepper y mi padre no irán. Alguien debe estar allí. Potts me pidió que asistiéramos como representación de la familia. Y considerando que tus padres estarán presentes, la decisión no es tan absurda como parece.

Él volvió a fumar, esta vez con una exhalación más brusca, como si necesitara vaciarse de algo que no quería poner en palabras. El cigarro, consumido casi hasta la mitad, temblaba levemente entre sus dedos.

—No estoy interesado —cortó Nicolás con voz firme—. Aprecio todo lo que tu familia ha hecho por la mía, sí. Pero tú y yo terminamos. Y no tengo intención de fingir que eso no pasó. No quiero ser visto contigo. Mucho menos que mis padres vuelvan a verte.

Las palabras eran claras. Directas. Casi innecesariamente crueles. Pero ella no se inmutó.

—No te lo estoy pidiendo por nosotros —aclaró—. Esto no se trata de ti y de mí. Es un favor puntual, por una razón específica. Nada más.

Nicolás apretó la mandíbula. Dio una última calada al cigarro y lo apagó contra el borde metálico del barandal con un gesto brusco. Luego lo arrojó a un cenicero cercano.

—Nadie sabe que ya no estamos juntos —continuó ella—. Después de la fiesta, podemos anunciarlo. Puedes decir que fue por mi culpa, si eso te hace sentir mejor.

—No se trata de eso —contestó él—. Ventilar esa información no le conviene a nadie. Ni a ti, ni a mí.

Ella asintió lentamente. No insistiría más de la cuenta. No era su estilo.

—Solo piénsalo —dijo, sin alterarse—. Tienes mi número.

Cuando giró para irse, el sonido de su nombre la detuvo.

—Espera...

Se volvió con lentitud. No había emoción en su rostro. Solo curiosidad y cierto cansancio.

—¿De verdad crees que todo fue culpa mía? —preguntó él, ahora con una voz más baja. El tono no era derrotado, pero había perdido la arrogancia de antes.

—No se trata de culpas —respondió ella con claridad—. Solo de cerrar este capítulo sin más complicaciones.

Él asintió sin responder, el rostro sombrío. Su mano buscó inconscientemente otro cigarro, pero se detuvo a medio camino.

—Aún me pregunto qué pasó con la ______ Stark que conocí —murmuró—. Sigo creyendo que ella jamás habría hecho lo que tú hiciste.

Ella lo observó unos segundos más. Luego retomó su camino, firme, sus pasos resonando en la terraza como un cierre definitivo.

Horas después, su jornada concluyó. Recogió sus pertenencias, las llaves del coche tintineando entre sus dedos. Se despidió de su secretaria y de algunos colegas al pasar. Justo al llegar al ascensor, su teléfono vibró en su bolso, una notificación que hizo eco en el silencio de su corazón acelerado.

Era un mensaje del grupo general de la torre.

🎄 ¡Atención, equipo! (y Loki)🎄 

Como su brillante anfitrión, genio, inventor y el rey no oficial de los chistes malos, he decidido que nuestra Navidad necesita más emoción (y menos Thor rompiendo copas y botellas). Este año, tendremos nuestro ya tradicional "intercambio de regalos aleatorio" , y sí, eso incluye a Loki... Porque la Navidad no está completa sin un toque de posible traición festiva. 

Como saben tenemos Reglas básicas: Nada de regalar martillos mágicos, trajes de vibranio o cualquier cosa que implique explosiones. Aunque, si alguien regala una réplica de mí mismo, no me quejaré.

Los nombres fueron asignados al azar por nuestro fiable Jarvis. Y por favor, que nadie se preocupe por los precios... excepto tú, Thor. No, las cabras no cuentan como regalos.  🐐🚫

Los nombres han sido asignados al azar por nuestro confiable Jarvis, así que no se quejen. Los intercambios serán durante nuestra fiesta en la torre, que está equipada con suficiente comida como para evitar que Hulk se moleste (esperemos). 

¡A ponerse creativos y demostrar que el verdadero regalo es la capacidad de NO pelearse antes de la medianoche! 

— papá y sus mensajes creativos ...

Automáticamente recibió una notificación por parte de Jarvis de manera interna.

— el momento ha llegado. Srt. Stark ha recibido el nombre de "Loki" para el intercambio de regalos. Es un placer servirles... incluso en situaciones que podrían derivar en caos total.

¿Que tan bueno era que le tocara a Loki en su intercambio? 

Se conocían claramente, pero que tanto lo conocía a él como para encontrar algo que le pudiera gustar en su primer intercambio de navidad.

La ruta hacia la torre fue tranquila, el camino tomado hacia su hogar está libre de tráfico cosa que le permitió ir por algo de cenar antes de llegar a casa.

El ambiente del piso en donde tenían un "hogar" normal estaba cálido, las decoraciones de luces ya estaban encendidas y el árbol de navidad estaba encendido, junto con la "chimenea".

— ¡cuernitos, traje la cena!

Parecían una pareja que apenas comenzaba a explorar la vida juntos en un espacio propio. La ausencia de la mayoría del equipo por varios días acentuaba esa sensación de intimidad, como si vivieran solos en aquella enorme torre, claro, sin contar al personal de las plantas bajas que trabajaba en los laboratorios y oficinas.

La figura alta y elegante de Loki emergió de su habitación, su cabello aún húmedo mientras se secaba con una toalla blanca, un gesto que resaltaba su porte despreocupado.

—Tardaste más de lo que pensé —comentó con una ceja levantada y un destello de curiosidad en su voz.

—Lo siento —respondió ella entre una ligera risa—. Había algunos asuntos que resolver en la oficina, y al salir, decidí darme el lujo de pasar por Wendy's. —Levantó las bolsas de hamburguesas con una sonrisa traviesa antes de dejarlas con cuidado sobre la larga mesa de caoba.

—Podría haberte preparado algo —replicó Loki con un tono más suave, casi melancólico—. Dejaste tu desayuno a medias esta mañana.

—¿Acaso te has mudado a la cocina ahora? Nunca imaginé que te apasionara tanto preparar comida —bromeó ella, ignorando deliberadamente la última observación de Loki, aún sintiendo cierta incomodidad con la idea de terminar sus comidas.

—Me distrae de lo monótono que puede ser este mundo, mi lady —contestó él con una sonrisa sarcástica, sus ojos brillando con una chispa de ironía.

—Umm, pues si tanto te aburre... ¿por qué no te vas? —preguntó ella, con un tono juguetón pero que dejó un eco de confusión en el aire.

El rostro de Loki se ensombreció por un instante, una mirada confusa apoderándose de sus rasgos. Ella nunca le había dicho algo así.

—Estoy bromeando, tonto —se apresuró a decir ella, suavizando la tensión con una sonrisa cálida—. Sabes que no quiero que te vayas, por más aburrido que estés.

Loki la observó durante un momento antes de esbozar una sonrisa, aceptando la broma aunque en su interior no terminara de convencerlo del todo.

Pasaron el resto de la noche juntos, compartiendo risas y conversaciones mientras cenaban una generosa porción de comida rápida, saturada de grasas y acompañada de crujientes papas fritas y malteadas dulces.

La noche se fue alargando hasta bien entrada la madrugada, entre sábanas suaves donde esos dos amantes encontraban refugio en la calidez del otro.

—Sabes... es reconfortante estar solos tú y yo aquí —susurró ______, su mano acariciando suavemente el pecho de Loki por debajo de su camisa de algodón sintiendo su cicatriz, como si lo marcara únicamente suyo—, sin los sarcásticos comentarios de papá, las bromas de Nat...

—Sin las miradas desaprobatorias de Barton o del viejo soldado, ni los comentarios disfrazados de cortesía que ocultan su desprecio hacia mí —añadió Loki con una voz áspera pero honesta.

—Hey... eso no es cierto, no te odian —respondió ella, alzando la vista para encontrarse con la suya. Solo el gesto de Loki, arqueando una ceja con escepticismo, fue suficiente para que ella suspirara y cediera—. Bueno, tal vez un poco. Pero, ¿qué esperabas, Loki? Manipulaste a Barton como si fuera un simple títere... y él tiende a guardar rencor.

—Sabes que no fue algo que hice por voluntad propia, no estaba completamente en mis cabales —se defendió Loki, su voz cargada de una mezcla de culpa y resignación.

—Lo sé, cariño —admitió ella, asintiendo con una sonrisa comprensiva—. Pero lo mejor que podemos hacer es darles tiempo. Poco a poco se acostumbrarán a tu presencia, y sé que eventualmente todo mejorará.

—Dudo mucho de tu optimismo —murmuró él, desviando la mirada—. No creas que es fácil para mí escuchar cómo mencionan que debes quedarte con tu "ex perfecto" en lugar de conmigo, el idiota que casi destruye una ciudad entera... y que casi te pierde en el proceso.

Un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Ella entendía ese dolor, esa incomodidad que Loki sentía viviendo en la torre. Más aparte aún no sabía cómo comentarle lo de la fiesta con Nicolás.

—Lo que me sorprende es que te importe tanto lo que piensan ellos, Loki —dijo finalmente, sentándose para mirarlo directamente a los ojos—. Yo te amo a ti. No importa si casi destruyes el mundo mientras estabas bajo el control de un alienígena morado o si pusiste en peligro mi herencia familiar —añadió con un tono burlón, buscando aligerar el ambiente—. Te amo porque me has demostrado que puedes cambiar, que hay en ti una esencia única, auténtica.

—No sé si sea todo eso, ______ —admitió Loki, su voz cargada de honestidad—. Odio decirlo y admitirlo, pero he herido a muchas personas y causado tanto daño... No sé si alguna vez seré suficiente.

Ella tomó su mano con firmeza, como si con ese simple gesto pudiera anclarlo a la realidad, a la verdad más importante de todas.

—Para mí ya lo eres —susurró, y en sus ojos brillaba una convicción que ni siquiera Loki podía cuestionar.

Aceptó su comentario con una media sonrisa que intentaba cubrir la inseguridad latente en su interior. Era una calidez efímera, un destello de aprobación que rozaba su orgullo, pero que no disolvía por completo las sombras de inferioridad que se aferraban a él, recordándole que aún no encontraba su lugar en esta vida "nueva" que trataba de construir junto a ____.

—Espérame aquí, voy a desmaquillarme. Debo parecer un mapache en este momento —bromeó ______ con una risa suave, apretando la mano de Loki antes de levantarse de la cama. Su calidez se disipó con su partida, dejando un vacío que avivaba viejos pensamientos.

La falta de su contacto físico lo arrastraba nuevamente a aquella conversación con ella. Sabía, desde el instante en que puso un pie en Midgard, especialmente en esa imponente torre, que su presencia no era bien recibida. Las miradas incómodas y desconfiadas del equipo de los Vengadores, cada vez que se cruzaban en los pasillos, eran más elocuentes que cualquier palabra. Intentaban disimularlo, claro, pero para él, maestro en leer intenciones ocultas, era como si gritaran su desconfianza.

Estaba acostumbrado a no ser bienvenido; en Asgard había sido igual, aunque distinto. Todo había cambiado... por ella. ______ marcaba la diferencia, y eso le pesaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

¿Un dios, sintiéndose insuficiente por el juicio de simples mortales enfundados en mallas y armaduras brillantes?

Era absurdo, ridículo incluso. Pero ese sentimiento lo golpeaba con fuerza, empujándolo a querer desaparecer, a huir de un entorno que lo asfixiaba. El deseo de estar junto a ______ chocaba contra la muralla de odio y desconfianza que lo rodeaba, generando un conflicto interno que lo hacía sentirse vulnerable. Y odiaba esa vulnerabilidad, luchaba contra ella, incapaz de aceptar que emociones tan humanas pudieran afectarlo de ese modo.

Mientras tanto, en el baño, las palabras de Nicolás resonaban como un eco persistente en la mente de ______:

"Aún me pregunto qué pasó con la ____ Stark que conocí."

¿Quién había sido esa ______ Stark? ¿Y quién era ahora?

No quería sumergirse nuevamente en esos dilemas existenciales, cuestionándose qué estaba haciendo mal o repasando cicatrices de un pasado trágico que ya debería haber superado. Estaba harta de revivir viejas heridas, deseaba centrarse en las oportunidades del presente y en lo que el futuro podría ofrecerle. Pero, ¿cómo ignorar el peso de la culpa cuando sabes que has lastimado a alguien que no lo merecía?

Frente al espejo, ______ veía cómo su reflejo se distorsionaba con cada pasada del desmaquillante. No era solo el maquillaje lo que desaparecía, parecía intentar borrar fragmentos de dudas, de preguntas existenciales sobre quién era en realidad. "¿Es este el momento de cambiar? ¿Dejar atrás lo que fui?", pensaba.

Se quedó mirando fijamente sus propios ojos reflejados. "Tal vez estoy aferrándome demasiado a algo que ya no existe", murmuró para sí misma. Una vida que ya solo habitaba en su memoria. Un eco del pasado.

Que crisis de identidad tan fuerte

Con un suspiro profundo, dejó el pomo de algodón a un lado. Abrió uno de los cajones de madera, hurgando hasta el fondo, y sus dedos encontraron unas tijeras, frías y pesadas, como si supieran la decisión que estaba a punto de tomar.

—¿De verdad voy a hacer esto? —se preguntó en voz baja, dudando mientras sostenía el metal entre sus manos.

Pero la duda se disipó rápidamente. "No necesito recuperar nada. Es momento de construir algo nuevo", pensó. Tomó un mechón de su cabello negro, que caía casi hasta su cintura, y sin más rodeos, con la frase "el cabello vuelve a crecer" resonando en su mente, dio el primer corte.

El sonido metálico de las tijeras cortando el cabello rompió el silencio. Mechón tras mechón, su nueva imagen emergía del caos. No era prolijo; de hecho, el corte estaba lejos de ser perfecto, pero eso no importaba. Cada trozo caído al suelo representaba un pedazo de su antiguo yo abandonado.

En la habitación, Loki notó la ausencia prolongada de ______. Frunció el ceño, extrañado. Ella nunca tardaba tanto en prepararse para dormir. Impulsado por la curiosidad, se acercó a la puerta del baño.

—¿Linda? ¿Está todo...? —abrió la puerta y se quedó boquiabierto—. ¡¿Pero qué hiciste, ______?!

El sobresalto de su voz hizo que ella brincara, dejando caer un mechón que todavía sostenía.

—¡No me asustes así! —exclamó, llevando una mano al pecho para calmar su corazón acelerado.

Loki la observó incrédulo, sus ojos recorriendo el desorden de mechones en el suelo y el corte irregular en su cabello.

—¿Estás bien? —preguntó, suavizando su voz, acercándose con cuidado.

Tenía miedo que estuviera pasando por uno de esos "episodios" con su contraparte.

______ respiró hondo, sintiendo cómo el aire le llenaba los pulmones con una mezcla de nervios y liberación. Luego sonrió, aunque sus labios temblaron ligeramente por la emoción contenida.

—Nunca estuve mejor —respondió, dejando las tijeras a un lado con un gesto decidido—. Solo necesitaba un nuevo comienzo.

Loki frunció el ceño, su expresión oscilando entre la curiosidad y la burla, mientras se cruzaba de brazos, descartó rápidamente el que fuera su alter ego el que había hecho aquel desastre en su cabello, su mirada era tierna y brillante.

—¿Un nuevo comienzo? —repitió, inclinando la cabeza con una sonrisa ladeada—. ¿Esto es a lo que ustedes les llaman "cerrar ciclos"?

Ella asintió, sus ojos fijos en su reflejo. Observó su cabello irregular y mal cortado, como si cada mechón caído representara un fragmento de su pasado dejado atrás.

—¿Y a qué se debe esto? ¿Sucedió algo con tu padre o...?

______ lo miró a través del espejo. Sus ojos, normalmente firmes, mostraban una vulnerabilidad que él reconoció al instante.

—¿Fue por ese imbécil? —preguntó Loki, su voz teñida de una preocupación mal disimulada.

—No, no... Bueno, sí —admitió ella finalmente, girándose un poco hacia él. Su mirada suplicaba comprensión—. No quería contarte porque sabía cómo te lo tomarías y...

Loki se acercó, su ceño fruncido suavizándose ligeramente.

—¿Por eso te tardaste? ¿Estuviste con él?

—¿Qué? No, claro que no. Me lo encontré en la oficina y cruzamos un par de palabras.

—No me imagino qué fue lo que hablaron para que decidieras cortarte casi todo el cabello.

______ tomó sus manos, apretándolas con ternura.

—No fue... nada malo, ¿sí? Solo me dijo algo que me hizo pensar en que ya nada tenía que ser como antes y, bueno... he ahí mi decisión.

Loki suspiró, dejando que el aire se escapara con un dejo de resignación. Su mirada encontró la de Louise, sincera y abierta, y decidió creerle sin más preguntas.

—Entiendo, mi lady —dijo finalmente, con una sonrisa traviesa, acercándose para colocarse detrás de ella—, pero pareces un ogro con el cabello así.

Ella soltó una carcajada y le dio un codazo en el estómago, logrando sacarle el aire momentáneamente.

—¡Eres un grosero!.

Él se rió con fuerza, inclinándose para dejar un beso suave sobre su cabeza.

—Es broma, mi pequeña bestia —dijo, tomando las tijeras de nuevo con una chispa de diversión en los ojos.

Ella lo miró con escepticismo, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios.

—¿Qué piensas hacer?

Loki la guió suavemente para que se sentara en la tapa del retrete, colocando una toalla sobre sus hombros con una destreza sorprendente.

—Arreglaré ese corte de ogro que te hiciste —respondió con tono solemne, aunque sus ojos brillaban de picardía.

—¿Acaso también sabes hacer cortes de cabello? —preguntó ella, entre incrédula y divertida.

—Te sorprendería todo lo que soy capaz de hacer, linda —dijo, comenzando a trabajar con cuidado. Sus dedos rozaban de vez en cuando su cuello, provocándole escalofríos agradables—, Mi madre solía cortarnos el cabello a Thor y a mí. Con el tiempo, fui observando detenidamente cómo lo hacía. Cuando ella no estaba por asistir a reuniones en otros reinos, era yo quien se encargaba de cortarme el cabello.

— ¿aún la extrañas?

El la miró por el reflejo y solo asintió con una sonrisa cálida pero con melancolía.

El silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Era un silencio lleno de entendimiento, de caricias no dichas. La tensión se disipaba con cada mechón que caía, transformándose en una complicidad silenciosa.

—¿Sabes? —murmuró Loki, inclinándose un poco más hacia su oído mientras deshacía la ilusión de sus brazos y manos dejando ver sus cicatrices y marcas del uso de la magia del caos—. No importa cómo luzcas por fuera. Siempre serás la persona más fascinante que he conocido.

El corazón de ____ latió con fuerza, acelerado por la sinceridad de sus palabras. Se giró ligeramente, encontrando su reflejo en el espejo y, junto a él, la mirada de Loki que parecía atravesar su alma.

—Gracias, Loki —susurró, una sonrisa suave adornando su rostro.

Él dejó las tijeras a un lado sin pensarlo dos veces, inclinándose para rozar sus labios con los de ella en un beso delicado, cargado de ternura y promesas no dichas. El contacto fue breve, pero suficiente para encender una chispa que ninguno pudo ignorar.

Cuando se separaron, ambos sonrieron. Loki acarició su mejilla con suavidad, sus dedos trazando un camino invisible de afecto.

—Este nuevo comienzo también es mío, ¿sabes? —dijo en voz baja.

Louise asintió, entrelazando sus dedos con los de él.

—Entonces, empecemos juntos —respondió, cerrando la distancia entre ellos para sellar esa promesa con otro beso, más profundo, más seguro.

Y así, entre risas, caricias y miradas cómplices, encontraron en el otro el refugio que no sabían que necesitaban.

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Habemus actualización y maratón 🫣

Mi gente, desde hace tiempo me perdí y lo lamento, créanme que pasé por muchas cosas que me alejaron de este fic y bueno, la cosa es que ya volví.

Lanzare tres capítulos para que se vaya activando otra vez la historia.

Dentro de poco vendrán acontecimientos de una de las mejores pelis del capí, así que quiero que queden bien estructurados para subirlos todos de una.

Gracias por la espera, y espero que me sigan apoyando con esta historia que es tan especial para mí.
💕