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⊱❑┇   _____ Stark  ┇❑ ⊰

Estuvimos un rato abrazados en silencio. Su respiración chocaba contra mi oído y, de forma bastante molesta, me relajaba.

—¿En qué tanto piensas? —susurró, con esa voz que probablemente cree que es sexy.

—En nada, realmente. Tengo mareo... Y tú deja de pensar en lo de hace un momento, me pone ansiosa —lo miré, y él solo se pasó una mano por la cara, como si acabara de recordar que Tony Stark tiene un sistema de vigilancia más intenso que la CIA.

Mi cabeza divagaba, pero las voces seguían como si estuvieran en horario estelar. Y Hon... bueno, él tenía sus propios pensamientos.

Maldito calenturiento...

—¿Quieres que te traiga algo de beber? —me preguntó, como si el agua fuera a borrar el desastre.

—¿Tal vez unos shots? —respondí con una sonrisa inocente. Él me miró como si acabara de proponerle sacrificar un gatito.

—Creí que habíamos quedado en algo, Stank.

—Estoy bromeando, drama queen. Relájate un poco, no romperé mi palabra —me levanté de la cama, recogí su camisa y mis bragas del suelo como si recogiera la ropa de una pijamada y no la evidencia de un escándalo digno de telenovela.

—Señorita Stark...

—¿Qué quieres, JARVIS?

—Tiene visitas. Su padre la está esperando afuera desde hace un rato.

Nicolás me miró alarmado, como si mi padre fuera a atravesar la puerta con un lanzallamas.

— en ese caso es mejor que vaya yo... ¿Por qué me miras así? —pregunté mientras me abotonaba la camisa.

—Las grabaciones. Tony verá todo.

—¿Cuáles grabaciones? Oh... eso.

—____...

—¿Cómo crees que papá pondría cámaras en mi maldito cuarto? —ladeé la cabeza—. Bueno, tal vez audio sí... pero no es como si él no hubiera cogido con alguien antes de que yo existiera.

—No me gusta que me mientas —me miró serio, como si le acabara de patear el ego.

—Estaba ebria —me defendí con total dignidad.

—Igual que ahora.

—Y tú igual de amargado que siempre —le di un beso rápido en los labios antes de alejarme—. Ya vuelvo, drama enlatada.

Salí de la habitación, y por supuesto, las miradas se clavaron en mí como cuchillos en una tarta.

—¿Tengo algo en la cara o es mi aura de escándalo?

—Menudo espectáculo acaban de montar —comentó Clint sin despegar la vista del teléfono. Nat lo manoteó con cara de idiota, cállate.

—No fue para tanto, por Dios —rodé los ojos.

—¿Sigue ahí adentro? —preguntó papá, desesperado—. Juro que lo mato.

Le lancé una mirada asesina y luego miré al Barbie con barba que estaba a su lado.

—Odinson... ¿qué te trae por aquí? ¿Se te cayó el martillo en la Tierra otra vez?

Me respondió con una mirada que mezclaba enojo, juicio y drama shakesperiano.

—¿Me acaba de ignorar? —preguntó papá, indignado.

—¿Tú qué crees? —dijo Nat, riéndose por lo bajo.

Me dirigí a la cocina, necesitaba agua urgentemente. Tenía la boca como si hubiera lamido arena.

Escuché los pasos de papá y suspiré. Venía el monólogo paternal.

—Me llamaron porque supuestamente estabas teniendo un ataque... y lo que escucho al llegar parece sacado de una película para adultos.

—Estaba estresada. Nicolás vino. Pasaron cosas. Cosas que tú hacías en tus años mozos, ¿recuerdas? —tomé un sorbo de agua, como si fuera vino caro—. Fin del drama.

—¿Y por eso casi haces explotar la torre?

—Ay, ya. Qué dramáticos son, carajo —me quejé mientras servía otro vaso.

—¿Y tus modales? Hablas como si hubieras crecido en un callejón de Queens.

—¿Y tú qué? ¿Tomaste clases de té con la Reina Isabel o qué? No me des clases de etiqueta ahora, Anthony.

—Me preocupa que salgas huyendo de la empresa sin decir una palabra —dijo, acercándose.

—Tu hija pasó un mal momento, ¿sí? Ya pasó. Respira, relájate, y ve a arreglar tu ego —le di un beso en la mejilla y salí.

Regresé a mi cuarto. Hon se estaba vistiendo, aunque parecía haber perdido una prenda en el proceso.

—¿Ya te vas?

—Creo que es lo mejor. No quiero que me degüellen por haber tenido la mejor tarde de mi vida —rió.

—¿Por qué son todos tan exagerados? —le pasé el vaso de agua, que bebió como si le debiera la vida.

Me quité la camisa y se la devolví.

—Se te veía bien.

—Pero se te ve mejor a ti —respondí mientras conjuraba ropa más abrigada con un pequeño hechizo. Algo bueno tenía que salir de esas malditas lecciones.

Cuando terminó, me besó la frente.

—Te llamaré luego.

Asentí y lo observé irse. El cuarto era un desastre, como mi vida últimamente

Me puse a recoger, aunque mi cabeza seguía en modo: ¿en qué demonios estaba pensando? Fui impulsiva, sí. Pero necesitaba distraerme de mí misma.

—Hay algo de lo que deberíamos hablar —la voz de Thor me sobresaltó—. También podrías abrir una ventana, esto aún huele a...

—Thor, ve al grano antes de que te lance por la ventana —lo interrumpí sin rodeos.

—Es sobre la propuesta del otro día...

Me quedé quieta. La idea rondaba en mi cabeza desde antes de que llegara Nicolás.

—No me convence mucho, princesita con esteroides.

—Sé que no es fácil volver, pero valdrá la pena cuando estés mejor.

—Quiero recuperar mi vida antes de todo esto —lo miré—. Estoy harta de terapias que no avanzan.

—Déjame ayudarte. Te lo debo.

—¿Y si acepto cómo se supone que voy a volver ahí? ¿Con una sonrisa? ¿Dándole abrazos a los que casi me matan?

—¿Recuerdas algunos de los hechizos que aprendiste? —asentí cruzándome de brazos—. Se me ocurrió un plan... y puede funcionar.

—Te escucho.

Me tomó de los hombros y me sentó. Mal movimiento, porque ya me molestó.

—Te transformarás en mi hermosa Jane.

A este idiota se le aflojó un tornillo.

—¿¡Qué!? Mira, si extrañas a tu ex, ve, cómprale flores, y dile que aún guardas su cepillo de dientes. No soy tu reemplazo, Thor.

—No es por eso, ____ —dijo con tono de víctima—. Es para evitar sospechas. Nadie en Asgard la conoce bien.

—¿Y por qué no mejor Nat? O mira, hasta Sif sería mejor idea.

—Romanoff no tiene razón para estar en Asgard —se defendió.

—Por favor, esa mujer se mete hasta en el trasero del diablo si la misión lo amerita —bufé.

—Y Sif está en Asgard. Si descubre que tiene una doble, nos mata a los dos. Literalmente.

—Pagaría por ver eso —sonreí.

A regañadientes, empezaba a sonar lógico. Pero algo no me cuadraba.

—Bien, ¿pero qué estaría haciendo Foster en tu reino?

—No se me ha ocurrido una excusa concreta...

—De todo, menos una propuesta de matrimonio. No estoy para protagonizar una telenovela asgardiana.

Thor se quedó pensativo. Como si la idea no le pareciera tan terrible.

—Ya lo tengo. Un cumpleaños. Su cumpleaños.

—¿Qué? Ay, no. No me digas... —seguí ordenando la ropa tirada—. ¿Le harás una piñata? Porque si es así, conozco a un amigo de un amigo que hace shows infantiles.

—No, no, a mi Jane le encantan las estrellas, planetas y todo eso...

—Se llama astronomía, animal.

—Eso mismo. El plan va así...

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Aún no estaba muy segura de esto. Vamos, ¿qué clase de plan suicida implicaba jugar a disfrazarse de la ex de un dios mientras se paseaba por el lugar donde casi la revientan a lanzazos mágicos y comentarios pasivo-agresivos? Catastrófico era quedarse corto. No había hecho un hechizo de esa magnitud en semanas —meses, si somos honestos— y ahora me estaba jugando la vida en una obra de teatro cósmica.

La excusa para faltar al trabajo tampoco fue una obra maestra del engaño. Le dije a mi padre que tenía un resfriado, lo cual era absurdo considerando que rara vez en mi vida humana había tenido uno. Y usar "dolores de estómago" como plan B sólo consiguió que él empezara a hacer cuentas mentales con cara de "Oh, no, voy a ser abuelo".

Por suerte, se tragó el cuento de que estaba en mis días. Y cuando digo "tragó", quiero decir que hizo una mueca de horror y cambió de tema.

Tony Stark y los ciclos menstruales no son compatibles.

Aunque Hon no fue tan fácil de engañar. El idiota insistió en quedarse conmigo, como si fuera mi enfermero emocional en turno. Lo tuve que mandar a ver una maratón de películas tontas para distraerlo. Mentirle me dolió más que el hechizo, pero no tenía muchas opciones.

Después de preparar una ilusión bastante decente —una versión mía medio zombie y que respondía con monosílabos, como adolescente enojada— me escabullí hasta el punto de encuentro, donde Thor me esperaba. Claro, no podíamos invocar a Heimdall en medio de la torre. Si alguien veía ese rayo arcoíris en pleno Manhattan, tendríamos hasta reporteros de BuzzFeed preguntando si era una colaboración con Skittles.

— Creí que tardarías más —dijo Thor, con ese tono tan suyo de "hablo como si estuviera anunciando el fin del mundo".

— Tenía que dejar todo listo —respondí, cruzándome de brazos—. No es tan fácil fingir estar muriéndose cuando tienes un enfermero personal insistiendo en hacerte sopita.

— Bien, ahora cambia tu cara.

— Qué encantador eres —bufé, rodando los ojos.

Me concentré. Visualicé a la humana favorita del dios del trueno: mandíbula bien marcada, sonrisa cálida, ojos de "entiendo la astrofísica pero no que mi novio sea un dios intergaláctico con mamitis". Con un chasquido y algo de esfuerzo mágico, mi cuerpo se ajustó a la imagen.

— ¿Y bien? —dije, lanzándole una sonrisa coqueta—. ¿Lo suficientemente Jane para ti?

— Te pareces, pero ella es más hermosa.

— ¿Disculpa? —fruncí el ceño, claramente indignada—. ¡¿Cómo que más hermosa?! Thor, cariño, si querías morirte otra vez, podías pedirlo amablemente.

— ¡HEIMDALL!

— ¡No! ¡Nada de Heimdall! ¡Aún no te he lanzado el zapato metafórico!

Pero era tarde. La luz nos envolvió con su espectáculo multicolor y fuimos tragados por el Bifrost.

Nada como un viaje a Asgard para recordarme lo mucho que detestaba ese lugar. No por su arquitectura o sus cielos brillantes, sino por todo lo que había pasado allí. Por la gente que me traicionó. Por cierto idiota con cuernos que jugaba a ser encantador cuando le convenía... y luego me dejaba hecha pedazos.

Sí, Loki, estoy hablando de ti, aunque sólo sea en mi cabeza. Felicidades, aún rentas espacio en ella. Maldito.

— Jane Foster... —la voz grave de Heimdall me sacó de mi burbuja emocional.

Levanté la vista. Allí estaba él, tan imponente como siempre, ojos dorados brillando como si pudieran ver más de lo que deberían.

— Heimdall, mi amigo —dijo Thor con entusiasmo—. Ella es mi humana, Jane.

Sonreí, o al menos lo intenté. Heimdall me miró como si pudiera ver a través de toda la magia, todos mis secretos y, probablemente, hasta la ilusión de que me había puesto desodorante esta mañana.

— Bienvenida, Lady Jane.

— Gracias —respondí con voz temblorosa. Puntos extra por no sonar culpable.

— Bien, empecemos con el tour —anunció Thor, más alto de lo necesario, mientras colocaba una mano en mi cintura como si eso me diera algún tipo de inmunidad diplomática.

Caminamos por el Bifrost y mi mirada fue inevitablemente hacia el borde del puente, justo donde alguna vez caí... o me dejaron caer. No estaba segura cuál versión me dolía más.

Pero algo llamó mi atención: un ramo de flores descansaba junto a los soportes. No eran flores terrestres; sus pétalos parecían hechos de luz y cristal, palpitaban con una energía extraña, como si cantaran una melodía muda.

— Eso es nuevo —murmuré.

— Las colocan en memoria de quienes han... sufrido en batalla —dijo Thor, bajando la voz. Hubo una pausa incómoda—. Se hace cada luna, desde hace un ciclo.

— Qué detalle. ¿Y me toca aplauso de pie o sólo una flor por sobreviviente no oficial?

Thor no respondió. Tal vez no sabía cómo. O tal vez tampoco había perdonado del todo lo que pasó... ni a mí, ni a su hermano. Ni a sí mismo.

Apreté los labios, aguantando el impulso de lanzar un comentario más venenoso.

No era el momento. Aún no.

En mi mente paso el recuerdo de aquella rosa que me había regalado Loki.

—Él... él pidió que las dejaran ahí —dijo Thor con voz baja, casi reverente—. Vino personalmente unos días después de que le dimos la noticia. Padre le concedió el deseo de... despedirse bien.

Tragué saliva, sintiendo cómo el aire se volvía más denso a mi alrededor.

Maldito, maldito Loki.

—Debió... debió haberse decepcionado —murmuré, sin mirar a Thor.

—¿Qué quieres decir?

—Nada, olvídalo —ataqué rápido, desviando la vista hacia el palacio—. Tenemos cosas más importantes que hacer. Vámonos ya.

Él solo asintió, desconcertado, tomándome por la cintura antes de impulsarnos con su martillo. Sabía que no le convencía mi actitud, que notaba mi distancia, mi frialdad. Pero no podía darme el lujo de romperme. No otra vez. No tan pronto.

Frente a las enormes puertas doradas del palacio, mi pecho se apretó, como si una mano invisible intentara arrancarme el corazón. Cada rincón, cada sombra, cada brillo, traía consigo un recuerdo: algunos dulces como la miel, otros amargos como el exilio.

Caminamos en silencio, hasta que una voz suave y dulce como el canto de un arroyo me estremeció.

—¿Thor? Cariño...

Frigga. Sentí cómo se me erizaba la piel hasta la nuca.

—¡Madre! —exclamó Thor, girándose hacia ella.

Su rostro estaba tenso, ansioso. Yo, en cambio, permanecí de espaldas, esperando no desmayarme.

¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?

—¿Dónde te habías metido? Llevo días sin saber de ti.

—Ya sabes... estaba ocupado en Midgard y...

—Espera un momento... —sentí sus pasos acercándose—. Acaso...

—Ay, por favor, no. No lo hagas. —maldije mentalmente.

—¿Es ella, verdad?

¡TRÁGAME, MALDITA TIERRA, Y ESCÚPEME EN JÚPITER!

—Uh...

Y por supuesto, Thor callado como una piedra. Maldito grandulón inútil.

—Tú debes ser lady Jane —dijo finalmente Frigga con esa gracia diplomática que solo una reina puede usar cuando sabe que algo no cuadra.

Sentí cómo mi alma regresaba a mi cuerpo, temblando.

—R-reina Frigga —me giré, haciendo una reverencia torpe y apresurada—. Un honor.

—S-sí, mamá, es Jane —intervino Thor con una sonrisa exageradamente amable mientras me pasaba un brazo por los hombros. Yo apenas logré imitar la sonrisa.

—Vaya... no me esperaba esta visita. Thor me ha contado muchísimas cosas sobre ti.

—¿E-en serio? —reí con nerviosismo, sintiéndome como una estudiante pillada haciendo trampa en una prueba.

—Sí, querida... —me analizó con una mirada tan aguda que sentí que podía ver a través de la ilusión—. ¿Qué los trae por aquí?

—Quise traerla como un regalo de cumpleaños —intervino Thor rápidamente—. Ya sabes cuánto me gustan las sorpresas.

—Entiendo... ¿harán algo especial? —preguntó Frigga, claramente disfrutando del juego.

Thor soltó una risita suave.

—Pensaba llevarla a dar una vuelta por el palacio, la biblioteca... y quizá pasar algo más de tiempo privado.

Dios mío. ¿Privado? ¿Qué clase de fanfic estaba escribiendo Thor en su cabeza?

—Oh, entiendo perfectamente —rió con complicidad, tomándome de la mano—. Pásala bien, querida. Estás en tu hogar.

Me guiñó un ojo con picardía mientras se alejaba con sus damas. Me dieron ganas de desaparecer.

—¿Crees que se dio cuenta? —pregunté entre dientes.

—Lo más probable es que sospeche —respondí con una mueca.

Ella lo sabía todo. Lo leía en sus ojos.

Caminamos en silencio hasta detenernos frente a una puerta tallada, familiar y temida.

—Lograron repararla... —dije con un suspiro al ver mi antigua habitación.

—No del todo. Algunas partes quedaron destruidas. No es recomendable que entres.

Me detuve por un momento, observando la puerta. El silencio entre nosotros se volvió más pesado, como si cada paso resonara con fantasmas del pasado.

Seguimos hacia la biblioteca. El mismo olor a pergamino viejo y fuego de chimenea me golpeó en cuanto entramos. Me sentí revuelta. Nostálgica. Cansada.

—Creo que el anexo está arriba, hace mucho que no vengo —dijo Thor, y asentí, siguiéndolo.

La puerta del anexo era peculiar, con grabados en runas asgardianas y otros idiomas antiguos. Pero cuando intenté girar la perilla...

—¿Y la llave? —pregunté, ya temiéndome lo peor.

—¿Cuál llave?

—Dios, bendito el día en que me dejé convencer por ti —resoplé, empujándolo para intentar abrir con un clip de cabello—. ¡Maldita sea!

—Creí que mamá había quitado el hechizo...

—¿¡Hechizo!? Genial. Claro, porque lo único que le faltaba a este desastre era un encantamiento sellando la puerta —me di un golpe en la frente.

—Tiene que haber una manera...

Ambos guardamos silencio. Habíamos llegado demasiado lejos como para rendirnos ahora.

—Tengo una idea. Sígueme.

—No es por ofenderte, pero tus ideas apestan —mascullé mientras lo seguía.

—¿A dónde carajo vamos?

—Uh... bueno...

El camino comenzó a resultarme familiar. Demasiado familiar.

—No... ni se te ocurra, cara de chimpancé —me planté en seco, brazos cruzados.

—Mira, lo sé. Esto no está saliendo como planeamos, pero es nuestra última opción. Madre prácticamente le regaló esa biblioteca a él. Él puede ayudarnos...

—No.

—Vamos, Stark. No podemos irnos sin lograr lo que vinimos a hacer.

—Tú planeaste esto. Yo solo fui lo bastante estúpida como para confiar.

Thor apretó la mandíbula, claramente irritado.

—Stark, estamos perdiendo el tiempo. Tenemos que hacerlo.

—¿Es necesario? —lo fulminé con la mirada.

—Sabes que sí. No tienes por qué preocuparte. Él no notará que eres tú... solo verá a "mi Jane".

Suspiré. Mi ansiedad ya se manifestaba en forma de pequeños tics en la pierna. Finalmente cedí y eché a andar hacia el ala este.

—¿A dónde vas?

—¿A dónde crees? Al cuarto de Loki, ¿o ya se lo dieron también con todo y corona?

Thor se detuvo, se frotó el puente de la nariz y me miró con fastidio.

—_____... ahí no hay nadie.

—Sabes que sí. No me hagas pasar por loca.

Se acercó, tomándome por los hombros.

—Tienes que entender que nunca hubo nada ahí, Stark.

—No puedes decirme eso cuando yo misma lo vi.

—Otra vez no...

—¡Lo vi, Thor! —me solté de su agarre—. ¡Vi cómo se divertía mientras yo...!

—¡Entiende que todo fue una maldita mentira!

...¿Me gritó?
Sí. Odinson me gritó. Vaya joyita.

—¿¡Cómo que mentira si lo tenía frente a mí?! ¡¿Eh?! —le grité de vuelta, porque si vamos a perder el control, que sea parejo.

—¡Se metieron en tu cabeza, carajo! ¡¡No era real!!

Ah, claro. Ahora resulta que estoy loca. ¡Fabuloso!

—Bájale a tu tonito conmigo, Odinson —espeté, tragándome las ganas de llorar—. Yo sé lo que vi. ¡Escuché cuando me dijo que solo me usó! Que yo era... no sé, como una almohada emocional con beneficios. ¿Está claro?

—¡¿Puedes dejar de ser tan necia, por favor!?

—¡¿YO!? —bufé, y te juro que si hubiese tenido algo en la mano, se lo lanzaba—. Esto ya es ridículo.

—¡Dejá de actuar como una niña malcriada que cree que todo gira a su alrededor!

—¿Niña malcriada? —me reí, con esa risa que precede un asesinato en serie—. Perfecto. Dale, Thor, sigue. A ver si también me quieres decir que todo esto fue culpa mía, ¿no?

Se quedó callado. Clásico. Y entonces se desató la tormenta.

—Mi hermano se estuvo muriendo de culpa por días. ¡DÍAS! No comía, no hablaba. Solo se lamentaba, por ti. ¿Y todo por qué? Por una ilusión de mierda creada por Sigyn.

—¿Sigyn...? ¿Y esa quién es? ¿La versión asgardiana de Freddy Krueger?

—Era doncella de mi madre. Pero la echaron después de lo que pasó. La otra parte... bueno, fue una orden de mi padre. Era eso o matarte. Necesitaban separarlos a como diera lugar.

Ah, claro. Lógica asgardiana: "Si no puedes resolverlo, borra la existencia de alguien". ¿Qué sigue, meterme en una piedra?

—¿Separarnos...? —pregunté, con la garganta cerrada—. ¿Y a quién se le ocurrió que esa era una buena idea? ¿A Odin en sesión con el club de 'papás ausentes'?

—Loki iba a sacarte. Todo estaba planeado. Un portal, una identidad nueva. Iban a desaparecer. Pero mi madre no estaba. Sin ella, no pudieron hacerlo a tiempo.

Y ahí estaba. La explicación que jamás pedí pero que igual me dejó hecha trizas.

—¿Y por qué nadie me dijo nada?

—Teníamos miedo... de cómo ibas a reaccionar.

—¿MI reacción? —me reí de nuevo, como una loca—. ¿Miedo de que llore? ¿De que les grite? ¿De que me ponga a lanzar fuego por los ojos? ¡Genial! Porque adiviná qué: lo hicieron peor. FELICIDADES.

—Lo lamento...

—No, no lo lamentás. Lo lamentás ahora que me ves enojada. ¿Sabés cómo me sentí creyendo que él me había dejado sin una puta explicación? ¿¡Cómo carajos pensaron que ESO era una buena idea!? —levanté el dedo—. No respondas. Tema cerrado. Vamos a terminar esta farsa porque me quiero largar de este lugar.

Thor asintió como quien acaba de perder una discusión con su pareja en medio del supermercado. Y caminamos hasta las celdas. Me quedé afuera. Porque claro, ahora también soy decorado.

Mientras procesaba toda la porquería que acababa de enterarme, las piezas empezaron a encajar solitas. El porqué no lo había visto más. El porqué ese "Loki" que me rompió el corazón era tan... robótico. Y claro, todo era teatro. Un maldito teatro con efectos especiales de trauma.

—Eres tan malo mintiendo que hasta me das pena.

Esa voz.
Esa maldita voz que me conocía mejor que yo misma.

—No estoy mintiendo. Madre me dio permiso para esto...

Las puertas se abrieron. Thor salió primero, con esa cara de "no hagas un escándalo, por favor". Y luego... apareció ÉL.

Loki.

Parecía un fantasma de sí mismo. Más pálido que un vampiro en huelga de sangre. Las cadenas colgaban de sus muñecas y tobillos. Se veía... mal. Demasiado mal.

Y yo me sentí peor.

—¿Esa es tu mascota? —preguntó con esa expresión de desprecio sofisticado que tan bien le sale.

Su mirada me recorrió de arriba abajo y cuando se encontró con la mía, fue como un puñetazo directo al alma.
Y mi estúpido corazón decidió actuar como si estuviera viendo al amor de su vida. Otra vez.

—Oh, no le digas así, Loki —dijo Thor, abrazándome por los hombros como si eso no fuera incomodísimo—. Es mi novia. Jane.

—Pues... para gustos, colores —murmuró Loki con una mueca.

No sabía si quería patearlo, abrazarlo, o arrancarme el alma con una cuchara.
Pero claro, lo importante aquí es mantener las apariencias.

—Vamos —dijo Thor, sonriendo como si estuviera en una cita doble en Disneylandia—, a buscar el regalo para mi hermosa Jane.

esto de mentir no se nos daba bien a Thor y a mi.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
Llegamos nuevamente hasta la biblioteca y de ahí los guardias nos dejaron solos. No cruce ni una palabra y trataba de mirarlo y talvez tener una respuesta por su parte pero al parecer el hacía de cuenta como si no existiera.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀
— ¿en serio? Ni loco te daré uno de esos libros —gruño loki.

— madre me dijo que estaba ahí, solo déjame entrar por el, no creo que sea para tanto hermanito.

Parece que se quedó pensándolo un tiempo y en eso volteo a verme y fijo su mirada en mi pecho, por reflejo lleve mi mano a este y cubrí mi cadena torpemente.

— dudo que tú bestia midgardiana quiera alguno de estos libros.

Uh, estaba siendo rudo y dolía.

— deja de decirle de esas maneras, mi Jane no es ninguna bestia —hasta parecía que me defendiera de verdad el tonto con el martillo—, ¿abriras o no?

Resignado y con fastidio Loki se acepto hasta la puerta y con ambas manos tocó la perilla, unos cuantos destellos salieron de esta para luego dejarle abrir la puerta.

— no se lleven nada más que eso.

Camine detrás de Thor hacía aquel lugar y nuevamente Loki se quedó observando mi cadena y luego mi rostro, no tenía expresión y aún así me sentía intimidada y avergonzada.

Nos adentramos a lo que parecía ser un anexo bastante pequeño pero lleno de estantes de libros junto, cada uno parecía tener su propio apartado para ser exhibido.

— aún no me queda claro porque tu mascota quiere un libro de estos... No es especialmente para ser leído.

Thor me miró mientras ojeaba un libro de tapa roja con relieves en dorado.

— lo sé, ella está realmente interesada en las estrellas y quería que-

— no me interesa, solo será prestado, aún siguen siendo de Madre.

Sentía que le estaríamos casi robando a Frigga, pero como Loki dijo, sería un préstamo.

Observé cada libro pero uno en especial se llevó mi atención.

— este se parece al enquiridion —dije con burla  y me acerque hasta el.

— que tus sucias manos no toquen ese libro, tiene conocimientos que un simple humano no comprendería.

Voltee a mirarlo y su mirada sería provocó que me quedara estática.

Lo odiaba por ponerme tan nerviosa.

— si te gusta ese, llévalo —dijo Thor despreocupado.

Una carcajada llamo nuevamente nuestra atención.

— no me digas que en serio piensas darle el Mørkehold a tú bestia.

— ¿mor-que? —no pude evitar preguntar a lo que recibí una de esas típicas caras de fastidio de Loki.

— el Mørkehold o más conocido en tu... Mundo, como Darkhold, es el libro de los condenados —se acercó hasta mi y me miró fijamente—, los conocimientos sobre magia que contiene están fuera de tu entendimiento, así que no les recomiendo que se lo lleven.

Lo vimos darse vuelta, y salir del anexo mientras que yo y Thor nos quedamos solos.

— creo que es ese —susurro.

— ¿no acabaste de escuchar lo que dijo tu hermano? —respondi en el mismo tono—, ¿y si es muy peligroso?

— no creo que sea para tanto, lo devolveremos luego de que te mejores.

Mi mente estaba dividida en dos, hacerle caso a Loki o arriesgarme hasta el final.

Pero un momento.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Yo no soy una humana

Ya no como tal.

Así que esto puede ser algo bueno.

⠀

⠀⠀⠀⠀⠀⠀

¿No?

Agarre el libro y trate de crear una ilusión en este para que en ves de la tapa negra tuviera la de uno de los libros que había agarrado Thor hace poco. Tome otro libro y lo sustitui por el darkhold de dónde estaba.

— bien, vámonos —dijo Thor.

Saliendo de ahí trate de guardar el libro en la mochila que había llevado, no sé si es que era muy grande el libro o muy pequeño el bolso que llevaba que no quería entrar del todo.

Por andar de distraída no me fijé por dónde caminaba y terminé chocandome contra Loki.

— deberías ponerle una cadena —se alejo de mi fastidiado—, viendo que también camina como un duende deberías de poner más atención por dónde la dejas.

Mis ganas de pegarle una patada en lo huevos eras bastantes, era un odioso y patán de primera.

— ya cálmate, deja de ser tan imprudente con mi Jane.

— tu Jane —bufó—, ahora entiendo por qué te conformas con tan poco.

Fue lo último que dijo mientras salíamos de la biblioteca. Al salir nuevamente los guardias lo esperaban afuera, en dónde le colocaron nuevamente las cadenas para llevarlo hasta la celdas.

— no fue un placer conocerla, bestia humana —su sonrisa burlona fue fugaz para luego ser jalado por los guardias.

Me quedé viendo cómo se alejaba cada vez de dónde estábamos y sentía mi corazón irse con el, nuevamente mis sentimientos hacia el se ensendieron como si solo de las cenizas de un Fénix se tratacen.

— _____... Lamento por haberte gritado hace rato.

— tranquilo, fue un momento de tensión —respondí con simpleza restándole importancia.

— ¿como te sientes?

— como una estúpida.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

Antes de irnos decidimos cruzar la mitad del puente a pie, por lo menos quería recorrer lo que no pude la última vez.

Ninguno hablo, ni una palabra o un quejido, solo el sonido de las olas y el suave viento que chocaba contra nosotros. Cruzamos por la parte donde fue mi caída en dónde no pude evitar detenerme a ver aquel ramo.

— son rosas eternas, no se marchitan o se derriten en cuanto el corazón de quién las creo aún siga latiendo por la persona que ama o por su propia vida.

— el me había dado una, al otro día de que estuvimos juntos... Pero la perdí de camino acá.

— Toma una si quieres —me dijo—, eran para ti desde un principio.

Lo mire por un momento y luego fijé mi vista en aquel ramo, me agache y tome una de las más pequeñas pero más hermosas.

Sentí una corriente de calor recorrer mi cuerpo cuando la toqué, tal como cuando agarre de la que me había dejado sobre mi cama esa vez.

— vamos, ya es hora de irnos antes de que sorpechen.

Me levanté y asentí guardandola en mi bolso. Caminamos lo que faltaba hasta el Bifrost reuniéndonos con Heimdall nuevamente.

— espero haya tenido una buena visita aquí... lady Jane.

— muchas gracias.

El sabía.

¿como? No sé, se suponía que mi hechizo para ocultarme no había funcionado tanto tiempo.

Heimdall nos mandó de vuelta a la tierra, un lugar más específico, la torre.

Estaba solo, parecía que la mayoría estaban fuera por algún tipo de misión o reunión, al entrar bien a la torre me percate del sonido de la música de ACDC  en la planta baja, el taller de papá, baje unos cuantos escalones en dónde me concentre con una de las mejores escenas que e podido ver en mi vida.

Nada me ponía con los ánimos altos como ver a papá lleno de alegría.

Me devolví hasta mi cuarto y para mí suerte al ver en mi habitación mi ilusión seguía intacta.

— ¿puedes con eso sola? — me dijo en cuanto vio que salía de mi habitación  mirandome curioso.

— haré lo que pueda, solo espero que no me mate.

Nos despedimos y Thor solo salió de la torre volando quien sabe a dónde.

Me senté en la cama y no pude evitar soltar un suspiro largo. Me sentía de lo peor, más porque Loki nunca me había engañado con otras chicas ni menos me tocó con que me quería pero yo nunca le creí.

¿Cómo le iba a creer al dios de las mentiras?

Aún sabía que me había mentido al principio, yo llegue a dudar con que quisiera tomar el poder de la gema pero con el pasar del tiempo mis sospechas ya no eran tan grandes, En cambio, mi cariño fue lo que creció.

Tome la mochila y saque aquel libro y la rosa. Observé ambos y me quedé dudosa en saber que hacer.

Tenía miedo por lo riesgoso que podía llegara a ser el libro, pero tenía que intentarlo por lo menos.

Fui por un pequeño jarrón hasta mi estantería y lo llene de agua y la rosa  para dejarlo a un lado de mi tocador.

Abri ese libro que estaba tan pesado que preferí dejarlo a un lado de mi.

Sentí que el ambiente cambio, era frío y hostil.

Capitulos de ritos, encantamientos y hechizos que no creí imaginar estaban en cada página.

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Un hechizo, que me proporcionaría regeneración y más protección sonaba como la mejor idea, pero no la más seguro ya que no sabia que efectos secundarios tendría hacer está mamada.

Me lo pensé mucho, hasta casi dos horas. Mi razonamiento estaba fallando y se me estaba volviendo la cabeza un nudo.

Pero el que tenga miedo a morir que no nazca.

Pero no quiero morir para ser sincera.

Me acomode en mi cama y lo único que hice fue leer cara una de las especificaciones que tenía el hechizo.

Me concentre lo suficiente como para que las palabras que estaban escritas se quedarán grabadas en mi mente. Sentí como mi pecho empezaba a comprimirse y a faltarme el aire llegando a sentirme fatal.

Abrí mis ojos y todo a mi alrededor era oscuro y borroso apenas si sentía que estaba tocando el suelo.
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— Ok.
Ahora sí me asusté.

Las voces distorsionadas no cesaban y eran tan confusas que era difícil concentrarme en que era lo que decían específicamente.

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sabia que mentalmente no estaba bien, pero si era capaz de aguantar lo que más podía.

¿Que otra opción más tenía?
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Ḋ̴̺͈̫̀̃͜ͅȅ̶̛͉̘̉b̵̡͙̣͕̪̣͓̦͂̾͂ͅẻ̴͔̙̫͔͆͐̈́̂̐̓̆͂̕r̶̛͉̘̟͍̻̩̝͔̀͑̀̇͠ą̴͎͕͉̝̻̰͈́̄̐́̊͝͝͠s̷̥͓̫͎͌͂͝ ̸̠̳̰̮̥͖̖͕̽̂̅̊̈́͂̇̉̆͝ȓ̷̦͊̓̉̂̉̌̚e̵͉̲͉͂͌̈́̉͛̍ñ̷̯̲̺u̴͖̻̜̞̼̖̱͒͛̿́̓̓̅̉͌̕͜ͅn̸̡͇̣̪̣͐̉̃̊̏̇͒͋̋c̶͔̣̘̲̩͓̼͔̃̓͆̐͂͑̀̿̇̿i̴̙̜̜̹͍̫̗̺̲̾̏́͐͠ȃ̴̧̠̜̖̹̝͂̑͂̈͒̾̈́͠r̵̙̳̫͙̗̓̾͗̋͛̈͠ ̶͚̣̠͇́̏̊̓̑͑̎̋͠͝a̷͈̮̦̠͎̱͇̓͊͗͑̅̐̎͘͜͝ ̸͔̹̣͇͈̦̻̗̓̏́a̴̛̭̫̙̻̳͋͗̋̎̏̈́̕͘q̷̛̛̱̝̼̯͉̼̦̘̟̯̐̽̈́̍̕û̴̳̑́̋e̷͈̊ĺ̵̛̬̬̥l̷̩͉̙̦̀̅͗̓͘ó̸̙͉̦̝̰͙͈͐́̌̿̉͘ͅͅ ̴̢͎̼̠͈̰̓̽̿͋̓͜͝͠͝ͅq̶̥̊̆̊͆̓u̴̡̙͖͒̓͑̍͒̾̏̕ͅe̶̢̨̓̒̅̽̇͂ ̸̘͎͉̺͔̺̒͊̃͝s̵͎͙̪̬̣̟̩̓̇̿͜e̸͕̼͂͝ ̷̨̙̲̼̀̔̃͑͐̈̎̇̉̿ͅt̶̫̽͊e̵̛̛̿̔͐̿̃̊͂͜͝ ̶̮̥̍͋͑̑ͅf̶̯̫̥͍̦̫͕̳͕̽̀ư̵͕͖̘͆͐̕̚͘e̴̺̹͙͌̂͂̋͌̾͛̆̚ ̶͓̳̹͐͊͗̓́͋̈̕o̸͉͖͋̇͘b̶̛͚̺̏̓͐̊͊̐͝ś̴̛̞̩̭̈́̂̈͝ȅ̸̡̝̪̪̙̙͖̻͙͔͌̈́͂̇͗̐̚q̶̢͇̖̬̭̜̺͚̞̼́u̶̧̻͇̯̦͉͈͙͉̥̓͑̓̉̀̐̌ī̷̼̍a̶̭̓̃̿̓͠͝d̸̢̳̭̅o̶̧̢͚͇̟̪̲̙͍͂͋̈̊̃ ̶̨̝͔͖̤̞̭̟̙̏͂͒̈́̚p̶͇̰͛̆̐̐́̔̅̈́̊a̴̡̫͇͖̺̣͙̬̩͐̇̐͋̔̋́̿͝r̴̺͖̼̩̥̭̿͜a̸̛͕̙̦͗̏̊ ̸̧̢͈̥̆͛͑͐̀̈́͆͘͝p̵̮̫̰̠͈͙̔̾͒͋̏̍́̉̊̕ó̵̼̲̲͍̣̉̔͘d̶̙̭͇͕̪̣̻͉̬͌̒̂̇̓̑͛̅͑̒ę̴̠̖͗͒̃̃̓̂͊͘̚͝r̸̗͈͕͕̫̼͉̒̉͂̀͜͝ͅ ̷̨̢̧̛̛͙̺̞̔̒̍̍r̶̡͕̮̫̮̗͎̃̐̅̾̇́̏̓̅͑e̵̺̤̖͉̅͑͜͠c̶̘͈̦͉̔͐i̶̖̝̗̮̽͛͌́b̶̢̮̘̖͉̤̙̳̊̎̃̈̓͛̒͜i̷̛͍̝̔̑̈̓͑r̸̢̧̛̪̞̺̮̬̈́̍́͒͜ ̵̡̟̙͓͇̭̣̣̲̋̅̿͂͊ť̷̢̟̳̣͕̗̟͍ṵ̴̂̈̇̎ ̸̧̱̻̩̲̺̐̿̋̄̔́̽g̶̫̬̼͖̞̗͔͒̓̊̀̌͐͜͠r̴͔̣̯̤̩̤͚͈̬͗̑̌́̍͗̈̕a̸̬͓̣̤̗͒̋͂̈n̴̢̫̲̭̘͋̀ ̸̞̱͍͈̳̏p̸̞͓͒̔͋̂̈́́o̷͎͌̀́̈́̒͘ḏ̸̨̞̦̰͓̔̈́͠͠e̷̹͎̳͊̽͋̿̐̇̈́͑͛͘r̶̢̛͎͖̫̬̓̾̚.̴̨̡͖͙̣̲͔̌̊͊̈̔̂͜͝.̶͖̘͈̪̙͕̝̞̙͛̍̒͘.̶̲̗̯̣̒̊͂͗̔̉̕

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¿ᎪᏟᎬᏢͲᎪՏ?⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀

...

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¿Acepto...?

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✩｡:•─────❁ words: 4.9k ❁─────•:｡✩

¡WATTPAD ME LA MAMAS!

Casi no me deja subir el pinche gif :')

(Que de hecho también fue hecho por mi)

Hey! Acá con el otro cap de este pequeño maratón, este si ya fue más extenso y más... Picosito y con dramita pues.

Ahhhhh y nos volvemos a encontrar con el papasote de Loki.

Sin más, pásenle rápido al siguiente y creo que último.

🦦