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_____ experimentaba una maraña de emociones contradictorias. Su vida, que antes había transcurrido en una relativa estabilidad, comenzaba a transformarse lentamente, arrastrada por las secuelas de lo vivido y por los nuevos sentimientos que emergían hacia aquel joven que había irrumpido de forma inesperada en su esfera emocional. La dualidad entre la ilusión del romance y el temor de una nueva herida la mantenía en constante tensión interna. No sabía si rendirse a esa chispa creciente o mantenerse firme en sus barreras protectoras.

Había hecho todo lo posible por proyectar una imagen impecable. Conocía de sobra el ambiente empresarial de su padre, pues ya había estado inmersa en él bajo el rol de "pasante" e inversionista, una etiqueta que le colgaban con condescendencia. Era consciente de las críticas que circulaban en las sombras: cuestionaban su competencia, su elegancia, su simple presencia. En público, todo se disimulaba con elogios vacíos; en privado, era otra historia.

Como si la reserva o la discreción fueran defectos en lugar de virtudes.

Cargaba el apellido Stark como una armadura pesada, que no siempre la protegía. Si bien había demostrado sus habilidades y competencias en numerosas ocasiones, para muchos eso no parecía suficiente. Los socios e inversionistas más allegados a Tony y a sus padres no veían más allá de su apariencia o de lo que ella representaba para el legado empresarial. La juzgaban por nimiedades: el estado de su cabello, su timidez, su forma de hablar, su actitud retraída. Siempre encontraban un motivo para descalificarla.

Durante un breve periodo, pareció encontrar una tregua. Los comentarios malintencionados disminuyeron, y eso le permitió abrirse a nuevas personas, construir vínculos, incluso entablar relaciones afectivas. Pero el desenlace fue el de siempre: acababa convertida en la villana del relato dorado de la alta sociedad. Era la figura atípica, la que no seguía el libreto, la que ponía incómodos a los demás con su autenticidad. No importaba lo que hiciera: siempre había algo de ella que resultaba "inadecuado" para aquel entorno.

Había crecido sin el afecto necesario, y eso moldeó su percepción del amor. Interiorizó la idea de que debía esforzarse para ser digna de cariño, que amar implicaba sacrificio y sumisión. Cada relación sentimental se convertía en una batalla entre lo que sentía y lo que creía merecer. Los lujos que recibía de sus parejas, que en el momento parecían gestos de afecto, terminaron por forjarle una imagen caprichosa, permisiva, y hasta dependiente.

Ni Pepper ni Tony supieron ver del todo lo que ocurría tras bastidores. Ignoraban los detalles que hablaban de una joven que necesitaba más guía que regalos, más contención que indulgencia. Pero alguien sí lo notó.

Natasha Romanoff, con su agudeza y sentido maternal encubierto, fue la primera en intervenir. Le dio la conversación que toda niña debería tener con su madre en algún momento crucial de su crecimiento. Una conversación que, hasta entonces, a _____ le había sido negada.

Habló con ella sobre respeto propio, sobre el valor de imponer límites y sobre la importancia de no permitir que los hombres decidieran por ella bajo la excusa del amor. Natasha le mostró que amar no debía doler, que su integridad emocional no podía negociarse por la aprobación de otros.

Fue ese punto de inflexión el que la llevó a replantearse su lugar en el negocio familiar. Decidió explorar un camino distinto: el ballet. Aquella disciplina exigente le ofrecía una mezcla de estructura, expresión y escape. No obstante, ni siquiera ese refugio artístico fue suficiente para alejarla del peso emocional que arrastraba por su tiempo en Stark Industries.

Frente al espejo, ajustó su vestido con meticulosidad. También se acomodó los pendientes, como si esos pequeños gestos pudieran blindarla del juicio externo. Su mirada reflejaba un agotamiento profundo, pero también una voluntad férrea. Debía regresar a su antiguo lugar de trabajo, por más que lo detestara en ese momento.

Su intento por escabullirse discretamente fue frustrado por los escoltas de su padre y por Harold, siempre atento. Apenas cruzó el umbral de las puertas principales, el ambiente se tornó denso y predecible.

Sonrisas forzadas. Comentarios huecos. Hipocresía revestida de cortesía empresarial.

"Nos alegra tenerla de vuelta."

"Se ve mucho mejor, señorita."

"Un placer volver a verla."

Frases que pretendían disimular lo evidente: la mayoría de los presentes la despreciaban o la consideraban una figura decorativa. Ella escuchaba los susurros a sus espaldas y veía los gestos ocultos tras las palabras amables. Sabía perfectamente que muchos la consideraban una carga, una niña mimada que no tenía cabida en un mundo de tiburones corporativos.

Los pasillos eran un desfile de hipocresía: miradas furtivas, sonrisas congeladas, lenguaje corporal pasivo-agresivo. Finalmente, llegó frente a la puerta de su nueva oficina. El espacio, más amplio de lo habitual, había sido diseñado con supuestas consideraciones a su comodidad física, aunque eso no mitigaba el malestar emocional.

—Evitamos poner muchas decoraciones para que te puedas desplazar sin problemas —comentó Happy con una voz amable.

—Gracias —respondió, sin disimular la falta de entusiasmo.

—La oficina de Pepper está cerca. Y, bueno...

—¿Qué se supone que debo hacer? Dudo que vuelva a sentarme en un rincón a contar facturas —dijo, mientras se sentaba sobre el escritorio, cruzando los brazos con cierta rebeldía.

—Dada tu situación... pensamos que lo más prudente es que te encargues de la Fundación Stark. Es una forma de seguir aportando sin exponerte a los riesgos del trabajo de campo.

—Vaya, qué alentador —ironizó.

—Has pasado por demasiado, _____ —Tony colocó una mano en su hombro, buscando transmitir consuelo—. Y lo mejor es evitar misiones, combates o cualquier situación que vuelva a poner tu vida en peligro.

—Entonces, básicamente, seré una vengadora que no puede ser vengadora.

—Algo así —respondió con una leve inclinación de cabeza.

—¿Como Maria Hill? Pero ella es de S.H.I.E.L.D., y aún así participa activamente...

—¡Pero este puesto es incluso mejor que el de ella! —replicó Stark, medio en broma, medio en serio apretando los dientes—. Si necesitas algo, llama a Pepper. Ella llegará en unas horas, pero mientras tanto, yo estaré al tanto de todo.

Ella asintió, sin decir más, aceptando lo inevitable.

Cuando quedó sola, se acomodó lentamente en la silla del escritorio. Sus dedos recorrieron distraídamente la superficie pulida, mientras su mirada se perdía entre los detalles del entorno: las plantas ornamentales, los cuadros abstractos, la paleta neutra del mobiliario.

Todo le parecía monótono y vacío. Un espacio diseñado para simular bienestar, incapaz de acallar la tormenta que todavía rugía en su interior.

Después de un rato, se dispuso a revisar los informes sobre el escritorio. Eran números, cifras y balances detallados de cada área de la fundación. Al analizarlos, detectó varias irregularidades en la sección financiera de las donaciones, lo que implicaba que debía reunirse pronto con el responsable de esa división.

Apenas comenzaba su jornada laboral y ya tenía que lidiar con reuniones.

Pasó horas revisando cada línea, sumida en los detalles y anomalías, hasta que olvidó por completo que había quedado con alguien para almorzar.

Unos golpes suaves la sacaron de su concentración.

—No puedo creer que el trabajo ya me esté desplazando —bromeó Nicolás desde la entrada.

—Se supone que para eso vine —replicó ella sin alzar mucho la vista de los documentos.

—Ya veo que estás ocupada —comentó mientras se sentaba frente a su escritorio.

—No tanto como para no regalarte un poco de mi tiempo, cariño —respondió, dejando los papeles a un lado, quitándose los lentes y recostándose contra el escritorio con una sonrisa.

—Con esa sonrisa me vas a matar algún día.

—No exageres —rió, divertida.

—Déjame ver cómo luce mi hermosa socia en su primer día de trabajo.

Nicolás se levantó, fue hacia ella y la ayudó a ponerse de pie con ambas manos.

—Sabía que te verías bien —dijo, mordiéndose el labio inferior—, pero no tan bien. ¿Son Jimmy Choo, verdad?

—Mmmhh —respondió, sonrojándose—, tienes buen ojo.

—Claro, por eso me gustas tú —agregó él, recibiendo un leve golpe en el hombro por parte de ella, avergonzada por su comentario.

Aún le resultaba extraño ese cariño. Después de todo, él había sido su mejor amigo y ahora era su novio.

—Es casi la hora del almuerzo. ¿Quieres salir a comer? O...

—No tengo mucha hambre, pero gracias.

—_______, no me mientas.

—Estoy bien —se soltó de su agarre y volvió a sentarse—, solo no tengo hambre.

—Sabes que no te creo cuando apenas tocas la comida —le dijo en tono serio.

—Entonces no me creas —respondió con frialdad, sin mirarlo a los ojos.

La tensión creció. Nicolás estaba preocupado: conocía el trastorno alimenticio con el que ella había luchado y temía que estuviera recayendo.

—Linda, yo...

—¿Sabes si Carusso sigue a cargo del área financiera? —interrumpió abruptamente.

—Eh... según tengo entendido, ahora su hija ocupa ese puesto.

—¿Alessia? —su sorpresa era evidente—. Tiene que ser una broma.

—¿No eran amigas?

—Si por "amigas" te refieres a una traidora que se metió con mi ex, entonces sí.

—Oh...

—Sí —respondió mientras se acomodaba el cabello con frustración—. Tendré que reunirme con ella esta semana —bufó.

Nicolás le dio un beso en la cabeza.

—No te presiones. Solo discutirán lo de las donaciones, nada más.

—Eso espero...

Pero las cosas no salieron como esperaba. Tras días agotadores en la fundación, su asistente logró concertar una reunión con Alessia.

La historia entre ellas se remontaba a los primeros meses de su pasantía en la empresa. En una de las fiestas de Tony Stark, conoció a Alessia, una italiana un año mayor que nunca dejó de verla como una intrusa: una chica retraída y fuera de lugar entre la alta sociedad.

Con el tiempo, Alessia se ganó su confianza y fingió ser su amiga, solo para después involucrarse con Stan, su entonces pareja.

Alessia era deseada por muchos. Su presencia imponente, piernas largas, rostro simétrico y actitud seductora la hacían destacar, y lo sabía.

Cuando Alessia apareció en la oficina, la atmósfera cambió de inmediato.

—Alessia...

—¿Quién decoró este lugar? Parece una funeraria —dijo, quitándose los lentes con desdén—. Ah, eres tú. Pensé que te habías ahogado como una ballena.

—Mmm... también me alegra verte. Por favor, siéntate...

Antes de que terminara, Alessia ya había dejado su abrigo y bolso sobre el escritorio.

—Ve al grano. Tengo cosas más importantes que hacer.

—Claro —la voz de _______ se quebró levemente—. Detecté algunas inconsistencias en el ingreso de donaciones.

—¿Y qué tiene eso que ver conmigo? —respondió sin despegar la vista de su teléfono.

—Estás a cargo de esa área. Creí que lo correcto era discutirlo en persona.

—Podrías haberlo resuelto con mi asistente por teléfono —contestó con fastidio.

—Prefiero tratar estos temas directamente.

Esa respuesta provocó una sonrisa burlona en Alessia.

—Vaya, ¿por fin haces cosas por ti misma? Me pregunto quién te dio ese valor.

Otra vez la menospreciaban y ella callaba.

—Esa seguridad viene de mí. No necesito de nadie para sentirme capaz.

—Supongo que tu versión asiática de Riqui Ricón no está cumpliendo tus caprichos como los anteriores.

Ese comentario fue suficiente para encender su carácter.

—Mi relación no tiene relación con los asuntos de la fundación —cerró la carpeta y le entregó los documentos—. Revisa tus errores y entrega los resultados a la señorita Potts.

Alessia soltó una risa desdeñosa.

—Tienes razón. Estos problemas tienen solución. Pero hay otros —la observó de arriba abajo— que ni con esfuerzo logran recuperarse.

_______ no supo cómo reaccionar. El comentario la dejó sin palabras.

Alessia recogió sus cosas y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se volvió para mirarla.

—Casi lo olvido —se colocó los lentes—. Mi hermana te manda las gracias. Si no hubieras faltado tanto a ballet, habría tenido que esforzarse más para quedarse con el papel.

—¿Qué...?

—Ya sabes, el rol de los dos cisnes.

Ese era el papel que _______ había soñado durante años. Pero lo había perdido cuando dejó todo por un propósito que ahora parecía insignificante.

—Te manda saludos desde Rusia. Vagánova es hermosa, deberías visitarla —le guiñó un ojo antes de irse.

_______ corrió hacia su computadora, abrió el navegador y buscó.

La noticia apareció de inmediato:

"La brillante presentación que ganó una beca en Vagánova"

...luego de la gran actuación de Antonella Carusso, la más joven de las hijas Carusso, la academia de ballet Vagánova en Rusia le otorgó una beca...

Esa beca debía haber sido suya.

Si tan solo no se hubiera ido.

Si tan solo hubiera escuchado a su padre desde el principio.

Su ánimo se desplomó y las lágrimas de impotencia comenzaron a rodar por sus mejillas. Su vida parecía un ciclo interminable de pérdidas.

Solo quería hacer lo que amaba. Pero hasta eso le había sido arrebatado.

Recogió sus cosas y, sin pensarlo, salió volando del edificio camino a casa. En su mente revivía cada sacrificio, cada ensayo, cada ilusión de un futuro que ahora parecía tan lejano.

Al aterrizar en el balcón de la Torre Stark, corrió tambaleante hasta su habitación y cerró la puerta de un portazo. Los Vengadores presentes se miraron confundidos.

Se oían gritos de frustración desde la habitación. Clint y Natasha intentaron acercarse, pero la puerta no cedía.

—Pulga, abre la puerta.

—¿De verdad la llamas así ahora? —le recriminó Natasha, en voz baja—. No es momento para bromas.

El ruido de objetos rompiéndose aumentó la alarma de ambos.

—¡_______ por favor abre! —insistió Clint.

—Stark, abre la puerta, por favor —rogó Natasha.

El silencio se hizo presente, y cuando pensaron que todo había terminado, los pasos de _______ se acercaron. Pero el alivio se convirtió en miedo cuando el suelo comenzó a agrietarse bajo sus pies con cada paso que daba hacia la puerta.

— ¿Estas son las famosas rabietas que tanto aterrorizan a Tony?

— Ya sabes por qué a veces prefiero verla borracha... aunque no siempre es buena idea. A veces, ni siquiera el alcohol logra apaciguarla.

La puerta se abrió de golpe y el rostro de la joven apareció apagado, como una sombra de lo que alguna vez fue. Su maquillaje corrido acentuaba aún más su expresión desolada, como si cada trazo deshecho en su rostro contara una historia de pérdida.

— _____, ¿qué estás...?

— Quiero mi maldita vida de vuelta —murmuró con una mezcla de ira y tristeza tan profunda que los paralizó.

Ambos se miraron, desconcertados por sus palabras. Ella salió de su habitación arrastrando un puñado de ropa vieja, papeles rotos, y otros objetos personales que apenas podía sostener. Natasha reconoció de inmediato algunos trozos: páginas de un diario, partituras, entradas antiguas y postales. Vestigios de una vida anterior.

— Espera, S.J —Natasha la siguió rápidamente hasta la cocina, con Clint detrás—. ¿Eso no era tu...?

— Son un maldito recordatorio de que arruiné mi vida —interrumpió, con la voz quebrada pero decidida.

Tomó el bote de basura de acero, lo destapó, y arrojó dentro su leotardo, fotografías desgarradas, revistas de danza y un par de zapatillas de ballet gastadas por el uso. Todo aquello que la definía.

— No entiendo qué pretendes con esto —comentó Clint, confundido, sin moverse aún.

— Esto —respondió ella, rebuscando en un cajón hasta encontrar una cajetilla de fósforos.

Encendió uno con un movimiento preciso, casi ceremonial, y lo arrojó directamente al bote.

— ¡¿Estás loca?! —gritaron ambos al unísono, intentando detenerla, pero _____ se interpuso entre ellos y las llamas, alzando la mano en un gesto de advertencia que no permitía réplica.

Sin emitir una sola palabra más, se dirigió a la alacena privada de su padre, sacó una botella de whisky añejo y bebió directamente del pico. El silencio se impuso mientras el fuego crepitaba, consumiendo lo que quedaba de su identidad.

— ¿Saben algo? Son afortunados —dijo _____ con una sonrisa amarga, casi burlona, mientras los miraba desde el otro lado de las llamas—. Acaban de presenciar la muerte simbólica de una bailarina. No muchas personas pueden decir lo mismo.

Liberó el control que ejercía sobre ellos, permitiendo que se movieran de nuevo. Se alejó con la botella en alto, como si brindara por lo perdido, por todo lo que fue y no sería más, y salió de la cocina sin mirar atrás.

— Está claro... se volvio loca—murmuró Clint mientras se apresuraba a buscar un extintor.

Natasha, en cambio, no se movió. Permaneció inmóvil, con la mirada fija en el fuego que devoraba recuerdos. Recordaba perfectamente cómo _____ había hallado en la danza una vía de escape al trauma que Hydra dejó en su pasado. Era su ancla, su refugio, su catarsis. Y ahora, todo eso se reducía a cenizas.

_____ deseaba con desesperación retroceder el tiempo. Volver a ese instante anterior a la llegada de Loki, antes de que Coulson se presentara por primera vez para la iniciativa de los vengadores, antes incluso de haber abandonado su habitación en la Torre. Si hubiera sabido que cada decisión, cada paso dado la conduciría hasta ese presente devastador, habría elegido cualquier otro camino. Tal vez, incluso, habría escapado del país.

Tal vez entonces, su mundo no se habría derrumbado. Tal vez su corazón seguiría intacto. Tal vez aún sería ella.

Horas más tarde, sentada en su cama, _____ no dejaba de mirar los artículos sobre su postulación para una beca de danza en Rusia. Aquella oportunidad que alguna vez representó su futuro, su gran escape. Se suponía que debía postularse unos días después de su última presentación. Todo estaba listo. Todo estaba planeado.

Bebía sorbos largos y pesados de una botella de Bacardí, mientras su mente divagaba entre múltiples escenarios imaginarios. Versiones de su vida donde aún tenía una carrera, donde Loki nunca apareció, donde la danza era su todo y el dolor no la invadía.

— ¿Abejita? —La voz de Nicolás, acompañada de suaves golpes en la puerta, la sacó de su ensoñación—. Natalie me llamó... me dijo que no estabas bien.

— Quiero estar sola —respondió sin fuerzas.

— Vamos, preciosa —insistió él, intentando abrir la puerta—. Déjame estar contigo.

Ella bebió otro trago, más largo, más profundo, y con un gesto mental, quitó el seguro de la puerta. No tenía ánimos para luchar.

— Parece que un huracán pasó por aquí...

— Es lo que menos me importa ahora —respondió sin mirarlo, vaciando casi por completo la botella en su regazo.

— Amor, tienes que dejar de beber —se acercó a ella, quitándole la botella con suavidad—. Esto solo te está destruyendo.

— Es mejor que escuchar las voces en mi cabeza... —su voz era apenas un susurro—. Siento que estoy perdiendo la cordura, Nic.

— No soy experto en eso, pero sé que el alcohol no es la solución —le acarició la mejilla con ternura, secando las lágrimas que aún surcaban sus pómulos, y se sentó junto a ella con paciencia.

— Me ayuda a olvidarlo todo, Nicolás. Me da paz... al menos por unos minutos.

— Debe haber otras formas. Si sigues así, solo vas a enfermarte —le levantó el rostro con delicadeza, tomándola del mentón como si temiera romperla—. No estás comiendo bien, bebes demasiado, estás deprimida y bajo un estrés inmenso. Necesitas ayuda.

— No sé qué hacer —susurró, temblando—. Solo quiero olvidar.

— Te ayudaré... pero tienes que querer dejar atrás todo esto. Tienes que querer sanar, aunque no sepas cómo.

— Entonces ayúdame. Hazme olvidar. Por favor...

La expresión de Nicolás cambió. No estaba seguro de lo que ella le estaba pidiendo. El peso emocional de esas palabras lo hizo dudar.

— Tranquila... hay otras formas. Solo necesitas—

— Por favor... —repitió ella con una voz tan suave y desesperada que lo estremeció. Se acercó lentamente y se acomodó en su regazo, buscando consuelo.

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— Lo sé, preciosa, pero honestamente no creo que sea prudente en este momento... —la sostuvo con delicadeza por las caderas—. Tal vez un poco de yoga o simplemente descansar te haría bien.

— a la mierda con el yoga —exhaló mientras recorría su torso con lentitud—. Esto es más rápido...

Para Nicolás, el comportamiento provocador de ____ resultaba desconcertante. A pesar de desconocer el motivo de fondo, ella actuaba movida por la necesidad urgente de anestesiar los recuerdos de un amor que la había destruido. Su pasado le pesaba tanto que a veces deseaba perder la memoria por completo.

— No estoy seguro de que realmente quieras esto, ____...

— ¿quieres dejar de ser un dolor en los ovarios y solo follarme de una puta vez? —jalo de la corbata del castaño para que la mirara a los ojos.

— ¿Y qué hay de JARVIS... y de los demás? —titubeó Nicolás, intentando sostener la razón.

— Que se jodan. Que se jodan todos.

Quizás compartir la noche con alguien distinto la ayudaría a dejar de pensar en aquel hombre de cabello oscuro... o, al menos, le permitiría imaginar una alternativa.

Pero Nicolás aún parecía indeciso. Permaneció en silencio, observándola con intensidad.

— Bien, no lo hagas —se apartó mientras ajustaba el escote de su vestido—. Puedes irte. El vibrador tomará tu lugar esta noche.

Tal como ella había anticipado, su comentario golpeó el orgullo de Nicolás. Él la atrajo con fuerza desde la cintura, acercándola a su cuerpo, fundiéndose con ella en un beso decidido.

El contacto físico entre ambos los hizo jadear, aunque él luchaba por conservar la compostura. Sin embargo, el aroma embriagador del perfume de ____ lo dominaba por completo. Sus labios descendieron hasta la clavícula de ella, cada beso cargado de deseo reprimido.

Ella respondió con rapidez, despojándolo de su saco y corbata con movimientos bruscos. Las manos de Nicolás se deslizaron hasta sus muslos, donde aferró el borde del vestido de satén que él mismo le había obsequiado. Lo levantó hasta dejarlo por encima de su cintura, revelando la lencería que durante tanto tiempo había anhelado ver con sus propios ojos.

Mientras ella desabotonaba su camisa, sus dedos recorrían su pecho hasta llegar al abdomen, donde los gruñidos contenidos de Nicolás se volvieron más intensos.

— Me fascinas...

— ¿Y a quién no...? —respondió ella con una sonrisa juguetona.

Las siguientes palabras que él pronunció se desdibujaron en su mente, confundida por un tono de voz que le pareció extraño. No estaba segura si pertenecían a Nicolás... o a alguien más.

Nicolas paso su mano por el tracero de ____ apretándolo fuerte para sacar un gemido lo suficientemente sonoro para que fuera callado con un beso. Termino el recorrido por el monte venus cubierto por la tela de las bragas de su chica, acaricio su clítoris de manera lenta pero circular mientras recibía los pequeños gimoteos de la chica cerca de su oído.

Cada que ____ cerraba sus ojos su mente le jugaba una jugarreta en cuanto a su locación se trataba. Recuerdos borrosos bagavan en su mente mientras las imágenes de la estructura de un cuarto asgardiano robaba su atención.

No pudo evitar mirar a su alrededor confundida, pero cuando sintió que Nicolás hacía a un lado sus bragas para empezar a jugar con su clítoris con su dedo pulgar en lo que dos dedos fueron introducidos luego, no demoro en bajar su vista para ver la acción de aquel chico.

solo que no era al asiatico a quien tenia de frente.

— estás... Tan exitada.

Siguió tocandola de manera lenta pero lo bastante bien como para tenerla a su total merced.

— quiero tomarte, carajo.

— entonces hazlo de una maldita vez, por favor —rogó.

Nicolas o en este caso el principe asgardiano, desabrochó su pantalón en lo que su erección creciente se logró asomar más por debajo de la tela de su boxer.

Ella bajo su mano hasta aquel bulto y aparto la tela que estaba encima de el, logro sacar el miembro del chico mientras lo masajeaba suavemente provocando un gruñido ronco por su parte.

Acercó sus caderas y con ayuda de Nicolas metió lentamente su miembro en su entrada de manera tosca. Nicolas se acomodo retirandose la camisa y bajandose más su pantalón para quedar más cómodo.

_____ lo empujó para que se recostara en la cama mientras ella retiraba su vestido con rapidez. Los ojos de Nicolas se fijaron en los pechos de la jóven los cuales se encontraban completamente al descubierto  junto con sus pezones erectos , siendo la última prenda restante sus bragas que junto con los ligeros mantenían lo que más podían las medias de la chica arriba aún.

_____ se acomodo de una manera en la que su pierna no doliera tanto mientas empezaba a dar pequeños sentones sintiendo a "Nicolas"completamente dentro de ella.

— carajo —mascullo _____ apoyando una de sus manos en el pecho del chico.

— no parés preciosa —agarro su tracero y la ayudo a seguir el ritmo.

El Vaivén de las caderas de _____ no logro evitar que cerrará sus ojos por el placer que apenas estaba sintiendo, su cabeza un daba vueltas y los diferentes escenarios cambia con cada pestañeo que daba hasta fijar su vista en el rostro de Hon pero que en un abrir y cerrar de ojos se transformó en la mirada esmeralda que tanto extrañaba.

Sin prestar atención aumento la velocidad de sus movimientos mientras los jadeos de ambos no se dejaban de escuchar por todo el lugar, sin contar el choque morboso entre sus pieles y el tintineo por la evilla del cinturón de Nicolas.

Cambiaron de posiciones, Nicolas retiro todas sus prendas y está vez el acomodo su pierna encima de su hombro mientras acomodaba nuevamente la punta de su miembro en la entrada de la chica, al introducirla de manera brusca, _____ no evito gemir de maneras fuertes pero que fueron calladas por el cuando cubrío su boca con una de sus manos.

— n-no te detengas —pidió entre gemidos.

Las penetraciones eran cada vez más fuertes cosa que estaban llevándolos a ambos al mismísimo punto de éxtasis sin contar las ganas de estallar que ambos sentían.

La imagen de aquel hombre no desaparecía de la vista de _____ a quien no le importaba a quien veía solo quería sentir que podría tocar las nuves esa misma noche.

— ya no aguanto—gimoteo _____ mientras apretaba las sábanas sin despegar su vista del rostro ahora de Nicolas.

— espera un poco más...

— ya no aguanto —apreto las sabanas en un intento de contener  su climax— con... Un demonio, lok-

una estocada mas fuerte corto su respiracion.

Siguió moviendo sus caderas de manera brusca mientras llevaba una de sus manos a los senos de ____ para masajearlos y apretar su pezón sin delicadeza.

— hazlo, por favor... —pidio nuevamente.

Una corriente de energía recorrió la espalda de ____ al sentir que llegaba al orgasmo que tanto había esperado ; cuando unos pocos segundos después un gruñido ronco dejaron en claro que aquel chico también había llegado, terminando dentro de ella.

Se quedaron un momento en esas posiciones mientras recuperaban el aire, cuando finalmente Nicolas salió de ella se recostó a un costado y solo decidió quedarse a su lado cubriéndose con las sabanas.

Pero ____ tenía su mirada fija en el techo, pensando en si aún todo era un sueño o parte de su realidad. Sintió el brazo de el chico sobre su cintura quien se había acomodado a su lado cerrando los ojos mientras trataba de recuperar el aliento.

Todo era tan confuso y irreal que no tuvo en cuenta cuando cayó rendida al lado de otro hombre.

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Mi cara al terminar de escribir este cap y releerlo unas 20 veces en la correccion:

¿Ya hacía falta algo de smut no?

JAJAJJSJSJJSJS LAMENTO SI NO ES MUY BUENO (hago lo que puedo y lo que la imaginación me permite 7u7 junto con la inspiración de mi playlist de Spotify)

Espero que la vayan pasando bien en estos caps, se vienen bien cargadotes de dramita y Amol ❤️