❝La memoria es el diario que todos llevamos con nosotros.❞
OSCAR WILDE

BENJAMIN CYRUS, NACIDO EL 22 DE JUNIO DE 1971. LÍDER DE UNA CULTA, PROFETA AUTOPROCLAMADO Y AHORA ACUSADO DE VIOLADOR. Y a Fin le recuerda demasiado a su madre.

Está sentada en una mesa frente a su esposa de quince años, actualmente encubierta como representante del CPS, tratando de razonar con esta chica y descubrir por qué se casó con este imbécil.

—Jessica, tienes quince años—dice Spencer desde la izquierda de Fin—el estado de Colorado requiere el consentimiento de los padres—Hoy se ha peinado el pelo hacia atrás, es un nuevo estilo que ha probado recientemente. A Fin le gusta, le recuerda a viejas fotos que vio de Elvis en los años 50, aunque Spencer definitivamente no es Elvis.

A la derecha de Fin, Emily mira a la madre de Jessica entrecerrando los ojos y luego dice: 

—Ella dio su consentimiento.

Y la puerta se abre de golpe. Hombres armados entran corriendo en la habitación, liderados nada menos que por Benjamin Cyrus, gritándoles que se pongan de pie. Fin mira a Spencer, con los ojos muy abiertos, y él simplemente niega con la cabeza, diciéndole que no tiene idea de lo que está pasando.

La mujer con la que entraron, una trabajadora agente de CPS pelirroja llamada Nancy, frunce el ceño. 

—¿Qué está sucediendo?

Un hombre corpulento con un mal corte de pelo cachea a Spencer y luego se acerca a Fin. Ella cierra los ojos con fuerza, tratando de ignorar la forma en que sus manos permanecen en sus caderas. Bruto. A su lado, Spencer cambia su peso, pero mantiene sus ojos en Cyrus.

—Acabamos de recibir una llamada telefónica muy extraña de un reportero de noticias—dice Cyrus en voz baja, aunque Fin puede escuchar la amenaza en su voz—¿Hay algo que quieras decirme? ¿Sobre una redada, tal vez?

La boca de Emily se abre. Fin también está sorprendida. No se les dijo nada sobre una redada.

Hotch se levanta cuando ve a Emily, Fin y Spencer en la puerta. 

—Adelante. Tengo una tarea especial para ustedes tres.

—¿Qué pasa?—pregunta Fin, sentándose en el brazo del sillón frente a su escritorio.

—Hay un rancho de culto en Colorado dirigido por un hombre llamado Benjamin Cyrus. Hace unos días una joven llamó al 911 y afirmó haber sido violada por él. CPS nos llamó. Parece que este tipo tiene un historial de este tipo de cosas. Quiero que ustedes tres entren, encubiertos como trabajadores de CPS, y descubran si estas afirmaciones son reales.

—¿Es seguro? Quiero decir, recuerdas Waco, ¿verdad?—pregunta Emily, alzando las cejas.

Fin definitivamente recuerda Waco. En 1993, la ATF allanó un complejo de Branch Davidian y el enfrentamiento duró 51 días. El FBI intentó intervenir, pero finalmente terminaron quemando el complejo, matando a setenta y seis de los davidianos e hiriendo a once. Fue un desastre.

—Este rancho no tiene armas—responde Hotch—Hice que García lo comprobara. Tampoco aceptarán armas. Nada de armas. Esta debería ser una investigación pacífica.

Sí, mierda, Hotch, piensa Fin mientras la empujan por una escotilla en el suelo y a través de un túnel subterráneo. Spencer la sigue de cerca, agachando la cabeza para evitar golpearla.

—¿Qué está sucediendo?—Nancy susurra delante de ellos. Fin puede oírla entrar en pánico, casi hiperventilar.

—No lo sé—responde Spencer—Sólo mantén la calma.

El túnel parece durar una eternidad y a Fin le empieza a doler la espalda por estar encorvado, pero finalmente salen a un búnker de hormigón. Con todas las mujeres y niños apiñados, hace calor, suda y está demasiado apretado. Fin se siente encerrada y sus manos empiezan a temblar. Júntate, Fin. Quédate con ellos.

Cyrus les ordena que retrocedan y sigan adelante. Emily, Spencer y Fin bajan hasta el otro extremo, y los ojos de Fin se posan en largas cajas de madera apiladas contra la pared, cajas que parecen contener... 

—Armas—les susurra a Emily y Spencer.

—¿De dónde vinieron esos?—pregunta Emily.

—No lo sé—responde Spencer. Su mano está cálida sobre el brazo de Fin, empujándola hacia atrás más—García consultó con la policía estatal.

—Bueno, claramente ella no lo revisó lo suficiente—Fin intenta que sus manos dejen de temblar y sus piernas que se muevan, pero no lo hacen.

Spencer la mira, con el ceño fruncido por la preocupación. Ella siente su mirada en sus manos y se baja las mangas del suéter, concentrándose en su respiración. Dentro por cuatro segundos... Fuera por siete...

Cyrus dirige a las mujeres y los niños, presionándolos más fuerte, lo que hace que el ritmo cardíaco de Fin aumente. A su izquierda, Nancy cambia ansiosamente su peso de un pie a otro. 

—Esto es ridículo—les sisea, con los ojos muy abiertos y asustada.

—Está bien—dice Emily tranquilizadoramente—Sólo cálmate.

Los dedos hacen cosquillas en la palma de Fin y ella mira hacia arriba, frunciendo el ceño, a Spencer. Sacude ligeramente la cabeza. 

—Está bien. No dejaré que te toquen. Estaremos bien—y luego entrelaza sus dedos con los de ella, acercándola a su pecho. Fin puede oír los latidos de su corazón acelerados él también tiene miedo. Pero él respira de manera uniforme y ella intenta igualar su respiración con la de él. Lento, uniforme, tranquilo.

—Está bien—dice Cyrus, levantando la voz—Mantén la calma. Quédate callado. Dios te protegerá—luego él y sus secuaces desaparecen escaleras arriba hacia la superficie.

Pueden escuchar disparos ahogados desde arriba, gritos y lo que suena como policías tratando de derribar una puerta. Spencer aprieta la mano de Fin y no la suelta. Ella aprieta y apoya la cabeza contra su pecho. Respirar. Todo estará bien. Maldita claustrofobia.

—Es la policía estatal—dice Nancy, mirando a Emily—Soy un funcionario del estado.

—Bueno, no hay nada que podamos hacer ahora—responde Emily. Fin puede oír la súplica en su voz, mezclada con la calma.

—Puedo hablar con él—Parece que Nancy también está intentando convencerse a sí misma. Se da vuelta y se abre paso entre las mujeres y los niños, hacia las escaleras.

—No, no puedes—Emily la sigue, un poco vacilante—Es peligroso.

Pero Nancy no se detiene. Emily casi está corriendo ahora. 

—¡Nancy, detente!

Ella desaparece escaleras arriba, pero los guardias se ponen delante de Emily cuando ella intenta seguirla.

Fin cierra los ojos y suspira. Maldita sea.

Mueven a Spencer, Emily y Fin a una habitación separada, lejos de las mujeres y los niños, y Fin finalmente puede respirar tranquilo, sentándose en un banco junto a Spencer. Los disparos cesaron hace cinco minutos, pero todo el mundo sigue nervioso. Fin no ha visto a Nancy desde que subió corriendo las escaleras, y un mal presentimiento se revuelve en sus entrañas al respecto.

Cyrus y su secuaz bajan corriendo las escaleras, hablando de las bajas como si Fin, Spencer y Emily no estuvieran allí. Emily se levanta de un salto, mordiéndose el labio, esperando a Nancy. La pierna de Spencer presiona contra la de Fin, sus ojos puestos en Cyrus.

—¿Qué pasa con el bebé?—pregunta Cyrus, deteniéndose en seco.

Se oyen pasos por las escaleras y aparece Jessica, cargando a una niña pequeña, tal vez dos o tres, con coletas rubias. 

—La tengo. Ella estaba en la escuela.

—Oh, hola, cariño—dice Cyrus en voz baja, acariciando el cabello de la niña—Todo va a estar bien, cariño. Mami y papá se han ido a Dios—luego mira a Jessica y le toca el pelo suavemente—Todo va a estar bien. Llévala al templo y ora.

Fin se levanta y da un paso adelante. Tiene que decir algo antes de que Jessica se vaya.

—Jessica, para...

—¡Dejen en paz a mi esposa!—Cyrus ruge, girando sobre sus talones para enfrentarla, con furia en su rostro de inmediato—¡Eres una extraña aquí! ¡Siéntate y cállate!

Fin se muerde el labio y lo mira entrecerrado. Ella no recibe órdenes de pedófilos. Bueno, es un efebófilo, pero aun así.

—¡El lo dijo!—ladra la mano derecha de Cyrus, blandiendo el rifle en la mano. ¿Col? ¿Colman? Algo.

—Fin, por favor, haz lo que él dice—susurra Spencer, tomando su mano entre las suyas y empujándola hacia el banco. De mala gana, Fin le permite tirar de ella hacia abajo, sin quitar nunca los ojos de Cyrus. No mostraré miedo.

Cyrus la mira por última vez, luego se vuelve hacia su secuaz (Fin cree que es Cole) y le dice: 

—Distribuye armas y municiones.

Emily cierra los ojos y hace una mueca. La pierna de Spencer una vez más presiona la de Fin y su mano aprieta la de ella. Por favor, no dejes que esto termine como Waco.

—Recé para que este día nunca llegara, pero así fue—continúa Cyrus. Apoya su mano sobre el hombro de Cole, de una manera casi paternal—Dios nos ayudará a superarlo.

—¿Dónde está Nancy?—Emily suelta, justo cuando Cyrus y Cole comienzan a subir las escaleras.

Cyrus se detiene, se da vuelta y los mira. 

—Lo lamento—y luego desaparece escaleras arriba.

La mandíbula de Emily cae y se deja caer en el banco frente a Spencer y Fin, pasándose una mano por el cabello. Fin cierra los ojos y se recuesta contra la pared de hormigón. Esto va a ser mucho más difícil de lo que pensaban.

Entonces un pensamiento la golpea. 

—No sabrán quién de nosotros está muerto.

—¿Qué?—Spencer frunce el ceño.

—Spencer, para ellos todos somos solo trabajadores de CPS. Si Cyrus dice que uno de nosotros murió, entonces...

—Ay dios mío—la boca de Emily forma una "O"—Pensarán que uno de nosotros está muerto.

—Tenemos que descubrir cómo decirle...—Fin comienza a levantarse, pero Spencer la vuelve a bajar—¡Dios, Spencer, suéltame!

Pero no lo hace—Alguien ya murió tratando de disuadirlo. No dejaré que arriesgues tu vida de esa manera.

Maldito seas. "Tú no eres mi jefe, Spencer". Fin lo mira fijamente. "¡El resto de nuestro equipo pensará que uno de nosotros está muerto!"

—Es mejor que piensen eso a que sea verdad— responde Spencer, con los ojos suaves de nuevo—Por favor, siéntate aquí, con nosotros. Sólo espera.

Todo lo que Fin quiere hacer es saltar y subir corriendo esas escaleras, gritando que están a salvo, que están vivos, porque sabe que el resto de su equipo está ahí afuera, que tienen que estar... Pero los ojos de Spencer están suplicando, su mano caliente en la suya, por lo que se sienta tranquila y plácidamente, mientras el fuego arde en su interior. Odia este lugar. Cyrus le recuerda a su madre.

—¿Qué hora es?—Fin le pregunta a Spencer después de un rato, estirando los brazos. Es incómodo estar sentado en este banco contra una pared de concreto durante horas y horas.

Revisa su reloj—Uh, once menos diez.

—Probablemente deberíamos dormir—dice Emily, levantándose y estirando los brazos por encima de la cabeza—Al menos un poco.

—No hay manera de que pueda dormir en estos bancos—se burla Fin, acariciando la dura madera con sarcasmo.

—No, hay algunos catres en la habitación de al lado—responde Emily, señalando detrás de la cabeza de Fin—No es que estemos esposados, no pueden hacernos daño por querer dormir.

Spencer se levanta y le tiende la mano a Fin. Ella lo toma, deja que él la ayude a levantarse y juntos caminan hacia la habitación contigua. Efectivamente, hay dos catres uno frente al otro. Es como si la visión de una cama desencadenara algo en el cerebro de Fin; De repente está tan agotada que sus rodillas casi se doblan.

Emily se desploma en el primer catre y cierra los ojos. 

—Oh, vaya, esto es más cómodo de lo que parece—dice, con los ojos todavía cerrados.

Spencer está mirando a Fin por el rabillo del ojo, casi furtivamente. Ella intenta no reírse. 

—Spencer, ¿Qué estás esperando?

—Nada— Pero es un mentiroso terrible.

—¿Te preocupa el hecho de que sólo hay dos camas?

Él no responde, sólo evita su mirada. Has dado en el clavo, Fin.

Fin frunce los labios, intentando no sonreír. 

—Sabes, Spence, hay algunos agentes en la UAC que piensan que tú y Emily deberían ser una pareja. ¿Quieres hacer realidad todos sus sueños?

—¿Emily y yo?—Spencer susurra, luciendo horrorizado—¡¿Que?!

—Sería el colmo de la iniquidad revelar sus identidades, pero hay bastantes personas. Es como una guerra continua entre ellos y la gente que piensa que tú y JJ están perdidamente enamorados.

—Y a continuación me vas a decir que alguien puso dinero para que Morgan y yo saliéramos—responde Spencer sarcásticamente, poniendo los ojos en blanco.

No lo hay, pero esta es una oportunidad divertida para hacer que Spencer se sienta realmente incómodo, algo que Fin no puede dejar pasar. Entonces ella simplemente desvía su mirada hacia el techo. 

—Bueno....

La mandíbula de Spencer cae y Fin deja escapar una risita. 

—¡Estoy bromeando, estoy bromeando!—se deja caer en el borde del catre y da unas palmaditas en el espacio a su lado—Vamos, duerme.

—No, adelante—dice Spencer, todavía luciendo molesto porque ella lo engañó—Estaré bien.

Emily ya está dormida y ronca silenciosamente, con las extremidades extendidas sobre el catre, por lo que Fin no siente vergüenza al decir nada de esto. 

—Spencer, no seas gallina. No tengo ningún problema en compartir esta lamentable excusa de cama contigo. Ambos necesitamos dormir y, a menos que seas un caballo, no podrás dormir de pie. Ahora ven aquí.

Spencer parece querer discutir, pero antes de que pueda decir algo, bosteza ampliamente, lo que cierra el trato. De mala gana, se acuesta junto a ella, acurrucándose torpemente contra la pared para darle todo el espacio posible.

Fin se quita las horquillas del pelo, se las mete en el bolsillo y se acuesta junto a él, con la espalda casi tocando su pecho. Hace frío aquí abajo en el búnker, pero Spencer es cálido y es reconfortante tener a alguien tan cerca, incluso si la cama es básicamente una gloriosa pieza de madera contrachapada.

—¿Crees que podemos hacer esto?—susurra, inclinando un poco la cabeza hacia atrás.

—¿Hacer que?—el susurra en respuesta.

—Sacar a todas las mujeres y niños antes de que esto empeore. Ah, y que tampoco mueran.

Spencer suspira, su aliento le hace cosquillas en la oreja.—Eso espero.

—Eres un rayo de sol, ¿no es así, Dr. Reid?—una pequeña sonrisa cruza los labios de Fin. A ella realmente le encanta burlarse de él.

Spencer bosteza y puede sentirlo negar con la cabeza.—Sólo vete a dormir.

A Fin le toma demasiado tiempo conciliar el sueño. Ella yace despierta bajo la débil luz de la lámpara, escuchando los silenciosos ronquidos de Emily y, finalmente, la respiración uniforme de Spencer, escuchando pasos sobre ellos, preguntándose si habrá otra redada en medio de la noche.

Se queda dormida una o dos veces, sólo para ser despierta cuando Emily se mueve en su catre o cuando se abre una puerta en el piso de arriba. Una vez, se despierta bruscamente, con la mano volando hacia su cadera—no tienes un arma, idiota—solo para darse cuenta de que solo es Spencer. Él le rodeó la cintura con el brazo, la apretó contra su pecho y sus dedos descansaron libremente sobre su cadera.

Fin sonríe en la penumbra, mira su mano y siente su aliento en el cuello. Ha pasado mucho tiempo desde que estuvo tan cerca de alguien, que alguien la tocó de esta manera. Ella y Spencer son sólo amigos, y sabe que él se sentirá mortificado por la mañana, pero por ahora, puede disfrutar la sensación de su pulgar en el hueso de su cadera, su corazón latiendo contra su espalda.

Y ahora descubre que puede quedarse dormida.