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Rachel, Diane y Kate nos acompañaron al aeropuerto para despedirse de nosotros. ¿Qué si montaron una escenita? Pues claro. Se pusieron a abrazarnos como si nos fuésemos a la guerra.
- ¿Sabéis que son solo unos días, verdad? - pregunté
- Sí- respondió Rachel. - Llámame, ¿vale?
- Vale - dije, dándome por vencida.
- Oye, esto es muy bonito - dijo Leo - Pero o nos vamos ya o nos quedamos en tierra. Y yo quiero ir a París. Venga, que es solo una semana...
- Cierto - respondió Rachel -Adiós, chicos!
- Pasadlo bien! - exclamó Diane
- Oh, claro que lo harán - susurró Kate, y compartió una mirada cómplice con Rachel.
Nos despedimos de ellas y fuimos a nuestra puerta de embarque. Después de un rato, entramos en el avión y nos sentamos en nuestros asientos. Yo cogí el que estaba al lado de la ventana, aunque era bastante temprano, así que se veía más bien poco.
Yo nunca he viajado antes en avión, por lo que no sabía qué esperar. Pero Leo me tranquilizó bastante en ese tema.
El avión despegó y pusimos rumbo a la ciudad de la luz: París.
* * * *
Me tiré todo el viaje dormida. Cuando Leo me despertó, ya habíamos aterrizado, y teníamos que ir a por el equipaje.
Cogimos nuestras maletas y nos dirigimos al hotel, que... ¡sorpresa!...¡Estaba en Disney!
- Leo! Estamos en Disney! - exclamé, emocionada.
La habitación era enorme, con un mini salón con cocina, un baño enorme y una habitación con dos camas individuales juntas, con su correspondiente armario y mesillas. La decoración era sencilla, de colores pastel. Y desde la terraza teníamos vistas a la entrada, con una fuente y un jardín con flores que hacían la cara de Mickey. ¡POR DIOS!, ¿¡COMO PUEDE SER TAN BONITO TODO!?
Pasamos la mañana deshaciendo la maleta y ordenando todo un poco. Luego bajamos a comer y subimos a cambiarnos de ropa por una más arreglada. Una vez salimos del hotel, cogimos un coche y fuimos a la ciudad de París. Ya allí, le pregunté a Leo:
- Bueno, ¿cual es el plan?
- Son las cinco de la tarde, Amber. Hoy haremos poca cosa. ¿Te apetece ir a ver el Arco del Triunfo?
- ¡Claro!
Dicho y hecho. Fuimos a ver ese icónico monumento. Me hice mil fotos (a petición de Rachel y de mi madre) y obligué a Leo a hacerse alguna, argumentando que "tenía que tener algún recuerdo". Luego nos hicimos unas cuantas juntos, y seguimos paseando por las calles de París.
Lo pasamos muy bien: estuvimos charlando, nos perdimos varias veces y tuve que hacer uso del francés que sabía (que en realidad no es poco porque llevo cinco años en clases de francés, mi profe puede estar orgullosa de mí). Al final, conseguimos encontrar el lugar donde habíamos aparcado y a las ocho nos fuimos a cenar al hotel.
Había bufet, así que cogí de todo un poco y me fui a la mesa que teníamos. Poco después, llegó Leo.
- ¿Qué te ha parecido el primer día? - preguntó él, mirándome.
Ahí estaba de nuevo esa sensación de mariposas.
- Muy bien. Lo mejor ha sido cuando nos perdimos e intentaste comunicarte con aquel chico francés.
- Por favor, no lo me recuerdes - respondió, riendo.
- Leo dejaste traumado. - y entonces, le imité - "Pardon, es que tu saber ou est le Arco du Triunf?" - y me eché a reír.
- Creo que te odio.
- Eso no te lo crees ni tú.
Continuamos rememorando momentos graciosos del día de hoy, e incluso le enseñé algo de francés básico a Leo para que no hiciese de nuevo el ridículo.
Pasado un rato nos subimos a la habitación y nos pusimos el pijama. Uno de nosotros se metió en el baño para cambiarse y el otro en la habitación. Leo salió cuando yo estaba terminando de meter la ropa en el armario, y él hizo lo mismo.
- Bueno, a dormir que mañana será un día largo - dijo
- Buenas noches, Leo. - le dije.
- Buenas noches, Amber - respondió, y me dio un beso en la mejilla.
Se acostó y yo hice lo mismo unos minutos después. Me dormí con una sonrisa en la cara.
Bienvenidos a París, hogar de la luz, el glamour...
...y el amor.
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