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چهار

چهار
CUATRO.








ACTUALIDAD. año 2015.

Agua.
Tierra.
Fuego
Aire.

Hace muchos años literalmente todo el universo vivía en armonía. Pero todo cambió cuando Thanos comenzó a atacar.
Sólo el Avatar, maestro de los cuatro elementos, podía detenerlo, pero cuando el mundo más lo necesitaba, desapareció.

Después de varios años nací yo, la supuesta Avatar heredera de toda una responsabilidad guerrera en sus hombros, todo Asgard sabía que yo había sido solo un experimento de HYDRA, pero aún así, no perdían las esperanzas de que sería capaz de poder parar a Thanos, quien buscaba la destrucción de la mitad de la humanidad de cada mundo en el universo, acompañado de las 6 gemas del infinito.

La mente.
El alma.
El poder.
El tiempo.
La realidad.
Y el espacio.

Esta última gema había sido la que me había otorgado los poderes que hoy en día pesaban en mis hombros, la misma que Loki uso para abrir el portal en Nueva York hacia algunos años.

Thor decía que Asgard proclamaba mi nombre como Avatar, algo sobre que la gema me había elegido para ser la portadora de tal poder.

Pero sinceramente, no tenía idea.

Todo lo que hoy en día era, había salido de una botella de laboratorio, no era más que un experimento fallido y pretendían que salve a, literalmente, todo el universo.

Afganistán frunció su ceño cuando entro a la pieza y vio a Mariana, la mujer que ayudaba que la casa siempre esté limpia porque Tony era un desastre, en su habitación con algunas prendas en las manos, las cuales dejó caer rápidamente cuando vio a Afganistán.

—No lo estás haciendo— acusó Afganistan levantando su dedo.

—No, no lo estoy.

La muchacha suspiró entrando a la habitación. —Mariana, ya te dije que mi habitación puedo limpiarla yo y que los fin de semana estabas libre— insistió la ojiverde tirando la mochila de entrenamiento al piso.

—Pero todo esto está hecho un desastre— reprendió Mariana enfatizando a toda la habitación.

Mariana tenía razón, los aposentos de Afganistán eran un desastre, por más que no había mucha suciedad, todo lo que estaba tirado en el piso le daba un aire a eso.

Afganistán se había negado que la mujer limpie su desastre cuando ella sola lo había hecho o capaz con Thor, pero limpiar su habitación pasaba muy de vez en cuando.

—Un desastre que voy a limpiar yo— declaró la muchacha mirándola acusadora con una pequeña sonrisa.

—No me dejas hacer mi trabajo— apunto con su dedo al ver como Afganistán se acercaba con una sonrisa a ella, con intenciones de sacarla del edificio.

—Tu trabajo es de lunes a viernes, Mariana. Ve a comer una pizza con tus hijos— colocó sus manos en los hombros de la mujer y comenzó a caminar con ella en el frente.

—Son celiacos.

—Bueno algún tipo de fideo de cartón, ¡no lo sé! Es sábado por la mañana, ve a descansar. Algunas vacaciones— invito Afganistan caminando por los pasillos ahora a un lado de la mujer.

—¿Como mi día de SPA que resultó ser una jugarreta para que me vaya durante dos semanas a Disney?— la sonrisa de Afganistán se borró rápidamente. —¿Que? ¿Pensabas que no le iba a dar cuenta?

—Lo disfrutaste— afirmó castaño claro volviendo a caminar. —Realmente lo disfrutaste, por eso estás enojada.

—¡Lady Mariana!— el vociferó de la voz gruesa de Thor hicieron que ambas mujeres volteen a verlo, mientras que Mariana moría por el rubio, Afganistán estaba cansada de verle la cara. —¿Como estuvieron esas vacaciones en Disney? Yo había recomendado California— habló el hombre abrazando levemente a la mujer de segunda edad, haciendo temblar sus piernas en el proceso.

—Las disfrutó tanto que esta enojada con nosotros— se metió Afganistán con una sonrisa al ver como Mariana iba a acusarlo.

—Los dos van a causarme un paro cardíaco, a ambos se los digo.

—Lady Mariana, ¿que está haciendo aquí?— inquirió el dios.

—Yéndose a disfrutar una pizza con sus hijos, ¿verdad?— volvió a intervenir Afganistán dándole una mirada a Mariana, quien seguía hipnotizada por Thor.

—¿Hijos? Yo no tengo hijos, soy una mujer soltera— sonrió hacia el dios, causando una pequeña risa en el.

Afganistán abrió sus ojos y levantó sus cejas escuchando aquello, la mujer si que era una infame coqueta, mover sus cartas frente a la adolescente que le había enseñado a cocinar la había sorprendido.

—En ese caso, no podrá negarme un desayuno.

Afganistán ahora miró a Thor, quien le tendía el brazo a la mujer mujer con una sonrisa, siendo correspondido al instante junto a varios golosos agradecimientos y elogios por el brazo de Thor. Ahora si. Estaba segura. Lo había visto TODO.

Miró sin más como los dos se alejaban con una suave charla. Thor giró su cabeza levemente sobre su hombro, encontrándose a Afganistán aun con su mirada sorprendida. Le guiño un ojo a la adolescente, quien negó divertida al darse cuenta que Thor simplemente le estaba cumpliendo un capricho a la mujer que cuidaba de ellos.

—JARVIS— habló al aire mientras giraba sobre sus talones. —¿La sala de entrenamiento está libre?

—Afirmativo.

Sin pensarlo, se dirigió hacia la habitación donde los Vengadores entrenaban para mejorar tácticas y movimientos, pero para lo único que Afganistán la utilizaba era para colgarse de las dos telas color celeste que habían allí enganchadas al techo.

Estar colgada de cabeza me daba tranquilidad. Sentía como mi mente se liberaba y mi cerebro se llenaba de sangre.

Tenía un leve recuerdo de haber poseído una tela atada al techo en la celda de HYDRA, solía colgarme allí cuando... lo siento, no lo recuerdo, tengo ese sentimiento de que, no lo sé, lo hacía porque no tenía nada que hacer.

Solía colgarme para encontrar paz.

Los ojos de Afganistán se abrieron cuando escuchó la puerta acompañada de un chillido que la desconcentro. Steve Rogers hacia presencia con unos cortos pantalones para entrar y su típica remera blanca apegada a su cuerpo, el hombre miró a la muchacha que estaba a varios metros del suelo colgada de cabeza al mismo tiempo que caminaba hacia una pequeña mesa que utilizaban para dejar las cosas.

—¿Hace cuanto estás así?— preguntó Steve buscando las vendas para colocarlas en sus manos.

—Lo suficiente como para perder el conocimiento— respondió Afganistán cerrando nuevamente sus ojos mientras que acariciaba su propio cabello.

—Vamos, baja de ahí.

Inconscientemente, Afganistán sonrió moviéndose ágilmente entre las dos telas, quedando parada boca arriba mirando hacia Steve. La tela se enganchaba a sus piernas y pies perfectamente, mientras que lo demás pasaba por delante de sus hombros donde se aferraba con sus manos.

—Ven a buscarme— canturreo la muchacha meciéndose entre las telas.

—Baja, hay que entrenar— dijo Natasha Romanoff haciendo su entrada por la puerta.


•••

Afganistán se removió incómoda bajo la llave que Nat le estaba haciendo, apretando cada vez más sus brazos para presionarla a que busque algún modo de contrarrestar el ataque y salir del mismo. Steve se limitaba a mirarlas, tomándose un descanso de su propio entrenamiento para ver cómo la Viuda Negra le estaba pateando el trasero a la muchacha de los cuatro elementos.

Suspiró dejando caer su cabeza al suelo, sentía como la transpiración salía por todos los poros de su cuerpo, dándole un completo asco y ganas de tomar una ducha, pero aún así, Nat no le daba fin a su agarre.

—El correo deseado acaba de llegar, Afganistán— la voz de JARVIS resonó por la habitación.

La recién nombrada levantó rápidamente la cabeza aún con Natasha sobre ella.

—¿Ya llegó? ¿Acaba de llegar?— preguntó al airé ansiosa por la respuesta.

—Si, Afganistán. El mail acaba de llegar, ¿quieres que lo lea?

Sin decir más nada, Afganistán rumbo a Natasha rápidamente, devolviéndole la llave que le proporcionaba anteriormente sin ningún tipo de esfuerzo, haciendo que ambos adultos presentes frunzan su ceño al ver que Afganistán simplemente estaba actuando no saber que hacer.

—Listo, gane— dijo apurada la adolescente mientras se levantaba a tropezones, corriendo hacia su celular.

Natasha se apoyo sobre sus codos aún tumbada en el suelo, mirando a Steve como esperando alguna explicación, la cual respondió con un encogimiento de hombros al mismo tiempo que los dos miraban a Afganistán, quien tecleaba rápidamente su celular.

—Oh, Dios. Entre. ¡Por Dios! ¡Entre!— comenzó a chillar, pegando pequeños saltitos sin sacar la vista del celular. —¡Entre, Steve! ¡Entre!

Natasha y Steve observaron como la castaño claro se iba corriendo –aún descalza por el entrenamiento– a quien sabe donde. Ambos se miraron mientras que la mujer se levantaba de su lugar, sin comprender que había ocurrido.

—¡Entró!— festejó irónicamente el rubio haciendo que Natasha riera.

La puerta en donde Tony Stark se encontraba junto a Clint y Thor se abrió bruscamente, revelando a Afganistán con una gran sonrisa, descalza, pelo desordenado y aun sudando un poco, pero aún así, la muchacha no pudo evitar correr hacia su tutor y abrazarlo fuertemente.

Usualmente, ni Afganistán ni Tony cruzaban la línea que abarcaba el contacto físico, como mucho el mayor le acariciaba el pelo como si fuera un perro para molestarla pero más que eso casi nunca había. Tony no quería incomodar a Afganistán y ella tampoco quería incomodar a Tony, por lo tanto, se limitaban a dejar pasar las muestras de afecto.

Tony no iba a mentir que el gran abrazo que Afganistán le había dado, lo había sorprendido, pero no lo suficiente como para no corresponderse lo al instante.

—Ugh, niña, hueles del asco— acotó el hombre tratando de despegarse de ella pero Afganistán no lo dejó.

—¡Tony, entre! ¡Entre!— chilló separándose mientras mostraba la pantalla de su celular por un segundo. —¡Es genial!

Tony puso una gran sonrisa en su rostro y la abrazó de igual forma que lo había hecho antes, siendo correspondido al instante.

—¡Felicitaciones, Avatar! ¡Sabía que podías hacerlo!— exclamó el hombre mirando a sus compañeros, colocando el rostro con suma duda en lo que Afganistán se refería.

—¿Te aceptaron en que?— preguntó Clint interesado.

Afganistán se separó de Tony. —Si, eso. ¿En que te aceptaron, niña?

La muchacha miró mal a su tutor, quien se encogió de hombros.

—Hice mi trabajo de padre orgulloso, no me juzgues por no saber que tramas.

La castaño claro rodo sus ojos antes de sonreír para comenzar a leer su celular. —Por el presente documento, tenemos la gracia de comunicar que la señorita Afganistán Stark, número de documento bla bla bla... ¡ha entrado en el Programa de Voluntariado en Rusia, en la ciudad de Sokovia!— exclamó lo último la muchacha antes de bajar su celular para mirar a los presentes.

Rapidamente Clint se levanto con una sonrisa hacia Afganistán, abrazándola mientras la felicitaba sin tener idea en lo que se había anotado para participar, probablemente estaba anotándose en el servicio militar ruso y no lo sabía. Thor aplaudió levemente antes de sacar a Clint de sus brazos para colocarse el, alzándola un poco en el proceso.

—¡Auch! ¡Beach boy! ¡Mis dedos!

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