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𝟬𝟰. he wouldn't share she

04. no la compartiría

WELCOME TO PARIS!!!
where will you find love
and possibly your death too

e n t r e   l a   l u z   y   l a  o s c u r i d a d
s o l o   t ú,   m o n  a m o u r
e r e s  e l  p e r f e c t o   e c l i p s e







PARÍS, FRANCIA
AGOSTO DE 1946

La vida de Armand se descarriló cuando ella le habló por segunda vez, a pesar de todo lo que él había intentado resistirse, al final fue inútil. No desde aquella noche, no desde aquel trago compartido, no desde que él había admitido su nombre, no desde que ella le había sonreído.

A partir de esa noche, ella podía verlo, distinguirlo entre la multitud, sentirlo en el aire, como si tuviera unos sentidos desarrollados que solo podían encontrarlo a él. A Armand no le disgustaba, de hecho, las sonrisas cálidas que hacía al encontrarlo entre la gente le daban cierta satisfacción no antes comprendida.

Durante meses, ambos tomaron tragos juntos, pasando noches hablando como si nada, hasta que el sol salía y ambos se ocultaban de los rayos.

Aquella Sirena, se escondía igual que él. Pero por razones totalmente diferentes. Y en alguna parte de su mente, Armand realmente deseaba que fuera así para siempre.

No eran más que desconocidos entonces, desconocidos conociéndose, ¿amigos, tal vez? Aunque él estaba seguro que no era lo que quería, no sabía si quería algo más tampoco. El riesgo aún estaba ahí todavía, al acecho y esperando, y a pesar del paso del tiempo, seguía repitiendo en su cabeza. ¿Valía la pena el riesgo? ¿Ella lo valía? Su sirena podía significar todo, pero la verdad es que no lo era. Y cuando los encuentros fuera del bar empezaron, y cuando las caminatas se volvían más largas, y cuando el riesgo subía y subía, más se lo preguntaba.

Para la suerte de Armand, ella nunca hizo preguntas sobre solo caminar bajo el cielo estrellado, en París, la vida comenzaba durante la noche, al menos, la gran mayoría. Pero aún así, le preocupaba que un día preguntará. Suponía que ella lo veía como un acto de solidaridad, ella trabajaba de noche, en ocasiones hasta que el sol saliera si la clientela estaba hasta el techo y su jefe lo pedía amablemente, dormir durante el día, renacer durante la noche.

( DANIEL: Una humana que vivía como vampiro. La fachada perfecta. Comprendo un poco más de la familiaridad de Nueva Orleans con París ahora. Dado que... parece ser exactamente lo que Lestat solía hacer con Louis.

ARMAND: Esto es algo completamente diferente.

La comparación se sentía como un insulto.

DANIEL: Como digas, Matthew McConaughey de los 2000. Mejor sigue.)

Durante uno de sus paseos, Jessica le preguntó por su trabajo, Armand le contó la verdad... a medias. Que era un director artístico, que tenía una compañía a su mando... que tenía un teatro. Ella le preguntó si algún día la llevaría, él le dijo que sí. Era la mentira más grande que le había dicho hasta el momento, porque para él resultaba obvio que nunca lo haría. No había ninguna posibilidad de ello en sus planes.

Jessica no se sorprendía cuando él no aparecía por un par de noches, cuando volvía, solía decirle que había estado demasiado ocupado con el teatro, que había tenido una emergencia familiar, que un grupo de "amigos" había tenido un problema que tuvo que ayudar a resolver. A ella no parecía molestarle, eran amigos nada más y ella se lo repetía para su amargura.

La verdad era, que aquella noches era en las que Armand se arrepentía de verla, se sumía en la oscuridad de su oficina, pensando que no valía la pena, que ella no valía la pena. Bebiendo una botella de Whisky solo. El aquelarre lo notaba, para su suerte, sólo suponían que eran un par de noches al azar de melancolía para él. Aunque no solían durar mucho, lo máximo habían sido cinco noches lluviosas dignas del mes de mayo, antes de que la lluvia parara y él volviera a salir en busca de esa voz mágica que lo atraía cada vez un poco más.

- Hoy estuve escribiendo algo nuevo -. Jessica se dejó caer en la silla frente a él, con un cuaderno y una sonrisa. La noche de canto había terminado, pero la suya apenas comenzaba.

Eran pocas las veces que ella se presentaba con sus ideas, no solía compartirlas demasiado hasta que estuvieran terminadas, era como Sam en ese aspecto. Y él solía apreciar esos momentos en el que ella lo dejaba ver su arte en su forma más pura, sin nada que borrara las partes que no encajaban como se debía y se mostraba a sí misma como a veces él olvidaba que era, como humana.

Estiró la mano y ella dejó con cuidado el cuaderno en ella, en aspecto de escrituras, Armand podía considerarse a sí mismo un crítico. Después de cincuenta años leyendo las obras que Sam preparaba, creía que tenía cierta visión en ello, y por eso, cuando ella soltaba la frase "estuve escribiendo algo nuevo" y se lo mostraba, era lo más sincero posible. Nunca le desagradaban sus letras, solo dejaba algunas pequeñas notas que ella solía tomar para mejorar la canción. Era un buen ida y vuelta entre ellos dos. De las cosas puras que Armand podía disfrutar.

Esa sensación de, por un par de noches, ser un mortal.

Cold and clean

Swirling over my skin

You cloak me

You soak right in

Down to my heart

Armand alzó una ceja. - ¿Debo preguntar para quién es? -.

La sirena se encogió de hombros, no borró su sonrisa, pero si la tapo con el vaso de whisky. El vaso de Whisky que le pertenecía a él. Su confianza a veces lo dejaba perplejo. Claro, ¿que sabría ella que estaba conviviendo con el mayor depredador de la historia?, pero aún así... había algo en ella, en su seguridad, que recordaba haber visto en solo una persona... y eso había sido hace casi cien años atrás.

- Es buena -. admitió finalmente. Sin ningún otro comentario.

- Por supuesto que es buena -. dijo Jessica con fingida arrogancia. Más o menos. Volviendo a tomar su cuaderno - Yo la escribí -.

Armand niega con la cabeza, tomando un trago de su vaso. Tenía el olor de ella, pero se guardó eso para sí mismo.

Notó una leve vacilación en ella de golpe. No sabía lo que era pero no pensaba que fuera bueno, lo sabía porque había entreabierto los labios e inclinado las cejas. Cuando aceptó salir a caminar por primera vez hace un par de meses, Armand se había prometido no entrar a la cabeza de su sirena para mantener aquella fachada "humana". Y sin embargo, en situaciones como esta, le resultaba inevitable.

Ella quería decirle algo.

- ¿Qué quieres decirme? -. dijo en voz alta. Causó su sorpresa, por supuesto. Supuso que no ella había pensado que no se daría cuenta de sus vacilaciones, leves, pero existentes.

Ella negó con una sonrisa - No es nada -.

- Dime -. exigió.

No solía hacer eso con ella, nunca lo hacía. ¿Por qué lo hizo? No importaba, lo había hecho y ella le había respondido con velocidad. Fue útil, a decir verdad. No era que fuera a usarlo con su sirena más veces pero... era útil.

- ¿En qué teatro trabajas? -. Jessica soltó las palabras como si fuera vómito.

Él frunció el ceño, sin entender su punto. Decir que no se puso un poco nervioso era mentira. ¿Acaso ella...? No, se hubiera dado cuenta en el momento que hubiera puesto un pie en la antigua madera que la hubiera notado ahí. Ahí. En el Théâtre des Vampires. A los ojos de vampiros como Estelle, Gustav... Santiago. Cualquiera de ellos también la hubiera notado, sería imposible no hacerlo. Jessica era una adicción, no lo sería sólo para él si la compartiera. Ninguno de ellos hubiera querido soltarla, si la compartía. No, no la compartiría.

Tragó saliva - ¿Por qué lo preguntas? -.

Su sirena estaba nerviosa. Jugaba con sus anillos, daba vuelta con sus palabras. ¿Qué era lo que quería decir? ¿Qué le causaba tanto miedo?

- Es que... los chicos, la banda... y yo queríamos saber... -. dudó un par de segundos pero luego fue directamente al grano - Estamos buscando un teatro. La gente viene, y viene... mucha. Es el momento de hacer algo más grande, conseguir más dinero. Y sé que suena terriblemente mal, pero dada la confianza que creo que tenemos ahora, debería preguntarte si hay alguna oportunidad...

- No -.

Sabía lo que estaba pidiendo. Le estaba pidiendo tocar en su teatro. Que les cediera el lugar... así nada más. Armand cuestionó todo sobre si mismo en ese momento, ¿había sido usado otra vez? ¿Manipulado otra vez? ¿Acaso Jessica Marino había visto al vampiro solitario bebiendo un vaso de whisky y pensó que era una oportunidad? ¿Acaso lo había investigado antes?

- Armand... - ella rogó. Se le notaba en los ojos. Ella nunca rogaba.

Le costó decirlo. Especialmente con esos ojos marrones llenos de vida y súplica - No. Y ya veo cuales fueron tus intenciones todo este tiempo -.

Ella hizo como si no entendiera - ¿Qué? No, Armand... yo nunca... -. soltó una risa nerviosa - Está amistad no tiene nada que ver con el teatro, solo fue una sugerencia de los chicos, y yo... -.

Él se levantó de su lugar. Una parte de él estaba furioso pero la otra quería darle todo lo que ella pedía. Podía hacerlo, sabía que sí. Podía darle mil teatros, diez mil bares, centenares de joyas y trajes. Lo que ella quisiera, él quería dárselo. Pero no eso, no su teatro, no iba a sucumbir a sus manipulaciones. ¿Para eso lo había buscado? ¿Solo quería algo de él y luego lo desecharía? Y la palabra amistad, la maldita palabra amistad, le hervía la sangre cuando ella lo decía.

- No me busques, no escribas, si te veo por la calle, déjame decirte... que no seré tan pacifico -.

- Armand, no actúes como idiota, espera -. Ella intentó tomarlo del brazo pero logró zafarse antes de que lo hiciera - Por favor, olvida que pregunté, solo...

Agradeció a su auto-control por permitirle salir por la puerta. Dejando de lado su enojo un par de cuadras después, Jessica había... despertado algo. Sus ojos suplicantes hasta el último momento, el movimiento de su cabello y su posición en la silla. Lo había dejado... fascinado. De nuevo, agradeció no pensar en ellos allí, pero esos pensamientos solían atormentarlo de vez en cuando. Pero no podía, no debía.

Tenía que olvidarse de ella.

No volvió por muchas noches. Meses de hecho. Utilizó su última conversación como excusa, se dijo a sí mismo que la estaba protegiendo. Porque si, estaba ofendido, sumamente ofendido de haber sido usado, pero eso no fue todo... Había un sentimiento oculto detrás de esa fachada de ofensa. Dolor.

La realidad lo golpeó como el viento golpeaba su cara los días de ventisca. Ella era humana, hacía cosas humanas como manipular a la gente, lastimarlas, no era una sirena, era una mortal con errores de mortal. Con emociones de mortal. Con egoísmos de mortal. Vivía como un vampiro, atraía como una sirena, pero era solo una humana. Con sangre humana.

Armand, en la oscuridad de su ataúd, clavó sus colmillos en su mano. La sangre salió disparada pero no le importó. El dolor físico calmaba el mental. Siempre había sido así. Marius se lo había enseñado tiempo atrás.

Solo por un momento, se permitió pensar que esa era la sangre de Jessica. Se la imagino deliciosa, adictiva. Nunca se había percatado que, en ocasiones, veía demasiado la vena de su cuello. O la de su muñeca adornada con pulseras de cuero e hilo que definitivamente no eran de Francia. Nunca se la imagino de esa manera. Como simple comida.

¿Debía matarla entonces? ¿Callar el canto de la sirena? ¿Tal vez, compartirla con el aquelarre? Estaba seguro de que su sangre saciaría a más de uno. Dejaría a Santiago fascinado sin duda. ¿Cuanto tiempo la dejarían viva? No mucho si era sincero y su sangre era tan adictiva como parecía.

Borró el pensamiento de su mente.

Y en su lugar, la ira lo reemplazó. La simple idea de compartirla sonaba horripilante. El peor de los pecados. Él mismo se encargaría de drenarla si alguna vez ocurría. Lo haría lento, delicado, se aseguraría de que no corriera, de que no le doliera. De satisfacer las necesidades de ambos al hacerlo. De que se sintiera intimo. De que fuera un infernal viaje al cielo donde él sabía que ella pertenecía. A través del más puro de los pecados. Y lo más importante, lo haría solo.

Pero si sabía algo, en aquella oscuridad, y la verdad es que, no tenía intenciones de compartirla. Y no la compartiría.

DUBAI, EMIRATOS ÁRABES UNIDOS.
2022

- Personalmente, creo que Lestat es la reina del drama... pero tú tienes un fuerte segundo lugar -. Daniel mencionó mirando a Armand. Louis lo intentó, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa.

Armand, sentado de nuevo en una de las sillas laterales del comedor, apretó la mandíbula enojado. Daniel notaba su enojo, y aunque una parte de él tenía miedo de que el vampiro perdiera el control, sabía que había huecos en su historia.

La pareja compartía ese rastro de contar las historias a medias, con datos que no cerraban del todo y verdades no dichas. Por ejemplo, ¿por qué Jessica nunca parecía enojada? ¿Por qué, en los relatos de Armand, la única personalidad que ella tenía era alegre y seductora? Conociendo a muchos artistas con el paso de los años, Daniel sabía que los artistas (especialmente los cantantes) eran testarudos, respondones, tal vez un poco arrogantes, y no en el buen sentido. ¿Por qué alguien como María Jessica Marino le hubiera pedido a Armand su teatro cuando tenía a todo París detrás suyo? ¿Ningún otro productor artístico había visto la pila de dinero que ella representaba? Podía llegar a creer en todo esto que la chica era modesta incluso con la sociedad londinense detrás de ella, ¿pero que ningún idiota lo suficientemente inteligente como para saber que ella parecía una mina de oro, se acercara? Lo dudaba mucho.

Dejo soltar una risa. - Digo, hablaron por un par de meses y tú ya crees tener alguna clase de derecho sobre ella. Y luego, pensaste en devorarla, tanto literal como figurativamente. Eso si que es creepy -.

Armand mantuvo su postura. Erguido, mandíbula apretada, manos entrelazadas, enojo, orgullo. - No pensé en ese momento que... -.

- Claramente no lo hiciste -. El periodista interrumpió - ¿Pero sabes algo? Estoy seguro de que para 1946 ya existía algo llamado derechos de la mujer donde se deja bastante claro que el sexo femenino se pertenece a si mismo y solo a si mismo. Y Jessica parece estar bastante consciente de sus derechos, así que mi pregunta es... ¿Como es que siquiera llegaste a pensar que tenías algún tipo de decisión sobre ella? -.

La burla de parte de Daniel era obvia. Llevaba haciéndolo desde que Armand había empezado a hablar de María Jessica Marino, pero por favor, había conocido cientos de cantantes, y cientos de mujeres, y dada la personalidad que el vampiro más a antiguo estaba relatando, no había universo alguno en el que Armand pudiera tener ningún nivel de influencia en las decisiones de Jessica.

Y esa chica, no se hubiera dejado poner una correa solo por alguna clase de retorcido amor.

- ¿Saben qué? Ya me cansé un poco de toda esta mierda estilo Crepúsculo... por favor, dime que tienes algo más que esto -. miró a Louis finalmente, quien aún mantenía una pequeña sonrisa desde su comentario del actor. Disfrutaba de esta rivalidad de Daniel y su esposo, eso era seguro.

Y no había aportado nada desde que las discusiones por Jessica habían empezado.

- Jessica fue una gran amiga -. el vampiro menor sonrió aún más - Tenía talento natural para todo. Y era... muy desafiante para todo. Pero no en el mal sentido, tenía una ferocidad implacable, y acompañada de una sonrisa encantadora, era letal. Con un orgullo hasta las nubes. Y no se dejaba pisotear por nadie. Toda una revolución -.

El periodista asintió, eso tenía más sentido. Daniel tenía la leve sensación, de que Jessica Marino no era la sirena angelical que Armand planteaba. Para él, Jessica debía ser la clase de sirena, que hundía barcos.

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