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𝟬𝟯. will you run away again?

03. volverás a salir corriendo?

WELCOME TO PARIS!!!
where will you find love
and possibly your death too


e n t r e   l a   l u z   y   l a  o s c u r i d a d
s o l o   t ú,   m o n  a m o u r
e r e s  e l  p e r f e c t o   e c l i p s e




PARÍS, FRANCIA
FEBRERO DE 1946

Cuando recibió el regalo oscuro, a Armand se le advirtió acerca de los mortales. Aquellos a los que tenía que dejar sangrar y drenar. Aquella forma de vida tan primitiva de la que ahora era superior. Antes no habría sido un problema, nunca le importaron mucho los mortales después de lo que había pasado, tenía cosas mucho más importantes que ellos y comerlos, en ocasiones, solía darle una satisfacción que no creía experimentar de otra forma.

Pero ahí estaba él, casi 400 años después, sumido ante una simple mortal que lo hechizaba en mente, alma y espíritu.

El resto de la presentación de Jessica había dejado al bar bailando. Las mesas habían sido corridas, las sillas igual, y la única parte en la que podías sentarte y beber era el segundo piso, donde se encontraba otra barra y el balcón para mirar abajo.

Armand se encontraba allí, en la mesa del borde, tomando una botella de vino mientras el público aplaudía con el ritmo rápido de la guitarra, el violín y el temor. La sirena tenía una sonrisa de oreja a oreja, disfrutando como el público bailaba y cantaba con ella.

Desde que lo había retado, ella no había vuelto a mirarlo. Era como si hubiera cantado la canción para él y luego, en modo de persuasión y tentación, se hubiera hecho la tonta con las cosas internas que había causado en él.

¿Cómo se atrevía? La sangre le hervía, aunque no sabía si era enojo, seducción, atracción o algo más. Le avergonzaba, si era sincero consigo mismo. Una mortal, simple y sencilla, que causaba sentimientos complicados y pensamientos impuros. Que se apoderaba de él con solo mirarlo aunque no quería que lo mirara, que vivía en su mente de manera constante y ruidosa. Una. Simple. Mortal.

Era inaudito, una aberración en todo tipo de la palabra, una contradicción al equilibrio natural de las cosas y aún peor, algo que aunque sabía que estaba mal, él no podía, ni quería, detener.

Había desarrollado una dependencia hacia ella, todo mal día en el teatro con sus pequeñas quejas, sus chismes que él no necesitaba escuchar, y su irritación de lidiar con todo, todo se iba cuando la veía cantando arriba del escenario, con su sonrisa y sus plumas, captando la atención de todos incluída la de él. Era su luz en el mundo de oscuridad en el que él vivía.

Cuando Jessica dejó de cantar, y anunció por el micrófono que esa había sido la última canción, las quejas se escucharon por todo el bar, incluído el piso superior. En realidad, lo venía anunciando desde hace tres canciones, pero la gente se rehusaba a dejarla ir. El tumulto de mortales se empezó a deshacer cuando notaron que está vez era en serio y la banda había empezado a desconectar sus instrumentos de la corriente eléctrica.

Al menos la mitad de la gente se fue del bar cuando el espectáculo terminó, un cuarto de ellos subieron al piso superior a beber algo de la barra y el otro cuarto esperaba a decidir qué hacer el resto de la noche.

Armand se quedó en su lugar, sin intenciones de moverse hasta terminar su botella de vino a la que aún le quedaba, por lo menos, una copa más. Cuestionándose a sí mismo su siguiente movimiento. ¿Debía desaparecer de nuevo? ¿Debía volver a su antigua rutina? ¿Debía enfrentarla?

El aplauso y la emoción de la gente interrumpió su debate interno. Jessica Marino había dejado la parte trasera del escenario y había decidido salir a dar cara al público. Le hicieron un pasillo por donde la gente la tocaba, la abrazaba, le besaba las mejillas y le pedían autógrafos en sus pancartas tomadas de las calles que se usaba para promocionar su show en todo París. En ese camino, Jessica parecía una santa. Un ángel caído del cielo para alegrar a todos con su voz.

Subió las escaleras pero la gente no la dejó, la siguieron hasta el piso superior donde los aplausos se intensificaron, ella los observaba a todos con una sonrisa dulce, como si fueran niños clamando por su dulce madre. Y entre todas esas miradas, aplausos y virotones, estaba la suya. La de ambos. Una mirada alejada por docenas de personas pero tan profunda como el mar. Fue como si el tiempo mismo se detuviera, aunque él no había hecho nada para hacerlo. Fue un momento, un instante, tan pequeño que se rompió cuando ella apartó la mirada y todo se derrumbó.

La gente se la arrebató una vez más, ofreciéndole botellas enteras, dinero y joyas. La trataban como si fuera la maldita reina de Francia, aunque a ella sí la querían.

— ¡D'accord!, d'accord, d'accord —. Pidió calmando a la multitud — Merci beaucoup à tous d'être venus aujourd'hui —. todo el mundo gritó con entusiasmo — Malheureusement, une femme a besoin de se reposer —. El sonido de lamentación se escuchó por todo el bar — Mais ne vous inquiétez pas mes chéris, demain vous me verrez chanter autant qu'un rossignol, en attendant, buvez un verre, discutez un moment, je vous verrai demain.*

Aunque la emoción no fue tan fuerte, la gente igualmente viroteo. Y la sirena desapareció escaleras arriba como si de humo y viento se tratara.

La verdad era que La muse sombre tenía tres pisos. Los primeros dos, dispuestos para la atención al cliente. Pero el tercero tenía dos habitaciones, una era del dueño del bar y la otra... bueno, pertenecía a la sirena.

( DANIEL: ¿Cómo es que tú sabías eso?

ARMAND: ¿Qué?

DANIEL: Como es que sabías que había un tercer piso. Cómo es que sabías que era su habitación.

ARMAND: Me enteré después.

DANIEL: Ajá.

Era obvio que no se lo trago)

Toda la multitud desapareció lentamente, luego de un par de horas y ya a una del amanecer, solo quedaba el dueño del bar, la banda (de la que incluso algunos ya se habían retirado), él y su botella de whisky la cuál intentaba alargar para evitar volver al teatro. Se había pasado el toque de queda, por lo cual estaba estirando aún más la hora de llegada. Si llegaba durante las horas del sol, nadie podría molestarlo... así funcionaba con él.

— ¡Está bien, ya puedes bajar! — el grito del dueño del bar desconcertó a Armand, pero fingió no prestarle atención.

El ruido de pasos apurados en las escaleras aceleró su muerto corazón y su voz, oh su voz... — Menos mal, quería un trago desde que termine esa canción. ¿No queda nadie más?

— Solo ese hombre de ahí, pero parece tranquilo... — eso lo susurró un miembro de la banda, todos los pares de ojos cayeron en su espalda, pero no sé inmutó.

El ruido de tacones acercándose a él, lo alteró, a una escala menor porque sabía quién era, de todas maneras, actuó lo más natural posible. Al menos natural para él.

— ¿Sabes? Una vez que rechazas un trago gratis, no sueles volver al mismo lugar —. Ella no le sonrió está vez, en cambio, estaba de brazos cruzados, con un vaso de lo que suponía era un brezza.

( DANIEL: Bueno, ella tiene razón en este punto. Si rechazas un trago de la chica de la que tanto dices estar enamorado... Eres un idiota y no vuelves. O al menos pretendes que no te vea.

ARMAND: No estaba pensando en ese momento. Para mí era más gratificante solo verla cantar que darme cuenta de la gravedad de mis acciones. Supongo que pague el precio por ellas.)

Armand se sacudió en su lugar, entre incómodo, arrepentido y avergonzado — Mis disculpas, no era realmente mi intención...

— ¿Salir corriendo? ¿Durante "noche buena"? —. Ella alzó una ceja y hablaba con ironía — No, estoy segura que no.

— De nuevo, mis disculpas —. él tragó saliva nervioso. No sé suponía que debía hablarle. No sé suponía que él estuviera ahí.

No sé suponía muchas cosas.

— Así que... solo dos meses y estás de vuelta —. Jessica le dió una sonrisa torcida — La soledad y el whisky no se encuentran en otro lado, al parecer. ¿O solo tienes afición por nuestra querida Muse? —.

Él apretó los labios — Es el único lugar en París donde tal espectáculo es dado —. la miró a los ojos — No en todos los bares de la ciudad la gente se amontona por ver a la cantante —.

Ella soltó una carcajada, una carcajada que lo sacudió por completo, encantandolo incluso más. Tomó asiento frente a él con total confianza, sin sentir la necesidad de preguntar o de hacer un ademán para pedir permiso.

Uno de los corazones latía rápido, muy rápido, pero ya no distinguía si era el de ella, o el propio.

— Entonces... ¿Me dirás tu nombre? ¿O volverás a salir corriendo? —. Ella le dio una sonrisa de labios cerrados. Un poco más íntima, un poco más coqueta, un poco más humana.

Él miró su vaso. Pero ella tenía sus ojos en él, cuando Armand levantó la mirada, entendió que con tal que esos ojos lo miraran, podría hacer cualquier cosa. Ella podía pedirle cualquier cosa, y él la haría sin dudar — Armand —. Le dijo sin más.

Ella sonrió más amplio, recostándose en su silla — Armand —. Repitió ella. Fue el sonido más hermoso que una vez escuchó — Deberías ir a casa, Armand. El sol está saliendo... — ella se levantó de su asiento, terminó su bebida de un trago y se alejó despacio — Oh, y... Espero que te haya gustado la canción —.

Ella dejó el vaso en la barra, y desapareció lentamente por las escaleras una vez más. Dejando un remolino de emociones en él, iluminada por los primeros rayos del sol y, aunque no lo supiera, con la aceptación de su reto.

Armand terminó su whisky finalmente. Dejó el vaso y la botella en la barra con una asentamiento de cabeza, y dejó la Muse Sombre con un sentimiento de satisfacción.

DUBAI, EMIRATOS ÁRABES UNIDOS
2022

— No esperas que me crea toda esta mierda de rom-com de los 90' —. Daniel cortó la grabación enseguida.

Armand apretó la mandíbula, molesto y furioso, cómo se atrevía el periodista ingrato ese — Es lo que pasó —.

— La chica no te ve como dos meses, te dedica una canción, tú te vuelves más loco por ella, ella aparece una noche de golpe, coquetea contigo, alimenta más tu obsesión y se va —. El periodista alzó una ceja, oponiéndose a creer algo como aquello — ¿Y dices que es lo que pasó? Por favor...

— Señor Molloy, si esto no le interesa... —. El vampiro apretó los puños.

— Cuentas una telenovela, una versión retorcida de Romeo y Julieta, no esperes que me lo crea —.

Daniel sabía que Armand mentía. Tal vez el vampiro mismo no lo veía, pero él sí. No había posibilidad alguna de que ese momento allá ocurrido así, especialmente porque el relato de Armand era inconsistente por partes. Él contaba una relato romantizado de su segundo encuentro con la cantante, eso podía verlo hasta el más mediocre de los periodistas.

La pregunta que Daniel se hacía era... ¿Armand contaba la historia de esa manera porque él lo recordaba así, o estaba creando toda una historia de fantasía para él? Daniel se tiraba más hacia la segunda opción que para la primera.

— Fue, lo que pasó —. declaró Armand.

— Okey, como tú prefieras creer —. dijo sin más, encogiéndose de hombros. Cosa que molestó aún más al vampiro.

El periodista está seguro de que Armand va a saltar sobre él, que está lo demasiado furioso cómo para matarlo ahí mismo, a él no le molesta. Está nervioso, por supuesto, ocultando el Parkinson lo mejor que podía, pero no estaba seguro de sí Armand estaría dispuesto a matarlo ahí mismo. Número uno, porque el sol se estaba ocultando y Louis no tardaría en llegar. Número dos, porque él en realidad seguía grabando y su muerte quedaría en la nube automática. Y está vez, Armand no lograría ocultarse de la tecnología.

La mirada fría de Armand nunca se despegó de él, pero Daniel no retiró la mirada. Él reto estaba ahí, no en su historia romantizada, estaba en la verdad que Daniel buscaba y no sé cansaría de buscar, estaba en la furia de Armand y en aquella guerra de miradas por la razón.

El ruido de pasos es lo que rompe esa pequeña guerra de miradas, Louis se acercó, vestido con lo que parecía un pijama pero un pijama de los caros, y una pantuflas que podía asegurar que eran de marca, algo como Dior, Louis Vuitton o algo por el estilo.

— ¿Y dónde estabas tú, Louis? — preguntó con algo de burla — ¿Conociste a esta "sirena"? Porque... — levantó el diario de Claudia — Aún no llegó a esa parte.

— Nos conocimos... — respondió el vampiro menor — Fuimos amigos, por un tiempo. Convivimos bien, incluso con Claudia que era bastante... recia a los humanos, logró crear un vínculo —.

— ¿Y piensas contarlo o...? —.

— Hay algo... más importante que contar primero —. Armand interrumpió — Louis la conoció en noviembre, apenas y estamos en febrero —.

Daniel clavó su mirada en Armand. El juego de mirada empezó de nuevo, y el reto... con más fuerza que nunca.

— Okey —. Dijo el periodista de manera amarga mientras paraba la grabación y empezaba una nueva — Estoy escuchando —.

GLOSARIO

*  ¡De acuerdo! De acuerdo, de acuerdo. Muchas gracias a todos por venir hoy. Desafortunadamente, una mujer necesita descansar. Pero no se preocupen, queridos míos, mañana me verán cantar como un ruiseñor, mientras tanto, beban una copa, discutan un momento, los veré mañana.

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