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𝔼𝕏𝕋ℝ𝔸 #𝟝


Extra 005; PREGNANCY!

AÑOS ATRÁS

EDADES
Ashtray: 22                                
Millie: 21                                    

¡VOTEN Y COMENTEN MUCHO PORFI! ❤️

                                         UNA SENSACIÓN DE intranquilidad me invadió repentinamente interrumpiendo mi sueño. Respiré agitadamente hasta que por fin pude entrar en razón y calmarme ligeramente.

Miré a mi lado para ver si mi marido (desde hacía ya un año y medio) se encontraba despierto; y para mi sorpresa, ni siquiera estaba en la cama junto a mí. Algo confundida desplacé mi mano derecha al lado del colchón donde el dormía para comprobar si se había levantado recientemente o hacía rato; aquel estaba templado de temperatura, lo que indicaba que podría haberse levantado sobre unos 15 minutos atrás.

De nuevo, la sensación de intranquilidad volvió a tener lugar en mí, dándome a entender que algo ocurría con él. Noté como algo apoyaba su cabeza en mí. Era nuestro perro Ares. Sí, se que nunca les he hablado de él, pero déjenme contarles ahora rápidamente.

Llevábamos ya un año en nuestra nueva casa, he de decir que nos sentíamos bastante solos aún. Sobre todo Ash, el pelinegro últimamente estaba muy decaído y gritaste, y a pesar de que yo intentaba animarlo y de que él intentaba siempre salir adelante con todo, no podía. Estaba entrando en una especie de depresión, y yo no iba a dejar que aquello pasara. Se merecía ser feliz por toda la eternidad. En fin, empecé a buscar en Internet remedios para aquella situación, ya que estaba segura de que Ash no estaba por la labor de ir al psicólogo, todos lo sabemos; y al final llegue a la conclusión de que una mascota nueva en casa iba a ser una especie de distracción y cura. Busqué un perro de la raza favorita de Ashtray durante unos días, hasta que por fin di con uno de unos dos meses de edas, proveniente de una familia corriente que los "regalaban" según ellos. Fui hasta la casa y allí quedé enamorada, era un precioso pastor alemán de pelo largo. Definitivamente era este. Se lo regalé a Ash el día de su decimonoveno cumpleaños, y no saben la carita que puso al verlo, se me saltaron varias lágrimas al ver cuán feliz y emocionado estaba. Decidió llamarlo Ares. Ahora el animal es grande y fuerte, a pesar de que solo tiene un año y medio de edad más o menos.

Acaricié a Ares unos segundos hasta que se marchó a su cama para seguir durmiendo, qué raro, Ares siempre estaba con Ash, nunca lo dejaba solo.

Con muchísimo cansancio, me incorporé y me senté en la cama. Tenía 5 meses de embarazo, e iba a ser una niña. ¡Yuju! Me calcé unas zapatillas de renitos muy monos que Ash me regaló en Navidad; y junto a ellas, me puse una bata calentita encima de mi ropa interior.

Caminé silenciosamente por el pasillo de las habitaciones en la primera planta, hasta llegar a las escaleras. Las bajé con cuidado a consecuencia de la oscuridad que reinaba la casa; realmente quería ver qué diablos hacía mi marido, no era la primera vez que me despertaba a media noche y él no estaba.

Escuché unas voces de fondo que no llegué a reconocer, e inclusos risas conjuntas.

—Está bien, pero bajen la voz, no vayan a despertarla.— por fin oí la voz de Ashtray, ¿por qué no podían despertarme?

Vi la luz de la cocina prendida, a pesar de que la puerta estuviese encajada, no cerrada del todo. Me desplacé hasta ella y la abrí de golpe sin nadie habérselo esperado.

Lo primero que llamó mi atención y que robó mi respiración fueron numerosas bolsas pequeñas; algunas contenían pastillas redondas y minúsculas, y otra una especie de polvo. Desgraciadamente sabía qué era todo aquello.

Lo segundo que divisé fue como Ash me miraba perplejo y sin saber qué decir. Y ya por último, y lo menos importante, los 15 tíos desconocidos y con unas pintas del carajo que estaban ayudando a mi marido a empaquetar droga en nuestra cocina.

—¿Qué está pasando aquí?— pregunté yo sin ninguna respuesta.

—¡Millie!

Todos los desconocidos se mantenían callados e intercambiando miradas incómodas entre mi marido y yo.

—Tú.— señalé a Ash fríamente. —Ven conmigo.

Él asintió ligeramente y me siguió hasta salir de la cocina para que no nos escuchasen. El pelinegro no paraba de rasgarse la nuca, se veía bastante nervioso.

—Millie...— empezó diciendo cuando levanté mi mano para que parase.

—Cállate.— le ordené con  un nudo en la garganta. —Solamente dime, que lo que he visto en la encimera de nuestra cocina no era droga.

Noté como varias lágrimas se empezaban a acumular en mis ojos. Ver cómo Ashtray desviaba su vista hacia otro lado si  quererme responder hizo que mi corazón se terminase de partir en pedazos.

—Ash, por Dios...— empecé a llorar tapándome la cara. —¿Por qué?

Él negó pareciendo avergonzado y pensó unos largos segundos antes de responder. —Solo... quería asegurarnos un futuro.

—¿Cómo?— sollocé sin entender.

—Siento que nos vamos a quedar sin dinero en algún momento, y no será fácil, Millie, pronto seremos tres.

Arrugué mi rostro bastante confundida. —¿Y por eso tienes que volver a meterte en las drogas?

—Llevo haciendo esto desde los diez años, no me trates como si no fuera capaz.— me respondió comenzando a enojarse.

—En ningún momento lo dije.— contraataqué. —Está bien que pensaras en nosotros y en nuestro futuro, pero podrías habérmelo contado y tratar el tema los dos.

El pelinegro suspiró cansado. —Escucha, sé lo que hago...

—¡No! ¡No sabes lo que haces!— exclamé dándole un leve golpe en el pecho. —¡Si lo supieras, te darías cuenta de que nos estás poniendo en peligro!

—¡No nos estoy poniendo en peligro!— levantó su voz haciéndose notar.

Levanté mi dedo señalándolo furiosamente. —¡Eh! ¡A mí no me grites, porque no llevas razón en esto! Y lo sabes.

—Está bien.— trató de relajarse hablando con una voz mucho más suave. —Vamos a ver, rubia, se que en nuestros trabajos no nos va nada mal. Pero el hecho de que vaya a ver alguien más en la familia son bastantes gastos, y se me cruzaron los cables...

—¿Y por eso tuviste que montar un negocio? ¿Y encima aquí en casa?— pregunté incrédula.

—Tienes razón.

—Pues claro que sí.

Él asintió para proseguir poniéndose algo más serio. —Pero también tienes que entenderme, fue lo único que se ocurrió...

—Está bien.— acepté suspirando cansada. —¿Cuándo se van?

—¿Eh?— preguntó Ashtray confundido.

—Les dirás que has acabado con el negocio y que estás fuera, ¿no?— cuestioné ahora yo.

El pelinegro negó repetidas veces. —Aún no he recaudado el dinero que necesitamos.

—¿Qué puto dinero, Ashtray?— empecé a agobiarme con todo esto.

—El que necesitamos. Son unos 14.000€.

—¿¡Pero tú estás loco!? ¿¡Piensas ganar 14.000€ vendiendo droga!? ¿¡Acaso sabes todo lo que es eso!?— exclamé furiosa, este hombre iba a acabar conmigo.

—Pues claro que lo sé, me he dedicado a esto toda mi puta vida.— me respondió fríamente.

Hubieron unos segundos en los que ambos hicimos una especie de aguante de miradas. Vaya cara de mierda teníamos que tener. Repentinamente, me dirigí a la cocina rápidamente seguida por mi marido.

—¡Todo el mundo fuera de aquí!— grité como una loca.

Todos empezaron a recoger asustados hasta que Ash empezó a frenarlos apuradamente.

—¿Qué haces? Necesitamos el dinero.— me dijo aguantándome por los brazos, parecía furioso, y bastante.

—¡Casi te pierdo una vez! ¡No voy a permitir que eso pase de nuevo!— grité, para luego decir algo con un nudo en la garganta. —O se van ellos, o me voy yo, Ashtray. Tú lo decides.

Juro que vi en sus ojos como al fin entendió y comprendió lo que yo decía. Se giró hacia los hombres que estaban allí.

—¡Todo el mundo a su puñetera casa! Y que nadie vuelva por aquí, o será lo último que haga.— sentenció fríamente. —¡Vamos!

Los individuos salieron corriendo mientras agarraban las sustancias blancas y se las llevaban con ellos. Cuando por fin todos marcharon, Ash cerró la puerta de la entrada y se giró hacia mí algo triste. Ignorándolo, me dirigí a las escaleras y comencé a subirlas dispuesta a irme a dormir por fin.

—Millie, espera.— me agarró suavemente mi mano cuando terminé de subir los peldaños. —Por favor.

—¿Qué quieres, Ashtray? Estoy cansada.— respondí suspirando.

—Lo sé, pero no quiero que estemos así.— dijo él ladeando su cabeza. —No quiero que estés enfadada.

Miré en sus ojos y era verdad, pude recibir arrepentimiento por parte de él.

—¿Y cómo quieres que esté? Acabo de descubrir que mi marido ex narcotraficante ha vuelto al negocio, y nada más, y nada menos que en nuestra propia casa; donde se reúne con quince tíos desconocidos que tienen muy malas pintas a media noche.— me quejé señalando la cocina desde la cima.

Él asintió con los ojos cerrados. —Tienes razón. Debería habértelo dicho y...

—No.— lo interrumpí. —No deberías haberlo hecho, y menos cuando estamos bien económicamente.

Mantuvimos unos segundos en silencio hasta que seguí hablando.

—Entiendo que te hubiese asustado el poder quedarnos sin dinero con la llegada de ella y todo eso, pero no debiste involucrarte más con la droga. Y mucho menos después de todo lo que pasaste por eso.— le expliqué con voz suave desde la puerta de nuestra habitación. Él aún seguía en el final de las escaleras, inmóvil, como si dudara de venir conmigo.

—Es cierto.— aceptó comprendiéndolo.

—Bien, solo... olvidemos el tema.— finalicé ladeando ligeramente mi cabeza y extendiendo mi mano. —¿Vamos a dormir ya?

El pelinegro asintió y ambos nos fuimos a dormir. Al día siguiente tendríamos mucho que hacer.

—¿Se nota mucho?— le pregunté a Ash, quien estaba sentado en una silla de la cocina leyendo el periódico mientras desayunaba.

Me había vestido con un maillot de gimnasia rítmica, hoy tenia una competición de alto nivel.

Él desvió su vista hacia mí y me analizó unos segundos. —No sé qué decirte, se nota algo, pero no mucho. ¿Estás segura de que quieres competir así?

—Sí, no puedo levantar sospechas.— le respondí mientras me terminaba de vestir.

—¿Por qué no se lo dices ya a tu madre?— me preguntó confundido.

Negué inquieta. —Mi madre me mata si sabe que estoy embarazada.

—Millie, tienes 21 años. Ya eres mayorcita para que puedas hacer con tu vida lo que quieras. No entiendo por que tu madre te sigue dando tanto miedo, que le den por culo.— soltó quedándose a gusto. —Lo siento por hablar así, pero es la verdad.

—Está bien.— hice caso omiso a sus palabras. —¿Nos vamos ya?

—Es lo que quieres, ¿no? Estás poniendo en peligro tu salud, y no solo la tuya. Recuérdalo. Vas a competir en alto nivel, no vas a dar cuatro simples saltos y listo.— me comentó tratando que yo cambiara de opinión.

—Esta será la última vez, de verdad. Después de esto le contaré todo a mi madre. ¿Vale?— me acerqué a él y lo abracé.

Obviamente fue correspondida 💋.

—Está bien. Vámonos.— el pelinegro agarró las llaves del coche y salimos afuera.


La competición acabó, y adivinen quien obtuvo el primer lugar, pues obviamente yo, ¿qué creían?

—Lo hiciste genial, Mills, aunque no es algo de lo que no estemos acostumbrados.— dijo un reportero haciéndome reír ligeramente. —Hemos oído que te has casado, ¿es eso cierto?

Dirigí mi vista hacia Ashtray disimuladamente y algo incómoda, los dos habíamos acordado no decir nada sobre nuestra vida privada a nadie, pues no les interesaba. Relamí mis labios pensando en peque contestar.

—No sé.— contesté dejando a todo el mundo confundido.

—¿No lo sabes?— preguntó el reportero haciéndome negar.

—No, ¿y tú? ¿Lo sabes?— le cuestioné de vuelta divertida. Literalmente me estaba burlando de él.

El reportero negó con la cabeza. —No, por eso te estoy preguntando.

—Y yo te he respondido que no lo sé.

El hombre tosió algo incómodo, le estaba haciendo sentir lo mismo que él a mí.

—También hay rumores de que estás embarazada, ¿puedes afirmarnos o desmentir eso

Reí fuertemente disimulando la nerviosa mirada que le acababa de echar yo a mi marido y a mi madre. —¿Embarazada? ¿Yo? ¡Pues será del pollo que cené anoche, porque otra cosa no creo que sea!

Las risas de los presentes en el público hicieron más ameno el ambiente. Bro, qué graciosa soy. Vi como la cara de mi madre pasaba de sospecha a una especie de tranquilidad, haciendo que Ash  y yo sintiésemos lo mismo.

—Oye, Ash.— le tocó la pierna mi hermano de tres años.

—Dime, Michael.— lo subió en sus brazos mientras le sonreía.

—¿Vais a tener un bebé?— preguntó dejando a Ash sin palabras.

—¿Tu hermana y yo?— cuestionó haciendo al niño asentir. —¿Sabes guardar secretos?

—¡Sí!— exclamó el pequeño emocionado.

Ash sonrió y se acercó a su oído. —Sí, y es una niña. Se llamará Amirah.




Otro extra más terminado!! ;) no se olviden de decir que les pareció el cap y hacer muchos comentarios plis.

No se olviden tampoco de ir a ver mi libro con Jaden Walton, en mi perfil!

~Pauu👺👺

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