
𝔼𝕏𝕋ℝ𝔸 #𝟙
Extra 001; CHILDHOOD!
AÑOS ATRÁS
EDADES
Ashtray: 14
Millie: 13
JAMÁS HE MENCIONADO nuestra amistad pero siendo años atrás. Únicamente traté el hecho de que nos conocimos con cinco años y el momento en el que me defendió en una exposición de clase sobre nuestros gustos.
Desde entonces siempre nos habíamos llevado bien. Pero desde hacía un tiempo aquello no era así. Era una sensación extraña por mi parte. Ashtray ya no era aquel niño que yo conocí, callado pero realmente gracioso y simpático. Había cambiado y no me había dado cuenta, se había vuelto más serio y poco a poco se alejaba de todo el mundo.
Yo por culpa de mi edad jamás entendí en aquellos momentos que eso era debido a lo que él estaba viviendo en su hogar. Sin embargo, yo apenas lo soportaba ya, y él a mí tampoco. Se podía decir que incluso nos llegamos a odiar durante un tiempo.
En aquellos momentos, salía de la tienda de Fez después de haber comprado un paquete de patatas que me encantaban. Ignoré a Ashtray todo el rato, cada día estaba más insoportable.
—¡Rubia!— escuché como me llamaba al otro lado de la calle.
Me giré sobre mi eje para mirarlo, venía trotando desde el otro lado. Giré mis ojos molesta.
—¿Qué quieres?— le pregunté cruzándome de brazos.
Él sonrió, hacía tiempo que no lo veía sonreír...— ¿Irás a la fiesta de Maddy hoy?
—¿Irás tú?— le pregunté de vuelta.
—Ajá.— asintió con la cabeza.
Yo sonreí. —Ah, pues entonces yo no voy.
—¿Qué dices?— preguntó. —Vamos, los dos sabemos que jamás te perderías una fiesta de tu amiguita Maddy.
Aquellas dos últimas palabras las dijo con un tono agudo bastante molesto.
—¿Qué?— pregunté confundida.
Él bufó. —Desgraciadamente os escucho hablar un montón. Ay, sí, tía, o sea es que búa, tía, yo lo flipo, reflipo y lo súper flipo.— nos remeó haciendo con su mano algo como así 💅🏻.
—Para, das pena.— le dije con disgusto.
—Tú sí que la das.— me contestó bufando.
Yo estrujé mi cara. —¿Ah, sí, calvo enano?— pregunté riéndome de él.
—Qué graciosa, habló la piojosa del pueblo.— contestó levantando sus manos en señal de inocencia.
—¿Perdona? ¿Yo piojosa? Habla más fuerte, que desde el suelo no me entero, enano.— hice el ademán de inclinarme hacia abajo.
—Desgraciada, si solo me sacas dos centímetros, ¿de qué alardeas?— preguntó fastidiado.
—¿Pero soy más alta que tú o no? Pues ya está, te callas, chucky, que eres un chucky, enano pelón.
El sonrió. —Mira, rubia. Porque eres mujer, si no ya estabas en el suelo llorando de la paliza que te habría dado.
—¿Qué pasa, que no tienes cojones de hacerlo y pones de excusa que soy mujer?— pregunte bufando y vacilona. —Qué gallina eres, Ashtray.
Ambos estábamos en medio de una batalla de miradas literalmente. Ashtray quería asesinarme, mientras que yo quería ser asesinada por él.
—Eres un puto cobarde.— le recordé de nuevo, haciéndolo enfadar más.
Él situó su mano alrededor de mi cuello repentinamente con una malévola sonrisa. Debo decir que aunque no me disgustó aquella posición, sentí miedo de él. Su cara reflejaba odio y venganza literalmente.
—Un apretón o golpe seco aquí,— me señaló mi tráquea.— y se acaba todo, rubia. ¿De verdad quieres eso? No me dejas otra opción...
Yo lo miré con mis ojos abiertos como platos, ¿en serio haría algo como eso? Yo ya no sabía ni que pensar en aquella situación.
—¡Suéltame!— le exclamé enfadada. —O de la patada que te doy te quedas sin hijos, inútil.
Al notar como apretó ligeramente su agarre cerré los ojos con fuerza, esperándome lo peor ya. Sin embargo, la risa divertida de él i indicaron mis oídos, para luego notar mi cuello libre de todo agarre.
—¡No puede ser! ¡Deberías haberte visto la cara!— reía fuertemente mientras me señalaba. —Parecías una pobre cabritilla con miedo.
Yo lo miraba confusa. ¿Había hecho todo aquello por únicamente asustarme?
—¿De verdad pensaste que te iba a hacer algo?— me pregunto mientras yo asentía ligeramente con miedo aún. —Ay, rubia, me entristece lo poco que me conoces.
Tras decir aquello negó con su cabeza y una sonrisa se asomó a su rostro.
—Ven aquí anda.— me dijo acercándome a él para abrazarlo. —No seas tonta, yo nunca te haría nada. Y lo sabes.
Yo sonreí suavemente al escuchar aquello, y apoyé mi cabeza en su hombro.
—Eres gilipollas, siento decírtelo así, pero es la verdad.
Él bufó suavemente. —¿Irás entonces a la fiesta?— preguntó.
Yo sonreí. —¿Irás tú?— pregunte de nuevo.
Él asintió confundido.
—Entonces, sí.— respondí sonriente.
Allí en la fiesta, yo estaba literalmente tumbada en un banco apunto de dormirme.
—Eh, ¿qué haces?— escuché la voz de Ashtray a mi lado, acababa de llegar.
—Jugando al tenis, ¿no ves?— le respondí irónica.
Él sonrió. —¿Tengo que reírme?
—¿Tú? Por supuesto que no.— le respondí sacándole el dedo de en medio.
—Bueno, venía a decirte que nos vamos a casa.— me anunció llamando mi atención.
—¿Sí? ¡Vamos allá!— respondí levantándome enérgicamente.
—Estúpida.— rió para luego sentir como unos brazos me elevaban en el aire fácilmente.
Yo me agarre fuertemente a él. —¡No, no, no! ¡Ashtray! ¡Bájame! ¡No, por favor!
Pero era demasiado tarde, el agua fría nos envolvió a ambos hundiéndonos en la piscina. Busqué rápidamente la superficie, había tragado agua al no esperarme aquello.
—¡Wo, wo! No te ahogues, ¿sí? Me echarán la culpa a mí.— bromeó el pelinegro.
—¿Por qué has hecho eso?— le pregunté malhumorada mientras salía de la piscina. —Has empapado mi ropa.
—Así ya no te quedas dormida.— respondió el pelinegro tranquilo.
Yo arrugué mi cara preocupada. —Mi madre me va a matar cuando me vea así.
Yo no lo sabía, pero Ash una vez había visto como mi madre me golpeaba, jalandome de los pelos, bofetadas, incluso empujándome contra la pared.
—Muy fácil, dile que te vas a quedar en casa de una amiga, pero en realidad te quedas en la mía
—¿Cuál amiga?— pregunté mientras agarraba mi móvil, que por suerte seguía en el banco.
—Eso da igual, invéntatelo. Ya verás que cae.
—Ya verás que no.
Pues sí, si cayó. Se lo creyó todo, y eso que me inventé el nombre de mi amiga incluso.
—¿Estás bien?— preguntó Ashtray sentándose a mi lado en el sofá de su casa.
—Sí.— respondí con una suave sonrisa.
Yo llevaba puesto un pijama de pelitos por el fresco que hacía por las noches, igualmente, no pude evitar frotar mis brazos.
—¿Tienes frío?— cuestionó Ash mirándome.
Yo asentí. —Un poco, pero no te...
No me dio tiempo a terminar cuando el se levantó hacia su habitación.
—Preocupes.— dije algo confundida.
A los segundos vino con una gran manta de pelos, que tenía pinta de ser muy calentita. Ash sonrió y me la lanzó a la cara fuertemente.
—Toma, para ti.— me anunció riendo ligeramente.
—Gracias.— agradecí mientras la ponía alrededor de mí.
Él hizo una mueca y se dirigió hacia el sillón de al lado del sofá.
—Eh.— lo llamé confundida. —¿A dónde vas? Vente aquí conmigo.
Él rió de nuevo y se sentó a mi lado. Yo lo tapé con la manta de pelitos asegurándome de que no quedara nada de él fuera de ella.
—Ea, así tú tampoco tendrás frío.— le dije dándole unos golpecitos suaves en la cabeza con una sonrisa.
Él levantó su brazo y me rodeó apegándome a él. Deje caer mi brazo en su estómago y mi cabeza en su hombro.
—¿Sigues teniendo frío, rubia?— rio el ligeramente mientras agarraba el mando de la tele.
—No, ya no.— negué apegándome aun más a él.
Vimos una película llamada "IT", sí, la del payaso asesino. Esa nos gustaba mucho, la habíamos visto como 6 veces ya.
Un pelirrojo apareció con un sándwich en la mano mientras se quedaba mirando la televisión.
—¿Y la carrera de Motogp? ¿Ya acabó?— preguntó confundido.
No, Fezco, la hemos quitado para poner esta película.
—Sí, ya terminó.— respondió Ash sin mirarlo.
—¿Y quién ganó?— cuestionó de nuevo.
El pelinegro pensó durante unos segundos. —Eh... Charles Leclerc.
—¿¡Otra vez!? ¡El francés ese no para de ganar! ¡Tío, siempre igual!— se enfadó mientras se iba hacia su cuarto.
Ashtray y yo reímos fuertemente una vez que marchó.
—Dios, se lo ha creído. ¿Y sabes lo mejor?— me pregunto.
Yo negué.
—La carrera era de Motogp, no de Fórmula 1, Charles Leclerc participa en F1.— rió haciéndome hacer lo mismo. —Se lo ha creído.
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