ℂ𝔸ℙ 𝟛𝟚 > 𝕭𝖎𝖗𝖙𝖍𝖉𝖆𝖞
Holisss, no se olviden de votar y comentar mucho plis, me encanta leer vuestros comentarios juju.👺
LLEGAMOS A MI CUMPLEAÑOS, este se celebraba en una nave que mi familia y yo habíamos alquilado.
—¿Cuánto tiempo nos queda?— pregunte bajándome del coche con las bolsas.
Ash miró su móvil rápidamente. —Son las 16:46.
Yo me quedé en blanco unos segundos sin saber procesar la información.
—Ashtray, te pregunté que cuánto nos queda, no me hagas calcularlo, que si no nos quedamos aquí hasta mañana.— dije divertida sacándole una sonrisa.
—Nos quedan...— se sorprendió el mismo. —¡joder, 14 minutos, Millie!
—¡Mierda!— exclamamos entrando rápido a la nave para intentar preparar todo, la comida, la decoración, el sitio...
Nos llevó 11 minutos prepararlo todo. He de decir que formamos un maravilloso equipo.
—Bueno, nos han sobrado tres minutos, rubia. Ya está todo listo.— dijo cansado mientras se sentaba. —Oye, la ropa que querías ponerte te la dejé en la cocina. Deberías ir a cambiarte antes de que la gente llegué.
Enseguida recordé que eso era cierto. —Oh, sí, es verdad. Gracias, Ash.
Me adentré a la cocina de aquella nave y efectivamente, la ropa que está mañana había escogido se encontraba allí.
Pensaba ponerme el típico vestido negro de tirantes y corto, ajustado a mi cuerpo; pero preferí hacer una especie de cambio, o de sorpresa. Sabía que como iba a vestir tampoco era nada del otro mundo, pero sí era algo que mi familia no estaba acostumbrada.
Mi outfit iba a consistir en un top bastante corto por todos lado blancos, que tenía un gran escote. Luego, un traje de chaqueta negro, con unos tacones blancos de nuevo. Y ese era, simple ropa pero originaria de una gran controversia.
—¡Millie, ya están aquí tu madre y el calvo pedófilo!— me gritó Ashtray desde la entrada.
Escuché unas voces que hablaban con mi novio, y enseguida reconocí a mi madre y a Jose, para luego escuchar como la risa de Michael inundaba el "salón".
—¡Ash! ¡Ashtay!— exclamó mi hermano aplaudiendo.
El pelinegro lo cargó en sus brazos, mientras el pequeño depositaba un "beso" en su mejilla.
—¡Anda, ya no me echas babas!— exclamo divertido mi novio hasta que vio como una bola transparente y espesa caía de la boca de Michael en el hombro de Ash de tanto sonreír. —Lo retiro, tío.
Yo con una sonrisa entre a donde ellos cuatro estaban. Noté como mi madre se impresionaba sonriendo al igual que Jose; pero en el único que me fijé fue en mi pelinegro. Su rostro reflejaba también sorpresa, pero como sus pupilas se llevaron a dilatar levemente fue lo que más me impresionó.
—Estás guapísima, cariño.— anunció mi madre acercándose a mi y empezando a tocarme el pelo.
—Ya, gracias.— dije incómoda apartándole las manos con suavidad. No quería que mi madre por nada del mundo me tocase, únicamente sentía asco hacia ella.
—Qué chulo el conjunto, Mills.— opinó Jose con una sonrisa, la cual yo le devolví.
Sabía que a Ash también le había gustado, solo que prefería a estar en privado para expresar su afecto. No quería presionarlo ni nada respecto a ello, desde que nuestra relación inició había estado esforzándose en público, no pasaba nada si hoy prefería mantenerse al margen con las muestras de afecto.
—¿Estás bien?— escuché preguntar a Ash cuando mi madre se había retirado con Jose.
Yo sonreí, no me había dado cuenta que había pasado unos segundos pensando. —Sí, no te preocupes.
—Los demás deben estar llegando ya.— dijo haciéndome asentir, cuando se escuchó un timbre. —Hablando del rey de Roma...
—Por la puerta se asoma.— terminé yo la frase acercándome para abrir.
Abrí la puerta y era una pelinegra sonriendo con unas bolsas en su mano, yo sonreí algo disimulada.
—¡Holi!— saludó Maddy contenta mientras me daba un abrazo correspondido.
—Ey, Maddy. Pasa.— le indique que entrase junto a los demás. —Gracias por venir.
—¡Felicidades!— exclamó de repente volviéndome a abrazar.
Me quedé un poco estática sin habérmelo esperado aquello. —Eh... gracias.
Gracias a Dios volvió a sonar el timbre, Maddy se apartó de mí y me dirigí hacia la puerta. Al abrir, una morena de rulos estaba saltando mientras aplaudía.
—¡Ahhhhh! ¡Holi holi!— gritaba emocionada mientras me abrazaba.
—¡Rue-Rue!— exclamé contenta. —Por fin llegasteis.
Ella le dio una mirada a Fez, quien cargaba con todas las bolsas como un criado. —Sí, tía, es que iba por la carretera como a 50 km/h, que desesperación. ¿Verdad, Fez?
El pelirrojo suspiró. —Prefiero no responder, o me llevarían preso.
Ambas nos reímos de la situación.
—Pasad.— les indiqué. —Gracias por venir, Fez.
—Anda, calla. Felicidades, cuñada.— dijo él con picardía divertido.
Yo sonreí. —Gracias, cuñado.
Ambos nos dimos un abrazo mientras nos reíamos.
—Tu hermano está por el fondo.— le indiqué a Fez para que se orientase.
—Vale.— aceptó él. —Oye, Mills, ¿has invitado a alguien más?
Yo asentí. —Sip.
—¿A quién?— preguntó el interesado, yo sabía a quién se refería.
—Oh, tú lo sabes muy bien.— dije divertida cuando justo sonó el timbre. —Vaya, tu chica llegó, Casanova, ¿por qué no vas a abrirle?
Él negó rápidamente. —¿Yo? ¿Qué dices? Tengo muy malas pintas, además, es tu cumpleaños.
—Uno, vas perfecto, tonta zanahoria calva. Y dos, abre la puerta ahora mismo, o tu chica se irá pensando que no hay nadie.
—Mills, por favor, abre tú.— me pidió haciendo que yo negase. —Te odio.
Yo le sonreí al ver como se acercaba a la puerta. Me dio una mirada rápida en la que yo levanté los dos pulgares dándole ánimos, a lo que él me respondió con el dedo de en medio.
—¡Oh, Fezco!— exclamó Lexi cuando este abrió la puerta. —Me alegro de verte.
—Igualmente digo, Lexi.— respondió el algo nervioso. —Pasa.
Lexi entró observando toda la decoración.
—Vaya, es impresionante. Oye, ¿y tú qué tal estás?— le preguntó con una gran sonrisa.
Él se rascó su nuca. —Bien, ya sabes, como siempre. ¿Y tú qué te cuentas?
—Nada la verdad. Mi casa como siempre, un caos por culpa de Cass, Mills le está parando los pies.
Él asintió. —Oh, sí, ya me enteré de que le pegó varias veces y eso.
—Sí.— afirmó. —Qué ídola.
Ambos empezaron a reír fuertemente por lo que la morena había dicho.
—¿Sabes, Fez?— dijo de repente Lexi. —Me alegra que estés aquí, haces que me lo pase mejor siempre.
—Vaya, igual digo.— pronunció con dificultad a causa de sus nervios.
El pelirrojo volvió a mirarme y yo hice el gesto de aplaudir y levanté mis pulgares, indicándole que lo había hecho de escándalo, ganándome su sonrisa de vuelta.
—¡Ash! ¡Ash!— lo llamé mientras lo buscaba entre la multitud. —Hay nueva pareja en la familia.
Él se sorprendió. —Ah, ¿sí? ¿Quién?
—Tu hermano y Lexi. Es que te lo dije.— le decía cuando sentí su brazo enroscarse alrededor de mi cintura, haciéndome sonreír como una tonta. —Para, me pones nerviosa.
—Lo sé.— dijo sonriendo mientras que con su dedo apartaba un mecho de mi pelo suavemente. —¿Qué decías de mi hermano y Lexi?
—¿Qué? ¿Yo? Nada. O sea sí, en plan que bueno, ya sabes.— decía sin poder seguir. —Joder, que no arranco.
La fiesta siguió tranquila hasta que el timbre volvió a sonar, eran mis abuelos maternos.
—¡Hola, preciosa!— exclamaba mi abuela al verme.
Ambos me dieron un abrazo y sus regalos. Yo agradecí instantáneamente. Al final, acabaron yéndose cuando divisaron a Jose.
—Qué fantástico.— dije irónica hasta que vi a mi madre.
—¡Si es que siempre igual!— exclamaba dramáticamente mi madre llevándose la atención de todos.
Jose se arrimó a ella. —Ya ves, princesa.
Hice un gesto de asco bastante notorio, el cual mi madre y el peliblanco notaron enseguida. Cuando mi madre se disponía a regañarme delante de todos y a seguramente a humillarme, el timbre volvió a sonar.
—¡Es papá! ¡Es papá!— aplaudí mientras todos seguían con la fiesta.
Me acerqué a la puerta y enseguida la abrí, mostrándome a mi padre con unas bolsas en la mano.
—¡Papi!— le abracé fuertemente.
Él sonrió contento. —Hola, cariño. Felicidades de nuevo.
—Gracias, papá.— agradecí mientras me separaba del abrazo.
Mi novio apareció por detrás mía. —Hola, Domingo. ¿Qué tal?
—¡Hombre, Ash! ¿Qué pasa, tío? ¿Como estás?
Creo que jamás he mencionado que mi padre y mi novio desde siempre se habían llevado bien, hasta el punto de tener aquella confianza entre ellos.
—Mi hermano y yo estamos muy bien, ¿y tú?
Mi padre sonrió encogiéndose de hombros. —También estoy bien, no me quejo.
Ambos se sonrieron y la vista de mi padre se clavó en Jose.
—¿Qué hace ese aquí?— preguntó malhumorado.
Yo suspiré. —Ni idea, la verdad. Bueno, ¿vas a entrar?
—No, no, me voy. No voy a estar con ese.— contestó negando algo inseguro.
—¿Cómo?— pregunté sin creérmelo. —Me dijiste que te quedarías.
—Lo sé, pero...— lo interrumpí enfadada.
—¡Pero nada! ¡Joder, papá, tú eres mi padre, no él!— exclamé furiosa tratando de que entrase en razón.
Él negó triste. —Lo siento, mi vida. Pero entiéndeme, no puedo estar aquí.
Me dio un beso con una triste sonrisa que hizo que mi corazón se partiese en mil pedazos, como jamás me había pasado.
—No, papá...— susurré débil. —No te vayas...
Él volvió a sonreír. —Lo siento, cariño. Ya nos vemos.
Y así fue como otro de mi familia se marchó de mi cumpleaños por culpa del peliblanco.
—Millie...— me llamó Ashtray a mi lado.
Estaba apunto de volver a llorar como siempre hacia, pero me obligué a no hacerlo. Siempre estaba igual, y Ashtray se hartaría de mí por tanto drama.
—Estoy bien, estoy bien. No te preocupes. ¿Volvemos con los demás?
Todo el cumpleaños transcurrió tranquilo hasta que la apertura de los regalos inició.
Mis amigas me regalaron ropa y bikinis entre mas cosas. Mi madre me regaló unos pendientes muy bonitos y Jose, bueno, una bandera de España. 💀
Llegó el turno de Ash y me dio una bolsa bastante grande. Los nervios me recorrían las venas y no podia dejar de temblar como una hoja.
—Ay, qué ilusión.— dije mientras abría la anteriormente mencionada caja.
Él sonrió. —Ya verás.
Lo primero que agarre fue una cosa fina y cuadrada, ¡joder, era un disco de vinilo de The Weeknd!
—¡No, qué me estás contando!— exclamé eufórica mientras me tapaba la boca con mis manos. —Me muero, Dios mío. Muchísimas gracias, Ash.
Dejé el disco suavemente a un lado y seguí con lo que más había en la bolsa. Lo que vi era otro disco de vinilo, me muero de verdad.
—¿De Queen?— pregunté sin creérmelo. —Dios mío, no me lo puedo creer.
Empecé a dar saltitos de alegría mientras contemplaba el disco sin ni siquiera pestañear.
—Hay algo más.— dijo mi madre llamando mi atención.
Yo me confundí. —¿Más?
Miré a Ashtray, se habría gastado un montón de dinero en todo. Este solo sonrió asintiendo.
Introduje mi mano de nuevo en la bolsa y era cierto, había una pequeña caja cuadrada en ella. Lo abrí con prisas y era un anillo de plata precioso con el signo del infinito. Y allí me acordé.
"Por y para siempre, rubia."
Sonreí como una tonta mientras introducía mi único dedo disponible y libre de anillos en él. Me encantaba.
—Me encanta, me encanta.— me acerqué a él corriendo y lo abracé fuertemente.
Luego, ambos nos dimos un beso rápido con una sonrisa de tontos.
—Te quiero. Muchísimas gracias.— le susurré.
Él me respondió. —Yo también te quiero.
—En serio, no tenéis por qué ayudarme a recoger. Puedo hacerlo yo todo, no os preocupéis.— dije algo avergonzada.
Ashtray, Fez y Rue se habían quedado conmigo para ayudarme a recoger toda la decoración de la fiesta.
—No es nada, Mills. No te preocupes.— contesto Fezco con una sonrisa.
—Muchas gracias.— de repente, Rue se levantó y se alejó de nosotros yéndose a otra habitación. —¿Qué le pasa?
Fez se confundió. —No tengo ni idea, lleva así bastante tiempo. Está rara.
—Voy a hablar con ella un momento.— dije levantándome y buscándola por las habitaciones. —¿Rue?
—¿Mills?— la escuché cerca mía. Estaba llorando.
—¿Rue? Eh, eh, qué haces llorando. ¿Qué te ocurre?— le pregunté preocupada poniendo mis manos sobre sus rodillas.
Ella estaba sentada con sus rodillas flexionadas y su cabeza escondida.
—No puedo más, Mills.— me dijo rompiendo en llanto. —Quiero volver, quiero volver...
—¿Volver a qué, Rue?— le pregunté preocupada mientras trataba de entenderla.
Ella se empezó a agarrar de los pelos fuertemente. —Quiero drogas, Mills. Estoy harta de todo.
—No, no, Rue. No puedes rendirte ahora, no con todo lo que estás consiguiendo.— le dije.
Ella se movió y se comenzó a tumbar en el suelo, pero de una manera en la que parecía que jamás se podría levantar.
—¡Ashtray! ¡Fezco!— los llame histérica sin saber qué hacer. —¡Rue, Rue! Incorpórate, vamos.
Intenté levantarla del suelo mientras lloraba desconsoladamente. Los hermanos llegaron rápidamente, y se quedaron petrificados al vernos.
—¿¡Qué le ha ocurrido!?— preguntó Fez acercándose y ayudándome a incorporar a Rue.
—No lo sé, dijo que quería volver a las drogas.— le expliqué tratando de no gritar y hacer que todos nos volviésemos más histéricos.
—Joder.— se quejó Fez pasándose sus manos por la cabeza.
Sentí unos brazos aferrarse a mí como si fuese una cuestión de vida o muerte, era la de rulos.
—Estoy harta, Mills.— se quejaba mientras lloraba con la cabeza en mi pecho. —Quiero volver a mi vida de antes.
Todos la mirábamos sin saber qué hacer o que decir. Solo pude contribuir empezando a acariciar su melena tratando de que se relajara.
—Echo de menos a mi padre, toda mi vida se fue a la mierda cuando el...— decía con dolor. Una lágrima se escapó de mi ojo y se resbaló por mi mejilla. —Quiero volver a ver a mi padre...
—Jamás se me va a olvidar ver a Rue así.— dije cuando terminé de ponerme el pijama.
Ash estaba ya acostado mientras miraba su móvil. —A mí tampoco, no me lo esperaba para nada la verdad.
—Ya ves.— concordé. —Me ha dado muchísima pena, la pobre.
Me adentre en las sábanas de la cama de Ashtray. Rue se había quedado a dormir también, solo que ella estaba en la cama de Fez, y este durmiendo en el sofá.
—Así se demuestra que el que menos parece sufrir o que está más feliz, es todo lo contrario al final.— dijo Ash mientras yo asentía.
—Es cierto, mañana volveré a hablar con ella. Se ve que lo necesita.
Ash asintió. —¿Nerviosa para tu C2 de mañana?
—Joder, has cambiado de tema en dos segundos.— reí suavemente. —Sí, estoy algo nerviosa.
—Pues deja de estar así, la clavarás seguro. Siempre lo haces.— me animó haciéndome sonreír tontamente.
Yo me acordé de algo. —Por cierto, muchas gracias por los regalos. Me han encantado.
—¿De verdad?— preguntó el pelinegro con una sonrisa.
Yo asentí contenta. —Los tuyos han sido lis regalos favoritos.
—Me siento halagado.— afirmó riéndose.
Ambos nos acercamos sonriendo y nos dimos un suave beso que nos hizo que el agridulce día que habíamos llevado se hiciese más ameno.
Bueno, pues este es el cap d hoy :D
La verdad es que quería hablar del tema de Javon y Coco, pero no lo voy a hacer porque tengo sueño xd.
No se olviden de votar y comentar todo lo que quieran, no sé si les está gustando o se está volviendo algo aburrida.
~Pauu👺
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