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POR FAVOR VOTEN Y COMENTEN MUCHO, ME ALEGRARÍA UN MONTÓN 🥹💗🫶🏻

DESPUÉS DE QUE ASH Y YO ROMPIÉRAMOS, me fui hacia mi casa. Ignoré todo, los gritos de mi madre preguntándome qué diablos me pasaba, mi hermano riendo al verme, mis primos confundidos ante la situación,... Todo se me había ido de las manos ese día.

Sé que muchos de ustedes se enfadaron conmigo por lo que dije.

La razón es, ¿qué hubieran hecho ustedes? Yo amo a Ashtray, pero si él quería dejarme, lo último que yo pensaba hacer era ponerme de rodillas llorando y suplicarle que no me dejase. Tengo dignidad y orgullo.

Sí que es verdad, que en muchos casos me he arrepentido de aquello, y pienso que no le dije suficientes veces que era yo quien quería estar con él, costase lo que costase, y que no era culpa suya.

Y ahora me encuentro aquí, ha pasado una semana y un día desde nuestra ruptura, y cada día me duele más. No he salido de mi habitación, y eso por no mencionar que no quiero ver ni hablar con nadie.

Tengo cuatro llamadas perdidas de Ash, las cuales jamás fueron descolgadas, y sus palabras quedaron en el airé olvidadas.

Lo único que tenia de compañía era a mi hermano, a Michael. Él se encontraba sentado a mi lado mientras se agarraba sus piernecitas gorditas jugando, haciéndome reír por primera vez.

—¿Qué haces, loco?— pregunte suavemente mientras reía.

El pequeño reía, cuando de repente algo pasó por su cabeza. —Ash... tay.

Mi corazón dolió horrorosamente, y las lágrimas empezaron a brotar al escuchar su nombre ser mencionado.

—Ashtray no está aquí, pero pronto lo veremos, ¿sí?— bien sabía que Michael no entendía nada de lo que yo le había contestado, y empezaba a pensar que lo había dicho para convencerme a mí misma.

Yo me alejé un poco de mi hermano y comencé a llorar, poniendo una mano en mi frente tratando de tranquilizarme. Sentí unas suaves y pequeñitas manos posarse sobre mis mejillas.

Me reí mientras lo agarraba suavemente. —Ay mi Michael.

Le di un suave beso en sus pequeños labios para que luego el riese fuertemente, y cayera en la cama juguetonamente. Estuve un rato haciéndole cosquillas mientras los dos reíamos fuertemente.

Lo que nunca se me había ocurrido, es que mi pelinegro había estado viendo como mi hermano y yo jugábamos desde mi ventana silenciosamente.


Varios días siguieron pasando, y esta vez me encontré con las fuerzas de cogerle el teléfono a Rue.

—Ey, Rue-Rue.— contesté al teléfono.

Escuché como se sorprendió. —¡Mills! ¡Por fin! ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú?— pregunté de vuelta.

—Bien también, ¿por qué no me has contestado en estos días? Hace mucho tiempo que no sé nada de ti.— me dijo haciendo que me confundiese.

—¿No sabes que Ash y yo rompimos?

Ella se quedó en silencio unos segundos. —¿Es en serio? ¿O es una broma vuestra?

—Ojalá lo fuese, pero me temo que no.— me lamenté.

—Dios, no me lo esperaba.— comentó. —Lo siento mucho, ¿como estás ahora?

—Tú sabes, he pasado una semana horrrorosa y eso, pero ahora creo que me encuentro mejor.— le dije.

A pesar de no verla, sé que sonrió. —Me alegro de que ahora estés mejor. ¿Sabes que hoy hay una fiesta en casa de Cassie y Lexi?

—Rue, creo que aún no estoy lista para fiestas.— dejé en el aire sintiéndome desganada.

Ella suspiró. —No seas terca, necesitas salir y despejarte. Por favor, solo hoy.

Yo me lo pensé durante unos segundos. —¿Irá él?— pregunté flojamente.

—Sabes que es seguro que sí.— me respondió.

—Está bien.— acepté. —¿A qué hora es?

—Empieza a las 9.— me anunció. —Queda una hora.

—¿¡Una hora!? ¿Ya son las ocho?— pregunte sorprendida. —Joder, me dormí a la una de la tarde.

—¿¡Llevas durmiendo 7 horas?!— pregunto ahora Rue sorprendida.

—Creo que sí.

—Bueno, ábreme.— me dijo confundiéndome.

—¿Como que te abra?

La morena rió.— Que estoy abajo, ábreme.

—Oh, voy, ¿cuánto llevas ahí?

Ella lo pensó durante unos segundos. —Desde que empezamos la llamada, es que me gustaba hablar por teléfono.

—¿Vale?— pregunte confundida.

Luego de unos minutos, me terminé de vestir. Me puse una falda negra y gris que me llegaba por las rodillas, un top de tirantes negro con escote, y por ultimo unos tacones negros. De peinado me lo dejé como siempre lo tenía, lacio. Y por último, de maquillaje me puse una sombra de ojos fría y un pintalabios rosa claro. Nada más.


—¡Mills!— exclamó Cassie aplaudiendo al verme. — Estás aquí, tenía ganas de verte.

Yo sonreí. —Igual, ¿cómo has estado?

—Bien, la verdad es que muy bien. ¿Y tú?

Preferí no contarle nada acerca de Ashtray, a quien yo tenía ganas de ver. —Bien, también.

—Bueno, pasa. Por allí están todos bailando y ya sabes.— me dijo indicándome donde era. —Hasta luego.

—Chao.— me despedí en busca de Rue, quien había desaparecido en cuestión de segundos.

La encontré en medio de la pista de baile mientras miraba a una rubia alta bastante mona que bailaba entre otros, era Jules.

—¿Estás bien, Rue?— le pregunté sabiendo que la rubia le había puesto los cuernos varías veces hace meses.

Ella sonrió de boca cerrada. —Sí, no pasa nada.

—Sabes que puedes contarme lo que necesites.— le dije haciendo que ella asintiese. —Cuenta.

—Bueno, es solo que... la echo de menos. Estar con ella y eso.— dijo algo triste.

Yo asentí mientras la abrazaba. —No te preocupes, Rue. Todo estará bien.

—¿Tú también lo echas de menos?— me preguntó haciendo que mi vista se dirigiese a él.

Como arte de magia, acababa de entrar en la casa con una bolsa bastante grande en la mano. Lucía serio, y se había vuelto a cortar las dos rayas en la ceja izquierda. Llevaba puesto un jersey de hilo negro, unos pantalones vaqueros rotos y grises, y unas zapatillas blancas nuevas.

Yo solo podía fijarme en sus anillos, en las pulseras y en su collar de plata. Se veía igual de bien que siempre.

—No lo mires,— me dijo Rue llamando mi atención. —¿bailamos? Esta canción te gusta mucho.

—Sí, vamos.— animé a la de rulos.

Ambas nos agarramos de las manos y empezamos a bailar animadamente. La canción de Save Your Tears sonaba por toda la casa.

—Dios, me encanta esta canción.— dije contenta mirando a Rue.

Ella sonrió burlesca. —A mí me encantas tú.

Las dos nos reímos y seguimos bailando. Cuatro versos nos repercutieron en Ash y en mí.

I saw you dancing in a crowded room,
you look so happy when I'm not with you.
But then you saw me cut you by surprise,
a single teardrop falling from your eye.

Luego de varios minutos pude localizar varios puestos escondidos de drogas, aparte de el de Ash y Fez, al cual yo no pretendía ir.

Quería volver a consumir un alucinógeno y ver a mi abuelo de nuevo. Odiaba la sensación de vacío que siempre tenía desde su partida, y verlo el otro día hizo que disminuyese aquella sensación.

—Hola.— saludé algo tímida aún joven de unos 20 años pelirrojo. Odiaba socializar con gente desconocida.

—Ey, hola.— saludó de vuelta amable. —Soy Max, Max Brown.

—¿Brown? Oh, tú eres uno de los mejores amigos de Nate.— dije algo insegura, mierda.

Él sonrió. —Sí, bueno, él y yo ya no estamos parando tanto, ¿sabes?— no sé por qué tenia la sensación de que me estaba mintiendo.

—Oh, sí, entiendo. Yo soy Mills.— me presenté mientras él solo se dedicaba a sonreír todo el rato. —Bueno, yo vengo buscando unas setas que son alucinógenas, ¿sabes de algo?

Él pensó durante unos segundos hasta que finalmente asintió. —Bueno, setas no tengo. Pero tengo pastillas que también son alucinógenas, y tienen el mismo efecto y todo.

—¿En serio?— pregunté animada.

—Claro, te las traigo para que las veas.— dijo para marcharse durante unos segundos y luego volver con unas bolitas blancas. —Con dos son suficientes, las sumerges en tu bebida y lo tomas todo, y listo.

Una sensación de escalofrío recorrió muy cuerpo, algo andaba mal. Pero como siempre hacía, decidí ignorarlo.

—¿Cuánto es?— pregunté sacando mi monedero lleno de billetes.

—50.

Busqué y le entregué un billete de 50 justo, y él a cambio me dio las pastillas.

—Tienes que esperar una media hora así para que haga efecto.— me anunció señalando la pastillas.

Yo asentí. —Sí, gracias.

—A ti siempre.

Me alejé un poco de aquellos chavales y de Max, y me senté en un sillón donde pude terminar de consumir las pastillas junto a mi bebida.

No sé cuánto tiempo había transcurrido, pero sabía perfectamente que media hora no. Unos fuertes mareos se hicieron presente junto a un punzante dolor de cabeza.

Situe mi mano en mi mano como si la vida se me fuese en ello. Sin querer, deje caer la copa en la que tenía la bebida.

Mi vida se volvía borrosa cada vez más, haciendo que me agobiase bastante y empezase a buscar desesperadamente a una figura, a pesar de no ver casi nada.

—¡Ashtray! ¡Ash!— lo llamé miles de veces, pero no obtuve ninguna respuesta.

Noté una especie de barandal a mi derecha, en el que pude sostener un breve tiempo.

—Mills, ¿estás bien?— escuché la voz de Max a mis espaldas.

Yo negué nerviosamente. —No, no veo nada.

—No te preocupes, te ayudo.— sentí sus manos agarrarme por la cintura mientras me guiaba a algún lado.

Me sentía incómoda, por el hecho de su agarre y de no saber hacia donde cojones me llevaba.

Y allí fue cuando recordé una mítica frase de mi pelinegro, "en las fiestas, no te fíes ni de tu sombra".

No, no, ¡suéltame!— exclamé mientras que Max no soltaba su agarre. —¡Cassie! ¡Cassie! ¡Ayúdame, por favor!

Cerca mía vi una cabellera rubia casi platina, que yo sabía perfectamente a quién pertenecía.

La rubia sonrió perversamente. —¿Creías que ibas a salir de aquí ilesa sabiendo que has denunciado a mi novio? Te vas a enterar, Mills. Llévatela, Max, hazle lo que quieras.

—¡Hija de puta! ¡Después de todo lo que he hecho por ti!— sentía como el joven me seguía arrastrando. —¡Por favor, Cassie! ¡No, suéltame!

Escuché como el sonido de una puerta cerrándose hacía eco en una habitación. Llegué a tener las esperanzas de que Ash había aparecido de repente, pero el perfume que olía no era el de él desafortunadamente.

—Por favor, no me hagas nada.— supliqué temblorosa viendo absolutamente todo borroso, exceptuando la leve silueta del joven. —Por favor.

—Tú se lo hiciste a mi amigo.— me dijo haciendo que mi estómago se revolviese. — Ojo por ojo, diente por diente.

Con eso fue lo que le bastó para abalanzarse sobre mí y empezar a restregar su rostro sobre mi cuello y mi hombro.

—¡No! ¡Para! ¡Para!— las lágrimas salían sin parar de mis ojos.

No sabía que hacer, me sentía tan desesperada. Cada vez me costaba más moverme, seguía sin ver y encima el dolor de cabeza se hacía cada vez más intenso. Estaba atrapada.

—Menuda gilipollas, realmente creíste que eso eran pastillas alucinógenas.— rio el joven mientras agarró un filo de mi top y lo jalo fuertemente provocando su rotura.

—¡No, por favor!— lloraba mientras aquel tío no paraba de escanearme todo mi cuerpo con sus manos.

Y allí fue cuando la cabeza me hizo una especie de "click". Tenía dos opciones, intentar defenderme con lo que había aprendido con Ashtray, o dejar que aquel tío terminara violándome.

Con toda mi ira y mi frustración, apreté mi puño izquierdo y lo estampé contra su rostro con todas mis fuerzas.

—¡Ah! ¡Hija de puta!— gritó furioso acercándose a mí de nuevo con la nariz ensangrentada.

No sé cómo lo hice, pero conseguí darle otro puñetazo en su cara, haciéndolo tambalear y caerse.

Salí corriendo de la habitación, aunque no pudiese ver casi nada, me sentía sucia y me tenía asco a mi misma.

—¡Ashtray! ¡Ash! ¡Ashtray!— grité histérica mientras corría con una mano sujetando el trozo de tela del top para taparme.

Narrador omnisciente

—¿Habéis visto a Mills?— preguntó una agitada morena de rulos al llegar al puesto de un pelirrojo y un pelinegro.

Ambos negaron con confusión. —No, no la hemos visto.

—Joder.— se lamentó Rue algo nerviosa.

—Rue, ¿qué ha pasado?— preguntó Ash mientras se levantaba acercándose a la morena. —¡Rue!

Ella respiró antes de responder. —Fue a por alucinógenos, pero pensaba que os lo iba a comprar a vosotros.

—Mierda.— dijo Ashtray yéndose rápidamente a buscar a la rubia.

Los minutos pasaban y las esperanzas de encontrarla se desvanecían en el interior del pelinegro.

—Mierda, mierda, mierda.— se quejaba fuertemente. —Como le haya pasado algo...

De repente, escucho a lo lejos un grito que decía su nombre, era la voz de su rubia, proveniente de la cocina.

—¿¡Millie!?— la llamó el pelinegro entrando en la cocina.

—¿Ashtray? ¡Ashtray!

Y allí la vio, su maquillaje corrida, algo despeinada, y con su top hecho trizas que dejaban al descubierto su ropa interior. Eso por no hablar de algunos moretones que tenía por su cuello y sus hombros, eran los apretones de ese chaval.

—Millie...— dijo acercándose a ella, pero por instinto la rubia retrocedió. —Soy yo, soy yo.

Al decir aquello, la joven se quedó parada. El joven se acercó a ella, y dudoso posó su mano suavemente sobre su roja mejilla, examinándola.

—¿No ves bien?— pregunto haciendo que la rubia negase.

—No veo nada.— contestó ella mientras sus manos temblaban.

Él pareció entenderlo. —Tienes las pupilas dilatadas, no has consumido alucinógenos, has consumido LSD.

El pecho de la rubia ascendía y descendía rápidamente, estaba agobiada y avergonzada de sí misma.

—No sé lo que he consumido.— dijo difícilmente.

—¿No sabes lo que has consumido?— preguntó el joven preocupado mientras ella negaba llorando. —Joder, ¿y por qué estás así?

La rubia apartó la mirada dolida mientras ponía su mano en su cara ocultándola. El joven al ver los leves hematomas que tenía lo comprendió todo.

—¿Alguien... te tocó?— preguntó costoso mientras apretaba los puños tratando de ser comprensivo.

La joven no respondió, ni siquiera se dignaba a mirarle a la cara.

—Millie,— la volvió a llamar haciendo que le mirase a los ojos. —¿alguien te tocó? Dímelo, por favor.

La joven asintió. —Fue Max Brown.

—¿El amigo de Nate?— preguntó mientras notaba como su sangre hervía y sus nudillos se tornaban blancos.

—Sí.— asentía costosa mientras trataba de parar de llorar.

—Escucha,— puso sus dos manos en las mejillas húmedas de la joven. —sé que ahora mismo prácticamente no me puedes ver, pero quiero que sepas que todo va a estar bien, ¿vale? Nada de esto ha sido por culpa tuya.

—Sí, lo fue.— dijo la rubia tartamudeando. —Yo pedí las drogas.

—¿Y? Ese no es ningún motivo para que te intente violar, Millie. No ha sido tu culpa.— le explicó preocupado. —Toma, ponte esto.

El joven se quitó su sudadera y se la entregó a Mills, a quien le costó ponérsela debido de sus tembleques y ceguera.

—Ven.— el pelinegro la guió hasta donde estaban el pelirrojo y la morena.

—¿Qué te ha pasado?— preguntó Fez preocupado.

—Fezco, ven conmigo. Tenemos que encargarnos de alguien.


—¿Qué fue lo que le hicisteis?— preguntó Mills en su cuarto a Ash, quien iba a quedarse con ella aquella noche.

—Nada de lo que tengas que preocuparte. Todo está bajo control, no te dará más problemas ese cerdo.— escupió con asco.

La rubia a pesar de haber recuperado su visión, el sentimiento de asco hacia ella misma no lo había perdido.

—Oye, rubia, ¿por qué no te das una ducha y te relajas?— propuso Ashtray.

—¿Puedo dejar la puerta medio abierta? Me da miedo encerrarme.— preguntó mientras jugaba con sus anillos.

El pelinegro asintió rápidamente. —Claro, yo estaré aquí viendo la televisión. No te preocupes.

Mills estuvo bajo la ducha durante casi toda una hora, había perdido la cuenta de las veces que había pasado la esponja con jabón por los sitios donde aquel animal la había tocado.

Minutos después, salió ya vestida. Con una camiseta de tirantes gris y unos shorts negros.

—Michael se ha dormido ya. ¿Tú cómo te encuentras?— preguntó el pelinegro apagando la televisión.

—Ya... estoy algo mejor.— dijo débilmente con una sonrisa de labios cerrados.

El pelinegro se levantó. —Bueno, ya va siendo hora de que me marche. No quiero que te sientas estresada o algo de eso, es normal que ahora necesites todo el espacio posible.

El pelinegro se acercaba a la ventana dispuesto a irse cuando la voz de su rubia lo paró.

—Ashtray, espera. Quédate. Por favor.— le pidió agarrándole suavemente la mano.

—¿Estás segura de que quieres?— preguntó.

Ella asintió con una leve sonrisa, y eso fue lo que les bastó a ambos jóvenes para acostarse en la cama el uno frente al otro.

—Te he echado de menos.— sacó el tema de conversación la rubia para romper el hielo. —Las noches sin ti duelen.

El pelinegro hizo una mueca triste. —Yo también te he echado de menos.— dijo mirándole a los ojos. —Me arrepiento tanto de haberte dicho que cortásemos.

La rubia se sorprendió por aquello.

—Jamás debí pagar contigo mis problemas, nos iba fantásticamente en nuestra relación. Yo solo quería protegerte de cualquier cosa, pero no me di cuenta de que así no era. Me arrepiento tanto.— explicaba triste y melancólico el pelinegro.

—Yo también. Jamás tuve que contestarte así, como si nuestra relación me importase una mierda. Ashtray, yo decidí estar contigo, yo me hago culpable de lo que me pase. Nada de eso era culpa tuya, nada. Yo quise y quiero estar contigo, sin importar los riesgos.— dijo la rubia sonriendo algo más abierta.

El pelinegro se sorprendió algo feliz. —Y, ¿aún quieres estar conmigo?

—Sí.— aceptó sin dudarlo ni un segundo.

Aquello fue lo que les bastó a aquellos jóvenes para acercarse el uno al otro. Mills puso su mano en la mejilla derecha del joven atrayéndolo hacia ella; mientras que él, situó su mano su nuca.

Ambos se fundieron en un suave y profundo beso donde demostraban sus sentimientos aún guardados, y que ahora estaban más fuertes que nunca. Se lo habían perdonado todo el uno al otro, sin importar que había ocurrido, el inseparable dúo acababa de volver, y esta vez, invencible.

—Ha sido un buen beso de reconciliación.— dijo algo divertida la joven mientras estaba tumbada y apoyada en el pecho de su novio.

—Ya lo creo.— rio el pelinegro mientras depositaba unas caricias en el pelo de la joven.

En esos momentos, Ashtray la analizó. La joven con su preciosa melena dorada y lacia, su cuerpo que parecía tallado por los mismísimos dioses, le volvía loco. Y lo mejor de todo, si era preciosa por fuera, nadie s e podía imaginar lo preciosa que era por dentro también.

—Gracias por todo lo que has hecho hoy por mí, Ash.— agradeció la rubia acomodándose más cerca de él.

—No hay de qué, rubia.

La joven sonrió divertida al escuchar los latidos del corazon de su novio. —¿Estás nervioso?

—¿Contigo? Siempre.— respondió robándole un beso a Mills, quien se sonrojó por la respuesta de aquel.


Holisss!! Bueno este es el cap de hoy.

La verdad es que ha habido muchas emociones juntas.

Me dolió mucho escribir la escena de Mills y Max.😔🥺

Pero por otro lado, la reconciliación de nuestra pareja favorita mejoró nuestros estados de ánimo! 😫💗

No se olviden de votar y comentar plis :)))

~Pauu👺

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