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ℂ𝔸ℙ 𝟚𝟚 > 𝕿𝖜𝖎𝖓𝖘



                    LA JOVEN SE ENCONTRABA en el instituto, Ashtray la había llevado después de dejar a Michael en casa de ella. Raramente él acababa de marchar sin decir cual era su destino o que tenía pensado hacer, algo que dejó inquieta a la rubia.

—Hola...— saludó Mills a la pelinegra, quien se encontraba sentada en un banco del patio.

Ella vestía con ropa negra y bastante ancha, no llevaba nada de maquillaje en su rostro. Realmente no lucía nada bien psicológicamente, aquella no era la Maddy que ella conocía.

—Hola, Millie.— saludó secamente mientras desviaba su mirada con los brazos cruzados.

—¿Cómo estás?— se atrevió a preguntar antes de que la pelinegra bufase.

—Estoy de puta madre.— rio irónica levantando los brazos.

Mills sintió como su estómago literalmente se volcaba al escucharla, en su voz se podía notar lo mal que lo estaba pasando, ¿acaso era por su culpa?

—Hace unos días me enteré que mi mejor amiga le había comprado un test de embarazo a una con la que mi novio casi que me puso los cuernos y que casi me pega. Luego, mi mejor amiga ha dado el chivatazo de que mi novio me ha ahorcado, y encima afirma que a ella también se lo hizo. ¿Puedo estar mejor?— rió irónica una vez más.

—¿Piensas que me lo inventé?— preguntó la rubia sorprendida.

—No, pero no tenías que contarlo y mucho menos lo mío.— atacó levantándose y poniéndose a la altura de la otra.

—Tu novio nos agredió físicamente, y sé que a ti psicológicamente también. ¿No te parece una buena razón para denunciarlo?— contraatacó Mills rodando los ojos.

—No tenías que contarlo porque yo no te di permiso.— respondió dándole un leve empujón a la rubia.

—Primero, no vuelvas a tocarme. Segundo, soy libre de denunciar lo que yo considere, empezando por el hecho de que Nate también me ahorcó.

—¿Y eso justifica que tengas que darle una paliza en una fiesta?

—Escucha, Maddy, no sé que me echas en cara, tú se la diste también a Cassie, quiero decir. Además, Ashtray le dio una paliza a Nate porque vio los golpes y la ahorcada que él me dio el día del parque de atracciones.

Maddy apretó la mandíbula.

—Me decepcionas, Mills, tú no eras así.

—¿Perdona? Tú eres la que me decepcionas a mí, ¿desde cuándo se te va la puta cabeza por un miserable tío? Eres una puta ciega, no ves que Nate está cubierto de mierda y te esta arrastrando a ella.— dijo la rubia obvia, haciendo que Maddy volviese a reír, acto que estaba empezando a hartar a Mills.

—Es irónico que hables sobre que Nate me arrastra a la mierda cuando tu novio es un puto narcotraficante.— atacó Maddy haciendo que la rubia sonriese.

—Mi novio no tiene nada que ver aquí, ¿pero sabes en qué se diferencia del tuyo?— preguntó confiada.

—No.

—Que Ashtray jamás me ha puesto una mano encima, él sí sabe respetar a las mujeres. El tuyo piensa que somos todas unos objetos de un único uso.— respondió la rubia.

Aquel fue el momento donde Maddy se dio cuenta, había perdido la cabeza por aquel maltratador, y junto a ella también estaba perdiendo a su mejor amiga.

—Mills, yo...— trató de excusarse Maddy mientras le agarraba una mano a su mejor amiga, la cual la retiró instantáneamente.

—Déjalo, Maddy. Que tengas una buena tarde.— finalizó la rubia girándose sobre sus talones y alejándose de la pelinegra. Al menos lo había intentado.

Mientras iba por la calle, sacó su móvil de la mochila y enseguida le mandó un mensaje a Ashtray.

Ey, voy a pasar por la tienda, ten mis patatas fritas favoritas preparadas JAJAJA. :)))

Lo siento rubia, hoy no estoy allí. Fez está, no te quedas sin papas, tranquila.— escribió Ashtray devuelta haciendo que la rubia se extrañase.

¿Cómo que no estás allí? ¿Estás bien?— preguntó la rubia preocupada.

—Sí, luego nos vemos.— finalizó la conversación dejando de estar en línea.

—Joder.— se quejó en voz alta la rubia.

Por un momento pensó en no ir a la tienda, puesto que Ashtray no estaba allí, ¿pero dónde podría estar? Coño, está claro, en su casa.

Mills cambió el rumbo rápidamente y tomó las calles que la dirigían al hogar del pelinegro. Una vez allí, llamó a la puerta rápidamente.

Siendo honesta pensaba que Ashtray tampoco se encontraba allí, ya que viniendo de él se lo hubiera comentado.

Para su sorpresa, la puerta fue abierta por un pelinegro. Este se encontraba vestido con una camiseta de tirantes negra y un pantalón de chándal gris. Todo era normal excepto por unos moretones que yacían en su cara junto a una rotura del labio inferior que también tenía.

—Millie, ¿qué haces aquí?— trató de taparse nerviosamente las heridas.

La respiración de la joven se cortó. —¿Qué te ha pasado, Ashtray?

La voz de la rubia era entrecortada, mientras las lágrimas se formaban en su rostro, jamás lo había visto así de mal. —Nada, no hay de qué preocuparse.

—¿Cómo que no? ¿Tú te has visto, Ashtray? ¡Estás destrozado!— exclamó la joven mientras el pelinegro entraba de nuevo en la casa.

—Estoy bien, Millie, déjalo ya.— se quejó el pelinegro rodando los ojos.

—No, Ash. Cuando a mí me ocurrió lo de Nate tú estuviste ahí para ayudarme, ahora me toca ayudarte a ti.— dijo acercándose a él mientras apoyaba sus manos suavemente en sus hombros.

Rápidamente él deshizo aquel agarre bruscamente. —¿Y no has pensado que a lo mejor yo no quiero tu ayuda?

Aquellas palabras hirieron gravemente a la rubia en su interior, aunque prefirió no demostrarlo e insistir en ayudar al pelinegro.

—Ashtray, déjame ayudarte, por favor... no hagas esto. Necesitas apoyo como cualquier persona, y yo estoy aquí, pero jamás te das cuenta. Siempre estás enfocado en mí, y cuando eres tú el que tiene el problema únicamente te los guardas.

—Millie, la que no se da cuenta eres tú.— sonrió de lado para luego seguir. —No quiero tu puta ayuda, ni tampoco quiero que te compadezcas de mí. Todo esto me lo he buscado yo, y no porque tú me sueltes tu charlita diaria algo va a cambiar.— cada palabra que mencionaba sabía más a veneno. Era obvio que estaba enfadado, por ello, Mills sabía que no todo lo decía conscientemente.

—Ashtray...— decía cuando fue interrumpida.

—Déjame en paz.— aquellas tres palabras fueron las suficientes que necesitaba la rubia para asentir y volver por el camino por el que había ido.

Al salir de la casa, el frío viento golpeó el rostro de la rubia haciendo que esta sintiese escalofríos por todo su cuerpo. Ahora era cierto, estaba completamente sola, no tenía ni a Ashtray ni a Maddy.

Respecto al pelinegro, Mills sabía la situación en la que él se encontraba y aquello seguramente había influido a su estado de ánimo. Por otro lado, no podía evitar pensar de que eran aquellos golpes y aquel labio roto que permanecían en su casa. ¿Debió haberse marchado, o debió haberle insistido en ayudarle?

Los nervios la consumían, haciendo que pegase un salto al escuchar como su madre abría la puerta de su cuarto.

—¡Mamá, llama a la puerta!— exclamó recuperándose del susto.

—Ay, perdón. Solo vengo a decirte que los primos se quedarán durante unos días aquí.— anunció su madre haciendo que la rubia se sorprendiese.

—¿Aquí? ¿En casa?— preguntó esperando una negación.

—Ajá, y tú te harás cargo de ellos.

—No, no y no.— negó la rubia con su hermano en brazos.

Noelia sonrió de lado. —Una lástima, ya están aquí.

La adulta se apartó de la puerta para que dos pequeños gemelos de unos 7 años entraran corriendo y gritando por la puerta.

—¡Mills, prima!— la saludaron gritando haciendo que Michael empezase a llorar fuertemente.

—Hola, hola. Shhhh.

—Bueno, yo me marcho, dentro de unos días volveré. Tened cuidado.— se despidió Noelia rápidamente y marchándose.

—Joder.— se quejó susurrando.

Uno de los gemelos fingió sorpresa. —¡Has dicho una palabrota!

—Perdón, perdón.— río suavemente. —Bueno, ¿quién quiere cenar?

Los dos gemelos empezaron a saltar y a gritar de nuevo. —¡Yo, yo, yo!

—Pues vamos a ello.

La rubia preparó un sándwich mixto para cada uno de los gemelos y un biberón al pequeño Michael, haciendo que varias lágrimas se deslizasen por sus mejillas al recordar como su pelinegro le preparaba y le daba uno a su hermanito. Miró su móvil y lo primero que divisó fue su foto de pantalla, cosa que hizo que se entristeciera aún más, odiaba estar enfadada con él.

—¿Quién es él?— preguntó Ryan, uno de los gemelos, señalando a Ash en el móvil de Mills.

—Él es Ashtray,— respondió con una sonrisa mientras notaba como Michael se emocionaba al escuchar aquel nombre. —mi novio.

—Uuuuuiiii.— dijeron ambos gemelos a la vez haciendo que la rubia riese mientras las lágrimas aún le caían.

—¿Y por qué lloras? ¿Es por él?— preguntó esta vez John.

—Sí, bueno... nos hemos enfadado.— respondió encogiendo los hombros tríate.

—¿Habéis cortado?

—¡No...! ¿No?— dudó la rubia unos segundos, no, claro que no.

Ah.— asintió Ryan confundido.

—¿Podemos conocerlo?— preguntó John emocionado mientras su gemelo asentía.

—No... bueno, ya otro día.— contestó la rubia.

Varios minutos después, los dos gemelos estaban acostados en la habitación de invitados, mientras que Michael dormía en su cuna junto a la cama de Mills. Aquella revisaba su móvil, y veía que tenía varias llamadas perdidas de Ashtray, junto a unos mensajes.

Oye, rubia, ¿podemos hablar?

—Eooo, no me ignores.

—Millieee

—Bueno, pues nada.

Los ojos de la joven se cerraban lentamente, eran las cuatro de la mañana y no conseguía conciliar el sueño. Unos toques suaves sonaron en su ventana, esto debía de ser una coña.

Eh, Mills.— la llamó el pelinegro desde fuera.

La joven resopló cansada y se levantó en dirección a la venta, para luego abrirla.

—Ashtray, ¿qué haces aquí?— preguntó secamente.

—He venido a verte.— respondió sonriente.

—¿A las cuatro de la mañana?— sonrió un poco la rubia.

—Oh, vamos. Sé que estabas despierta. Sé que como yo no duerma contigo no puedes dormir.— dijo haciendo que la rubia riese suavemente y se sonrojara de la misma manera.

La joven se armó de valor y decidió preguntarle por lo que había sucedido aquella mañana.

—Ashtray.— lo llamó.

—¿Mhh?

—¿Qué fue lo que ocurrió?

El joven resopló, pero accedió a contárselo. —Fui a una pelea ilegal, ya sabes, de las que te conté.— comenzaba mientras la rubia asentía. —Luché contra él, y finalmente perdí. Me sentí muy avergonzado y cabreado conmigo mismo, hasta el punto de que en el momento que puse mi casa, me dirigí al sótano para entrenar durante horas. Cuando tú llegaste aún estaba muy enfadado, no quería ver a nadie, ni siquiera a Fezco, estaba avergonzado de mí mismo, ¿sabes?

La rubia sintió como su pecho se apretaba al verlo de esa forma, devastado. Sin saber que decir ni qué hacer, lo único que se le ocurrió fue abrazarlo fuertemente, como si su vida dependiese de ello.

—Tú vales mucho, Ashtray. Nunca pienses lo contrario, ni tampoco dejes que te lo digan.— se apretó la rubia contra él mientras cerraba los ojos.

El rodeó a la rubia con sus brazos posando su mano en la cabeza de ella, para depositar unas suaves caricias en su pelo junto a un beso.

—Lo sé, rubia, lo sé.— se escuchaba apagado, lo que hizo que el corazón de la rubia doliese. La joven levantó su cabeza encontrándose con Ashtray, y ambos se fundieron en un suave, largo y sincero beso.

Cuando se separaron, el joven habló. —Bueno, ya va siendo hora de que me marche.

—¿Cómo? ¿No te quedas?— preguntó la rubia confundida.

—Uy, ¿acaso quieres que me quede a dormir contigo, Millie?— preguntó burlón el pelinegro. Definitivamente, nadie se creería que ese era Ash.

Ajá, ¿tú no?— preguntó irónica.

El joven rió por lo astuta que era su novia, la cual ahora mismo se encontraba acostándose en la cama.

Por cierto, te gusta el nombre de Guardería O'Neill-LeBlanc?— preguntó la rubia confundiendo al joven. —Ya lo verás mañana.

Ambos jóvenes se acostaron juntos. Mills sintió como su cintura era rodeada por el trabajado brazo de Ashtray, quien la atraía hacia él.

Sus respiraciones se concordaron la una con la otra, por fin ambos estaban tranquilos y felices después del horrible día que habían tenido.

¿Ese es Ashtray?— preguntó susurrando Ryan a su gemelo.

Sí, ¿no ves que es igual que el que Mills tenía de fondo de pantalla?— contestó John.

Son muy monos.— dijo Ryan sonriendo.

Sí... parece que ya no están enfadados.

Claro que no, si no no estarían durmiendo ni juntos ni abrazados.— contestó Ryan señalando a la pareja, la cual yacía dormida.

Oye, ¿podemos dormir ya nosotros también?

Holissss, pues este es el cap de hoy.

Quise poner un poquito de drama en la relación, la verdad iba a ponerlo más fuerte y eso, pero me he contenido al final🥹🫶🏻.

No se olviden de VOTAR y COMENTAR.

~Pauu👺👺👺

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