ℂ𝔸ℙ 𝟙𝟚 > 𝕭𝖔𝖝𝖎𝖓𝖌
VARIOS SEGUNDOS TARDÓ MILLIE en darse cuenta de que un hombre calvo lleno de tatuajes se encontraba en medio del salón junto a los dos hermanos. Los tres se quedaron mirándola fijamente. La rubia solo entrecerró los ojos escaneando al hombre, no estaba segura de que era alguien, no tenía sus gafas puestas. Igualmente, la joven estaba encabronada porque la habían despertado, y el que lo había hecho se iba a cagar.
En el momento que enfocó, un hombre calvo lleno de tatuajes y bastante musculoso se encontraba en medio del salón hablando con los hermanos, como antes fue mencionado. Aquellos dos estaban realmente preocupados y en alerta por si aquel sujeto se le ocurría hacer algo. Una fuerte sensación de miedo e incomodidad se presentó en la rubia, ella no llevaba sujetador puesto en aquellos momentos, por lo que seguramente se le estaban notando los pechos. En otra ocasión, le hubiese dado igual, gracias a la confianza que tenía con los hermanos; pero como estaba ese tío, tuvo que subir sus brazos y cruzárselos sobre la camiseta en la parte del pecho insegura.
—Huy, ¿quién es esta? —dijo sonriendo aquel hombre, dejando ver algunos de sus dientes podridos, probablemente a causa de todas las sustancias que había ingerido a lo largo de su vida.
—Nadie, déjala —amenazó seriamente el joven, haciendo que el calvo bufara.
—¿No me la vas a presentar, Ashtray? ¿Cómo te llamas, bonita? —preguntó dirigiéndose hacia la rubia.
Esta sintió como sus piernas le temblaban, en sus ojos se podía percibir el miedo que en aquellos momentos sentía.
—Te he dicho que la dejes en paz, joder —se volvió a quejar peligrosamente el pelinegro cabreado.
—Tío... déjala, por favor. Ella no tiene nada que ver —intervino Fez hablando pesadamente.
—Soy Mouse, ¿y tú? —anunció el hombre sin hacer caso a los hermanos.
La rubia desvió su mirada hacia su mejor amigo, quien le indicaba con la mirada y con la cabeza que no dijese absolutamente nada sobre ella. Y por arte de magia, entre todos los nervios que sentía, una idea se le vino a la cabeza.
—Oh, I am sorry. I do not speak Spanish, I do not understand what you are saying —contestó la rubia fingiendo confusión.
Una sonrisa ladeada se plantó en la cara de Ashtray, entendía todo lo que la rubia decía, y también su plan. Sin embargo, los dos adultos presentes en la sala solo mostraban una gran confusión.
—¿Qué ha dicho? —preguntó Mouse volviéndose hacia los hermanos, los cuáles solo encogieron sus hombros—. ¿Podrías hablarme en mi idioma, niña? Te he preguntado que cómo te llamas.
—Bro, I do not understand, I am not Spanish. I just came to get some milk and cereals for breakfast. Would you mind if I continue my
way? —sonrió amablemente, haciendo que el hombre sin más remedio asintiera sin entender una palabra de lo que le había dicho.
El calvo se giró hacia los hermanos, y la rubia vio vía libre para marcharse a la habitación de Ashtray. Antes de hacerlo, dirigió su vista hacia él, quien ya la estaba observando con una sonrisa.
De respuesta, recibió un guiño de la rubia, lo cual hizo que su sonrisa se agrandara su más.
—¿De dónde es? —preguntó Mouse una vez que la joven se marchó victoriosamente.
—¿Qué coño te importa? —escupió el pelinegro.
—Es... norteamericana —inventó el pelirrojo.
—Oh, eso está muy bien.
Varios minutos pasaron y por fin el calvo se marchó sin haberla liado en aquella casa. Mientras tanto, Millie recogía sus cosas para volver a su casa, cuando el sonido de la puerta abriéndose captó su atención.
—Ey. Me has impresionado con lo de Mouse antes. No me esperaba aquello, pensaba que iba a tener que darle un martillazo por detrás o algo de eso —comentó ¿divertido? el pelinegro, haciendo que la rubia soltase varias carcajadas.
—Gracias —dijo riendo, para luego cambiar su expresión a una más seria al recordar algo—. Oye, Ash, debo irme. Tengo que ver a mi madre y a mi hermano.
Comentó la joven mientras retomaban la dirección hacia salida.
—Está bien. Tres cosas: avísame cuando llegues, avísame si te ocurre algo ya sea con Jose o cualquiera, y te quiero aquí con ropa deportiva a las 4. ¿Entendido? —enumeró serio mientras ella sonreía.
No lo sabían, pero Fez los estaba observando desde las cristaleras desde el salón, y allí se veían aquellos dos jóvenes que se morían el uno por el otro aunque no lo pareciese y no lo quisieran confirmar.
—El amor está en el aire... —comentó Fez.
—Ya te digo, tío... —sonrió Mouse con ternura, recibiendo una horrible mirada por parte del pelirrojo a su lado—. A mí eso no me pasa.
—No me extraña, la verdad.
—Está bien. Espero acordarme de todo —dijo sonriendo la rubia.
Aquella sí que era la Mills que todos conocían, no aquella joven ruda y vacilona que últimamente había estado siendo.
—Ya verás que sí —contestó el pelinegro pasándose la lengua por su labio inferior, haciendo que la joven se quedase mirando por varios segundos.
—Bueno, adiós —se despidió dándole una sonrisa sonrojada para luego marcharse trotando y procesando lo que acababa de ocurrir.
(...)
—Hola, gordi. ¿Qué tal estás? —preguntó la rubia a su mejor amiga, preocupándose por lo que ocurrió el otro día.
—Bien, ya sabes. Un poco confundida con todo, tía —contestó mientras Maddy se estaba pintando las uñas.
—Normal. Me he enterado que hoy hay fiesta en lo de McKay, con piscinita y todo. Qué, ¿nos apuntamos?
—No sé, tía, me da cosa. Y, ¿tú queriendo ir a fiestas? ¿Es acaso para ver a alguien llamado... Ash? —preguntó maliciosamente haciendo que la rubia se pusiese nerviosa.
Sí, era por él. Claro que era por él.
—¿Tú rechazando ir a fiestas? —preguntó de vuelta la rubia.
—Eh, no evadas mis preguntas. Sé que te gusta Ashtray —comentó Maddy aplaudiendo—. Por fin voy a ser la cuñada de alguien, Dios.
—Woo, para el carro. En ningún momento dije que me gustase.
—No hace falta que lo digas, yo lo sé —afirmó ganándose una mala mirada por parte de la rubia—. Bueno, y, ¿qué vas a hacer esta tarde?
—He quedado con Ash a las 4, me va a dar clases de boxeo por lo visto —contestó la joven ganándose una impresión por parte de la pelinegra—. ¿Qué pasa?
—¿¡Cómo que Ash te va a enseñar boxeo!? —alarmó emocionada.
—Eh, sí. ¿Qué pasa?
—Dios tenemos que aprovechar esta oportunidad. Déjame vestirte por favor —pidió con las manos juntas levantándose y luego dirigiéndose al armario de la rubia.
—Pero, ¿qué dices? Voy a hacer deporte, no a una fiesta de gala de esas —comentó la rubia obvia.
—¿Y? Siempre hay que deslumbrar y llamar la atención, sobre todo del que te gusta, Mills.
—Yo no he dicho que Ash me guste en ningún momento —volvió a sentenciar la rubia.
—Y yo no he dicho que ahora esté hablando de él. ¿Has visto, gordi? —respondió la pelinegra indiferentemente.
—Pero lo has insinuado —contraatacó.
—¿Yo? Qué va —dijo la pelinegra levantando los brazos en señal de inocencia. —En ningún momento.
Esta misma empezó a rebuscar entre la ropa de Mills, encontrando unas mallas negras con la letras del eslogan de la marca Nike, "Just Do It" en blanco, para lanzárselas.
—Vale, las mallas las tenemos, te tienen que quedar genial. Ahora falta un top... —dijo removiendo la ordenada e impecable ropa del armario.
—Hace mucho que no me pongo un top deportivo, no sé si los que hay ahí me quedarán bien...
—No te preocupes, tú solo...¡bingo! Pruébatelo —exclamó pasándole un top deportivo negro con el logo de Nike en el pecho en blanco, a juego con las mallas—. Es muy típico este conjunto, pero no importa.
Varios segundos tardó la rubia en quitarse la camiseta que llevaba con el sujetador, para probarse aquel top, y mentiría ella misma si dijese que no le gustaba como le quedaba.
Era la primera vez en mucho tiempo en la que le gustaba como le quedaba un top deportivo.
—A ver levántate —ordenó para ver a la rubia de pies a cabeza. —Dios, estás tremenda, tía, Tienes unos pedazos de atributos. Te queda genial todo.
Maddy halagó tapándose la boca.
—No sé, Maddy. ¿No me puedo poner una simple camiseta y ya?
—No, vas perfecta así, hazme caso. Ponte una chaqueta blanca de Nike esa que tenías encima sin abrochar la cremallera y perfecta, luego te la quitas.
La joven suspiró derrotada—. Está bien. Voy a peinarme.
Se levantó de nuevo.
—Tráeme el cepillo, te peino yo.
—¡Joder, peinarme también! Qué barbaridad —dijo abriendo los ojos y entregándole el peine.
—Oh... me siento como si fuese tu mami —dijo peinándole el pelo mientras hacía pucheros, para luego amárralo en una coleta alta—. Tu pelo es súper bonito, te odio.
—Ay, para ya. Voy a salir de aquí con la autoestima y el ego por los cielos —rió la joven tapándose la cara avergonzada.
Una vez que Maddy se marchó, Mills bajó a la planta de abajo, encontrandose con su madre sentada casi encima de Jose.
—¿A dónde vas? —preguntó su madre extrañada.
—A la tienda de Fez y Ash.
La adulta arrugó su rostro—. ¿Así vestida?
—Sí, ¿pasa algo mamá? —preguntó confundida mientras el canoso observaba la situación.
—No, nada. ¿Ya recogiste tu habitación?
—No, se me olvidó lo siento. Luego lo hago, de verdad —contestó cogiendo las llaves y alejándose del salón.
—Eso hija. Ve a enseñar las tetas que es lo único que sabes hacer.— parecía surrealista lo que la joven había escuchado salir por la boca de su madre.
Millie se quedó fría durante varios segundos mientras se aguantaba las lágrimas como podía. Rápidamente fue a buscar a su hermano pequeño para llevarlo con ella. Sentía demasiada vergüenza en aquellos momentos, su madre se lo había dicho delante de Jose, y ahora la joven pedía que la tierra se la tragase.
—Vamos, Michael. Hoy tenemos que hacer una visita.— dijo la joven cargando a su hermano para luego salir de su casa.
(...)
El trayecto fue algo pesado puesto que la rubia cargó al niño durante todo el rato, ya que aún apenas sabía andar.
Una vez que llegó a la tienda, divisó una cabellera pelirroja en el mostrador.
—Hola, Fez —saludó la rubia sonriente.
A pesar de que se sentía como la mierda por lo que su madre le había dicho, tuvo un cambio de humor instantáneo al entrar por la puerta de la tienda, sabiendo que se iba a encontrar con dos de sus personas favoritas.
—Ey, Mills. Pasa, Ashtray está en el garaje —comentó el adulto señalándole la dirección, aunque la joven se conocía aquella casa como la palma de su mano, desde pequeña era amiga de Ash e iba a su casa de visita.
—Ok, pero necesito que me cuides a Michael, porfaplis —pidió la joven con las manos juntas y un falso puchero en su cara.
El pelirrojo sin opción alguna suspiro y asintió, extendiendo los brazos para cargar él al pequeño.
—Gracias, de verdad, Fez.
—Nada, no te preocupes, anda —sonrió.
La joven iba extrañada, hacía muchísimo tiempo que el garaje de aquellos hermanos no lo había pisado, puesto que pensaba que no lo usaban o simplemente lo tenían cerrado.
La puerta encajada tentó a Millie a abrirla sin más, pero se detuvo. Detrás de ella se escuchaban golpes secos a algo.
—¿Ashtray? —preguntó abriendo la puerta, y allí lo encontró.
El joven se encontraba boxeando, sin camiseta, solo unos pantalones anchos de baloncesto y zapatillas blancas.
Su torso estaba muy tonificado, y esto era sorprendente, pues nadie se imaginaría que se viera así, ya que siempre vestía con ropa ancha y larga. Este estaba sudado y se encontraba bastante concentrado en aquel saco que estaba golpeando.
—Ashtray —lo llamó confundida, ¿aquel era el Ashtray que siempre había conocido?
—¿Millie? ¿Qué haces aquí? Te dije a las 4... no a las 3 y media —dijo fijándose en el reloj que estaba colgado en la pared tras él.
—Me gusta ser puntual —respondió ladeando la cabeza y sonriendo mientras dejaba la bolsa de deporte que había llevado en el suelo.
—¿Puntual media hora antes?
—¿Desde cuándo haces boxeo? —cuestionó ignorando la pregunta del pelinegro, mientras este agarraba una toalla blanca y se secaba las gotas de sudor en ella.
El joven suspiró algo cansado—. Desde que tenía 3 años. Recuerdo que vi una película con Fezco, y empecé a imitar al personaje boxeador. Y hasta aquí llegué, supongo.
La rubia asintió sorprendida, jamas había esperado eso del pelinegro. Observando aquel garage, pudo observar varios trofeos y medallas colocados en varias repisas repartidas por la habitación.
—¿Todo eso es tuyo? —preguntó señalándolos y llamando la atención del pelinegro, quien se disponía a beber agua para refrescarse.
—Ajá, los gané en distintas competiciones.
—¿Ah, sí? Mi mejor amigo de toda la vida es un prodigioso boxeador y no me lo había contado... —dijo divertida mientras le daba una palmada en el brazo—. ¿Nunca se te ocurrió llevarme a una de esas competiciones a animarte?
—Sí, de hecho se me ocurrió. Pero jamás quise contártelo.— comentó dejando la botella en su lugar, haciendo que la rubia desviase su mirada hacia él. —No sé... después de que me vieses matando a aquel tío... no quise que pensases que a mi me iba todo este rollo.— contestó triste mientras se quitaba los guantes de boxeo.
—Ashtray... yo sé que a ti no te gusta nada de esto.— dijo sintiendo lástima por aquel, cosa que no le gustó nada a Ashtray. Él odiaba que otras personas se compadecieran de él, por lo que provocó un repentino cambio de humor en el joven, pasando a enfado.
—Sí, bueno, empecemos.— anunció observando cómo la rubia se quitaba la chaqueta, quedándose en el top que Maddy y ella habían planeado.
El joven, quedó estático durante varios segundos observándola, no obscenamente. ¡Dios no! Eso era lo último que se le pasaría por aquella cabecita a nuestro Ash. Admiraba realmente a aquella joven, que después de todo lo que estaba pasando, siempre conseguía sacarle una sonrisa a cualquiera que se le cruzase. Y a ello, se le sumaba que era excesivamente guapa, y no solo físicamente.
—Mh, tu cuerpo esta levemente trabajado, pero tenemos que trabajarlo mucho más. Si no, no dominarás al saco, el saco te dominará a
ti.— dijo de repente mientras miraba a la rubia de pies a cabeza.
—¿Cómo?— preguntó confundida por lo que acababa de decir.
—30 flexiones, vamos.— comentó dando una palmada, haciendo que la rubia riese.
—Estarás de coña.— sonrió.
—¿Tengo cara de estarlo?— preguntó con una ceja elevada.
—¿Tú? Nunca.— respondió.
—Pues por eso mismo, nena. Vamos, 30 flexiones.— dijo.
—¿Estás loco? 30 flexiones es demasiado.
—Es solo el calentamiento.— contestó tranquilo haciendo que la rubia abriese su boca sorprendida. —¿Las vas a hacer ya o te explico cómo?
—No puedo hacerlas.— respondió armándose de valor.
—¿Ah no? ¿Y por qué, eh?— preguntó cruzándose de brazos.
—Tengo la regla, en el momento en el que me tumbe me va a empezar a doler aún más, y eso por no hablar de que me voy a poner
perdida.— dijo seria, haciendo que el pelinegro levantase una ceja.
—Me da exactamente igual.
—¿Ah, sí? ¿Qué te parece si te doy una patada en las pelotas con todas mis ganas? Así, iríamos compensados en dolor.— preguntó irónicamente, haciendo que el joven sonriese de lado bufando, para luego pasarse la lengua por el labio inferior, haciendo que la rubia de nuevo sintiese algo por dentro de ella.
—Está bien, dejémoslo para otro día. Empecemos con varios golpes al saco, ¿puedes hacer eso?— preguntó.
—Sí, eso sí.
—Bien, primero debes ponerte unas cintas apretadas alrededor de los nudillos y dedos, para que al dar los golpes no se te vaya a salir ningún hueso ni nada.— dijo lanzándole un rollo de cinta blanca, pero al ver la cara de confusión de ella decidió preguntar. —¿Sabes cómo se pone?
—No.— respondió apretando sus labios, haciendo que él se ablandara por la ternura que ella le producía.
—A ver, ven acércate.— le indicó. La joven instantáneamente le obedeció, y le entregó el rollo. El joven agarró su mano cuidadosamente, y le separó todo los dedos. —Mantenlos así.— ordenó, para ir reliando aquella cinta alrededor de los dedos y de sus nudillos.— Esto una vez que le cojas el truco, lo harás rapidísimo.
La joven se quedó embobada mirando cómo le ponía aquellas cintas, se veía que le apasionaba tanto aquel mundo del boxeo... y ella jamás se había dado cuenta. Se sentía fatal, él sabía prácticamente todo de ella, y sin embargo, ella de él casi nada. ¿Le había fallado?
Por un momento, ambos conectaron miradas. Ella la apartó avergonzada pero con una sonrisa, y él solo bufó sonriendo también mientras pasaba a la otra a mano.
Los minutos pasaron y la joven se encontraba golpeando aquel saco. Nadie lo sabía, pero aquella habitación nunca había sido pisada por nadie que no fuese Ashtray, ni siquiera Fez. Sin embargo, no le importó que la joven entrase para poder así enseñarle a cómo debía defenderse. No quería que nada malo le pasase a su rubia.
—Te lo repito por décima vez en el día, rubia.— decía cuando fue interrumpido.
—Ay, perdón, perdón.— se disculpaba la joven, se sentía como una molestia.
—Estira la espalda.— ordenó poniéndole una mano en la espalda baja y otra abajo del cuello, y empujándolas levemente, consiguiendo la postura adecuada para golpear el saco. —Mantente así.
La joven siguió golpeando bajo la severa mirada del pelinegro, que la escaneaba. Se veía realmente bien haciendo boxeo, aquello provocaba unas sensaciones raras dentro de él, y aquello fue lo que por fin lo confirmó, se estaba enamorando de Millie...
—Gira el torso, no te pongas justo en frente del saco, Millie.— anunció situando sus dos manos en las caderas de la joven, girándola hacia la derecha. En aquel momento, la joven sintió sus piernas temblar junto a un nudo en el estómago, como si fuesen nervios. Aquello fue lo que lo confirmó, se estaba enamorando de Ashtray...
Aquel día fue en el que ambos jóvenes se dieron cuenta del amor que sentían el uno por el otro...
Sin embargo, Mills no sabía lo que la fiesta iba a traer, una reconciliación bastante inesperada, ¿quiénes serían?
Holiiiis, no se olviden de VOTAR y COMENTAR qué les pareció este cap, me costó bastante escribirlo y la verdad es q es uno de mis favs💕
~Pauu✨
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