
ℂ𝔸ℙ 𝟙𝟙 > 𝕳𝖎𝖙𝖘
Holaaa, antes que nada les quiero pedir que VOTEN y COMENTEN mucho, me costó mucho escribir este cap. :))
Si hay faltas de ortografía perdon, son casi las doce de la noche en España y se me cierran los ojos del sueño, anoche me dormí a las seis de la mañana JAJAJJAA.
UN LEVE RUIDO DESPERTÓ A MILLS, haciendo que la rubia se frotara los ojos molesta por los rayos de luz que se reflejaban en sus ojos azules. Por aquella luz y la temperatura que hacía dedujo que era por la mañana, alrededor de las once; pero sin embargo, ni siquiera sabía qué día era. De repente, una voz interrumpió sus pensamientos internos.
—Pero bueno, la princesa por fin ha decidido despertarse.— dijo un joven apoyado en la encimera de su cocina mientras bebía un vaso de leche, algo raro por su parte que no estuviera tomándolo acompañado de unos cereales.
—¿Qué día es hoy? —preguntó la joven frotándose los ojos, sin poder mover apenas la muñeca y el mismo brazo.
—Mh, buenos días para ti también, guapa. Y hoy es sábado —contestó Ash mientras le daba otro buche al vaso; sin embargo, su atención fue hacia la rubia, quien cambió su expresión a una preocupada y nerviosa.
—¿Qué dices? ¡Joder, hoy tengo la competición! —exclamó la rubia levantándose rápidamente mientras agarraba sus cosas, sin apenas pudiendo moverse por los dolores que tenía.
—Eh, wo wo wo, espérate, rubia. Te dije que no ibas a ir a la competición si te encontrabas igual, y mírate, apenas puedes moverte —le dijo el pelinegro, haciendo que ella suspirase.
—Oh, vamos, cállate. No empieces con tus habladurías de padre, campeón —contestó desagradable, haciendo que el joven indiferentemente levantara sus cejas y bufase—. Sabes perfectamente que ir a esa competición ha sido mi meta desde hacía ya tiempo.
—Claro que lo sé. Pero, ¿no te das cuenta que eres capaz de partirte algo mientras bailas? —dijo preocupándose por la rubia, a pesar de que esta simplemente no lo tomaba en cuenta.
—¿Tenéis algo que alivie el dolor de heridas... o algo de eso? —preguntó moviendo las manos.
—No —contestó seco.
—Oh, claro que sí. No me mientas, Ashy —dijo con voz aguda lo último, haciendo que el joven pusiese una cara de desagrado ante aquel apodo.
Tan bello...😻
—Que te he dicho que no, pesada —dijo haciendo que la rubia se sorprendiera—. Solo vendemos drogas, a ver si te enteras de una buena vez.
—Mira, enano pelón. O me das algo, o te arranco el poco pelo que te queda de un tirón. Hoy no es mi día —amenazó la joven señalándolo.
—No me llames así, niñata —dijo ofendido.
—Pues entonces dame algo.
—Está bien, pero intenta que no te dé una sobredosis —dijo, confundiendo a la joven—. A ver, no es una droga, yo droga no te doy, pero es un medicamento algo fuerte, y tienes que tomar la cantidad justa.
—Está bien. ¿Cuánto me tengo que tomar?
—Mh, 4 mililitros y medio —dijo haciendo un cálculo rápido.
—Vale, gracias enano pelón —dijo riendo disimuladamente mientras pasaba por su lado, pensando que no se había enterado.
Cuando de repente, un suave golpe se hizo presente en su cabeza, Ashtray le había dado un cate, haciendo que ella riera sin poder aguantarse, al igual que él.
—Vale, Ashtray. Me va a dar un infarto ahora mismo —dijo sacudiendo las manos sudadas—. ¿Has visto a las tías que hay aquí? Se ven mucho más mayores que yo y preparadas, además mírame, estoy apunto de caerme.
—Por eso mismo, estás aquí siendo la más joven por el talento que tienes —dijo apoyando sus manos en los hombros de la joven—. Relájate, y solo disfruta del momento. Con nervios es todo peor.
—¿Y si hago el ridículo o me caigo? La gente se reirá de mí —comentó nerviosamente.
—Pues te levantas. La mayoría de personas querría estar en tu lugar, Millie. Vas a competir contra otros países, ¿te das cuenta del logro que es eso? Deja de pensar tanto y ve a vestirte, porque vas a llegar tarde, anda.
—Está bien, gracias, Ashtray —dijo dándole un abrazo y luego marcharse para vestirse.
Mirándose al espejo, la joven decidió maquillarse para intentar taparse aquellos moretones que tenía por el cuerpo repartidos. Luego, procedió a colocarse el maillot. Este era de un color muy llamativo y "positivo", puesto que la canción que ella iba a bailar era muy alegre y fiestera.
Estando ya sentada en un banco a la espera de su turno, veía los otros bailes. Siendo honesta, los que estaba viendo eran todos prácticamente iguales, una música triste y las jóvenes bailando, sin estar diciendo que eran aburridos ni nada. Pero dándose cuenta de que el suyo era muy diferente, y a lo mejor eso no les gustaba a los jueces o a los espectadores. Sumida en sus pensamientos, oyó como decían su nombre y apellidos, consumida por los nervios se levantó y salió al tapiz, siendo recibida por numerosos aplausos.
Antes de que la música empezase, se dedicó a buscar con la mirada a Ashtray, quien estaba en primera fila en las gradas y sentado, este estaba con las piernas abiertas y sus brazos apoyados en ellas, inclinado hacia delante. Ambos se hicieron una seña en forma de saludo. Luego, pasó a buscar a sus padres, especialmente a su padre, pero recibiendo la asistencia de su madre y de Jose, y la no asistencia de su padre. Una ráfaga de escalofríos le recorrió todo el cuerpo, el cual empezó a dolerle de repente. Y como refugio, volvió su mirada a aquellos dos hermanos pelinegro y pelirrojo, quienes la miraban con orgullo y ánimo. Entonces ahí fue cuando se dio cuenta en donde era querida y amada pese a todo.
Por su parte, Ashtray no dejaba de examinar a la rubia. Se veía realmente bien allí, amaba como ella bailaba, y que pudiera llegar lejos haciéndolo era lo mejor que él podía observar. Él solo quería que ella ganase para que se diera cuenta de que es capaz de hacer cualquier cosa que se proponga, incluido el último salto que pretendía hacer, y con el que posiblemente iba a quedar marcada en la historia.
Y de una vez por todas, la música empezó a sonar. (ARRIBA DEL TODO).
La rubia se santiguó rápidamente, y empezó a dejar que la música se apoderase de ella completamente, para luego dejarse llevar por ella libremente. La gente no se esperaba semejante canción, por las anteriores, pero no les desagrado para nada la que la rubia había escogido.
A veces un pequeño gesto, marcaba la diferencia.
Todo el baile fue un total éxito, no se había equivocado en nada. Pero ahora llegaba lo peor, aquel salto. La joven se había planteado cambiar la estructura del baile, y en vez de hacer el salto cambiarlo por algún otro paso. Sin embargo algo la hizo cambiar de opinión, un vistazo rápido a las gradas. Ashtray se encontraba en la misma postura del inicio, ella, estando insegura y diciéndoselo todo con la mirada. Como respuesta, obtuvo un asentimiento suave junto a una sonrisa de lado del joven, que hizo que la rubia se sintiera más segura de sí misma, y se animara a hacer los triples mortales en uno.
Respiró y rezó todo lo que sabía, para luego coger carrerilla y saltar. Fueron momentos de tensión entre ella y el público, el cual acabó con un inmenso ruido de aplausos, gritos y silbidos, lo había conseguido.
Unas lágrimas de felicidad y orgullo salían de los ojos de la rubia mientras que le entregaban el primer premio y un ramo de flores en el podio. Al haber conseguido aquel salto, se convertía en la persona más joven en realizarlo, y en la tercera del mundo que lo había conseguido hacer. Al terminar su himno, bajó del podio, encontrándose con su madre, pero queriendo encontrar a su narco.
—Estamos muy orgullosos de ti, Mills —pronunció su madre.
—Eh... sí, gracias.
—¿Cómo has hecho ese salto? —preguntó Jose, haciéndole perder la paciencia a la joven.
—Lo siento, ahora no puedo —se disculpó tratando de evitarlos a los adultos, haciendo que su madre la mirase mal.
—¡Mills! —gritó un pelirrojo junto a un pelinegro, para luego abrazarla y ser correspondidos.
—Has estado genial, rubia —la felicitó Ashtray con una palmada en el hombro mientras sonreía, haciendo que la rubia se quedara embobada con él.
—Gracias, Ashtray —agradeció sonriendo de vuelta.
Una leve atracción volvió a surgir entre los jóvenes, está era como si el tiempo se parase y solo estuvieran ellos dos en movimiento. Ambos tenían unas mariposas revoloteando en sus estómagos, pero como siempre, nuestro querido Fez tuvo que interrumpir con un carraspeo.
—Sí, bueno, chicos. Estoy aquí, tened un poquito de consideración con los pobres —dijo haciendo reír a la rubia y rodar los ojos a su hermano.
—Como siempre, Fez jodiendo —susurró flojamente el pelinegro.
—¿Papá? ¡Has venido!— exclamó de repente y alegremente la rubia mientras saltaba acercándose a él.
Desde siempre, había querido un montón a sus padres, pero siempre supo que él era como su alma gemela. A pesar de que eran completamente distintos físicamente, de carácter eran prácticamente iguales, incluso con los mismos gustos. Aquello hizo que siempre hubiera una conexión entre padre e hija, una que jamás hubo entre madre e hija. Otro factor que influyó fue que su madre siempre estaba enfadada con ella, incluso llegó a golpearla fuertemente varias veces descargando su ira contra ella, cosa que su padre jamás hizo ni iba a hacer.
—Claro, que sí, bonita. Estoy muy orgulloso de ti, Millie.— dijo contento abrazando a su hija y plantando un beso en la cabeza a su hija.
—Gracias papá.— contestó riendo. Ambos dirigieron su vista a Jose y a Noelia, la madre de Mills.
Aquellos adultos solo se dedicaban a mirar cómo se saludaban y querían padre e hija, y Noelia sabía que jamás iba a lograr algo así con su hija. Padre e hija miraban de reojo com aquellos dos ardían en ira realmente mientras lo divisaban, ocultando una sonrisa maliciosa.
—¿Que raras pintas tiene ese, no?— susurró Domingo, el padre de ella.
—¿A que sí, papá? Parece el típico asesino canoso y medio calvo de las películas de terror.— comentó medio divertido la joven, pero sabiendo que tenía razón.
—Mh, desde luego. Oye, cualquier cosa que haga o diga, y que a ti no te parezca bien, no dudes en decírmelo, ¿sí? Y vengo a poner orden en un momento.— pidió, recibiendo un asentimiento por parte de su hija.
Horas más tarde, Ashtray y Mills se encontraban en una fiesta en la que todo el instituto se encontraba.
—Ash, no quiero estar aquí —dijo la rubia empezando a agarrar el brazo de Ash como si su vida dependiera de ello—. No quiero encontrarme con Nate o con Maddy, ni con Cassie tampoco.
—Relájate, vas a estar conmigo todo el rato. No te preocupes. Solo serán varios ventas y ya está —contestó, sabiendo que no solo había ido a vender drogas.
—Está bien —contestó sentándose al lado de él mientras observaba cómo este empezaba a vender.
—Hola, mi amor —saludo una joven pelinegra al lado de Millie, esta última la miró incrédula.
—Hola, Maddy —respondió educadamente.
—Estuviste genial, enhorabuena por tu victoria, guapa. Si es que eres un portento en la gimnasia y el baile —comentó divertida, bajo la seria y disimulada mirada de Ashtray.
—Gracias, supongo —contestó la rubia educadamente de nuevo.
—¿Estás bien? ¿Te ha pasado algo? —preguntó rara, menuda hipócrita, pensó Mills.
—No, claro que no. Únicamente me sorprende que no estés con tu querida Cassie, y en cambio estés aquí conmigo —sentenció directa.
—Yo... no sé a qué te refieres, Mills. Sabes que la odio —contestó confundida la pelinegra, haciendo que la rubia bufara.
—¿Que la odias? Eso suena un poco hipócrita de tu parte, Maddy. Y eso no me lo demostraste el otro día en la feria.
—Millie, te repito que no sé de qué me estás hablando —dijo preocupada la pelinegra.
—Oh, ¿ahora nos llamamos por nuestros nombres sin apodos? Está bien, Madeline. Ash, te dije que no quería estar aquí, me marcho ya —dijo la rubia cabreada levantándose mientras se acomodaba el bolso, recibiendo una mirada del pelinegro confundido.
—Espera, Mills —pidió la joven agarrando del brazo a su mejor amiga—. Te juro por Dios que no sé de qué me estás hablando —volvió a decir, haciendo que Millie se calmase y se confundiese.
—El viernes en la apertura de la nueva feria, habíamos quedado y me diste plantón, porque estabas con Cassie —explicó la rubia, haciendo que la morena arrugase su cara.
—Mills, te juro que no me acuerdo de nada, de verdad.
—¿Cómo? Me estás jodiendo... —susurró confundida, mientras Ash miraba la situación intrigado.
—No, de verdad. No recuerdo nada, solo... estaba con Cassie y... —dijo apoyando su mano en su frente.
—¿Y qué, Maddy? —preguntó una preocupada Mills por lo que su mejor amiga le iba a contar.
—Mills, creo que Cassie me drogó —dijo con la voz aguda mientras se tapaba su boca asustada, recibiendo una expresión que era indescriptible por parte de la rubia—. Yo estaba yendo hacia donde habíamos quedado, y me encontré con Cassie. Ella llevaba dos copas en la mano, y me dijo que una era para mí. Me daba cosa rechazársela, Mills, lo último que se te pasa por la cabeza es que una amiga tuya te vaya a drogar. Pero estoy casi segura que lo hizo, porque después de darle el sorbo, me mareé y ya no recuerdo nada más —contó nerviosamente mientras respiraba agitadamente.
La mirada de Mills se dirigió hacia la pista de baile, tratando de encontrar a una melena rubia que estaba haciendo que su sangre hirviera a no poder más. ¿Cómo se atrevía a drogar a Maddy? Joder, se suponía que era su amiga, ya se acabó para Cassie.
—Quédate aquí —ordenó Mills para girarse e ir en dirección hacia el pelotón de personas.
Después de observarla, Ashtray se levantó y buscó al pelirrojo con la mirada—. Fez —lo llamó dándole a entender que era el momento de hacer lo que tenían planeado, puesto que una figura alta había sido localizada yendo hacia los servicios.
Ambos hermano se dirigieron hacia allí, el mayor de ellos con una botella de cristal grande en la mano, y el otro encabezaba la continuación de aquel siniestro plan.
—Ey, ¿qué pasa?— saludó Nate Jacobs con un movimiento de cabeza a los hermanos, que se situaron a su lado en la cola del servicio, fingiendo que también esperaban para entrar.
Ashtray permaneció callado mientras imaginaba varias formas de cómo podía matar a Nate Jacobs sin ser descubierto, por lo que el pelirrojo tuvo que contestar. —Nada amigo, aquí esperando también.— contestó recibiendo un asentimiento por parte del moreno.
Pronto, el individuo que había estado dentro del baño salió. El pelinegro se incorporó preparado para por fin llevar aquel plan a cabo; esperó a que el moreno estuviera entrando al servicio, y luego divisar cómo el pelirrojo lo golpeaba sin piedad con aquella botella de cristal en la cabeza.
—Todo tuyo, Ash. Le he dado con todas mis ganas desde luego.— comentó Fez saliendo del baño mientras suspiraba. —Solo te voy a decir una cosa.
—Joder, vete ya, Fez.
—Escúchame, no lo vayas a matar, ¿eh, Ash? Sé lo que sientes ahora, pero ten cuidado.— pidió el pelirrojo.
—Cuidado es lo que este desgraciado va a suplicar.— susurró mientras observaba cómo el pelirrojo se alejaba sin haberlo escuchado.
Ashtray se adentró al baño cerrando la puerta con pestillo, para que nadie pudiese entrar mientras le daba su merecido a Nate Jacobs.
—Hijos de puta... os mataré a los dos.— sentenció débilmente el moreno yacido en el suelo refiriéndose a los hermanos.
—Me encantaría verte intentarlo, payaso.
—Y a ella también.— dijo riendo el moreno. —A Mills.
—Atrévete, pedazo de cabrón. Que ahí es donde te mato seguro.— contestó agachándose y agarrando al alto del pelo bruscamente para luego patear su abdomen con fuerza.
Un grito ahogado salió de Nate mientras se ponía sus brazos en la zona golpeada, la cual era los costados.
—¿Te duele hijo de puta?— preguntó bufando el pelinegro mientras volvía a patearle un costado, y luego con toda su fuerza en sus partes íntimas, haciendo que este gritara aún más. —A ella también le dolió.— dijo para luego volver a patear al moreno incluso en la cabeza.
Por su lado, nuestra rubia se adentraba a una sala llena de mujeres que estaban hablando sobre todo con Cassie.
—Tened cuidado, chicas. No vaya a ser que Cassie haya puesto algo en vuestra bebida.— exclamó Mills llamando la atención de todas las presentes, que miraron confundidas a ella y a Cassie.
—¿Qué coño estás diciendo, Mills? Deja de decir gilipolleces.— contestó la rubia levantándose.
—¿Que qué coño estoy diciendo? Drogaste a Maddy en la feria, y ahora te vas a enterar.— dijo sonriendo con maldad.
—Yo... no tengo ni idea de por qué está diciendo eso, está loca, nada más hay que verla. Vete a dormir ya.— comentó Cassie señalando a la rubia mientras Cassie estaba bajo la sospechosa mirada de todas las jóvenes de allí.
—A dormir te vas a ir tú de la hostia que te voy a dar, desgraciada.— respondió haciendo que la joven se quedara en blanco, como si fuese una estatua.
—No, ni se te ocurra.— dijo Cassie con miedo al ver como la joven se le acercaba peligrosamente.
—Te avisé. Que Dios se apiade de tu alma, Cassie.— respondió sonriendo para luego darle el primer puñetazo en la cara, haciendo que Cassie cayera al suelo directamente.
Tras varios golpetazos, una joven pelinegra apareció por la puerta de la sala. Sus ojos estaban rojos de haber llorado, y estos le escocían al ver a aquella joven rubia que la anterior noche la había drogado.
—Me toca.— sentenció acercándose a Cassie, que estaba en el suelo. Realmente, Mills solo le había dado un par de golpes a causa de su ira, porque a ella no le gustaba la violencia, pero sentía la necesidad de ayudar a su mejor amiga.
Varios minutos después, Mills decidió ir a buscar a Ashtray, pasando por toda la casa sin tener ningún resultado.
—¿Ash? ¿Estás por aquí?— lo llamó entrando al pasillo de los baños, para luego quedarse fría con lo que vio.
Una figura llena de sangre yacía en el suelo, mientras un Ash repleto de ira se encontraba pateándolo fuertemente. Mills sabía perfectamente de quién se trataba, sin embargo, la rubia se decidió a parar a su mejor amigo.
—¡Ash, para! ¡Ash!— exclamó abrazándolo por detrás así intentando aguantarlo; sin embargo, el pelinegro era mucho más fuerte, y la ira que este reflejaba y sentía era obvia que no iba a ser ignorada y frenada fácilmente.
—Suéltame, Millie.— respondió con su pecho bajando y subiendo.
—No, Ash, para. ¡Lo vas a matar!— gritó mientras lo agarraba para que parase, aquel grito hizo que el joven se diera cuenta y frenara en seco, viendo a Nate Jacobs prácticamente desangrado.
Ashtray como todos sabemos, había crecido en un ambiente muy duro y peligroso, por ello, él era muy propenso a la violencia. Pero aquello, y sus cercanos son testigos, aquello no significaba que fuera conflictiva o mala persona, para nada. De hecho, alegan que él era todo lo contrario. A causa de esto, fue por lo que se quedó petrificado al ver a Nate en ese estado "por su culpa", según él. Y todo esto solo lo sabía una persona, Mills.
—Ash...— lo llamó la rubia apoyándole una mano en el hombro mientras estaba detrás de él.
—Soy un monstruo.— soltó observando al moreno en el suelo, aquello hizo que a Millie se le hiciese un nudo en el estómago, no quería ver a Ash así por nada del mundo.
—Ashtray... no digas eso. Sabes que no.— dijo abrazándolo por detrás mientras apoyaba su barbilla en su espalda.
—Mira cómo lo he dejado...— susurró débilmente.
—Ash, por favor. No hagas esto, no te lo mereces. Él se lo merecía, todos haríamos lo mismo que tú, incluida yo.— habló suavemente la rubia.
—¿Tú?— preguntó riendo suavemente mientras se giraba quedando cara a cara con ella. —Tú no le harías daño ni a una mosca, rubia.
—Mh, creo que Cassie no está de acuerdo contigo, enano pelón.— contestó haciendo que el pelinegro se sorprendiera.
—¿Cassie? Joder, Millie. Pensaba que no iba en serio lo de pegarle.— dijo sonriendo mientras soltaba una carcajada.
—Los hemos dejado bien a los dos.— comentó divertida la joven, haciendo que él se sintiese algo mejor consigo mismo, peor aún su subconsciencia lo seguía torturando.
Varios minutos después, ambos jóvenes huyeron de la fiesta para marcharse en el coche con Fez y Rue. El ambiente era totalmente silencioso, para la morena de rulos y el pelirrojo, incómodo; pero para los jóvenes, cómodo.
—Bueeeeeno, yo me bajo ya. Menos mal, porque menudo ambiente hay por aquí... adiós, Mills guapa.— se despidió Rue drogada.
—Adiós, Rue. Ten cuidado.— respondió mientras se marchaban.
—¿Me vais a contar que es lo que finalmente ha pasado en la fiesta?— preguntó Fezco mientras aparcaba el coche en su garaje, para luego bajarse.
—No.— respondieron ambos jóvenes a la vez.
—Bruh, lo imaginé. Qué agradable es comunicarse con ustedes.— dijo sin energía.
—Para, joder. Me escuece como la mierda. Eres muy bruta.— exclamó Ash mientras Mills le curaba los nudillos rotos que tenía.
—Cállate, es lo que hay.
—Tal vez... no, es mi culpa. Casi lo mato, joder.— se volvió a lamentar el pelinegro mientras apoyaba su mano en su frente.
La rubia se inclinó apoyándose en las rodillas del joven, para estar a la altura de su cara.
—Ash, claro que no... en todo caso sería mía, yo jamás debí de haber salido sola por allí.— sonrió débilmente tratando de hacer sentir mejor a él.
—No, eso sí que no. Ninguna de vosotras debería de sentir miedo por andar solas y a la hora que sea. Por ello, he estado pensando...— dijo pensativo.
—¿En qué?— preguntó confundida, varios segundos pasaron hasta que el joven se incorporó seguro de sí mismo en lo que iba a decir.
—Decidido, te enseñaré boxeo. Así sabrás cómo defenderte y no tendrás que volver a pasar por una situación como esa. No acepto un no como respuesta, que te veo las intenciones, rubia.— anunció emocionado.
—Oye, no tienes por qué hacer nada, ¿lo sabes, verdad? Además, aquello fue por mi culpa.
—Cállate. Mañana te quiero aquí a las 4 y media. Y ahora vamos a dormir, que estoy cansado.— dijo dándole unos shorts de baloncesto suyos a la rubia para que se los pusiera como pijama, junto a una camiseta de tirantes negra y fresca que ella ya tenía.
Aquella noche, fue Mills la que abrazó a Ash, ya que era el que más lo necesitaba en aquellos momentos, no era justo todo lo que él había sufrido y sufría. El hecho de haberle dado una paliza a Nate no era lo que le abrumaba, para nada, de hecho sabía que se lo merecía, porque nadie tocaba a su rubia. Únicamente fue el hecho de que por hacer aquello, pensaba que podría haber sido capaz de haberlo asesinado. Ashtray en su vida ya había asesinado a numerosas personas, pero todas y cada una de ellas lo abrumaban por las noches, mientras se bañaba o simplemente en momentos puntuales, para recordarle que era un asesino.
—Hasta mañana, Ash.— dijo la rubia dándole un beso suave en la mejilla y luego abrazarlo por detrás, y echarle su pierna derecha por encima.
—Hasta mañana, rubia.— contestó sonriendo mientras apoyaba su mano en la parte baja de la pierna de la rubia, a la que él llegaba.
Aquellos pensamientos que tenía, esa noche no lo abrumaron. Pudo dormir toda la noche y con su mejor compañía al lado, sin poder ser más feliz.
A la mañana siguiente unos ruidos provenientes del salón despertaron a la joven, la cual se encontró sola en la cama. Una sensación de que algo no iba bien hizo que la joven se levantara y fuera hacia el salón, encontrándose con los hermanos reunidos con un hombre calvo.
¿Quién era aquel sujeto?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro