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005; 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐘


ADOLESCENCEAshtray

005; PARTY!




ARREGLÁNDOSE PARA LA FIESTA de Maddy, la rubia se decantó por un top de manga larga; que sin embargo, dejaba disimulada y no muy notoria las partes del pecho, hombros y espalda al aire. Esto, a conjunto con unos pantalones vaqueros blancos con acabado de campana; y para finalizar, unos tacones de mediana altura negros, a juego con el top. Para el maquillaje, decidió usar lo mínimo, puesto que no sabía como maquillarse, ni tampoco le gustaba ser muy cantosa como se podía comprobar. Y por último, el peinado, decidió llevar el mismo que Maddy. Este consistía en unas trenzas por todo el pelo, hasta la media melena, donde a partir de ahí iba suelto.

Un sonido de su móvil la asustó, era un mensaje de la pelinegra.

—Ey, necesitas que te pase a recoger? —preguntó por mensaje.

—No, gracias, Mads. Ash y Fez me llevarán. Gracias de todas maneras.

—Está bien. Después te veo, guapa.

Mills soló sonrió de lado para dejar su móvil apoyado de nuevo en la mesa en la que se encontraba. Maddy realmente hacía que ella se sintiese feliz, querida y completa. Ambas son mejores amigas desde hacía casi cinco años, y a pesar de su diferencia de edad de dos años, siempre fueron como uña y carne.

Pronto, el sonido del motor de un automóvil la sacó de aquellos recuerdos; ya estaban allí para recogerla. Apurada, salió de su casa después de haber agarrado su móvil rápidamente. Aproximándose al coche y llegando a él apunto de subirse, se dio cuenta de que le faltaba algo esencial.

—Se me olvida algo... ¡mierda, Michael! —exclamó recordando y luego parando en seco.

Se dio media vuelta para volver a entrar a su casa.

—¿En serio se ha dejado a su hermano dentro? —preguntó Fez al volante mientras soltaba una carcajada.

—No la culpes, lleva demasiadas cosas para delante con solo 16 años —contestó hablando por primera vez en esos momentos un serio Ashtray, quien iba de copiloto y observaba toda la escena.

—Desde luego —afirmó el pelirrojo, recordando cómo él también tuvo que hacerse cargo de Ash cuando era un simple bebé.

En minutos, la rubia salió de la casa con el pequeño en los brazos, allí fue donde pudo dejarse ver bien. Ashtray la miró sin preocupación alguna, iba preciosa, al igual que siempre. Sentía algo en su interior, como si pudiera observarla por toda una vida sin aburrirse, ella le hacía sentir algo desconocido para él.

—Uf, ya llegué. Casi me dejo a Michael sentando en su trona, solito, mi niño —comentó riendo mientras ponía al pequeño sentado en sus piernas, quien solo se dedicaba a mirar a Ash con un brillo en los ojos.

Nadie se daba cuenta, pero este último durante el trayecto, de vez en cuando miraba por los espejos retrovisores para observar a la rubia con su pequeño hermano, realmente los quería demasiado.

Cuando llegaron a su primer destino, este era una casa bastante amplia. De ella salió su dueña, ella iba a ser la primera niñera del pequeño Michael durante las próximas horas; además, allí habían quedado también con Rue para llevarla a la fiesta. Mills estuvo varios minutos hablando con la mujer, y la verdad es que le cayó bien. De vuelta al coche, diviso al joven sentado en la parte trasera, mientras que Rue se encontraba en la delantera junto al pelirrojo. ¿Qué había ocurrido? Pues muy simple, Rue insistió en ir delante para poder manejar la radio, y Ash pensándoselo dos veces, accedió.

—Pero bueno, Rue —exclamó la rubia entrando en el coche llamándola atención de la morena.

—Ey, Mills. Vas... genial —se sorprendió la de los rulos, la joven era raro que se vistiera tan así.

—Gracias, tu también —le dio una sonrisa tratando de ocultar su preocupación.

Iban por el trayecto los 4 en silencio, mientras una canción se escuchaba, sobre todo en la parte de delante. En la de atrás inundaba el ruido de algo moviéndose rítmicamente, la pierna de la joven se movía sin parar a causa de su nerviosismo, a parte de su respiración irregular y movimiento constante de su pecho de arriba a abajo mientras cerraba los ojos tratando de calmarse.

—Eh, ¿qué te pasa? —le preguntó el joven algo preocupado haciendo que ella lo mirase.

—Nada —negó con la cabeza, el joven soló rodó los ojos.

—Michael va a estar bien, rubia. No tienes por qué preocuparte —dijo mirando al frente, mientras pasaba su lengua por sus labios para así humedecerlos.

La joven se frotó la frente con su mano algo agobiada—. Es la primera vez que lo dejo solo con alguien que no conoce.

—Sólo disfruta de la fiesta, supongo —finalizó el joven cuando estacionaron cerca de la casa de Maddy.











































Al entrar, enseguida divisaron a la anfitriona de la fiesta dirigiendo su vista hacia ellos 4. La rubia corrió hacia la pelinegra con una amplia sonrisa en su rostro.

—¡Maddy!

Exclamó la joven envolviéndose junto a la otra en un fuerte abrazo, mientras Maddy le proporcionaba varios besos en su mejilla, agarrándola suavemente con sus manos.

—¡Mills, me alegra muchísimo que hayas podido venir! Estás guapísima, tía —afirmaba la pelinegra con una sonrisa de ternura hacia la más pequeña.

—¿Te has visto acaso? Tremenda fiesta te has montado —decía Mills mientras miraba a su alrededor asombrada.

—Bua, ya te digo. Ven, vamos a bailar, mi amor. Te estaba esperando —comentó Maddy llevando a una un poco avergonzada Mills a la pista.

Pero la vergüenza se esfumó en el momento que sonó una canción que ambas amaban, Hot Stuff.

Las dos mejores amigas empezaron a bailar juntas dando vueltas riendo, mientras la mayoría de miradas se centraban en ellas, incluida la de Ash, quien no podía parar de observar a aquella rubia con la cabeza ladeadada y mientras contaba dinero sucio.

Hubieron varias partes de la canción en la que ambas hacían tonterías entre ellas mientras bailaban energéticamente. Pero todo finalizó en el momento que dos individuos llegaron juntos sospechosamente.

—Oh, joder, ¿en serio? —susurró Maddy girando a la rubia disimuladamente para que esta divisara a Cassie llegando junto a Nate Jacobs, su aún novio por aquel entonces.

—Joder... te lo dije, Maddy. Estos dos se traen algo. Yo jamás me equivoco con mis supersticiones, y te digo que aquí hay gato encerrado... a pesar de que ella sea amiga tuya y él tu novio —le comentó la rubia viendo la mirada de decepción en los ojos de la pelinegra frente a aquellos dos.

—Esto no va a quedar así, estoy harta de ser como un puto plan B —dijo Maddy yendo hacia aquellos dos, bajo varios susurros.

Mills se puso cerca de aquellos por si acaso debía de intervenir.

—Hola, chicos —saludó Maddy falsamente alegre.

Recibió dos saludos de ambos jóvenes.

—¿De dónde venían tan juntos? —se atrevió a preguntar la pelinegra con malicia reflejada en su rostro, haciendo que ambos suspirasen.

—No te interesa, Maddy —respondió tranquilo Nate Jacobs, bajo la mirada de asco de Mills.

—¿Que no me interesa? Yo solo quiero saber si mi amiga y mi novio se traen algo, con eso de estar siempre juntitos los dos —dijo sonriendo falsamente, haciendo que Cassie rodara los ojos.

—Joder, Maddy, deja de ser una puta zorra siempre —se quejó Cassie haciendo que todos se sorprendieran.

—Escucha, ¿tu vienes aquí un poco de sobradita, no? Relájate chica, ¿acaso has tenido un mal día —habló por primera vez la rubia (Mills) situándose al lado de Maddy, haciendo que Cassie se enfadara aún más, estaba jugando con ella.

—¡Agh, no! ¡No he tenido un mal día, Mills! —dijo elevando aún más la voz alterada.

—¿Segura? Deberías de relajarte un poco, Cass. Se te ve... tensa. —repitió la rubia sonriendo con maldad, nadie jamás la había visto así, ni siquiera Ash, quien estaba observando todo.

La sonrisa de Mills se agrandó aún más cuando Cassie se levantó yendo hacia ella enfadada. A pesar de que Cassie iba repleta de ira, no podía negar que en esos momentos no se sentía intimidada y nerviosa ante la mirada de la rubia, quien solo se dedicaba a sonreírle.

—Te voy a zurrar, Mills. Y no quiero —amenazó apretando los puños alterada, mientras apretaba la mandíbula.

Sin embargo, Mills seguía tranquila sonriendo, mientras pasaba la lengua por los dientes superiores suyos.

—Dame, aquí me tienes.— afirmó la rubia extendiendo sus brazos.

Mills bufó al ver cómo la otra rubia se quedaba estática ante ella, nuestra protagonista se dio la vuelta junto a su amiga.

—Puta cobarde, arruinas nuestra amistad por un tío de mierda.— escupió Maddy a la rubia antes de darse la vuelta e irse con su mejor amiga.

Pero para su no tan suerte, o sí, la rubia empezó a correr hacia ellas. Mills en el momento que Cassie dio el primer paso hacia la pelinegra, se giró de cara a Cassie, la había escuchado ir hacia ellas. Se puso delante de Maddy protegiéndola. Sin tiempo de frenar, Mills empujó fuertísimamente a Cassie, haciendo que esta se deslizara varios metros lejos de ellas. Varios susurros y exclamaciones hicieron eco por toda la casa.

—¡Joder! Mills...— susurró la pelinegra dirigiendo su vista hacia la que se hallaba en el suelo, y luego a su mejor amiga, que se encontraba mirándola desde arriba con superioridad.

—¡¿Qué haces, loca de mierda?!— exclamó Cassie con dolor.

—Ibas a pegarle a Maddy, ¿te crees que te iba a dejar así porque así?— rió Mills, haciendo que Maddy abriera su boca sorprendida mientras dirigía su mirada a Cassie.

—Ojalá te mueras, perra, a ver si de una puta vez te das cuenta de que nadie te quiere.— escupió Cassie dolida, pero para Mills eso no le dolió lo más mínimo.

—Ay sí, ojalá. Pero también ojalá que te folle una mierda, hija de la gran puta.— contestó vulgarmente Mills sorprendiendo a todo el mundo, por un momento, Ash pensaba que estaba soñando.

¿Aquella era su Mills?

Cassie se levantó y bajo la mirada de todos, se dirigía a la salida mientras lloraba.

Luego de varios minutos, la fiesta volvió a celebrarse como estaba antes de que Cassie y Nate llegaran. Mills se encontraba en el baño, con la puerta medio encajada, desde afuera se podía ver. Ella se encontraba apoyada en el lavabo, mientras se miraba en el espejo, ¿en serio había agredido a Cassie? ¿Eso la hacia una mala persona?Algo le hizo sentir náuseas, se estaba pareciendo a su madre.

Luego de cerrar los ojos fuertemente intentando quitarse esos pensamientos de la cabeza, no se fijo en que había alguien apoyado en el marco de la puerta.

—Eh, rubia.

Mills se sobresaltó dirigiendo su vista hacia el pelinegro que se hallaba junto con ella.

—Joder, me has asustado.— susurró la rubia volviendo su vista hacia el frente.

—Pues que corazón más chico, hija mía.— bromeó el pelinegro seriamente, haciendo que la rubia rodara sus ojos.

—Tal vez me equivoque, pero me parece que la que ha tenido un mal día has sido tú.— comentó haciendo que la sangre de la rubia ardiera; pero se calmó, porque ya ese truquito mental se lo conocía.

—Sí, te equivocas, de hecho

—Oye una pregunta, ¿desde cuándo dices palabrotas? Que te folle una mierda, hija de la gran puta.— la remeó divertido haciendo que la rubia se alterara más.

—Desde nunca, solo hoy las he dicho.— rodó haciendo que el joven asintiera.

—Le has metido un buen empujón.— sonrió Ash, ¿dándole méritos?

—No me lo recuerdes. Me arrepiento, yo no soy así.— dijo frotándose la cabeza.

Realmente se arrepentía de lo que acababa de hacer, ella no era una persona violenta ni mucho menos.

—¿Por qué? Solo defendiste a tu amiga, no hiciste nada malo realmente.— afirmó el pelinegro haciendo que la rubia se sintiese un poco mejor.

Igualmente, aún seguía enfadada y alterada con todo.

—Maddy... Maddy creo que se ha enfadado conmigo, o la asusté, no sé.— comentó Mills rompiéndosele la voz, y sobándose su roja nariz mientras miraba hacia abajo.

—Sabes que ella jamás te dejará, no seas tonta. Sois inseparables.— respondió serio, refiriéndose a que Maddy la dejase de lado.

Pero sin embargo, una sonrisa apareció en el rostro de la joven, mientras clavaba su lengua en el interior de su mejilla.

—Pero, ¿y tú? ¿Vas a volver a dejarme como lo hiciste la otra vez, Ashtray?— preguntó con malicia hacia el joven, quien se incorporó dejando el marco.

—Eh, no sigas con ese tema. Supéralo de una vez, pasó hace bastante tiempo.— se quejó rodando los ojos, haciendo que la rubia bufara dolidamente.

—¡Te fuiste durante seis putos meses!— exclamó la rubia alteradamente y acercándose al pelinegro.

—¿Y qué?— preguntó elevando la voz el joven.

—¿Como que y qué?— gritó inundando sus ojos de rabia e ira que estaba sintiendo en esos momentos.

—¡A nadie le importó, Millie!— exclamó levantando un brazo a mediana altura señalando la puerta.

—¡A mí sí! Pensé que habías muerto!— gritó mientras rompía en llanto, haciéndole ver al joven cuán le importaba a la rubia.

Él no pudo evitar acercarse a ella y envolverla en un acogedor abrazo. Ambos lo necesitaban más que el mismísimo aire, pero jamás lo iban decir.

Hace año y medio, el salió del estado durante seis meses, solo, incluso sin Fez. Esto fue porque una vez, él estaba en la tienda, y un hombre entró. Todo fue normal hasta que el hombre empezó a amenazarlo violentamente, y Ash sin más remedio, tuvo que dispararle con un arma que escondía en una caja de cereales cerca de él. En esos momentos después del asesinato, se dio cuenta de que una figura que permanecía en la puerta había estado observándolo todo, su amada Millie.

Esto hizo que él pensara que Millie le iba a dar de lado, o le iba a tener miedo por lo que había visto. Entonces, su única idea fue desaparecer
de la ciudad durante seis meses, dejando a la rubia sola y triste sin él.

-¿No te dieron suficiente amor, eh? Mi pequeña rubia. ¿Por qué lloras? Siento haberme ido, pero fue lo único que se me ocurrió en aquel momento... a pesar de que nunca me sentí bien.— respondió ladeando su cabeza y mirando hacia abajo, donde se encontraba la de la rubia.

Él empezó a acariciar la melena rubia con su mano suavemente observándola, mientras la joven sollozaba con su cabeza apoyada en el pecho de él.


~Pauu 💕

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