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002; 𝐖𝐄𝐀𝐏𝐎𝐍𝐒


ADOLESCENCEAshtray

002; WEAPONS!




CUANDO POR FIN llegaron, un coche marrón se hallaba en la entrada de la casa, uno cubierto de polvo.

—No, joder —se quejó la rubia haciendo que su hermano se pusiera a llorar al verla así de preocupada.

—Sh, Michael. ¿Qué es lo que pasa? —preguntó Ash mientras intentaba calmar al pequeño

Luego, miró a su mejor amiga, quien lucía realmente molesta.

—El novio de mi madre está aquí, pero ella no. ¿Ves lo que te digo? ¿Qué hace un hombre que ha conocido hace un mes en nuestra casa y solo? Nos puede robar; o peor aún, hacernos algo mientras ella no está —explicó ella suspirando mirando al cielo, como si tratara de ver algo en él.

—Eso es verdad, por eso deberías tener como pequeñas armas escondidas por la casa en caso de emergencia, Mills.— propuso el pelinegro encogiendo sus hombros.

Ella negó enseguida—. No tengo ningún arma, Ash. Además, jamás sería capaz de utilizar una.

—Eso lo sé. De eso me encargaré yo, de que puedas al final —dijo finalizando aquel tema.

La rubia se giró hacia él—. Oye, ¿te puedo pedir un favor? —preguntó luciendo preocupada.

—Fez está en la tienda; pero claro, dime —accedió sin dudarlo.

—¿Podrías quedarte con Michael y conmigo mientras ese tío está aquí? Es que te lo juro, Ash, me da miedo. Hace gestos y me mira súper raro, por favor —suplicó algo desesperada.

—Sí, claro. No te preocupes —aceptó seriamente.

Los tres empezaron a acercarse a la casa. Ashtray apoyó su mano en la parte baja de la espalda de la joven en señal de seguridad y protección, hasta que llegaron a la puerta.

—Tengo las llaves en el bolsillo —le indicó Mills aún sujetando al bebé con las dos manos.

—Voy —indicó Ash sacando las llaves del bolsillo lateral del mono vaquero de la joven y abriendo la puerta.

Ambos entraron lentamente a la casa, intentando divisar donde se encontraba aquel individuo.

—Hola, Millie. ¿Qué tal? —dijo un hombre alto y canoso apareciendo al lado de ella e inclinándose demasiado cerca de ella, dando bastante mal rollo.

Tanto, que hasta Ash le rodeó la cintura a la joven y la apegó a él disimuladamente.

—¡Joder! No me llames... estoy bien. Él es Ash, mi mejor amigo —respondió muy desagradable intentando recomponerse del susto, y presentando a aquel joven.

—¿Qué pasa, Ash? ¿Qué tal, tío? —preguntó dándole varios golpecitos en el hombro haciendo que este se enfadara un poco.

—Para ti, soy Ashtray —dijo tranquilo haciendo que el mayor abriera los ojos al no esperarse aquello.

Sin embargo, la rubia rió.

—Bueno, Jose, vamos a estar en mi cuarto —anunció la rubia alejándose.

—Oye, si quieres, me quedo con Michael. Creo que le caigo bien —sugirió el adulto haciendo otro gesto que dio mal rollo.

—Eh... no, no. No te preocupes, nosotros nos hacemos cargo de él —dijo la rubia dándose la vuelta de nuevo y empezar a subir las escaleras en dirección a su cuarto.

Ashtray permaneció varios segundos estático mirando fijamente al hombre, tratando de intimidarlo; este por otro lado, no pudo evitar estremecerse ante aquel.

Una vez en su cuarto, ambos estaban sentados en la cama de ella. Su cuarto estaba organizado y ordenado; había papeles que le indican lo pendiente por hacer.

—¿Aún sigues estudiando inglés? —preguntó el pelinegro curioso iniciando una conversación.

—Ajá. Right now I'm studying to get the C2dijo ella con una sonrisa, él asintió entendiendo.

—Uh, that's greatcontestó él haciendo que la sonrisa de la rubia se agrandara más.

Por si alguien no lo sabía, el joven era inglés nativo.

—Y... ¿aún sigues haciendo gimnasia rítmica? —volvió a cuestionar haciéndola asentir—. Veo que nada ha cambiado.

Ella asintió triste—. Ajá.

—Bueno, cambiando de tema. Necesitas varias armas para defenderte en caso de que lo necesites. Y, cariño, dejame decirte que estás de suerte. traigo varias para ti —comentó el joven sacando varias armas de sus bolsillos.

La rubia le tapó los ojos al bebé rápidamente—. ¡Joder! Llevas una puta pistola por la calle así como si nada.

—Pues claro, y tú harás lo mismo. Pero no con una pistola, claro está —sonrió este.

—¿Entonces?

—Pues mira, para empezar, sabes cómo utilizar una navaja Suiza, ¿verdad? Es la que tiene muchos tipos de herramienta —explicó el chico haciendo que ella asintiera.

—Ajá.

—Bien, porque tengo una para ti —dijo sacando una de color azul celeste como el de sus ojos.

La rubia sonrió—.Joder, es preciosa —dijo alegremente.

—Sí bueno, me recordó a ti. Pero el color es lo de menos, Millie. Esta navaja la deberás de llevar contigo siempre, da igual donde, pero la tienes que tener a mano, y no en un bolsillo —comentó el joven.

—Ah, ok —dijo la joven agarrando la navaja y metiéndosela en el sujetador—. Listo.

El mayor asintió—. Perfecto. Aquí tienes dos pistolas, esta es más potente que la otra, por lo cual te sugiero que te la escondas cerca; por ejemplo en tu mesita de noche o debajo de la cama.

—Está bien —dijo agarrando la pistola y abriendo el cajón de su mesita de noche, la guardó asegurándose de que no se viera.

De repente, unos toques en la puerta de la habitación sonaron, y ambos jóvenes se pusieron rectos.

—¿Qué hacían? —preguntó curioso mientras inspeccionaba todo el cuarto de la joven, lo que le hizo sentir incomodidad.

—Nada.

—Está bien. Mills, yo ya me voy, tu madre no viene, qué raro —comentó el viejo extrañado.

—Sí, un montón. Adiós —respondió cortante.

El hombre finalmente salió del hogar y marchó al suyo.

—¡Dios, por fin! ¿A que da mal rollo? —preguntó ella, haciendo que el joven asintiera un poco indiferente.

Él carraspeó antes de hablar—. Bueno, yo debería irme ya también. Fezco está solo en la tienda.

Aquello hizo que la rubia asintiera triste.

—Adiós, Michael, pequeño —dijo este tocándole suavemente la cabecita al pequeño.

Una vez ambos estaban en la puerta de la casa despidiéndose, Mills quiso decirle algo.

—Ash.

—Dime.

—Gracias por todo, de verdad —dijo ella sincera dándole una sonrisa, a lo que él se la devolvió.

—De nada. Y acuérdate de eso; y si a lo mejor no te acuerdas, me llamas y vengo, y le parto las piernas al que haga falta —dijo el joven haciendo que la rubia riese.

Esta le dio un abrazo a Ash, quien la rodeó con sus brazos: uno en su cabeza y otro en su espalda, brindándole seguridad y tranquilidad. Cuando ambos se separaron a la vez, una fría brisa los envolvió, echando de menos estar juntos como hacía segundos atrás y dejando de lado las ganas de volverse a abrazar.

—¿Te veo mañana en el instituto? —preguntó ella mientras él se alejaba esperando su respuesta

—No lo dudes, rubia. Hasta mañana —exclamó él alejándose.

Ashtray mirando a la joven, no se dio cuenta de que había pasado por un coche marrón lleno de polvo, el de Jose, y con él dentro. No se había marchado.


author's note.

Primer díita de instii, ya conoceremos a más personajes por fin:D

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