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26

Jane


- ¡Oh por Lucifer!

Amadeo cayó desde el segundo piso, a través de una ventana, justo en el medio del jardín donde estaban su tía y madre jugando un juego de mesa bajo la protección del cuarteto.

- ¡Te mataré Amadeo Vulturi Denali! - Alessia se asomó por la misma ventana que había brotó su hermano en la caída con el rostro incendiado en enojo.

Los vampiros de abajo se sorprendieron al verla enojada de tal modo, ambos estaban igual de lastimados, el híbrido aún más que la chica. Ella bajó a velocidad híbrida sin darle tiempo a su hermano de pararse ya que aún seguía en el suelo retorciendose de dolor.

- ¡Bastardo! - Llegó poniéndose sobre el para intentar ahorcarlo, asustando a todos al ver como intentaban matarse.

- ¡Alessia! - Demetri llegó agarrandola de la cintura para separarla mientras Félix ayudaba a pararse a su amigo.

A los dos restantes del cuarteto se les vino un flashback a la mente donde recordaban lo ocurrido años atrás, donde Amadeo había molestado a Alessia con Demetri.

- ¿Qué rayos les sucede? - Gritó su madre llegando hasta donde estaban.

- ¡Ese idiota rompió mi... - Pero cuando se dio cuenta lo que estaba por decir se calló.

- ¡Fue un accidente! - Se defendió limpiando la sangre que caía de su nariz.

La joven dejó de forcejear el agarré de su cintura para voltear a ver al vampiro que la sostenía, el castaño estaba brillando al igual que años atrás pero la sensación que le provocó a la híbrida era diferente. Cuando era una niña le provocó maripositas ahora le provocaba calentura.

- Sueltame, Demetri. - Pidió tratando de no verlo para evitar sentir atracción hacia el, no quería volver a ser rechazada.

- Lo siento. - Se disculpó deslizando sus manos por su cintura hasta dejarla libre, pero cuando sus manos recorrieron el cuerpo de ella logró que ambos sientan su piel quemar, pero era un ardor que les gustó.

- ¿Qué rompiste? - Le preguntó su tía.

- No es importante. - Dijeron al unísono.

- Claro, lo tiraste de un segundo piso, lo golpeaste, lo trataste de matar, ¡Pero no es importante! - Ironizó.

Los hermanos agacharon la cabeza como perros regañados, resistiendose a contestar, no querían hablar del tema y todos lo notaron.

- Lo siento, Alessia. - Se disculpó su hermano.

- Ya está. - Murmuró sin mirarlo mientras se iba adentro.

Todos pudieron escuchar como a la chica se le quebró la voz a pesar de disfrazarlo, no sabían que podía ser tan importante como para que Amadeo no se queje de la paliza que le había dado su hermana.

Alessia se sentó en el sofá de la biblioteca con unos pedazos de porcelana rota color celeste pastel casi blanco, sus ojos estaban llenos de lagrimas, sollozando por el artículo roto en sus manos.

La primera semana en la que se habían quedado con los Denali, había tenido más pesadillas de las que había tenido nunca, cada vez que eso sucedía era Kate quien iba a ayudarla. Siempre se quedaba horas acariciando su cabello contándole historias.

Pero no podía estar siempre con ella, sin Demetri su soporte había sido mamá Kate, pero después no iba a tener a nadie que la ayudase a no tener pesadillas con el chico de cabellos dorados. Así que la rubia le dio un regalo.

Era una cajita de música que contenía una pequeña melodía de violín en honor a su hermano. Cuando la abrias, la música se activaba mientras en el centro había una pequeña chica de porcelana que parecía estar pintando, cuando la música se activaba, la mano de la chica se movía un poco simulando mover el pincel.

Cada noche la ponía hasta que la melodía se acababa, pero para ese entonces caía dormida profundamente. Esa pequeña cajita era algo que significaba mucho para ella, era un pequeño atrapasueños que llevaba a todos lados.

- ¿Estas bien?

Dio un salto en su lugar al no darse cuenta de que alguien había entrado en la biblioteca. Movía rápido las piezas rotas a un costado mientras se limpiaba las lagrimas.

- Si, ¿Necesitas algo? - Levantó la mirada para ver a Jane.

- No tienes que mentirme, Alessia. - Caminó hasta llegar a donde había escondido las piezas para ver que era lo que intentaba ocultar la híbrida.

- Es... - Hizo una breve pausa. - Un regalo. Amadeo lo rompió, por eso lo golpee.

- Es una caja de música. - Afirmó mas que preguntar. Tomó las piezas para ponerlas sobre la mesita mientras los inspeccionaba detenidamente.

- Si, pero ya no funciona. - Intento tomar las piezas pero recibió un manotazo por parte de la rubia. - Auch.

- ¿Por qué es tan importante? - Se giró a verla con rostro serio - Estas llorando - Recalcó lo obvio

- Porque es un regalo que me recuerda a alguien, además... la necesito. - Susurró lo último.

- ¿Para que?

- Para dormir - Bajó la cabeza. No era algo que le de vergüenza, pero no le gustaba que la vean llorar.

- ¿Sigues con tus pesadillas?

En realidad nunca dejó de tenerlas, sólo aprecia controlarlas, cuando alguien la cuidaba a la hora de dormir parecía ahuyentar esos malos sueños, pero cuando no tenía a nadie sólo usaba la pequeña cajita.

- Si

La vampiro se giró sin decir más nada para volver a ver la pequeña cajita.

No era muy unida a la chica, ambas sabían lo básico de la otra pero no mantenían una relación, aún así podrían considerarse amigas después de todas las tardes que pasaron juntas.

La vampiro veía a la chica como una amiga ya que era la única mujer que se había acercado tanto a ella si no era por una orden de sus amos. También le tenía cierto aprecio a pesar de no demostrarlo.

- Alessia. - Demetri entró buscando a la chica.

- Mande

- Marco me mando a buscarte, dice que tienen clases de historia. - Avisó buscando su mirada pero ella no levantaba la cabeza.

La híbrida se repetía en la mente una y otra vez lo que le había dicho Tanya, tenía que ser fuerte, tenía que tener la cabeza en alto, así que decidió hacer caso. Levantó su mirada chocando con la de Demetri pero no le dió atención para retirarse del lugar.

- Jane. - Llamó antes de irse. - Después guarda eso por favor. - Le dedicó una sonrisa para luego irse definitivamente.

- Como desees.

El vampiro no entendió que era lo que observaba con tanto detalle la rubia pero lo ignoró para irse.

Amadeo estaba en la sala de historia con sus heridas ya curadas, estaba leyendo un libro pero no podía hacerlo, no con la mente culpandolo por tirar aquel preciado objeto que le pertenecía a su hermana.

El no tenía tantas pesadillas como ella, pero aún así le gustaba dormir con esa dulce melodía para que cuidase de sus sueños. Aún así eso no significaba que valía menos. Sabía la importancia que tenía para su melliza.

Su padrino estaba observando como el fignia leer a pesar de no hacerlo.

- ¿Qué te atormenta, Amadeo?

- Rompí algo importante. - Contó sin rodeos. - Tiene un valor sentimental muy grande para Alessia, casi me mata por haberlo roto y aún así mi culpa no se va.

- ¿Qué es lo que rompiste?

No sabía si contarle a su padrino sobre lo que era aquel objeto, era algo privado para su hermana, algo que le gustaba admirar en soledad. Pero si en alguien podía confiar, era en el.

- Es una caja de música, la ayuda a dormir sin tener pesadillas. Es lo que más adora, no hay noche en que no la use, estos días no la utilizó porque mamá le acariciaba el cabello hasta dormir pero si no fuera por eso ya la habría usado. - Se pasó las manos por el cabello.

- ¿Es tan valiosa? - Se sorprendió al ver algo tan significativo para sus ahijados. Asintió con la cabeza afirmando. Antes de que pudiera volver a preguntar la recién nombrada entró.

Se sentó sin decir nada esperando a que su padrino les de la educación que habían perdido por su viaje. Marco les empezó a explicar todo tratando de evitar los ojos tristes de su ahijada.



Amadeo estaba paseando por el castillo tratando de pensar en algo que recompense lo que había roto pero en el camino se cruzó con algo que lo detuvo.

De la habitación de Jane se escuchaban pequeños suspiros acompañado de leves gruñidos que demostraban que estaba frustrada. Tocó la puerta de manera leve para saber que era lo que le molestaba a su "amiga".

- ¿Que? - Preguntó de manera bruta cuando vio al chico parado del otro lado de su puerta.

En ese momento, por primera vez, el híbrido pudo apreciar el cabello lacio que caía por los hombros de la vampiro, estaba con el cabello suelto dejándola ver demasiado linda.

- Te escuche quejarte ¿Te encuentras bien? - sonrió de manera ladina, cruzandose de brazos para apoyarse sobre el marco de la puerta quedando más cerca de ella.

- Si. - Intentó cerrar la puerta pero el híbrido puso su mano impidiendo que la puerta cumpla su función. - ¿Que?

Ignoró su pregunta para levantar la vista, viendo sobre la cama las piezas de la caja de música de su hermana. Frunció su entrecejo confuso.

- ¿Lo intentas reparar? - Volvió a bajar la vista logrando volver a hacer contacto visual con esos rojos carmesí que veían también sus ojos marrones chocolate.

- No te importa. - No era algo que le enorgullesiera el ser descubierta intentando ayudar a alguien que no sea su hermano.

- Si me importa, yo lo rompí. - Pasó a la habitación sin pedir permiso alguno, sabía que si lo hacía lo echaría.

- ¿Qué haces? - Gruñó entredientes al ser invadida.

- Ayudarte. - Le sonrió de manera honesta.

Antes de que pudiera resistirse ante la ayuda del chico, el ya estaba armando la caja que se sabía de memoria cada detalle que tenía.

Al darse cuenta de que aún que le pidiera que se vaya no lo haría, decidió dejar al chico arreglar aquel objeto. Amadeo estaba sentado en el suelo al borde de la cama de la chica, concentrado en unir con delicadeza las piezas.

La habitación de la vampiro tenía tonos blancos, dorados, marrones, y rojos en todas partes, era una habitación que parecía ser de la misma reina Isabell, todo tan refinado a corde con la clase alta digna de los Vulturi.

Amadeo podía sentir la penetrante mirada de Jane sobre su rostro, sabía que ella lo estaba observando inconcientemente pero el lo disfrutaba.

La vampiro no estaba siendo consciente de que con su vista recorría cada defecto que tenía el híbrido. Su mirada intentaba adentrarse en esos orbes color chocolate, pudiendo ver como siempre ese brillo de diversión. Su mirada siguió hasta sus mejillas donde pudo apreciar varias pecas al igual que a un costado pudo ver su cicatriz.

Mentiría si cuando se enteró de que el pequeño híbrido era ese adolecente que estaba frente a ella con una cicatriz recorriendo desde su frente hasta su mejilla no se preocupó, pero también le dio demasiada curiosidad el saber que era lo que le había pasado.

Su mirada se posó en los labios del híbrido, eran tan rosados, tan tentadores. No pudo evitar pensar en que el había besado a más personas de lo que hubiera imaginado, mientras ella... Ni si quiera había dado su primer beso.

Ella fue transformada a temprana edad con su hermano, después se unió a la guardia, dando su lealtad a los servicios de sus maestros, nunca se interesó en ese sentimiento llamado "amor", y ahora estaba mirando los fogosos labios de el híbrido.

Amadeo volteó a verla un segundo, viendo como ella estaba viendo sus labios, ¿Por qué no jugar con ella? Cayó en la tentación de provocar a esa bella vampiro, así que se dispuso a jugar.

Volvió su mirada a el juego de piezas para seguir armandolo. Se pasó la lengua por sus labios para luego morderse el labio inferior delicadamente. Jane sintió su corazón volver a latir así que desvió la mirada al objeto que estaba reparando.

- ¿Me pasas eso? - Señaló una pieza que estaba un poco alejada. La vampiro se la pasó, sin querer sus dedos rozaron logrando que una corriente les recorra.

Pasaron una hora en silencio, arreglando entre los dos aquel preciado objeto, ambos sumidos en su comoda burbuja, disfrutando de la compañía del otro. Cuando terminaron el híbrido dejó recorrer la melodía para comprobar que funcionará.

- Listo. - Sonrió al ver que estaba como nueva.

- ¿No es la canción que tocabas? - Preguntó sin pensar la vampiro al escuchar la melodía que el híbrido tocaba de pequeño.

- ¿La recuerdas? - Preguntó ilusionado al ver que ella lo había mencionado.

- Si. - Se limitó a contestar al ver que se había delatado. - Ten, daselo a tú hermana. - Se lo entregó pero el híbrido se negó.

- No, tú tuviste la idea de repararlo, te corresponde entregárselo. - Antes de que pudiera protestar, se acercó para besar su mejilla e irse.

Jane volvió a dar un salto como la primera vez al sentir los tibios labios de su tua cantante. No podía creer que se encontraba de tal manera por un híbrido. Decidió ignorar aquel cálido sentimiento en su pecho para ir en busca de la híbrida.

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