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25

Entrenamiento

El aquelarre parecía estar de buen humor con la llegada de los hermanos, excepto por algún otro que dice que hacen a los reyes más blandos, pero todo aquel que opine eso es ejecutado.

Sulpicia y Athenodora habían perdonado a sus maridos, incluso habían olvidado que estaban enojadas en cierto punto. Estaban con sonrisas enormes que contagiaban de buen humor a los vampiros que las vean. Aún así no todo es tan perfecto.

Ambos chicos habían madurado, les ponía tristes que se hayan perdido su adolescencia, que de ver a unos inocentes niños que lloraban por miedo a lastimar a alguien, pasen a ver a unos chicos que saben utilizarlo a la perfección e incluso ya les da igual asesinar.

En este momento se encontraban en el jardín almorzando, habían extrañado demasiado la comida de su madre, la comida en general en realidad, se habían mantenido bebiendo sangre a tal punto que pasaron de largo la comida.

El cuarteto de vampiros estaba allí como era costumbre, dando vueltas mientras vigilaban que nadie se atreva a romper la burbuja de alegría en la que estaban las reinas. Ya no importaba si los veían, todos lo habían echo, ahora era sólo que no los molesten.

- Chicos. - Su tía se removió incómoda en su asiento logrando llamar su atención - Tenemos una pregunta.

Ambos tenían comida en la boca, dejaron de masticar al ver sus rostros incómodos sabiendo que no era una buena pregunta. Las mujeres se rieron ante la tierna escena, parecían dos ardillas con nueces en la boca.

Terminaron de tragar para ver desconfiados a las bellas mujeres.

- Mande. - Respondieron al unísono.

- Nosotras... - Le dirigió una mirada a su amiga para pedirle permiso, cosa que asintió en respuesta. - ¿Con cuantas personas han estado?

Eso logró que Amadeo escupa el agua a un costado como una manguera de bomberos mientras su hermana parecía morirse con la comida que se trabó en su garganta, tosia mientras se golpeaba el pecho tratando de bajar la comida atragantada.

Sabían por donde venía el tema, pero ninguno de los dos había tenido relaciones sexuales con nadie, solo puras sesiones de besos. Sabían que algún día llegaría ese momento donde tendrían "La charla"

- ¿Están bien? - Se acercaron para acariciar sus espaldas. Ellos asintieron con un nudo en la garganta.

- Tía. - Tosió aclarando su garganta. - ¿A qué viene esto? - Preguntó la joven teniendo un ligero rubor. No era un tema que le apetecía hablar con el cuarteto de vampiros escuchando.

- Es que... Ya crecieron demasiado, nos perdimos toda su adolescencia, se supone que ustedes siguen siendo mitad humanos, entonces tendríamos que hablar el tema sobre cuidarse... - Iba a seguir hablando pero un Amadeo con mueca de asco la interrumpió.

- Oh, no, no, no - Se tapó los oídos como un niño pequeño. - No quiero escuchar eso, sabemos cuidarnos. ¡Lucifer! No hables, no hables.

Las mujeres se rieron por lo terco que era el chico además de verse demasiado tierno. Su hermana estaba a su lado, negando con la cabeza, con los ojos cerrados a la vez que con fuerza se mordia el labio tratando de borrar de su mente la pregunta recién echa.

- Lo sentimos, era sólo una pregunta. - Levantó las manos en señal de paz.

- Ahg... Si pero igual, es... incómodo. - Fingieron que un escalofrío les recorría el cuerpo.

- Alex no puede embarazarse hasta donde sabemos, y yo no embaraze a nadie. - Volvió a comer su almuerzo.

- Todavía. - Murmuró su hermana haciendo que ahora sea el quien se atraganta con comida.

- Alessia. - Regañó su madre.

- ¿Que? Era broma, no creo que embaraze a nadie, si Jane no puede embarazarse esta todo bien. - Bromeó.

El trío de vampiros de hombre tuvo que girarse para que la recién nombrada no los vea reírse mientras ella agradecía ser vampiro porque juraría tener el rostro como un tomate. Fulminó con la mirada a la híbrida quien se encogió de hombros fingiendo no entender.

Amadeo soltó una simple risa, a decir verdad le avergonzó pero fue divertido ver la reacción de la vampiro. Sólo habría que cuidar de que no mate a su hermana mientras duerme.

- ¡Alessia! - Volvió a regañar tratando de no reírse.

- Tranquila, madre. Dejala que haga bromas, haber que tan divertido debe ser que nombre a sus pretendientes. - La amenazó indirectamente.

- Ya dejen de pelear. - Avisó su tía tratando de evitar que eso suceda a pesar de que quería saber.

- No estoy peleando, le estaría devolviendo el favor. - Se encogió se hombros. - Digo... no creo que a Julio de Brasil, Marcos de Chile, Florencia la azafata, Martina la compañera de Florencia, Theo el metamorfo y a varios más les moleste que los nombre.

Su sonrisa era de total malicia, pero se borró al ver que su hermana sólo comi a como si nada. ¿A caso no le molestaba?

- ¿Nombraste a chicas? - Preguntó su madre

Claro, se olvidaron la parte en la que no le contaron a las mujeres que eran abiertamente bisexuales. Habían evitado esa parte al no saber como reaccionarian, ellas eran de otra época donde no era algo normal.

Ambos hermanos se miraron asustados por la reacción que vayan a tener las mujeres.

- Si, ah... Amadeo y yo estuvimos con varios chicos o chicas, ambos estuvimos con distintos géneros. - Respondió con cautela.

- ¿Al menos eran lindas? - Preguntó divertida su tía logrando hacerles soltar un suspiro de alivio al ver que no les provocaba alguna mala reacción.

- Violeta la de Buenos Aires era linda. - Asintió el chico.

- Yo no estuve con ninguna Violeta. - Frunció el ceño.

- Si, Violeta es la que apodaste Cruella. - Su hermana soltó un "ahh".

Ambos apodaban a las personas con su característica más resaltante para acordarse de ellos si se les olvidaban los nombres. Esta chica tenía el cabello con dos tinturas.

- ¿Cruella? - Preguntó confusa su madre.

- Si, los apodamos para acordarnos. - Contestó la chica. - Por ejemplo, esta Melissa la azafata. - Levantó un dedo. - Hipo Maggie. - Levantó otro dedo. - Theo el metamorfo - Levantó otro dedo. - Isaac el bufandas.

- Ya entendimos. - La frenó riendo al ver los apodos que le ponían a los adolecentes.

- ¿Tú también les pones apodos? - Le preguntó a su sobrino.

- Si, pero la mayoría si recuerdo los nombres. - Contestó sin darle importancia.

Lo que no sabían era que dos vampiros estaban muriendo de celos por dentro al escuchar las personas con las que habían estado, peor aún era que no nombraban a todos, había aún más de los que habían enumerado.

Jane quería ir a cazar a esas mujeres para utilizar su don hasta matarlas por dentro, luego beber su sangre para irse con una sonrisa macabra, pero no podría hacer nada de eso porque no iba a demostrar sus celos. El pequeño que antes pidió su atención como deseo de feliz cumpleaños ahora estaba con otras personas, ignorandola. No le gustaba para nada.

Demetri estaba con el ceño fruncido, no le importaba que la pequeña híbrida que estaba enomarada de el haya crecido y ahora este más que buena, tampoco le importaba que haya estado con otros hombres o mujeres, mucho menos le importaba que ella ya no le prestara atención como antes y ahora este siempre con Alec. No le importaba para nada. Tal vez un poco.

Los vampiros estaban en una habitación de entrenamiento. Félix era el encargado de entrenar a todos los integrantes del clan para que estennpreparados para cualquier batalla, o misión a la que tengan que ir.

Había al rededor de veinte vampiros allí dentro, incluyendo a el resto del cuarteto, pero sólo era Alec el que estaba sin hacer nada, lo cual extraño a todos ya que el nunca entrena, nunca tiene combate cuerpo a cuerpo ya que sólo tiene que utilizar su don para ganar. Pero hoy estaba allí. Lo que no sabían era que el estaba ahí porque Alessia se lo pidió.

Las puertas de la sala fueron abiertas.

Alessia entraba con un top deportivo negro dejando ver su abdomen al aire acompañado de un short de mismo color. Amadeo estaba con un una remera azul acompañado de un short deportivo color violeta.

- Los maestros pidieron que entrener así que traten de no prestar atención a su sangre. - Anunció Alec.

Todos asintieron sin darle mucha importancia, tenían demasiado autocontrol como para perder la vida por querer probar una gota de sangre híbrida.

- ¿Entrenaran? - Preguntó sorprendido el grandote.

- Queríamos poder tener una excusa para patearte el trasero. - Lo molestó su hermanito menor.

- No podrían. - Sonrió con autosuficiencia.

- Yo no estaría tan seguro. - Ladeó la cabeza convencido.

- Por favor, Amadeo. Eres una ratita al lado mio, no podrías ganarme. - Varios vampiros rieron al compás sabiendo que eso era verdad.

- ¿Yo? ¿Quién dijo que hablaba de mi? - Se cruzó de brazos mientras se sentaba en una banca. - Yo hablaba de ella. - Señaló con la cabeza a su hermana la cual se encontraba hablando con Jane.

- Alex. - La nombrada se volteó para buscar a Alec que la había llamado. - Ven.

Ella no se hizo rogar así que caminó hasta llegar a ellos, podía sentir varias miradas pegadas a su nuca.

- Pateale el trasero. - Ordenó.

Ella se pusó en medio de la sala mientras se amarraba el pelo en una coleta, dejando a la vista su delicado cuello, provocando que las hormonas de cierto vampiro, que se había mantenido alejado, se alteren.

- No me guardes rencor. - Pidió el grandulon poniéndose en pose de pelea.

- Lo mismo digo. - Toda la sala frenó para poder ver dicha pelea.

Era la primera vez que los híbridos estaban entre medio de tantos vampiros del clan, sin contar cuando volvieron. Todos estaban más que intrigados en valorar que tan buenos eran en cada actividad.

Félix corrió hasta ella en un intento de embestirla, pero en un rápido movimiento lo esquivó quedando detrás de el.

- Que lento. - Se burló.

Volvió a girar para intentar volver a empujarla pero recibió un puñetazo que lo volteó, cuando se giró para devolverle el golpe, ella desapareció. Sin darle tiempo a reaccionar, golpeó su pantorrilla por detrás logrando tirarlo al suelo.

- Que aburrido eres. - Lo volteó dejando su pie encima de su pecho presionandolo contra el suelo. - Te crei mejor. - Se burló.

- Estaba siendo amable.

Antes de que pudiera volver a burlarse, salió volando contra una pared, logrando que suenen varios huesos rotos. Varias muecas de dolor formaron los rostros de los presentes, incluido su hermano.

- Bastardo, yo si tengo huesos que se pueden quebrar. - Murmuró adolorida.

- Lo siento. - Se disculpó mientras tendía su mano para ayudarla a levantar.

- No, yo me disculpo.

Tomó su mano para que en un rápido movimiento, hacerle una llave así volver a tirarlo al suelo de rodillas, teniendo su propio brazo ahorcandolo.

- Abusona.

- ¿Siempre me insultaras con lo mismo? - Se burló sin soltarlo.

- Hasta que muera.

- Si quieres te cumplo el deseo. - Presionó su agarré logrando que varias grietas se formen.

- ¡Ya para! - Gritó.

Soltó una risa mientras lo dejaba libre. Varios vampiros quedaron sorprendidos ante lo ágil que era. No tenía gran fuerza física, pero era bastante escurridiza y ágil. También era ventaja ser una pequeña mujer enfrentándose a un grandote hombre.

La híbrida se incorporó correctamente soltando un quejido de dolor.

- ¿Estas bien? - Se giró viendo a su amigo con un rostro que demostraba notoria preocupación.

- Si, Demetri. No te preocupes, ya sanará. - Le restó importancia mientras bebia agua.

- ¿Dónde aprendiste a pelear? - Se acercó un poco a ella con curiosidad.

- Con los Denali. Tanya decía que el tener un gran don no significaba que no sepa pelear, me enseñó todo lo que se en táctica de lucha, es una gran mujer. - Alagó.

- Sabes, me dolió el que usaras a Garrett para burlarme. - Admitió.

- A mi me dolió el que pensaras en seguirnos contra nuestra voluntad, se supone que somos amigos. - Atacó

- Eran órdenes. - Se defendió.

- Éramos tus amigos. Supongo. - Murmuró al final.

El vampiro asintió sin poder batallar, aún así la híbrida no se lo estaba echando en cara, seguía siendo un soldado entrenado que tenía que obedecer si o si las órdenes que le mandasen.

- ¡Alessia! - Se giró para ver a su hermano quien la esperaba para que entrenen entre ellos dos juntos.

- Te veo luego, Demetri. - Saludó sin mirarlo, empezando a caminar donde su hermano.

El vampiro asintió sin decir alguna palabra, empezaba a creer que ella ya no sentía lo mismo que sentía cuando era una pequeña híbrida, ahora era ella quien lo veía como un amigo mientras el esperaba a que en el fondo lo viese como algo más.

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