24
Bienvenida
- ¿Nos extrañaron?
La voz de su grandote amigo resonó entre las librerías hasta llegar a los oídos de los híbridos. Sus sonrisas empezaron a aumentar mientras giraban para encarar a los intrusos de su biblioteca.
Allí estaba el cuarteto de vampiros, sus antiguos amigos los cuales tenian diversas expresiones intentando demostrar lo que sentían al tener ahí a sus pequeños híbridos ya mayores.
Félix estaba igual de siempre, tenía una sonrisa mayor a la de el gato con botas, fue el quien hizo que su presencia se haga notar.
A su lado izquierdo estaba Alec, tenía el cabello más largo, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos pero sabían que en el fondo estaría igual que su amigo, después de todo se habían ganado su confianza.
La siguiente en la fila era Jane, tenía un delineado pintado con negro al rededor de sus esferas rojas, podían notar a kilómetros como tenía un nudo en la garganta mientras evitaba la mirada de cierto chico.
El último era Demetri, quien tenía el cabello cortado, el tenía la mirada fija en la pequeña a la cual le contaba historias cuando lo deseara, no podía aceptar que esa bella dama era la misma niña que rogaba su atención.
- ¿Te decimos la verdad o una mentira piadosa? - Dio una sonrisa mientras se mordia el labio tratando de no ensanchar su sonrisa, acción que flechó a cierto vampiro.
- Sigues igual de abusona.
Se levantó de su asiento con su hermano imitando su acción mientras caminaban hasta estar frente a ellos.
- ¿Ustedes nos extrañaron? - Tomó la palabra ahora el híbrido.
- ¿Te decimos la verdad o una mentira piadosa? - Repitió con burla, Alec.
- Una mentira piadosa. - Eligió la híbrida.
Sin poder evitarlo, camino hasta abrazarlo, era lo que consideraba un mejor amigo en ese entonces, esperaba poder reconciliar esa amistad que habían estado desarrollando. El vampiro tardo un segundo pero respondió el abrazo inalando el dulce aroma escondido en el cuello de la chica.
Amadeo se abrazó con Félix como los hermanos de distinta madre que eran, empujones, risas, bromas.
- Mirate, ¿Dónde quedó el híbrido abuson que yo conocía? - Se burló el grandote.
- Quedó en el avión a Brasil con la azafata la cual acorraló entre besos. - Respondió su hermana alejándose del vampiro. Su hermano soltó una risa mientras pasaba su lengua por sus dientes tratando de bajar su rubor.
- Mirate. - El grandulon tenía una cara pícara.
Alessia siguió para saludar a Jane quien la recibió con una sonrisa diminuta a pesar de que segundos antes trato de ocultar un gruñido al escuchar lo que había contado.
- Un gusto volver a verte, Jane.
- El gusto es mio, Alessia.
Se separaron del abrazo para que ahora sea el híbrido quien la reciba. Podían escuchar el corazón avanzado de el. Amadeo mentiría si dijera que no le causaba lo mismo que le provocaba de pequeño, mariposas en el estómago pero a un nivel más bajo de lo que le provocaba en ese entonces.
- Jane. - Dijó a modo de saludo dando dos pasos hasta estar frente a ella.
- Amadeo. - Repitió su acción sin mirarlo a los ojos.
Ahora, era el turno de el en ser el que provocase mariposas en el estómago muerto de la vampiro. El había estado con tanto hombres como mujeres, sabía que les ponía los pelos de punta, eso haría con Jane, sería el quien le provoque nervios a ella.
Se acercó para besar la comisura de sus labios, ella dio un salto en su lugar desprevenida.
- Un gusto volver a verte. - Susurró sobre sus labios, se alejó de ella con una sonrisa de autosuficiencia mientras seguía a saludar a su amigo.
Felix quien se había separado del abrazo con Alessia no pudo evitar reír por lo bajo al ver a la mayor asesina del planeta en esa situación.
Demetri estaba viendo a la híbrida quien caminaba en su dirección. No pudo evitar dejar salir una sonrisa embobada. Frente a el estaba la pequeña híbrida que jugaba ajedrez con el cuerpo de toda una mujer.
- Hola. - Saludó
- Hola. - Devolvió el saludo.
Antes de que pudiera acercarse, Amadeo se abalanzó sobre Demetri rodeandolo en un abrazo juguetón. El rastreador levantó la mirada sobre el hombro del híbrido dejando ver a la hermosa chica que le dedicaba una sonrisa mientras se retiraba para ir donde Alec.
Ambos hermanos volvieron a tomar asiento en los sofás invitando a los vampiros a que se sienten.
- Primero que nada. - Tomó la palabra el rastreador - Pensé que estaban muertos, no los podía rastrear.
Los hermanos compartieron una mirada cómplice sonriendo en grande confundiendo al resto.
- Tenemos varios conocidos. - Contestaron al unísono.
Se habían puesto al tanto con sus amigos y familia, se sentían extraños al estar ahí después de tanto tiempo. Conocían todo pero parecían recuerdos lejanos.
Se encontraban en la sala del trono, ya era su segundo día allí, tendrían que hablar con los reyes Vulturi sobre que es lo que hicieron, hacen o harían a partir de ahora.
Entraron a la sala con rostros serios, en sus tronos estaban los dueños de los mismos, mirandolos con sonrisas, incluso el rubio lo hacía. A sus lados estaba el cuarteto de vampiros que se sentían como si fuera la primera vez que los veían, realmente los habían extrañado.
- Padrino, padre, tío. - Saludaron al unísono.
- Hijos, no saben la alegría que tengo de que estén aquí, con nosotros. - Su sonrisa era una de pura ternura.
- Nosotros también nos alegramos, padre. - Aseguró el chico.
- Queremos saber que es lo que le pasó a tú ojo, Amadeo. - Ante la mención ambos se tensaron.
Sabían que no era porque juzguen la marca que poseía su rostro, sino que era porque eso delataba que tuvieron un encuentro no muy oportuno en su viaje.
- Una manada de cambia-formas. - A pesar de nombrar lacayos de su tragedia, tenía una sonrisa ladina en su rostro que confundía a los reyes. - Pero ya está todo controlado, padre.
- ¿Me permiten? - Estiró su mano a su hijos, aun sin levantarse del trono.
Alessia camino con desición hasta llegar a escasos pasos donde su amado padre estaba sentado con la mano tendida. Era una invitación a que le muestren todos sus recuerdos.
Extendió su mano, dejándola reposar sobre la de suya. El silencio reinó en la sala a la espera de una reacción por parte del lector de almas.
Demetri no podía apartar la mirada de la chica, se sentía como un humano con el corazón acelerado al verla allí. Estaba tan cambiada...
Jane luchaba con sus impulsos internos para no mirar al híbrido pero le costaba una eternidad. Sin poder resistirse volteó a verlo con disimulo viendo como el la ignoraba por tener la mirada fija en su hermana.
Los restantes vampiros, a pesar de hacerse los desentendidos, podían ver como sus compañeros estaban empezando a sentir atracción por los jóvenes.
La risa del rey resonó en todo el lugar, incluso en los rincones más bajos.
- Pero mirenlos, ¿Qué hicieron con mis inocentes maravillas? - Exclamó con total diversión.
- Las tienes frente a ti, padre. - Respondió alejándose hasta llegar nuevamente donde su hermano.
- No lo creo, mis pequeño hijos no salen de fiesta con humanos. - Atajó.
Los hermanos soltaron leves risas al recordar los varios encuentros festivos a los que asistieron.
- Debo de admitir que los subestime. - Se sinceró logrando llamar la atención de todos. - El burlar el don de Demetri es algo único. También el buscar al híbrido, eh de decir que estoy más que orgulloso de ustedes.
Aún que no lo demuestre, el vampiro había visto el recuerdo en el que Alessia sin saberlo se había cruzado con su hermana, con su padre, incluso su madre. Habían estado tan cerca de encontrar su tercera parte que fue casi suerte de que el vuelo los haya alentado a irse, si no fuera por eso estaría seguro de que lo hubieran descubierto.
Demetri se sentía un total idiota al ver como lo habían engañado de la mejor manera, pero de cierto modo estaba sorprendido con saber que cuando la híbrida era pequeña escuchaba todas sus historias con lujo de detalle.
- Aún que debo de admitir que varios recuerdos fueron algo incómodos.
Los hermanos, sin poder evitarlo, estallaron a carcajadas, sabían perfectamente que se refería a los recuerdos donde ellos estaban con adolecentes.
- Padre, son cosas normales. - Le restó importancia una vez su risa se calmó.
- Amadeo, sigue siendo incómodo. Son mis hijos. - El resto tenía miradas confundidas por las risas cómplices que se mandaban los presentes.
- ¿Se quedarán? - La pregunto de Marco, logró que los vampiros se tensaran, no se habían parado a pensar que ellos quisieran volver a irse.
- Tenemos planeado volver a irnos. - Admitieron logrando que los presentes eleven sus cejas sorprendidos. - Pero pensábamos hacerlo en algunos años tal vez. - Siguió al ver sus expresiones de desconcierto.
- ¿En serio? - Pudieron notar la ilusión en su tono de voz.
- Si, primero queremos estar con ustedes un tiempo, extrañamos a nuestra familia.
- Nos encantaría poder tenerlos nuevamente en el castillo. - Allí pudieron apreciar su sonrisa después de tres años.
- Bienvenidos, otra vez. - Saludó su padre.
La mano de Amadeo, dejó con delicadeza que el tocadiscos empieze a dejar una melodía recorrer a través del cuarto de la biblioteca. Miró a su hermana mientras se ponían guantes de limpieza, iban a limpiar su lugar.
El, empezó con un plumero pasándolo a través de los libros mientras bailaba animadamente. Su hermana barria toda la tierra mientras utilizaba la escoba de micrófono.
Freddy Mercury en su máximo esplendor estaba sonando por todos los pasillos del enorme castillo, dejando a notar la evidente vuelta de los chicos al clan de manera oficial. Eran los únicos capaces de poner música a todo volumen sin que les corten la cabeza.
Sus amigos estaban yendo con sonrisas a buscarlos después de escuchar la música, iban a tratar de pasar más tiempo con ellos. Al ser más grandes podrían hacer más cosas.
En la entra se cruzaron los cuatro quienes sonrieron divertidos al escuchar los cantos que provenían de adentro de la habitación delante de ellos.
A diferencia de cuando eran chicos, ya no tenían esas voces chillonas que cantaban a gritos agudos, ahora tenían melodiosas voces que cantaban con el corazón, después de todo llevaban el arte en la sangre.
Entraron para poder apreciar la escena donde Amadeo hacía un baile digno de stripper sobre la mesa de la biblioteca.
- ¡Mis ojos! ¡Me queman! ¡¿Cómo desveo algo?! - Gritó el grandulon al ver al que creía su hermano menor como una sex-symbol.
Alessia estalló a carcajadas mientras iba a apagar la música, ella tenía un disfraz de mucama negro con blanco, también parecía un disfraz de esos que usaban como juego sexual.
- No seas exagerado. - A velocidad híbrida se cambiaron de ropa para estar más cómodos.
Se tiraron sobre los sofás escuchando murmuros de el más grande vampiro de la sala diciendo que se había traumado ante tal imagen.
- Alex, tengo hambre. - Le hizo ojitos de cachorro, lo cual provocó mariposas internas en cierta vampiro.
- Comete el dedo grande. - Se encogió de hombros escuchando la baja risa de Félix.
- ¿Perdón? - Preguntó fingiendo estar indignado.
- Perdonado. - Sonrió inocente.
- Ve a hacerme comida, o sino les cuento de...James.
Su hermana inhaló aire por la boca dejando una mueca de sorpresa e indignación. Las amenazas constantes de los hermanos entre ellos era algo común, se sobornaban mutuamente con cosas que les avergüenze al otro para poder así conseguir lo que querían.
- ¿Quién es James? - La pregunta de Alec, provocó que la muchacha se pare de su lugar para evitar que su hermano responda.
- Nadie. Ya vengo. - Pensarían que se lastimaria el labio inferior en la manera en la que se lo mordia.
- ¡Gracias, te amo! - Le gritó con una sonrisa malvada.
El primer beso de Alessia era algo que a ella le había gustado mantenerlo privado, el resto de encuentros amorosos no eran importantes, eran uno menos o uno más de los varios que había tenido, pero el primero era siempre eso, el primero.
- ¿Quién es James? - Repitió la pregunta el grandulon.
- ¿Quien? - Preguntó haciéndose el desentendido.
- James.
- ¿Qué James?
- El que acabas de nombrar para amenazar a tú hermana para que te haga la comida.
- ¿Qué hermana?
- Pero si... - Se quedó callado tratando de recalcular la situación. El híbrido podía jurar que en ese momento se le vino una imagen mental de Félix con el signo de cargando en la frente.
Su hermana volvió con un sándwich y se lo dejó en el regazo recibiendo las gracias a pesar de enviarle una mirada de pocos amigos.
- ¿Quién es James? - Repitió ahora la rubia vampiro.
- Un ciervo. - Contestó la híbrida pensando en el famosos James Potter.
- ¿Un ciervo? - Preguntó confundida.
- ¿Donde? - Fingió emoción la chica.
- ¿Dónde que?
- ¿Dónde está el ciervo?
- Pero tú dijiste... ahg.
Ambos hermanos se sonrieron mutuamente sabiendo que las preguntas idiotas que les hacían no iban a ser respondidas. Al menos no por ahora.
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