21
Disculpas
Después del accidente con los metamorfos, loa híbridos habían estado encerrados en la cabaña con miedo a que a la hora de salir se los encuentren, como si los estuvieran acechando. Y así era.
La manada había seguido el olor de los hermanos hasta chocar con su hogar temporaneo. Estaban dolidos con la muerte de su hermano lobuno pero aún así no podían culparlos, fueron ellos quienes atacaron.
Ya había pasado una semana desde el accidente, tres golpes a la puerta ocasionó que, por primera vez desde entonces, tengan que salir.
- ¡Ya va! - A paso desganado, se levantó a abrir la puerta ya que su hermano no tenía ganas de hacerlo.
Abrió la puerta sin importarle que este en pijama con su cabello atado en una coleta desarmada, se refregó con sus puños los ojos tratando de espabilarse. Gruñó en voz baja para después abrir la puerta, al hacerlo se arrepintió totalmente.
Dos de los cambia-formas que había visto antes con tres que no había visto en forma humana estaban en su puerta con sonrisas forzadas. Las piernas de la híbrida parecían gelatina y su corazón se aceleró notoriamente mientras su labio parecía temblar.
Puede que los chicos estén en forma humana pero eso no quieta que les tenía terror.
- Tranquila, no te haremos daño. - El que parecía ser el alfa, notó el miedo que le provocaron a la chica. - Sólo venimos a hacer una tregua.
Los chicos eran de pieles bronceadas, con cuerpo bien trabajado, cabellos castaños con ojos de mismo color, incluso diría que parecían hermanos de sangre excepto a uno que era diferente al resto.
- Soy Scott, ellos son Theo - Señaló al que parecía tener sonrisa amable a pesar de que se note que era travieso. - El es Liam, pareja de Miguel. - Señaló a el que parecía ser el único rubio. - El es Miguel - Señaló a otro chico con sonrisa amistosa. - Y el es Ramiro. - Señaló al último, que a comparación del resto, tenía una expresión poco amigable.
Alessia quedó en silencio analizandolos a todos detenidamente con desconfianza. Ellos parecían sorprendidos por el miedo que le provocaban a la linda chica siendo que es la misma que días antes se había mostrado ruda.
- Soy Alessia Vulturi Denali. - Se presentó después de largos minutos en silencio que parecían horas.
- ¿El otro chico? - Cuestionó cuidadoso.
- Esta durmiendo. - Trataba de sonar suave pero salió bastante borde.
- Queríamos invitarlos a una fogata que vamos a hacer con el consejo mañana en la noche, es como una ofrenda de paz. Si comen comida normal ¿Verdad? - La sonrisa que le regalaba era de sinceridad pura.
- Si, comemos comida normal. - Soltó un largó suspiro al ver que estaba aguantando la respiración por la tensión. - Lo hablaré con mi hermano. - Decidió.
- Claro. Lamentamos todo, en serio. - Volvió a disculparse.
Alessia asintió simplemente para después cerrar la puerta y de nuevo soltar un suspiro con los ojos cerrados. Apoyó su espalda en la puerta mientras la resbalaba hasta caer sentada en el suelo.
- No vamos a ir ¿Cierto?
Su hermano había escuchado todo en la habitación, sabía que si llegaba a salir terminarían en otra lucha así que le dejó hablar a su hermana.
Levantó la vista para ver a Amadeo quien tenía una mueca de asco, la cual iba dirigida directo a los lobos. Se mordió el labio inferior con fuerza sin saber que hacer en esa situación.
- No puedo creer que hayamos venido.
La luna estaba en el punto más alto, iluminando sus pasos en el camino a la reserva donde los esperaban.
Querían hacer las pases, eran la primer manada que se cruzaban, querían llevarse bien o al menos por parte de Alessia.
Se podía divisar una ronda de personas al rededor de una fogata que dejaba el humo subir hasta desvanecerse en el cielo estrellado. Scott los vio llegar así que con una radiante sonrisa se alejó del grupo para acercarse a los hermanos.
- Me alegra que vinieran. ¿Les gusta el vino? - Les ofreció lo que parecía ser una botella cortada con una mezcla alcohólica y cubos de hielo.
- Gracias. - Aceptó el vino con una sonrisa tímida. - El es mi hermano Amadeo.
- Lamentamos lo sucedido. - Se disculpó estirando su mano. - Scott.
- Aja. - Miró la mano del chico pero se negó a aceptarla. Su hermana rodó los ojos y el lobo asintió incómodo.
- Les presentaré al resto.
Alessia golpeó en la nuca a su hermano cuando el chico se dio la vuelta.
- Así no te educó Sulpicia. - Regañó.
Su hermano gruño en respuesta pero no opino nada. Caminaron hasta alcanzar al resto recibiendo miradas tanto amables como desconfianzudas. Había seis chicos, cuatro chicas, cuatro adultos hombre y dos mujeres con un niño.
Se presentaron correctamente, se disculparon por la muerte del metamorfo recibiendo disculpas también por la pelea. Pero Amadeo estaba siendo más borde de lo que su hermana pensó, así que lo alejó un poco del grupo.
- Oye, trata de ser más amable, perdieron a un integrante y aún así tratan de hacer las pases. - Gritó en susurro
- ¡Mirame! - Respondió de igual manera señalando la cicatriz que estaba en su rostro. - Tengo una línea atravesando mi ojo, todo por su culpa.
- Te queda sexy, ¿De qué te quejas? - Bufó.
Su hermano resolpló indignado para después volver con el resto. Les volvieron a ofrecer vino lo cual aceptaban sin quejas. Al principio se mostraron un tanto incómodos pero después empezaron a soltarse, al cabo de una hora terminaron riendo con ellos.
-¡Ella multimillonaria! - Empezó a cantar uno de los muchachos - ¡Y del más alto nivel! ¡Termino la secundaria con un promedio de diez!
Los demás empezaron a tocar instrumentos improvisados, como un rallador con una rama o tambores de cuero, aplaudían y bailaban.
Theo se acercó a sacar a bailar a Alessia mientras una de las metamorfos la cual se llamaba Macarena se acercó a Amadeo quien a pesar de tener desconfianza se dejó llevar.
- ¡Sus amigas sorprendidas, no lo podían creer! ¡Qué una noche distraidas del baile se fue con el!
Bailaban de manera diferente a como estaban acostumbrados. Estaban bailando cuarteto del bueno con una manada de cambia-formas, si se lo hubieran dicho unos años atrás no lo hubieran creído.
Terminaron riendo a carcajadas por las caras de frustración del híbrido al equivocarse en los pasos de baile. Su hermana se dejaba llevar por el lobo quien parecía llevar el baile en la sangre. Terminaron de bailar la canción pero no pararon, siguieron con otra y otra.
- ¡Soy cordobés! ¡Me gusta el vino y la joda! ¡Y lo tomó sin soda porque así pega más! ¡Pega más! ¡Pega más!
No podían evitar tener unas sonrisas idiotas en sus rostros por lo hogareño que se sentía hacer eso.
No sabían en que momento el niño terminó durmiendo en un tronco con dos abrigos tapandolo, uno de los ancianos estaba bailando abrazado a un árbol con una botella de cerveza en la mano mientras otros bailaban juntos y el resto estaba sentado riendo por la escena que precenciaban.
El vino parecía no acabar al igual que la música. Terminaron siendo las mejores disculpas que recibieron en la vida.
Ya pasado una semana desde su encuentro con la manada decidieron viajar a Chile.
Su amistad con los lobos había mejorado, incluso con Ramiro quien a principio se mostró distante parecía tener una relación con ellos. Theo y Alessia habían tenido varias sesiones de besos al igual que su hermano y Macarena.
Se despidieron de ellos con una broma que les habían mostrado allí, decían que cuando era una despedida hacían una "malteada" donde los llenaban de cualquier cosa, como harina, huevo, tierra mojada, agua, o lo que este a su alcanze.
En el viaje en avión paso lo mismo que en los otros dos, parecía que se hizo rutina estar con los pasajeros en cada viaje que hicieran. Al llegar a Chile tuvieron que empezar su búsqueda a ciegas por el echo de que no sabían donde estaba exactamente el híbrido.
Al ser nómadas estaban cambiando de lugar de manera constante, les tocaba ir a donde su antiguo aquelarre les había indicado que lo habían visto. En medio del bosque.
Para colmo de ellos no había punto exacto en el enorme bosque en el que estaban barados, estaban perdidos sin saber a donde ir.
- Me aburro. - Murmuró el híbrido mientras caminaban en medio del bosque.
- Juguemos a algo, no lo sé.
- Veo veo. - Era un juego que la manada les había mostrado, básicamente a principio decían una frase y después un acertijo donde debían adivinar el objeto que el otro estaba viendo.
- ¿Qué ves?
- Una cosa. - Canturreó
- ¿Qué cosa?
- Maravillosa.
- ¿De qué color?
- Verde.
- Árbol. - Contestó frunciendo el entrecejo con una mueca divertida.
- Sip, tú turno.
El juego era absurdo en el punto en el que se encontraban, sólo había tierra, césped, árboles, hojas, nubes y rocas.
- Veo veo.
- ¿Qué ves?
- Una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Maravillosa.
- ¿Qué tiene?
- Ramas.
- ¿Árbol? - Preguntó divertido.
- Exacto. - Se rió - Que juego de mierda. - Se quejó.
Siguieron bromeando con el juego, hacían chistes absurdos o contaban acertijos tratando de hacer menos aburrida su búsqueda.
Con el paso de las horas sentían que era absurdo ir a ciegas por el lugar. Habían dejado ropa en un hotel que estaba a la entrada del bosque pero tardarían horas en volver así que no les quedaba de otra que seguir hasta cansarse.
- Jaimito llega a casa y le dice a su mamá: ¡Mamá! ¡Mamá! En la escuela me dicen vaca. Entonces ella le pregunta: ¿Quien hijo? Así que el responde: ¡Muuuuuucha gente!
Su hermana frenó el paso de golpe para girarse a mirarlo con cara de "Que chiste horrible".
- En definitiva nunca te contrataría de payaso. - Se burló volviendo con la caminata.
- Es envidia de que mis chistes son los mejores. - atacó.
- Aja. - Contestó con un notorio sarcasmo.
Ya estaba anocheciendo y se habían quedado sin chistes, acertijos o canciones para pasar el tiempo, ambos tenían hambre y sueño. Treparon un árbol para tratar de ubicarse pero al subir a lo más alto lo único que veían era la copa de el resto de árboles.
- No hay nada a kilómetros. - Comentó viendo a su al rededor, pero todo lo que había era flora.
- No me di cuenta - Bufó con sarcasmo.
- Ya te dije que no uses el sarcasmo, mujer. - Se quejó.
Se bajaron del árbol a pasos lentos pero seguros, parecía que los troncos eran bastantes gruesos con ramas separadas y finas provocando que sea más difícil de escalar. Tenían que bajar unos pocos metros más para poder saltar. Al ser gran distancia para un híbrido sólo lograrían fracturada varios huesos.
Ya cuando lograron bajar del todo, unos hermosos conejos se asomaron haciendo que sus tripas suenen.
- Podemos cazarlos. - Propuso la chica.
- Poco a poco estamos empezando con la dieta vegetariana de un vampiro. - Acotó su hermano empezando a caminar donde estaban los animales.
- Bueno, prefiero dieta animal que dieta humana. A menos que sean violadores o pedófilos. - Objetó en susurros para no ahuyentar a sus presas.
- O vagabundos. - Agregó.
Saltaron en rápidos movimientos logrando capturar dos conejos cada uno.
- Provecho.
Drenaron a los pequeños dejándolos sin gota alguna de sangre en el cuerpo, cabaron pequeños huecos en la tierra y los dejaron.
- Que descansen en paz, señores bigotes. - Fingieron secarse lagrimas falsas en los falsos funerales de los conejos.
- Sigamos, Dora la exploradora. - Su hermano pasó un brazo por sus hombros.
Ahora ya habían logrado cazar, podían estar dos días más sin tener la necesidad de dormir pero preferían buscar un lugar tranquilo donde hacerlo, no tenían prisa alguna.
Llegaron hasta un enorme árbol donde podrían descansar, se recostaron en las raíces acurrucados entre ellos.
- Buenas noches, Alex. - Susurró
- Buenas noches.
Cuando estaban a la nada de caer en los brazos de Morfeo escucharon los sonidos de ramas romperse. Se pusieron alertas, se levantaron con sigilo y ante ellos aparecieron dos siluetas.
- ¿Nahuel?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro