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Fiesta



A penas iban tres días en aquel país, habían aprovechado para recorrer las calles, habían ido a "La Boca" donde había una cancha de fútbol que no les llamó la atención pero era un poco bonita, bailaron tango con unas personas que te enseñaban, comieron bastantes tipos de comida pero todas eran bastantes grasosas.

También conocieron la historia del país y se cruzaron algunos famosos, al parecer era bastante común verlos por allí, y se sentían más que geniales al ver algún que otro famosillo coquetearles.

Ahora estaban recorriendo una galería de arte después de tantas insistencia de la híbrida.

- ¿Qué opinas de Jujuy? - Amadeo estaba viendo un mapa con las provincias del país para recorrer un poco más mientras Alessia admiraba las obras de arte.

- No, otra.

- ¿Tierra del fuego? - Nombró con asombro. - ¿Será por qué hay mucho fuego o hace calor? - Preguntó curioso con una sonrisa.

- No lo sé, pero esta en el sur, ¿Allí no hace frío? - Preguntó ahora ella confusa.

- Bueno no, probemos otra. - Volvió la vista al mapa mientras caminaban. - ¿Córdoba?

- ¿Tiene bosque?

- Sip.

- Vayamos a Córdoba. - Accedió siguiendo con la caminata.

Les encantaba el movimiento de las personas, la multitud de gente bailando y divirtiéndose, lea gustaba el bailar horas sin parar, pero en cierto punto necesitaban descansar en paz y silencio, era a lo que se acostumbraron sus primer años de vida.

Admiraron todas las pinturas hasta salir de allí con una sonrisa. Desde que se habían ido de Volterra no habían vuelto a tocar el violín o pintar.

- ¡Hola! - Un chico de unos veinte años se paró frente a ellos con una sonrisa bastante emocionada y ¿egocéntrica? No sabían como interpretarla

- Que tal. - Respondieron educados pero sorprendidos.

- Me llamó Alex Caniggia ¿Me conocen? - Tenía un acento bastante raro.

- No - Respondieron mordiendose el labio al no saber que hacer. - Somos turistas. - Respondió con una sonrisa Alessia.

- De acuerdo, entonces que mejor que celebrarlo con una fiesta. - Abrió sus brazos exageradamente. - Haré una fiesta y con mis amigos los vimos bastantes... - Meneo la cabeza sin saber que decir. - ... Geniales.

Un extraño los había invitado a una fiesta, estaban al tanto de que las personas del país aveces podían ser bastantes sociables pero no sabían que a tal nivel.

- Aja. - Asintieron sin saber que hacer o decir, sabían que seguramente los habían visto apuesto nomas.

- Así que, hoy haré una fiesta y quería invitarlos. - Les entregó un papel con una dirección e información - Los veo allí. - Sin más se retiró.

Ellos se miraron confusos pero divertidos para después reír y seguir con su camino.

- ¿Vamos? - Preguntó, Amadeo, leyendo la dirección.

- Vamos.

Siguieron su camino pensando en lo raro que era ese chico, tenía el cabello blanco con raíces negras, entre los dientes tenía algunos de plata, mientras que vestía con ropa bastante rara. Como tres tallas más grandes a lo que era el tamaño de su cuerpo.

Pero una fiesta era una fiesta y al parecer era con piscina así que no podían resistirse

Siguieron un breve recorrido hasta llegar al hotel donde se vistieron acorde a la fiesta a la que irían.

Alessia tenía un vestido rojo con brillos abierto en la espalda mientras Amadeo tenía una camisa gris con un shean negro y un chaqueta de mismo color. Llevaban sus trajes de baño en las mochilas.



Estaban frente a una enorme casa con música y gente por todos lados, algunos tirados en el césped mirando al cielo como si estuvieran viendo a un ángel. Otros besándose como si fueran a desaparecer.

Algunos bailando como si tuvieran toda la energía cargada, había varios haciendo quien sabe que. Podían distinguir a los más raros, había uno en clase de yoga, otro vestido como una Peppa pig, uno que traía una cabra, otro ¿Desnudo?

- Esto está de locos. - Murmuró atónito.

- Esa chica... ¿Es dorada? - Habia un grupo de Bellas mujeres con el cuerpo dorado brilloso.

- ¡Turistas! - El gritó de Caniggia los distrajó de las mujeres brillosas haciendo que se giren a el. - ¡Si vinieron!

Los abrazó como si fueran los mejores amigos de toda la vida, acción que los incómodo un poco pero pudieron distinguir su olor a alcohol.

- ¿Que dicen? Tienen la piscina, o prefieren un reto de... ¿Alcohol? - Preguntó pícaro.

Los híbridos querían reírse en su cara al pensar que ellos serían blandos con bebidas alcohólicas, si tan solo supiera...

- Alcohol - Respondió desafiante Amadeo viendo como su hermana negaba con la cabeza divertida.

- ¡Oh yeah! Siganme.

Los guió en medio de la multitud, podían sentir sus cuerpos chocar con ciertas personas o varias manos rozar con sus cuerpos haciendo que ellos quieran avanzar rápido para no meterse en problemas.

Las luces de colores rosados o azules les daban directo, había máquinas de humo con reflectores de rayos de luces de colores, y música que los acompañaba.

Llegaron hasta frente a una ronda de personas donde había un chico bebiendo desde una especie de ¿Tanque de alcohol? Mientras estaba parado de manos sosteniendose del mismo aparato que tenía una manguera que iba directo a su boca.

A su lado había dos chicas paradas en una pierna bebiendo sobre unas banquetas.

Ambos hermanos se dirigieron miradas cómplices para ir a ambos juegos.

- ¡Muy bien, amigos! ¡Les presentó a mis amigos turistas! - Los presentó su conocido de hace horas. Ellos se rieron por lo bajo al ver como se tambaleaba.

Pusieron ambas actividades más cerca para ver ambas competencias a la par.

- Por más que ganemos recuerda no durar demasiado o llamaremos la atención. - Le avisó ella en susurró sabiendo que la escucharía.

- Comprendido, jefa.

El se quitó la chaqueta lanzandosela a una sexy chica que lo miraba con una sonrisa enamorada haciendo que el le guiñe el ojo.

- ¿Te subidas con tacones? - Le preguntó incrédula la chica a la que Alessia se enfrentaría.

- Obvio. Siempre con estilo. - Le guiño un ojo para tomar la mano que Caniggia le ofrecía para ayudarla a subirse.

- ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!

Y con esa señal empezaron ambas actividades. Alessia tenía una pierna alzada mientras bebia con toda la tranquilidad los vasos que le pasaban.

Amadeo estaba parado de manos empezando a beber el alcohol que el sentía como pura agua.

- ¡Si que es duro! - Elogiaron a el híbrido quien seguía bebiendo.

- ¡Eso, chica! - Alentaban a su hermana.

Minutos pasaban y ambos iban ganando el juego como si fuera lo más fácil que hubieran echo en sus vidas.

La chica que se enfrentaba a Alessia empezaba a tambalearse mientras ella la miraba con orgullo pero coqueta.

- ¡Ciento veintiocho! ¡Ciento veintinueve! - Contaban la duración de su hermano.

La muchacha terminó por caer de la banqueta dejando aplausos dirigidos a Alessia quien sonrió feliz bajando de un saltó, aterrizando como pluma con esos tacones negros.

Se acercó a la muchacha para tenderle la mano, la cual aceptó gustosa mientras se sonreían de manera coqueta.

- Bien echo turista. - La felicitó.

- Gracias, supongo. - Se volteó para caminar en dirección a donde su hermano bebia el alcohol.

- ¡Doscientos cincuenta y cinco! - Seguían contando.

Alessia al ver como avanzaba el tiempo decidió interferir para ya acabar con la atención que estaba teniendo su hermano.

- Para. - Murmuró en voz baja.

Como si sus deseos fueran órdenes para su hermano, con una mano sacó la manguera de su boca, quedando sostenido de la otra mano, eso logró que todos lo feliciten aún más.

Se bajó con una sonrisa egocéntrica, escuchando los aplausos, silbidos, alagos, gritos que las personas a su al rededor le daban. Se acercó para agarrar su chaqueta a la muchacha dejándolo escuchar el corazón avanzado de esta.

- Gracias, lady. - Agradeció con una sonrisa amable, el ser tan educado lograba flechar a la chica.

Se alejó para abrazar a su hermana y adentarse de nuevo en la enorme casa.

Se cambiaron la ropa a sus trajes de baño para subir al tejado de la casa, se tirarian desde allí arriba a la piscina.

Ella tenía una bikini negra mientras su hermano tenía un short de baño color rojo.

- Hora de volver a llamar la atención. - Le sonrió a su hermano retrocediendo unos pasos para agarrar carrera.

- Me siento como en las películas. - Murmuró atónito, imitando a su hermana.

Respiraron hondo para después empezar a correr en el techo.

Podían escuhar el corazón acelerado del otro. Parecía que el tiempo se volvió en cámara lenta por cada paso que daban. Al llegar al límite saltaron en un clavado directo al agua.

- ¡Eso! - Gritaron en coro toda la fiesta.

Sacaron sus cabezas, Alessia peino su cabello para atrás mientras Amadeo sacudió su cabeza como un perro secándose el agua.

Para todos los adultos que estaban allí, esos mellizos provocaron que sus hormonas se alteren. Ambos en traje de baño parecían salir en cámara lenta.

Salieron del agua como si estuvieran desfilando en la misma alfombra roja, admiraban a Amadeo sacudirse el cabello y las caderas de Alessia.

Tomaron las toallas que les ofrecían para secarse mientras las personas se tiraban al agua.



Pareciera que ambos hermanos estaban sincronizados, ambos salieron de unas habitaciones a la par, chocando con el otro.

- Que tal, hermanita. - Pasó su brazo por sus hombros con una sonrisa.

- Que tal, hermanito. - Pasó su brazo por su cintura para bajar por las escaleras.

Detrás de ellos, por las mismas puertas de las que habían salido antes, salieron un chico y una chica con labial desparramado por todo sus rostros.

Los hermanos ya estaban vestidos con la ropa en la que habían venido, ya eran al rededor de las cinco de la madrugada pero la fiesta seguía intacta, debían reconocer que la habían pasado incluso mejor de lo que creían.

Salieron encontrándose con el anfitrión.

- ¡Mis turistas favoritos! - Los abrazó. - En serio que son geniales para esto, díganme ¿Planean venir a la fiesta de la semana que viene?

- No creo, nos iremos para ese entonces. - Contestó Amadeo limpiandose el labial con una servilleta.

- Que lástima, ¿Me pasan sus números? Creo que ni se sus nombres. - Se rió de si mismo.

Ellos correspondieron a su risa. Tomaron el teléfono del Argentino para anotar sus números. Se despidieron educados de el para salir afuera donde la motocicleta los esperaba.

- Tenemos que ir a más fiestas. - Sugirió, Amadeo, subiendo.

- Concuerdo. - Se limitó a contestar subiendo detrás de el.

Se colocaron los cascos para empezar el viaje de vuelta al hotel.

Se sentían tan bien, tan a gusto, tan libres. Sin poder evitarlo, Alessia estiró sus brazos, abriéndolos para sentir más aire chocando con su cuerpo, para sentirse volar.

Gritó, gritó de euforia, de felicidad, de emoción. Amadeo aceleró para seguir escuchando esos gritos de su hermana, gritando el también.

- ¡Si! - Gritaban al aire.

Querían sentir esa paz toda su vida, ese amor que los rodeaba, esa tranquilidad.

Sentían el viento chocar contra sus rostros atravesando el casco, podían sentir la brisa recorrer sus prendas de ropa, sus cabellos bailar al compás del rápido viento que los empujaba.


Ya pasó otra semana antes de que se dieran cuenta. Se encontraban en el spa del hotel hablando tranquilamente en la tina de barro.

Ambos estaban sumergidos en barro con pepinos en los ojos, no lo necesitaban pero se les hacía gracioso.

- Entonces... - Su hermano habló. - En Córdoba hay un bosque con una cabaña, la alquile hoy a la mañana, después de eso ¿Que haremos?

- Tenía planeado ya partir a Chile. - Se sinceró.

Ambos hablaban sin mover un músculo, sólo movían en suaves movimientos los labios para no correr el barro de sus rostros o las rodajas de pepino que descansaban en sus ojos.

- ¿Estas segura de que nos ayudará?

- Siempre estoy segura. - Responde con orgullo.

- No hay quien te baje de tú nube de autoestima. Ya hasta me recuerdas a el personaje de Sirius Black. - Bromeó.

- Tú te pareces a James Potter.

- Nos falta Remus y Peter. - Bromeó.

- El señor de la noche y la rata traidora. Necesitamos un cambia-formas y algún vampiro tímido. - Razonó.

- Me dan miedo los cambia - formas.

Habían escuchado historias de los Vulturi acerca de esta especie, eran humanos capaces de transformarse en gigantes lobos. No eran hombres lobos, ya que estos se transformaban en luna llena, en cambio los metamorfos lo hacían por desición propia.

Les habían contado que como los vampiros tienen problemas con el autocontrol con la sangre, los metamorfos tienen problemas con la ira.

- No me sorprende, dan miedo ¿Habrá una manada por aquí? - Cuestionó dudosa.

- Si la respuesta es un si, no quiero encontrarlos.

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