17
Partida
Ya estaban dentro de el aeropuerto esperando a que los llamen para tomar su vuelo destino a Brasil.
- Los amo, cachorros. No lo olviden - Kate no los quería soltar, llevaba diez minutos abrazandolos.
- Ya entendimos mamá Kate. - Dijeron al unísono con obviedad mientras reían.
- Vamos, mujer - Garrett se apresuró a separarlos. - El resto también quiere saludarlos. - Se quejó.
Aún que se haya burlado de su pareja por haber abarazado a los hermanos un buen rato, terminó igual o incluso peor que ella. Los abrazaba mientras lagrimas se asomaban en sus ojos.
- Son lagrimas de macho. - Se repetía una y otra vez en voz baja a pesar de que todos lo escuchaban.
- Bueno macho, dejanos saludar a nuestros tíos- Amadeo le palmeo la espalda con media sonrisa.
Abrazaron a su tía Cissy mientras ella sollozaba y les acariciaba el cabello pidiendo que los vuelvan a visitar algún día. Siguieron por Tanya quien los abrazo con todo el cariño y orgullo, a pesar de que Alessia ya era de su estatura y Amadeo le sacaba media cabeza.
- Más vale, cachorros, que vuelvan para hacer bromas. - Amenazó con su dedo índice en dirección a ellos quienes levantaron sus manos en señal de paz. - Vengan aquí. - Abrazó a el chico con unas palmadas en la espalda mientras a la joven la abrazó como todo si fuera un rey que estuviera despidiendo a su pequeña princesa.
El alta voz del lugar sonó, indicando que su vuelo estaba por salir.
- Es hora. - Alessia les sonrió con tristeza y amor.
- Siempre cabeza en alto, Alessia. - Indicó Tanya.
Ella asintió. Su hermano pasó su brazo por sus hombros para empezar a caminar en dirección a las escaleras mecánicas donde tenían que subir.
Los Denali miraban la escena con tristeza, orgullo, felicidad, dolor, demasiados sentimientos mezclados. Antes de terminar de subir, ambos chicos se giraron para sonreirles, acción que logró que las mujeres de allí sientan un dolor leve en el pecho mientras los hombres trataban de ayudar a conservar la postura de sus parejas.
- No llores, Garrett - Se burló su amigo.
- Sólo me acordé de... Pancho. - Dijo con un nudo en la garganta logrando que las mujeres se rían de su excusa.
Los hermanos volvieron su vista al frente. Ya era hora de terminar su gira.
Ambos chicos tenían cinco años con la apariencia de diescisiete. Habían pasado casi dos años con los Denali, y no se arrepentian de absolutamente nada.
Alessia estaba dormida en el asiento que estaba a un lado de la venta, la cual mostraba el cielo lleno de estrellas mientras Amadeo estaba desesperado por la azafata que no aparecía con la comida.
- Ya quédate quieto. - Se quejó al sentir a su hermano pararse cada dos minutos.
- Es que tengo hambre. - Se defendió.
La voz de ambos estaba demasiado cambiada. Ya no tenían las voces agudas de pequeños chicos, tenían las voces de casi adultos.
La azafata pasó por allí y fue cuando las hormonas de Amadeo se alteraron por primera vez. Nunca le había pasado con Jane al ser menor para que eso pasase, pero ahora estaba mayor y el efecto de la adolescencia se hacía presente.
- Usa protección, no quiero saber si el niño sale vampiro, humano u híbrido. - Avisó su hermana al verlo morderse el labio por mirar el cuerpo de la azafata.
- Chistosa, ni mi primer beso di. - Se quejó.
Eso era cierto, por estar pensando en Jane constantemente no había pensado en estar con otra chica que no fuera ella, pero el no verla y saber que ella lo odiaba con el alma iban apagando el amor que sentia.
Hasta llegar al punto de que ahora si le prestaba atención a las bellas chicas que le coqueteaban.
- Ya deja de dudar y hazlo. Me cansas, necesito dormir - Lo alentó a pesar de que sonaba más a una súplica sumada con regaño.
El se dejó llevar por el mal camino en el que su hermana lo guiaba para ir a hablar con la bella chica que tenía el cabello castaño con reflejos rubios y ojos azules.
- Mi lady. - Llamó su atención coqueto. La azafata se giró para encontrarse con el apuesto chico que le sonreía de manera ladina.
- Ho...Hola. - Logró articular dejando de ver sus ojos negros.
Amadeo estaba coqueteandole, olvidándose lentamente de la comida. Alessia ,quien tenía curiosidad de ver lo que hacía su hermano en su primer encuentro coqueto, se asomó con una sonrisa curiosa. Viendo como la chica temblaba con sólo tenerlo delante.
Desde el encuentro con James, las mujeres la segundeaban a sacarla más seguido de la cabaña para que siga tratando con chicos de su edad. Así fue como aveces que iba a comprar o paseaba, algunos chicos se acercaban a ella para coquetear, y ella no se quedaba atrás.
Se habría besado con dos o tres pero nada más que eso, no quería sufrir de amores después de su decepción con Demetri.
Llegó un punto donde la azafata arrastró a su hermano dentro de una parte del avión, que no sabía ni que lugar era, para hacer quien sabe que.
- Mirate, hermanito. - Silbó sorprendida y pícara sabiendo que el híbrido tal vez la escucharía.
Minutos después, salieron con labial rojo desparramado por sus rostro y sonrisas bobas, Amadeo agarró unos dulces y volvió a su asiento.
- Te felicito. - Lo miraba con una sonrisa orgullosa y burlona. - Tienes... - Con su dedo le indicó que tenía labial.
El sacó una servilleta para limpiarse mientras negaba la cabeza con una sonrisa.
- Esto es genial. - Le comentó a su hermana.
- Lo se, mientras ellas caigan rendidas a tus pies, tú sólo aprovecha. - Le guiño el ojo para después volver a dormir.
Era allí cuando se dio cuenta de que si era bueno tener el atractivo híbrido, estar con esa mujer lo llenó de lujuria, que aún al ser chico de edad cronológica no quiso probar, pero estaba tentado.
Bajaron del avión con las miradas dirigiéndose a ellos como era costumbre cuando entraban o salían de algún lugar. Amadeo no se había quedado atrás con la azafata, había estado en lo largo del viaje con dos más de las que estaban en el vuelo.
Se sentía todo un galán mientras su hermana tenía cara de aburrimiento, aún que le divertía el que su hermano después de dar su primer beso, allá seguido ansioso con otras mujeres más.
- ¿Vamos a por el híbrido o damos unas vueltas? - Preguntó ella levantando una ceja.
- Demos unas vueltas, vamos a dejar esto en el hotel.
Ahora estaban dando vueltas por las calles donde estaban en medio de un carnaval. Ambos se sentían como un borracho en una cervecería, como un adicto con droga, como niños en una juguetería.
Ellos estaban en medio de demasiadas personas atractivas para sus hormonas, demasiado alcohol para su curiosidad, demasiada gente para aprender a socializar.
- No te pierdas. - Avisó ella metiéndose entre la gente.
Amadeo vestía una camisa gris con flores blancas dibujadas, acompañado de un shean negro. Alessia vestía un top rojo con medias de red y un short negro. Al pasar cerca de una amable señora, esta le puso collares de flores. Le dieron una sonrisa a la amable señora para seguir con el camino.
Se detuvieron en medio de esto para empezar a relajarse, lo que significaba empezar a bailar con extraños que sólo querían vivir la vida loca.
Sus cuerpos rozaban con los de las personas, su risa era mezclada con la de la multitud. Algunos pasaban cerca de ellos ofrenciendoles alcohol, ellos sabiendo que no podrían emborracharse aceptaban para probar su sabor.
Movían su cabeza al ritmo de la música haciendo sincronía con sus brazos, moviendo libremente sus caderas.
Las personas que se percataban de la belleza de ellos, se acercaban para bailarles de manera seductora, acción que ellos dejaban que hagan sin drama alguno.
Amadeo estaba entre cuatro chicas que parecían ser de aquí mientras Alessia estaba con dos chicos que parecían ser turistas, también bailaba con una chica mientras a su hermano también se le insinuaban algunos.
Ambos hermanos eran sexualmente abiertos, así que no se oponían.
- Creo que no me quiero ir. - Sonrió en dirección a su hermana.
- Tenemos tiempo de sobra. - Le devolvió la sonrisa.
Siguieron bailando sin sentir cansancio alguno, gritaban de euforia mientras se dejaban llevar. Habían tomado demasiado alcohol pero no sentían efecto alguno, sabían que su cuerpo se sanaba al compás del que tomaban. Pero les gustaba el exquisito sabor que tenían.
Ambos hermanos pasaron la noche de esa manera. Incluso se habían besado tanto con hombres como mujeres, probar no estaba de más.
Una vez que empezaban a sentir el cansancio pararon para alejarse de tanta multitud.
- Me acabo de enamorar. - Su hermana entendió la referencia. El hablaba tanto del lugar como de los habitantes.
- Hay que ir al hotel, tengo sueño. - Tomó de la muñeca a su hermano para guiarlo a donde tendrían que ir a dormir.
Hubieran seguido su paso si justo frente a ellos no hubieran visto a una mujer cortandose bastante el dedo con una espina de la flor que sostenía.
Ellos nunca habían probado la sangre, tampoco tenían ganas de hacerlo pero su lado vampirico quería al menos una gota de ese líquido rojo.
- Vámonos. - El tomó de la cintura a su hermana empujandola levemente para dar la vuelta e irse por donde vinieron.
Ya no escuchaban siquiera la música a sus al rededores, sólo escuchaban los corazones de las personas latiendo a una velocidad desesperada, sentían la sangre hervir por sus venas, sus respiraciones agitadas, sus cuerpos calientes por el ejercicio.
No habían tenido contacto directo con sangre nunca.
Un chico pasaba por allí con unos tragos, así que sin pensarlo, los tomaron para calmar ese leve ardor de sus gargantas, una vez se calmó le dieron dinero al chico para que se compre otra.
- Perdón. - Murmuraron apenados.
- Falsa alarma. Sólo teníamos sed. - Tranquilizó el ambiente una vez se alejaron de la música.
- Si, falsa alarma. - Lo miró con tranquilidad sabiendo que sólo era porque habían bebido al principio de la noche pero al final cuando estaban empezando a cansarse no.
- Tranquila. - La abrazó por los hombros. Ya estaban cerca del hotel.
- Dolor
En Volterra no estaban tan felices como en Brasil. Desde la partida de los híbridos todo había estado volviendo a la normalidad para el clan.
Con normalidad significa volver a ser el clan más terrorifico y sin compasión que existe.
- Retirenlo - Ordenó Aro. Ya era el quinto vampiro que Jane torturaba ese día.
Pareciera que la relación que tenía el cuarteto de vampiros había mejorado con la presencia de los chicos, pero ahora se estaban separando, pues sus esperanzas caían en picada.
Alec creía que en un año volverían, ya casi pasaban dos y no tenían ni idea de donde estaban, incluso llegaron a creer que podrían haber muerto. Incluso se sentía traicionado.
Félix era un gran oso amoroso con ellos, ahora volvia a ser el gran vampiro que no les dejaba descanso alguno cuando entrenaba a los del clan.
Demetri había dejado de rastrear a personas, había empezado a tener inseguridades con su don, así que lo entrenaba para ver que era lo que le sucedía. Sin saber que no era el del problema.
Mientras Jane era un caso a parte. Por más que lo nieguen ella había cambiado con la presencia de su compañero, pero ahora que no estaba, había vuelto a ser la misma vampiro sádica sin sentimientos.
Marco podía ver como la sala que antes estaba llena de hilos, ahora sólo tenía almas en pena. Aro ya no tenía esos bellos hilos dorado, ni Caius o el tenían esos hermosos hilos de color rosado. Los únicos hilos que quedaban eran los que Demetri y Félix compartían, con uno apenas visible de Alec. La amistad se estaba acabando en ellos.
Lo que más increíble fue, es el como hasta los vampiros que no conocían los extrañaban. Gracias a ellos, los maestros y el cuarteto de vampiros estaba de buen humor, eso significaba menos dolor para ellos.
Las que en peor estado se encontraban, eran las dos mujeres. No querían a sus parejas cerca, sólo hablaban con Marco, no dejaban que nadie que sea del cuarteto de vampiros se les acerqué. Ellas sólo querían salir a buscar a sus maravillas.
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