16
Con el tiempo
Después de haber vuelto a la cabaña con tan asombroso día, la híbrida se había guardado aquel beso para ella y Kate.
Alessia se sentía verdaderamente en una pelicula de esas que le gustaban tanto, se sentía más que contenta aún que le dolió saber que no volvería a verlo.
Amadeo después de haber ido al parque pensaba más en Jane. Las chicas en aquel lugar le guiñaban el ojo, le sonreían encantadoras, le regalaban risas hermosas, lo saludaban con intenciones de que se acerque, pero el no lo hacía. Le era fiel a alguien que no daba ni la hora para el.
Pasaban los días para ellos, mientras que Amadeo volvía a pensar en su querida vampiro pero Alessia parecía cada vez olvidarse más de su antiguo clan. Se sentía cómoda. Más que nada porque dormía todo el día.
- ¡Ya arriba! Dormilona. - Su tío Eleazar la levanto para que vaya a desayunar pero recibió un gruñido como respuesta. - ¿No te duele el cuerpo de dormir tanto? - Recibió otro gruñido. - ¿Sabes que? Lo arreglaremos a la fuerza.
Sin decir más nada tomó a la chica en pijama y la subió sobre su hombro para bajarla.
- ¡Bajame! - Gritaba tratando de safarse del agarré.
En la cocina ya sabían lo que vendría, cada varios días los vampiros tenían que sacarla a rastras de la cama para que deje de dormir tanto.
- Sería más fácil si vinieras por voluntad propia. - Decretó dejándola en la silla de la mesa.
Ella lo miraba con un puchero mientras su hermano le daba un plato con galletas y un té para que desayune.
- Tienes serios problemas con dormir y comer. - Se burló Garrett.
- Tú callate, que sigues castigado. - Le reprendió su pareja logrando risas en el resto. Desde el juego de lazers estaba con castigo.
Amadeo y Alessia estaban sobre un árbol en silencio, escuchando el sonido de la nieve que caía de los árboles por el movimiento del viento, viendo los copos caer desde las nubes.
El pecho de su peso parecía volver a aparecer poco a poco, parecía aumentar nuevamente después de meses apenas sintiéndolo o recordándolo.
Ya casi pasaba un año desde que estaban con los Denali, los amaban como la família que empezaban a formarse, pero no eran la família que los esperaba en Volterra o eran la cosa que buscaban.
Sabían que no habían encontrado aquel objeto o persona que les provoca ese malestar en el pecho, no sabían que más hacer, habían intentado evadir el tema, olvidarlo, pero este último mes empezaba a crecer nuevamente para abrumarlos.
Tal vez no pertenecían a los Denali, tal vez tampoco a los Vulturi, pero los extrañaban.
De la nada, Alessia empezó a sentir ese peso en el pecho, empezó a llorar sin saber la razón. Sólo podía llorar y su hermano sabía que era por ese dolor a pesar de no saber su origen.
La abrazo por los hombros dándole fuerzas.
- Me duele. - Susurró en un hilo de voz.
- A mi igual. - Besó su coronilla dejandola llorar en su pecho mientras le acariciaba el cabello que tenía leves copos de nieve adornandolo.
Kate los miraba desde lejos sintiendo el dolor que ellos sentían, pero ella si sabía el motivo. Era verlos tan mal a pesar de estar tan bien. Se acercó a ellos para trepar el árbol y sentarse a un lado de la chica que empezó a ya tener el cuerpo de una mujer.
- ¿No puedo hacer nada? - Cuestionó con una sonrisa triste.
- Ni nosotros podemos. - Susurró el chico sin soltar a su hermana que lloraba en su pecho, acercándose con fuerza. El dejaba caer una lágrima por su mejilla.
- Ojala los hubiéramos podido encontrar nosotros, la historia hubiera sido muy diferente.
Los miraba con lagrimas que nunca caerían. Les había tomado demasiado cariño, amaba escuchar que por las mañanas se levanten para llamarla "mamá Kate" o ver como llamaban a su compañero de vida "papá Garrett", ver como reían con su hermana.
Escuchar sus quejas con Eleazar o como lo llaman tío, tanto a el como a su compañera. Haber usado por primera vez la cocina sólo para ellos, tener que armar la cama por primera vez después de su inmortalidad.
Sabía que al no poder calmar su dolor o encontrar a su persona volverían con los Vulturi o se irían a seguir con su búsqueda. Pero creía que los estaba ayudando, viendo que fracasó.
- Te amamos mamá Kate, pero no podemos quedarnos en un lugar si nos lastimamos en el proceso. - Alessia había dejado de llorar pero seguía escondida en el pecho de su hermano quien aún tenía varias lagrimas rondando por su rostro.
- Lo sé amores, pero nunca creí que sería así... - Se unió al abrazo.
- ¿Un abrazo sin papá? - Garrett estaba debajo del árbol mirando los con una sonrisa triste, había escuchado un poco de la conversación.
Los chicos soltaron unos suspiros divertidos pero apagados. Amadeo se movió un poco de la rama para hacerle lugar. El vampiro se subió y se fundieron en un abrazo con demasiados sentimientos a su al rededor.
No saben cuanto tiempo pasaron así, pero no querían que acabe, se sentían tan a gusto a pesar de las emociones tan fuertes que tenían en sus almas.
- ¿Cuándo se irán? - Garrett se separó un poco del abrazo mirando al frente para que no vean las lagrimas que tenía acumuladas en sus ojos.
- No lo sabemos aún. - Alessia salió de su escondite pero seguía con el brazo de su hermano al rededor de su espalda. Se limpió de manera suave las lagrimas.
- Tenemos que hacerlo. - Intento que los entiendan.
- Lo sabemos - Dijeron al unísono los vampiros.
Garrett aún recordaba cuando los pequeños aparecieron con una cabeza menos de estatura en la montaña acompañados de rostros nerviosos.
Recuerda cuando los llevó de caza por primera vez y como se habían negado a probar sangre, no querían lastimar a nadie a pesar del don que habían tenido, a pesar del clan del que venían, a pesar de que almas crueles los habían abandonado al nacer.
Muchos momentos se venían a su mente sumando lagrimas que empañaban su vista, era hombre, uno que hace más de un siglo no llegaba a tener lagrimas en los ojos. Y ahora estaba sin casi poder ver a causa de estas por dos pequeños híbridos que pusieron su vida patas para arriba.
- ¿Estas llorando? - Preguntó con tristeza pero burla para quitar la tristeza del momento el híbrido.
- Claro que no... - Desvío su mirada mientras los de mas largaban cortas risas. - Solo extraño... a Pancho. - Mintió.
- Si tú te lo comiste. - Se burló divertido el chico.
- Exacto. - Se limitó a contestar negando la cabeza con una risa baja.
- Creo que te llegó tarde la culpa.
- Creo que si.
Lo abrazo por los hombros como lo haría un padre mientras soltaba una baja risa que contagió al resto.
- ¿Extrañas a Jane?
Los gemelos cada vez estaban más melancólicos sobre el tema, si no encontraron lo que debían buscar debían volver. Se lo habían prometido a Sulpicia.
Sulpicia.
Ya casi ni la recordaban.
- Siempre. - Le respondió su hermano mirandola con tristeza. - Pero no soy correspondido. - Soltó un suspiro.
Estaban acostados en la nieve mirando al cielo que estaba más brillante que cualquier día. Los rayos del sol les daban directo a los ojos, dejaban relucir sus nuevas apariencias de unos dieciséis años.
- Claro que no. - Se burló - Un poco más y te apuñalaba mientras dormías.
- ¿Te comiste un payaso? - Rodó los ojos.
- Si, saben a algodón de azúcar y risas. - Asintió con sarcasmo.
- ¿Tú a Demetri? - Cambio de tema oara intentar ser el quien se burle.
- Si y no. - Se giró para poder recostarse sobre su lado y con su brazo acunó su cabeza. - Si lo extraño como amigo, extraño jugar ajedrez, bailar, reír, sus historias aún que ya no me hacen falta. Pero no romanticamente como crees.
Su hermano se recostó de igual manera para tenerla frente a frente. Parecería que se comunican telepaticamente, cuando en realidad sólo entendían las miradas del otro. En este caso el la miraba con duda, como si le escondiera algo.
- Sueltalo.
La chica tragó nerviosa, ya habían pasado unos tres meses desde James. Su hermano no sabía nada, sólo lo había hablado con las mujeres del clan cuando se le escapó a Kate.
- Di mi primer beso con el chico de los lazers. - Habló con demasiada rapidez que incluso dudo que su hermano le haya entendido.
- ¿Jaime? - Hizo una mueca de asco.
- James. - Corrigió rodando los ojos mientras volvía a recostarse mirando el cielo.
- Como sea, Jasiel. - Le restó importancia. - ¿Con ese? Hasta Demetri es más atractivo.
- ¿Deseas salir del closet ahora? - Cuestionó pícara. Su hermano soltó un suspiro divertido para recostarse nuevamente.
Se quedaron otra vez en silencio mientras la nieve les dejaba un suave colchón natural en el cual descansar. Parecía que sus bromas sólo calmaban el momento por unos minutos para después volver sumergirse en la depresión.
No podían dejar de pensar en su hogar, cada cosa que veían sólo les recordaba a ellos, los extrañaban.
A Sulpicia y Athenodora más que nada, podían tener a las mujeres Denali pero no eran lo mismo. No eran las damas educadas que los regañaban o se reían a carcajadas por las bromas que hacían. No eran esas damiselas que los esperaban en el jardín para tomar el té.
Pero ellas tampoco eran como Kate, Tanya y Carmen. No eran las mujeres que los ayudaban con sus bromas a sus compañeros. No eran las mujeres que ayudaban a Alessia cuando veia a un chico que le gustaba, no eran las mujeres que ahuyentaban a las chicas de Amadeo por celos a pesar de que el aún así las rechazaría.
Ninguna era igual, tampoco querían que lo fueran, no tenían comparación alguna. Ambos grupos de bellas vampiros les habían dado un hogar. Les habían dado amor.
Eran los cachorros de los Denali.
Eran las maravillas de los Vulturi.
Pero en ambos clanes eran los híbridos incompletos en busca de felicidad. Era lo único que pedían, felicidad y cariño. Y a pesar de recibir ambos a montones parecía no bastarles porque querían eso pero de alguien que no sabían quienes eran. De alguien que buscaban y no encontraban.
Ya no tenían pesadillas que los atormenten, ya no le tenían miedo a dormir, la vivienda con los Denali había servido a pesar de que sigan con la presión en su pecho. Les habían quitado un peso de encima, algo que no sabían con que agradecerles.
- ¿Cuándo se van?
Estaban reunidos en la sala para aclarar el tema.
- Pensamos viajar unos meses para recorrer el mundo, saben que ese era nuestro propósito en realidad. - Alessia jugaba con sus manos nerviosa sin atreverse a levantar la mirada.
- Nosotros vinimos a pedir ayuda, ustedes nos dieron más que eso, nos dieron un segundo hogar y no podemos agradecerselos de manera correcta ya que no sabemos como expresarlo, pero ya es hora de irnos, esto era sólo... Por un tiempo.
Carmen estaba abrazada a Eleazar con una sonrisa comprensiva pero con lagrimas en sus ojos. Eleazar tenía una mirada de tristeza pero orgullosa.
- Esta bien, sabíamos que tarde o temprano tendrían que volver. - El vampiro tragó el nudo de su garganta para intentar hablar.
- Nos vamos mañana por la mañana, tomaremos un avión a Brasil para buscar al híbrido del que nos hablaron, trataremos de frenar nuestro crecimiento. - Contestó la híbrida a la pregunta que había echo Tanya a principio.
- Antes de eso viajaremos a otros lugares para recorrer, sabemos que si Demetri sigue en nuestra búsqueda no podremos disfrutar mucho lejos de Garrett. - Siguió su hermano mirando al recién nombrado.
- Alessia. - Tanya llamó su atención. - Levanta la cabeza. - Ordenó.
Ella insegura lo hizo con lagrimas amenazando con salir.
- Cachorra, siempre la cabeza en alto, nunca abajo. Sabemos que algún día volverían, Amadeo tiene a su compañera esperándolo y tú tienes que encontrar el tuyo. Así que no llores. Eres una Vulturi pero te ganaste el título de Denali, y una Denali jamás baja la cabeza.
>> Una Denali es fuerte, es una mujer empoderada que se lleva el mundo por delante. Así que la próxima vez que bajes tú cabeza repite eso en tú mente. Afronta la vida con la cabeza en alto. No llores si no es por alegría, no le ruegues nunca a nadie, no dejes que vean tú tristeza. Muestrate fuerte como la mujer que decías desear ser, porque ya eres una.
Se acercó a ella con una sonrisa y besó su coronilla.
- Tú también eres un Denali, Amadeo. - Eleazar tomó la palabra. - Eres un hombre fuerte pero eso no implica que trates mal a una mujer, recuerda que un Denali siempre es caballeroso con las damas además de que debes amarlas, cuidarlas y respetarlas. Eso incluye a tú hermana, debes tenerla siempre en el primer puesto, no dejes que la lastimen a pesar de que se pueda cuidar sola.
>> Un Denali enfrenta los problemas, eso incluye el amor, si tú quieres conquistar a Jane puedes hacerlo, pero si a pesar de ser tú compañera te trata inferior a lo que vales, entonces no es tú compañera. No dejes que te infravaloren. Siempre camina seguro, ya eres un hombre, debes mantener la postura de uno. Y si algún chico lástima a tú hermana... Lo matas - Lo ultimó lo dijo con una sonrisa orgullosa pero su esposa le pegó en el pecho.
Todos rieron por la acción de la mujer.
- Los vamos a extrañar.
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