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09


Chantaje emocional


Los meses pasaban con aventuras de los híbridos, bromas que con el tiempo disminuían por los castigos que empezaban a recibir, pijamadas con sus amigos o comidas exóticas que probaban gracias a su madre y tía.

Pero algo estaba mal.

- ¿No te pasa que sientes que nos falta algo?

La pregunta de su hermano la sacó de sus pensamientos. Ambos tenían la apariencia de chicos de doce años, con tan solo tres años de vida.

Estaban en la biblioteca como era habitual, Amadeo estaba sentado en el suelo con un tablero de damas frente el, su hermana estaba del otro lado del tablero jugando en contra.

- Aveces, siento que se me olvida algo. - Contestó moviendo una pieza.

Su hermano simplemente asintió con la cabeza pensando en sus siguiente movimiento. Por alguna extraña razón, Amadeo llevaba de nuevo el gorro de baño en la cabeza.

La pregunta quedó rondando en la mente de Alessia dejando un hueco en su pecho sin razón aparente. Una vez leyeron que cuando los hermanos tienen conexión sobrenatural como Jane y Alec, sienten lo mismo que el otro de manera leve.

Eso dejaba que aveces ambos sientan que tenían un pequeño hueco en sus corazones que no sabían de que manera llenarlo.

Lo hablaban con Sulpicia o Athenodora, que por desgracia no tenían respuesta a eso. Su padre trataba de llenar ese hueco sabiendo que si descubrían que tenían una trilliza, lo abandonarían sin dudarlo, el sabía lo que era eso, tuvo una hermana.

Los hermanos y los compañeros de vida eran lo más importante en los vampiros,ellos pensaban que ya tenían completa la primera y la mitad de la segunda. Cuando tenían por la mitad ambas cosas.

- ¿Si le pedimos a papá volver a salir? - Cuestionó ahora Alessia. Levantó la vista para mirar las expresiones de su mellizo. - Cuando estuvimos por Londres fue divertido, podríamos pedir un viaje un poco más largo.

- Me gusta la idea. - Sonrió en grande para luego hacer una mueca confundiendo a su hermana. - Papá no nos va a dejar, no dejó salir a mamá por tres décadas o incluso más ¿Qué cambiaría con nosotros?

- Que sabemos chantajear.



Sulpicia estaba con Athenodora en los jardines esperando a sus pequeñas maravillas que estaban llegando a velocidad híbrida. Más rápida que la de un humano, más lenta que la de un vampiro.

- Queremos hacer un viaje. - Dijeron sin esperar un pregunta del porque corrían.

- ¿Un viaje? - El rostro de Athenodora estaba con la nariz fruncida, al igual que su entrecejo con sus labios apretados.

- Maravillas, eso no es posible. - Su madre les mostró una sonrisa triste.

- Lo sabemos - Dijeron al unísono nuevamente con sonrisas radiantes confundiendo a las mujeres. - Pero - Se apresuró a hablar Amadeo - Tenemos dones que nos ayudan a defendernos, las tenemos a ustedes que nos cuidan, sólo nos falta convencer a papá de que nos deje ir. - Explicó con varios gestos en las manos.

- Podríamos probar. - Animó Sulpicia en dirección a su amiga quien no estaba muy convencida.

- Pero tenemos una desventaja. - Agregó la híbrida llamando la atención. - Chealse.

Chealse era una vampiro de la guardia, cuyo don era poder alterar las relaciones de las personas. Por ejemplo, ella era quien se encargaba de la lealtad en el clan, ella se encargaba de que los vampiros les sean leales sin importar que.

- Ella usaría su don para unirnos a Aro y evitar que nos vayamos. - Explicó la híbrida. - De por sí nosotros le tenemos cariño, el don de Chealse haría que no nos queramos alejar de el.

- ¿Su padre haría eso? - Dijo horrorizada Sulpicia.

- Mamá, ¿Por qué estuvieron tantos años encerradas sin tener ganas de salir? Yo sentiría claustrofobia. - Explicó su mellizo.

Las mujeres empezaron a razonar la información que les estaban dando los niños, estaban más que sorprendidas por la inteligencia que tenían o el poder de descubrir las intenciones de su tan amado padre, la manera en la que anticiparon todo con lujo de detalle.

- Podemos hacerlo. - Dijo su tía.

- De acuerdo, este es plan. - Dijo ahora el híbrido.

Los niños estuvieron una semana planeando sus próximos movimientos para poder convencer a su padre de dejarles irse de viaje.

Sabían que usaría a Chelase para que los manipule así que harían lo mismo que hicieron con Caius un año atrás. Enterrarla.

También estaba sabido que ellos usarían sus dones para defenderse si Jane o Alec los intentaban lastimar, también tenían que evitar que este Renata. La vampiro era una chica con el don de repeler a las personas que quieran atacar a los reyes, así que si ellos intentaban seguir hablando, ella los desviaria. Otra tumba que cabar para los hermanos.

En todo caso de que aceptasen, pedirían que el cuarteto de vampiros los acompañen, cosa que ellos negarian, sabían que aún así mandarian a Demetri tras ellos, por su don de rastreo. Así que tratarian de burlar su habilidad, cosa que Alessia sabía hacer al conocer tan bien a su amor platónico, gracias a eso, era una de las dos únicas personas que podían esquivar al vampiro.

Ahora se encontraban realizando el plan. Empezaron cavando la primera tumba.

- ¡Chealse! ¡Chealse! - Gritaban los niños buscando a la vampiro. La chica había tenido el permiso de conocerlos unos tres meses atrás. La mujer salió de su habitación a paso vampirico.

- ¿Qué sucede? ¿Están bien? - La mujer no era muy sociable, pero al ser de las pocas que conocían a los híbridos, eran su responsabilidad.

- ¡Ven! - Los niños estaban llorando a mares, cosa que ponía nerviosa a la vampiro.

Corrieron hasta estar frente a la tumba, donde la empujaron sin esperar algún grito o gruñido y la enterraron, imitando la misma acción con Renata.

Esta vez no pusieron un cartel que avise que las vampiros estaban enterradas.

- Somos unos genios. - Chocaron los cinco para ir en busca de su madre y tía.

Estaban yendo a paso seguro a la sala de tronos donde estarían sus mayores, los amos y maestros de sus amigos, también esposos de las mujeres que los acompañaban. Entraron con la cabeza en alto, con sonrisas más anchas que las de el gato de Alicia en el país de las maravillas cosa que alarmó a los vampiros de la sala sabiendo que trataban algo.

- Vamos a hacer un viaje. - Habló Athenodora, siendo Caius el primero en oponerse.

- No, ni en sueños, esta prohibido. No pueden salir. - Poco a poco la voz del rubio empezaba a aumentar, sin duda era el más fastidioso de los tres reyes.

- Escuchen. - Empezó Sulpicia. - Se que nos tienen encerrados a los cuatro porque nos cuidan y aman. - Avanzó unos pasos hasta estar frente a los reyes, quienes estaban acompañados, como habían prevenido, del cuarteto.

-... Pero estamos cansadas. - Continuó Athenodora. - Nosotras y los pequeños. - Abrazo por los hombros a los híbridos. - Ellos desde que nacieron sólo salieron una vez, nosotras desde la muerte de... Dydime también. - Trago en seco al nombrar a la vampiro. - Necesitamos salir, no somos prisioneros.

- ¿Se volvieron locas? - Preguntó incrédulo el rubio.

- ¿Cómo las llamaste? - Preguntó Amadeo alterado al escuchar a su tío llamar de tal manera a las mujeres.

- ¡Locas! - Respondió en un grito al chico quien se enojo notablemente, sus puños se volvieron apretados y estaba a nada de usar su don con su tío si no fuera por la interrupción de su padre.

- ¿Donde están Renata y Chealse? - Preguntó entredientes.

- Se fueron. ¿Por qué las buscas? - Preguntó con falsa inocencia su esposa. - Continuamos... Queremos hacer un viaje, los niños tienen dones que no dejarían que personas con malas intenciones nos hagan daño, nosotras tenemos la madurez para cuidarlos, sólo nos falta el apoyo de ustedes.

- No/De acuerdo. - Dijeron al unísono Aro, Caius y Marco. El último fue el único en estar de acuerdo provocando miradas fulminantes de sus compañeros.

- No permitiré que sufran como perros. - Murmuró simplemente el rey Marco. - Tienen mi apoyo. - Dijo seguro.

- Pero no el nuestro. - Atacó el rubio.

El cuarteto de vampiros miraban como hablaba cada uno de los presentes como si fuera un partido de ping pong.

- Si no nos dejan ir, iremos solos. O somos los cuatro juntos, o somos nosotros dos. - Sentenció la híbrida mirando a su hermano quien asintió. Esa parte del plan no la conocían las mujeres de detrás quienes los miraron en shock.

- Después de todo nosotros no pertenecemos aquí y el tío Caius fue el que más nos lo dejó en claro. - Siguió su hermano.

Esta era la parte donde usaban su chantaje emocional.

- Queríamos ir con mamá y la tía para no ir solos, pero si no quieren que ellas vayan esta bien, aún así no podrán frenarnos a nosotros. Somos simples híbridos que quieren vivir la vida, algo que ustedes no nos permiten. - Continuó la chica con una lágrima de cocodrilo recorriendo su mejilla.

- Una vez sola salimos, para que después volvamos al castillo al cual conocemos a duras penas porque también nos prohíben recorrer. - Su hermano también empezaba con sus lagrimas falsas.

- Nos iremos. - Sentenció su hermana.

Todos los presentes habían quedado en un silencio devastador al ver a los pequeños híbridos con sus sentimientos a flote, lo cual sólo sucedía cuando de verdad se encontraban mal. Lástima que ahora sólo era actuación.

Todos les habían creído ese chantaje emocional que estaban haciendo los mellizos, cuando por dentro se querían morir de risa al ver sus caras.

- No puedo dejar que vayan Sulpicia y Athenodora. - Dijo Aro después de un largo silencio. - Pero si pueden ir ustedes solos irán, si no, la respuesta es un no.

Los niños parecieron dudar unos segundos, de verdad deseaban salir, aún así sea si era solos.

- ¡No irán solos! - Elevó la voz Sulpicia.

- Si lo haremos. - Respondieron al unísono.

Todos quedaron con las cejas levemente levantadas al ver la seguridad de sus palabras, la manera en la que ambos aceptaron a la vez sin dirigirse la mirada siquiera, como sus expresiones de tristeza se volvieron neutras.

- ¡No se pueden ir! - Su madre se colocó frente a ellos.

- Mamá, queremos hacerlo. Lamentamos que no puedan venir con nosotros pero no queremos a una vampiro manipulando nuestras mentes. - Trato de evadirla su hijo.

- Lo sentimos. - Murmuró la pequeña saliendo de la habitación con una maleta.

Recorrieron el castillo de Volterra hasta llegar a la sala del trono donde ya estaban todos viendolos con una mezcla de asombro y tristeza.

- Yo se que hicieron chantaje emocional. - Dijo su tío mirándonos seriamente.

- No seríamos capaces de hacerle eso a nuestro padrino. - Dijeron al unísono.

- ¿Y su padre? - Preguntó indignado el mayor, mientras Marco los miraba con una sonrisa orgullosa.

Los niños pusieron caras dudosas, meneando sus cabezas de lado a lado dándole a entender que tal vez. El mayor largo una risa para después besar la cabeza de sus hijos. Los híbridos fueron donde Marcó para abrazarlo y a su tío Caius sólo asintieron con la cabeza, les había dolido el que tratase mal a las mujeres momentos antes.

Salieron sin despedirse del cuarteto de vampiros porque estaban en una misión a la cual habían salido dos horas antes.

- ¿Te estas arrepintiendo? - Preguntó su hermano en el taxi.

- No. - Respondió segura. - Quiero buscar esa parte que sentimos que nos falta.

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