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03

Monstruos

Los híbridos hoy cumplian cuatro meses con la apariencia de niños de tres años, su madre y tía les habían echo unos pasteles. Ellas siempre leían libros de cocina que nunca iban a poder utilizar pero estos meses tenían el placer de hacerlo por los pequeños mellizos.

Alessia estaba peinando a Demetri con sus manitos y el sin poder quejarse tenía que aceptar dejarse manipular por la pequeña niña.

Amadeo estaba sentado en las piernas de Jane quien ni si quiera le dirigía la mirada provocando un puchero en el niño.

Los reyes estaban en una nube pensando en que era lo que pasaría con ellos al pasar de los años, Marco y Aro pensaban con el corazón que creyeron muerto, pero Caius lo hacía por sus dones.

- ¡Hora del pastel, niños! - Los pequeños híbridos se alejaron de los vampiros dándoles espacio para poder ir a soplar las velas.

Ojalá cumplan años feliz
En Volterra lo deseamos así.
Les deseamos un gran día
Y una gran larga vida.


Los niños después de finalizar el canto, soplaron las velitas pidiendo los deseos.

- ¿Qué desearon, maravillas? - Preguntó su madre.

- Que Jane me mire. - Dijo con un brillo especial en los ojos, Amadeo. Esa oración fue suficiente para que a todos se les apreté ligeramente el pecho mirando a la rubia quien trataba de ignorar las miradas.

- ¿Y Alessia? - Preguntó Athenodora tratando de aligerar el ambiente.

- Que Demetri me cuente historias para dormir. - Contestó con el mismo brillo que su hermano, siendo ahora el vampiro quien evitaba las miradas.

- Bueno, que tal si desenvolvemos los regalos, mientras comen su pastel, recuerden que sólo se cumplirán sus deseos si son buenos niños. - Su madre los tomó en brazos para llevarlos donde los regalos.

- Cumplanle los deseos a mis ahijados. - Ordenó Marco mirando seriamente a los menores quienes asintieron avergonzados.

Esa noche ambos deseos se cumplieron, Jane acarició el cabello de Amadeo hasta que se quedase dormido, mirándolo con una sonrisa ladina que en la mujer era algo que no era común, eso bastó para que el niño duerma feliz. Demetri le contó anécdotas de batalla a la pequeña hasta que quedó completamente dormida.

- ¿Crees que es malo que el niño sea tú compañero? - Se atrevió a hablar Demetri, admirando a la niña dormida.

Demetri podía admitir que Jane le provocaba terror, era de las más fuertes del clan, nunca hablaban si no era por una misión que los mandaban a hacer sus amos pero ahora pasaban más tiempo inofensivo juntos con los híbridos.

- En cualquier momento va a morir y volveremos a la normalidad. - Se limitó a contestar con su rostro neutro como siempre para después irse.

Demetri sentía que se había encariñado con los híbridos, era la única vez que desde que entró a los Vulturis reían de verdad o tenían sonrisas sinceras.

- De acuerdo niños. - Aro había dejado a los híbridos en una de las salas de entrenamiento del castillo para poder aprender de sus dones. - Hoy usarán sus dones. - Les sonrió para después aplaudir.

- Estamos listos. - El pequeño híbrido alzó su brazo mostrando sus músculos para mostrarse fuerte haciendo reír a su hermana.

Pronto el rostro de su padre se volvió serio, entraron su padrino y tío, acompañados del cuarteto de vampiros con tres extra.

- Quiero que usen sus dones con ellos. - Ordenó.

Los niños asintieron sin temor alguno. Colocaron de rodillas a los dos vampiros desconocidos delante de ellos, siendo presionados por Demetri y Félix para que no se muevan. Los híbridos frunciendo sus ceños y apretando sus puños empezaron a utilizar sus habilidades, en la habitación se empezaron a escuchar los gritos de los vampiros y ver grietas formándose en sus cuerpos.

- Sigan. - Ordenó Caius.

Los niños no pararon, las grietas que se formaban empezaban a romperse, las partes de los vampiros caían hasta que una de esas grietas en sus cuellos se rompió, dejando en donde antes había dos vampiros, sólo pedazos.

- Fascinante, los lastiman hasta romperse. - Allí fue cuando los niños por primera vez presenciaron una sonrisa diferente en su padre, una sádica.

- ¿Lo hicimos bien? - Preguntaron al unísono, pero antes de que pudieran contestar, el tercer vampiro desconocido gritó.

- ¡Son unos monstruos! - Miraba a los dos niños quienes sintieron sus pequeños corazones detenerse.

¡Son unos monstruos Rosalie!

¡Son unos monstruos Jasper!

¡Son unos monstruos!

Los ojos de los pequeños empezaron a largar lagrimas mirando al vampiro, Demetri sin esperar orden alguna al ver a la pequeña llorando le rompió la cabeza a la vampiro.

- Alec, llevalos con Sulpicia y Athenodora. - Ordenó Marco.

- Si mi amo. - Tomó a la pequeña en brazos y al niño lo tomó de la mano, pero Alessia elevó su cabeza por detrás del hombro de Alec para ver el rostro del vampiro que los había llamado monstruos, Demetri quien la miraba alejarse sintió su corazón muerto estrujarse.

- No usarán más sus dones, no permitiré que lloren. - Sentenció el padrino.

- Pero Marco, son dones increíbles. - Caius estaba con una sonrisa ronca en su rostro.

- ¡Son niños! - Gritó sobresaltando a todos en la sala - ¡No sabemos si vivirán más de tres años al paso que van y los quieres traumar con que los llamen continuamente monstruos! ¡Miralos como lloraban! - Por primera vez pudieron ver a su compañero alterado desde la muerte de su pareja.

- Tiene razón. - Habló Aro. - Además de poderosos vivirán poco, será en vano utilizar sus dones. - Terminó para salir de la habitación.

- No lo puedo creer. - Susurró el rubio para también salir. - Limpien esto.

- Si mi amo. - Dijeron todos al mismo tiempo.

Marco le dirigió una última mirada a las partes de vampiro que estaban en el suelo para también irse.

- ¿Quien es Rose? - Preguntó Amadeo en la habitación llorando sobre la cama.

- ¿Quién es Jasper? - Habló ahora la niña en brazos de Athenodora.

- ¿Porqué nos dicen monstruos? - Preguntaron ahora al unísono provocando que se rompiera el corazón de las dos mujeres en la habitación.

- No son monstruos amores, son unos pequeños niños con dones impresionantes, pero las personas sólo los quieren tratar mal para que no los usen, por eso deben entrenarlos para dejar de lastimar a sus amigos - Dijo refiriéndose a Félix - Y entregarlos para usarlos con personas que hagan cosas malas o llamen a otros monstruos, así harán que otros niños no se sientan mal. No es obligatorio que los usen aún así, pueden simplemente aprender de ellos para poder dejar de utilizarlos sin querer y ignorarlos después. - Athenedora acariciaba el cabello de la pequeña Alessia con lagrimas que nunca saldrían.

- Quiero pastel. - Dijo el niño limpiandose las lagrimas, las mujeres largaron cortas risas.

- Tú siempre quieres pastel. - Dijo su madre para salir en busca de los ingredientes para cocinarle.


Demetri estaba con Félix entrenando lucha en una de las muchas habitaciones del castillo.

Félix intento golpear pero el vampiro lo esquivo para devolverle el golpe dando una patada en la rodilla de su amigo para así dejarlo caer de boca al piso.

- Sigues lento. - Se burló.

- Y tú usas tú enojo para golpearme - Contraatacó parandose.

- ¿Que enojo? - Se hizo el inocente poniéndose en pose de pelea para volver a los ataques.

- El enojo por ver a la híbrida llorar. - Dijo dando un golpe que el otro esquivo pero retrocedió el brazo en un rápido movimiento dándole con el codo en el estómago provocando que se aleje unos metros.

- No se de que hablas. - Dijo volviendo a la pelea, saltó a la espalda del grandote pero este retrocedió hasta golpearse con una pared dándole el choque a Demetri.

- Si sabes, les tomaste cariño, el gran Demetri siente amor en su seco corazón. - Se burló tirandolo de su espalda aprovechando su distracción al ser descubierto.

- Son unos simples niños, bebo la sangre de menos llorones. - Quiso dar por cerrado el tema volviendo a tirar a Félix al suelo.

- Si claro. - Dijo sarcástico. - A esos niños no les cuentas cuentos a la hora de dormir - Se paró de su lugar para arreglar su ropa.

- No son cuentos, son mis historias de batalla. - Aclaró.

- Incluso le cuentas cosas tuyas, es peor que un cuento de hadas o ¿También le cuentas de esos? - Volvió a burlarse.

- Es sólo que no quiero que tenga pesadillas, si ellos están felices entonces el rey Marco lo esta, y eso no es algo que se pueda ver en todas las décadas. - Abrió la puerta para salir pero el grandote lo siguió- Ya viste como se puso por dejarlos usar sus dones.

- Si, y como te pusiste tú, arrancaste la cabeza del tercero sin esperar una orden.

- Ya para. - Frenó su caminata para ver al grandote quien lo miraba con una sonrisa. - Tú no los quieres porque el pequeño híbrido usa su don contigo. - Se burló ahora el.

- Ese mocoso es un celoso, ni que Jane tuviera corazón como para mirarlo siquiera - Desvió su mirada pero podía ver por el rabillo del ojo a su compañero riendo por los celos del pequeño. - Igual que la híbrida que te cela. - Ahora el otro quien desviaba la mirada y el quien reía.

- Es una torpe niña que morirá.

Siempre que sacaban esa última oración dejaban las conversaciones de los híbridos cerradas para darles paso a los silencios incómodos.

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