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02

Promesas


Hoy los pequeños híbridos estaban en la torre de su madre donde ellos dormían. No era noticia que al ser los únicos con sangre corriendo por sus venas, sean los únicos que dormían en todo el lugar.

Ellos compartían una cama gigante, estaban negados a la idea de dormir separados, iban a todos lados juntos, inclusive dormir en la misma cama.

La pequeña estaba teniendo una pesadilla como ya era costumbre.



Un chico de cabellos dorados con ojos del mismo color la estaban admirando con todo el amor que nunca nadie antes lo había echo.

- Te cuidaré como nunca, pequeña Charlotte -

De un momento a otro toda la imagen se desvaneciá y frente a ella estaba el mismo chico gritando cosas pero sólo podía escuchar el llanto de su hermano, hasta que en un momento dejo de ver al chico para ver a su hermano llorando a su lado.




- ¡No me dejes! - Gritó la niña, levantándose de su lugar de un salto.

Sulpicia, quien estaba leyendo uno de muchos libros en el sillón, se giró para ver a la niña que tenía la apareciencia de unos tres años.

- ¿Otra pesadilla, maravillas? - Preguntó parandose de su lugar para caminar donde la pequeña que respiraba con dificultad.

- Siempre es ese hombre. - Murmuró haciéndole lugar a su madre para que se recueste a su lado intentando no levantar a su hermano. - Es el mismo que tiene el cabello como el tío Caius pero de ojos dorados. - Una vez Sulpicia se acostó a su lado, se recostó en su pecho dejando a la mujer acariciar su cabello.

- ¿Dice algo? - Preguntó en voz baja la mujer.

- Dice que me cuidara, pero no me llama Alessia, me dice Charlotte. - La voz aguda de la niña salía temblorosa. - Pero el no es real, no me está cuidando como prometió.

La pequeña sentía en su pequeño pecho el peso de una roca, no sabía el porque siendo de edad tan corta se sentía dolida a ese chico de sus sueños.

- El no te cuida, pero yo si. - Dijo su madre. - Amadeo te cuida, tú padre al igual que tú padrino y tío Caius con Athenodora. Nosotros no rompemos nuestras promesas.

- ¿Los chicos también? - Alessia se refería a los cuatro vampiros que los encontraron.

- Los chicos también. - Afirmó.

- ¿Lo prometes? - La niña se levantó limpiando las lagrimas que salían de sus ojitos inchados para extender su dedo meñique.

- Lo prometo. - Aseguró extendiendo su dedo para entrelazarlo con el suyo. - Ahora vuelve a dormir, yo cuidaré tus sueños.

La niña asintió dejándose caer en los brazos de Morfeo.

Hoy los híbridos estaban en los jardines con sus cuatro guardaespaldas detrás, la pequeña tiraba de la mano de Demetri para llevarlo a la fuente de allí y que le cuente una de muchas historias de las batallas a las que fue.

Amadeo iba en brazos de Jane con su pequeña cabeza recostada en el hombro de la chica, Alec estaba extrañado al ver que su hermana no lo corría, más bien sólo lo ignoraba.

- Demetri, cuentame una otra batalla. - La niña se sentó en posición de indio para mirar al vampiro quien sonreía de manera ladina.

El podía negarlo pero le estaba agarrando cariño a los mellizos, más que nada a la pequeña quien tenía admiración por el, le gustaba ver como ella siempre lo llamaba para que le cuente anécdotas o que este esperándolo después de su almuerzo para que le enseñe a jugar ajedrez.

- De acuerdo, pero luego tienen que ir a comer. - Ordenó.

Una de las cosas que más adoraba la pequeña del vampiro, era su acento. La madre y tía de los híbridos sabían perfectamente que Alessia estaba teniendo ese enamoramiento de infancia, ese amor inalcanzable que tenías de chiquita, el cual en estos momentos, era Demetri.

Jane sentó al pequeño Amadeo a un lado de su hermana para que escuche la historia. Al alejarse del chico y ver como Félix se acercaba a la rubia, los celos lo invadieron provocando que usará su don en el grandote.

- ¡Ya para! - Gritaba desde el suelo con las grietas en su cuerpo.

- ¡Alejate de ella! - Le devolvió el gritó el niño cruzandose de brazos con un puchero en sus labios.

Alec miraba con una ceja enarcada al niño, Jane lo miraba con una sonrisa apenas visible al verlo usar su don por celos a ella, Demetri los ignoraba por narrarle la historia a la híbrida, ellos dos estaban en su burbuja como era costumbre ignorando los celos que varias veces había tenido el pequeño Amadeo.

- ¡No seas celoso, niño! - Le gritó el grandote arreglandose la ropa esperando a que sus grietas sanen.

- ¿Le acabas de gritar a Amadeo?

Todos quedaron estáticos al escuchar la voz de Marco detrás de ellos, incluso la burbuja de Demetri y Alessia se había reventado para sentir un escalofrío recorrer su espina dorsal.

Se giraron en cámara lenta al rey que los miraba con ambas cejas alzadas esperando una respuesta.

- Padrino, el se acercó a Jane. - Murmuró el menor caminando hasta llegar a abrazar la pierna del mayor, señalando acusatoriamente a Félix quien quería que la tierra lo tragase.

- Mi amo, sólo me puse a un lado de ella. - Trato de razonar sintiendo un nudo en su garganta al ver la muerte frente a sus ojos.

- Félix, ya te explicamos que no le tienes que gritar a ninguno de los dos. - Marco era conocido por ser el más callado de los tres gobernantes del clan pero estos meses cuando se trataba de sus ahijados era quien más los defendía, hasta sonreía, lo cual desde la muerte de su esposa no sucedía. - Son niños.

- Lo siento, amo. - Se disculpó tratando de ignorar al niño que le sacaba la lengua con burla.

- Padrino, lleva a Amadeo con Jane a otro lugar, es la hora de historias y no puedo escuchar. - Hizo un berrinche mirando a los tres nombrados.

- Jane, lleva a Amadeo a comer algo. - Ordenó para después guiñarle el ojo a la pequeña e irse.

- Ya puedes dejar de temblar Félix. - Se burló la menor sonriendo.

- Callate.

- ¡Papá, Alessia me está molestando con Jane! - Se quejó el niño corriendo a los brazos de Aro quien sonreía.

- ¡El me está molestando con Demetri! - Se quejó la otra corriendo a los brazos de Sulpicia.

Los mayores se miraron con unas sonrisas que no eran las que acostumbraban, las sonrisas de Sulpicia eran apagadas por estar siempre encerradas en la torre mientras que las de Aro eran dignas de pesadillas. Ahora sólo reflejaban amor.

- Niños, no molesten al otro. - Regaño la mayor.

Los niños se miraron entrecerrando sus ojos mostrando su fastidio al otro para después sacarse la lengua.

Sus padres negaron con la cabeza para llevárselos a la torre, ya era hora de dormir para ellos.

- Papá. - Llamó la atención la pequeña.

- ¿Qué pasa, maravillas? - Preguntó acostando a su hermano.

- ¿Podemos practicar nuestro don? Ya no quiero lastimar a los chicos. - Una lágrima salió de la mejilla de la niña, la pequeña era demasiado sensible a ojos de su padres siendo que ellos ya no lloraban hace más de dos mil años.

- Claro, podemos practicarlo. - Aseguró besando su coronilla para después taparla.

El mayor se retiró de allí sintiendo una especie de vacío, era un sentimiento que después de la muerte de su hermana no había sentido, de alguna forma se sentía culpable lo cual era imposible en su persona. Eran las primeras personas que cuidaba más que nada además de su esposa, no quería tener que llevarlos a la guerra sabiendo lo parecidos que eran sus dones con los de Alec y Jane.

Llegó a su trono donde estaban sus hermanos acompañados de los cuatro vampiros.

- Vamos a entrenar las habilidades de Amadeo y Alessia, tanto su las físicas como sus dones, quiero que sean fuertes pero no irán a ninguna batalla, siguen siendo débiles al llevar sangre humana. - Avisó tomando asiento.

- Me parece correcto, Félix y Demetri los entrenaran con el combate cuerpo a cuerpo y Jane con Alec se especializaran en sus dones. - Habló Marco. - Los mellizos estarán alegres de poder pasar más tiempo con ellos, pero creo que todavía es temprano, tienen la apariencia de niños de tres años humanos.

- Aún así crecen demasiado rápido. - Se apresuró a contestar Caius. - Los humanos crecen en años, ellos tardaron meses en avanzar su edad, eso deja la duda de cuando morirán.

La sala quedó en silencio ante lo descubierto, nunca lo habían visto de esa manera, nunca pensaron en agarrarle tanto cariño a los híbridos, mucho menos Jane.

- ¿Morirán?

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