Capítulo I.
“—¿Te gusta, mi amor?— Quería decir que no, en ese entonces verdaderamente anhelaba decirle que lo detestaba, que aquello que su pecho guardaba era únicamente rencor, pero no podía, una parte de Jeon Jungkook poco a poco iba encontrándole gusto a las torturas que Vante le daba.— sé que si, estoy seguro de que en el fondo amas tanto sentir dolor como sentirme a mí dentro de ti.
¿Iba a mentir? no ¿ganaría algo intentando hacerlo? tampoco ¿le quedaban fuerzas para pensarlo? menos.
Comenzaba a creer que ya no existía siquiera fuerza de voluntad para intentar oponerse a los maltratos de V, a esa personalidad sofocante y cambiante que no los llevaba a nada. Algunos días con el mayor tratándolo como lo más frágil y delicado del mundo, otros maltratándolo e hiriéndolo física o emocionalmente hasta llevarse cada mínima fortaleza del más pequeño.
Un círculo vicioso del amor al odio dónde uno era el destructor y el otro el destruído, jugando a quién soportaba más heridas o golpes, más violencia insufrible dada por el mayor de los dos.
—De todos modos aunque deje de gustarte un día, no te servirá de nada Kookie,—Murmuró el castaño al arrodillarse entre sus piernas, contemplando la imagen de Jeon sumamente maltratado, con quemaduras de sus cigarrillos recientemente fumados, surcando un sendero del cuello al vientre e incluso, teniendo un par en su miembro puesto que Kim no tuvo mejor idea que denigrarlo llamándolo de puta tras la erección involuntaria que tuvo el más pequeño, quemándole el falo un par de veces antes de masturbarle con rudeza haciéndolo llorar sonoro y de manera escandalosa.—eres mío y lo seguirás siendo hasta que te mueras.
—Lo s-soy.— Desganado, entre el llanto y la agonía sumada al éxtasis de estar recibiendo al mayor de manera animal en su interior embistiéndole con violencia, Jungkook únicamente atinó a asentir dejándose follar con aquella brutalidad a causa de un mal día que había tenido su amo, Vante siempre sería así, si sus días eran una mierda Kook terminaba hecho mierda, era una regla inquebrantable para su enfermiza relación.—Voy a serlo siempre, Taetae.“
—¡Mierda!—Gritó encolerizado, el vaso en su mano que aún contenía whisky fue estrellado contra la pared de su despacho y gruñó frunciendo el ceño.—,mierda, mierda y más mierda, bastardo hijo de puta.— No debía recordarlo, no podía hacerlo y sin embargo resultaba inevitable teniéndolo tan cerca.—Te odio, te odio tanto Kim Taehyung, te odio.
Jungkook gritó cabreado jalándose los cabellos, mismos qué al cabo de un par de minutos fueron nuevamente peinados hacia atrás, no entendía qué quería, se encontraba ausente cómo si de alguna forma, una fuerza sobre humana dentro de él le gritara hacer algo que su personalidad intachable le impedía, pero para entender esto debemos rememorar años atrás.
Las cosas sucedieron demasiado rápido después del accidente con Taehyung, mismo qué cumplió su promesa de garantizar la seguridad de Jungkook.
Lo cierto es que en el incendio a la familia Jeon durante la niñez de ambos amantes, comandado por Vante, Jungkook y Hoseok no fueron los únicos sobrevivientes sino que también el padre de los dos menores. Mismo hombre que huyó cómo pudo a China donde desde cero comenzó un imperio sumamente fuerte e incomparable, tanto o más que el mismísimo clan Kim. Claro que V lo sabía, nunca dejó pasar un mínimo detalle, por esa misma razón pidió a su padre adoptar a Jhope como un medio hermano y mantuvo a Kook recluido aislándolo del mundo, el progenitor de ambos chicos nunca daría con ellos o al menos hasta que Taehyung se dignara a decírselo.
Mientras el padre de Jungkook y Hoseok los buscaba desesperado, Vante solo aguardaba, sabía que tarde o temprano las cosas irían mal para él pero inevitablemente aunque fuese un hijo de puta despiadado, no quería o mejor dicho se negaba a que Kook padeciera el infortunio que aguardaba por él.
Volviendo al hecho del incidente grotesco, Taehyung horas antes de ir al rescate del menor ya había hablado con el líder Jeon, le confesó todo pues poco le importaban las consecuencias,—Vante estaba seguro de que moriría esa tarde.— Le dijo específicamente dónde estarían sus hijos, habló con Yoongi confiándole todo e inmediatamente le pidió que cuando él muriese, Min llevara a Hong Kong a ambos hermanos para un reencuentro con su padre.
Todo parecía lógico, un acto noble de una vida próspera para su mocoso, pero en ocasiones las cosas no terminan como esperamos.
Claramente Suga obedeció a Vante, el reencuentro de los Jeon fue emotivo y todo hasta allí terminó bien, claro que Kim no contó con que la explosión no lo matase del todo y si bien parecía no sobrevivir, el padre de Jungkook mandó a un par de hombres infiltrados en los oficiales que llegaron al sitio, tomando su aparente cadáver aún con pulso para llevárselo lejos.
Solo quedaban cenizas del clan Kim, tras la aparente muerte de su líder Vante, el bando perdió poder hasta casi extinguirse, claro que todavía eran millonarios, habían negocios prósperos y si alguien lo manejase volvería a ser inmenso e imparable, pero mientras Taehyung no volviera todo aquello se mantendría oculto y SeokJin se negaba a entregar lo que su hermano menor había confiado en el exterior.
Un enigma que solo Kim Taehyung podía resolver y sacar a la gloria, eso era su imperio criminal aguardando como un titán dormido su llegada.
Once meses, un coma inducido que garantizaba su mejoría en aproximadamente un año aunque con pérdida de memoria indeterminada, sin poder saber que lo que aguardaba por él al despertar sería un infierno, pues el líder Jeon le haría la misma mierda que él le hizo a su pequeño niño, se volvería una mascota, el animal de Jeon Jungkook.
Un año tardó en despertar, uno donde poco a poco Kook iba siendo educado, endurecido, enseñado, desconociendo que su amo vivía puesto que de saberlo sería un distractor, se le fue formando hasta volverlo un completo monstruo, un ser inteligente, homicida, letal, malo, tan malvado como el mismísimo Kim Taehyung o quizá mucho peor.
Dos años, tres y finalmente cuatro años de aquel incendio, cuarenta y ocho meses debieron pasar para que Jungkook en su cumpleaños número veinte recibiera de regalo una mascota, un ser divino hecho esclavo robándole el aliento, dándole deseos de llorar al verlo, un llanto desgarrador que ahogó en su pecho ante la personalidad estoica que debía mostrar. Ese pequeño niño que lo amaba se encontraba deseando correr a sus brazos, pero Vante no lo recordaba, solo era un prostituto sumiso que se dejaba follar a cambio de seguir con vida y él era un heredero aparentemente inmutable sin debilidades.
Existían dos personalidades en Jeon Jungkook y mientras el odio lo cegara él nunca dejaría salir a ese pequeño niño que una vez fue una mascota, mucho menos ante Taehyung.
—¿Creías que esto era cumplir tu promesa?—Escupió con enojo, un nuevo vaso esta vez con vodka fue servido por sí mismo para beberlo mediante fumaba, ahora era un hombre, uno temerario y sin miedo a nada.— imbécil anormal, esto no se parece a lo que prometiste, dijiste que estaríamos juntos, que sería tuyo, nunca me hablaste de tener que convertirme en alguien como tú y verte de puta abriéndole las piernas a cualquier bastardo que se te cruza, maldita zorra desgraciada.—Si, su vocabulario, sus reacciones, todo de él había cambiado.— Ojalá ser tan cabrón como tú para poder romperte el culo a folladas, pero ni con eso puedo porqué para mi desgracia podrida y tu suerte de hijo de perra, no puedo follar a nadie, no siento atracción de meterla y aunque intenté ser follado terminé matando a todo el que quiso hacerlo, nadie es tú, nadie me llena como tú y todo es una porquería, perro idiota.
A veces hacía eso, insultar a Vante en soledad, soltar su ira para cuándo lo viera a distancia fingir que le era indiferente. Jungkook solo dejaba que las cosas transcurrieran normalmente, manejaba cada club de trata de blancas, pasando mayor parte del tiempo e invirtiendo sus noches en el principal de ellos, justo en el centro de Hong Kong, China. Allí había enviado a trasladar su padre a Taehyung, ahí debía pagar el mal que le hizo a Jungkook y este debía ser su verdugo mirándolo apagarse poco a poco, ser su dueño observando a su mascota darle dinero como si fuera un perro de peleas callejeras entrenado para darle grandes sumas a través de su cuerpo al amo malvado que ahora posee.
—Quiero despellejarte, hijo de puta, juro que quiero hacerte pagar toda la mierda que me hiciste y me enferma mirar lo que haces.—Soltando el humo de su cigarrillo tras acabar la bebida que consumía, miró a través del enorme ventanal de su despacho que daba al centro del club armado en fiesta, como Taehyung atendía a los clientes, sentado en el regazo de un tipo asqueroso dejándose tocar y besar por él, dándole asco, Jeon sentía rabia, celos y demasiada repulsión.—¡Syun!
No iba a tolerarlo, no más.
—¿Señor?—Su guardia apareció mirándole extrañado, más aún cuándo el pelinegro pasó por su lado saliendo de la oficina para encaminarse a uno de los pasillos luciendo entre molesto y abatido.
—Trae a Kim aquí, estaré en la habitación 342, llévalo allá y que nadie nos moleste, quiero divertirme con él yo esta noche, —El hombre asintió en una reverencia bajando la cabeza.—y si tiene citas pendientes se las cancelas, me vale mierda que quieran follárselo, hoy me pertenece a mí ¿estamos?
—Enseguida señor, ya lo traigo con usted.—Jeon asintió quedo mirando por su hombro al hombre, encaminándose inmutable por el pasillo a la habitación que había mencionado, rodando los orbes ante los gemidos audibles que traspasaban las puertas de aquel prostíbulo resultándole asquerosos, viejos enfermos necesitados de un agujero, por qué coño no se morían todos de una buena vez.
Rebuscando en su pantalón el manojo de llaves hasta encontrarlas, abriendo la habitación casi metiéndose a tropezones odiando aquel ruido, su mente se calmó de pensamientos sombríos viéndose en silencio, suspirando sonoro y cansino al dirigirse tranquilamente sirviéndose una copa de vino que comenzó a beber sentándose en el sofá de uno solo justo al frente de la enorme cama cubierta por sábanas negras y almohadas del mismo color.
¿Qué mierda iba a hacer? no lo sabía ¿llamó a Taehyung? si, por ser un impulsivo de mierda, preso de los celos tomando una decisión sin pensar que acabaría con él a solas encarando al verdugo que le hizo mierda la existencia.
Y es que Jungkook nunca había podido estar a solas con Vante aún cuando este padecía amnesia sin recordarlo, siempre se encontraban acompañados de alguien más por paranoia del menor, esta sería la primera vez dónde se encontraría cara a cara con el bastardo que lo condenó e inevitablemente no se encontraba preparado; quiso golpearse la cabeza contra la pared más cercana ahora que estaba mentalizando su hazaña.
—¿Qué mierd-?—No pudo remediarlo, no podría aunque quisiera, pues fueron esos golpes en la puerta oyéndose temerosos lo que le paralizó unos cuantos instantes, preparándose mentalmente y con el ceño fruncido antes de incorporarse avanzando con falsa tranquilidad a servirse más vino musitando un “pase“ lo suficientemente audible como para ser oído al otro lado.
—Aquí está, señor.— Jeon asintió sin mirar a la puerta dándoles la espalda, su expresión denotó brevemente un pánico que se apagó con el cerrar de sus orbes un par de segundos antes de adoptar un semblante neutro.—Los dejo a solas, si me necesita llámeme.
Pero Jungkook no respondió, no solía hacerlo. Escuchando la puerta cerrarse su ancha espalda se contrajo breve en un tensar y estirar de sus músculos, ahora luciendo atlético en un cuerpo tonificado y ejercitado.
Sus belfos se humedecieron en el vino bebido unos segundos, jugueteando con el piercing de su belfo inferior al girarse perezoso e inevitablemente cada fibra de hombre imponente que le conformaba se desarmó viendo al dueño de su agónica vida allí, de pie delante suyo.
Taehyung tenía una mirada de miedo palpable, un moretón surcaba su pómulo el cual intentaba cubrir con maquillaje, de ropajes holgados en tono blanquecino que escondían su anatomía, misma qué, seguía viéndose perfecta. El mayor nunca fue tan atlético como lo es ahora Jeon, pero si tenía una buena complexión física, era fuerte, Jungkook lo recordaba por los golpes dados años atrás, sus facciones por momentos eran aniñadas y en otras ocasiones duras y masculinas.
Kim Taehyung podía ser el perfecto macho dominante y el más hermoso ángel sumiso, su jodida dualidad era una odisea.
—¿Tengo algo en la cara o es más lindo el suelo que mis ojos, para que lo estés mirando?—La voz de Jeon emergió burlona de sus belfos, una sonrisa ladina se perfiló en los mismos y esta misma se apagó con brusquedad cuándo notó cómo Taehyung se encogía asustado en su sitio, casi igual a él cuando solo era un niño temeroso de las torturas violentas que el mayor le daba.— mírame.
V presionó sus belfos apenado, sus hombros se contrajeron en el entrelazar de sus manos al frente e inmediatamente con timidez alzó el rostro mirándolo, esos gélidos orbes grisáceos mostrándose apagados y sin vida ahora.
¿Vante, mi jodido Vante malvado, dónde estás? —Pensó Jeon terminando su vino de un solo sorbo.
—¿Tienes miedo, perrito?—Preguntó entonces.
“—¿Me tienes miedo, perrito? anda Kookie, mira a tu amo.“
Recuerdos, recuerdos y más recuerdos, no podía olvidarse de Vante ni un solo segundo.
—Te hice una pregunta, Kim.— Taehyung negó ante la voz de su jefe casi con rapidez aún cuando mentía, algo que hizo al menor reír breve asintiendo quedo tras la respuesta silenciosa que obtuvo.— Ya no eres bueno mintiendo, Tae.
—¿Cómo?— El mayor se vió extrañado ante la respuesta, el menor habló como si lo conociera en un pasado haciéndolo fruncir su ceño puesto que él no recordaba nada de su vida anterior, preguntándose entonces si acaso el contrario lo conocía o por qué diría algo como eso.
—Nada, ignora lo que he dicho.—Jungkook suspiró aireado dejándose caer nuevamente y de lleno al sofá donde estaba e inmediatamente Taehyung se acercó pretendiendo deshacerse de sus prendas superiores con el amague de arrodillarse delante suyo.—¡¿Qué coño pretendes hacer?!—Jeon parpadeó atónito abriendo bastante sus orbes y el contrario se paralizó de rodillas mordiendo con rudeza su belfo inferior de mejillas sonrojadas abrazándose así mismo.—respóndeme ¿por qué mierda te ofreces así? No te pedí que me chupes la polla, Taehyung, no me gusta lo fácil.
—Lo si-siento.— Le enojaba, era molesto verlo tan dócil y asustado, le jodía las mierdas sumisas que habían implantado en la cabeza del más grande.—Pensé que...
—Quítate la camisa y siéntate en la cama, Taehyung, ahora.—Impuso entonces, viendo al mayor dudar un poco emitiendo un mohín que acabó en el asentir efímero que realizó incorporándose temeroso avanzando al mueble con lentitud quedándose de pie ante este una vez la tela que cubría su cuerpo fue lanzada al suelo, dejando ver el sinfín de tatuajes y cicatrices de años atrás.—Siéntate.— Volvió a ordenar causando una reacción inmediata en el contrario quién acató la orden sentándose.—Muy bien.
—¿Va a follarme, amo?—A cualquiera le hubiese gustado aquella pregunta espetada por Taehyung, a cualquier persona menos a Jungkook, mismo que frunció su ceño mostrándose enojado al ponerse de pie deshaciéndose de su saco lanzándolo a un lado sin mucho cuidado dejándolo caer al suelo mediante desabotonaba las mangas y cuello de su camisa.— so-solo dígame qué hacer por us-usted.
—Callarte la jodida boca, eso quiero que hagas.—Impuso severo y aunque V entre abrió sus belfos dispuesto a responder terminó asintiendo al callar.— Quédate quieto y no preguntes el por qué de nada ¿de acuerdo?—El mayor afirmó con la cabeza.— buen chico.
Taehyung no comprendió nada de lo que pasaba a su alrededor, en su mente pensó que Jeon, un tipo que lucía rudo, atlético y cruel, lo tumbaría en la cama follándoselo sin piedad e importándole una mierda el hacerle daño, más nunca idealizó los hechos que a continuación sucederían.
Su cuerpo se tensó quedándose inmóvil, sus orbes se entornaron mirando la expresión neutral del más joven y sus brazos de hicieron a cada lado de su cuerpo apoyando las manos sobre el colchón cuándo el pelinegro apoyó las rodillas a los lados de su regazo, un sonrojo notorio se expandió en sus mejillas dejándose hacer y pronto quedó atónito ante la escena de Jungkook sentándose en su regazo mirándolo atentamente, cómo si quisiera encontrar algo más allá de lo que veía en sus ojos, hipnotizándolo con esos zafiros azules viéndose tormentosos.
Las manos de Jeon pronto se posaron en sus hombros con firmeza, su pecho se apegó al adverso y el rostro propio se escondió en la curvatura del cuello ajeno, abrazándose a Taehyung con necesidad, tristeza, con un manojo de emociones que aunque V no comprendiera al primer instante, terminó correspondiendo sin saber exactamente por qué lo hacía. Era como una fuerza más allá de él que le incitaba a sostener con necesidad al más pequeño apoyando la frente en su hombro, cerrando los orbes disfrutando del aroma adverso; Jungkook olía entre dulce y amargo, una mezcla de flores a causa de su aparente perfume y cigarrillo sumado al alcohol, extrañamente ese olor se sintió familiar.
Un minuto, dos o quizá más pasaron así y es que el menor de ambos no quería separarse, no lo habría hecho de no ser porqué el contrario se hizo un poco para atrás pretendiendo mirarlo. Jungkook dejó de lado toda personalidad grotesca que le conformaba, con sus manos posándose en las mejillas ajenas, Taehyung no lo dijo en voz alta pero aquellas palmas se sentían suaves al tacto, inocentes, como las de un niño, un mocoso inexperto. —Dos palabras que su mente ideó resonándole en la memoria haciéndolo fruncir el ceño recibiendo una dolorosa puntada en su cabeza que solo duró un instante.
No entendía que pasaba y aún cuando luciera raro de ver aquella escena del gran líder Jeon mostrándose como un niño sumiso con uno de sus prostitutos más codiciados, el mayor no fue capaz de negarse a lo que recibía, estaba tan desganado de la vida, acostumbrado a las violaciones aberrantes, a las asquerosas ideas de los viejos enfermos que le tocaba satisfacer, a los golpes que recibía, que aquel tacto del pelinegro, ese abrazo, esa mirada y caricias, se sentían como lo más cercano a una paz, al cielo mismo, a un ángel.
Silencioso, temeroso de lo que pudiera pasar, V se armó de valor para posar sus temblorosas manos en los muslos ajenos, esperando una reacción negativa en el menor que nunca llegó, al contrario de esto, Jungkook sonrió efímero pareciendo complacido con aquello dándole tranquilidad, una que se volvió un revoltijo de emociones cuándo aquellos belfos, esos jodidos suaves labios se apoderaron de los propios.
Coño, Jeon Jugkook, su jefe, el intocable líder, lo estaba besando. Sus orbes se abrieron de manera descomunal sin saber cómo reaccionar al principio, cediendo al instinto desconocido que moraba en su pecho llevando las manos a la espalda baja del más pequeño poco a poco correspondiendo al ósculo con el mover de sus cerezos a la par. La lengua de Kook se abrió paso en su cavidad bucal robándole un gruñido, uno que desconocía que podía soltar siendo en gran parte él un sumiso todo el tiempo, un muñeco maleable que era utilizado y ahora parecía estar recibiendo un premio del mismo cielo.
Taehyung jadeó jugueteando con la lengua adversa, mordiendo el belfo inferior del pelinegro apretándolo más contra de sí y en el momento en que quería más de este, Jungkook se separó corto de aire mirándole con las mejillas totalmente rojizas luciendo ¿avergonzado? algo indescifrable.
Las manos del más joven descendieron de sus hombros, Taehyung no pudo hacer más que hacerse hacia atrás apoyándose en sus palmas dejándose acariciar y de pronto se vió así mismo siendo hipnotizado por los accionares de ese niño. Jungkook perfilaba entretenido los tatuajes del más grande y sus cicatrices, algunas las delineaba de tal manera que parecía saber de memoria el formato de ellas, V no entendía como pero sin embargo creía que el preguntarlo rompería aquella situación tan perfecta por lo que prefirió callarse.
—¿Te has preguntado por qué tienes tantas cicatrices o tatuajes?— Rompió el silencio Jungkook, sus orbes se alzaron mirando los grises del contrario quién se mantuvo en silencio mirándolo con la cabeza ladeada y por un segundo, un efímero y puto segundo, Jeon juraría que el maldito Kim Taehyung, Vante, su Vante, lo estaba mirando con aquella burla sádica mofándose de él, un instante que de la nada se extinguió mostrando nuevamente confusión y nerviosismo en Kim quién negó.— cada una esconde un enseñanza, un vivir trágico, una secuela de aguantar dolor por algo o alguien.
—¿Cómo lo sabes?—Indagó el castaño pareciendo cautivo de aquella conversación, con Jungkook sonriéndole luciendo como un conejito infante, encogiéndose de hombros al hacerse un poco hacia atrás despojándose de su camisa. Jeon tenía el pecho trabajado, una manga de tatuajes cubría en totalidad su brazo derecho del hombro a la muñeca, prominentes músculos, abdominales, joder, el niñato era un dios griego, un hombre con todas las letras y V pasó saliva con dificultad sonrojándose mordisqueando deseoso su belfo inferior, Dios lo perdone por ese pensamiento pero quería pasarle la puta lengua por todo ese abdomen llenándolo de marcas, mordidas y chupetones que acabaran cercano a la polla del crío, misma que chuparía con ganas hasta verlo correrse pidiendo por él; una nueva punzada en su cabeza le hizo negar breve y prontamente se sorprendió él mismo de pensar cosas como aquella.
—Por que las mías son por esas razones.— Taehyung prestó más atención entonces y vaya que Jungkook no mentía con la respuesta, habían cientos de cicatrices bajo la tinta de sus tatuajes, en su pecho, en el cuello e incluso había una que lucía como una V cercana a su vientre bajo, Kim quiso preguntar de qué era pero prefiriendo no hacerlo, simplemente alzó la zurda a perfilar algunas asintiendo en silencio.—Estoy cansado, no suelo tener sueño pero ahora lo tengo.
—Entiendo,—Murmuró Vante con una expresión triste intentando levantarse, creyendo que era hora de irse nuevamente al infierno después de haber compartido un rato con aquel ángel.—le dejaré dor-
—Vamos a dormir, Taetae ¿si?
Y Taehyung no respondió, la sorpresa pudo más que él asintiendo como si fuera manejado por capricho de aquel chico, acomodándose en la cama dejándole espacio para que el más pequeño se acomodara a su lado, jadeando en silencio cuando Jungkook se recostó sobre su pecho apoyando la cabeza allí, rodéandole por la cintura con ambos brazos aferrándose a la anatomía adversa y cerrando sus orbes, con Kim dudando un poco más por temor que por extrañeza, terminando por abrazarle de forma protectora sintiendo como el de cabellos azabaches poco a poco iba relajándose en aquel abrazo dejando de parecer tenso.
Mañana habría tiempo para Taehyung de volver a su infierno y para Jungkook de volver a ser el Diablo que lo castigue.
Para especificar más a ciencia cierta, Jungkook descrito aquí es el Jungkook que actualmente tenemos, es decir, en la era actual y Taehyung está inspirado en el Tae de Fake Love Mv, para que los idealicen mejor.
En fin, espero les haya gustado, recuerden que los amo y me leo todos sus comentarios, si tienen dudas me las dejan aquí, nos leemos luego bebés.
Dedicatorias:
http_Tat3_kim
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